Título: XI Premio José Chacón de Poesía y Prosa 2000.
Autores: Alejandrina Pardo Fernández (coordinadora); Antonio Soria Romero; Concepción Bravo Requena; María del Carmen Fernández-De Valderrama Moreno; Gema Cacho Regalado; y varios autores.
Editor: Fundación Colegio del Rey y Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Año de publicación: 2001 (1ª edición; introducción de Alejandrina Pardo Fernández).
Género: Relato breve; Poesía.
ISBN: 978-84-95011-41-7
Lo cierto es que el libro en sí es bastante raro, no solo por la escasez de sus ejemplares, lo que le hace raro de encontrar, también porque los convocantes del certamen José Chacón no han solido publicar en libros las obras ganadoras. No quiere decir que algún día las reúnan y lo hagan, aunque eso probablemente es algo complejo, tal vez ya imposible, pues requeriría rastrear a todos los ganadores desde 1990-1991. Ignoro si este librito es el único de ellos que se hizo, o si bien se llegaron a editar estos libritos al menos en aquel mandato de PSOE-IU entre 1999 y 2003. La escasez de su número y la entrega a los participantes ha hecho que los ejemplares sean totales desconocidos entre el resto de los ciudadanos, impidiendo, por otra parte, la difusión de las obras ganadoras, a pesar de que estas publicaciones se suelen hacer precisamente para esa difusión y para fomentar la Cultura y enriquecerla, en este caso dentro del ámbito local de Alcalá.
El libro fue editado por la desaparecida Fundación Colegio del Rey. Ya hemos hablado de esta varias veces, y fue impreso en la imprenta de Ballesteros, impresor y autor también de Alcalá de Henares, cuya doble actividad de impresor y de autor, aparte de historiador aficionado, enriquecieron Alcalá y la enriquece aún su imprenta. En la edición participó también el ayuntamiento de Alcalá de Henares. La Fundación Colegio del Rey fue creada en torno a 1979, con el primer ayuntamiento democrático, también en manos del PSOE, con la idea de fomentar la Cultura en Alcalá de Henares y las investigaciones históricas. A través de ella se encauzó y realizó la representación de teatro al aire libre del Don Juan, de Zorrilla, el festival de cortometrajes que pasó a ampliarse a más cuestiones de cine bajo el nombre de Alcine, la puesta en escena de teatro del festival de clásicos de Alcalá, los premios de literatura diversos, los de pintura, los de investigación y divulgación histórica y otros, diversas exposiciones, las ferias del libro, los actos en torno al Premio Cervantes, etcétera. La fundación fue puesta en el punto de mira de las elecciones municipales de 2003, ya que el Partido Popular (PP) consideró que los trabajadores de ella eran y favorecían a gente amiga o próxima en ideas. Verdad o mentira, la fundación hacía un excelente trabajo nunca igualado hasta la fecha. El PP ganó las elecciones de 2003 y cambió la normativa sobre las actividades concernientes a las fundaciones acorde a cambios legislativos que se habían dado desde el gobierno central, también con el PP en el gobierno, con Aznar. De esta manera quedó inoperativa, pero existente, ya que mucha de su actividad gestionada desde lo público pasó traspasada en buena parte a empresas privadas y semiprivadas. En 2004, la concejala de Cultura, Dolores Cabañas, anunciaba el cierre final de la Fundación Colegio del Rey y el mantenimiento de los treinta y seis trabajadores de la entidad autónoma en otros puestos administrativos de su ámbito cultural. La actividad que venía realizando la fundación quedó en manos de una empresa municipal llamada Promoción Alcalá, que como se sabe luego tuvo otras derivas en otras tantas empresas y un intento del nuevo gobierno el PSOE con Somos Alcalá de recuperar lo público en la actividad pública desde 2015. Muchas de las publicaciones y el tipo de libros que apoyó la Fundación Colegio del Rey son de gran valor, actualmente se encuentran este tipo de proyectos en su mayoría con las puertas cerradas. Eso es parte de lo que ha perdido la ciudad y solo pequeños negocios intentan recuperar algo de todo aquello, como la línea editorial de la librería Domiduca.
Sea como sea, el libro fue publicado en formato apaisado de grandes dimensiones, cubiertas de papel verjurado con una fotografía de la Calle Mayor Nevada y papel de un buen gramaje. El interior contenía en sus páginas decoraciones y dibujos en tonos de color salmón y rojizos. Era un libro muy femenino en cuanto que su coordinadora, Alejandrina Pardo Fernández, era una veterana de Izquierda Unida en Alcalá de Henares muy implicada en el feminismo y la igualdad desde hacía muchas décadas, y en aquel año 2000-2001 tan lejano aún a este nuevo impulso del movimiento feminista actual. Muchas de las cosas que ella planteaba no era habitual que se plantearan por entonces, aunque actualmente son cuestiones presentes en prácticamente todas las políticas y comportamientos personales en pro de la igualdad de derechos y deberes en cuestiones de género sexual.
Alejandrina se dedicaba a temas culturales desde hacía tiempo, ella misma escribía, aunque no publicaba, o al menos no me consta. Solía ejercer más bien de motor para propulsar y fomentar a otros. Era habitual cliente del bar La Vaca Flaca, en la calle Postigo, donde se producía en efervescente punto de encuentro habitual de diversos creadores de todos los ámbitos en la ciudad. Allí la conocí yo por segunda vez y entablé amistad personal, incluso yendo a su casa en la Calle Mayor, desde donde se hizo la fotografía de la portada del presente libro. Yo la conocí, aún sin amistad, en el acto de entrega de estos libros en 2001 en la Capilla del Oidor, pues yo mismo había participado, sin ganar, con un relato que posteriormente sí ganó en el Certamen San Isidoro de Sevilla, patrón de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá. La propia Alejandrina, en torno a 2004, me confesó que en realidad iba a ganar mi relato, pero ella misma retiró su voto para que el libro pudiera contener un sesgo más conservador y evitar problemas en cuanto a lo atrevido de aquel relato, "Tenía que hacerlo", recogido en mi libro El frío que nos acoge mientras los robots caminan entre los humanos y otros relatos. En otras palabras, confesó que no perdí por calidad, sino por otro tipo de cuestión. Alejandrina se mudaría años después a Galicia, de donde ella era, transcendiendo para mí mucho después la noticia a través de un amigo común sobre su muerte por un mal estado de salud empeorado por el clima de allí. Era relativamente joven, aunque tenía ya cierta edad.
Alejandrina contó con Pilar Fernández para las ilustraciones, con Natacha Merville para la maquetación y el diseño, donde ella misma colaboró, y con la consulta de las fotografías de la Sección Femenina de la Falange conservadas en el Archivo General de la Administración, ubicado en Alcalá, para acompañar al relato en prosa ganador. Los miembros del jurado fueron Julia Bouza, Pilar Fernández, Mariano Gómez y ella misma, Alejandrina Pardo.
El libro comenzaba con una larga introducción escrita por Alejandrina construyendo un relato y reflexión a través de una selección de frases y párrafos sueltos de todas y a cada una de las obras participantes, tanto poesías como relatos. Había treinta y seis participantes, todos nombrados en la penúltima página, algunos presentaron varios poemas. Entre los nombres se pueden leer los de María Dolores de Aldama, Concepción Fernández, Luis de Blas (el conocido poeta local), Rocío Stevenson, Henar León y otros tantos, aparte del mío propio como Daniel López-Serrano y aún sin el "Canichu".
Había también un poema inicial escrito por Alejandrina sobre su consideración de qué es poesía, y otro poema final de ella donde se mencionaba en qué día y dónde se había terminado de imprimir el libro, cerrando tal poema así:
Con Poesía,
Para el Pueblo,
Desde el Pueblo,
Con el Pueblo.
El poema ganador era de Antonio Soria. Un señor mayor que escribió un extenso poema costumbrista y muy formal sobre el otoño y las cigüeñas de Alcalá de Henares, el cual escondía cierta metáfora sobre el paso de la vida, metáfora metida entre un nada disimulado piropeo a la ciudad y su Historia a través de innumerables evocaciones a sus edificios históricos.
Concepción Bravo fue la segunda ganadora de poesía, con una poesía experimental que jugaba con la estética visual al descolocar los renglones y crear formas con las palabras y las letras, pero que en definitiva no pasaban de ser en realidad aforismos y sentencias, género este de los aforismos cuya popularidad es mayor en la década de 2010. En eso hubo cierto modernismo al elegirla segunda ganadora, y en relación con lo conservador del anterior poema, ahí se producía el equilibrio del que me habló Alejandrina en 2004.
El primer premio de prosa fue para María de Carmen Fernández-De Valderrama, con su relato "Crónica de viejos tiempos". Lo cierto es que en realidad se trataba de un ensayo, más que de un relato de ficción. Era su propia memoria personal sobre unos sucesos ocurridos en su juventud o infancia durante la guerra civil española, en la zona rural de Ciudad Real en 1938. Tenía, eso sí, muy buena prosa y una capacidad descriptiva precisa y rica, con unas construcciones gramaticales que no se perdían en ningún vericueto. A pesar de ser una memoria, se narraba a modo casi como de cuento adulto, esto dicho incluso bajo al reflexión propia de que podría pasar por ensayo.
En el segundo premio de prosa estaba Gema Cacho con el relato "De frailes y de flanes". Era un pequeño cuento subdividido con pequeños capítulos que trataba precisamente de lo que el título decía, de frailes y de flanes. Era obviamente otro cuento de base costumbrista y con cierto tono pícaro al atribuirle al fraile la cocina de flanes con forma de tetas de mujer joven. Tiene un sentido del humor costumbrista y se recrea en descripciones como la levitación del fraile cuando cocinaba de lo mucho que le gustaba cocinar. En todo caso, era un cuento amable, más o menos inocentón, a pesar de lo pícaro, y por tanto, más o menos aceptable como obra premiada con el apoyo de un ayuntamiento.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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