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sábado, 31 de agosto de 2019

Los ojos del silencio

Título: Los ojos del silencio
Autor: Trinidad Romero Blanco. 
Editorial: Huerga & Fierro Editores. 
Año de publicación: 2019 (1ª edición; introducción de Carmen de Silva).
Género: Poesía, Ilustración.  
ISBN: 978-84-949692-6-3

Trinidad Romero nació en Sevilla, pero su vida se ha desarrollado en Alcalá de Henares años más tarde. Su vida universitaria se desarrolló en la Universidad de Sevilla, con Bellas Artes, y en el Real Conservatorio de Sevilla aprendió Artes Escénicas. Obviamente su inquietud era artística y al llegar a Alcalá de Henares lo fue completando aprendiendo Restauración en la Escuela Taller de Alcalá de Henares y algo más de dibujo y pintura con Eduardo Peña y José Barranco, modelado y escultura con Miguel Ángel Sánchez, y grabado con Fructuoso Moreno. Es una mujer de una cierta edad ya con esta trayectoria especialmente volcada en las Artes plásticas. Ha realizado por ello doce exposiciones a lo largo de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valladolid, Nueva York, la propia Alcalá de Henares y otros lugares. Esto hace que haya recibido varias becas y premios por su obra pictórica, el más importante el Tertulia Ilustrada de Artes Plásticas en 2008. Precisamente es esta parte de su vida la más reconocida, llegando a escribir de su obra gente como Antonio Gala, Luis Alberto de Cuenca, Julia Sáez-Angulo y Manuel Alvar. Además está muy relacionada con la Asociación de Escultores y Pintores Españoles (AEPE), donde participa de algunos de sus actos. Más allá de su propia vida, su hija ha recibido este año 2019 el Premio María Isidra de Guzmán, concedido por el ayuntamiento de Alcalá de Henares, por el trabajo "Formación y profesionalización musical de las mujeres en el siglo XIX". Así pues, vemos que es una familia muy volcada en la creatividad y el estudio del Arte de manera formal y reglada.

En cuanto a su faceta literaria, que es la parte que nos concierne, Trinidad Romero escribe poesía. Está relacionada con gente de la Asociación de Escritores de Madrid o con poetisas que dinamizan los recitales alcalaínos de los últimos años, como Cristina Penalva. En la primavera de esta año 2019 publicó un poemario con la prestigiosa Huerga & Fierro Editores, Los ojos del silencio, que cuenta con una portada ilustrada por la propia autora y diversas ilustraciones interiores que acompañan los poemas. Son ilustraciones a acuarela o a lapicero, quizá alguna no con la calidad de imagen más deseable, en un estilo un tanto näif, trazos limpios, colores claros, todo muy formal, muy estrictamente formal y correcto, muy acorde a una visión del Arte sujeta a norma y método aprendidos y transmitidos. Son ilustraciones en su mayoría con motivaciones y mensajes religiosos católicos y navideños, acordes con la temática de la poesía de este libro, pues Trinidad Romero respira en su obra de un catolicismo militante y además tendente a ser extendido a través del Arte.

La portada, en un color crema casi blanco, contiene los rasgos principales de una cara femenina que nos pide silencio con una mano y su dedo sobre los labios.EL título enmarca la forma y recuerda en cierto modo los modelos modernistas de los años 1920. Era una edición rústica, con cubiertas solapadas y foto interior de perfil de la autora muy juvenil, aunque sin ocultar la evidencia de su edad (la juventud no tiene tanto que ver con la edad, parece transmitirnos). A modo de introducción dirige unas palabras previas Carmen de Silva, académica de de la Real Academia de Nobles Letras y Bellas Artes de Córdoba, y a continuación una introducción de la propia Trinidad Romero, que entre ilustraciones, cubierta, poesía y esta introducción totaliza todo el control de la obra. En las palabras introductoras de Trinidad se cita a Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, y se da la clave de que sus poemas han sido su manera de dirigirse al Todopoderoso, este es: Dios. Además, da la sensación con su lectura de que Trinidad está más atenta a su obra pictórica, la destaca más, como si deseara que el lector se fijara y valorara más de lo que cree que lo vaya a hacer.

Desde el primer poema reitera su intención de hacer apostolado con su obra:

Una vez me dijeron:
"Dios escoge a sus elegidos,
no a los más preparados".
Así es.
Yo aspiro a ser el Botones
de Tu bondad infinita
y hacerte los recados.

El resto de poemas siguen un rumbo que recuerda algunos de los pasajes poéticos de La Biblía, como por ejemplo los "Salmos". El lenguaje de la obra parece imbuido de un lenguaje de misa y rezo. Los poemas, en primera persona, son un diálogo directo con Dios a modo como de salmo, rezo y ensalzamiento, dependiendo de cada uno, y con alguna dosis de conocimiento teológico que se puede recibir en misas y encuentros sacerdotales.

Aquí me tienes desnuda de ropajes.
No traigo soberbia,
desdén, 
ni siquiera humildad.

No me acompaña la altiva juventud
ni el saber de sienes plateadas.

No soy halcón de altos vuelos.
Sí alondra que, solitaria, surca el cielo.

Palpito buscando Tu señal.
Mi fe,
te llama cobijada en Tu aureola.

Con este modo de lenguaje tiene resabios de la poesía religiosa de la Edad Media y la Edad Moderna, aunque puestos al día. De hecho, a lo largo de las páginas citará El cantar de los cantares y a San Juan de la Cruz varias veces. A pesar de que la autora dice en la introducción que ella escribe que Los ojos del silencio no es un libro estrictamente religioso, lo cierto es que sí lo es y mucho. Su lectura no se puede entender en toda su dimensión sin una clave religiosa católica.

Se trata de poemas de versos breves, en general. Contienen un lenguaje sencillo y directo y numerosas metáforas y símiles que a menudo se oyen en misas y en poemarios de los iluminados y ascetas del siglo XVI. En todo caso están presentados de un modo actual y amable, a menudo como vida espiritual íntima y cierto intento apostólico como ya se ha dicho. Quizá en algún poema habría que corregir alguna puntuación, especialmente comas, al menos que intentemos comprender la entonación y sentido original de la autora en el caso de que estén esos signos en el sitio preciso que ella quería.

Es mi fe
como una alta roca en el desierto,
que aspira a sembrar
en el erial de su existencia.

Envíame Señor,
un Céfiro con semillas del Cielo.

Las esparciré alrededor
con las raíces de mi fe,
creando un círculo con colores de Dios.

En la cima,
pondré un farol de siete puntas,
para caminantes dubitativos.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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