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sábado, 18 de julio de 2020

El testimonio de Yarfoz

Título: El testimonio de Yarfoz
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio. 
Editorial: Alianza Editorial. 
Año de publicación: 1986 (1ª edición). 
Género: Novela. 
ISBN 13: 978-84-206-9053-7
ISBN 10: 84-206-9053-8
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Título: El testimonio de Yarfoz
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio.
Editorial: DeBolsillo (Nuevas Ediciones de Bolsillo)
Año de publicación: 2015 (1ª edición; Nota de los editores y epílogo de Gonzalo Hidalgo Bayal).
Colección: Contemporánea. 
Género: Novela.
ISBN: 978-84-9062-721-1

La tercera vez que comentaremos por aquí a Rafael Sánchez Ferlosio será esta vez será por su regreso a la novel tras publicar Industrias y andanzas de Alfanhuí en 1951 y El Jarama en 1956. Se hizo esperar, pese a que entremedias publicó innumerables artículos y ensayos. Lo publicó en 1986 en castellano y en enero de 1987 ya tenía su traducción al francés. Se trata del libro El testimonio de Yarfoz. En realidad, algunos análisis y contrastes con otros textos de del autor hacen pensar a varios de sus estudiosos que ya tuviera unas primeras ideas y notas justo en la década de 1950, durante el proceso de sus dos primeras novelas; otros indican que más bien comenzó a trabajar en esta nueva obra o bien justo al acabar El Jarama y recibir el Premio Nadal en 1956; pero lo que confesó Sánchez Ferlosio es que comenzó con esta obra sobre 1969, mientras que en otros lugares el mismo autor confesaba haber estado quince años sumido en estudios filológicos después de El Jarama, lo que le llevaría a abandonar la novela por interesarse por otros géneros que invitaban más a la reflexión, eso nos ubicaría en torno a 1971. Sea como sea, la tercera novela no se publicó hasta 1986, en tapa blanda con la editorial Alianza. La cubierta era bastante sobria, dando toda la importancia a conocer el texto, ya que por sí sola no desvelaba nada. Llegó a existir la citada traducción al francés por el autor en enero de 1987, la editorial Destino la reeditó en 2002 incluyendo ya un paisaje de meseta en la cubierta. En 2004 Sánchez Ferlosio recibió el Premio Cervantes y en 2009 el Premio Nacional de las Letras y eso hizo que se reeditaran sus libros, siguiendo la idea de un paisaje mesetario esta novela la volvió a editar Austral en 2010, con prólogo de Rosa Montero. La siguiente edición será la más actual hasta la fecha, estando dentro del grupo Penguin Random House, la sacaron junto al resto de su obra en la editorial DeBolsillo, en la colección Contemporánea, con una nota de los editores que indicaba algunas correcciones echas al texto, y un epílogo de Gonzalo Hidalgo Bayal que en realidad era un ensayo en torno a las tres novelas del autor y la importancia de usar las palabras precisas que le dio a todos sus textos, tal edición es de 2015 y es la que vamos a seguir para estas notas. Contenía en su cubierta un paisaje mesetario típico de Castilla, en blanco y negro y cierto toque como de azulejo que le daba falsa sensación de falso cubismo. El autor moriría en 2019

La cuestión es que la novela está aparentemente incompleta, a pesar de que como mínimo le había dedicado diecisiete años de su vida. Tal como indica el falso prólogo de un editor, que no es otro que la voz protagonista que nos anuncia que a continuación se presenta el texto manuscrito de un hidráulico llamado Yarfoz, solo es un fragmento de unas memorias que aportarían luz sobre las guerras barcialeas. Aparentemente solo es un fragmento, lo más curioso es que el propio Sánchez Ferlosio se dedicó a alimentar la idea de que solo era un fragmento, ya que llegó a declarar que no sabía si algún día lograría acabar el conjunto completo de estos escritos, que se llamaría precisamente Las Guerras Barcialeas, a las que hipotéticamente les dedicó toda su vida tras acabar El Jarama. En enero de 1980 ya había publicado un relato de diez páginas en la revista Nueva Estafeta, el cual título: "Libro Primero", y se indicaba que lo era de Las Guerras Barcialeas. Aparentemente era un estudio histórico al que le dedicó mucho tiempo, aunque evidentemente era un regreso a la prosa de ficción, a la narrativa, en un pequeño relato. La revista Nueva Estafeta volvió a sacar este texto posteriormente con el título. "Sánchez Ferlosio / Clásicos remotos". Posteriormente, el propio autor revisaría el texto y lo volvería a publicar ahora en El geco, dentro de lo que llamó Historia de las Guerras Barcialeas, con el título de "Los lectores del ayer. Introducción de Ogai el Viejo". En ese relato ya se menciona en voz del protagonista Ogai la existencia de un apéndice que da luz a los sucesos de aquellas guerras y escrito como testimonio de un hidráulico llamado Yarfoz. Dentro de este conjunto de relatos que sacó a la luz están también "El escudo de Jotán", "El huésped de las nieves", "El reincidente" y "Plata y ónix", dando a entender que no había abandonado la narrativa de ficción y que realmente el proyecto de las Guerras Barcialeas existía y estaba en proceso siempre inacabado. 

En 1985 murió joven su hija Marta y Sánchez Ferlosio se entregó al refugio de la escritura compulsiva y aislada. Fruto de aquello en 1986 publicó de golpe cuatro libros, entre ellos El testimonio de Yarfoz. Consideraba que esta novela era la mejor de sus novelas, muy por encima de las dos primeras, tan encumbradas y apreciadas, sin embargo, público y crítica recibieron el regreso a la novela con tanta expectación como posterior desilusión. Muchas críticos mostraron su desconcierto ante el libro que tenían en las manos, lo que parece ser que Sánchez Ferlosio recibió con molestia, pensando que no habían comprendido el libro y todo lo que este contraía dentro de sí. 

El libro es sin duda muy duro de leer, es de muy difícil lectura incluso para las personas más eruditas o para los filólogos. Contiene largos párrafos que pueden ocupar varias páginas sin que ellos haya ninguna incorrección gramatical. Tiene ritmos sintácticos y fonéticos a veces tediosos. Se mete por vericuetos interminables de reflexión, ensayo y lenguaje unas veces jurídico, como en su segunda novela, otras veces puramente de debate filológico, otras veces es pura filosofía, incursiona en el lenguaje neto de los tecnicismos de la ciencia hidráulica, en otras ocasiones abraza el tono de cronista de la Edad Media venido a la Edad Antigua, etcétera. Todo ello con un lenguaje muy rico, exacto y preciso, tan preciso que el autor no repara en explicarnos porqué elige una palabra y no otra para determinada frase, usando el recurso de introducir un personaje de profesión traductor del que se cuestiona la exactitud de lo que traduce, por ello también los diferentes modos de entender el mundo por parte de las diferentes culturas. Hay que reconocer que si la primera novela se recreaba en la imagen, pareciendo una colección de cuentos, y la segunda en recoger las diferentes formas de hablar en la sociedad, siendo un catálogo de argots, en esta tercera novela se recrea en las palabras exactas para su uso en ensayos de profundas y complejas reflexiones intelectuales de toda índole, con un trasfondo de lo jurídico como medio de traducir a actos nuestros modo de entender la vida. Es un libro ejemplar en cuanto a todo lo referido al lenguaje, y una vez que lo lees completo es cierto que cobra un sentido que lo revaloriza en mucho y muestra la gran inteligencia del autor, que creo un auténtico laberinto en el que perderse (literalmente) para poder darnos un mensaje preciso y exacto de lo que quería decirnos desde el principio. Pero para leerlo completo hay que perderse, te obliga a perderte en montones de detalles y disquisiciones, parece un conjunto de ensayos agrupados con un hilo argumental, y eso hace perder la paciencia. Solo se lee si el lector es constante y disciplinado, aparte de gustarle la reflexión profunda y compleja. El premio final merece la pena, pero el camino es arduo. Quizá es un libro que te invita a anotarle por todos lados para ayudarte en su lectura y en sus consultas futuras. Ahora bien, toda esta inteligencia no es muy comercial. Su carácter comercial le viene por la importancia del autor en la Literatura, pero es evidente que de no ser él, el libro no hubiera sido fácil que fuera aceptado por un editor. Puede valer para entregarlo directamente a la Real Academia Española de la Lengua como una obra maestra del lenguaje castellano en la actualidad, pero como novela es francamente muy dura de leer. Insisto, si se logra superar el gigantesco reto que nos propone el autor, si se logra tener paciencia y generosidad con tu tiempo, sí es cierto que el final del libro es una recompensa grata que le da sentido a todos y cada uno de los rincones que aparentemente nos hubieran parecido digresiones.

Las Guerras Barcialeas no existen. Son una ficción a las que Sánchez Ferlosio jugó a darles cartas de realidad en este libro, en los relatos, en ensayos... y hasta en entrevistas. El conjunto de relatos, que no son en concreto este libro, sino que el libro es parte de ellos, se ambientan en una época previa al Imperio Romano. Hay quien ha afirmado que le recuerdan a los territorios y personajes inventados en los libros de Conan escritos por Robert E. Howard a partir de 1932. Lo cierto es que algo del género de la fantasía épica sí tiene, de hecho tiene algo casi de los libros de caballerías de los siglos XV y XVI que cita Cervantes en El Quijote. Sin duda nombres y sucesos serían dignos de nombrarlos Cervantes para su burla y crítica. Ahora bien, Sánchez Ferlosio le dota a todo ello un lenguaje y unos sucesos que están desde la verosimilitud de lo real, no hay fantasía, hay un lenguaje que cuadra con las crónicas de los textos más antiguos conocidos en las civilizaciones más desarrolladas previas a la expansión de los romanos, o incluso propio de los textos de un Julio César o de Cicerón. Como historiador he de reconocer que Sánchez Ferlosio debió estudiar bastante los crónicos antiguos para lograr este efecto y a la vez introducir argumentaciones actuales.

Casi todo el mundo parece estar de acuerdo en que el territorio en el que se desarrolla todo es el de la Península Ibérica, y puesto que las principales ciudades en disputa están en una meseta extensa, se identifica las acción en general con Castilla. Para muchos parece claro que la ciudad de Tetrecia en la novela no es otra que la antigua Titulcia, que tanto ha dado a la arqueología actual. Por ese camino aparecerían también Madrid y Alcalá de Henares, entre otras ciudades, solo que con falsos nombres inventados, imitando los hipotéticos nombres de unas civilizaciones ibéricas desaparecidas. Siguiendo esta lógica, si el primer libro tenía al Henares por centro y la segunda novela al Jarama, ahora el protagonismo correría de la cuenta del Manzanares y del Tajo, sin dejar de salir los otros ríos y sus ciudades. Pero hay filólogos que consideran que el nombre de Barcial en realidad guardaría relación con un lugar de Extremadura y se lleva la acción a Extremadura y no a Madrid. Tras leer el libro lo único que puedo afirmar a este respecto es que en Madrid ni hay cataratas ni hubo flamencos rosas, del mismo modo que pese a existir unas grafías íberas nunca descifradas a fecha de hoy, la protohistoria ibérica no cuenta con civilizaciones tan avanzadas como para tener técnicos hidráulicos, ingenieros arquitectónicos, expertos madereros, etcétera. Si tuviéramos que tener eso en cuenta podríamos hablar o bien de Andalucía y Extremadura, donde pudo estar el reino de Tartesos, o bien directamente podemos imaginar un territorio imaginario o como mucho de Oriente Próximo. Pero, de nuevo un "pero", es evidente que los nombres inventados siguen algún tipo de lógica filológica y que las descripciones paisajísticas tienen mucho detalle, podrían incluir algún "disfraz" que dificulta reconocerlas del todo, y dado que filólogos y estudiosos de Sánchez Albornoz en su mayoría afirman el triángulo Madrid-Titulcia-Alcalá de Henares, y los ríos Manzanares-Jarama-Henares-Tajo, se podría dar por bueno que esta novela tiene esa ubicación. Lo más claro es la aparición de la extensa meseta cerealista de las dos Castillas, y tengo la impresión que en el deambular de los personajes podrían estar yendo a territorios más lejanos, ya sea hacia Portugal o hacia Cataluña-Valencia, no queda claro.

El libro se puede leer por sí solo, deja el final abierto igual que innumerables textos de  la Edad Antigua, muchos por la misma razón: incompleto por el tiempo. Un hidráulico, Yarfoz, que trabaja para la familia de un príncipe, decide escribir de anciano sus memorias sobre los episodios que le tocaron vivir en el periodo de las Guerras Barcialeas. Él vivía en un extenso periodo de tregua cuando recibió el encargo de una ambiciosa obra de ingeniería hidráulica para toda la confederación de pueblos que forman el reino. Estas obras reviven los recelos de ruptura de unos pactos de paz que previamente tuvieron los abuelos y padres de los que gobiernan en ese momento. El padre del príncipe asesina por orgullo al general del pueblo vecino con quienes tenían pactos de tregua, por lo que el príncipe, Nébride, decide pasar al exilio y renunciar a la herencia familiar. Con él parten al exilio sus servidores por propia voluntad, entre ellos Yarfoz. Recorren numerosos territorios conociendo todo tipo de diferencias culturales, tecnológicas y filosóficas entre sus vecinos. Algunos pasajes son realmente atractivos, como el dedicado a los monos mendicantes, o al cortejo con caballos a las damas de otro pueblo, no exento de picardía sexual, pero hay también extensos pasajes dedicados a la descripción técnica de algunas arquitecturas. Llama la atención todo el conjunto de reflexiones sobre el grabado de la memoria en piedra en las tumbas de los muertos. es un libro realmente lleno de reflexiones muy diversas. Pasan las décadas y muere el padre del príncipe, por lo que pasa a ser buscado, aunque él se oculta bajo falsa identidad. Su hijo Sorfos entretanto se hace militar mercenario para un pueblo vecino y cuando Tagrana, su general, descubre que es un príncipe, le propone regresar a su país para hacerse con el gobierno saltándose el turno del padre, ya que el padre, al que se le usurpó el gobierno, no quiere el gobierno. Sorfos, aún con todo, quiere alcanzar el gobierno sin llegar a la violencia. Con esta base argumental se desarrolla todo el libro.

Personalmente, a sabiendas de que su composición está como mínimo desarrollada entre 1969 y 1986, con ese fuerte empuje que recibió en 1985, creo que en determinadas partes hay paralelismos más o menos claros a la España de la Transición, especialmente en la construcción de la política de las Autonomías, pero sobre todo en el delicado paso de un largo gobierno de usurpación por mano militar a otro nuevo de manos del gobernante legítimo que quiere recuperar su autoridad de manera no violenta, a ser posible obteniendo el reconocimiento de la legitimidad por parte tanto de los partidarios como de los contrarios. En este sentido es altamente destacable en los capítulos finales leer con atención cómo planea Sorfos junto a Tagrana y otros generales la manera por la cual la recuperación del poder solo se legitimaría y se aceptaría a la vez que no habría violencia. Probablemente es uno de los textos más clarividentes para explicar el paso de la dictadura franquista a la monarquía parlamentaria, siendo esta novela una ficción sobre unas civilizaciones inexistentes en la península antes de los romanos y diría que antes de los cartagineses. 

Expuesto el libro, este fue el tercer libro de Sánchez Ferlosio en relación a Alcalá de Henares, la ciudad de la gente del derecho, si bien, como veis, en este caso es muy interpretable el alcance o no de Alcalá en esta obra.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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