Título: Historias de la Tierra Media.
Autores: Alberto Cerezo y Santi Álvarez-Dardet.
Editores: Autoedición: Alberto Cerezo y Santi Álvarez-Dardet.
Año de publicación: 2021 (1ª edición).
Género: Cómic; Ilustración; Novela Gráfica; Arte; Pintura.
ISBN; Depósito Legal; Creative Commons: No consta
En este año 2021 se nos ha descubierto como autores de libros dos personas que en realidad ya estaban más que reconocidas como artistas plásticos desde la pintura desde hace años. Se trata de Alberto Cerezo y Santi Álvarez-Dardet. Alberto Cerezo es hijo del conocido fotógrafo a nivel local Cerezo, cuya tienda se ubicó en la Plaza de Cervantes y cuyo fondo fotográfico es un importante testimonio gráfico de la historia del siglo XX alcalaíno, aunque este fondo es privado, pertenece a la familia, aunque Alberto ha compartido varias de las imágenes de manera pública. Fue, además, el autor del himno de Alcalá de Henares innumerables veces cantado por la tuna complutense,
Himno de Alcalá de Henares. Como sea, Alberto destaca por sí solo con un trabajo de años dedicado a la pintura y a la ilustración, así como se ha adentrado en el grabado, se puede leer de su trayectoria y ver algunas de sus obras en
Noticias de un espía en el bar. Ya en aquel artículo de 2012, en una conversación entre quien esto escribe y Alberto, contestó que solo escribiría un cómic si tuviera un buen guión. En parte ya se vio algo de ello posteriormente en su propia bitácora, donde expone algunas de sus obras y a veces las comenta,
Ilustromantica. Alberto pinta cuadros, grabados, a tinta, a acuarela, etcétera. Ha trabajado la ilustración de fotografías de personas que se cuentan entre sus amistades en redes sociales, de cuadros conocidos, de fotogramas de películas siempre un tanto oscuras, como
Drácula o
Blade Runner (serie a la que llama
Cinematic, y por supuesto temáticas estrictamente propias de él, de lo que le mueve a crear con su percepción del mundo, que es muy rica y reflexiva, a menudo llena de planteamientos y cuestionamientos abiertos muy interesantes. Estas ilustraciones de películas, de historias que le atraen, podríamos entenderlas, de manera lejana, como un antecedente a lo que nos presenta este año. Aunque, incidamos en ello, como pintor de cuadros ha expuesto en varias ocasiones en diferentes lugares tanto institucionales como privados tipo bares, así como es Premio Ciudad de Alcalá de las Artes Visuales (antes Pintura) 2003, en el XXXIV palmarés. Como sea, entre los antecedentes a la obra que presentamos hoy, hay que hacer referencia tanto a esas ilustraciones, como a la citada Ilustromantica, donde a lo largo de los años ha mostrado algunas series de ilustraciones que a veces forman temáticas con historias, e incluso llegó a crear allí y mostrar a lectura gratuita algunos de sus primeros cómic, como el de
Historias románticas, publicado en red en 2016 y que, según la portada de su cuaderno original se lee 1991-1998. En todo caso, en esa bitácora se pueden encontrar otras historias creadas por él. Bucear en ese espacio es tener un encuentro agradable con la obra de un artista que no se ciñe solo al arte plástico más puramente de cuadros, sino más abierto a explorar la composición de imágenes e historias más allá.
Santi Álvarez-Dardet también ha expuesto sus cuadros en diversos lugares tanto institucionales como privados. Se puede ver parte de su obra en
Artenet. Ella también tiende a lo multidisciplinar dentro de la pintura, aunque suele ahondar en las acuarelas, siendo sus aguadas muy ricas de matices. Ya previamente, juntos Alberto y Santi, habían expuesto dos de sus cuadros ni más ni menos que en la cumbre mundial de la Organización de Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP25, que se celebró en diciembre de 2019 en el recinto ferial de Madrid, Ifema. Previamente, en ese mismo año o quizá finales de 2018, ya habían realizado una exposición conjunta en el desaparecido bar La Posada del Diablo, junto a la Puerta de Madrid. Fue un año productivo para ella, pues en ese 2019 también había sido llamada para participar de una exposición de artistas femeninas en el festival de La Escabechera, paralelo a las fiestas de San Isidro en Alcalá. En todo caso, en lo que respecta a Alberto y Santi, cabe mencionar que ambos, en la década de 2000 y parte de 2010, habían expuesto obras suyas de manera individual en exposiciones propias en el desaparecido bar La Vaca Flaca, en la calle del Postigo, bar que fue un punto de encuentro de creadores y artistas de todo tipo en la ciudad, regentado por Raúl Armenteros.
Alberto Cerezo se había planteado años antes publicar su obra en libro, creando expresamente para ello cosas como posibles adaptaciones de
El Quijote de
Cervantes. No prosperó. Durante unos cuatro años comenzó a trabajar con dibujo y pintura a acuarela en una serie de pinturas sobre la obra de J.R.R. Tolkien, las cuales iban a componer un proyecto cuidado y delicado, así como ambicioso, que es el presente libro, el cual es una novela gráfica, en principio, aunque es mucho más que eso, mucho más que un cómic. Se trata de
Historias de la Tierra Media. En este trabajo de cuatro años colaboró en algunos fondos de paisaje Santi Álvarez-Dardet. Si la obra no se llama
El Señor de los anillos, la novela publicada en 1954, es porque en realidad Historias de la Tierra Media es tanto esa novela como varios relatos que la completan y que Tolkien se refería a ellos como
Legendarium. Ya en 1951 Tolkien hablaba del
Legendarium por carta con Milton Waldman. No es tanto un libro de relatos, sino el compendio de todo lo que escribió para componer su mitología en torno a la Tierra Media. Así, novelas como
El hobbit, publicado en 1937, o El Señor de los anillos son parte de ese
Legendarium. Sin embargo, Tolkien escribió muchos más relatos e historias sobre esa Tierra Media. Pensemos que en realidad comenzó a escribir sobre ese mundo desde que en la Primera Guerra Mundial tuvo unas serie de vivencias como soldado combatiente y una serie de reflexiones en un hospital militar, sobre 1917. No obstante, el bombardeo de los bosques de Ypres le inspiraron personajes como los Ents. Había de fondo una preocupación sobre la destrucción de la Naturaleza por la acción violenta del hombre. Sea como sea, bastándonos con saber que Tolkien dedicó toda su vida a estudiar y crear todo aquel mundo mitológico como si de Historia real fuera y tuviera que contarlo desde la épica a lo largo de innumerables textos,
Historias de la Tierra Media de Cerezo y Álvarez-Dardet es
El Señor de los anillos más relatos como la historia de Beren y Luthien, y la creación de Arda.
Si Tolkien le dedicó toda una vida de estudio a la composición de su Legendarium, incluido la invención de un idioma, Cerezo y Álvarez-Dardet, se han dedicado cuatro años de estudio y reflexión a la hora de poner gran cuidado y coherencia en cada una de las láminas que pintaban para que estuvieran no solo acorde a la obra de Tolkien, sino para que recogieran de manera minuciosa, y estaría por decir que visualmente poética, su visión de cómo entienden el relato de Tolkien. El propio Cerezo, recogiendo unas palabras del creador Peter Beagle en 1966, explica así que El Señor de los anillos adquiere en cada persona una patina diferente, una experiencia y comprensión diferentes. Ellos nos han querido mostrar la suya. La cual no es una visión del espectáculo a lo grande y la épica, como hizo el cineasta Peter Jackson entre 2001 y 2003, con añadidos e interpretaciones de él y de cara a la industria taquillera, ni tampoco es una visión de relato de aventuras, como la interpretó en dibujos animados el cineasta Ralph Bakshi en 1978, aunque puede que Cerezo se sienta más cómodo con esta visión animada que con la de actores de carne y hueso, aunque, he de anotar, a pesar de ser una visión muy personal de él y salida de su mente y reflexión, a veces me ha hecho pensar que algún personaje o escena ha tenido un paralelismo a la iconografía que han fijado esos largometrajes, aunque, subrayo, en nada tiene que ver con ellos la obra de Cerezo y Álvarez-Dardet.
El libro se intentó publicar a través de varias editoriales y sigue en ese proceso, o eso me parece, lo cual se merecería el premio de lograrlo y tener así mayor difusión, pues el resultado de un trabajo como este es inmensamente y notablemente de mayor calidad, y de manera desproporcionada, que muchos de los cómic que se publican a escala nacional e internacional y que se venden en librerías. Sin embargo, ante las circunstancias y el deseo de sacarlo adelante, Cerezo y Álvarez-Dardet han editado una autopublicación que ellos mismos promocionan, dentro de sus posibilidades, y comercializan a través de
Ilustromántica.
Fue editado en tapa blanda, sin más presentaciones, ni explicaciones, con la sobriedad del color negro en las cubiertas y en letras blancas el título del libro sin siquiera mostrar al lector quienes lo han escrito. Solo dentro del libro, en una pegatina en el revés de la cubierta frontal, se lee en letra pequeña que la ilustración ha sido creada por Alberto Cerezo y por Santi Álvarez-Dardet, mientras que el guión y la adaptación de la novela y los relatos que aparecen insertos en la historia han sido cosa exclusiva de Alberto Cerezo. Con lo cual el ritmo y la interpretación de esta novela gráfica es su visión, mientras que su interpretación visual es cosa principalmente suya, pero también de Santi. Curiosamente, la pegatina también nos indica que el título es obra de Julián Martínez. Contiene el libro 580 páginas a todo color con una calidad de buen papel con tonalidad sepia que le da al relato un sustrato a las imágenes y un aporte que ayuda a concebir que lo que se nos narra es una historia antigua y épica, y no tanto una historia nueva y de aventuras más, como podría hacer que la página tuviera un estricto color blanco que nos diera idea de producto nuevo alejado de lo antiguo. El concepto de antiguo juega en esta historia y la visión de los autores un papel importante, incluso en Tolkien, el autor original adaptado.
Es la ventaja de este libro al haber sido editado por los propios autores y que estos sean creadores plásticos. Han concebido no solo su visión sobre la obra de Tolkien, sino también cómo debía reflejarse, cuidando todos los detalles hasta de cómo debían ser recibidas sus ilustraciones por los lectores. En cierto modo, salvando las distancias, esto mismo hizo Goya cuando en el siglo XIX decidió imprimir sus grabados y venderlos al público en pequeños paquetitos tipo libro, pero con hojas sueltas. En todo este sentido hemos de observar que no han optado por la clásica página de cómic de seis viñetas, o de ocho. Tampoco han querido jugar con ese lenguaje del Noveno Arte donde las dimensiones de las viñetas y su disposición en la página juega como recurso visual y a la vez narrativo. Han apostado por la uniformidad de todas las páginas con dos viñetas por página, en total un golpe de vista de cuatro viñetas al abrir el libro. Todas ellas dan una tonalidad de calor o de frío determinada al guardar la uniformidad también para ambientar emociones o sensaciones de las cosas que se están narrando. Así, a la pálida luz azulácea de Caras Galadon que gobierna varias páginas, se llega desde el verde que desdibuja a los personajes previamente, absorbidos por la Naturaleza, pero a la vez todo ello se rompe con los colores ardientes del rojo y el naranja del siempre amenazante Sauron, la oscuridad que acompaña a los magos y los orcos, y las innumerables aguadas de acuarelas componiendo cielos turbios sobre paisajes más pintados que dibujados trasladando una poética que el lector asume de manera estética y no narrada, hasta meterlo dentro del relato.
Las viñetas están apaisadas y ocupan todo el ancho de cada página, cada una en su mitad correspondiente, lo que nos hace concebir que no solo juegan como viñetas, sino que cada una de ellas es en sí misma un cuadro. Así trasciende la obra de Cerezo y Álvarez-Dardet del cómic a la exposición de la novela a través de toda una colección de cuadros que, puestos juntos, adquieren la lógica de una narración. No creo que sea desacertado destacar que el trazo dibujado no está presente en toda la obra, y este suele aparecer en los personajes (y no siempre) y en los detalles de construcciones o paisajes que son necesarios de retratar para comprender lo que Tolkien nos quería transmitir con un sentido de tradición e Historia pasadas que en el presente están justo en el punto de finalizar a pesar de que la historia narra justo el intento de salvar todo ese mundo. Cerezo recoge bien la idea en varios pasajes, se pretende salvar ese mundo, pero con el acto que se va a cometer, la destrucción del anillo, en realidad desaparecerá buena parte de todo ese mundo, porque ha de comenzar el tiempo de los humanos mortales y sin magia. La cuestión no parece tanto que el destino reserve ese final, si no si a ese final se llegará por el camino del bien o por el camino del mal de Sauron que, por otra parte, si uno lo reflexiona, quiere perpetuar ese mundo de fantasías solo que bajo su gobierno único, quizá como garante de que perdurará. Pensemos que el mago Gandalf, como cerebro que orquesta la misión para destruir el anillo, es tratado de traidor por sus antagonistas, otros magos. Una paradoja interesante y que en realidad se soluciona bajo el ideal de Gandalf que asumen todos sus seguidores: el destino es el único que puede tomar decisiones, resistirse a él es obrar mal. No obstante, que el anillo esté en manos de un hobbit y este tome las decisiones más vitales siempre reporta una y otra vez a que ha sido el destino aquello que así lo ha querido. Una idea del destino que aparece en múltiples mitologías heroicas desde la antigüedad y que Tolkien plasmó en su obra.
En las aguadas de la obra, a veces borrosa cuando aparecen determinados personajes, descubrimos también sombras y trazos que hacen pensar que si miras con detenimiento la viñeta no solo hay una imagen determinada hablando, sino que en origen se insertó otras imágenes que se han querido disfrazar o tapar pero siguen ahí. Así me refiero a posibles ojos ocultos a veces en los bosques, o personajes tenebrosos que pareciera que están como ocultos. Incluso parece que viéramos una mano en una pared de piedra indicando la puerta por la que se accede a las cuevas que han de acercar a los protagonistas a su objetivo. El juego con lo oculto y lo oscuro es una constante en la obra.
Hay fuertes contrastes de claroscuro y prima la oscuridad y la violencia ardiente, pero no es de despreciar las bellas pinturas paisajísticas. Muchas veces la viñeta abandona todo rasgo definido en un dibujo, y sin embargo se nos presenta a modo emocional, a modo de impresión, un paisaje, un ambiente, que retrata a la perfección la secuencia. Ahí está la mezcla del cómic desde la visión de los pintores. Una mezcla muy enriquecedora y muy satisfactoria.
Los autores trabajaron a la vez otro de los libros de Tolkien, con lo que puede que en breve se pueda completar este con esa otra historia. Fue un proceso paralelo o casi paralelo, por lo que los años de dedicación con seguridad volverán a notarse junto a la delicadeza perceptiva y las ideas claras de lo que conciben y reciben de Tolkien.
Una adaptación muy a tener en cuenta y que debería ser deseable tanto por los seguidores de Tolkien, como por los amantes del cómic, como para aquellas personas que les guste el Arte. De todo tiene.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".