Título: Versos del revés.
Autores: Enrique Cordero Seva (poemas), Malagón (ilustraciones).
Editorial: Inventa Editores.
Año de publicación: 2016 (1ª edición; prólogo de Antonio García Teijeiro).
ISBN: 978-84-945338-7-7
Trinidad/1:
Enrique Cordero Seva
Cuando cayeron en mis manos los libros de Enrique
(tiene publicados una cantidad respetable) yo estaba metida hasta la axila en
un proyecto de animación a la lectura para la biblioteca del colegio donde iba
mi hijo. A los niños les gusta la poesía. Mucho. Tanto, que cuando les
intentamos endiñar textos poco trabajados porque, total, son niños y no se
enteran, resultan más exigentes que los adultos. Los niños valoran tanto su
tiempo –sin hablar de ello ni quejarse– que prefieren meterse en sus
pensamientos antes que recibir ideas poco interesantes. Pero eso no pasó con
los textos de Enrique, están bien hechos, son divertidos; golosinas escritas.
Son un filón que he aprovechado bastante pero no lo suficiente.
A Enrique le gusta jugar con las palabras. Por su puesto de bibliotecario, por los cursos que ha dado, por vicio o el motivo que sea… se divierte haciendo malabares con sonidos y significados. En uno de sus libros anteriores, La mar chalada (Ed. Edelvives, 2013, bellísimamente ilustrado por Ester García) usa y exhibe muchos trucos de lenguaje y literatura: neologismos tronchantes, sinónimos, parónimos, repeticiones de sonidos… un poema se llama “Calambures en su tinta” y calambures es lo que la tinta del poema imprime.
Siguiente parada: Versos del revés. Se llama así porque los títulos de los poemas son palíndromos, o sea que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Como idea está bien, pero es arriesgada porque después del título tienes que hacer cuadrar el resto con gracia. ¡Venga, valiente! ¿Cómo consigues “Añora la roña” y sigues de forma que funcione? Con paciencia, oficio e intención, supongo. Leo el poema y noto que ha subido la apuesta, hay también una aliteración de la "ñ". Todo fácil.
La imposición de los títulos locos ha añadido improvisación y surrealismo, pero en general no le ha quitado frescura, más bien lo contrario. Es un poemario sorprendente que sigue, eso sí, la línea de escritura para niños, especialmente si los recitan o leen en voz alta porque saborean los versos de “Señor goloso logroñés” al tiempo que imaginan la casa hecha de dulces y perfecta rima con sentido del humor.
En “Ay, albahaca, habla ya” le hace un homenaje a F. G. Lorca, en “Saco eco de doce ocas” consigue un eco real al final de los versos… Cada página una sorpresa o un acertijo.
Malagón es humorista gráfico e ilustrador. Tiene una larga experiencia reformulando en imágenes libros infantiles. También le han dicho que hace “poesía visual”, y digo que le han dicho porque le gusta, o le sale, no darse importancia.
Me llamó mucho la atención que usó una vertiente
más conceptual para ilustrar los poemas de Enrique, y a mi entender es un acierto.
Muchas de las cosas del libro son, como decía antes, un “más difícil todavía”.
Voy a poner una imagen de “Los seres sol” que no es la más representativa, pero el poema me recuerda a la forma de ser de Malagón, una persona que te alegra en tres minutos un día malo
También él es un autor alcalaíno. Cuenta en su haber dos antologías propias, participación en varios libros y catálogos, ha sido publicado en numerosas revistas y varios periódicos, también es muy activo en Internet, e incluso ha publicado ilustraciones en algunos cupones de la lotería de la asociación ONCE, eso por no contar cartelería, exposiciones y diversos premios que ha ganado. No obstante, el propio cartel de las ferias y fiestas de Alcalá de agosto de 2018 es netamente suyo.
Su colaboración con Enrique Cordero en este libro es una unión perfecta de dos creadores que han sabido juntar poesía escrita y poesía visual. Malagón enriquece los ya de por sí ricos poemas de Enrique. El libro se entiende en el conjunto de la obra de ambos, sentándole especialmente bien.
Trinidad/3:
Inventa Editores
Ya presentamos a la editorial Inventa Editores cuando hablamos del poemario Mi vida en Camposanto, de Carlos Mazarío. Esta editorial del Valle del Henares, con epicentro en Alcalá de Henares, se presentó en 2016 en la misma Alcalá, en el desaparecido bar El Laboratorio, auténtico espacio donde confluyeron una gran cantidad de creadores alcalaínos y próximos a Alcalá. Por entones, como dijimos, se presentó con el libro 2084. También de ese año 2016 fue su publicación del citado Mi vida en Camposanto. Y también de ese 2016 fue la publicación de este Versos del revés, siendo así que fue un año inicial altamente activo y lleno de proyectos. Empezaron su camino con una fuerte apuesta al editar varios libros a la vez.
Versos del revés se presentó en la Casa de la Juventud. La edición no era de bolsillo, sino que era una edición rústica, o sea de tapa blanda, sin solapas. Su tamaño era suficientemente grande en rectángulo ligeramente apaisado para evitar ser una edición de bolsillo, pero no lo suficiente para ser considerado un libro de gran volumen. Se le acompañó de un marcapáginas que recogía en su longitud el tema central de la portada, un mono leyendo un libro colgado del revés de una rama de árbol, siendo su cola unapluma de escribir. Poesía visual desde el primer momento de la presentación en la estantería de una librería. Es un libro aún disponible de unas cincuenta y ocho páginas obviamente pensado para la estantería y su lectura reposada y saboreada en una sala, más que para que sea sacado en algún viaje o paseo.
Un libro que en principio podría creerse que es plenamente para un público infantil, tal como indica en el prólogo el prestigioso poeta de poesía infantil Antonio García Teijeiro, pero que leído buscándole algunas profundidades nos descubre una poesía no tan fácil, sino para un público también adulto, máxime si se atiende a sus ilustraciones, auténticas composiciones de Arte moderno conceptual, aunque muy próximas al mundo del diseño, lo que es una cierta rareza en la obra de Malagón aunque guarde alguna relación con algunas viñetas para periódicos que ha creado.
Está claro que Inventa Editores apostó por un cuidado diseño y crear de sus libros una obra total, más allá de los textos, tal como ya vimos en Mi vida en Camposanto. Priman los colores básicos y los tonos pastel, las líneas claras y la ambigüedad y la ambivalencia de diseño e ilustraciones, haciendo así juego a los textos que igualmente juegan con la ambivalencia a través de complejos palíndromos.
Para el mundo de los niños suelen funcionar bien las literaturas de mensajes sencillos y directos, de las rimas fáciles con historias divertidas, a ser posible que resulten un juego para el intelecto o para la pronunciación, a menudo repetitiva. En el caso de Enrique Cordero se da un salto aportando un mensaje adulto, tratando así a los niños desde una visión adulta, pero destinada a ellos. Resulta un acierto.
Versos del revés se presentó en la Casa de la Juventud. La edición no era de bolsillo, sino que era una edición rústica, o sea de tapa blanda, sin solapas. Su tamaño era suficientemente grande en rectángulo ligeramente apaisado para evitar ser una edición de bolsillo, pero no lo suficiente para ser considerado un libro de gran volumen. Se le acompañó de un marcapáginas que recogía en su longitud el tema central de la portada, un mono leyendo un libro colgado del revés de una rama de árbol, siendo su cola unapluma de escribir. Poesía visual desde el primer momento de la presentación en la estantería de una librería. Es un libro aún disponible de unas cincuenta y ocho páginas obviamente pensado para la estantería y su lectura reposada y saboreada en una sala, más que para que sea sacado en algún viaje o paseo.
Un libro que en principio podría creerse que es plenamente para un público infantil, tal como indica en el prólogo el prestigioso poeta de poesía infantil Antonio García Teijeiro, pero que leído buscándole algunas profundidades nos descubre una poesía no tan fácil, sino para un público también adulto, máxime si se atiende a sus ilustraciones, auténticas composiciones de Arte moderno conceptual, aunque muy próximas al mundo del diseño, lo que es una cierta rareza en la obra de Malagón aunque guarde alguna relación con algunas viñetas para periódicos que ha creado.
Está claro que Inventa Editores apostó por un cuidado diseño y crear de sus libros una obra total, más allá de los textos, tal como ya vimos en Mi vida en Camposanto. Priman los colores básicos y los tonos pastel, las líneas claras y la ambigüedad y la ambivalencia de diseño e ilustraciones, haciendo así juego a los textos que igualmente juegan con la ambivalencia a través de complejos palíndromos.
Para el mundo de los niños suelen funcionar bien las literaturas de mensajes sencillos y directos, de las rimas fáciles con historias divertidas, a ser posible que resulten un juego para el intelecto o para la pronunciación, a menudo repetitiva. En el caso de Enrique Cordero se da un salto aportando un mensaje adulto, tratando así a los niños desde una visión adulta, pero destinada a ellos. Resulta un acierto.
Reseña escrita por Zia Mei y Daniel L.-Serrano "Canichu".