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martes, 14 de mayo de 2019

Oración del género eucarístico

Título: Oración del género eucarístico
Autora: Isidra de Guzmán.
Editor-Impresor: Joaquín Ibarra (1ª edición); Antonio de Sancha (2ª edición). 
Año de publicación: 1785 (1ª edición); 1786 (2ª edición).
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Título: Oración del género eucarístico que hizo a la Real Sociedad (1786)
Autora: Isidra de Guzmán.
Editorial: Kessinger Publishing Company.
Año de publicación:  2009 (1ª edición); 2010 (2ª edición).
Género: Ensayo, Discursos, Ensayo laudable.
ISBN 10: 1166897451
ISBN 13:  978-1166897451
 
En el haber de los hitos alcalaínos se encuentra uno de los hitos de la Historia que concierne al papel y los avances de la mujer, se trata de contar con la primera mujer que logró el doctorado universitario, María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda (1767-1803), más conocida como Isidra de Guzmán o por su apelativo posterior: la doctora de Alcalá. Nació en Madrid y murió en Córdoba, con 35 años de edad (no llegó a cumplir los 36 en 1803). Era nieta de otra intelectual de peso, la Condesa de Paredes, que en 1654 había publicado en Madrid la obra Año Cristiano, en seis volúmenes. Su padre era doblemente marqués y también conde, tenía el Toisón de Oro y ejercía de mayordomo de Carlos III, y su madre era condesa y duquesa. Con este linaje de alta nobleza toda la familia, ella incluida, estaba muy bien situada en las altas esferas de gobierno junto a la Realeza. Pertenecían a la alta clase social que había desarrollado el gusto por la Ilustración y la extensión del conocimiento, aunque dentro de unas ideas conservadoras y católicas. Encomendaron la enseñanza de su hija Isidra a Antonio Almarza. Este, junto a su abuela, hicieron nacer en ella un gusto grande por el conocimiento, lo que la animó a estudiar como para adentrarse en la Universidad. No era la primera mujer en entrar en los estudios universitarios, pero hasta ese momento habían sido sumamente pocas, casi testimoniales y anecdóticas, aunque hubo casos sonados que no llegaron a estar matriculadas pero tuvieron grandes conocimientos, como Francisca de Nebrija, hija de Antonio de Nebrija, en el siglo XVI, también ligada a la Universidad de Alcalá de Henares, que por entonces aún mantenía su nombre original de Universidad Complutense, que perdió en el siglo XIX cuando fue trasladada a Madrid capital. Aquellas otras no habían llegado a completar sus estudios de forma formal. Isidra no sólo lo logró si no que inició un proceso para obtener de la Universidad, la Iglesia y el Rey Carlos III de Borbón la dispensa para que pudiera acceder a las pruebas que pudieran darle un doctorado. La iniciativa en realidad no partió de ella, ni de sus padres, que la apoyaron, si no de su tía Luisa Manrique de Lara, monja y escritora. Así fue obtuvo el permiso del Rey Carlos III y de su ministro principal en el Consejo de Castilla, el conde de Floridablanca, que para la época sería el equivalente a primer ministro o presidente de gobierno. Obtuvo el permiso, se presentó a la prueba y se transformó en la primera mujer doctorada de la Historia de España en 1785 en la Facultad de Artes y Letras; pasó a ser Doctora en lo que hoy día llamaríamos Filología, y entre otras cosas desarrollaría tareas filológicas y lexicográficas en aquel periodo donde las Academias Nacionales para la conservación y fijación de la Lengua estaban en un momento de inicio y de gran actividad. También fue nombrada catedrática en Filosofía conciliadora y examinadora. Un año antes, en 1784, había ingresado como miembro honoraria en la Real Academia Española (RAE), siendo así una de las pioneras en esta institución de la lengua. En aquel 1784 tenía 17 años de edad, aunque lo logró en los meses de ese año que aún contaba 16 años, cuando se doctoró en 1785 tenía 18 años. 

Isidra de Guzmán se casó con un Grande de España, Marqués y Conde en 1789, lo que hizo que se trasladara a Andalucía y que su obra ralentizara su producción. Tuvo una extensa familia y a la vez una salud más bien mala que la ponía convaleciente en numerosas ocasiones. El tiempo se le escapaba. Aún así, en 1794 fue parte de la Junta de Damas de Honor y Mérito y recibió la banda de la Orden de Damas Nobles de María Luisa. Recibió encargos y hasta medallas de plata en su honor, pero moriría joven, como ya he anotado, en 1803. 

Forzosamente la obra de Isidra de Guzmán no es muy extensa. Contribuyó a las labores léxicas, filológicas y lexicográficas de la RAE. A través de la Sociedad Económica Matritense y de Jovellanos tradujo en 1787 una obra de agricultura de Columela, que era autor de la Antigua Roma. También tradujo numerosas obras del griego y del latín clásicos, pero parece ser que usó versiones en francés, como se ha sabido entre varias décadas más tarde y estos dos últimos siglos. El estudio filológico actual de su obra parece indicar que Isidra de Guzmán tenía una gran y extensa cultura, pero no tenía demasiados conocimientos para la traducción de obras clásicas. En comparativas con otras mujeres intelectuales de su época que no llegaron a pasar por la Universidad, pero sí por los conventos, parece que Isidra presentaba lagunas de datos que poder usar, de ahí que recurriera a traducciones francesas y que aparentara realizar las traducciones de las lenguas clásicas. No obstante, estas valoraciones actuales ya estuvieron presentes en su propia época, el otro ilustrado de la época, Cabarrús, se había opuesto a que ella fuera la traductora, por ejemplo la de la citada obra de Columela. En buena parte se debía a que también se oponía a que entrara en la Sociedad Económica Matritense. En la polémica entre Jovellanos y Cabarrús intervino el también ilustrado Campomanes. Entró y también en eso fue pionera, y también de la Sociedad Vascongada de Amigos del País. Su género femenino ocasionó predisposición en contra, aunque también encontrara partidarios como parte de un mundo nuevo, aunque reservado a las mujeres de las altas esferas como ella. No olvidemos que su posición social privilegiada en el poder y lo económico le abriría muchas puertas y probablemente muchas mentes. Hoy día hay una parte de los críticos que se dividen precisamente entre los que reconocen y admiran la labor de Isidra y su alta intelectualidad, truncada por su breve vida y sus labores como esposa y madre de la alta nobleza, y los que analizan en profundidad con comparativas y, sin quitarle mérito como pionera, ponen en cuestión toda la brillantez que se le ha otorgado por el mero hecho de ser la primera doctora. Planteada la polémica, son tan finos los hilos que quepa su resolución a aquellas personas más expertas en filología y traducciones de las lenguas muertas en pleno siglo XVIII. No obstante, pese a los que presentan dudas razonadas, numerosos estudiosos reconocen en ella una mente brillante dotada para las lenguas 

No olvidemos nunca que esta mujer, con diecisiete títulos nobiliarios, tenía conocimientos de latín, griego, francés, italiano, español, retórica, mitología, geometría, geografía, teología, filosofía, lógica, ontosofía, teosofía, psicología (como se entendía en esa época), física, botánica, faunística, del funcionamiento del sistema del orbe (estudio similar a la astronomía), del funcionamiento del sistema armilar y ética. Aún con todo la pregunta inicial que le hicieron en su examen de doctorado fue que razonara, que si creía, que una mujer virtuosa podía dar clases universitarias sobre temas teológicos y legos. El proceso que había llevado a ese examen había sido largo. Atrajo a numerosos curiosos vecinos de la ciudad y a un gran número de estudiantes. Ella fue alojada en el Palacio Arzobispal antes de ir al Colegio Mayor de San Ildefonso, donde se doctoraría en el Paraninfo.

La obra propiamente de Isidra de Guzmán, la suya propia, no las traducciones o las contribuciones a la lengua, es más bien breve. Muy breve, apenas un par de discursos, casi literalmente. Y hoy día es paradójicamente muy difícil de encontrar. A pesar de que en Madrid tiene calle, como la tiene en otras ciudades españolas, o que hay un premio con su nombre y una institución, o que en Alcalá de Henares encontramos un instituto de segunda enseñanza con su nombre, o que últimamente con el auge de las políticas para la igualdad de género se hable de ella, lo cierto es que sus obras (contando sus traducciones) son difíciles de encontrar y en general no están reeditadas, al menos no en España. Sí que es cierto que la historiadora María Jesús Vázquez Madruga, con la colaboración del ayuntamiento de Alcalá de Henares, publicó en 1999 el libro Doña María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, "Doctora de Alcalá". Biografía. Hay un par más de biografías escritas actualmente fuera de Alcalá, aunque pocas. También es cierto que la Universidad de Alcalá trata de promover su nombre y que esta institución fuera la que concediera abrir las puertas al doctorado a las mujeres. Y es cierto que en 2017 la compañía de teatro Volver Producciones compuso y sacó adelante la obra de teatro Paso a dos -adagio para Isidra-, una especie de producción biográfica (lo que conocemos como biopic) pero con muchas licencias literarias y poéticas. Estaban detrás de esa obra de teatro Juana Pacheco y Gaston Horichnik, con apoyo del ayuntamiento alcalaíno y las salas de teatro de la ciudad. Pero fuera de eso, la obra de Isidra ni se reedita ni se recuerda, al menos en España.

En 2018 tenemos a la editorial Pranava Books, de La India, asentada en Nueva Delhi, reeditando en fac-simil la obra Carolo Tertio regi, catholico, semper, augusto pio. hoc litterarium specimen, quod pro obtinenda in philosophia, et humanioribus litteris doctorali laurea in maximo universitatis complutensis theatro est praestitura Excelentisima. Doña Maria Isidora Quintina de Guzman et la Cerda . ; Die V. mensis junii, anni MDCCLXXXV, que reeditaron en 2019. La misma editorial india, en 2019, reeditó Oración del genero eucarístico que hizo a la Real Sociedad de Amigos del País de esta Corte la excelentísima señora doña María Isidra Quintina Guzmán y la Cerda en el dia 25 de Febrero del año de 1786 en que fue incorporada en esta Real Sociedad, que probablemente se trata en realidad de Oración del género eucarístico que hizo a la Real Academia Española  la excelentísima señora doña María Isidra Quintina Guzmán y la Cerda, hija de los excelentísimos marqueses de Monte-Alegre, Condes de Oñate, y de Paredes, Duques de Náxera, etc., en el día 25 de Diciembre del año de 1784 en que fue incorporada por socia de esta Real Sociedad. 1785. Este libro se conoce simplemente como Oración del género eucarístico, o bien Oración del género eucarístico que hizo a la Real Sociedad (1786). Dicha obra, de apenas 16 páginas, fue reeditada fac-símil previamente por la editorial británica Kessinger Publishing Company en 2009 y reeditada por ellos mismos en 2010. Usaré estas dos obras para la reseña presente, a modo testimonial de que esta autora también estuvo vinculada a los autores alcalaínos, si bien su mayor peso estuvo en las traducciones de otros autores clásicos y del resto de Europa. 

Sus dos obras íntegramente suyas, sin ser traducciones ni aportaciones filológicas, ni discursos concernientes a su paso por la Universidad son: Oración del género eucarístico de ingreso en la Real Academia Española, pronunciado el 28 de diciembre de 1784 y publicado en La Gazeta de Madrid en junio de 1785; y Oración del género eucarístico de ingreso en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, pronunciado el 25 de febrero de 1786 en Madrid, publicados ambos por Antonio de Sancha en 1786. Si se accede por los enlaces que he colocado en los nombres se pueden leer ambas obras completas en Filosofía.org. Son breves textos.

El primero de los discursos, Oración del género eucarístico de ingreso en la Real Academia Española, había sido editado por primera vez en 1785 por Joaquín Ibarra, que era Impresor de Cámara del Rey y de la Real Academia Española. Luego vendría la segunda edición de 1786 del citado Antonio de Sancha, que también editaría Oración del género eucarístico de ingreso en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.

Las llamadas oraciones del género eucarístico es lo que hoy día llamamos discursos. Pertenecen a la oratoria y retórica, al ensayo en muchos casos y a la reflexión personal. En el caso del primer discurso de 1784, publicado en 1785, se trataba de un discurso laudatorio de agradecimiento por dejar que ella, una chica de 17 años (16 en realidad) pudiera tener acceso a la RAE. Cita a numerosas autoridades de la antigua Roma y se deshace en todo tipo de alabanzas a Carlos III, algunas un tanto desmedidas. No obstante obtendrá de él permiso para doctorarse unos meses más tarde, al siguiente año. La influencia familiar será decisiva, al margen de su predisposición para el estudio. Y quizá más importante serán las figuras femeninas de su familia, como su abuela o su tía, intelectuales ya de por sí ellas mismas. Sin embargo no hay ninguna palabra para ellas. Repasa antiguos romanos y aplaude a Carlos III y a la RAE a veces casi como si hubieran hecho una empresa titánica, y quizá para la época lo fuera, aunque Carlos III era un rey absoluto y su familia estaba muy bien posicionada en su Corte.

Siendo ya doctora, en 1786, el segundo discurso se permite deslizar algunas críticas a los sufrimientos de las guerras y los padecimientos de los pobres y más necesitados de un buen trabajo en el campo. Pero aplaude y anima al paternalismo de reyes anteriores y de los hombres nobles del presente. Aplaude a la intelectualidad del momento, siendo ejemplo de un clásico discurso elitista de lo que por entonces era el sistema político en funcionamiento: el despotismo ilustrado. Quizá estaba llevada por las buenas intenciones, como tantos otros ilustrados, pero su solución pasa por la figura del rey como figura que vela por el bien de sus súbditos. No hay ningún otro discurso, ni tampoco era fácil que se diera en una persona de su posición política por los lazos de sangre, más allá de su posición intelectual. Aplaude también a los Ministros, Consejos y otros órganos de gobierno. Es quizá un discurso que contesta a otros intelectuales de la época que comenzaron a abrazar las ideas de los pensadores franceses que en 1788, muy cerca temporalmente de sus palabras, darán toda la base ideológica para que comience la Revolución Francesa. Ciertamente a Isidra la avaló Floridablanca un año antes para que se pudiera doctorar. Este ministro e intelectual será un ilustrado, pero a la vez será uno de los que lleguen a afirmar que eran necesarios los pobres para que se cultivaran las tierras y que no hacía falta extender el conocimiento a todas las clases sociales, pues entonces se perderían trabajadores para los oficios más duros. La ilustración española, en términos generales y con casos excepcionales, estaba aún lejos de llegar al punto al que llegó la francesa, pese a estar cerca. Jovellanos, por ejemplo, otro personaje que en el mismo 1786 de este discurso la avalará, se quedó muy cerca y quien sabe si hubiera dado un paso más allá de haber vivido más años.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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