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domingo, 14 de junio de 2020

El efecto Tyndall

Título: El efecto Tyndall
Autor: Javier Rodríguez Álvarez. 
Editorial: Éride Ediciones.
Año de publicación: 2020 (1ª edición -febrero-; 2ª edición -junio-).
Género: Novela.
ISBN: 978-84-17659-63-9
 
Javier Rodríguez ya fue presentado por primera vez en estas notas con su primer libro sobre sus experiencias como librero, Pues si eso, luego vuelvo. Quepa añadir a su presentación biográfica y a su importancia cultural en Alcalá de Henares y como librero, que a comienzos de los años 1980 participó del grupo Teatro Independiente Alcalaíno (TIA), el cual sigue en activo y que en aquellas fechas representó cosas tan interesantes como la obra Lisístrata, escrita sobre el año 411 antes de Cristo por Aristófanes y que, pese a tener carácter humorístico erótico, llegó a ser representada dentro de la propiedad del obispado en Alcalá, en el Palacio Arzobispal. Quepa también añadir una abundante labor fotográfica entre el foto reporterismo, la afición y lo experimental en blanco y negro dentro de la Alcalá de Henares de mediada la década de 1970 a mediada la década de 1980. Por su cámara desfilaron amistades, familia, el negocio de prensa y librería de su familia e innumerables persona conocidas del centro de la ciudad de aquella época, como el dueño del Cine Paz o determinada mujer a la que los reclutas del servicio militar obligatorio les pedía tabaco cada día, o personas jóvenes como él muy activas en la vida cultural local, como por ejemplo los componentes del grupo que quiso llamarse Encuentro 83 para una exposición conjunta en la sala de exposiciones desaparecida de la caja de ahorros Caja Madrid, en la calle Libreros. Eran un grupo multidisciplinar de varias artes plásticas del cual él mismo formaba parte como fotógrafo junto a poetas, pintores y escultores tales como Luis de Blas (poeta fallecido recientemente poco antes del confinamiento por el estado de alarma ante la pandemia de la Covid-19, la prensa lo anunció el 13 de marzo), Roberto Castro, Carlos Chacón (pintor y escultor hijo del poeta José Chacón), Jesús G. Lominchar, Francisco Roldán y la pintora Trinidad Romero (la cual se animó a sacar un libro de poemas en 2019 del que ya hablamos, Los ojos del silencio).

El segundo libro publicado de Javier Rodríguez fue la novela El efecto Tyndall. Salió a la luz en febrero de este 2020. Éride Ediciones, cuyo editor, Ángel Jiménez, es amigo de Javier Rodríguez, fue la misma editorial que sacó su primer libro ya citado, Pues si eso, luego vuelvo. También usaba la imagen de una mujer sentada, esta vez desde el plano más abierto de los posibles, viéndose todo el cuerpo, igualmente de espaldas, pero esta vez a contraluz de una ventana al atardecer o al amanecer (a juzgar por la inclinación de la luz), y una habitación en penumbra donde se la ve a ella leer un libro. A todo esto se percibe perfectamente el llamado efecto Tyndall, un efecto óptico de los rayos de luz cuando se hacen ver como tales al mostrar partículas en suspenso flotando por donde ellos pasan o bien una claridad que difumina la escena que se supone hay allá donde entran esos rayos de luz. Esta portada sería producto de Alba Rodrigo.

Éride Ediciones es una editorial que normalmente trabaja como editorial que edita en coedición con los autores, esto es: la financiación y apuesta por los títulos de los libros que deciden editar es a medias entre la editorial y el autor. Sea como sea, según cuenta Javier Rodríguez en persona, el editor apostó por su libro tal cual estaba en su primer manuscrito, dado que había una editorial (ignoro si se trataba de Reino de Cordelia) que pedía cambios en el argumento que incluyera muertes dramáticas, cuestión que no estaba en la cabeza del autor. En todo caso, dice el propio autor, aún habría pendiente una revisión del libro que corrigiera algunas cuestiones de estilo, no del argumento, por lo que estaría pendiente aún otra nueva edición revisada. No sería difícil de alcanzar, ya que el libro está teniendo gran aceptación. Se vende fácil y rápidamente, especialmente desde que el 10 de mayo pasado la sección de "Sociedad" del periódico El País en su edición nacional publicara el artículo "Días raros, raros, raros", escrito por la periodista afincada en Alcalá de Henares Luz Sánchez-Mellado. En ese artículo la periodista narraba el primer día que salía a pasear después de iniciado el confinamiento en casa por la declaración del estado de alarma por la Covid-19 desde del 14 de marzo. En ese paseo tenía una cita pendiente, la cual era ir a la Librería de Javier a comprar precisamente este libro porque conoce al librero y quería tener su primera novela. Previamente, según cuenta Javier en persona y en redes sociales, una enfermera del Hospital Príncipe de Asturias había recomendado su libro a los enfermos y sus familiares de la Covid-19, yo he llegado a escuchar versiones que hablan de una entrevista en Telemadrid donde citaron el libro. Muchas semanas más tarde Javier volvería a comentarlo por redes sociales, pero ya no como la enfermera, sino como un médico amigo suyo, que por otra parte hemos de suponer fue el mismo médico cliente habitual suyo que le recomendó cerrar la tienda por la Covid-19 incluso antes de que se declarara oficialmente el estado de alarma. Indiferentemente a cómo se desarrollaron los acontecimientos de esta propagación ejemplar del boca a boca, el libro ha funcionado y funciona gracias en buena parte a esta inusitada promoción clásica y casi podríamos decir que previa a los tiempos actuales de los grandes medios de comunicación, aunque estos tengan algo que ver. 

Lo cierto es que uno no sabe exactamente qué le lleva a una enfermera y a un médico a recomendarlo a los pacientes de Covid-19. Leído el libro puedes hacer alguna conjetura sobre ese asunto, pero realmente no hay nada directamente claro ni relacionado en cuanto a una enfermedad pandémica se refiere. Puedes conjeturar acerca de un capítulo concreto que diserta sobre la necesidad de superar los traumas del pasado, o incluso sobre el último capítulo que da explicación de conjunto al resto de cosas narradas, también en un sentido de necesidad de superar el pasado para poder avanzar en la vida. Pero, sinceramente, salvo las interpretaciones personales de cada uno sobre estos dos pasajes, no hay nada que directamente relacione este libro con una novela que ayude a comprender o pasar la Covid-19 en sus aspectos más humanos. Todo sea, por otro lado, la autosugestión que su lectura haya podido crear en los sanitarios del Hospital Príncipe de Asturias justo en los meses más duros de la enfermedad, cuando había cientos y cientos de muertos acumulándose en el paso de los días, todos ellos con sus historias de padecimientos y dramas, los cuales hayan quedado para siempre en la intimidad secreta de los enfermos y de quienes los cuidaron dentro de los hospitales. Una autosugestión condicionada por todos aquellos médicos y enfermos por una visión derivada en una única dirección interpretativa tal vez aportada por uno o varios de los sanitarios implicados en su difusión. Tal vez, otro camino diferente, labor de difusión nacida de la amistad o aprecio que algunos sanitaros le tengan a Javier por su labor como librero y como recomendador de libros en la cadena de radio Cadena SER-Henares, quizá aumentado tras el conocimiento de que Javier planea traspasar su negocio por jubilación en otoño próximo de este 2020.

El libro como novela sale a la luz animado Javier Rodríguez en una labor creativa por David Vicente, según los agradecimientos incluidos en las últimas hojas. David Vicente es otro escritor de Alcalá de Henares, el cual lleva un taller de escritura creativa desde el que organiza algunos eventos literarios, llamado La Posada de Hojalata. Hemos de creer por tanto que buena parte de la prosa de Javier Rodríguez se debe al aprendizaje y desarrollado de los conceptos, tendencias y normas literarias que se encuentren teorizados en este taller de David Vicente para hacerte escritor. 

Entre las dedicatorias del libro se encuentra la referida a Montse Palenzuela, amiga y cliente de Javier, la cual seguía las andanzas de Carmen, la protagonista del libro, por lo que el autor dice que Carmen lleva su rostro, pese a que no llegara a tener en sus manos el borrador definitivo del libro, pues moriría por una enfermedad de desarrollo rápido.

El libro cuenta con un estilo directo y sencillo, sin adornos. Cada capítulo tiende a ser breve. Dividen el relato central en pequeñas historias autoconclusivas que a la vez componen la vida en conjunto de la protagonista, pues se trata de la narración de la vida de una mujer desde su juventud hasta su edad más madura. A saltos temporales atravesaremos desde 1972 a 2018 con los ojos de una vida femenina a caballo entre la sociedad del franquismo, la de la Transición y la actual de la monarquía parlamentaria, cobrando más importancia los años de la década de 1980. Eso hace que el relato narre por necesidad tanto la evolución del pensamiento de la gente común como la vivencia íntima y personal de la llegada de esos cambios a la vida personal de la citada Carmen. Los diálogos son el mayor apoyo narrativo de cada capítulo, son ellos los que aportan muchos datos que el narrador no llega dar en profundidad, aunque los mencione. Es una prosa centrada más bien en el discurso narrativo de cada suceso en una línea de tiempo definida y evolutiva, no se entretiene demasiado en la vida interior de los personajes, a pesar de que es esa vida la que mueve toda la novela. El personaje más definido es el de la propia Carmen, pero es evidente que hay que prestarle atención a algunos de los personajes secundarios en los que el autor no ha ahondado tanto, como puedan ser el padre, el esposo o el hijo. La novela parece aspirar esencialmente a la visión femenina, pero el relato evidencia que la vida de la protagonista necesita claramente de un acercamiento un poco mayor a la vida de estos otros personajes para comprender mejor la trama en toda su profundidad, más allá de la vivencia más íntima de Carmen. A fin de cuentas, los dos pasajes claves que pudieran haber hecho ver a los sanitarios del Hospital Príncipe de Asturias que el libro era recomendable durante la cuarentena, precisamente son dos pasajes que le dan sentido a todo lo narrado como una novela que narra una historia de superación personal, dejando atrás el pasado, la última parte incluso a modo de metáfora sobre la muerte de toda atadura al pasado para seguir en una nueva vida nacida de los pilares de ese pasado, y tales pasajes se construyen a través de los traumas más profundos de la vida de Carmen, que fundamentan su nueva vida, y que necesitan inevitablemente de la existencia de los personajes de sus seres más cercanos, padre, esposo e hijo, por ello mismo estos personajes no debieran ser mera anécdota, pues son base de los pilares de la trama, de la vida de Carmen.

Uno de los hitos promocionales del libro en cuanto a las posibilidades de Javier es destacar su relación con la Alcalá de Henares de los años 1970 y 1980. Tanto es así que incluso por redes sociales, con gran generosidad, el autor ha compartido parte de su propio archivo fotográficos personal en torno a esos años, para ilustrar cómo era la ciudad en la época. Ciertamente el libro tiene bastante de Alcalá de Henares, ignoro, aunque sospecho, si alguno de los personajes ficticios tiene mucho, poco, algo o nada de personas reales del entorno de Javier en esos años. Es más que probable que el libro beba de las fuentes de personas, historias, lugares y vivencias reales. De hecho, uno de los dones del relato en cuanto a quien desee usar la literatura de cara a rastrear el pasado, es el amplio conocimiento que tiene Javier de Alcalá de Henares en esos años, por razones obvias y evidentes. Negocios, fisonomías urbanas desaparecidas como el llamado "Parque de los Patos" en cuanto a la zona infantil del Parque O'Donell, instituciones como el Cineclub Nebrija, el Casino y el tipo de gente que los ambientaba están más que presentes. El libro en todo tipo de detalles de la Alcalá entre los años 1970 y 1980 es valioso, incluso en una crítica fugaz que podría pasar por alto cuando en el año 2018 se habla por encima de la pérdida de personalidad con la construcción de nuevos barrios despersonalizados y la pérdida de la vida de barrio, tanto en Alcalá como en Madrid o en El Peñascal, porque la novela, aunque tiene fundamento en Alcalá de Henares, se desarrolla fundamentalmente en un pequeño pueblo de montaña de la Sierra de Madrid, El Peñascal, y esporádicamente pasa por el Madrid de los años de "La Movida" cultural de los primeros años 1980.

Carmen es una joven sometida a la obediencia familiar fuertemente jerarquizada y machista de la España de Franco, nunca mejor analizado, puesto que el padre es un franquista que intuimos que participó de las tropas del dictador durante la guerra civil. Ella sufre una presión y una violencia familiar de la que solo se evade mediante los estudios universitarios y el matrimonio con un carpintero, su primer novio. Ese matrimonio la lleva a salir de Alcalá de Henares para vivir en El Peñascal, donde descubrirá las infidelidades de su esposo, sin llegar a enfrentarse con él. Un matrimonio breve la lleva a tener que adaptarse como mujer independiente a un entorno rural y conservador, no obstante más abierto que la vida anterior con su padre. Sea como sea, un par de tragedias familiares le brindan paradójicamente, aunque tal cual ocurre en la vida real, unas oportunidades nuevas para tomar las riendas de su vida. Inicia un negocio de librería que revoluciona un poco la vida femenina del pueblo y destapa a la vez diversas hipocresias pequeñas, mientras a la vez hace que tenga contactos con una editorial de Madrid. Con este argumento se va desarrollando la vida de Carmen, con un pequeño gancho misterioso sobre el auge de escritoras en El Peñascal, que Javier aprovecha como crítica tan velada como claramente directa contra los escritores que autopublican sus libros, o tal vez contra los editores que se aprovechan de la gente que escribe con más buena intención que calidad, o tal vez hacia ambos. Resabio probable de la experiencia como librero del propio autor, desatado en este libro ahora tan cerca de su jubilación. 

Con un ritmo suave y un tono amable, el libro narra traumas y normalidad aprovechando cada episodio desde un punto de vista de lo cotidiano de la vida. Suceso tras suceso habitual en una vida corriente se muestran de una manera que invita a leerlo. No hay estridencias y la novela produce un efecto agradable y verosímil. El último capítulo es el que recoge con inteligencia de metáfora el sentido de la novela, la necesidad de superación del pasado, la necesidad de "matar" al pasado, no de olvidarlo, pero sí de dejarlo atrás para poder continuar sin traumas pendientes que nos frenen. El mismo comienzo del libro, cuidando tumbas, nos hace reflexionar sobre esto mismo cuando después conozcamos quienes eran los muertos, del mismo modo que a mitad del libro cuando Carmen se reconcilie con la memoria de su padre.
 
El autor declaraba en redes sociales públicas en enero de 2021 que estaba preparando la segunda parte.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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