Título: Tras la puerta tapiada.
Autor: Francisco José Martínez Morán.
Editorial: Hiperión.
Año de publicación: 2009 (1ª edición).
Colección: Poesía Hiperión.
Nº de volumen en la colección: 591.
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-7517-947-6
El tercer libro que publicó Francisco José Martínez Morán fue a la vez su segundo poemario. Al igual que el primero fue fruto de un prestigioso premio a nivel estatal. Se trata del Premio Hiperión de Poesía, del cual ganó su XXIV edición en 2009, año de la publicación del libro. Si el primer libro y premio le abrió alguna puerta para ejercer clases de literatura en la Universidad de Alcalá, este segundo libro le ponía de manera asentada en el panorama de los poetas españoles relevantes de la primera mitad del siglo XXI. Ahora se le abrían puertas para escribir y participar en medios de comunicación de toda índole. El jurado que le premió estuvo compuesto por poetas muy conocidos, tales como Luis García Montero, Benjamín Prado, Almudena Guzmán, Jesús Munárriz y Jenaro Talens. La edición que se hizo del libro fue una edición en tapa blanda con solapas, cuyas cubiertas tenían un dibujo que fingía ser papel verjurado sobre el que se dibujo un a arcada arquitectónica de estilo o bien de la antigüedad clásica o bien del Renacimiento que, por otro lado, nada tiene que ver con el contenido del libro y que despista totalmente en cuanto a lo que este poemario nos ofrece. Lo único que tal dibujo quiso reflejar como algo acorde es que las figuraban tapiadas por ladrillo, pues el título es Tras la puerta tapiada. Bien pudiera hacer referencia, de algún modo, a un nicho de cementerio, haciendo referencia así a todas las historias que encierra materializadas en lo que fue el cuerpo de la persona que entierra. Metafóricamente el título en realidad hace referencia a todo aquello que hay en el interior de una persona, por lo que la fachada de la persona (su cara, cuerpo, actitudes, etcétera) no muestran en realidad lo que ocurre en el interior de esa persona, en su ser. Lo que no muestra de sí al exterior la persona.
El poemario se divide en cuatro partes delimitadas por el propio poeta. Se trata de un poemario muy formal, que sigue las normas estrictas de la métrica y que no experimenta. Sólo de vez en cuando muestra algo que se asentará en poemarios posteriores de Martínez Morán: el poema tan breve que puede ser uno, dos o tres versos, pero aquí esto sólo ocurre muy mínimamente, como preludio de cómo evolucionará quien escribe ("El mundo es una ruina del futuro"). Algunos poemas son acompañados por breves textos de autores clásicos en sus idiomas originales, ya se latín, griego antiguo, inglés, alemán o, también, español. No hay traducción. Esto hace que se trate de unas notas eruditas previas a sus poemas, pero es que probablemente este sea, aparte de su poemario con más éxito entre los poetas más encumbrados, su poemario más erudito, en ese sentido también el más elitista en cuanto a estar dirigido a un lector con una base de erudición elevada. Sus mensajes son estados emocionales sencillos de captar, en cuando a que todos los tenemos, los más eruditos y los menos leídos. El lenguaje usado también tiende a la sencillez, pero las referencias a biografías y obras de la cultura universal de todas las épocas, especialmente las antiguas, a través de los nombres de las personas que fueron creadores a lo largo de Historia, hace que se tenga que tener una cultura de lecturas, cuadros, filosofías y otras, muy alto, y además, que para captar mensajes de los poemas tengas no sólo un conocimiento de su obra o vida, sino también un pensamiento, una reflexión propia sobre ello. De este modo logra el poeta en este libro la síntesis de lo que quiere expresar.
Retrata el equilibrio, Botticelli.
Viérteme en los pinceles, Claude Monet.
Llora con mi pupila, Miguel Ángel.
Evapora ese instante, Fragonard.
Avanza entre las sombras, Carravaggio.
Descúbreme la línea, Piotr Mondrian.
Congela los slencios, Edward Hopper.
Regálame oro y sangre, Gustav Klimt,
dame la luz del mundo, Jan Vermeer.
La referencia permanente a una reflexión de algo sobre alguien conocido del pasado sirve a lo largo de todo el poemario para que el poeta indague en su propio interior. Este poemario va de lo que no está, o de lo que ya no se puede ver o sentir o vivir. Por ello hay una parte relevante donde aparecen poemas dedicados a familiares fallecidos Martínez Morán. Hay en ese momento una mezcla entre la melancolía, el reconocimiento del otro y a la vez el despertar ante la realidad de que todo lo que existe se desliza hacia la no existencia, aunque sus restos sigan dejando rastro e incluso influyendo entre lo que prosigue el existir.
(...)
También tengo constancia del futuro:
confundiré sus ojos, calle a calle;
sus ojos, aunque no los vuelva a ver.
El asunto de la muerte y también del desamparo de quien se queda vivo frente al que se muere, o bien de quien dejas vivo frente a tu muerte, es un asunto que recorre estas páginas ("Todos los personajes de Chardin / están a un solo paso del desastre (...)").
También contiene poemas de amor que dedica a quien es su pareja. Pero en definitiva el libro vuela sobre todo acerca de lo volátil que es todo en la vida y en la existencia, y esto lo refleja fijándose en pequeños detalles, desde el movimiento de un pie en las ondas del agua, al desconocimiento de uno mismo dentro de un laberinto, o ese perro bulldog de una pintura que es acariciado por dos mujeres desnudas en una cama y él desea irse. El poemas que resume el libro es el que lo cierra:
La casa está vacía.
Desde hace muchos años, las paredes
sólo albergan la torpe conjetura
de tu imagen. El polvo suspendido
delimita la luz tras las ventanas
y desquicia los goznes de las puertas.
Tú mismo eres extraño en este suelo.
Nadie sabe de ti ni te reclama.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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