martes, 29 de julio de 2025

Procesos de colonización y descolonización. Apuntes históricos y recursos didácticos

Título: Procesos de colonización y descolonización. Apuntes históricos y recursos didácticos.
Autor: Julián Vadillo Muñoz.
Editorial: Volapük Ediciones.
Año de publicación: 2025 (1ª edición)
Género: Historia.
ISBN: 978-84-12653724

 

La editorial alcarreña Volapük Ediciones, hasta cierto punto ligada desde Guadalajara a varios autores de Alcalá de Henares, ha publicado este año de 2025, en mayo, un nuevo libro del doctor en Historia Julián Vadillo Procesos de colonización y descolonización. Apuntes históricos y recursos didácticos. Se trata de un proyecto investigador del complutense afincado en Madrid, y de un encargo de la propia editorial. Un proyecto que ha tardado varios años en darse por acabado y listo para publicar. Es igualmente una manual de estudio, una herramienta pedagógica, para los estudiantes de de educación secundaria, no olvidemos que Vadillo es profesor tanto de la Secundaria como de la Universidad. No obstante, este libro también es válido para universitarios y para adultos interesados, ya que los procesos de colonización y descolonización no suelen ser tratados ampliamente en la historiografía española, especialmente los procesos españoles. En este caso abarca todos los procesos colonizadores y descolonizadores de todo el mundo, es un libro de Historia Universal, desde el siglo XIX hasta aquellos procesos en África, Asia y América que a mediados del siglo XX llevaron a las independencias posteriores a la Segunda Guerrra Mundial. Llega a tocar sus consecuencias para entender nuestro mundo actual en el siglo XXI. Vadillo abarca sin miedo temas tan poco tocados como el enfoque del choque que supuso la llegada del mundo ligado a las lógicas capitalistas del siglo XIX a sociedades cuya cultura no estaba en ese mundo, ni siquiera en el industrializado. Por esto mismo, las agendas políticas y económicas occidentales no coincidían con los intereses y creencias de las sociedades a las que llegaron, lo que, a pesar de la aculturación dada desde ese siglo XIX, la llegada de ideas revolucionarias y sociales diferentes a todos aquellos lugares era algo inevitable, especialmente desde la Primera Guerra Mundial, momento donde además se forzaba a tomar partido por las metrópolis a los habitantes de aquellos lugares, algunos lo asumían sin más. Es por ello que los procesos abiertos especialmente desde la década de 1950 entraron de lleno en los conflictos de la Guerra Fría, pues la geopolítica fue algo fundamental unida a la necesidad de materias primas y recursos. 

Vadillo tiene en cuenta que el destinatario principal es el alumno adolescente que se encuentra formándose, por lo que usa un lenguaje accesible y conceptos claros. Divide el libre por zonas geográficas. Se ayuda de ejercicios y unidades didácticas, pero la obra explica la Historia de manera útil y dentro de los pensamientos e ideologías, así como creencias, que cada uno de los actores ha tenido en este aspecto de la Historia. No olvida una visión que trata de comprender y explicar lo que el colonizado interiorizó y cómo se manifestó desde la descolonización a la actualidad, pero tampoco ignora el neocolonialismo del siglo XX y XXI y lo que este provoca. Tampoco trata de perder al alumno poco acostumbrado a los libros de Historia, por lo que sintetiza todo en unas doscientas ochenta y ocho páginas, siendo así una aproximación nueva y útil para alumnos jóvenes, pero también para personas interesadas que les cueste leer los libros más profundos de Historia. 

Cuenta en su cubierta con una fotografía que recoge el detalle de una pieza en bronce de una calabaza rallada, de la cultura maliense.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 19 de julio de 2025

Fragmentos y evocaciones

Título: Fragmentos y evocaciones.
Autor: Pedro Atienza.
Editorial: El Reino.
Año de publicación: 1979 (1ª edición; introducción y poema de Luis Antonio de Villena).
Colección: Síntesis. 
Nº de volumen en la colección: 13.
Género: Poesía.
ISBN 13: 978-84-85017110
 
Pedro Atienza tuvo un inicio poético directamente en la consagración, por todo lo alto. Como ya se ha comentado en estas notas, él nació en el verano de 1955 en Madrid, y se trasladó a Alcalá de Henares de niño con su familia en 1961. Aquí se desarrolló en su infancia y juventud interesándose por la música de Bob Dylan y el flamenco, pero también por numerosos poetas clásicos españoles del Siglo de Oro, pero también por algunos poetas del siglo XX como Pessoa o Borges. Su pasión por la poesía le llevó a analizarla y a escribir sus propios versos. De esta manera, y en plenos aires del final de la dictadura y el comienzo de la Transición, alimenta más esta afición con los nuevos aires de libertad  que traen tanto textos como personas del exilio. En un ambiente más libre se anima a componer y publicar su primer poemario a la edad de 24 años de edad, barbado con profusión, y con un aspecto lozano que le hace casi irreconocible respecto a su aspecto a edad más adulta, según se ve en los archivos fotográficos de Televisión Española. El libro era Fragmentos y evocaciones. Presenta el libro en Madrid capital de la mano, ni más ni menos, que del poeta Rafael Alberti, el cual había regresado a España de su exilio en 1977, año, en el que es elegido diputado por el Partido Comunista de España, escaño del que renunció meses después para dedicarse más a asistir a numerosos recitales de poesía, a conocer a nuevas voces y a seguir encauzando su obra en Roma. Entre los actos poéticos a los que asistió Rafael Alberti esta la citada presentación del libro de Pedro Atienza en Madrid. Fue en 1979, y el propio Alberti acompañó en la mesa de presentación a Atienza. No se puede tener un mejor comienzo en poesía.

El libro fue publicado por la editorial El Reino, dentro de su colección Síntesis, como el volumen 13 de ella. Fue editado en rústica en edición de bolsillo. Contó en su portada y contraportada con reproducciones de dos cuadros amorosos pintados por Gustav Klimt, que fueron enmarcados en un recuadro con adornos modernistas típicas de comienzos del siglo XX, pero que en plenas décadas de 1960 y 1970 volvieron a ponerse de moda, reinterpretadas dentro de la cultura popular (cultura pop), de la contracultura y de la psicodelia, si bien en España el gusto por el regreso del modernismo duró algo más de tiempo. Diseñó la portada y maquetó el libro otra figura importante en los libros de Alcalá de Henares en cuanto a su producción como objeto cuidado: Vicente Alberto Serrano.

Formalmente su interior mostrará grabados de José Clará sobre Isadora Duncan, poeta pasada al que Atienza le dedica un poema, junto a poetas malditos franceses del siglo XIX, como Rimbaud y Verlain, aunque también lo hará a César Vallejo entre otros, incluido Carlos Chacón, el pintor y ceramista alcalaíno hijo del reconocido poeta alcalaíno José Chacón. Carlos Chacón en esos años era joven como Atienza e indudablemente por este poema eran amigos, incluso se describe las noches de juerga entre ellos, presumiblemente en Alcalá de Henares, por el hecho de las biografías de ambos, pues no se menciona la ciudad. 
 
Es un libro divido en dos partes, "Fragmentos", a la vez subdividido en otras dos partes, y "Evocaciones". Presentaba los poemas de una manera innovadora, tímidamente experimental, propio de la década de 1970, comenzando los poemas en cada página impar pasada la mitad de hoja, por lo que ocupaba la extensión del poema ese cuarto de página y a donde llegaran sus versos en la página par que la sucediese. Sin embargo, los poemas no son experimentales. Se trata de poemas con cierta ruptura contracultural en lo formal y puede que en las temáticas que trata, dado que se venía de un periodo anterior muy restrictivo por la férrea mirada de la dictadura de Franco y la mentalidad conservadora implantada en España desde 1939. Ahora bien, Franco había fallecido a finales de 1975 y los cinco años siguientes comenzarán toda una ruptura con lo él significó y marcó. Este libro salió a la luz en marzo de 1979, pero en parte sería producto de la selección y refinamientos de poemas anteriores del anterior, al margen de que creara nuevos poemas para la obra. Así pues tiene temáticas atrevidas para el momento, aunque no llega a ser tan atrevido como en esa misma época era Leopoldo María Panero o Luis Alberto de Cuenca.
 
Rebosa en él, en Atienza y en el libro, una pasión desatada de todo lo que es un primer poemario, siempre más libre, más fresco y más rabioso. Todo el fervor de Atienza por sus lecturas poéticas aparece en sus primeros poemas. A comienzos de la década de 1980, impulsado por este respaldo poético de Rafael Alberti a sus poemas, Atienza se trasladó a Madrid donde comenzará una brillante carrera la radio nacional, en determinada prensa, la flamencología y la poesía. No sólo Alberti apoyó su primer poemario, también lo hizo otro poeta consagrado ya en la Transición, Luis Antonio de Villena, quien le escribirá la introducción y un poema. La aparición de Villena le pone a Atienza entre esos autores españoles que abrazaban la contracultura poética que ya llevaba años haciéndose fuera de España, como la de Bukowski, por ejemplo, o Nicanor Parra. Le pone junto a los Panero y otros autores. Ahora bien, como ya se ha dicho, Atienza no termina de ser temática ni formalmente todo lo rupturista que fueron Villena, Cuenca o Panero, tiene algo que lleva sus poemas al ámbito de los poemarios del desarraigo social propio de Blas de Otero o de Caballero Bonald, gente del llamado exilio interior que pretendía romper con las formas del franquismo pero por necesidad de seguridad física y personal han de hacerlo a sabiendas que lo hacen desde dentro unas dos décadas antes. Quizá es eso lo que atrajo a Rafael Alberti, miembro de la generación surrealista de 1927. Atienza tiene también algo de la lírica poética de esa generación, aunque es más sutil, y deja deslizar algo de su pasión por el folclore flamenco, aunque también está aquí de manera sutil, no evidente. 
 
Podríamos situar a Atienza con este primer poemario como algo rompedor y contracultural propio de la Transición y previo a la Movida de la década de 1980, no obstante le dedica un poema a su amistad con Chacón enfocándola desde la juerga, la borrachera y lo sensual, pero a la vez tiene algo de reivindicación social y hasta existencial con una delicadeza propia de las generaciones de antes de la guerra civil y de mediado el siglo. Estaría pues con ese poemario situado como pieza de diálogo entre unas y otras generaciones, aún a pesar de que él sería una voz joven y por tanto debería estar abocada a la ruptura y a lo contracultural cuyo camino lógico sería hacia la Movida.
 
Es un poemario dedicado a la vida, a la vida como disfrute con pasión, pero paradójicamente también es un lamento y una advertencia, porque la vida, nos dice a lo largo de todo el poemario, se acaba. Nos estamos muriendo desde el mismo momento en que vivimos. El tiempo se agota y eso le lleva a recordarnos que el cuerpo material muere a cada instante, cada día un poco más, mientras que lo mental es vida plena y que puede que lo que quede de nosotros vivo sea eso, el recuerdo, el pensamiento, la palabra. Es una suerte de platonismo disociando lo material de lo inmaterial.
 
Cuando... cuando podremos aterrizar indemnes
y sentir a dos caras la dulzura del llanto?
Cuando, preguntas tú, el llanto será llanto
y compondrá las estrofas malditas de la vida?
Y la vida? Y si la vida
se aposenta en la vida y acaba con nosotros?
Y nosotros... nosotros... moribundos.
 
No obstante el poemario al ser culminado en 1979 está atravesado de la muerte del padre de Pedro Atienza, Antonio Atienza Alexandre, a quien no sólo le dedica el libro, sino que además le compone varios poemas razonando sobre la vida, la muerte y la relación entre padre e hijo como transmisión de vida del uno al otro.
 
(...)
En bonanza esgrimir con dicha demoniaca
el destral de la muerte en tu sonrisa,
pues te aguarda el latido mineral
de la tierra muriendo entre la alpaca
en estos versos míos que son brisa.
 
Pero es también un poemario de amor y carnalidad, sexual o de bacanal de bares. Es ahí donde reside gran parte del canto a la vida que resulta ser esta primera obra suya y lo que le une a una corriente rompedora con la cultura poética previa en la España de los tiempos de la dictadura y su férreo control sobre lo que era moral o ético en sociedad. La segunda mitad española de la década de 1970 es una ruptura y nuevos aires de libertad, lo que probablemente para un sector social amplio sería escandaloso, de ahí una contracultura española ligeramente diferente a la anglosajona de unos años antes.
 
(...)
¿Por qué tanta torpeza
al subir la marea de mi sexo
y encontrarme perdido?
(...)
Explícame en silencio
si es brutal arder cuando me faltas
y seguirte, quemado, en tu mirada,
si, acaso, invadir el aire que te roza
y bajar a tu cuerpo a bocanadas
será mi bálsamo animal,
si consumir mi alma en rescoldos endebles
y hacerme un sitio en ti
será vivir de nuevo.
(...)
 
Es indudable que incluso en algunos poemas de amor no carnal podría tener una doble lectura, ya sea al padre a una amada, incluso a un amado, pues en algún poema pareciera jugarse con la idea de la bisexualidad, o de bien amor en el sentido de aprecio entre amistades. Tiene el libro junto a ese carácter de canto a la vida y lamento por la muerte, este otro tono unido de la vida como algo que ha de vivirse pasionalmente como una gran llama que haga arder todo o de lo contrario la vida sólo sería muerte. Es precisamente por eso que la idea central de todo el libro, repito, es la idea de que desde el mismo momento que se vive se comienza a morir. Cada día se muere, pero precisamente cada día hay que vivir. Tiene, hay que reconocerlo, un espíritu más de poeta maldito francés del siglo XIX, como los que nombra, más que de contraculturales de la década de 1970, quizá por ello mismo está a mitad de camino entre los dos mundos poéticos que España vivía justo en la Transición, entre Alberti y Villena. Entre Alberti y Panero. Atienza, con este poemario está en el cruce de camino, que no es cruce, sino entrada de uno en el otro... justo cuando en breve, en esos años de 1980, abrirá la nueva senda nacida de ese mismo lugar Luis García Montero, por entonces considerado uno de los novísimos un poeta de la nueva sensibilidad. Era eso lo que se estaba fraguando, la poesía de la nueva sensibilidad, sólo que aún no había tomado toda su forma formal y Atienza va abriendo la puerta, o al menos girando el picaporte.
 
 Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 12 de julio de 2025

Los pasos del ayer

Título: Los pasos del ayer.
Autor: Daniel L.-Serrano, "Canichu" (Daniel López-Serrano).
Editor: Daniel L.-Serrano, "Canichu" (autoedición).
Impresor: Lozano Impresores
Año de publicación: 2025 (1ª edición).
Género: Novela
ISBN: 979-13-87610-44-9

 

La novela Los pasos del ayer, del alcalaíno Daniel López-Serrano, más conocido como “Canichu”, consta de tres partes, que funcionan de manera casi independientes, cada una con sus lógicas internas y particularidades, aunque conectadas a través de un personaje principal, un periodista llamado Daniel cuyas iniciales, DLP —según firma sus cartas—, nos recuerdan al propio autor del libro y bien pudiera interpretarse como una especie de alter-ego histórico.

La primera parte de la novela se desarrolla en la España de la II República y está ambientada, fundamentalmente, en Madrid y la comarca del Henares.

La segunda parte transcurre fuera de España, en Tánger y, sobre todo, en París, y relata la vida en el exilio de varios personajes, tanto del propio protagonista, como otros que aparecieron o se vislumbraron ya en la primera parte, y se introducen otros nuevos.

La tercera parte la completa una correspondencia epistolar que el protagonista mantiene con una escritora. Las cartas se intercambian unas décadas después de que sucedieran los hechos narrados hasta ese momento y es de suponer que, aunque no se deduzca expresamente del texto, es ella quien escribe las dos primeras partes, puesto que están escritas por un narrador omnisciente.

Esta estructura espacio-temporal es, desde mi punto de vista, uno de los grandes aciertos de la novela, dado que permite un avance fluido de la trama a la vez que mantiene la tensión narrativa hasta el final de las cartas. Otro aspecto a destacar, sin duda, es la ambientación de la historia, pues describe muy bien la atmósfera de la época, tanto de los sucesos que reseña —Casas Viejas, movilizaciones sindicales y obreras, huelgas generales, gobiernos de uno u otro signo, asesinatos, etc.—; como de los escenarios —notable el primer capítulo del cine y las escenas en bares—; las profesiones —cigarrera, limpiabotas, etc—; el vocabulario de la época —rico en expresiones y refranes—; los usos y costumbres, etc.

En este contexto, son interesantes las reflexiones políticas y sociales que plantea el libro, desde los sempiternos dilemas de la izquierda —¿responder “golpe por golpe” o rebajar la tensión?—, al papel del sindicalismo, del anarquismo, de los órganos dirigentes frente a los militantes de base, de primar los medios o los fines, etcétera.

El propio argumento del libro es fruto de esa atmósfera y liga muy bien con ella. Con unas descripciones y unos diálogos en los que saboreamos el mejor cine negro de la época, unos legajos o papeles son la excusa perfecta para elaborar una trama de peleas, confabulaciones, secretos y asesinatos. La incógnita de qué contienen esos papeles se mantiene viva hasta la misma resolución de la novela y es uno de los motores del suspense.

Otro motor del libro es, sin duda, es el propio universo del autor. Como lector asiduo de las publicaciones de Canichu, veo plasmado todo su imaginario: sus obsesiones, intereses y cosmovisión. Varios son los ejes cognitivos y afectivos de ese mundo interior:

1. Alcalá de Henares y sus alrededores. Buen conocedor de la ciudad y la comarca (siempre he dicho que Canichu es una suerte de “cronista oficioso” de la ciudad), se hacen muchas referencias a lugares y sucesos, algunos poco conocidos, del contexto complutense de la época. El viejo aeródromo —del que todavía hoy quedan algunos restos—, algunos hechos acaecidos en la ciudad antes y después del levantamiento fascista, los libelos contra Marcos Ana y otros republicanos, etc. Es de agradecer, además, que la novela arroje luz sobre algunos de estos hechos.

2. Personajes… ¿reales? Me ha sorprendido mucho, por novedoso, que el autor incluya algunos nombres de amigos en la novela. Siempre se ha dicho que los escritores se inspiran en personas que conocen, pero ¡¿hasta el punto de llamarlas por su nombre?! Como lector desconozco cuál es el propósito de ese recurso, no sé si es por mostrar estima hacia ellas, rendirlas una especie de tributo, o dejarlas retratadas «para la posteridad», pero no deja, desde luego, indiferente. Algunos personajes reconocibles, tanto por su nombre como por su fisionomía, son: Mario Misas, Julián Vadillo, Carmen Herrera, Zia Mei, Sofía Winter o el Carbonilla. También aparece mencionada una gata, Reina, que recuerda a la mascota del autor, según tengo entendido, ya fallecida.

3. Ideología. Aunque desconozca en profundidad la ideología del autor —en gran medida se me escapa a pesar de conocerle desde hace años— se puede intuir gracias a las abundantes referencias políticas del texto. No faltan menciones ni reflexiones sobre personas, organizaciones sindicales, anarquistas, comunistas y, en general, «de izquierdas». Algunas de esas reflexiones las hace el propio protagonista de la novela —que, recordemos, es una especie de alter ego histórico del autor—.

4. Poesía. Es otro de los ejes que vertebra la Canichidad —permítaseme el sustantivo abstracto—. El autor del libro tiene publicados (o sin publicar) varios libros de poesía y la poesía es un elemento profuso en el texto. Se incluyen rimas, algunos poemas, y un meritorio pasaje de “postales del Amazonas”, que más que postales, son un poemario en sí mismo y cobran vida propia dentro del texto general.

5. Bares/Cafeterías/Tabernas. El autor escribe desde hace años un blog, Noticias de un espía en un bar, que condensa algunos de los principales ingredientes de la novela: i) —Noticias— El protagonista del libro es un periodista), ii) —espía— La trama y las descripciones tienen un inequívoco sabor al cine negro y de espías de los años 40 y 50 y iii) —en un bar— muchas de las escenas del libro suceden en tabernas, bares y cafeterías, sobre todo en la segunda parte de la novela, la que transcurre en París, donde la atmósfera y las descripciones cobran especial riqueza sensorial.

6. Otros temas pertenecientes al mapa afectivo del autor: las mujeres, el amor, los cómics y el cine —por ejemplo, se menciona a Superman, protagonista de uno de los últimos libros del autor—.

Por lo demás, creo que, en su vertiente estilística, estamos obviamente ante un libro de madurez, en el que el autor ha encontrado ya su propia voz. Con un estilo absolutamente reconocible, personalísimo, Canichu consigue describir bien atmósferas y personajes. Los diálogos, a veces crípticos, otras veces descarnados, son deudores del cine negro y, tal vez, del mundo del cómic. Las frases pecan a veces, desde mi punto de vista, de cierto laconismo y exigen un esfuerzo interpretativo que deja la sensación, como lector, de no haber entendido del todo su significado. Otras veces se abusa de rimas internas, anáforas, aliteraciones y demás figuras estilísticas a fin de generar efectos sonoros, rítmicos o estéticos, que seguramente son deudores de la faceta poética del autor, pero que pueden ir en detrimento de la claridad del mensaje.

En general la primera y segunda parte de la novela funcionan muy bien. La tercera parte se enfanga a veces en el contexto histórico, y a veces diera la impresión de que sirve más para lucir el bagaje intelectual y académico del autor, que para el avance de la historia. Así, se hacen reflexiones sobre el cine y el arte norteamericano, los vuelos transoceánicos, la máquina de Turing, la revolución mexicana, el asesinato de Gandhi y otros sucesos del siglo XX, que indudablemente configuran el contexto global de la novela, pero que a veces se antojan demasiado alejados de la trama principal. En ese sentido, cabe decir que, habiendo seguido la trayectoria del autor, uno tiene la sensación de que estas digresiones responden en cierta manera a su personalidad. Canichu, como pensador y escritor, más que hacia un enfoque sistemático y analítico, tiende a dirigir su atención hacia hechos que le resultan insólitos o reveladores; en ellos se enfoca, y es obvio que disfruta detallándolos.

En definitiva, Los pasos del ayer es una novela de madurez y una buena novela. Su estilo personalísimo y su facilidad para recrear atmósferas nos recuerda que la historia —tanto la micro como la macro—, se escribe también desde los márgenes y desde las experiencias concretas de quienes la vivieron.

 

 Reseña escrita por Javier Bardón.

sábado, 5 de julio de 2025

Desposesión

Título: Desposesión.
Autor: Alejandro Palacios.
Editorial: Ediciones Mingaseda.
Año de publicación: 2002 (1ª edición; prólogo de José Méndez).
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-9323440-2

 

Hay un poeta alcalaíno actual cuya obra se compone a fecha de hoy de dos poemarios muy distanciados en el tiempo entre sí. Se trata de Alejandro Palacios, quien en 2002 mediante al editorial alcalaína Ediciones Mingaseda publicó el primero, Desposesión, y en 2021 el segundo, Carne de Luna, con Ediciones Oblicuas. Habían pasado entre ellos diecinueve años. El segundo fue anunciado en prensa local. Hoy le presentamos en estas notas a través de su primer poemario, Desposesión. Antes anotaremos que el autor fue finalista en el concurso de relatos melibro.com con el relato "Pequeño descuido". Tiene una actividad de taller de creación literaria a través de una página de Internet en la que colabora con la fotógrafa Rocío Arrebola. Aparte, escribe artículos para una revista de ciclismo, un catálogo de Arte y una revista llamada Scouting. Hemos de pensar por esa trayectoria que aunque siente afición por la escritura, no es su principal actividad. Ahora bien, como se puede ver, su escritura no se limita a lo meramente literario, y dentro de lo literario su vertiente es la poesía, el cuento y el ensayo articulista. 

Su primer poemario, Desposesión, fue publicado con unas cubiertas sobrias en color hueso con apenas el título, el autor y el nombre de la editorial sobre el que se ve un botijo. Eran unas cubiertas en papel verjurado, lo que les otorgaba cierta distinción sencilla. Contaba el libro con un prólogo de José Méndez.

En este poemario homenajeaba a varias personas. Es de un estilo intimista con unos versos meditados y dentro de las medidas métricas, sin aventurarse demasiado en el verso libre. Su intimismo le hace explorar su propia percepción de la vida respecto a su existencia en referencia a la de los otros, y la de los otros en referencia a la propia.

(...)
Dejo a la gente más envejecida,
la creo mirarme desde una ventana,
la mato un poco, queda tan lejana,
que me parece darla por perdida
(...)

 Ahonda en cierto modo en el desasosiego social y las relaciones sociales en el mundo moderno, y eso aún cuando en 2002, cuando se publica este poemario, las nuevas formas de telecomunicación aún no estaban tan desarrolladas como hoy día en 2025. Por ello hemos de pensar que gira sus ojos en torno  a una sociedad urbana y cada vez más tendente a la alienación material, olvidando lo humano. El otro nos puede ser ajeno, pero a la vez es nosotros mismos. 

Un vértigo, un desasosiego, una llamada de atención.
 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".