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miércoles, 2 de enero de 2019

Ars moriendi

Título: Ars moriendi
Autora: Almudena Anés. 
Editorial: Diversidad Literaria.
Año de publicación: 2018 (1ª edición; prólogo de Pablo Nacach.)
Género: Poesía en prosa, relatos de ficción, cuentos adultos.
ISBN: 978-84-948677-4-3

Almudena Anés (1998) nació en Madrid, como tantos otras gentes de Alcalá de Henares. Comenzó a escribir con 8 años de edad. Participó en diversos certámenes literarios, como suele ser usual en la gente que escribe desde pronto, hasta el punto que ha publicado por esos certámenes con Plaza de Poe, con Matadero de Madrid (donde fue finalista) y con Editorial Funambulista, donde publicó la antología de relatos Cuentos sonoros. También ha publicado artículos en La Hoja de Malasaña, la revista Ágora y La Necropia. Así pues, como se puede ver, esta joven alcalaína está muy ligada literariamente a Madrid. También se ha autopublicado dentro de un proyecto de autoedición, fue en diciembre de 2017 y la obra se llamó Primeras luces. No obstante, ha estudiado Letras y Humanidades y actualmente continúa sus estudios en Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, habiendo recibido a lo largo de su formación menciones honoríficas y prestigiosas becas.

Así ha llegado a 2018 y la editorial Diversidad Literaria la publicó el libro titulado en latín Ars moriendi (en castellano: El arte de la muerte o El arte sobre la muerte). Un libro al que ella misma le ha dotado de cariño y toque personal. Su prologuista fue, a petición de ella, Pablo Nacach. El libro fue editado en rústica con solapas, y una cubierta en color mate con lo que es el fragmento de la pintura sombría de un anochecer con cipreses y unas ruinas antiguas que acogen la llegada en barca de una persona totalmente vestida de blanco, tal vez a modo de mortaja. Recuerda a la travesía en barca de los muertos, llevados por el barquero Caronte que atraviesa el lago Estigia que ha de llevar al Hades en la mitología religiosa grecolatina clásica.  Algo de todo esto contiene el interior del libro.

Se trata de un libro de poesía en prosa que bien se puede entender también como una colección de relatos de ficción con una voz narradora en primera persona como elemento vehículo junto a una temática apegada a la muerte. A la muerte para comprender la vida. En este sentido se hace referencia a numerosos autores literarios que trataron el tema como Sylvia Plath, Manuel Machado, Frida Kahlo o Joan Margarit. Estos a la vez son unidos a pintores como Friedrich, Maruja Mallo, Munch, Hopper, Courbet, Remedios Varo, Picasso, Goya, Van Gogh, Millet y otros tantos innumerables. Claro que también pudiera pensarse que es un libro de ensayo y pensamientos interiores de la autora a raíz de cada obra que contempla. Esto, como todo, tiene la vertiente intencional de la autora, pero también la vertiente receptora de quien la lee. Siempre hay diversos planos en toda lectura.

Diversos cuadros muy conocidos de la Historia del Arte dan pie y excusa para que Almudena Anés dé rienda suelta a su prosa, a su prosa poética y reflexiva, introspectiva. Todo un ejercicio desde el sentimiento romanticista y poético para comprender diversos aspectos de la muerte. Sea así que la autora se mete en el pellejo de quien besó a alguien en Guernica, donde habitan los muertos de la guerra. O ante los campesinos de Millet rezando el Ángelus, Anés comienza con esa comparativa donde asemeja nacer como un fruto de la tierra para un día volver a estar bajo ella.

Explora a fondo sus reflexiones y todo un mundo interior. Se le nota la mirada de la juventud respecto a la muerte. Contempla aún la muerte como un algo romántico, a lo que las imágenes costumbristas y sobre todo las de la Naturaleza le dan cuerpo, símil y metáfora perfectas para acercarse al hecho del deceso en este mundo tanto desde el interior sentimental y emocional de la persona como tanto también desde una visión casi como de suceso lógico dentro de la vida a modo de cuento, de mito, como si vida y muerte se hicieran mito. Queda lejos de la visión profundamente realista y desesperada de los libros póstumos de, por ejemplo, Leopoldo María Panero, a sabiendas él de que se moría ya mismo y de manera irremediable cuando escribía sus últimos poemas.

Quizá quepa señalar que el libro está publicado a los 20 años de la autora, siendo su primer libro, y que se filtra por ello quizá una cierta prisa por publicar en algunos de los textos. Es un libro muy pasional, algunos de los poemas en prosa se asemejan a cuentos, siempre en primerísima persona, desde una voz de pensamiento protagonista, pocas veces desde fuera de esa perspectiva. Un lector con un algo más de edad y experiencias acumuladas puede no coincidir con la visión de algunas de las obras de arte con la historia que ella le crea, que no son a menudo historias creadas para esa obra, pues son relatos más generales, pero que sin duda giran en torno a la imagen elegida por Almudena para ilustrar sus palabras. Del mismo modo, no sé si consciente de ello o no, algunas de las historias poema en prosa que crea no cuadran muy bien con el origen o la realidad de la obra expuesta; sirva de ejemplo un grabado de Goya de la serie de la tauromaquia donde se ve a un recortador saltando un toro con ayuda de una vara y Almudena transmuta la vara en lanza y a la técnica del recorte, donde no muere ni se hiere al toro, en un evento de lanzazos y muerte al toro; otro caso sería la valoración sobre Robert Capa como fotógrafo que deja morir al miliciano mientras fotografía impasible, cuando en la vida real Robert Capa estaba dentro de un agujero y levantó la mano con la cámara en mitad del tiroteo, la toma de aquella imagen tan famosa fue casual y no intencionada al modo como se describe en el texto que se le otorgó; o bien el cuadro del baño turco femenino pintado por Ingres confundido con un harén de mujeres forzadas a prostituirse en lugar de ser de esposas, cuando el baño turco era un baño público femenino; así ocurre con otros textos, incluida una abundancia de textos donde los hombres por ser hombres adquieren un papel malvado y perverso contra la mujer, siempre presentada como víctima y como heroína, no exento a veces de referencias que pueden resultar lésbicas. En todo caso no hay que perder de vista nunca que es un punto de vista de la autora, que son creaciones literarias, sugerencias de historias que nos crea, que no tienen porqué coincidir ni con la realidad ni con lo que a cada uno le sugiera esas obras de arte, que en buena parte se habla en términos atemporales aunque sea a través de un instante concreto recogido en esa obra de arte, y que además, si inquieta la lectura es porque Almudena Anés, con su pasión al escribir los que tal vez son varios de los textos previos a su veintena de años, por tanto adolescentes con todo el fuego de esa edad, cumple su función como artista y creadora de no ser complaciente para agitar las conciencias y los corazones.

Si te gusta el Arte y la literatura introspectiva, este libro sin duda es tu libro, aunque hay que leerlo con tiempo y pausa, para no saturar unos poemas en prosa con otros. La exploración emocional que realiza la autora ahonda en varias cuestiones de la muerte y la vida afectada por la muerte con un lenguaje cuidado y delicado. Sin dureza el libro es un texto bello que igual puede completar una biblioteca de literatura, como una biblioteca de interpretaciones personales sobre el Arte, al menos desde lo que le sugieren a la autora numerosas obras. Su estilo, relatos y reflexiones hacen de esta obra una muestra de lo mucho que tiene la autora de prometedor en próximas creaciones, al demostrar, además, que tiene un espíritu inquieto deseoso de contar y compartir emociones.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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