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sábado, 8 de octubre de 2022

De viris illustribus (Sobre los varones ilustres)

Título: De viris illustribus (Sobre los varones ilustres)
Autor: Ildefonso de Toledo (San Ildefonso).
Editor: Arzobispado de Toledo (arzobispo Ildefonso de Toledo).
Año de publicación: 657 a 667 (1ª edición).
Género: Historia; Hagiografía; Religión.

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Título: El "De viris illustribus" de Ildefonso de Toledo. Estudio y edición crítica.
Autores: Ildefonso de Toledo (San Ildefonso) / Carmen Codoñer Merino.
Editor: Universidad de Salamanca.
Año de publicación: 1972 (1ª edición; edición de Carmen Codoñer Merino).
Colección: Estudios Filológicos.
Nº de volumen en la colección: 61.
Género: Historia; Hagiografía; Religión; Biografía; Filología.
ISBN: 978-84-78006328

 

Si recordamos que fue Paulino de Nola quien mencionó por cuarta vez en un libro a Alcalá de Henares, cuando aún era Complutum, entonces recordamos que aquello sucedió en un poema que le dedicó a su hijo Celso, muerto a los ocho días de nacer y enterrado en Complutum junto a la tumba de un mártir cristiano que los complutenses veneraban, en 392.  No comentó quién era el mártir. Recordemos ahora que fue Prudencio el que en 405 publicó su Libro de las Coronas, donde se mencionó Complutum por quinta vez en libro, en el cual se identificó a aquel mártir como Justo y se habló de su vida y de la su hermano Pastor. Ahora comentaremos que continúa la cuestión Ildefonso de Toledo, conocido por su santificación como San Ildefonso. El Imperio Romano había caído definitivamente en 476, al menos la parte occidental y había comenzado lo que hoy llamamos la Edad Media con los reinos germanos. Las provincias romanas de Hispania pasaron a formar un reino gobernado por los visigodos, quienes a su vez ya gobernaban en nombre de Roma más o menos a lo largo del siglo V. En los inicios del Reino Visigótico de Hispania el territorio se independizará de los territorios galos de los godos y hará frente a otros pueblos germanos asentados en la península, los vandalos y alanos, así como con el tiempo también harán frente al Imperio Bizantino que se asentará en Murcia y Baleares. Otros problemas que tenían era el de la gobernabilidad, frágil con innumerables conspiraciones y magnicidios, y otro problema de orden social que solía desembocar en rebeliones, bandos, criminalidad y otras cuestiones violentas, en el cual tenía cabida las diversas represiones en uno y en otro sentido por las creencias religiosas. En un principio chocaría lo pagano con lo cristiano, pero lo cristiano se impuso rápidamente con el problema de encontrarse dividido entre cristianos arrianos, que fueron declarados herejes, y cristianos que reconocerían la primacía del obispo de Roma (el Papa), lo que sería los cristianos apostólicos romanos. El problema religioso estaría lleno también de conspiraciones de Estado y violencias diversas en la gente común, mientras que los intelectuales teólogos mantenían toda una actividad muy viva para defender una y otra postura, de la cual, por vencedores, nos ha quedado muy patente los apostólicos romanos. En ese contexto aparece Ildefonso de Toledo, del cual no conocemos su nombre de nacimiento pues probablemente al ser nombrado arzobispo de Toledo cambiaría su nombre, como era y es costumbre cristiana.

San Ildefonso de Toledo  habría nacido en el año 606 ó el 607 durante el reinado de Witerico y como hijo de una de las diversas familias visigodas que formaron parte de las familias reales. Desde niño por iniciativa propia y en contra de su familia entró a formar parte de un convento, el monasterio de Agali. Dedica su vida entera al cristianismo, conoce a diversas personas que terminarán siendo santos, incluido un tío suyo, y hace estudios que le llevan a escribir abundantemente y a publicar una cantidad de libros que para aquella época era inusual en un autor. Escala la jerarquía religiosa hasta alcanzar el arzobispado de Toledo, que es el cargo más importante entre los obispos de España, después del Papa. Esto ocurrió en 657. Autores posteriores afirman que, teóricamente, se le apareció la Virgen María en 665 en una cueva para darle la casulla y la primacía entre los obispos hispanos, milagro que solo se documentó por primera vez en 1658, en plena Contrarreforma religiosa. Como sea, se destacó de entre los intelectuales de su época por su obra en torno a la Virgen, al bautismo, a la vida espiritual, a las cartas que le mandó al obispo Quirico de Barcelona sobre diversos temas, y sobre todo a continuar una obra que había iniciado en realidad San Isidoro de Sevilla (556-636), obispo de Sevilla, quien a la vez continuaba la obra iniciada por San Jerónimo, muerto en 420. Se trata de la obra De viris illustribus (Sobre los hombres ilustres). Será ahí donde se mencione de nuevo a Complutum.

San Ildefonso retomará la obra de San Isidoro nada más ser nombrado arzobispo de Toledo en 657 y le dará continuación investigando, reflexionando y escribiendo hasta 667, año de su muerte. Por un lado trataba de contestarse cual de las corrientes del cristianismo era la correcta y cual era herética, se trataba de justificar que los males del mundo no eran culpa de los cristianos sino de aquellos que no se comportaban como Cristo había mandado, y darle al cristianismo mismo un halo de sabiduría y antigüedad del que no gozaba frente a los que habían mantenido creencias paganas. Mientras San Isidoro escribió sobre hombres ilustres intelectuales escritores y sabios, San Ildefonso le dará un giro y añadirá trece biografías que transcurrieron en torno a la vida dedicada a Cristo, no necesariamente intelectuales, lo que empalmaba en cierto modo con esa búsqueda hagiográfica de mártires cristianos que se había iniciado en el siglo IV y que ya comentamos a través de San Paulino de Nola y Prudencio, pues es con ellos que se menciona Complutum por cuarta y quinta vez en libro precisamente en torno a la cuestión de los mártires, como ya hemos dicho.

Ahora en esta sexta vez vuelve a aparecer el nombre de Complutum por el asunto de Justo y Pastor. Si Paulino de Nola decía en 392 que había al menos la tumba de un mártir al que la gente de la ciudad rendía culto, y si Prudencio afirmaba en 405 que se llamaba Justo y su hermano Pastor, ahora en esta obra de 657 a 667 Ildefonso de Toledo nos cuenta que hubo un obispo llamado Asturio, de origen hispano pero con familia romana, de Villaseca de la Sagra, en Toledo, que llegó a Complutum en 410, cinco años después de la publicación del Libro de las Coronas de Prudencio, a la vez que era el mismo año que Roma era saqueada por los godos mandados por Alarico. Siguiendo la biografía que le hace Ildefonso, llegó dispuesto a buscar los restos de Justo y Pastor, lo que viene a indicarnos de manera implícita que no se sabía dónde estaban enterrados. Puesto que Paulino de Nola enterró a su hijo en 392 y Prudencio escribió en 405 hemos de creer que la tumba referida por el primero podría ser la de otro mártir, o bien que de 392 a 410 fueron sacados los huesos, a fin de cuentas Pualino de Nola nunca dijo el nombre del mártir. Puede que Prudencio supiera de la historia de Justo y Pastor, pero desde luego no de la tumba. Lo cierto es que sabemos que en Complutum hubo mártires que quedaron anónimos, aunque la fama recayera en Justo y Pastor, quizá por ser niños y poder ser un instrumento más utilizable para la propagación de las bondades del cristianismo frente a un paganismo capaz de matar inocentes, al menos en la teoría, pues sabemos que el primer cristianismo también cometió barbaridades, véase lo ocurrido en Alejandría a finales del Imperio Romano. En cierto modo estas hagiografías también servían de propaganda para los intereses propios en una época donde religión y política o poder estaban íntimamente ligados.

La cuestión es que Asturio encuentra los huesos de los niños en el Campo Laudable, a las afueras de Complutum en una zona que por recientes excavaciones arqueológicas sabemos que existía ya entonces alguna gran casa romana de alguien adinerado. Estamos hablando de la actual Plaza de los Santos Niños. Asturio tomó posesión de la basílica, esto es del gobierno de la ciudad. Las basílicas eran los centros de gobierno y de juicios en los municipios romanos, que a la vez tenían algunos rituales religiosos y que con la legalización del cristianismo en el Imperio Romano y con su nombramiento como religión oficial cada vez más pasaron a formar parte de un centro de actos religiosos, por ello en el cristianismo posterior las basílicas no son centros gubernamentales y judiciales, sino religiosos. Asturio se hace con ese gobierno desde la basílica, donde además se afirma que se torturó (martirizó) a Justo y Pastor y cuyo único muro sobreviviente en pleno siglo XXI es llamado hoy día paredón del martirio, en el barrio de Nuestra Señora del Pilar o barrio de El Juncal. Formó lo que se llamó el obispado de Complutum, del que Ildefonso dice que fue el primero que hubo, aunque Asturio era también el décimo obispo de Toledo. Aquí comienza un debate muy largo desde el siglo XIX, pero especialmente desde el XX, sobre si realmente ese obispado existió, sobre si se sostuvo o cuando se formó. Parece ser que sí existió, que tuvo vida breve ya por la llegada de los visigodos o por la de los musulmanes, y que cuando se recuperó lo hizo como obispado de Alcalá de Henares, en el último cuarto del siglo XX, ya que previamente estaba en el obispado de Toledo y en el siglo XIX y una parte del XX en el de Madrid. Sea como sea, en lo que nos ocupa de la mención de Complutum en libro, est se liga en cuanto a San Asturio, los Santos Niños Justo y Pastor, el obispado de Complutum y el gobierno de Asturio de la ciudad y del obispado, con poderes sobre el territorio y poblaciones colindantes. Fue breve, pues Asturio murió en 412, dos años después. De él dice Ildefonso más de doscientos cincuenta años después que era un hombre más dado a las obras que a escribir, razón por la cual afirma que no hay casi textos de él, si bien hoy día no se conocen textos de él. Es de suponer que dado el caso se conocería a Asturio en pleno siglo VII más por tradición oral, con toda la posible distorsión que pudo tener, que por documentos.

Lo cierto es que durante las tres primeras ocasiones que se mencionó a Complutum desde el siglo I antes de Cristo se la quiso dotar de un pasado fundacional que, reconociendo la existencia de una población carpetana anterior, se ligaba a las guerras civiles romanas de los tiempos finales de la República, uniéndola además a los grandes nombres de Sertorio y de Pompeyo, que efectivamente pasaron por aquí como incluso la arqueología actual nos viene confirmando en los últimos años. Se quiso dar entonces un giro cuando haciendo gala de la épica y la propaganda política propia del tiempo se quiso crear el mito fundacional de la llegada remota de guerreros troyanos que exiliados llegaron al Cerro del Viso para fundar la ciudad. Nada más lejos. En la cuarta vez que se la nombra, con Paulino de Nola en el final del siglo IV lo que se hace es dejar memoria y constancia de la existencia de cristianos en Complutum incluso en los tiempo en los que fueron perseguidos, puesto que hay tumbas de mártires, y cuando Prudencio lo nombra en el siglo V lo que hace es dotarle de la vieja épica de las crónicas pero puesta al día en términos cristianos al dar nombre y vidas biográficas a dos de esos mártires, niños inocentes torturados y ejecutados por su fe. Ahora en la sexta vez que se mencionaba a Complutum, Ildefonso lo que hace es crear una nueva fórmula para validar la ciudad al dotarle a esa historia de un contexto de mito fundacional. Con la caída del Imperio Romano mucha gente había vuelto a la vida en el campo ya que la inseguridad en los caminos solían dejar desprovistas a las ciudades de alimentos suficientes y materias primas. La protección y la justicia caía en manos de los señores de la guerra, los nuevos nobles, y no tanto de la administración del Estado, aunque existía y sostenía luchas a menudo con esos señores y sus huestes. Por ello Complutum había caído en decadencia y perdido población como otras muchas ciudades en todo lo que fue territorio del Imperio y ya no lo era. Los visigodos crearon en Hispania uno de los reinos más sólidos de la nueva Europa de reinos germanos, aunque parezca mentira. Pero esa solidez se hizo a base de numerosas guerras internas que nunca dejarán de producirse hasta la invasión musulmana de 711 a petición de uno de los reyes visigodos en guerra con otros. 

Ildefonso debió considerar que los mitos fundacionales de Complutum estaban muy ligados a la antigüedad, al paganismo y al Imperio Romano, y dado que ya se había constatado la existencia de cristianos y de mártires en la ciudad, era lo propio de hablar de la llegada providencial del obispo de Toledo, Asturio, que es capaz de encontrar los restos perdidos de Justo y Pastor y de volver a poner orden administrativo y guía espiritual a los complutenses y vecinos, dando así a entender que es el cristianismo el orden frente al desorden. Refundación de la ciudad que no reniega de su pasado, pero se ve renovada en los nuevos tiempos con la protección no solo del Dios cristiano si no también de sus propios santos que también murieron por su fe por la ciudad, como Cristo en la cruz por toda la humanidad. Con este argumentario Complutum es introducida en la Edad Media por Ildefonso de Toledo dando estos datos para su Historia. 

Reales o irreales, exactos o inexactos, marcaría el devenir de la ciudad, pues será precisamente el culto a Justo y Pastor el que impulsará su reconquista, el que hará que crezca la ciudad medieval y se traslade su centro, el que fomentará instituciones, etcétera. En cuanto a San Ildefonso de Toledo volverá a tener que ver con Alcalá de Henares, pero no por sus escritos, sino porque varios siglos después el cardenal Cisneros consagrará el Colegio Mayor de la Universidad de Alcalá de Henares a él. La trayectoria posterior de la Universidad de Alcalá de Henares tendrá a san Ildefonso presente por ser parte importante de su edificio principal que hoy es sede de su rectorado.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".   

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