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sábado, 30 de octubre de 2021

Don Juan Tenorio / Don Juan en Alcalá

Título: Don Juan Tenorio.
Autor: José Zorrilla.
Editor: [No figura, la Real Academia Española conserva un manuscrito por él mismo en 1844].
Impresor: [No figura].
Año de publicación: 1844 (1ª edición, de marzo)
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Título: Don Juan en Alcalá.
Autor: José Zorrilla / [Diversos adaptadores para su interpretación itinerante en Alcalá de Henares desde 1984].
Editor: Fundación Colegio del Rey / Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Impresor: AGSM
Año de publicación: 1988 a 2008 (1ª ediciones con Fundación Colegio del Rey, algunas posteriores con Ayuntamiento Alcalá de Henares; Todas con introducciones de directores teatrales y adaptadores de cada año respectivo).
Género: Teatro; Poesía.
ISBN: 978-84-404-3214-8 (edición de 1988, no hay constancia de ISBN en otras ediciones, pero sí de Depósito Legal].

 

Curiosamente uno de los autores relacionados con Alcalá de Henares y que actualmente, desde el último cuarto del siglo XX, muchos españoles relacionan con la ciudad, es un autor en cuya biografía no hay nexos con Alcalá. Tal vez pasara por la ciudad en algún momento en las épocas de su vida en la que residió en Madrid, pero no hay constancia de ello, y, de haber ocurrido, desde luego no tuvo relevancia ninguna. Se trata de José Zorrilla, que nació en 1817 y murió en 1893 como uno de los autores del Romanticismo español más importantes de nuestra literatura del siglo XIX. Su obra más destacada, Don Juan Tenorio, una obra de teatro, es la obra por la cual se le relaciona con Alcalá de Henares, aunque en realidad incluso esa obra tampoco tiene ninguna referencia a este lugar, siendo que su acción se desarrolla íntegra en Sevilla y que además se basó en la obra teatral El burlador de Sevilla y convidado de piedra, escrita por Tirso de Molina en 1630. Alguna persona cándida y desinformada se despista y suele relacionar la torre más antigua conservada de las murallas del Palacio Arzobispal, restaurada y reinterpretada en el siglo XIX desde la arquitectura romántica, con el nexo de unión entre Zorrilla y Alcalá. La cosa es que esa torre se llama Torre de Tenorio, pero no tiene que ver con don Juan Tenorio, sino como el arzobispo Pedro Tenorio que la mandó construir, el cual vivió entre 1328 y 1399, si bien su reconstrucción y reinterpretación en el siglo XIX nos da juego entre el siglo XX y el XXI para incluirla en nuestro imaginario en los escenarios posibles para la obra de Zorrilla. 

El asunto es que el 31 de octubre de 1984 la Fundación Colegio del Rey organizó con una serie de estudiantes, dramaturgos y actores la obra de Don Juan Tenorio de manera itinerante por todo el casco histórico. Cada escena se representaba en algún lugar emblemático del pasado urbano. Para que se pudiera dar esa itinerancia se necesitó que la obra de Zorrilla, escrita en 1844, pudiera ser adaptada para poder pasar de un lado a otro de la ciudad sin crear grandes males al entendimiento de la obra y tratando de captar la atención de los espectadores y que estos no se fueran. Pensemos además que la fecha elegida era la noche del 31 de octubre, por lo que daba paso al día de Todos los Santos, entre connotaciones religiosas cristianas y su culto a los difuntos que ya alcanzaron la santidad, y connotaciones fantásticas de fantasmagoría y toda serie de seres de lo oculto y lo macabro, sino de lo infernal. A causa de esas adaptaciones, que en realidad dejan muy intacto el texto original de Zorrilla, cada año cambia un poco la puesta en escena y la representación, siendo que además en la década de 2010 incluso se ha querido experimentar con música coral y hasta con música popular rap. Por ello recibe un segundo nombre estas representaciones: Don Juan en Alcalá, o Don Juan Itinerante. La obra se ha venido interpretando de esta manera en Alcalá de Henares desde ese 1984 hasta la actualidad variando las compañías teatrales, musicales, directores, actores y actrices, adaptadores, etcétera. Desde los inicios con gente anónima y lo modesto, pero sincero, a la actualidad que tiende a los famosos y a menudo a la grandilocuencia y lo espectacular. Algunos directores y algunos adaptadores han repetido varios años. Solo dos años vieron interrumpida su representación, en 1991 y en 2020, en este caso por la pandemia de la Covid-19.

 Algunas de estas representaciones fueron grabadas para ponerlas en formato de película, fueron quince ediciones hasta la fecha, las ediciones de 1984, 1985, 1987, 1988, 1991, 1993, 1997, 1998, 1999, 2000, 2003, 2004, 2005, 2008 y 2018. Estas han tenido especial protagonismo el Huerto del Obispo, dentro de las murallas del Palacio Arzobispal, rompiendo así con la idea original de itinerar por todo el centro histórico y conglomerando a la gente de escenario en escenario pero dentro de un espacio cerrado, como es el interior de las murallas, pese a ser al aire libre. Una de las quejas habituales de los alcalaínos de siempre es precisamente esa transformación de algo que era emblema de la esencia de la cultura de la ciudad, a ese otro algo que es más bien producto del ansia viva por el turismo de masa, el dinero, y la desnaturalización del origen y la sinceridad originales. Sea como sea, desde la década de 2000 estas representaciones se acompañan a lo largo de las semanas de noviembre por otro Don Juan Itinerante más modesto que trae a los personajes de la obra a pequeños grupos de turistas a los que se les guía turísticamente por la ciudad, combinando trozos seleccionados de la obra con explicaciones de la Historia de Alcalá.

La obra alcalaína, que ayudó a consolidar culturalmente nuestro valor como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 2002, y la Comunidad de Madrid pasó a potenciar su visita cada año. En 2008, como se ha explicado en otras ocasiones, la Fundación Colegio del Rey fue disuelta, por ello pasó a hacerse cargo de ella el propio ayuntamiento de Alcalá de Henares junto a la Comunidad de Madrid. Mucha gente veterana de acudir a sus actuaciones aseguran que hubo un antes y un después de aquello en favor de lo turístico de masas y en detrimento de la identidad cultural de la ciudad. En 2018 nombrarían a la obra alcalaína Fiesta de Interés Turístico Nacional, nombramiento que está por verse aún su repercusión en la obra en sí y en la ciudad, ya que apenas ha tenido oportunidad de desarrollarse como tal dada la pandemia de 2020 y que este año 2021, que promete ser una obra en torno al mito de Don Juan, pero no tanto centrada en Don Juan, tiene sus restricciones propias aún de una pandemia que todavía no ha terminado del todo.

Como sea, la Fundación Colegio del Rey realizó una exposición sobre estas representaciones, con su respectivo catálogo, pero también editó la obra de Zorrilla varios años seguidos en libro, con las adaptaciones de aquellas personas que en cada edición tocara. Así por ejemplo, en las ediciones de 2003 y 2004, la adaptación corrió a cargo de Yolanda Pallín, muy respetuosa con el original de Zorrilla, y que son los libretos que vamos a seguir en estas notas. Eran las correspondientes a las XIX y XX representaciones alcalaínas, si bien sabemos a través de la oficina del ISBN que en 1988 también se editó el libro. Es el único de estos libros que se editó con ISBN, o al menos eso figura en tal oficina, en el resto hay Depósito Legal. Esto no quiere decir que no hubiera libreto en 1984, sino que la primera referencia de la edición del libreto que tenemos es de 1988 y de ahí en adelante año a año. Ahora bien, con la desaparición de la Fundación del Colegio del Rey en 2008, no se editó tal libro en todas las ediciones posteriores por parte del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. 

En cada uno de los libros que se editaron hay participación del ayuntamiento, aunque fueran de la Fundación Colegio del Rey. En todos hay notas introductorias tanto de la persona que dirigió la obra tal año del libreto que se adquiera, como por parte de la persona que los adaptó en ese mismo año. Se nombra en todos a todo el equipo teatral que trabajó en su año respectivo, también a las personas y cargos que contribuyeron, se nombra al alcalde del año, aparece un mapa, retratos de Zorrilla y un listado de todas las representaciones anteriores al ejemplar de la edición que se adquiera, en el cual se menciona el año, el número de edición, el director teatral y los principales actores.

El formato de estos libretos solía repetirse, si bien en algún año muy concreto varía un poco el tamaño o si bien en algún año el color de la cubierta tiende al blanco hueso, lo habitual es que imitara el color marrón acartonado que imita la edición de los libros en el comienzo del siglo XX. Son libros de pequeñas dimensiones, pensados para que los espectadores que lo deseasen no solo lo pudieran tener para su lectura, sino también para seguir la obra a la vez que la veían. Lo diseñó un alcalaíno del que ya hablamos en La puerta abierta, de Luis de Blas, que se editó en 1978, Vicente Alberto Serrano, junto a Esperanza Santos. Vicente Alberto Serrano, por otra parte, en los últimos años publica interesante y numerosos artículos en el periódico digital La Luna de Alcalá repasando desde su memoria muchas de las cuestiones culturales y sus protagonistas de Alcalá de Henares.

José Zorrilla nació en Valladolid en 1817, como ya se ha dicho. Allí vivió su infancia, luego pasaría a Burgos y a Sevilla, hasta que su familia se establece en Madrid en 1827. Su padre era un absolutista muy intransigente partidario de Fernando VII. Reaccionario total, a la muerte del rey en 1833, fue desterrado con su familia a Lerma en 1834. En Lerma era corregidor otro absolutista, Francisco Luis Vallejo Elías, amigo del padre de Zorrilla y que acabó siendo uno de los mejores amigos de José Zorrilla. No obstante, Zorrilla hablaría de él décadas más tarde en unas notas autobiográficas, pero sobre todo destaca porque la primera edición de Don Juan Tenorio, publicada en marzo de 1844, se la dedicó Zorrila a él, Francisco Luis Vallejo. Aquella edición se sacó sin indicar editor ni imprenta, probablemente pagada por Zorrilla, que despilfarró el dinero en su vida hasta arruinarse al completo varias veces. La obra cobró mucha fama de manera instantánea y fue reclamada para su representación y publicación numerosas veces por toda España y por lugares como Francia o América. En otra edición cercana, de 1849, se indica que la obra pasó la aprobación de la Junta de Censura de los Teatros del Reino, y que se imprimió en la Tipografía de E. Cuesta, a cargo de J. Giráldez, en la calle Cava Alta de Madrid. Obra que se reeditó muchas veces y que reprodujo en 1882 a cargo del editor Manuel Pedro Delgado, quien se reservaba los derechos de reproducción siguiendo la ley de propiedad intelectual de enero de 1879. Como sea, y aunque la primera edición de marzo de 1844 se la dedicó Zorrilla a Francisco Luis Vallejo, que llegaría a tener cargos en La Habana española, existe una edición manuscrita por Zorrilla y conservada por la Real Academia Española, firmada y anotada por él en febrero de aquel 1844. La donaría él mismo cuando le hicieron catedrático en esa misma institución en 1885. Ese primer manuscrito se lo dedicó a Aureliano Fernández Guerra, bibliotecario de la Real Academia y editor de obras de Quevedo. De esta obra manuscrita se hizo un fac-símil en 1974 que fue prologada por José Luis Varela. 

Como sea, Zorrilla fue mandado por su padre a Toledo para que cursara estudios universitarios en leyes. Zorrilla se dedicaba más a pintar y dibujar, especialmente mujeres, por lo que el obispo le mandó a Valladolid y su padre le mandó a Torquemada y a Córdoba. A partir de aquí tiene un ir y venir por España, con diferentes amonestaciones por parte de su padre. Lee a los románticos de la época, haciéndose altamente bohemio y subversivo, sin embargo, paradójicamente, Zorrilla no será liberal, sigue los pasos absolutistas de su padre, es conservador hasta el punto de hacerse carlista, o al menos admirador del pretendiente carlista. Se finge pintor italiano en Madrid, se cuela en los cafés literarios, lee poemas incompletos, se vuelve sonámbulo y va creando amigos que terminan encumbrándole a la muerte de Mariano de Larra al dedicarle un poema en su funeral. Empieza a publicar en la prensa y escribe unas primeras obras de teatro y poesía. 

En 1838 se casó por presión familiar con Florentina Matilde, dieciséis años mayor que él y con un hijo de su matrimonio anterior. Tuvieron una hija que murió al año, en 1839. Zorrilla siguió su vida bohemia, de bar en bar, de teatro en teatro, y con mujeres jóvenes. Su esposa tenía grandes ataques de celos hasta el punto que quiso controlar su vida prohibiéndole escribir y tratando de alejarle de Madrid, llevándole con su familia. Zorrilla se escapaba cunado podía. En esa época, en una noche de insomnio de 1844, se le ocurrió la historia de Don Juan Tenorio, y la escribió en apenas una veintena de días. Fue estrenada en marzo de ese año y fue un éxito inmediato. Se fugó de su hogar matrimonial en 1845 hacia Francia, donde estaría diez años, aumentando su producción literaria y sus juergas. Mientras tanto recibía honores y títulos, así como le hacían miembro de instituciones teatrales en España y en Francia. Regresaba por España e iba estrenando obras de teatro, huyendo de su esposa, que le mandaba cartas muy iracundas. Él se dejaba acompañar de amantes. En 1849 tenía una gran cantidad de honores acumulados. En 1850 conoció a Leila en París, una de sus amantes más importantes de su vida. Con ella al lado escribió un poema de dos tomos, Granada, y tenía numerosas amistades de los románticos franceses. En 1853 estaba arruinado en Londres. Por entonces le escribió un poema a María Eugenia de Montijo, que se había casado con Napoleón III, y mostraba su repulsa a todos los liberales. El emperador francés le iba a dar la legión de honor, pero las cartas que le hizo llegar la esposa de Zorrilla a Napoleón III impidió que eso ocurriera. Así que en 1855 se fue a México, donde seguiría recibiendo más cartas de su esposa. También allí iba a recibir honores, pero unas cartas falsas sobre él lo volvieron a impedir. Vivió con otra amante, Paz. En 1858 comenzaron sus ataques de epilepsia y se mudó a Cuba española. 

En busca de hacer dinero, se hizo empresario, en concreto se hizo esclavista. Traficó con negros para las plantaciones de azúcar y también con indios. Su socio murió de fiebre amorilla y tuvo que volver a México en 1859. Tuvo una vida de pobreza alta. Le sorprendió de esta manera las guerras civiles de México y la proclamación del Imperio. Le protegió el emperador mexicano Maximiliano I, del que se hizo amigo. Este le nombró director del Teatro Nacional, y con ello volvió su prosperidad. Era 1864, al año siguiente, 1865, murió su esposa en España. Zorrilla decidió entonces volver a La Habana, luego recorrer Francia y regresar a España por Barcelona, a donde llegó en 1866. En Valladolid no paró de recibir amistades y conocidos del mundo de la Literatura. Tuvo una actividad social elevada, así como de literatura y de excesivos gastos económicos. Iba con actrices y regresó a Madrid, donde se encargó de periódicos y de publicaciones, planeaba regresar a México cuando recibió la noticia del fusilamiento de Maximiliano I y la instauración de la República. Escribió entonces contra todos los liberales con gran odio y también contra Napoleón III y el Papa. A pesar de tener una crisis de fe, volvió a casarse en 1869, con  Juana Pacheco, de veinte años de edad. Ante su ruina económica, fue mandado a Roma por Amadeo I de Saboya para que diera recitales poéticos promocionando España y a donde le mandó una pensión vitalicia entre 1871 y 1873. Pero Amadeo I tuvo que abdicar en 1873 para proclamarse la I República Española, y en 1874 la Restauración monárquica en la figura de Alfonso XII de Borbón. Ese año Zorrilla decide irse con su esposa a Francia para dedicarse al cultivo de flores, tarea de la que se ocuparon hasta que tuvieron que regresar a España en 1876. Zorrilla recibió honores que le dieron algo de dinero. Desde 1879 publicó obras suyas por entregas en periódicos de la familia Ortega y Gasset, el conservador El Imparcial. Entre 1880 y 1882 viajó por toda España. En 1884 comenzó otra gira española siendo ya bastante anciano para la época y declarando él mismo estar físicamente agotado. Le nombraron cronista oficial de Valladolid ese año y poeta de Granada en 1889. En 1890 le operaron de un tumor cerebral que se volvió a reproducir. Moriría en Madrid de ese tumor en 1893.

 La obra es una de las obras teatrales más representadas del teatro español, pero la historia que narra, que en realidad está sacada de Tirso de Molino, del siglo XVII, aunque adaptada al siglo XIX, es una de las obras más veces versionada en el teatro mundial, toda vez que también William Shakeaspeare escribió una historia similar. Por todo ello, aunque José Zorrilla es el autor de Don Juan Tenorio, la idea básica de lo que se relata hinca su origen en el siglo XVII, tal vez en el siglo XVI, sin que se sepa exactamente si fue Tirso de Molina el autor original u bien la base de la historia viene de alguien desconocido. En manos de Zorrilla, desde luego, lo que es, es un clásico emblema del romanticismo español, quizá porque Zorrilla tomó buena nota de lo que estaban haciendo otros escritores contemporáneos suyos de ese mismo estilo en Francia.

No es extraño que en el lenguaje usado por Zorrilla aparezcan expresiones y arcaísmos propios de los siglos XVI y XVII, ya que su modelo era el citado Tirso de Molina. Toda la obra está compuesta en verso breve. Siguiendo el rupturismo del romanticismo con las reglas neoclásicas del equilibrio, no usa de tres partes, sino de dos partes, que a la vez no cuentan con tres actos o cinco exactos cada una, sino que la primera cuenta con cuatro actos y la segunda con tres. En las adaptaciones alcalaínas esto varía. Los saltos temporales propios del romanticismo también aparecen, así como la climatología al servicio de los estados de ánimo o de los sucesos que acontecen, la pasión desatada, el lado oscuro de las personas, la irreverencia y la ruptura con el orden establecido, y lo misterioso, fantástico o místico.

La historia es bien conocida. Don Juan es un galán vividor que va de juerga en juerga por las noches sevillanas logrando los favores sexuales y amorosos de todas las mujeres que se propone. Surge en esto un competidor que le reta a aceptar una apuesta. Debe conquistar a una novicia de un convento, doña Inés. Don Juan acepta la apuesta y se inicia así un falso cortejo que Inés cree real. Hasta cierto punto hay reminiscencias incluso de La Celestina de Fernando de Rojas e incluso de Romeo y Julieta de Shakeaspeare, esto último porque el padre de Inés es una persona que conoce la vida de Juan y es contrario a que este la ronde. Así pues es una relación doblemente prohibida, tanto por la naturaleza religiosa de Inés, como por la oposición del padre a que su hija se burlada o utilizada para las intenciones carnales y de apuesta de don Juan. Es un amor prohibido. Sin embargo, el amor real irá surgiendo poco a poco, incluida su negación dentro del corazón de don Juan.

Enterado el padre de los detalles de cómo don Juan definitivamente ha obtenido a Inés, tiene un enfrentamiento con este, sin que su hija lo sepa. Don Juan matará al padre de Inés y huirá a Italia, embarcado en el ejército. Cuando regrese a España se volverá a encontrar con Inés, pero también con el fantasma del padre, lo que nos lleva a escenas de cementerio, fantasmagoría y una estatua con vida venida de Tirso de Molina y de la que el director de cine Luis Buñuel hará gala en referencias en varias de sus películas. 

Esta historia romántica de amor y fantasmas se ha abierto hueco en Alcalá de Henares desde 1984 atando a Zorrilla entre los literatos que tienen que ver con la ciudad a pesar de que ni la obra ni el autor tienen que ver con Alcalá. No obstante, como se ha visto, está ya tan asociada a esta ciudad de las letras que su representación itinerante está considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 23 de octubre de 2021

La puerta abierta

Título: La puerta abierta.
Autor: Luis de Blas.
Editorial: El Reino del Corazón de Jesús (1ª edición); Domiduca Libreros (1ª reedición).
Año de publicación:
1978 (1ª edición) 2021 (1ª reedición; Epílogo de Manuel Rico).
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-85017-10-2 (de la 1ª edición) 978-84-121308-6-7 (de la reedición de Domiduca)

 

 

El primer libro publicado de Luis de Blas fue La puerta abierta, en 1978 a través de El Reino del Corazón de Jesús, que fueron los que lo editaron al coste de cien pesetas, actualmente sesenta céntimos de euro. Él ya había publicado poemas en la revista Llanura, que se publicó entre 1962 y 1963 impresa en los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares, que en aquellos años tuvieron mucha actividad. Siguió publicando en otras publicaciones periódicas y presentándose a concursos. Algunos de aquellos poemas de la época de la dictadura de Franco volvieron a publicarse junto a otros de aquella época inéditos en su libro Por montes y riberas, de 1999, el cual era una antología. Cuando publica La puerta abierta no parece tener la tentación de incluir alguno de aquellos poemas, haciendo así que el libro sea muy de su momento, la Transición política abierta entre la muerte del dictador Franco en noviembre de 1975 y la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978, que formalizaba en leyes la actual monarquía parlamentaria. El libro, publicado en aquel 1978, es previo a la terminación de la Constitución y su aprobación en referéndum electoral, por tanto, se crea en buena parte durante el periodo constituyente de aquel año, aunque probablemente varios poemas pueden estar escritos o comenzados desde la muerte de Franco o bien en alguno de los años del periodo final de la dictadura, denominado tardofranquismo, entre 1970 y 1975. Algún verso quizá nos hace pensar en el año 1974, o tal vez, sin haber alusión directa, desde el asesinato de Carrero Blanco por la banda terrorista ETA, periodo tardofranquista en el que muchos españoles comenzaron a pensar que era posible que la dictadura acabara cuando muriera Franco. En esa espera de que se acabara había muchas ilusiones por un futuro democrático y con libertades. Eso lo transmite el poemario, que es muy de esa época en toda su esencia. El mismo título en sí ya nos hace referencia al comienzo de una nueva etapa de libertad a la que se accede pasando por esa puerta ahora abierta, antes cerrada.

Hay quien ha afirmado con motivo de la reedición del libro en fac-símil por parte de la editorial y librería Domiduca Libreros este 2021, con presentación y homenaje incluidos a los que se presentaron el hijo del poeta, Antonio Blas, y Vicente Alberto Serrano, diseñador gráfico del libro original, que era un libro muy atrevido para su momento al incluir incluso poemas a la huelga. Lo cierto es que cuando se saca el libro ya habían pasado desde las legalizaciones de los partidos políticos hasta las primeras elecciones de 1977, e incluso ya habían habido amnistías. El cine, las músicas, los libros, los cómic, periódicos, televisión, las manifestaciones, las huelgas en sí, ya eran una expresión más que cotidianas en la petición de libertades y en el ejercicio de ellas incluso sin leyes que las amparasen. La sociedad iba por delante de las concesiones políticas, fuerza esto a revisar, aunque moleste a las generaciones que fueron jóvenes en aquellos momentos, la construcción oficial y mil veces repetida en los medios de comunicación sobre que la Transición fue cosa del rey Juan Carlos I y sus políticos. La sociedad llevaba mucho tiempo por delante, incluso pagando con cárcel, torturas, muerte o señalamiento y sanciones. Cuando se publica este libro en 1978, antes de la aprobación final de la Constitución, esta se estaba redactando en ese momento por un Parlamento electo en unas elecciones libres en 1977. Más aún, la publicación mediante los servicios editoriales de El Reino del Corazón de Jesús fue posible porque el libro había ganado el premio Hélade del Ateneo Popular de Torrejón de Ardoz, por lo que con un análisis incluso no profundo nos damos cuenta primero de la existencia ya de un ateneo popular, imposible con el franquismo, segundo de la convocatoria de un concurso literario que admite este tipo de poemarios. Se hace evidente que esa valentía que estos días le adjudican a Luis de Blas, sin negar su existencia, era una valentía cada vez más generalizada en al sociedad española de aquellos tiempos. 

Domiduca Libreros reeditó el libro con un epílogo añadido escrito por Manuel Rico, poeta, narrador y crítico literario en el diario El País. Rico, que hizo un estudio crítico de la obra y del autor en ese epílogo sin haber conocido antes a tal autor, reafirmó esa valentía tanto en ese texto como en el acto de presentación realizado en la sala de conferencias de la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica de Alcalá de Henares, lleno de personas cercanas a Luis de Blas, familiares, amigos, políticos locales, artistas varios de la ciudad, periodistas, etcétera, no obstante, el poeta había muerto un poco más de un año antes, siendo uno de los primeros muertos por la pandemia de Covid-19 en la ciudad de Alcalá de Henares el pasado año 2020. Manuel Rico reafirmó la valentía quizá atándola o dejando caer que lo era en cuanto a que era una actitud de una persona implicada en la vida cultural de la ciudad, por tanto conocida, o en otras palabras a que se destacó dentro de lo local con este posicionamiento. Lo cierto es que el libro se publicó en Torrejón de Ardoz, aunque llegara a Alcalá de Henares. Pero más cierto aún es que ya había un poeta alcalaíno bastante reconocido que incluso con el dictador vivo ya había publicado y venía publicando poemas contrarios a los idearios de la dictadura y partidario de la democracia y la libertad. Hablo de Salustiano Masó, nunca del todo conocido y reconocido por esta ciudad y sus ciudadanos. Poeta al que incluso muchas de las palabras que le dedicó Rico a Blas podrían adjudicárselas a Masó, como por ejemplo su universalismos que trasciende lo localista, siendo además que Masó, a diferencia de Blas, no desvió su poesía a moldes más convencionales y clásicos en busca de los premios locales a los que se pudiera presentar, y así con todo ganó también numerosos premios, algunos de carácter nacional e internacional.

Domiduca Libreros quiso respetar la edición original haciendo una edición fac-símil, como ya anoté, y esta fue encargada a Zia Mei, que lo logró con éxito notable. Respetó al máximo lo que hizo Vicente Alberto Serrano, cuyo nombre no figuró en la primera edición de 1978. Apenas tuvo que insertar Zia Mei el epílogo de Manuel Rico y todo lo respectivo a la edición de Domiduca, sin afectar al conjunto original. Pero resulta que en 1978, salvo las cubiertas, el interior del libro fue maquetado por el propio Luis de Blas, ya que al llevarle el libro a Vicente Alberto Serrano, este se encontró que las hojas que le había dado ya tenían los poemas dispuestos perfectamente, ya que siguen la estética experimental de aquellos años de la década de 1970 en la cual la posición de los poemas y los versos en la hoja dibujan formas o guían la mirada de manera que también visualmente lanzan un mensaje añadido a las palabras y estructuras de cada poema. Lo único que hizo él, junto con la imprenta, fue adaptar aquellas composiciones al tamaño de las hojas de bolsillo de libro que terminó siendo. Era por entonces un trabajo de linotipia algo artesanal, pero la maqueta ya venía hecha por el poeta. 

Las cubiertas presentaban un collage vanguardista en blanco y negro, compuesto por Vicente Alberto Serrano, con algo de influencia del Grupo Crónica y de Juan Genovés, artistas plásticos por excelencia de aquellos años de la Transición y muy en boga entre la gente en esos años, especialmente el cuadro El abrazo, de Genovés. Este cuadro, de hecho, pintado en 1976, aparece en uno de sus detalles en la portada que hizo Vicente Alberto Serrano en 1978. La referencia era más que clara de que aquella obra, aquel poemario, iba directamente dirigido a un apoyo a la democracia y la libertad. Era expresión creativa directa del deseo de libertades por parte tanto del poeta como del diseñador gráfico del libro. Esa gente abrazándose, en blanco y negro, aparece frente a una puerta de verja abierta, una cara de mujer repetida, una pierna femenina unas palmeras detrás de una casa medio en ruinas, de noche, con gente paseando y luces en las ventanas. En la contraportada: un Apolo alado, dios griego por excelencia que ampara a los poetas.

El libro salía publicado después de que Luis de Blas hubiera ganado en 1976 el primer premio Villa de Torrejón, de Torrejón de Ardoz, mismo municipio en el que en aquel 1978 ganó el Premio Hélade que permitió la publicación, y después de que en 1977 también hubiera ganado el accésit en Versos Para una Primavera, en Madrid, el primer premio La Troje, en Talavera de la Reina, y el de Ciudad de Alcalá de Henares, en la misma ciudad del nombre del premio, su ciudad. 

Como hemos indicado en otras notas sobre otros libros del autor, el poeta había nacido en 1935, sus padres se hubieron de exiliar, nunca volvieron a España, murieron jóvenes relativamente. La infancia de Luis de Blas fueron en sus primeros años la guerra, y posteriormente la posguerra y el hambre, criado por sus abuelos. En 1967 comenzó a trabajar industrialmente, pero a la vez escribía poesías y colaboraba con publicaciones literarias locales con relativa trascendencia. Toda esta trayectoria vital es la que va a marcar su vida y su literatura. Él se forma literariamente de manera un tanto autodidacta. Toma por referencia a autores clásicos del Siglo de Oro español, como puedan ser Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Garcilaso de la Vega o Cervantes, pero también se atreve con poetas más complejos y actuales, algunos conflictivos dentro de la dictadura, por ser contrarios a ella, como por ejemplo Vicente Aleixandre, Antonio Machado o Cernuda. Sumando todo esto, tenemos por cuenta que se le podría encuadrar dentro de esa generación de escritores a los que se les llama del exilio interior, por vivir contrarios a la dictadura pero sin poder salir de las fronteras españolas, generación que a la vez varios de sus miembros se encuadran en otras como las del realismo social, el desarraigo, los de los niños de la posguerra. Por ello está cercano a gene como Blas de Otero, y de hecho, se le deja sentir, teniendo en cuenta que con posterioridad Luis de Blas, como Otero, se siente cómodo en las estructuras poéticas clásicas como son los sonetos, sonetos adaptados a temáticas y formas de la segunda mitad del siglo XX, rompedores y todavía no bien apreciados por numerosos profesores de literatura y críticos periodísticos, pero que quizá sean punta de lanza primigenia de la contracultura de algunos autores a lo Leopoldo Panero, aunque Luis de Blas y Otero se encuentran lejos de los Panero. De lo que sí parece que está cerca Luis de Blas en 1978 es también de la poesía clásica grecorromana, pues en La puerta abierta, algún verso hay que nos recuerdas a algunas aliteraciones e imágenes que se leen en La Iliada de Homero, pero también hay cierto poema en el que Luis de Blas le pide besos a su amada tal como hiciera Catulo a Lesbia en el siglo I antes de Cristo, aunque, por el carácter pornográfico de este poeta romano hubo gran censura sobre él, por lo que resulta complejo afirmar que Luis de Blas hubiera llegado a leerle, aunque nada hay imposible, pese a que sí pueda ser todo cuestionable. 

El libro fue dividido por Luis de Blas en varias partes, algunas encabezadas por poetas universales y trasgresores, como pueda ser Whitman. Hay en la estética, en la estructura y en los poemas del libro un carácter de experimentación vanguardista muy profundo y propio de aquellos años de la Transición donde se buscaba la ruptura con todo lo anterior, recordemos que la dictadura ensalzó lo clásico, lo no experimental. Los propios títulos alargados de algunas de las partes eran inusuales en los libros de poesía en aquel entonces, aunque hasta Camilo José Cela los usaba años antes en algunas de sus obras. Son en sí mismos poemas de un solo verso. Pensemos por ejemplo en el que Luis de Blas llamó "cinco tiempos para ir dando las horas una a una", que daba paso a cinco poemas dispuestos en diferentes partes de la página como dando vueltas a una esfera de tiempo, y los cuales eran además poemas sin mayúsculas, sin signos de puntuación y conformando visualmente un cuadrado perfecto cada uno de ellos. La estética, repito, es importante en la obra. Esta estructura la volverá a repetir el autor a medio libro en otra de las parte por dividir la temática, entre las dos partes aparecen otras donde largos poemas de versos libres parten sus versos y los hace bailar de ubicación, moviendo sus palabras según convenga en un mensaje estético como si con cada palabra estuviera pintando también un dibujo subliminal que nos da un mensaje añadido al mensaje de lo que las palabras dicen. 

Tiene el poemario un sentido de invocación a la libertad que ha de venir, por ello: de esperanza viva. Es puro testimonio literario de un momento histórico y como lo siente un poeta que no es conocido y que además trabaja en cuestiones industriales, por tanto: es testimonio de un sentir de la sociedad más sencilla, a pesar del bagaje intelectual que se forjó a sí mismo Luis de Blas. No olvidemos que a lo largo de toda su vida siempre escribió poemas de carácter social y obrero, así como nunca se olvidó de sus padres, del exilio y de la República como antecedentes de libertad que fueron rotos por la dictadura, rompiendo así millones de vidas como las de sus padres y la de él mismo como niño sin padres.

AHORA vamos
a recontar los muertos y a besar
ya
      por última vez
                               sus calaveras
clausurando sin miedo lo que queda
de ayer por los pasillos sepulcrales
y contaremos a los vivos
                                         vamos
a numerarnos los presentes
(...)

Hay poemas en torno a tiempos de esperanza, siempre puertas abiertas, eso es la esperanza, dedicados tanto a su amor, presupongo que su novia de entonces, que fuera su esposa, pero mi conocimiento de su vida personal no alcanza a tanto, pero hay numerosas partes que hacen referencia a ese tiempo de la dictadura, tan reciente para él en 1978, pero al que da ya por acabado, y si bien hay resonancias de que algo queda y podría volver, todo en sí apunta a que empieza un mundo nuevo. De ahí todos los otros poemas, incluidos los dedicados a las estaciones del año que se asimilan a estaciones emocionales de la vida, que hacen referencia tanto a un perdón a todos los que interrumpieron y perjudicaron numerosas vidas, con el fin de poder vivir con amor y libertad, como los poemas que abrazan nuevas libertades recién estrenadas con emoción. En este último sentido aparece un poema a la huelga, lo que para él no solo es todo una figura de libertad, sino también es el ejercicio de una lucha obrera de la que él se siente parte y lo hará hasta el día de su muerte. Recordemos que nunca se mudó de su barrio obrero, Reyes Católicos. 

Es un poemario muy digno y el más experimental. Luis de Blas no siguió este camino, optando por composiciones más clásicas en su obra posterior, pero es un poeta que, junto con otros poetas locales, deberían tener un foco de atención mayor en algún momento. 

DAD a un pino su dimensión exacta
de soledad
LEVANTAD ahora mismo una palabra
caliente
               y abrazaros
desnudos
ROMPED si os amáis las cadenas
y ya para vosotros la alegría
será vuestra alegría
(...)


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 17 de octubre de 2021

Obras de Francisco de Figueroa

Título: Obras de Francisco de Figueroa.
Autor: Francisco de Figueroa.
Editor: Luis Tribaldos de Toledo.
Impresor: Pedro Craesbeeck.
Año de publicación: 1625 (1ª edición)
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Título: Poesías.
Autor: Francisco de Figueroa.
Editorial: Cátedra.
Año de publicación: 1989 (1ª edición, edición crítica e introducción de Mercedes López Suárez).
Colección: Letras Hispánicas.
Nº de volumen en la colección: 301.
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-37608422

 

En el siglo XVI Alcalá de Henares cuenta con bastantes escritores que entraron directamente en el mayor reconocimiento de la Literatura a nivel de España. Uno de ellos es Francisco de Figueroa, quien nació en la ciudad y se crió aquí. Era de una familia alcalaína, aunque se sospecha que su primer apellido era en realidad Ávila, el cual era una apellido de una familia arraigada en el municipio desde hacía mucho tiempo. Esta sospecha viene a raíz de unas investigaciones realizadas en el siglo XX en archivos que dieron por resultado la intervención en un juicio por la herencia de unas tierras en Alcalá de Henares donde aparece el poeta anteponiendo este primer apellido, y siendo la herencia a disputar una herencia de esta familia Ávila. Los Ávila pertenecerían a la baja nobleza y eso explicaría que Francisco de Figueroa fuera mandado a servir en los ejércitos de Carlos I, lo que le llevaría a intervenir en las campañas militares de las guerras que tuvo por Europa el emperador de España y Alemania. Más aún, se ha podido rastrear que estuvo bajo las órdenes de un capitán también natural de Alcalá de Henares y de la familia Ávila. Francisco de Figueroa habría nacido en algún momento entre 1530 y 1540, siendo muy aceptado el año 1530. Fue amigo de otros alcalaínos que sirvieron en el ejército y que fueron importantes literatos, como Pedro Laínez y Miguel de Cervantes.  

Poco sabemos de la biografía de Francisco de Figueroa, lo que se sabe nos ha llegado en principio por gente contemporánea de él que escribieron sobre él o le mencionaron en sus obras, como Ramírez Pagán, que habló de él en 1562, el tratadista portugués Sánchez de Lima, que le mencionó en 1580, y Miguel de Cervantes, que habló de él e incluso le dedicó versos en La Galatea, de 1585, y en Viaje del Parnaso, en 1614, un año antes de morir Cervantes. El propio Francisco de Figueroa habría muerto en torno a 1588, aunque también pudiera haber sido en 1589. Su figura ha sido muy desconocida por varios motivos. El primero es que buena parte de su producción poética la realizó en su juventud, en sus años yendo con ejércitos y diplomáticos a los que sirvió, ya que más adelante le ocupó la mayor parte de su tiempo sus trabajos de secretario personal y de continuo. Por otra parte, aunque parece ser que era admirado por sus lectores, Cervantes lo tenía por uno de sus mejores amigos y parece ser que admiraba tanto su obra que se había releído sus poemas varias veces, pues a pesar de esto, no publicó sus obras en vida. Más aún, cerca de su muerte, Francisco de Figueroa decidió imitar a Ovidio y prenderle fuego a su obra, aún así una parte se salvó. Por último, la gran importancia que alcanzaron otros escritores de la época, así como que su estilo estaba muy cerrado en los gustos del Renacimiento y eso no atrajo a los escritores posteriores, hizo que su obra y su figura fueran cayendo en el olvido. En el siglo XIX se le quiso recuperar, pero no fue hasta principios del siglo XX que hispanistas e historiadores como Menéndez Pidal y otros decidieron rastrearle en los archivos del Estado y comenzaron a recuperar bastantes de sus poesías y a redescubrir su biografía, la cual, parece ser, tuvo una relativa importancia dentro de la diplomacia española de Felipe II por Europa. Aún con todo, hay muchas lagunas y muchas preguntas sin respuesta sobre varios aspectos de su vida, al margen de que aquello que quemara de su obra no ha sido recuperado, por lo que nos ha quedado una obra no muy extensa.

Todas las cuestiones mencionadas en cuanto a su vida han provocado además que se le hayan adjudicado poemas que resultaron no ser suyos, o que son dudosos, así como se han ido hallando poemas que no sabiéndose de quién eran, resultaron ser suyos. Los filólogos tienen mucho trabajo con estas cuestiones, sobre todo porque Figueroa ni coetáneos suyos dejaron registrados cuáles fueron los poemas que escribió. En 1989, más o menos el cuatrocientos aniversario de su muerte, Mercedes López Suárez sumó un estudio de su vida y obra a los que ya había habido, siendo ese estudio uno de los muy valorados hoy día. Lo publicó en una edición crítica para la editorial Cátedra en la colección Letras Hispánicas, en su volumen 301. Era un libro de bolsillo en tapa blanda, con las clásicas cubiertas negras que enmarcan un cuadro que de algún modo hace referencia al contenido. Lo llamó Poesía. En este caso se ve el retrato de una mujer del siglo XVI, pues la poesía de Francisco de Figueroa es una poesía amorosa dedicada a una amada a la que apodó Filis, mientras que él mismo aparecía en esa misma poesía apodado como Tirsis, haciendo mención así tanto al latín como a la poesía clásica de la antigua Roma, pensemos que Catulo hizo lo mismo en el siglo I antes de Cristo con su amada Clodia, a la cual llamó Lesbia. En este caso, Francisco de Figueroa no escribiría poemas tan subidos de tono como los de Catulo, que caen en la pornografía, el erotismo y hasta en la denigración. Figueroa se mantendría dentro de una poesía amorosa que seguiría en parte el estilo de Petrarca que inicio el Renacimiento en Italia, y que probablemente conoció y leyó durante su etapa militar y diplomática en su juventud en aquellas tierras. No fue petrarquista con exactitud, pero tampoco siguió con exactitud el estilo de la escuela de Salamanca que le adjudicaron durante mucho tiempo, como seguidor de fray Luis de León, quien también dio clases en la Universidad de Alcalá. Parece ser que su principal influencia en realidad era el neoplatonismo, lo idealizante, del poeta León Hebreo, pero también el lenguaje sencillo, a pesar de lo culto de Petrarca, de otro poeta militar, Garcilaso de la Vega. Definiendo su poesía aún más, él escribió dentro del género de la poesía pastoril, que consistía en poemas de amor que idealizaban el mundo rural y lo ensartaban en un lenguaje y referencias clásicas con un lenguaje sencillo. Tendrían sus poemas una disposición de enamoramiento, amor, desamor y arrepentimiento para caer de nuevo en el amor. Por ello mismo, en sus poemas sale mencionado innumerables veces el río Henares, de entre los que destacan las composiciones "Canciones a Fili" y "Elegías".  De hecho lo que más escribe son canciones, elegías y glosas, por lo que hemos de suponer que su poesía era cantable, y quizá así la conocieron también en parte varios de sus amigos.

Francisco de Figueroa marchó de joven a servir en las campañas bélicas de Carlos I en Italia, como se ha dicho ya. Allí entraría en contacto con la literatura petrarquista y renacentista. Se cree que además pudo realizar su formación literaria en aquellos años. Escribió poesía tanto en italiano como en español. Regresó a España, pero comenzó a trabajar como secretario personal de varios embajadores y diplomáticos españoles durante el reinado de Felipe II. Eso hizo que volviera a viajar y residir por Italia, Alemania y Francia. Durante esos años se fue reduciendo su producción literaria porque debía redactar documentación para los embajadores a los que fue sirviendo y a otros nobles. Aún con todo, tuvo tiempo para leer en abundancia, pues se escribía con numerosas personas del mundo de la Literatura y de la Filología. Le preocupaba bastante que el castellano se hablara lo más correctamente posible, por lo que en cierto modo era un pionero en el interés porque el español fuera enseñado y hablado a todo el mundo con la mayor claridad, así como en realizar estudios filológicos para conocer mejor la lengua con esa idea de extender su más correcto uso. Abogaba por crear una poesía nueva e incluso por fijar normas ortográficas, siendo con ello muy adelantado a su tiempo.

Entre 1552 y 1557 fue testigo directo de las violencias bélicas en Siena. De ese 1557 a 1558 no se sabe nada de él, aunque se desplazó por Italia y se sospecha que debió formar parte de varias asociaciones y academias literarias. En 1559 Felipe II le hizo llevar cartas secretas a París. Y tras todo ello, regresó a España en 1561 para asentarse con la Corte del rey allá donde esta fuera, con todo, esta Corte se asentó en Madrid y con ella, él. Eso facilitó que conociera no solo a numerosas personas importantes de la política, sino también de la Literatura española. Felipe II le nombró continuo suyo, por lo que pasó a trabajar para el rey. Solo en 1566 tuvo que ausentarse por un tiempo para servir al Virrey de Valencia. Cuando regresó a la Corte en Madrid, fijó su residencia en Alcalá de Henares, de donde era, ya que el propia Corte iba a menudo a esta ciudad. Allí, en 1575 se casó con una alcalaína, María de Vargas, de la que se sospecha que era la hija de Francisco de Vargas, que fue embajador en Roma. En 1579 Felipe II le ordenó acompañar al Duque de Terranova a Flandes para asistirle en la Junta de Colonia. Fue allí testigo de varios episodios de extremada violencia. Pudo regresar en verano y retomar su trabajo de continuo en la Corte. Ya no volvería a ser mandado a ningún otro lugar hasta que enfermó en 1585 de cierta gravedad y se le permitió retirarse del trabajo. Se fue a vivir a Alcalá de Henares con su familia, donde moriría ya de esa enfermedad o bien en 1588 o bien en 1589.

Ya había sido mencionado como poeta por coetáneos suyos, y aún quedaba que le volviera a recordar una vez más Cervantes, en 1614, pero el Barroco hizo que su literatura fuera cayendo en el olvido, como se ha dicho. Fue recuperado por Luis Tribaldos de Toledo, cronista real y bibliotecario del Conde Duque de Olivares. Habían llegado varias poesías de Figueroa a sus manos de una manera casual y extraña, como él mismo relató, pero decidió publicarlas en 1625 en libro, con el nombre Obras de Francisco de Figueroa. Lo publicó en Lisboa, Portugal por entonces era parte del Impero Español, a través de la imprenta de Pedro Craesbeeck. Pagó el banquero Antonio Luis Mercader. Un año después, en 1626, volvió a ser publicada en Coimbra. Tenía poemas nuevos. Otra edición relevante la realizó Ramón Fernández en 1785. Y aún habría otra destacable en 1804, luego ya vendrían las ediciones críticas a lo largo del siglo XX, que ahondaron y descubrieron muchos de sus datos biográficos, así como han entrado en disputa sobre la autoría o no de algunos de los poemas adjudicados en todas esas primeras ediciones. 

Francisco de Figueroa fue apodado "el Divino".  Aunque hoy día es tan desconocido y se le asocia a Cervantes de manera habitual hoy día, en su propia época sin duda debió ser una persona conocida, si bien no como autor publicado, sí como autor de poesía pastoril y como literato preocupado por la lengua, aunque probablemente su posición en la política de Estado haya sido la que más contactos le proporcionó y la que más puertas le abriera a la hora de ser conocido.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

martes, 12 de octubre de 2021

María Pacheco

Título: María Pacheco.
Autores: Olalla García.
Editorial: RBA Editores.
Año de publicación:
2021 (1ª edición); 2023 (1ª edición en italiano).
Colección: Mujeres poderosas.
Nº de volumen en la colección: 27.
Género: Historia; Biografía.
ISBN: [No encontrado]

 

El octavo y más reciente libro de Olalla García no es una novela histórica, es un libro de Historia, dentro del género de la biografía. Se llama María Pacheco, y fue publicado el 28 de abril de este año 2021 dentro de una colección de la editorial RBA Editores llamada Mujeres poderosas. Era la entrega nº 27. Fuera de esa colección el libro no se encuentra disponible hoy por hoy, y posiblemente durante varios años, ya que las editoriales dedicadas a coleccionables suelen retener sus colecciones en los almacenes, una vez que ya la han publicado completa, con la finalidad de volver a publicarla otra vez por entregas unos pocos años más tarde. Si en esa segunda publicación seriada siguiera habiendo ejemplares sin vender, estos se mandan a las ferias de libros antiguos y de ocasión. No siempre terminan de publicar sus colecciones, pues a veces, si existe falta de ventas, se suspenden. No es el caso, esta colección salió adelante y el libro que le fue encargado a Olalla se publicó. Así pues, si uno quisiera completar la bibliografía de Olalla a fecha de hoy, tendría que localizar este libro dentro de esta colección, lo que ahora mismo pasaría por encargarlo a la editorial. Se trataría de una biografía en tapa dura, con una estética a juego con el resto de los volúmenes de la colección, esto es: un fondo de color pastel y plano, un retrato actual y favorecedor desde los cánones de belleza actuales de la mujer biografiada, y si se recurre a retratos de época los retocan dentro de esos cánones, siempre dispuestas frontalmente, mirando de cara y con seguridad y en la contraportada la espalda de la mujer, como indicando que el interior del libro, la biografía, es ella en sí misma. Los títulos de cada volumen son el nombre por el que es conocida cada personaje histórico y se acompaña de una breve frase que de manera provocadora le desvela al lector unas supuestas mentiras que van a ser desmentidas y que, de fondo, lo que viene a decir es la maldad del hombre hacia la mujer, que falseó su historia. Curiosamente (esto es retórico) todas las biografías disponen del mismo número de páginas o similar, haciendo que cada ejemplar ocupe más o menos el mismo volumen y haciendo así una estética muy medida en las estanterías de quien desee hacer la colección, por lo que no está tan claro si los libros como colección, que no es lo mismo que individualmente, han sido pensados para ser leídos o como objeto de colección mediante el cual el o la posible compradora pueda reivindicar un supuesto compromiso con la igualdad de género y el conocimiento "real" de la Historia, haciendo a la vez un revisionismo de toda la Historia que pudiera incurrir con el negacionismo de algunos acontecimientos en favor del papel de algunas de las mujeres protagonistas, no parece que la colección se interese tanto por la Historia de la mujer sino por la Historia de los protagonismos. 

La colección Mujeres Poderosas aprovecha el tirón de la corriente feminista de la Historia. Para quien no esté formado académica y profesionalmente en Historia, hay que decir que siempre han existido corrientes historiográficas que hacen que los y las historiadores se planteen y se replanteen sus conocimientos según avanzan y que esas corrientes suelen tener momentos históricos en los que predominan más o menos entre la sociedad. La corriente de explicación de la Historia desde el marxismo tuvo gran acogida en el siglo XX, por ejemplo, pero hubo épocas donde la religión, la raza, la economía, la ecología, etcétera, eran las principales claves explicativas. Una de las escuelas francesas de la segunda mitad del siglo XX, por ejemplo, abogaba porque en realidad la mezcla de todas las corrientes historiográficas es lo que tendría la explicación más cercana a la realidad. No es asunto de esta nota adentrarnos en el detalle de las corrientes historiográficas y cómo trabajamos los historiadores, máxime cuando este asunto ocupa los cinco años que dura la propia licenciatura en Historia. Baste con que el lector sepa de esta cuestión dentro de la profesión de historiador para poder decir que en la actualidad una de las corrientes más potentes de historiografía es la feminista junto a la ecológica. Mucho compañero y compañera de profesión consideran hoy día que una revisión del papel de la mujer en la Historia explica mejor la Historia o bien que el papel de la mujer en la Historia ha sido falseado y hay que aclararlo pues afirman algunos que la Historia era distinta o podría haber cambiado. La corriente no está desacertada en mi opinión, pero sí hay algunos puntos de vista dentro de esta corriente que yo matizaría, pues personalmente creo que en realidad una sola corriente historiográfica no explica por sí sola la Historia, sea esa corriente la que sea. Sí que creo que incluir de una manera más justa a la mujer en la Historia que conocemos es algo que se hace necesario, aunque esto no debería pasar por la victimización de la mujer de manera permanente ni en considerar que en los miles de años de la existencia humana la mujer siempre tuvo un papel único, pues sería incurrir en el error. Del mismo modo que me parece mal historiador o historiadora deontológicamente quien parta de la idea inamovible de que todo lo negativo del ser humano es del hombre y todo lo positivo solo de la mujer, eso es falso y es una construcción ideológica por encima de la naturaleza auténtica del ser humano, independientemente de su sexo. 

En todo caso RBA Editores ha querido aprovecharse del interés que suscita ahora mismo el auge de todo lo que tiene que ver con el feminismo, especialmente en las jóvenes. Si el interés general hubiera sido otro, otra hubiera sido la colección. En este sentido, todos los libros de Mujeres poderosas se dedican a biografías de mujeres muy destacadas, especialmente en los ámbitos de poder y política,  y se presenta la colección como la gran enciclopedia que viene a desmentir todo lo negativo o cuestionable que se haya podido escribir de estos personajes, hayan o no hayan participado, por ejemplo, de conspiraciones de Estado o asesinatos, como ocurre en algunos casos de algunas de las mujeres que presentan. No me parece en ese sentido la gran enciclopedia de la Historia de la mujer, sino una enciclopedia de la historia del poder desde sus personajes femeninos. La Historia de la mujer personalmente creo que es algo más que la Historia de las reinas y las militares. En ese sentido, particularmente opino que la Historia feminista y de la mujer debe orientarse y estar del lado de la corriente historiográfica de la Historia social y de la Historia del Movimiento Obrero o del Trabajo, por ejemplo, y colindar con la Historia de la Cultura. No hay que olvidar esta otra cuestión del poder y la política, pero tengo la impresión que una Historia de la mujer, en general, tiene más peso dentro y al lado de la Historia social que de la Historia de las biografías de personajes muy puntuales y destacados cuyas acciones, a menudo cuestionables al igual que la de sus iguales masculinos, tienen repercusión en la vida común de miles y millones de personas anónimas, como pueda ser el caso de Cleopatra, Isabel I "la Católica" o la reina Victoria de Inglaterra. 

Toda interpretación de la Historia desde dentro de la profesión y la deontología, no desde la mera opinión, es deseable para enriquecernos y conocer más, en ese sentido esta colección sea bienvenida. Luego ya que lo que se escriba esté más o menos informado por parte de cada autor o autora, es otra cosa y otra cuestión para establecer el debate de lo que es más o menos útil para conocer mejor el pasado. 

Sea como sea, RBA Editores ha contado con historiadoras e historiadores profesionales de primer orden, más allá del equipo de diseñadores y publicistas para atraer compradoras y compradores de la colección. Por ello se hace interesante cada una de estas biografías para comprender mejor a esos personajes y ponerlos en contexto y en debate y reflexión propios de cada uno con sus conocimientos de aquella época y sucesos en los que se pone en relación. Es el contraste de unos y otros conocimientos y puntos de vista lo que hace que tengamos visiones de conjunto más amplios para conocer. 

Dentro de las profesionales de la Historia contaron con Olalla García para la biografía de María Pacheco, una de las heroínas y líderes del movimiento comunero que en la década de 1520 quiso limitar el poder del rey de España, Carlos I, mientras este marchaba a Centroeuropa para hacerse con la corona imperial alemana. Olalla ya se había acercado al movimiento comunero a través de su novela Pueblo sin rey, de 2020, que a la vez pudo ser posible gracias a la investigación A voz de Comunidad. La rebelión comunera en Alcalá de Henares: 1520-1521, que Ángel Carrasco trabajó arduamente y publicó en 2016. Así pues, Olalla se presentaba como autora de esta biografía con un conocimiento ampliamente trabajado en el año anterior para esa novela (sin despreciar nunca que ella misma es una profesora de Historia destacada).

La autora ha trabajado la Historia de la mujer a lo largo de su profesión y a través de sus novelas, aportando un punto acertado e interesante de conocer. Un punto de vista informado y reflexivo que, además, en el último año, intenta dar a conocer y compartir a través de cursillos y talleres a personas interesadas, como puedan ser los que dedica a la Literatura pero también a la propia Historia en sí. Olalla no es una autora e historiadora que se deje llevar por el apasionamiento de un debate que puede hacer que lo idealizado y llenado de tópico socave y distorsione lo que es un debate por el conocimiento real de la Historia y la biografía. Por ello se hace necesario leerla y estar atentos a esta biografía de María Pacheco, siempre teniendo en cuenta que lo importante de este tipo de biografías es que sus vidas están en contacto pleno con los acontecimientos generales que afectan a su sociedad y al resto de personas de su época. Los comuneros tuvieron simpatías y enemigos entre la gente de su época, del mismo modo que posteriormente sufrieron represión y persecución, y en ese sentido la construcción de toda una propaganda en contra de sus personas. Dentro de esta propaganda de la época, María Pacheco sufre sus primeros ataques contra su integridad y persona. Con el paso de los siglos los comuneros han tenido más o menos simpatías, gente a favor y gente en contra que a menudo se disponían a ubicarse en uno u otro lado de entender la política, especialmente desde el siglo XIX. Esto ha hecho que en pleno siglo XX tanto la izquierda como la derecha hayan defendido patrimonializar para sí al movimiento comunero, del mismo modo que también lo han atacado. En este baile un tanto de distorsión e interpretación desde los acontecimientos contemporáneos de cada uno, todos los personajes de los comuneros han sufrido la distorsión de sus figuras y han absorbido tópicos difíciles de deshacer. María Pacheco no es ajena a esto, si bien su figura baila entre heroína y mujer fatal. 

Olalla viene a defender la figura de Pacheco poniéndola en contexto de cómo funcionaba la sociedad del siglo XVI y el propio movimiento comunero. No olvida que ella tuvo seguidores, como el resto de comuneros, y pese a que esas voces fueron acalladas por la represión posterior ejercida por Carlos I, ahora, con un estudio y análisis actual de la Historia, podemos recuperar los porqués de los comuneros y sus seguidores y, con ello, se recupera y limpia la figura de María Pacheco, no como ser malvado, sino como heroína que fue para una parte de aquellas gentes que vivieron aquellas batallas. Una líder político y militar que tiene ideas de cómo quería que fuera su sociedad. Ideas que chocaban con la nueva política de Carlos I que venía a reafirmar la autoridad real de una manera más absoluta y menos consultiva con las Cortes, en las que determinadas familias nobiliarias y burguesas no querían perder sus poderes o parte de sus poderes, que se veían desplazadas por las nuevas personas que ocupaban cargos, a menudo del círculo alemán de personas de confianza del nuevo Rey, y una persona que además cobra una gran importancia al asumir ese papel político y militar de alzados en rebelión contra el gobierno, pero no para acabar con él, sino para moldearlo, papel que asume continuando el protagonismo que tuvo su esposo, el cual fue ejecutado por comunero.

En 2023 el libro fue traducido al italiano.

Una vez más, un trabajo de Olalla digno de ser leído, y esta vez desde el ejercicio de su profesión como historiadora.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 3 de octubre de 2021

Un ensayo y un poema

Título: Un ensayo y un poema.
Autor/es: Anónimo [No constan nombres, solo el de quien diseñó la portada: Tomás Andrés]
Editor: Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Impresor: TPA.
Año de publicación: 1967 (1ª edición).
Género: Poesía; Ensayo.
Depósito Legal: M.2035-1967

 

Una de las publicaciones que se han transformado en rarezas a la vez que en testimonio del intento de Alcalá de Henares por recuperar y volver a renacer su cultura y sus inquietudes culturales tras la guerra civil la fomentó el propio ayuntamiento franquista de la época gobernado por el alcalde Félix Huerta y Álvarez de Lara, que llevaba gobernando desde 1957. Se trata de un pequeño libreto, a modo casi de cuadernillo, que se llamó Un ensayo y un poema, describiendo con el título exacta y literalmente el contenido. Se publicó a través de los servicios de la imprenta TPA en 1967. Esta imprenta era en realidad los Talleres Penitenciarios de Alcalá. Un año antes, en 1966, Alcalá de Henares había inaugurado la Universidad Laboral de Alcalá, la cual atrajo población y ayudó a revitalizar el panorama cultural. Un año después, 1968, la centro de la ciudad sería nombrado Conjunto Histórico Artístico, recibiendo así un impulso turístico y un reconocimiento gubernamental de la Historia y la Cultura y Arte de Alcalá. En medio, el edificio principal de la antigua Universidad de Alcalá era la Escuela Nacional de Administración Pública, donde se formaban los funcionarios para el servicio al Estado. En ese contexto de revitalización cultural de la ciudad, el ayuntamiento tomaba iniciativas junto a algunos ciudadanos que contribuían desde la literatura y las artes plásticas. Llegaban a la ciudad emigrantes de otros lugares de España atraídos también por la nueva industria y la cercanía a la capital. La ciudad crecía.

El presente libreto de 1967 era consecuencia del segundo certamen poético literario convocado por el ayuntamiento, tal como indicaba la portada. Por lo que debió haber al menos otro concurso en 1966 y probablemente hubo una continuidad que iría encaminada hasta todo ese otro resurgir más potente que se daría en la década siguiente. La obra contaba con un ensayo sobre la vida de Cervantes y el personaje del Quijote, a la vez que le seguía la reflexión personal del autor que lo escribió. Posteriormente había un poema también unido a ese intento de ensalzar el pasado alcalaíno. Muy en línea con todos aquellos escritos que la dictadura de Franco gustaba de premiar si hablaban de las épocas del Imperio español y la gloria de sus gestas y sus Letras en un orden universal que destacara a España en el mundo. No quiere decir que el ensayo y el poema no tuvieran valor fuera de esa dinámica, lo tenían. Lo que quiere decir es que este libreto es un testimonio tanto de la revitalización de Alcalá que se buscaba en lo cultural tras tanto perdido tras la guerra, como un testimonio del tipo de obras que se fomentaban o premiaban. 

Lamentablemente quien maquetó e editó el libreto debió dar por sabido quién o quiénes eran los autores ganadores de aquellos textos, no escribió su nombre y para alguien del siglo XXI que se encuentra con esta obra, como es quien esto escribe, se nos pierde el dato. Recuperarlo requeriría de una labor de investigación extra y más orientada a una nueva obra que al fin hable de la Historia de Alcalá de Henares en todo el siglo XX, sin huir de ninguna de sus décadas. El único nombre que se registró fue el de la persona que dibujó y diseñó la cubierta, Tomás Andrés, que la firmó el 23 de abril de 1967. Con un Cervantes lector diseñado esquemáticamente, muy al gusto de aquella década, se nos abre a unas letras estilizadas anunciando título y origen del concurso del mismo. Destaquemos que los colores elegidos eran rojo y negro, colores propios de la bandera de Falange, el partido político de origen fascista que apoyó a Franco y que a lo largo de la dictadura recibió innumerables veces puestos desde los cuales controlaban los valores que debían prevalecer en la sociedad y política franquista, así como puestos desde los que controlar innumerables cuestiones culturales y de control de lo cultural.

No se confunda el lector pensando que el ensayo y el poema son proselitismo de la ideología franquista, es simplemente que en aquella época había que pasar por un tamiz o no ir a ningún sitio. Por pasar, a menudo pasaban muchos contrarios al franquismo burlando controles y censuras haciendo creaciones que decían cosas que parecían no decir y sin embargo decían. Bien es cierto que los códigos usados por los autores a veces solo los entendían los autores. Pero nos mentiríamos si creyéramos que todos los autores de España eran contrarios al franquismo y sus ideologías. En este caso, simplemente, se convocó un concurso literario compuesto de ensayo y de poesía y el autor o autores que ganaron optaron por algo formal dentro de una temática que en Alcalá de Henares iba a ser muy bien recibida, sobre todo cuando se estaba intentando poner en valor ese pasado alcalaíno como una de sus glorias, haciendo de Cervantes una personalidad universal nacida en lo local. Acertada o no la visión, era legítima la reflexión. El premio venía a cuento, pues si atendemos el dato de que en 1968 se concedió a la ciudad el título de Conjunto Histórico Artístico tenemos que el propio ayuntamiento estaba en plena campaña de promoción de toda la Historia y personajes que pudiera de la ciudad para lograr tal nombramiento y todo lo que eso podía dar a la ciudad en plena época del desarrollo y del turismo como incipientes industrias de éxito en España, de la mano del Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne.

Este ensayo se hace necesario en una biblioteca que quiera reunir a autores alcalaínos, como testimonio. Es parte inicial de todo lo que vendría después y que hoy día, en el siglo XXI está tan vivo. Es un testimonio de cómo Alcalá de Henares trataba de recuperar una vida cultural entre sus ciudadanos.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".