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martes, 29 de noviembre de 2022

Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib

Título: Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib (Nafh at-tib min gusn al-Andalus ar-ratib wa dikri waziriha Lisan Addin b. Al-Hatib).
Autor: Ahmed Mohamed al-Maqqari (al-Maqqari).
Editor: [Posiblemente Küçük Ahmed Pasha, valí de Damasco en el gobierno del Imperio Turco Otomano].
Año de publicación: entre 1628-1632 (1ª edición en el Imperio Turco Otomano, en la ciudad de Damasco).
Género: Crónica; Historia; Biografía; Enciclopedia.
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Título: History of the Mohammedan Dynasties in Spain (Historia de las dinastías mahometanas en España).
Autor: Ahmed Mohamed al-Maqqari (al-Maqqari).
Editor: Pascual de Gayangos (también traductor al inglés).
Año de publicación: entre 1840-1843 (1ª edición)
Género: Crónica; Historia; Biografía; Enciclopedia.
ISBN:  9781166339685

 

Para ir finalizando los autores musulmanes que mencionaron Alcalá de Henares en sus obras, habiendo visto ya los autores que hubo dentro de la Edad Media en la propia al-Ándalus, ya sea durante el Califato de Córdoba, en sus Reinos de Taifas y en el Reino Nazarí de Granada, incluso uno que escribió dentro del Sultanato Benimerín (actual Marruecos), queda por citar uno que lo hizo ya pasada la Edad Media. Se trata de Ahmed Mohamed al-Maqqari, conocido como al-Maqqari. Un hombre de la Edad Moderna. Había nacido en Tremecén en 1578, muy pocos años después de la Batalla de Lepanto donde los cristianos europeos liderados por el Emperador español Felipe II vencieron y frenaron en el Mediterráneo al Imperio Turco Otomano. Tremecén era una ciudad que había sufrido también la expansión turca. Era la capital de su propio reino entre lo que sería hoy una zona de Argelia cercana a la frontera con Marruecos. Esta ciudad y Sultanato de Tremecén se vio acosado por los berberiscos y corsarios de Barbarroja desde Argel, por los turcos también desde el oriente, por el Sultanato Benimerín (Marruecos) por occidente, y por portugueses y españoles también desde el mar y sus costas, siendo que Orán, cercana a Tremecén, había sido tomada por los españoles para acabar con los ataques de Barbarroja. Los turcos finiquitaron el Sultanato de Tremecén al conquistarlo en 1553. Tremecén había estado pagando impuestos a España en una especie de acuerdo internacional tras la conquista de Orán para que España protegiera también a Tremecén de la expansión turca. Como sea, la expansión turca prosiguió hasta aquella Batalla de Lepanto en 1571. Entre tanto, en Tremecén se habían cometido muchos abusos de autoridad por parte del gobernador turco a la población de allí. En ese contexto nació y tuvo su infancia al-Maqqari. 

Al-Maqqari tuvo una educación al cargo de su tío que era un juez de la ley musulmana, un muftí, en Tremecén, por lo que este le formó en El Corán y las leyes. Siendo joven, pero ya independiente, se trasladó a la ciudad de Fez en 1603, que por entonces era la capital del reino que se derivó del Sultanato Benimerín en el final del siglo XV, el Reino de Fez o Sultanato de Fez, al cual sucederá hasta la fecha de hoy el actual Reino de Marruecos. En aquel momento el Sultanato de Fez estaba gobernado por el que fue su gobernante más culto y hábil en todos los ámbitos políticos y de conocimiento, Ahmad al-Mansur. Estuvo trabajando en torno a la Corte de este e incluso le dedicó una de sus primeras obras escritas, sobre los hombres de leyes (ulemas) de Fez y de Marraquech. Fue en aquel lugar donde pudo ver la llegada de moriscos españoles cuando por edicto del rey Felipe III en 1609 fueron expulsados y cuya expulsión se fue produciendo a lo largo de 1609 a 1613. No solo llegaron al Sultanato de Fez, llegaron también a otros lugares que en el futuro volverían a cruzarse con al-Maqqari, lugares como Egipto (con autogobierno dentro del Imperio Turco Otomano) y Oriente Próximo (parte del Imperio Turco Otomano). Como sea, aquí vivió de primera mano y en un primer momento esa llegada masiva y toda la riqueza cultural nueva que consigo traían, así como historias de su pasado y del pasado de al-Ándalus. 

 En 1618 fue nombrado juez (muftí) e imam de una de las mezquitas de Fez, pero en el mismo año decidió realizar su primera peregrinación a La Meca. En 1619, como resultado del viaje, se instaló en El Cairo, siendo Egipto un sultanato considerado provincia del Imperio Turco Otomano, que les había conquistado y que desde 1609 tenía una serie de revueltas y guerras civiles a causa de que los egipcios hacían políticas proteccionistas de su propia población autóctona, lo que a menudo chocaba con los gobernantes turcos. Tras una dura represión en 1610, no se logró una relativa pacificación hasta que se concedió autonomía política dentro del imperio en 1623. En este otro contexto no solo había llegado al-Maqqari y se había instalado allí en 1619, sino que además habían llegado allí numerosa población morisca española, a cambio de que los turcos mandaron población llamada egipticiante a España (los gitanos, cuyo origen remoto venía de La India). Al-Maqqari escribía y realizaba su labor religiosa y de leyes, a la vez que se permitió viajar cinco veces más a La Meca desde Egipto a Arabia, así como a Jerusalén, en Palestina, y a Damasco, en Siria, todos ellos territorios del Imperio Turco Otomano. 

En 1628 decidió volver a cambiar de lugar donde vivir y se instaló en Siria, en Damasco, donde comenzó a hablar de hadices, esto es: frases atribuidas al profeta Mahoma y otros hombres considerados profetas y santos, frases que sientan precedente para crear jurisdicción. En esto estaba cuando una persona importante de allí, según relató al-Muqqari, le animó a hablar y escribir una Historia de al-Ándalus y en concreto del gobernante e historiador Ibn al-Jatib, del cual ya hemos hablado pues era el que más en reciente en el tiempo había hablado de Alcalá de Henares, en el siglo XIV, igualmente había sufrido exilio y expulsión de la península Ibérica, como vimos.

Regresó en 1629 a El Cairo para arreglar sus cosas y regresó a Damasco donde terminaría de escribir esta obra y moriría en 1632. En aquellos años de Damasco gobernaba el Imperio Turco Otomano la primera mujer regente,  Kösem Sultan, dando al gobierno otro sesgo diferente al habido hasta entonces, orientado a lo cultural, aunque su hijo volvería a la política bélica de expansión en cuanto alcanzara la mayoría de edad.

 El libro que le encargaron se transformó en el libro más importante que escribió en toda su vida. Fue publicado en dieciséis tomos. Los primeros ocho se dedicaron de manera enciclopédica a toda la Historia musulmana de al-Ándalus, haciendo acopio de todos cuantos cronistas musulmanes anteriores que le habían precedido escribieron sobre ello. Era por tanto una obra muy rica en referencias incluso de libros que hoy día no se encuentran. Hacían también estos libros mención a las relaciones de al-Ándalus con el Mediterráneo Oriental, o sea con los islámicos del Imperio Árabe y sus sucesores, en esos tiempos los turcos, y a la inversa, de los islámicos de Oriente con los de Occidente de la península Ibérica y también con los de Marruecos. No olvidemos que en esas relaciones los peninsulares, tanto musulmanes como cristianos, tenían un interés común con los sultanatos que hoy son Marruecos para no recibir una invasión ni del oriente mediterráneo ni del sur africano. En todo caso, los turcos de la época ya fuera por la fuerza de las armas o por las relaciones comerciales y religiosas mantenían relaciones diplomáticas con el occidente mediterráneo, y hasta cierto punto se sentían llamados a regresar la unidad del antiguo Imperio Árabe en aquellas épocas. Pero en estos años de regencia, como hemos dicho, el interés era más bien cultural y de unidad cultural o hermanamiento cultural, por más que les había fascinado todo aquello que habían conocido a través de historias y formas de comportarse de los moriscos españoles. Lo que no evitó que en algunos momentos y lugares muy concretos estos recibieran represión por un choque de cómo se entendía y se componían las formas de gobierno y sus derechos y deberes, muy diferente de la España del siglo XVII a la zona turca del mismo tiempo.

Los otros ocho volúmenes se dedicaban a Ibn al-Jatib, su obra, sus libros, su familia, su descendencia... Era una obra muy completa que incluso abarcaba cuestiones de geografía.

La obra se llamó Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib, comenzada a escribir en 1628, como se ha dicho y publicada hasta la muerte del autor en 1632 en Damasco y por extensión en el Imperio Turco Otomano. Probablemente su mecenas fue el gobernador (valí) de Damasco, Küçük Ahmed Pasha. La transmisión de esta obra en principio fue manuscrita, con todos los posibles errores de transcripción que eso podía suponer, y más tarde fue impresa. Sirvió en adelante para escribir la Historia de al-Ándalus de una manera más científica dado que compilaba tantas referencias de historiadores previos. Evidentemente los que más se beneficiaban de ella eran los historiadores musulmanes, que lo tenían más fácil para conocerla, siendo que los historiadores no musulmanes no se interesaron en ella, en parte por no entender el idioma o simplemente por ignorar a los autores no europeos.

La primera vez que se quiso trasladar a un idioma europeo, cristiano, para facilitar el conocimiento e Historia de la península Ibérica, fue al comienzo del romanticismo en el siglo XIX, cuando también comenzó a crearse un interés especial por los estudios arabistas. José Antonio Conde encontró un ejemplar en la Biblioteca Real de París y quiso incorporarlo en su obra Historia de la Dominación de los árabes en España, pero no logró hacerlo. Sería otro arabista e historiador español, Pascual de Gayangos, quien sí lo hizo por primera vez en dos volúmenes que publicó y tradujo al inglés, History of the Mohammedan Dynasties in Spain (Historia de las dinastías mahometanas en España). Lo publicó entre 1840 y 1843. Unos diez años después fue traducida al francés por otro autor de origen precisamente francés, y fue de nuevo publicada de manera completa en Egipto tanto en 1863 como en 1885, y de nuevo al completo, de forma más tardía, en Líbano en 1988. Actualmente hay una edición más moderna, en inglés, publicada por la editorial Kessinger Publishing, en su colección Kessinger's Legacy Reprints, en 2010. 

En esta obra al-Maqqari se retrotrae a los cronistas que mencionaron Alcalá de Henares, por lo que vuelve a mencionarse tanto la leyenda de la Mesa de Salomón en los Montes Zulema, como el asunto de su castillo, sus batallas, sus nombres, y repite el que le dio Ibn al-Jatib, dado que la mitad de la obra se dedicó a este autor, por lo que al-Maqqari reproduce el nombre de Al-Qal´at Adb al-Salam para Alcalá de Henares. Sirve por tanto su obra de repaso. 

Podemos entender en términos generales también dado el contexto histórico que rodea a esta crónica que fue un intento de reclamación de las relaciones culturales y sociales que unían a los dos extremos del Mediterráneo entendido desde el Islam. Pensemos que los primeros volúmenes, centrándose en al-Ándalus, también hablaba de manera clara y expresa de los sultanatos que evolucionando en el tiempo formarían Marruecos, e incluso hoy día Argelia. Lugares que ya hemos visto que aspiró el Imperio Turco a asumir hasta la Batalla de Lepanto en 1571, en el siglo XVI. Ya iniciado el siglo XVII los turcos estarían más interesados en expandirse por tierra por el Este de Europa, y mediado el siglo y durante el XVIII se interesarían más por sus fronteras orientales con La India y partes de África. Si bien en el siglo XIX volvió a tener actividad en los Balcanes a costa de los movimientos nacionalistas que aspiraban a la independencia, toda esta actividad guerrera no quedará del todo calmada hasta su derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la revolución de Atatürk que desde la década de 1920 modernizó el país intentando europeizarlo con la particularidad de su tradicción musulmana en lugar de la judeocristiana.

Como sea, es de entender que con esta obra y con la llegada de los moriscos españoles a aquellos territorios, se hacía una reivindicación de los lazos comunes que debían unir más que desunir, cosa difícil cuando Murad IV, emperador que habría de gobernar tras la regencia de su madre, regresó a los métodos más autoritarios de poder y de intento de expansión. Sin embargo, también es cierto que la belicosidad turca fue disminuyendo con el tiempo salvo momentos puntuales ya mencionados, y que fue eso mismo lo que hizo que los europeos y los turcos colaboraran con  frecuencia en numerosas cuestiones desde el siglo XVIII, razón por la que nacería el arabismo como fascinación de la cultura islámica en Europa y de la europea en Turquía. 


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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