domingo, 28 de octubre de 2018

La soledad del aire

Título: La soledad del aire.
Autor: José Pejó Vernis.
Editorial: Sección de Poesía Ateneo de Córdoba.
Año de publicación: 2016 (1ª edición).
Género: Poesía
ISBN: 978-84-88175-70-0

José Pejó Vernis (Castelldefels, 1952 - Guadalajara, 2018) estudió Arquitectura en la Universidad Politécnica de Valencia y en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Cultiva la poesía en castellano y catalán. Pertenece a la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE); también, a la Asociación de Escritores de Madrid (AEM). Pejó Vernis es un poeta tardío que a partir del año 2009 comenzó a cosechar premios y publicaciones de poesía, algo que sigue haciendo con frecuencia a día de hoy. La suya, es una trayectoria en ascenso, un compendio poético cual galería de obras trabajadas artesanalmente con especial dedicación a la métrica —e incluso rima— clásica.

Con Un pañuelo bordado y un cuento de luz (Ediciones Cardeñoso, 2013) y Las horas afiladas (Ayuntamiento de Toledo, 2014) demostró una solvencia estética y técnica al alcance de muy pocos. Pejó Vernis es uno de esos poetas que a pesar de haber ganado más de cuarenta premios literarios no recibe la atención y el estudio que merece por parte de editoriales y críticos, la hondura y arquitectura de su obra poética empuja a su divulgación y reconocimiento. Tal vez, el hecho de ser un poeta que se dedica única y exclusivamente a escribir y no participar del intercambio de favores y la mercadotecnia a la que acostumbra el pobre postureo de buena parte del círculo literario, influye en el hecho de su transparencia en los medios.

Con La soledad del aire, Vernis obtuvo el XXX Premio Juan Bernier de Poesía que entrega el Ateneo de Córdoba. Según recogió el acta del jurado, este libro «es una reflexión filosófica sobre la creación poética, con capacidad, además, de crear nuevo lenguaje».

El poemario lo componen cuarenta y nueve poemas titulados que forman un continuo sin divisiones. Excepto uno, todos los poemas comienzan y terminan en la misma página, y por lo general no necesitan más de media hoja para desarrollarse. El yo lírico se expresa en primera persona y utiliza un lenguaje rico y equilibrado en el que encontramos palabras como `espirrisa´, firme candidata a hápax legómenon de su obra completa.

Desde el primer poema, el autor baliza el sendero metalingüístico por el que discurrirá su corriente lírica. Así, en el poema titulado “Escribir”, encontramos un impecable soneto de rima consonante en el que ya demuestra su riqueza léxica y versatilidad de recursos: «Cultivar el fulgor, amar el reto / de la magia, ser fiel a lo vivido / y dibujar un sueño en un boceto»; todo el poema es una perífrasis del acto de escribir, su ritmo y encabalgamientos recuerdan al Quevedo más ágil y certero.

En "En esta cirugía del instinto" el poeta nos habla de la multiplicidad del yo cuando este se somete a ahormar su pensamiento en el lenguaje. Al leer y escribir percibimos y somos realidad de otra manera: «No siempre, en ese adentro, cuando miras, / sabes bien de qué lado estás mirando. / En esta cirugía del instinto, / a veces, te tropiezas con otro que no sabes, / y en él te identificas, / desnudo, en lo que escribes, / o cuando te desnuda, en lo que lees»: endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos se combinan armónicamente en lo que será una tónica formal dominante en el libro.

El símil del poeta y el gusano enfrentados al blanco del vacío, tejedores de un hilo que engarza en su telar pasado y sueño, es acertado en el poema titulado “Metamorfosis”, ya que en toda creación late una transformación que no siempre libera de la forma idealizada: « […] salir de la palabra / como una mariposa y bates alas / y hablas del extramundo, y eso es nuevo / porque el mundo se acaba, exactamente, / donde acaba tu propio pensamiento»; somos en el lenguaje pero este también tiene sus propias limitaciones, por eso el poeta está obligado a romper la gramática y travestir los conceptos y palabras con la aspiración de crear lenguaje.

Relacionar la luz con lo positivo, la oscuridad, con lo negativo, son convenciones gastadas que no tienen porqué seguir connotando lo trillado en un poema. En el poema que lleva por título “La claridad” descubrimos que la luz que ilumina también nos puede cegar y esconder en ella tragedias y oscuridades: «Pero, escucha, la claridad / es un señuelo. / Tras ella aguardan / los puñales de la desolación».

Sucesos biográficos se entreveran con pensamientos, ficción y un sentido del ritmo que destaca entre las floraciones de seudopoetas actuales. Los poemas se adensan cuando pasan de lo metalingüístico a lo humano, hay antropocentrismo, confesión, monólogo interior, interpelaciones al lector y descripción de ideas, nada queda al azar en una contundente ilustración del paisaje interior.

«Un poema es lo mismo / que una caja sin fondo. / Donde metes las manos y no hay nada. / Donde metes los ojos y se llenan de peces». La poesía es la tabla de salvación para quien naufraga en la realidad y su pobreza, la culminación del esfuerzo para los ávidos buscadores de belleza, el orden y el desorden en una habitación donde no hay nada.

Escritura como filosofía, como forma de ser ante el suceso cambiante de la vida, pero también refugio para un alma que no encuentra, que no se encuentra entre yoes y mentiras, entre ajenos enemigos y sí misma; lenguaje como forma de desahogo, como castigo, su insuficiencia conduce a la tragedia pero provoca el milagro, el milagro de la creación en manos de dioses con complejo de hombres.

El mundo mira a Dios,
y Dios, al mundo;
entre ambos, una flecha que hiende la razón
esparce a la sazón sus menudencias.
Recoge la palabra.
Libérate de Dios,
y Dios entrará en ti.

José Pejó Vernis es un claro ejemplo de poeta en el más amplio sentido de la palabra. Creador honesto y comprometido con su obra, su condición de orfebre ejemplifica la grandeza de un amor por la poesía y la palabra que va más allá de tendencias estéticas y farragosas retóricas. Cercano a Ignacio Caparrós por edad y estilo, la poesía de Pejó Vernis no ha dicho su última palabra. Desde aquí reivindico una poética precisa en lo formal y evocadora y limpia en su argumento; los numerosos poemarios inéditos que Pejó Vernis atesora merecen encontrar editores verdaderos.

Reseña escrita por José Antonio Olmedo.
 (Reseña originalmente publicada en "Acrópolis de la palabra".)

lunes, 22 de octubre de 2018

Alcalá mágica y heterodoxa

Título: Alcalá mágica y heterodoxa. Una aproximación a la Historia y tradición más escondida de nuestra ciudad.
Autor: Gonzalo Gómez García.
Editorial: Lema Ediciones / Domiduca Libreros.
Año de publicación: 2011 (1ª edición; prólogo de José Antonio Navarro).
Género: Cuentos y leyendas, Historia, Esoterismo
ISBN: 978-84-938059-6-8

Gonzalo Gómez García (1975) es un alcalaíno nacido en Madrid (no hubo hospital público en Alcalá de Henares para dar a luz hasta 1987). Está licenciado en administración y dirección de empresas y es doctor en Historia Moderna por la Universidad de Alcalá. Sus trabajos han estado relacionados con el sector financiero y en proyectos de investigación más desarrollo más innovación (I+D+i) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la Universidad de Alcalá de Henares y la Universidad de Francisco de Vitoria en colaboración con la Universidad de Lisboa. Imparte clases como profesor en la Universidad de Alcalá, al tiempo que es parte del grupo de investigación permanente en esa misma institución "Estudios del protonacionalismo europeo", que la dicha universidad comparte junto al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En 2017 fue galardonado con el premio más importante a nivel local en Alcalá: el Premio Ciudad de Alcalá, en la modalidad de Investigación Histórica "Francisco Javier García Gutiérrez", por su investigación y libro La Universidad de Alcalá entre Cisneros y Trento, que sigue la estela de su interés personal: el estudio de la heterodoxia religiosa (el protestantismo, la herejía y las posibilidades de estos) y su trato en España. A todo ello, participa como colaborador ocasional en programas de divulgación en la emisora de radio Onda Cero-Alcalá y ofrece rutas turísticas por la ciudad visitando los lugares donde ocurrieron episodios con brujería y otros misticismos y esoterismos en la Historia local.  Con tan vistoso curriculum sorprende a la vez que se sospecha que su primer libro publicado fuera Alcalá mágica y heterodoxa, cuyo subtitulado trata de acotar más el tema al estilo de los títulos de publicaciones de otros siglos pasados: Una aproximación a la Historia y tradición más escondida de nuestra ciudad. Título y subtítulo crean un efecto de llamada de atención al lector potencial, haciéndole ver algo así como que lo que allí se cuenta es algo que ha permanecido oculto hasta ese momento, lo que puede resultar algo sensacionalista a la par que un gancho comercial efectivo.

El libro lo publicó Lema Ediciones, que era y estaba con Domiduca Libreros, en 2011, cuando Gonzalo Gómez aún era doctorando de Historia Moderna, pero ya estaba licenciado en administración y dirección de empresas y, por lógica, de Historia. Fue una edición estéticamente cuidada. Tenía cubiertas de tapa blanda con solapas, con una fotografía de las escaleras de la torre de la Iglesia Catedral Magistral de los Santos Niños en su perfecta geometría de caracol a base de números áureos, lo que convenía bastante bien a lo mistérico de la temática del libro. Gonzalo, además, aparecía en una de las solapas de la cubierta con brazos cruzados y gafas oscuras al más puro estilo de algunos de los investigadores de lo ocultista que en esos años tenían programas o secciones de programas de televisión con cierta audiencia alta fiel. Como sea, los textos se acompañaban de numerosas fotografías en blanco y negro de los lugares que se mencionan, grabados antiguos de libros mágicos o de acciones de la Inquisición o de escenas alcalaínas, imágenes de páginas con escrituras y signos mágicos de libros de los siglos XV a XVII, fotografías de cuadros de personajes relevantes en este libro y diversas fotografías por satélite sobre las que se dibujaron las diversas rutas turísticas que propone el autor para realizar por una Alcalá mágica y heterodoxa.

Fue un libro con mucha difusión mediática y gran aceptación popular. Se vendió y sigue vendiendo bien, a pesar de que su acogida, tras ser leído, sea más bien dispar. Así por ejemplo, llama poderosamente la atención cómo en la bibliografía, en la página 235, se cuela el nombre del profesor universitario Ignacio Ruiz, sin citar absolutamente ningún libro ni artículo suyo. Cosa que podría ser pasada por alto como error o lapsus si no fuera porque las notas del libro y la redacción a veces dejan con frecuencia mensajes imprecisos y casi insultantes para todas aquellas personas legas que no crean a pies juntillas en lo mágico y lo heterodoxo. Al margen de múltiples errores ortotipográficos y ortográficos que hacen que se hubiera deseado un trabajo de revisión profunda de estilo previa a la publicación. Hay que reconocerle al autor, eso sí, la aportación de una abundante documentación tanto de fuentes documentales como bibliográficas de todas las épocas para sostener sus argumentos, que demuestran en él un alto conocimiento erudito del tema.

Entre los múltiples agradecimientos y dedicatorias con las que cuenta esta primera obra del autor destaca la realizada a José Antonio Navarro, quien en el interior del volumen volverá a ser mencionado. Se trata de un canónigo de la catedral de Cuenca especializado en parapsicología y egiptología, el cual escribe unas palabras introductorias previas al libro. Es alguien conocedor del ocultismo que mantiene amistad y asesora a Gonzalo en estos temas. No es un dato baladí. La postura de Gonzalo a lo largo de toda la obra es una postura claramente de creyente y desafiante a todo aquel que no crea en lo mistérico y lo paranormal. Abunda la referencia a numerosos textos históricos comentados sólo desde una visión creyente, quedando excluidos los contextos y los análisis históricos científicos y de otro tipo. La Historia y el trato histórico no están desaparecidos del libro, nada más lejos, son precisamente el sustento de las tesis de Gonzalo, sólo que estas sólo contienen una única visión, sin antítesis y sin síntesis de los hechos que expone. Así por ejemplo, al tocar el tema de la brujería en Alcalá pareciera entenderse que se da por hecho que los actos mágicos fueron unos hechos reales e irrefutables, sin someterlos a análisis o comentarios de lo que se creía brujería y en realidad respondía a otras explicaciones más mundanas y menos mágicas. Del mismo modo que se mencionan cuestiones de la religión egipcia antigua como cuestiones de magia, sin atender a ninguna otra de las explicaciones más sociológicas que hoy día hace décadas que se tienen y estudian en las aulas. O bien se narra las experiencias místicas y extrañas de determinadas personas tenidas por beatas o santas en la ciudad dando por hecho probado milagros, apariciones del Diablo, apertura de las puertas del Infierno, etcétera. 

Lo que hace bien el libro, a su manera, es recuperar todo un conjunto de historias y biografías alcalaínas a lo largo de la existencia de la ciudad en torno a lo inexplicable y a lo que se creía hacer con protección sobrenatural (en todas sus formas y nombres a lo largo de los siglos). Quede en cada uno juzgar cómo quiere absorber la información que ofrece. 

El libro se divide en ocho capítulos donde se repasa la hipotética ubicación mágica de los asentamientos humanos en la zona de Alcalá desde la Prehistoria hasta la segunda ciudad romana de Complutum, la época romana y la Edad Media con los Santos Niños Justo y Pastor como epicentro, los judíos y moriscos y los trasfondos mágicos y mistéricos de sus culturas en la Edad Media y hasta su expulsión en la Edad Moderna (con sus personalidades más importantes en su paso por la ciudad), La construcción e Historia del Palacio Arzobispal en relación a la alquimia que practicó el arzobispo Carrillo entre los siglos XV y XVI, la persecución de los heterodoxos (criptojudíos, falsos conversos, protestantes, brujas, etcétera) en los siglos XVI al XIX por parte de la Inquisición asentada en Alcalá, los santos diversos de la ciudad y los venerables, centrándose en san Diego, san Ignacio de Loyola y en el caso paranormal de la beata María de Orozco (a la que se le aparecía el diablo, el cual la tentaba en persona en el siglo XVIII en la iglesia de lo que hoy sería los restos de la antigua cárcel galera de mujeres) y el milagro de las Santas Formas, las construcciones presuntamente mágicas en la ciudad de manos de la masonería, los cruzados y otras asociaciones mistéricas y los lugares que se suponen encantados y/o embrujados incluso hoy día, llegando aquí al caso más reciente de presunta posesión demoniaca y exorcismo por parte de la Iglesia católica que se produjo a finales del siglo XX y comienzos del XXI, lo que dio lugar a una amplia publicidad televisiva y una polémica sobre lo real y lo irreal del caso. Todo ello, vuelvo a comentar, acompañado el final del libro con una serie de mapas que proponen, junto a los textos de los capítulos, rutas turística para los interesados que el propio autor guía previo pago.

El libro parece todo él orientado a vender un servicio de rutas por la Alcalá mágica y heterodoxa, tal como nombra el título. Así por ejemplo, el libro, que aún se vende abundantemente, se puede adquirir a la vez que una camiseta, un marcapáginas y la ruta que se desee. En este sentido, dado que Gonzalo demuestra una gran erudición de las fuentes antiguas, y dado la trayectoria que tiene en sus estudios, da la impresión que en este primer libro le pudo más sus conocimientos de Ciencias Económicas que de Historia, y que combinó ambos de tal manera que sirviéndose hábilmente de la Historia nos presenta un producto más de un lote creado para el curioso de lo paranormal dispuesto a pagar por conocer lo que desea. Al estar escrito en 2011 hay algunos datos que hoy día se encuentran desfasados ante los últimos estudios e investigaciones de otros historiadores recientes, si bien otros datos pudieran estar ligeramente desinformados de los avances más actuales en 2011 sobre algunas materias mencionadas. Sin embargo, vuelvo a repetir, pese a todo, hay que reconocerle un trabajo erudito de conocimiento de fuentes, sea cual sea la tesis de la que parte y cómo maneja esta. En este sentido es un libro que puede ayudar a conocer algunos rincones de la ciudad y algunos personajes de la ciudad ya olvidados en general, como el judío de la cábala Menahem ben Zalah (que vivió dieciocho años en Alcalá), o desde perspectivas no habituales. En cierto modo, a veces, leyendo entre líneas, se intuye a un Gonzalo que en algunas ocasiones parece lanzarnos un mensaje de análisis alejado de lo paranormal, pese a defender lo paranormal descubriendo visiones como aquella real en la que san Ignacio de Loyola o Erasmo de Rotterdam estuvieron a punto de ser nombrados herejes si no fuera por sus defensores políticos, de gran poder.

Caso aparte es el trato que le da a los lugares geográficos del territorio complutense, partiendo de una hipótesis que lanza entre la ubicación del cerro del Ecce Homo, el Cerro del Viso y la catedral que parece más elucubración realizada a medida para cuadrar una teoría, que algo férreo, así como lo que desarrolla acerca de las cuevas y las parroquias alcalaínas y todo el imaginario mitológico de la Edad Antigua y la Edad Media mezclados con teorías contemporáneas del simbolismo y la metáfora de los úteros femeninos, o bien la extraña ubicación que le otorga a la Puerta de Madrid, la Puerta de Burgos, la Puerta de los Mártires, el Palacio Arzobispal y las murallas que para cuadrar fuera del círculo que él nos presenta en el libro, realizado por él mismo, se debiera desplazar físicamente todos esos puntos en la vida real, o en otras palabras: no corresponden las lineas que él presenta con la realidad arquitectónica.

Sea como sea, tal como escribía Cervantes en El Quijote, de toda lectura se puede sacar algo útil.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 13 de octubre de 2018

Los hijos del agobio

Título: Los hijos del agobio.
Autor: Emilio Sola Castaño.
Editorial: Polar Ediciones.
Año de publicación: 1984 (1ª edición).
Colección: Narrativa.
Nº de volumen en la colección: 1.  
Género: Novela.
ISBN: 84-86099-09-9

Emilio Sola Castaño nació en Cangas de Onís (Asturias) a finales de 1945, pero tuvo una juventud viajera. Se formó en las universidades de Barcelona, Pamplona, Valladolid y la Universidad Central de Madrid, hoy día conocida como Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró en Historia Moderna con una tesis sobre las relaciones diplomáticas entre España y Japón entre los siglos XVI y XVII. Ejerció de profesor en aquella Universidad Complutense hasta 1976. Combinando su vida universitaria con una vida literaria, bohemia y libertaria, que le transforma en uno de los primeros jóvenes que rompen en España con toda norma social impuesta por la dictadura de Franco. En 1974 ganó el Premio Adonáis de poesía por su primer libro, La Isla. A lo largo del último año de Franco y tras la muerte de este, previamente al comienzo de "La Movida", en 1975-1976, tuvo un bar en Madrid, en la Calle Libertad, llamado "La Vaquería", donde se juntaron muchas de las personas que formarían posteriormente parte de ese movimiento social y cultural, así como libertarios y personas de todo ámbito social. Además, crearon allí una asociación cultural y editorial con publicaciones propias y manifiestos donde cabía la literatura y las ilustraciones más vanguardistas y psicodélicas, con fuerte impulso libertario, La Banda de Moebius. Sin embargo, una bomba colocada por Los Guerrilleros de Cristo Rey truncó aquella experiencia de La Vaquería, no tanto así de La Banda de Moebius. Emilio Sola, interesado en especializarse en el mundo de Miguel de Cervantes, se trasladó a Argelia para dar clases en la Universidad de Orán. Publicó otro libro de poesía en 1979, Más al sur de este sur del mar, y seguiría así una trayectoria de escritor de libros de poesía, narrativa e Historia no exenta de experimentación, con veinticinco libros hasta la fecha, a los que hay que sumar apariciones en libros con otros autores, artículos, ensayos y otras publicaciones en forma de libro digital en El Archivo de la Frontera, que él creó e impulsó desde los primeros años 2000, reediciones y hasta un libro de obras completas editado este año 2018. Cosmopolita e inquieto por el conocimiento cervantista, viajó por todo el Mediterráneo y más allá. En 1984 regresó a España y se asentó en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, donde vive y donde ejerció de catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Alcalá de Henares desde ese año hasta 2017, que se jubiló. Es uno de los cervantistas más doctos en la materia y más prestigioso. Ha intervenido en la vida cultural de la ciudad a través de la Universidad y sus actos principalmente. Fuente de inspiración para una gran cantidad de alumnos, que le siguen y admiran su fuente de vida libre. Es conocido en algunos ámbitos contraculturales de la ciudad, especialmente de cuando llegó. Presentamos a Emilio Sola hoy en Las notas de los cíclopes libreros precisamente con su tercer libro, que escribió en esa fecha clave de 1984, la novela Los hijos del agobio.

Los hijos del agobio fue Premio Café Gijón 1984. Este afamado café madrileño donde se reunían numerosos literatos de la Historia española desde 1888 dio paso a su publicación a través de la editorial Polar Ediciones. Contaba con una portada de Cesepe (Carlos Sánchez Pérez, 1952-2018), uno de los ilustradores más emblemáticos de La Movida, que para 1984 estaba en su última fase. El libro era el primero de una colección de narrativa que se pretendió hacer, al cargo de José Antonio Ugalde, hoy día periodista que suele aparecer en varios artículos del diario El País. Era un libro editado sencillamente en tapa blanda y hojas no cosidas, sino pegadas. La contraportada del libro optaba por no contar el argumento ni tampoco la vida del autor. Al modo divertido de La Movida, muy brevemente sólo comentaba el contexto creativo de la novela, donde probablemente Sola se acordaba del resto de amistades suyas que estaban creando en ese momento en un sentido análogo al suyo. Construía un mundo alternativo, una ucronía, explicando que tras la Gran Guerra y la muerte de Juan Bravo, presidente de la Confederación Centro-Sur, surgió sobre los restos de esa confederación lo que llamaron "el paraíso de las islas" (que por cierto será el nombre de otro de sus libros). Los "amanuenses", así llamados por ellos mismos un grupo de gente que no se nos indica cuál es, redactan historias desde ese paraíso y que este libro es sólo una de ellas. Tal explicación nos da al menos dos claves: un ambiente libertario de gente creadora y una conexión de este libro y su autor con otras obras y otros autores. Nos cuenta en realidad, de fondo, un mundo roto (metafórica o imaginativamente), la confederación, el cual era un mundo de relativas libertades (Juan Bravo, confederación) que ha sufrido una guerra y que de él nace otro mundo surgido por asociación de las personas, libremente y donde algunas personas escriben sobre un pasado de paraíso en aquel mundo perdido. ¿Hay aquí resonancias de la guerra civil y de lo que pudo ser y no fue de la República por la dictadura, enlazándolo con las nuevas generaciones que en la Transición se ponen a escribir? ¿Hay en realidad una voz de disconformidad y anhelo, en las nuevas generaciones de La Transición más libertarias, de las oportunidades de libertad perdidas según se consolidó a mediados de los años 1980 la nueva Monarquía Parlamentaria, más conservadora de lo esperado aunque más libre que la anterior dictadura? ¿O en realidad hay ausencia de la política real y lo que aparece es un mundo imaginativo de la asociación de unos creadores que se conocen desde tiempos pasados? El pasaje de la contraportada es tan fabulosamente imaginativo y estimulante para imaginarle posibilidades como críptico sobre su realidad. Es generoso a la hora de abrir caminos y a la vez es paradójicamente parco en datos para encontrar su camino más ajustado al autor.

En la página 64 se presenta el narrador como amanuense, siguiendo la nota de la contraportada, y nos habla de su pasado como motero, tal como el resto de personajes que nos ha contado hasta ese momento. Se introduce así un recurso que ya usó Cervantes en El Quijote, el narrador como un personaje más de la historia aunque a titulo de narrador nada más. Lo interesante de este hecho es que al reconocerse como amanuense en ese momento y al hablarnos de que fue motero, se dibuja a sí mismo en una época muy concreta, la que envuelve al relato. Se trata de una ciudad de España en plenos años 1980, los años de La Movida, y presumiblemente se trata de Madrid, la ciudad donde se gestó todo aquel ambiente social y cultural. Un ambiente que conocía bien Sola. No es casual que la portada fuese de Cesepe. Así pues, de las preguntas antes formuladas estamos más cerca de la segunda pregunta como respuesta que del resto.

Los hijos del agobio, como personajes que dan título al libro, son moteros jóvenes con nombres que son en su mayoría sobrenombres, motes adecuados a la contracultura juvenil de la segunda mitad del siglo XX, especialmente en aquellos años 1980, Tutankamon, Kaka, Pablito el Zurdo, Colocado, Mefistófeles, Mata Maxa, la Maco, Yoniyón, Tetas, Chapa, Silvi, Bocanegra, El Biela, Niñato, etcétera. A pesar de que el narrador se ha reconocido como parte de ese mundo, se mantiene al margen de la historia de estas personas y se limita a narrarnos sus hechos. La frase que inicia la novela no puede tener más tintes de lo que fue el futurismo de comienzos del siglo XX: "Llegó una delegación de los hijos del agobio en moto, tres máquinas poderosas en total, de cinco personas". La adoración por el mundo moderno y futuro que representa la máquina, sus tintes de ruido y de fuerza, hacen una aproximación a ese futurismo que, en el último cuarto del siglo XX, era próximo a la realidad. Las motos asumen en esa frase más fuerza que las personas que las montan al ser diferenciadas entre comas. Las motos expresan un individualismo y una libertad unidas a la sensación de juventud que será lo que guíe la novela. Aparecerán otros elementos de juventud y rebeldía propios de la contracultura entendida al modo de La Movida de Madrid en la década de 1980: cómics, chapas, el valor en alza del grupo de amigos por encima de los códigos sociales establecidos, una cierta sensualidad, algo de violencia en algún caso casi sado, referencias a situaciones que nos recuerdan a algunas películas de cine pero totalmente deslindadas de ellas, etcétera. Lo que podríamos decir: una nutrida cultura popular de ese periodo de tiempo de la vida española que aprendía democracia a la vez que se ponía al día de golpe de las libertades occidentales, desbordándolas y dándole unos bríos que en otros ambientes europeos y americanos habían ocurrido de diez a veinte años antes, entre 1960 y 1970. Cuando en España llegó estaba la contracultura e irreverencia punk, y eso estaba vivo en La Movida, en su dosis correspondiente.

La novela usa un lenguaje con numeroso argot de La Movida, lo que le dota de los aires juveniles del momento y deja al libro como testimonio de una época breve pero regeneradora de la sociedad de su época. Expresiones y palabras que si bien algunas siguen en uso, quizá ligeramente cambiadas de sentido, una gran mayoría ya se pueden considerar antiquismos del argot. Antiquismos que nos muestran la gran riqueza inventiva de aquel momento donde todo cambiaba y todo se quería cambiar. Pongamos por ejemplo de argot aún en uso: "(...) y resultó ser un chaval muy legal, músico (...)" (página 86), usando la palabra "legal" para decir: "de confianza, buena persona", y como ejemplo de argot en desuso: "(...) Vosotros, nueva basca florecida, viajad hacia el sur y hacia el este (...)" (página 108), usando la palabra "basca" para referirse a un grupo de gente afín que sabe o bien divertirse o hacer las cosas o pensar de un mismo modo o similar o bien que se unen por alguna cuestión concreta o se pueden definir en conjunto por algo, lo que en más argot sería un grupo de gente afín que sabe enrollarse. Tiene también claras referencias a los sucesos históricos de la época más allá del lenguaje y en este caso de manera indirecta, sin ahondar en esos datos históricos estos se nos muestran por ejemplo en los motes, como el del mecánico jerezano Pepe el de la Colza, referencia al síndrome tóxico de la estafa alimenticia con aceite adulterado en el consumo humano en 1981. Queda sugerido, pero no explicado, lo que en una hipotética reedición futura quizá requiera de notas a pie de página del editor futuro.

La novela es una novela muy ágil, de fácil lectura, un lenguaje, como se ha dicho, juvenil, pero no adolescente, que refleja un ambiente de rebeldía y libertad en un mundo que requiere de trabajos adultos y otras realidades fuera de las carreteras, las motos y las calles de las ciudades. Es una novela coral, con unos determinados protagonistas, donde desfilan numerosos personajes tal como ocurría en las muy serias novelas de realismo social de Camilo José Cela o de Jesús López Pacheco entre los años de las décadas 1950 y 1960, sólo que esta otra es una novela más desenfadada y que lo que pretende captar es una realidad social de libertad y viajes que chocan con esa otra realidad del mundo de bares de carretera, barrios sucios, atascos, necesidades de arreglos mecánicos, incluso de comandos terroristas (en plena efervescencia en los años 1980). Es una novela urbana con una realidad cambiada en plenos años 1980. Si pudiéramos trazar un arco de la España de Cela a la de López Pacheco y de la de este a la de Sola, tendríamos el cambio social, generacional y político, hasta cultural, de la más profunda España de Franco a la España explosivamente democrática y permisiva.

La gran diferencia entre los autores citados estriba en el ambiente asfixiante de cafetería y bloque de apartamentos de Cela, contrastado con un ambiente más vigilante pero con más huecos para el espacio personal de la vida de todo un pueblo de Pacheco, y ahora mismo con una ruptura total de los espacios, siendo la novela de Sola una novela de libertad plena y donde los personajes se mueven por donde les apetece con su moto, sea urbe o campo abierto siempre que haya una carretera. Lo que trasciende de Sola es, perdón por la reiteración: la libertad personal.

El grupo llamado hijos del agobio recorren las carreteras no exentos de música, alcohol y droga (porros) cuando matan por accidente a un policía en un barranco. A partir de ese momento se desperdigan buscando cada uno su historia y modo de pervivencia. Encuentran algunos trabajos esporádicos acordes a su modo de vida (música y motos) y se relacionan con una serie de personas variopintas. Entre medias se desarrollan historias propias de las bandas de amigos de vidas que se podrían asociar a la nocturnidad por lo propio de la aceleración de experiencias nacidas de esa experiencia de la libertad que viven sumergidos en La Movida. Sexo, sentimientos que no se pueden declarar abiertamente pero sí expresar físicamente, el rock, el jazz, la velocidad, la droga, el desafío a lo constituido. Sus andanzas de huida hacia delante les llevará al mar hacia el final del libro, justa imagen simbólica de ellos mismos.

Como novela refleja también un ambiente generacional y la evolución de estos grupos donde alguien suele ser una especie de cabecilla a los que los demás suelen prestar más atención. Se trata igualmente de una historia de carretera. Un viaje sin rumbo fijo y huida segura. No es de extrañar que los iniciados, huidos de la policía, vean surgir nuevos iniciados.


Emilio Sola salió de las publicaciones de poesía para adentrarse en la narrativa con este libro, tal como hemos dicho, el año que llegó a Alcalá de Henares para quedarse. Tiene detrás de sí con seguridad todo un conocimiento y experiencia del mundo de La Movida, un movimiento cultural del que él llegó a formar parte en cierto modo. Era parte de esa juventud regeneradora de la sociedad, y en este libro se desprende mucho de un cierto modo de entender aquel ambiente.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 6 de octubre de 2018

Esta sombra que sangra

Título: Esta sombra que sangra.
Autor: José Pejó Vernis. 
Editorial: El Full.
Año de publicación: 2013 (1ª edición).
Colección: Poesía Ateneo.
Nº de volumen en la colección: 3.
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-938876-8-1

Ya habíamos presentado con Geonometrías a José Pejó Vernis en Las notas de los cíclopes libreros, hoy hablaremos del libro que le hizo ganar el XLVIII Certamen Nacional Literario Ateneo Cultural y Mercantil de Onda, Esta sombra que sangra, en 2013. Es uno de sus más de cuarenta premios literarios, la gran mayoría de carácter municipal, como es este caso, el cual es un premio de la localidad de Onda, que se encuentra en la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana, por lo que la edición corrió a cargo del ateneo cultural de ese ayuntamiento.

Antes de comenzar a comentar el libro, cabe citar otras obras del autor, como aquella Geonometrías, también de 2013, que ya fue reseñada. Hoy cabe nombrar Algo cotidiano (publicado por el ayuntamiento de Navia, en Asturias), El rojo de mis ojos (2010), Desnorditats (2011), L'Ombra fugida (2012) o Un pañuelo bordado y un cuento de luz (2013), entre su basta obra.  Además aparece en varias antologías poéticas, dado sobre todo a que sus citados más de cuarenta premios literarios se reparten por toda España. Entre esos premios aparece el Premio de Poesía José Chacón, de Alcalá de Henares, en 2012, lo que le ata un poco más a esta ciudad, aparte de las relaciones que ya contamos en la anterior ocasión de él, muy dado a aparecer en los recitales complutenses, ya de oyente, ya de recitador. Otros premios suyos aparecen en Barcelona, Madrid, Vigo, Burgos, Cerdanyola del Vallès, Sant Vicenç dels Horts, Esplugues de Llobregat, Tortosa, Lliça de Vall, Taradell, Villafranca de los Caballeros, Cortegana, Villanueva del Pardillo, El Vendrell, etcétera.

La edición era una edición sencilla de cubierta de tapa blanda, con un verde mate que tenía como brochazos de pintura y el escudo del Ateneo de Onda. Estaba en un tamaño de bolsillo de cuarto de hoja, lo que vendría a ser la denominación DIN-A5, con hojas pegadas, no cosidas. En el interior se mostraba una fotografía en primerísimo plano del autor, que sale aparentemente más joven de lo que es, junto a su foto se lee su biografía brevemente y su extensa lista de premios obtenidos hasta la fecha de edición de esa obra. Sólo la lista ocupa cuatro páginas.

En Esta sombra que sangra predominan los sonetos. El libro contiene cuatro partes: "Esta sombra que sangra", "Amor en movimiento", "La mujer que yo digo" y "El señor de la tierra". Este poemario tiene un sentido más íntimo que aquel de Geonomotrías. Su temática lleva un rumbo amoroso que se expresa en actos de la vida cotidiana convertidos en metáforas y símbolos, los cuales apuntan hacia el sentimiento interior del alma del autor. Una de las cualidades de José Pejó es la versatilidad que tiene para dotar a cada una de sus obras de un estilo propio y diferente, sin abandonar la propia voz que el autor ha adquirido a lo largo de los años. No obstante, su bagaje es amplio y su reconocimiento aparece de manera tardía. Si uno ve el año de su nacimiento, 1952, y el año de la primera vez que le premiaron de manera destacada, 2009, nos damos cuenta que es un autor dado a la luz cuando contaba con 57 años de edad. Cuando escribe esta obra en 2013 cuenta con 61 años. Es por tanto también un autor no sólo tardío, sino también maduro por las experiencias en la vida. Sin embargo, entre 2010 y 2014 dará muchos de sus mejores logros traducidos en reconocimientos premiados, es una etapa altamente fructífera para él. Cada una de esas obras tiene su propia expresión, dentro de la voz de él.

La aliteración es una constante leyendo este libro, que parece indicarnos que se ha de leer en susurro, por su continuo siseo. En susurro como las confesiones de los amantes cuando presos de alcanzar la presa de su amor, o de alcanzar ambos el estado que requiere de la intimidad que no necesita de alterar la atención de los demás. La "s" no se nos caerá de la lectura y nos involucrará en una confesión amorosa y cortesana que, de leerla escrita en primera persona, nos hará a nosotros mismos poetas a la conquista de la persona amada.

Adoro la belleza de tus piernas
tanto que desde donde yo me encuentro
trato de hacerlas centro
de miradas explícitas eternas;

esas miradas tiernas
que van conmigo dentro,
y donde llegan ellas, llego y entro
-sin más rutas apócrifas alternas-

de visita -en el lance de mi vista-
hasta tus entrepiernas,
donde pierdo la pista

cuando se hacen las deudas más internas,
ese fuego que siempre me despista,
y que tú ante mis ojos bien gobiernas.

(Poema: Adoro la belleza de tus piernas).



Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".