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martes, 29 de noviembre de 2022

Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib

Título: Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib (Nafh at-tib min gusn al-Andalus ar-ratib wa dikri waziriha Lisan Addin b. Al-Hatib).
Autor: Ahmed Mohamed al-Maqqari (al-Maqqari).
Editor: [Posiblemente Küçük Ahmed Pasha, valí de Damasco en el gobierno del Imperio Turco Otomano].
Año de publicación: entre 1628-1632 (1ª edición en el Imperio Turco Otomano, en la ciudad de Damasco).
Género: Crónica; Historia; Biografía; Enciclopedia.
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Título: History of the Mohammedan Dynasties in Spain (Historia de las dinastías mahometanas en España).
Autor: Ahmed Mohamed al-Maqqari (al-Maqqari).
Editor: Pascual de Gayangos (también traductor al inglés).
Año de publicación: entre 1840-1843 (1ª edición)
Género: Crónica; Historia; Biografía; Enciclopedia.
ISBN:  9781166339685

 

Para ir finalizando los autores musulmanes que mencionaron Alcalá de Henares en sus obras, habiendo visto ya los autores que hubo dentro de la Edad Media en la propia al-Ándalus, ya sea durante el Califato de Córdoba, en sus Reinos de Taifas y en el Reino Nazarí de Granada, incluso uno que escribió dentro del Sultanato Benimerín (actual Marruecos), queda por citar uno que lo hizo ya pasada la Edad Media. Se trata de Ahmed Mohamed al-Maqqari, conocido como al-Maqqari. Un hombre de la Edad Moderna. Había nacido en Tremecén en 1578, muy pocos años después de la Batalla de Lepanto donde los cristianos europeos liderados por el Emperador español Felipe II vencieron y frenaron en el Mediterráneo al Imperio Turco Otomano. Tremecén era una ciudad que había sufrido también la expansión turca. Era la capital de su propio reino entre lo que sería hoy una zona de Argelia cercana a la frontera con Marruecos. Esta ciudad y Sultanato de Tremecén se vio acosado por los berberiscos y corsarios de Barbarroja desde Argel, por los turcos también desde el oriente, por el Sultanato Benimerín (Marruecos) por occidente, y por portugueses y españoles también desde el mar y sus costas, siendo que Orán, cercana a Tremecén, había sido tomada por los españoles para acabar con los ataques de Barbarroja. Los turcos finiquitaron el Sultanato de Tremecén al conquistarlo en 1553. Tremecén había estado pagando impuestos a España en una especie de acuerdo internacional tras la conquista de Orán para que España protegiera también a Tremecén de la expansión turca. Como sea, la expansión turca prosiguió hasta aquella Batalla de Lepanto en 1571. Entre tanto, en Tremecén se habían cometido muchos abusos de autoridad por parte del gobernador turco a la población de allí. En ese contexto nació y tuvo su infancia al-Maqqari. 

Al-Maqqari tuvo una educación al cargo de su tío que era un juez de la ley musulmana, un muftí, en Tremecén, por lo que este le formó en El Corán y las leyes. Siendo joven, pero ya independiente, se trasladó a la ciudad de Fez en 1603, que por entonces era la capital del reino que se derivó del Sultanato Benimerín en el final del siglo XV, el Reino de Fez o Sultanato de Fez, al cual sucederá hasta la fecha de hoy el actual Reino de Marruecos. En aquel momento el Sultanato de Fez estaba gobernado por el que fue su gobernante más culto y hábil en todos los ámbitos políticos y de conocimiento, Ahmad al-Mansur. Estuvo trabajando en torno a la Corte de este e incluso le dedicó una de sus primeras obras escritas, sobre los hombres de leyes (ulemas) de Fez y de Marraquech. Fue en aquel lugar donde pudo ver la llegada de moriscos españoles cuando por edicto del rey Felipe III en 1609 fueron expulsados y cuya expulsión se fue produciendo a lo largo de 1609 a 1613. No solo llegaron al Sultanato de Fez, llegaron también a otros lugares que en el futuro volverían a cruzarse con al-Maqqari, lugares como Egipto (con autogobierno dentro del Imperio Turco Otomano) y Oriente Próximo (parte del Imperio Turco Otomano). Como sea, aquí vivió de primera mano y en un primer momento esa llegada masiva y toda la riqueza cultural nueva que consigo traían, así como historias de su pasado y del pasado de al-Ándalus. 

 En 1618 fue nombrado juez (muftí) e imam de una de las mezquitas de Fez, pero en el mismo año decidió realizar su primera peregrinación a La Meca. En 1619, como resultado del viaje, se instaló en El Cairo, siendo Egipto un sultanato considerado provincia del Imperio Turco Otomano, que les había conquistado y que desde 1609 tenía una serie de revueltas y guerras civiles a causa de que los egipcios hacían políticas proteccionistas de su propia población autóctona, lo que a menudo chocaba con los gobernantes turcos. Tras una dura represión en 1610, no se logró una relativa pacificación hasta que se concedió autonomía política dentro del imperio en 1623. En este otro contexto no solo había llegado al-Maqqari y se había instalado allí en 1619, sino que además habían llegado allí numerosa población morisca española, a cambio de que los turcos mandaron población llamada egipticiante a España (los gitanos, cuyo origen remoto venía de La India). Al-Maqqari escribía y realizaba su labor religiosa y de leyes, a la vez que se permitió viajar cinco veces más a La Meca desde Egipto a Arabia, así como a Jerusalén, en Palestina, y a Damasco, en Siria, todos ellos territorios del Imperio Turco Otomano. 

En 1628 decidió volver a cambiar de lugar donde vivir y se instaló en Siria, en Damasco, donde comenzó a hablar de hadices, esto es: frases atribuidas al profeta Mahoma y otros hombres considerados profetas y santos, frases que sientan precedente para crear jurisdicción. En esto estaba cuando una persona importante de allí, según relató al-Muqqari, le animó a hablar y escribir una Historia de al-Ándalus y en concreto del gobernante e historiador Ibn al-Jatib, del cual ya hemos hablado pues era el que más en reciente en el tiempo había hablado de Alcalá de Henares, en el siglo XIV, igualmente había sufrido exilio y expulsión de la península Ibérica, como vimos.

Regresó en 1629 a El Cairo para arreglar sus cosas y regresó a Damasco donde terminaría de escribir esta obra y moriría en 1632. En aquellos años de Damasco gobernaba el Imperio Turco Otomano la primera mujer regente,  Kösem Sultan, dando al gobierno otro sesgo diferente al habido hasta entonces, orientado a lo cultural, aunque su hijo volvería a la política bélica de expansión en cuanto alcanzara la mayoría de edad.

 El libro que le encargaron se transformó en el libro más importante que escribió en toda su vida. Fue publicado en dieciséis tomos. Los primeros ocho se dedicaron de manera enciclopédica a toda la Historia musulmana de al-Ándalus, haciendo acopio de todos cuantos cronistas musulmanes anteriores que le habían precedido escribieron sobre ello. Era por tanto una obra muy rica en referencias incluso de libros que hoy día no se encuentran. Hacían también estos libros mención a las relaciones de al-Ándalus con el Mediterráneo Oriental, o sea con los islámicos del Imperio Árabe y sus sucesores, en esos tiempos los turcos, y a la inversa, de los islámicos de Oriente con los de Occidente de la península Ibérica y también con los de Marruecos. No olvidemos que en esas relaciones los peninsulares, tanto musulmanes como cristianos, tenían un interés común con los sultanatos que hoy son Marruecos para no recibir una invasión ni del oriente mediterráneo ni del sur africano. En todo caso, los turcos de la época ya fuera por la fuerza de las armas o por las relaciones comerciales y religiosas mantenían relaciones diplomáticas con el occidente mediterráneo, y hasta cierto punto se sentían llamados a regresar la unidad del antiguo Imperio Árabe en aquellas épocas. Pero en estos años de regencia, como hemos dicho, el interés era más bien cultural y de unidad cultural o hermanamiento cultural, por más que les había fascinado todo aquello que habían conocido a través de historias y formas de comportarse de los moriscos españoles. Lo que no evitó que en algunos momentos y lugares muy concretos estos recibieran represión por un choque de cómo se entendía y se componían las formas de gobierno y sus derechos y deberes, muy diferente de la España del siglo XVII a la zona turca del mismo tiempo.

Los otros ocho volúmenes se dedicaban a Ibn al-Jatib, su obra, sus libros, su familia, su descendencia... Era una obra muy completa que incluso abarcaba cuestiones de geografía.

La obra se llamó Exhalación del olor suave del ramo verde de al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din Ibn al-Jatib, comenzada a escribir en 1628, como se ha dicho y publicada hasta la muerte del autor en 1632 en Damasco y por extensión en el Imperio Turco Otomano. Probablemente su mecenas fue el gobernador (valí) de Damasco, Küçük Ahmed Pasha. La transmisión de esta obra en principio fue manuscrita, con todos los posibles errores de transcripción que eso podía suponer, y más tarde fue impresa. Sirvió en adelante para escribir la Historia de al-Ándalus de una manera más científica dado que compilaba tantas referencias de historiadores previos. Evidentemente los que más se beneficiaban de ella eran los historiadores musulmanes, que lo tenían más fácil para conocerla, siendo que los historiadores no musulmanes no se interesaron en ella, en parte por no entender el idioma o simplemente por ignorar a los autores no europeos.

La primera vez que se quiso trasladar a un idioma europeo, cristiano, para facilitar el conocimiento e Historia de la península Ibérica, fue al comienzo del romanticismo en el siglo XIX, cuando también comenzó a crearse un interés especial por los estudios arabistas. José Antonio Conde encontró un ejemplar en la Biblioteca Real de París y quiso incorporarlo en su obra Historia de la Dominación de los árabes en España, pero no logró hacerlo. Sería otro arabista e historiador español, Pascual de Gayangos, quien sí lo hizo por primera vez en dos volúmenes que publicó y tradujo al inglés, History of the Mohammedan Dynasties in Spain (Historia de las dinastías mahometanas en España). Lo publicó entre 1840 y 1843. Unos diez años después fue traducida al francés por otro autor de origen precisamente francés, y fue de nuevo publicada de manera completa en Egipto tanto en 1863 como en 1885, y de nuevo al completo, de forma más tardía, en Líbano en 1988. Actualmente hay una edición más moderna, en inglés, publicada por la editorial Kessinger Publishing, en su colección Kessinger's Legacy Reprints, en 2010. 

En esta obra al-Maqqari se retrotrae a los cronistas que mencionaron Alcalá de Henares, por lo que vuelve a mencionarse tanto la leyenda de la Mesa de Salomón en los Montes Zulema, como el asunto de su castillo, sus batallas, sus nombres, y repite el que le dio Ibn al-Jatib, dado que la mitad de la obra se dedicó a este autor, por lo que al-Maqqari reproduce el nombre de Al-Qal´at Adb al-Salam para Alcalá de Henares. Sirve por tanto su obra de repaso. 

Podemos entender en términos generales también dado el contexto histórico que rodea a esta crónica que fue un intento de reclamación de las relaciones culturales y sociales que unían a los dos extremos del Mediterráneo entendido desde el Islam. Pensemos que los primeros volúmenes, centrándose en al-Ándalus, también hablaba de manera clara y expresa de los sultanatos que evolucionando en el tiempo formarían Marruecos, e incluso hoy día Argelia. Lugares que ya hemos visto que aspiró el Imperio Turco a asumir hasta la Batalla de Lepanto en 1571, en el siglo XVI. Ya iniciado el siglo XVII los turcos estarían más interesados en expandirse por tierra por el Este de Europa, y mediado el siglo y durante el XVIII se interesarían más por sus fronteras orientales con La India y partes de África. Si bien en el siglo XIX volvió a tener actividad en los Balcanes a costa de los movimientos nacionalistas que aspiraban a la independencia, toda esta actividad guerrera no quedará del todo calmada hasta su derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la revolución de Atatürk que desde la década de 1920 modernizó el país intentando europeizarlo con la particularidad de su tradicción musulmana en lugar de la judeocristiana.

Como sea, es de entender que con esta obra y con la llegada de los moriscos españoles a aquellos territorios, se hacía una reivindicación de los lazos comunes que debían unir más que desunir, cosa difícil cuando Murad IV, emperador que habría de gobernar tras la regencia de su madre, regresó a los métodos más autoritarios de poder y de intento de expansión. Sin embargo, también es cierto que la belicosidad turca fue disminuyendo con el tiempo salvo momentos puntuales ya mencionados, y que fue eso mismo lo que hizo que los europeos y los turcos colaboraran con  frecuencia en numerosas cuestiones desde el siglo XVIII, razón por la que nacería el arabismo como fascinación de la cultura islámica en Europa y de la europea en Turquía. 


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

martes, 22 de noviembre de 2022

El resplandor de la luna llena, acerca de la dinastía nazarí

Títulos: Gestas de los hombres ilustres, acerca de los reyes del Islam que fueron proclamados antes de alcanzar la mayoría de edad, también otros: La información completa acerca de la Historia de Granada y Resplandor de la luna llena, acerca de la dinastía nazarí.
Autor: Ibn al-Jatib.
Editor: Ibn al-Jatib.
Año de publicación: Mediado y segunda mitad del siglo XIV (1ª ediciones en Reino Nazarí de Granada).
Género: Crónica; Historia.
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Título: Historia de los reyes de la Alhambra (Al-Lamha al-badriyya fi l-dawlat al-nasriyya, cuya traducción es: Resplandor de la luna llena, acerca de la dinastía nazarí).
Autor: Ibn al-Jatib.
Editor: Universidad de Granada (Editoial Universidad de Granada -EUG-).
Año de publicación: 2011 (1ª edición)
Género: Crónica; Historia.
ISBN:  9788433851864

 

El historiador musulmán de al-Andalus que nos aporta el siguiente nombre diferente al primero que tuvo Alcalá de Henares durante la existencia de al-Andalus, el cual primer nombre era Al-Qul'aya, fue el cronista Abu ‘Abd Allah Muhammad al-Salmani Lisan al-Din, más conocido como Ibn al-Jatib, quien nació el 15 de noviembre de 1313 en Loja, en el Reino Nazarí de Granada, y el cual moriría en la capital del reino, en Granada, en 1374. Por tanto su obra es contemporánea del mismo siglo en el que Ibn Idari había publicado en 1312, un año antes del nacimiento de este otro Ibn al-Jatib, su obra ya comentada Al-Bayan al-Mughrib, en el Sultanato Benimerín, hoy día el actual Marruecos. En este caso particularmente me resulta difícil localizar la obra exacta en la que nombró a Alcalá de Henares, ya que Ibn al-Jatib escribió numerosas obras de Historia, a la par que poesía, obras de medicina, filosofía, política, traducciones, sociología, etcétera. Por una cuestión de sus fechas de vida, las publicaciones se debieron producir entre mediado el siglo XIV y el tercer cuarto de ese mismo siglo. Tres de sus obras de Historia más conocidas son Gestas de los hombres ilustres, acerca de los reyes del Islam que fueron proclamados antes de alcanzar la mayoría de edad, luego La información completa acerca de la Historia de Granada y también Resplandor de la luna llena, acerca de la dinastía nazarí, precisamente este último es el que actualmente está comercializándose gracias a una edición de la Universidad de Granada en 2011, en donde le cambiaron el título a Historia de los reyes de la Alhambra. En todo caso, Resplandor de la luna llena, acerca de la dinastía nazarí es en su idioma árabe de al-Ándalus original Al-Lamha al-badriyya fi l-dawlat al-nasriyya.
 

Ibn al-Jatib no solo fue un intelectual a pleno rendimiento que prácticamente no paró de escribir toda su vida tocando todo tipo de conocimientos y artes, anticipándose desde el Islam el espíritu renacentista que adquirirían los cristianos hacia finales del siglo siguiente, el XV. Fue también un alto funcionario de la administración nazarí y político de primer orden en el gobierno del Reino Nazarí de Granada. Sus abuelos y padres eran descendientes de una antigua familia de origen visigodo y que al convertirse al Islam fueron llamados los Banu Wazir. Con el paso del tiempo habían crecido en poder político y administrativo. Sus relaciones familiares hizo que su sobrenombre cambiara a Banu Jatib, traducido: "Descendientes del Predicador", o sea: de Mahoma. Habían ejercido altos cargos de secretarios de Estado, militares y preceptores de hijos de reyes en el Reino Nazarí. Con ello se habían garantizado una fortuna elevada y una posición política muy bien ubicada. Había nacido durante el reinado de Nasr, el cual monarca moriría al año siguiente, en 1314, comenzó entonces su reinado Ismail I, razón por la cual, en los años de infancia de Ibn al-Jatib su padre trasladó a toda su familia de Loja a Granada para ejercer sus cargos de Secretario de Estado. A causa de estas relaciones, la educación de Ibn al-Jatib corrieron a cargo de los más destacados intelectuales del momento, vinculados a la vida palaciega, Ibn al-Yayyab, Ibn Marzuq y Abu l-Barakat. De ellos, quien tuvo más influencia en su vida sería Ibn al-Yayyab, que era el Canciller Mayor del Reino (Secretario y Archivero del Rey) y visir (una especie de Primer Ministro). En 1325 Ismail I fue asesinado, subió al trono su heredero Muhamed IV, que mantuvo en sus cargos a Ibn al-Yayyab. Fue durante este reinado que Ibn al-Yayyab decidió que su alumno Ibn al-Jatib hiciera un primer acto público con 18 años de edad, le puso a recitar poemas en las fiestas y grandes comidas de la Corte, teniendo éxito y siendo requerido para ello desde entonces, desde 1332, ocurriendo entre medias otro magnicidio, al año siguiente, 1333, fue asesinado Muhamed IV. 

Subió al trono granadino Yusuf I y mantuvo a Ibn al-Yayyab que siguió dando preferencia a Ibn al-Jatib para que ascendiera en la vida. En 1340 el Reino Nazarí de Granada llamó al Sultanato Benimerín (Marruecos) para enfrentarse y defenderse del ataque del Reino de Castilla, coaligado con Portugal. Granada sufrió una derrota importante en la Batalla de Salado, perdiendo una gran cantidad de territorio y, en lo que respecta a Ibn al-Jatib, muriendo su padre y su hermano en combate. Desde entonces Ibn al-Yayyab le trató como si fuese un hijo propio. Le otorgó sus primeros cargos de la alta administración del Estado y le proporcionó incluso un viaje de importancia a Almería junto al rey, de donde nació uno de los primeros libros de viajes entendidos de manera moderna, excesivamente adelantado a su propio tiempo. Cuando Ibn al-Yayyab murió en 1349, Yusuf I le hizo heredar todos sus cargos políticos de alto Canciller, Secretario Real y alto mando militar. Sin embargo, para ello se sintió caído en desgracia y perjudicado otro político, Ridwan, que desde entonces se identificó a sí mismo como enemigo irreconciliable de Ibn al-Jatib. Esto sería algo trágicamente decisivo en la vida de autor que nos ocupa.

Como sea, dado que Ibn al-Yayyab había muerto de peste negra, Ibn al-Jatib estudió la evolución de esa enfermedad desde lo social y lo médico y escribió un tratado sobre ella que fue uno de los más estudiados de su época. Mientras tanto, seguía su tarea política, su tarea de historiador, de poeta, de investigador... Yusuf I comprendió que tenía gran habilidad para la economía, ya que multiplicó con mucho sus ingresos gracias a su visión para invertir, por ello le encomendó las cuentas del Estado y las hizo crecer. En esa política uno de los ejes de Ibn al-Jatib se basó en firmar una paz con los castellanos, la cual duró diez años, y establecer numerosas embajadas con el Sultanato Benimerín para tener una relación de amistad. Eso le permitió prosperar en la economía, las ciencias y lo cultural, pudiendo además no depender nunca más de ayudas venidas de Fez. Al morir el sultán benimerín reforzó los lazos diplomáticos. Poco después, Yusuf I de Granada fue asesinado en 1354 por un complot palaciego. Su hijo, Muhamed V le mantuvo en todos los cargos, excepto en el de Secretario, que se lo cambió por el de visir, a la vez que le amplió su dote económica y sus territorios a cargo. Esto reforzó las envidias de Ridwan, que enfocó sus conspiraciones contra Ibn al-Jatib, logrando cada vez mayores partidarios en ayudarle. 

Ridwan conspiró junto a al Sultán Benimerín y logró el derrocamiento de Muhamed V en 1359. Ridwan fue asesinado. Muhamed V fue hecho prisionero, junto a Ibn al-Jatib, pero Ibn al-Jatib pagó por la libertad y pudieron partir al exilio en el Sultanato Benimerín. Sin embargo creció la enemistad entre el rey exiliado y su visir, ya que Ibn al-Jatib se negó a acompañarle en el exilio y se instaló en Salé, desde donde se dedicó a viajar por el Magreb, ya que le atraía el ascetismo de los sufíes. A la par no paraba de escribir libros de viajes en el exilio y poesía. Cuando Ismail II de Granada fue asesinado en 1360 y regresó de nuevo Muhamed V al trono en 1362, a pesar de los recelos llamó a su lado a su antiguo visir para que ocupara su antiguo cargo, ya que consideraba que era el mejor diplomático que tenía, y necesitaba de diplomáticos en esos momentos. Ibn al-Jatib accedió a regresar. Penosamente el número de personas con aspiraciones a ocupar sus cargos crecieron y se rodeó incluso de traidores como Ibn Zamrak, un joven que había cogido bajo su protección política el propio Ibn al-Jatib. Definitivamente, acosado por numerosas conspiraciones de las que era consciente, pidió permiso para realizar un viaje diplomático a Muhamed V. Tras concedérselo, salió huyendo al Sultanato Benimerín, mandando cartas de explicación de su huida pidiendo perdón. El rey de Granada se sintió ofendido y no se lo concedió. Un nuevo ministro, al-Nubāhī, le acusó de hereje, de malversador de fondos, de desleal y traidor. Muhamed V trató en secreto con el sultán de Benimerín y el propio Ibn al-Jatib fue hecho prisionero y trasladado de Fez a Granada. Fue torturado en su celda y mutilado. Fue encontrado estrangulado en su presidio y por ello le enterraron en el cementerio de la Puerta del Quemado. Al día siguiente su cuerpo fue encontrado sacado de su tumba y quemado, por lo que también fue llamado "El de las Dos Tumbas" y "El de las Dos Muertes" en 1374.

 Como sea, por parte de él, de uno de sus libros de Historia, nos llega el dato de que la fortaleza de Alcalá de Henares, había crecido mucho para el año 1009. En ese año se defendieron de un nuevo ataque de los reinos cristianos. Para ese momento Ibn al-Jatib nombra a Alcalá como Al-Qal´at Adb al-Salam (El Castillo de Abd al-Salam). Hemos de recordar que entre 711 y la década de 820 se sabe que Complutum sigue existiendo con población mozárabe y probablemente rural árabe, y que los cronistas de los siglos XIX y X se refieren a ella con nombres de sus topónimos, como el río Henares (nombre musulmán) o sus Montes Zulema, mientras que los mozárabes de esos siglos la nombran Complutum aún. Es Ibn Hayyan quien por primera vez anotó en el siglo XI que el castillo musulmán se fundó en la década de 820, siendo su primer señor el Gobernador de Guadalajara, llamado el primero que lo fundó Faradj. El nombre musulmán de la localidad era Al-Qul'aya (El Castillejo), que sería por entonces una pequeña fortaleza a cargo de los gobernadores de Guadalajara. Esto escrito en el siglo XI, por lo que nada apunta a ningún otro nombre. 

Sabemos por las crónicas y por la arqueología que en la década de 920 sufrió un ataque del Reino de León y Galicia, aunque si fue construido en 820 para proteger el camino entre Toledo y Zaragoza puede que fuese para afianzar la seguridad pro algún motivo. Sabemos también que desde aquel 920 las instalaciones se mejoraron y agrandaron la fortaleza. No obstante también sabemos que había población rural musulmana, que en el siglo X la población mozárabe fue trasladada a Guadalajara, que existían muros o murallas de un qun (acuartelamiento) desde el cual el hijo de Almanzor sacó tropas bereberes para dar el golpe de Estado que acabó con el Califato de Córdoba en 1032, y que desde esas primeras décadas del siglo XI hubo numerosas batallas y un estancamiento del frente de la Reconquista, con el paso del Cid incluido, una pequeña conquista de Alfonso VII de la localidad, y luego conquistas y reconquistas por ambas partes, con la construcción de una fortaleza de madera cristiana en Malvecino, enfrente del castillo de piedra y ladrillo musulmán en el Ecce Homo. Sabemos también que a comienzos del siglo XII el Papa de Roma potenció una cruzada para recuperar el lugar del martirio de los Santos Justo y Pastor, lo que provocó desde el supuesto descubrimiento de nuevo de sus estos, como la supuesta aparición de una cruz en el cielo y de una talla de la Virgen en el hueco de un árbol de El Val, a donde regresaba recurrentemente, por lo que se hizo una ermita. Participarían de la reconquista cristiana en 1118 tropa francesa y arqueros ingleses.  Ante todo este panorama nos centramos en torno a ese comienzo del siglo XI, en el que desde mediado el siglo XIV Ibn al-Jatib nos dice que la localidad era llamada entonces Al-Qal´at Adb al-Salam (El Castillo de Abd al-Salam). No sabemos mucho sobre este Abd al-Salam, por lógica debía ser gobernador de Guadalajara, razón por la cual el castillo de Alcalá le pertenecía en su gobierno, defensa y administración. Al ubicarle en 1009 habríamos de ponerle cronológicamente ahí, en principio. Puede que fuese él quien hiciera las mayores ampliaciones, o tal vez el más poderoso de los que regentaron el castillo o el que más hizo en este castillo, y por eso fuera llamado así. Sin embargo, subrayemos que este nombre solo lo nombra Ibn al-Jatib y que lo hace a mediados o en la segunda mitad del siglo XIV. Lo cierto es que aunque ubica el nombre en el comienzo del siglo XI, por lo que sabemos de todos los cronistas anteriores es que el nombre usado en ellos era Al-Qul'aya (El Castillejo), y no Al-Qal´at Adb al-Salam (El Castillo de Abd al-Salam). Con esto no desmentimos a Ibn al-Jatib, no es incompatible que en un determinado momento hubiera un Abd al-Salam cuyas acciones se identificaran por algún momento con Alcalá y su fortaleza. 

¿Por qué entonces la arqueología actual y el ayuntamiento actual usan el nombre de Al-Qal´at Adb al-Salam como el propio de la Alcalá musulmana, siendo que durante mucho más tiempo fue llamada Al-Qul'aya, según los cronistas de ese momento concreto? Pues puede que por razones que atienden a una pretensión de cara al turismo futuro, o a un supuesto prestigio al incluir el nombre de un Señor, o de cara a un renombre que puede responder más a una intención política y económica actual, que a una realidad de la época. Aunque, insisto, sin negar que pudo que se le llamara con el nombre de un Señor en su época. En todo caso, es de anotar que ya en el siglo XIII y en el XIV tanto entre musulmanes como entre escritos cristianos, aunque estos en principio la llaman Burgo de San Yuste o de San Justo, es común que se la mencione intentando castellanizar el nombre musulmán como Alcalá, Alkalaga o Alkalagam. Más aún, entre los musulmanes más comunes también se nombraba al-Qal´at Nahar, o bien también hay quien apunta al-Qalat en-Nahar, lo que hace que desde el siglo XV, y sobre todo desde el XVI, se la nombre como Alcalá de Nares en documentos del corregimiento de Alcalá, variando a veces la aparición o no de una "h" y de dos "a" (Nahares), incluso entrado el siglo XVIII. Para el siglo XIX parece totalmente estable el actual nombre de Alcalá de Henares, derivado de ese Al-Qal´at Nahar musulmán común, que vendría a significar "El Castillo Sobre los Campos de Cereales", pues "henares" se referiría a la existencia de campos de cultivo de heno, o por extensión de cereales. No es raro en el mundo musulmán que varios lugares, por ejemplo nuestro río, reciban el nombre de Henares, o sea: lugar con campos cultivados de henares (de heno). En una traducción más libre, si entendemos Nahar como el nombre del río, sería El Castillo Sobre el Río, o El Castillo Sobre el Henares, siendo que aún más libremente hay quien lo traduce como El Castillo Sobre el Río de las Piedras, discrepando sobre la traducción de henares del nombre, y cambiándolo por piedras. 

Siendo el nombre de Alcalá de Henares el que prosperó, habría que replantearse cuál era el más popular y usado corrientemente, pues parece evidente cuál lo era, y si bien cambiando de un siglo a otro pudo haber dos nombres musulmanes más usados, pareciera también evidente que tercer nombre pudo ser más puntual que nombre de uso común a lo largo de aquellos siglos.

Sea como sea, en tanto a las crónicas musulmanas de nuestra Edad Media, Ibn al-Jatib, que ostentó cargos de gobierno en el siglo XIV, debía estar bien informado del nombre de lugar, y nos aporta este nombre de Al-Qal´at Adb al-Salam. Será él el último de los cronistas musulmanes de ese largo periodo histórico en nombrar a la ciudad, al menos hasta donde se sepa hoy día, a la espera de que quizá en el futuro la bibliografía antigua musulmana nos depare alguna sorpresa en sus traducciones y recuperaciones. No tendremos noticias de otro historiador musulmán que nombre a la Alcalá de Henares de al-Ándalus hasta el siglo XVII, y lo hará desde el otro lado del mar Mediterráneo.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Libro de la increíble historia de los reyes de al-Ándalus y del Magreb (Al-Bayan al-Mughrib)

Título: Libro de la increíble historia de los reyes de al-Ándalus y del Magreb (Kitāb al-bayān al-muġrib fī ājbār mulūk al-āndalus wa-l-maġrib), más conocido como Al-Bayan al-Mughrib.
Autor: Ibn Idari.
Editor: Ibn Idari.
Año de publicación: 1312 (1ª edición en el Sultanato Benimerín, hoy: Marruecos).
Género: Crónica; Historia.
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Título: Historias de al-Ándalus (Al-Bayan al-Mughrib).
Autor: Ibn Idari.
Editor: Universidad de Granada.
Año de publicación: 1862 (1ª edición, edición de Francisco Fernández González)
Colección: España Árabe.
Nº de volumen en la colección: [sin número]
Género: Crónica; Historia.
ISBN/Depósito Legal: [en el siglo XIX no existía]

Si Ibn Hayyan ya había mencionado el primer nombre musulmán de Alcalá de Henares, por entonces Complutum, el cual fue Al-Qul'aya (El Castillo o El Castillejo), mencionado en su obra Muqtabis, escrita durante los primeros reinos de taifas en el siglo XI, al acaba el Califato de Córdoba, de lo cual ya hablamos, el siguiente historiador musulmán que conozcamos que mencionará la ciudad le volverá a nombrar tal cual. Y tal historiador no ha dejado muchas pistas de su vida. Pudo haber vivido una parte de su vida en al-Andalus, pero lo más probable es que no fuera tanto así. Se trata de Ibn Idari, también conocido como Ibn Adhari y como Aben-Adharí, y en su época fue apodado "El Marrocoxi", o en otras palabras: "El Marroquí". En este caso no solo habría acabado el Califato de Córdoba y los primeros reinos de Taifas, sino también se habría producido ya y acabado el Imperio Almorávide, los segundos reinos de Taifas, el Imperio Almoháde y hasta los terceros reinos de Taifas. Efectivamente damos un salto temporal de siglos y nos plantamos en una obra que fue publicada en 1312, en el comienzo del siglo XIV. Tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 el Imperio Almoháde en la península Ibérica se derrumba, y en consecuencia también en África. Se abrió ahí una división en reinos de Taifas entre los musulmanes de al-Ándalus, entre los cuales en la zona de Granada comenzó la dinastía conocida como de los Nazaríes, los cuales en 1232 demostraron su fuerza no solo ampliando su territorio sino transformándose en el reino musulmán más fuerte en la península y en el único aglutinador y superviviente de los reinos de Taifas. Estos iniciaron una época de máximo esplendor cultural que osciló a menudo entre colaboraciones con los reinos cristianos y momentos de guerra y conflictos. Su posición en la península Ibérica perduró precisamente en muchos casos por las muchas relaciones de todo tipo que estableció en muchos momentos con los reinos cristianos. En cuanto a sus vecinos del sur, los africanos, tenemos que tras la caída de los almohádes se hacen con el control social y político la dinastía Mirinide, que venían del Sahara. Estos establecerán un nuevo reino en 1258 que será conocido por los cristianos de la península Ibérica como el Reino Benimerín, el cual era un sultanato dependiente de una especie de imperio nuevo en el norte africano con una nueva filosofía musulmana, los suftíes o sufís, que creían en el ascetismo. Marruecos como tal no se fundará de manera independiente hasta 1465 y no se afianzará de verdad hasta comienzos del siglo XVI, siendo territorios como Canarias, Ceuta y Melilla, y otros, parte de los reinos de Portugal y Castilla. Como sea, en la época en la que debió vivir Ibn Adari, entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV, él vive en el Sultanato Benimerín, dependiente de los sufistas, organizados en una especie de Imperio que aglutinaba sultanatos con una relativa autodeterminación, por decirlo en términos actuales que no se corresponden con exactitud. 
 
Lo cierto es que de Ibn Adari solo sabemos que le apodaron El Marroquí y que su obra fue publicada en el Sultanato Benimerín (posterior Marruecos) en 1312, unos años antes de que el Reino Nazarí de Granada derrotara un intento de invasión castellana producido en La Vega de Granada en 1319. Sabemos que otro historiador musulmán, Aben Absarí, mencionará su obra. La obra de la que hablamos se llama Libro de la increíble historia de los reyes de al-Ándalus y del Magreb, conocida como Al-Bayan al-Mughrib. La obra llegó a ser copiada en el siglo XVI por alguien indeterminado, y una de esas copias fue comprada en Marruecos por el europeo Solins entre 1622 y 1624. Luego se perdió. Fue el historiador arabista neerlandés Dozy quien encontró una de las copias en los Países Bajos, en la ciudad de Leiden a mediados del siglo XIX, esto le permitió escribir importantes obras sobre al-Ándalus entre las décadas de 1840 a 1860, aunque a la obra le faltaban el principio y el final. En España la tradujo por primera vez al español en 1862 el historiador arabista y filólogo Francisco Fernández González a través de la Universidad de Granada, de la que fue rector antes de hacerse senador. La traducción fue corregida por primera vez en 1948 por Colin y por el historiador judío del mundo árabe Levy-Provenzal, nacido en la Argelia Francesa. La mejor edición, aunque incompleta, es la de Ishan Abbas en 1983, publicada en Beirut. 

La obra trataría en tres partes primero la Historia del Magreb marroquí hasta la llegada del Islam y llegaría hasta el siglo XII. Luego pararía para explicar centrándose en los sultanes y califas la historia de al-Ándalus, para luego aunar la historia del Magreb y la de al-Andalus a través de sus reyes con los Imperios Almorávide y Almoháde, lo que sin duda mandaba un mensaje de unidad y relación necesaria de la península Ibérica y África bajo el Islam. Como una unidad social y religiosa, o bien de dependencia beneficiosa para ambos, pues evidentemente en pleno 1312 el Reino Nazarí de Granada no solo era independiente sino que sabía defenderse de posibles invasiones de África como de los reinos cristianos. Su avance técnico y cultural era algo que tenían puesto en valor junto a unas libertades relativas que no se daban en las interpretaciones del Islam de otros lugares, como el Norte de África. No se deseaba repetir la experiencia de otra invasión de Imperio africano. De eso sería consciente el Sultanato Benimerín y el autor Ibn Idari, por lo que quizá se trataría más de una obra que sin renunciar a una hipotética extensión, se orientaría más a una especie de hermandad histórica, de unidad en la Historia de los pueblos islámicos del Magreb y de la península Ibérica. Sin embargo, era una obra centrada en la vida de los reyes como sinónimo de la vida de los territorios y sus gentes.  

La obra fue conocida en su tiempo y fue puesta en contraste con otras Historias posteriores de Marruecos. Fue referencia para los marroquíes. 
 
Es esta obra de Ibn Idari la que nos apunta que en 920 aquella Al-Qul'aya que contaba con su castillo desde la década de 820, según Ibn Hayyan, como vimos, sufrió un ataque cristiano, el primero del que se tiene constancia en esta población en una crónica, otra cosa será la arqueología, la cual en nuestros días ya nos ha descubierto que el castillo árabe se construyó sobre restos de una torre romana, la cual se hizo sobre los restos de una población  carpetana, Iplacea. La incursión la realizó Ordoño II, rey de los Reinos de León y Galicia, aunque no tuvo éxito. El Señor de Guadalajara que controlaba Al-Qul'aya en ese momento defendió bien el lugar. El castillo desde entonces crecería mucho y la arqueología hoy día también nos lo va demostrando con el descubrimiento de un tamaño mayor del pensado y determinadas construcciones. No obstante, hasta la reconquista cristiana definitiva en 1118, incluso con mención de dos milagros, el de la aparición de la Vera Cruz en el cielo y el de la aparición de una talla de la Virgen en el hueco de un ábol de El Val a donde no paraba de regresar, por lo que se le hizo una ermita, posiblemente parte de la propaganda propia de la época para animar a los guerreros a guerrear, aquel lugar se va a transformar en un lugar de constante estanco de combates, como vimos cuando hablamos de la crónica de Ibn Hayyan.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 5 de noviembre de 2022

Muqtabis (El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus)

Título: El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus (Muqtabis), también conocido como Anales palatinos del Califato de Córdoba y como La corte del Califa. Cuatro años en la Córdoba de los Omeyas.
Autor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Editor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Año de publicación: Entre alrededor de 1030 y 1058 (1ª edición en al-Ándalus).
Género: Crónica; Historia.
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Título: La primera década del reinado de Al-Hakam I, según el Muqtabis II, 1 de Ben Hayyán e Córdoba [m. 469 h/1076 J.C.] (Muqtabis).
Autor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Editor: Real Academia de la Historia.
Año de publicación: 2003 (1ª edición, edición de Joaquín Vallvé y Francisco Ruiz Girela)
Colección: Minor.
Nº de volumen en la colección: [sin número]
Género: Crónica; Historia.
ISBN: 9788495983176




Ya hemos anotado las crónicas iniciales musulmanas que se hacían eco de los Montes del Zulema en la antigua Compluto, en Alcalá de Henares, en cuanto a la llegada de Tariq en 711 y la leyenda de que allí encontró y escondió la Mesa de Salomón, en el camino entre Toledo y Zaragoza en uno de esos montes, que por esconder aquel altar del Templo de Salomón, recibió el nombre de Monte de Zulema (Monte de Salomón, Monte de Suleimán). Lo vimos primero en el siglo X con los cronistas padre e hijo al-Razhi, con Ibn al-Qutiyya (descendiente de Witiza) y ya en el siglo XI en los anónimos que redactaron la colección de tradiciones orales y escritas Ajbar Machmúa. En todos ellos no se había mencionado aún la existencia de un castillo musulmán, aunque cuando fueron escritos ya existía. Ellos se referían a una época de conquista, el siglo VIII, donde aún no estaría construido. Será la oba y el autor que comentamos hoy el que dará el dato de cuando se creó.

La aparición de la mención de la existencia de un castillo se produjo en una obra coetánea a la Ajbar machmúa, o en otras palabras: escrita al final del Califato de Córdoba y el comienzo de los primeros Reinos de Taifas, en medio de lo que fue el golpe de Estado del hizo de Almanzor que en 1032 finiquitó el Califato de Córdoba, en parte con tropas bereberes sacados del acuartelamiento fortificado (qun) de Alcalá de Henares, el periodo de guerra civil que abrió, la fundación de los dichos reinos y una serie de guerras entre ellos y de otra guerra civil en el que fue el más importante. Todo ello precedido en las décadas del final del Califato de Córdoba de una rebelión de cientos de nobles musulmanes en Toledo, de una gran represión de muchas decenas de ahorcamientos, de revueltas por conflictos étnicos entre bereberes y árabes, conspiraciones palaciegas de grandes dimensiones, aquel gobierno de Almanzor que hoy entenderíamos como golpe de Estado y dictadura imponiendo su voluntad al Califa y con su política altamente agresiva contra los cristianos, etcétera. Todo eso se arrastró en los primeros Reinos de Taifas. Es en ese contexto, repetimos los cíclopes en estas notas, que coetáneamente aparece la obra que nombra la existencia de un castillo en Alcalá de Henares. 

Se trata de la crónica histórica publicada en siete volúmenes divididos en diez tomos llamada El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus, cuyo nombre original en árabe es Muqtabis, cuyas primeras partes precedentes se llamaban La gran Historia (al- Ta´rij al-Kabir) y Lo sólido (al-Matin). Su autor era Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi, conocido comúnmente como Ibn Hayyan. Su obra comenzaría a publicarse tal vez entre el final del Califato de Córdoba o bien justo en los tiempos de guerra civil del comienzo de los Reinos de Taifas, esto es en torno al año 1030 cristiano, recordando siempre que el Califato de Córdoba quedó liquidado en 1032, como ya se había anotado. Sea como sea, ignorando cuándo apareció el primer volumen, el segundo volumen sí se sabe que se publicó en 1039, y el último de los volúmenes en 1058, en un nuevo periodo de guerras civiles y entre Taifas que en unas décadas haría que los propios gobernantes de las Taifas, en petición de ayuda contra otros de ellos, pidieran la intervención del Imperio Almorávide, africano, gobernado por Yusuf Ibn Tasufin, que en esos momentos aplicaba con rotundidad la ley islámica y era más intransigente, centralista y menos laxo con las cuestiones morales y religiosas que lo que había evolucionado la gente de al-Ándalus. Estos intervendrán e invadirán la península Ibérica en 1086, acabando con los primeros Reinos de Taifas, invadiendo reinos cristianos, hasta que estos frenan a este imperio y este comienza a ver con buenos ojos el nivel culturas y social de al-Ándalus, se relaja, vuelve la división en nuevos Reinos de Taifas, de nuevo las guerras entre ellos y más adelantado en el tiempo, otra invasión africana con el Imperio Almohade, que caerá en la misma espiral evolutiva que el Almorávide. Como sea, esa época será también la de El Cid Campeador, que en esas épocas de 1070 a 1080 llegará a saquear la ribera del Henares y a asaltar el castillo de Alcalá de Henares, cosa que se narra en otra obra que ya vimos, El Cantar de Mío Cid, escrito siglos después, en el XIII. 

Pensemos que en 1085 el Rey de Castilla, Alfonso VII, tomó la ciudad de Toledo, como una isla cristiana en medio del territorio musulmán y por ello tomó brevemente Alcalá de Henares. En esos acontecimientos se enmarcar tanto las razias de El Cid en estos lugares camino de Guadalajara, como la llegada del Imperio Almorávide en 1086, que recuperaron Toledo y Alcalá de Henares, entre otros lugares. La ciudad ya no sería de nuevo reconquistada por los cristianos hasta 1118, tras establecer frente al castillo musulmán construido en piedra y ladrillo un castillete de madera en la colina de enfrente, Malvecino, llamada así porque entre esa colina y la del Ecce Homo donde estaba el castillo musulmán se estableció la línea de frente varios años, y los enfrentamientos entre unos y otros fueron constantes. Fue Bernardo de Sedirac, tras emitir el Para una bula de cruzada para recuperar el Burgo de San Justo (San Yuste, esto es: la antigua Compluto, Alcalá de Henares), recibió ayuda hasta de arqueros ingleses y jinetes franceses, aparte de tropa castellanas. Los arqueólogos e historiadores López Marcos, Manuel María Presas, Elena Serrano Herrero y Mar Torra Pérez  hablaron de esto en la obra La fortaleza de Qal’at ‘Abd as-Salam. La recuperación de una dignidad perdida (Alcalá de Henares, Madrid). Allí dejan constancia además de tiros de catapulta certeros contra los muros y torres musulmanas, un terreno arcilloso que se degradaba y tiraba torres y murallas, así como un amuleto musulmán colocado entre los muros que no les sirvió a última hora en 1118.

Sea como sea, el último volumen no fue redescubierto y editado traducido por Francisco Cordera hasta el siglo XIX, en 1888, que fue encontrado en una biblioteca de Constantinopla, por entonces y actualmente: Estambul, en Turquía. En 1891 lo editó de manera crítica la Real Academia de la Historia, en una edición a cargo de Emilio García Gómez, que lo tituló Anales palatinos del Califato de Córdoba. Y en 2019 Eduardo Manzano Moreno volvió a publicarlo de manera crítica, pero con el nombre de nuevo cambiado a La corte del Califa. Cuatro años en la Córdoba de los Omeyas. Aunque la edición que más se encuentra disponible ahora mismo en librerías es solo la correspondiente al volumen II, publicada en 2003 y llamada La primera década del reinado de Al-Hakam I, según el Muqtabis II, 1 de Ben Hayyán e Córdoba [m. 469 h/1076 J.C.], editada por la Real Academia de la Historia, en edición a cargo de Joaquín Vallvé y Francisco Ruiz Girela, y cuya portada muestra la página inicial del original conservado.

La obra se conserva solo en partes, o al menos solo se han encontrado a fecha de hoy algunas partes. Se divide del siguiente modo: Muqtabis II sobre los reinados de los emires de Córdoba Al-Hákam I, Abderramán II y Muhammad I (796-881); Muqtabis III, sobre el reinado del emir de Córdoba Abd Allah (888-912); Muqtabis V, sobre el paso del Emirato al Califato por el califa Abderramán III (912-942); y la Muqtabis VII, fragmento conservado sobre el califato de Alhakén II (971-975), pues no obstante Ibn Hayyan fue un funcionario con un cargo de alta importancia de la dinastía de descendientes derivada de este califa, aparte de ser paradójicamente  hijo de otro funcionario de relevancia al servicio de Almanzor. Paradójicamente también por este otro hecho porque Ibn Hayyan será un férreo defensor del gobierno de la dinastía Omeya, de la centralización del poder, de la unidad territorial y de la existencia del Califato de Córdoba, pero precisamente Almanzor había debilitado el poder del Califa, y será su hijo, como ya se ha dicho, quien finiquitará el califato, provocará una guerra civil y comenzarán los primeros Reinos de Taifas, divididos entre sí. Puede ser precisamente por todo esto que Ibn Hayyan comienza su obra justo en el final del califato y la sigue durante las Taifas, probablemente como elemento interpretativo de la Historia de al-Ándalus a modo de propaganda política para fomentar el regreso a una unidad ya perdida, del mismo modo que muchos cronistas cristianos escribían en esa época sus crónicas para fomentar la Reconquista, que por detrás tenía en sí la acumulación de tierras, vasallos y rentas por parte de nobles, Iglesia y órdenes religiosas militares.

Ibn Hayyan había nacido en Córdoba en 987, por lo que llegó a conocer la interpretación de gobierno con mano férrea de Almanzor, así como los grandes conflictos internos posteriores a él. Morirá en 1075, también en Córdoba, con Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, ya campeando, a diez años de que Alfonso VII tome Alcalá y Toledo, aunque después se pierda, y a once de la invasión del Imperio Almorávide. Tenía 88 años cuando se produjo el fallecimiento, su prestigio de historiador se había acrecentado también por ese hecho de ancianidad y conocimiento personal de acontecimientos que fueron vitales para el fin del Califato. Él fue fundamentalmente historiador y escribió varias obras muy difundidas. De hecho, después de al-Razhi padre es uno de los autores más citados de su tiempo y de siglos posteriores. Él escribió intentando acogerse más a interpretaciones menos de leyenda, se aproximó a lo que sería consultar las fuentes escritas. En ese sentido Ibn Hayyan reconocía usar a los dos al-Razhi como referencias, así como otros autores, de ahí que su obra dijera en su título que toma la candela ajena acerca de la Historia, o sea: arroja luz al pasado, pero usando las informaciones de cronistas anterioes como fuentes en las que informarse.

Fundamentalmente su obra viene a defender la dinastía Omeya, la unidad, el centralismo y la acumulación del poder, como se ha dicho. Destaca en él que, quizá por vivirlo, dejó una de las crónicas más detalladas de la descomposición política, social y en todos los sentidos del Califato de Córdoba, a la que carga las culpas sobre todo en las conspiraciones de Estado, las insubordinaciones, las rebeliones, la dureza de las condenas contra los culpables con ausencia de amnistías, lo que provocaba un aumento del rechazo al califato, y en consecuencia: la división total de la sociedad, no solo entre los aspirantes al poder con sus propios intereses personales de gobierno.

Su mención a Alcalá de Henares ya aparece como una referencia a que a este municipio se le conocía como hisn, traducido al castellano: castillejo, que suele corresponderse en otros lugares con la existencia de un castillo pequeño o torre albarrana (lo que sería una atalaya o torre vigía). Esto vendría a reforzar la idea de Alcalá de Henares como lugar de importancia para las comunicaciones de al-Ándalus entre la parte sur y la norte de la península, entre Toledo y Zaragoza, o pensando en grande: entre Córdoba y Mérida con Zaragoza y en dirección a la actual Cataluña, casi a las puertas de Barcelona en aquellos años, que estaba tal lugar en manos cristianas. Habla también de un qun, un acuartelamiento, lo que hace pensar en tropa con vida dentro de un amurallamiento, no necesariamente permanente, pero sí da pistas de un lugar protegido militarmente donde podía acuartelarse tropa, tal vez dar protección a población civil. Se piensa en las murallas del valle, con origen musulmán y que en breve se harán cristianas y más allá, parte fundamental del complejo fortificado del Palacio Arzobispal posterior. Aunque se podría pensar que tal vez en un primer momento el lugar podría conocerse como Hisn, lo cierto es que le da por nombre propio el de al-Qul'aya, que traducido literalmente significa El Castillejo. Dados los restos arqueológicos que nos han quedado, y los textos, grabados y fotos de él a lo largo de los siglos posteriores, hemos de afirmar que se trataría de un lugar fortificado con murallas y torres, a modo de castillejo (entendido como lugar fortificado) y que en plena actividad arqueológica más actual, desde 2009 y con la campaña de 2020, sabemos que era más grande y con más capacidades de lo que hasta entonces se creía, a pesar de haber sido usado como polvorín en el siglo XIX. También es cierto que se sabe que fue reconstruido y reforzado varias veces por los propios musulmanes en su época de actividad militar durante la Reconquista, ya por desplomes en ataques o por la erosión del terreno. Sabemos, por ejemplo, que antes de su toma en 1085 por parte de Alfonso VII de Castilla, en 1062 ya había sufrido el asedio de las tropas castellanas lideradas por Fernando I, sin que pudieran tomar el sitio, aunque sí deteriorándolo, lo que obligó a realizar reparaciones. En 1083 ocurriría el paso de las huestes del Cid, y los combates serían activos hasta aquel 1085, cuyos combates se prolongaon hasta 1088, y más allá, no olvidemos que los almorávides llegados en 1086 lo recobraron en ese 1088. Peo fue otra vez tomado el emplazamiento por los cristianos en 1095 y vuelto a manos islámicas en 1098… y aún quedaba la reconquista definitiva en manos cristianas en 1118.

Ibn Hayyan puso por fecha de creación del asentamiento musulmán y de esta fortaleza en el año 825 cristiano, ciento catorce años después de la llegada de Tariq, aunque ya hemos visto en otras crónicas que Tariq ya pasó por aquí. Compluto existía con una mínima población mozárabe y con culto, como hemos visto en cronistas mozárabes, que hablan de esta en ese mismo siglo IX en el que se funda el castillo, y también en el X, aunque se sabe que buena parte de los mozárabes de Alcalá, sino todos, se trasladaron a Guadalajara avanzado el siglo X, tal vez desplazados por Almanzor. Pensemos también que San Urbaz, uno de aquellos monjes franceses que ya mencionamos en las crónicas mozárabes, pasó por Compluto en 748 para llevarse los restos supuestos de los Santos Niños Justo y Pastor a Narbona, regresarían siglos después, en parte. Como sea, es de creer que existieran autoridades musulmanas antes de la creación del castillo, y población rural musulmana, pues no obstante la localidad era parte de al-Ándalus en su nivel de pertenencia estatal y es conocido que los musulmanes cultivaban los campos alcalaínos. Como sea, Ibn Hayyan puso por fecha aquel 825 para la creación del castillo, aún durante el Emirato de Córdoba, gobernando el emir Abderramán II, será su hijo, Abderramán III, quien independice el emirato del todo y lo haga califato. Sería Faradj, Señor de Guadalajara, quien según Ibn Hayyan recibió el gobierno de estas tierras y su deber de protegerlas junto a su población, como lugar de paso estratégico, como ruta estratégica, de ahí el castillo o castillejo que hemos de pensar (por cómo se hacían las cosas en la Edad Media) debió levantar este Señor Faradj, el cual se desplazaría de Guadalajara a Alcalá según conviniera para sus asuntos administrativos, de gobierno, justicia, fiscales, militares y de su vida privada.

Al-Qul'aya no sería el nombre definitivo musulmán. Puede que su fundación fuera en principio como una fortaleza pequeña, de ahí su nombre, suficiente para proteger el emplazamiento, el camino que sigue el río Henares y los montes, y a la población civil rural. Por otros autores que ya comentaremos, sabemos que el nombre musulmán cambió hasta como mínimo dos veces más, y uno de esos cambios quizá fue el que desplazó al primer nombre de manera rápida, pues incluirá el nombre del que fue uno de sus Señores gobernantes más destacados. Ya lo veremos.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

martes, 1 de noviembre de 2022

Colección de tradiciones / Historia de la conquista de al-Ándalus

Título: Colección de tradiciones (Ajbar machmúa).
Autor/es: Anónimo.
Editor/es: [Desconocido].
Año de publicación: Mediados del siglo XI (1ª edición en al-Ándalus).
Género: Crónica; Historia; Leyendas.
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Título: Colección de tradiciones (Ajbar machmúa). 
Autor/es: Anónimo.
Editor: Real Academia de la Historia.
Año de publicación: 1867 (1ª edición, edición de Emilio Lafuente y Alcántara)
Colección: Obras Arábigas de Historia y Geografía.
Nº de volumen en la colección: [No encontrado]
Género: Crónica; Historia; Leyendas.
ISBN/Depósito Legal: [En el siglo XIX no existía]
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Título: Historia de la conquista de al-Ándalus (Ta'rīj iftitāh al-Andalus). 
Autor: Muhammad Ibn al-Qutiyya.
Editor: Muhammad Ibn al-Qutiyya.
Año de publicación: probable segunda mitad del siglo X (1ª edición en Al-Andalus).
Género: Crónica; Historia
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Título: Historia de la conquista de al-Ándalus (Ta'rīj iftitāh al-Andalus). 
Autor: Muhammad Ibn al-Qutiyya.
Editor: Ar Royal [en Scribd, por alguien anónimo en Internet].
Año de publicación: [2022] (1ª edición en Intenet, sigue la traducción de Julián Ribera en 1926)
Colección: Clásicos de Historia
Nº de volumen en la colección: 216
Género: Crónica; Historia
ISBN/Depósito Legal/Creative Commons: [Edición electrónica libre en formato pdf]
 
Siguiendo con los autores musulmanes de al-Ándalus que nombraron a Alcalá de Henares, anotamos hoy dos obras que están relacionadas entre sí. En realidad siguen la obra de referencia en la época de los cronistas (padre e hijo) al-Razhi, Historia de los soberanos de al-Ándalus, escrita y publicada entre los años 950 y 977, año de la muerte de Isa, el hijo de Ahmad, lo autores. Dijimos entonces que fue la primera vez que se mencionaba por parte de autores musulmanes de al-Andalus a Alcalá de Henares, inserta dentro de la crónica del fin del Reino Visigodo de Hispania y el comienzo de la invasión y conquista islámica de la península Ibérica. No se mencionaba aún el castillo musulmán como existente en 711, aunque cuando se escribió la obra ya existía y la ciudad recibía su nuevo nombre de él. Como crónica que era, se hablaba de la leyenda de la Mesa de Salomón como algo cierto y cuyo paradero había sido Complutum (Alcalá de Henares), donde Tariq la ocultó y ahí se perdió en el Monte Zulema, hoy también Gurugú. Para más datos, volved a leer esas notas de aquel libro. También dijimos que fue una obra muy leída y tenida en cuenta durante muchos siglos tanto por autores musulmanes como cristianos, estos últimos buscando el rastro de la Historia del final del Reino Visigodo, que legitimaría la Reconquista cristiana de lo que fue Hispania. La obra de al-Razhi, con polémica incluida sobre algunas de sus partes hasta que en los siglos XX y XXI se la dio por buena en su totalidad, como ya se explicó, sería una obra fuente de otras crónicas, como las que hoy vamos a comentar por cuanto también recogen el capítulo de la Mesa de Salomón en Alcalá, que volverá a ser tomada en cuenta en el siglo XVII por Al-Makkara, pero hoy no hablaremos aún de él. La primera obra que vamos a comentar es Historia de la conquista de al-Ándalus (en su árabe original: Ta'rīj iftitāh al-Andalus). Como se ve, guarda paralelismo en el título con la de los al-Razhi, pero no será el único paralelismo. Su autor, Muhammad Ibn al-Qutiyya, también vivió como aquellos en el siglo X, y murió en el 977, igual que al-Razhi hijo, por lo que su libro igualmente sería escrito y publicado a mediados del siglo X, en el tercer cuarto de aquel siglo, entre 950 y 977, igual que la de ellos, aunque es evidente que usa elementos de la obra de al-Razhi padre, por lo que debió ser posterior a las partes de este. Sea como sea, tanto la obra de los al-Razhi como la de Ibn al-Quttiya terminaron siendo obras muy leídas en su tiempo y numerosamente referenciadas por autores posteriores, en este caso más destacadamente musulmanes. 
 
Tanto los al-Razhi como al-Qutiyya vivieron dentro del Califato de Córdoba. Al-Qutiyya nacería en Sevilla en un año no identificado y moriría en noviembre de 977 en Córdoba. La diferencia entre ellos es que si al-Razhi padre era hijo de un mercader venido de la zona de Irán actual, al-Quttiya venía de una familia visigoda de la península Ibérica, y no una familia cualquiera, su madre era Sara "la Goda", descendiente de uno de los reyes visigodos: Witiza. Sara a la vez era nieta de Alamundo, otro de los reyes visigodos. La familia de los Witiza se había convertido al Islam cuando en 711 comenzó la invasión. Su papel en la guerra de conquista, que debió durar entre 711 y más o menos 712 ó 715, fue polémico entre visigodos y cristianos. Tal vez por ello, la crónica de al-Qutiyya unos dos siglos y medio después, era polémica incluso  en ese momento, y él lo sabía. Pensemos que su madre, Sara, recibía el apodo de "la Goda", las cosas no se habían olvidado. Esta familia seguía residiendo en Sevilla, donde los descendientes de Witiza habían actuado todo su tiempo, y eso se debía a que la conversión les había permitido mantener sus tierras, sus fortunas y su posición social, política y militar. No obstante emparentaban con los Banu Hayyach, otra poderosa familia de origen visigodo convertida al Islam, señalaremos que el apellido Banu era el que se solía dar a los visigodos conversos al Islam.

La obra viene a respaldar lo que cuentan los al-Razhi, aunque tienen diferentes percepciones e incluso aportan algunas cuestiones diferentes. Por ejemplo, al-Quttiya niega que los musulmanes cobraran un impuesto que recaudaba el quinto de lo que tuviese un mozárabe por seguir ejerciendo el cristianismo en al-Ándalus, aunque era un hecho probado que así era. Del mismo modo tergiversa de manera favorable a su familia el papel de los descendientes de Witiza en la guerra de invasión musulmana, para nada considera en ningún momento, por ejemplo, desafección y traiciones muy importantes días antes de la batalla de Guadalete que hará posible que Tariq y Muza se hagan con el reino, a la vez que morirá en batalla Rodrigo, el último rey visigodo. Más aún aboga por la unidad de todas las etnias de al-Ándalus para que acaben con sus rencillas y trabajen juntos por un destino de grandeza y prosperidad que, según él, les tenía reservados Dios Alá bajo el gobierno de los Omeya, que debía ser eterno en al-Ándalus. Para quien no lo sepa, uno de los principales problemas de orden interno de al-Ándalus, pese a ser un Estado sólido, fue precisamente numerosos disturbios y problemas armados por enfrentamientos entre grupos sociales que tenían etnias y costumbres diferentes, principalmente entre bereberes y árabes, pero también entre descendientes de hispanovisigodos e islámicos de orígenes asiáticos o africanos, no solo era el asunto del conflicto religioso, conflicto este que en realidad estaba bastante sosegado, ocurriendo incluso que la Escuela de Toledo reunía a judíos, cristianos y musulmanes de tal forma que transformó a los andalusíes en los más avanzados culturalmente de su tiempo. 

Al-Qutiyya defenderá siempre las políticas de pactos como las más efectivas para prosperar todas las capas sociales. Pensemos que, en cierto modo, fueron los pactos los que hicieron que su propia familia no decayera, pues todos los compromisos con el Estado y la sociedad visigoda estaban rotos en tanto en cuanto los escándalos y caos por los magnicidios y las traiciones constantes entre unos y otros no hacían sostenible una vida rodeada de desafecciones. El momento en el que se escribe no puede dejarse pasar por alto, aunque en aquellas décadas del siglo X el Califato de Córdoba estaba en muy buen momento, ya se habían vivido varias revueltas importantes y Almanzor estaba ya próximo a que llegase su tiempo, golpe de Estado incluido. 
 
Este libro fue traducido al español por Julián Ribera en una edición madrileña de 1926. Más modernamente, María Isabel Fierro escribió sobre él en 1989 y otra mujer, María Isabel Moguera Molins, lo volverá a analizar en 2011. La aparición de Alcalá de Henares en el libro queda sujeta a aquella leyenda de la Mesa de Salomón y el encuentro fortuito por parte de Tariq, repitiendo con algunos cambios lo que ya dijo al-Razhi.

Como se ha apuntado, esta obra, en realidad estas obras de al-Razhi y de al-Qutiyya, coetáneas, tendrán un gran éxito y serán muy mencionadas en otros cronistas, que las usarán de referencia. En parte por ello surge más o menos en aquellas épocas una tercera obra muy ligada a estas. Se trata de Colección de tradiciones, que también es ampliamente conocida por su nombre original en árabe: Ajbar machmúa. El nombre da lo que promete, pues la obra es exactamente eso: una colección de tradiciones orales de la Historia de la península Ibérica. Tradiciones orales que no sabemos muy bien cuándo tienen comienzos, si desde el mismo siglo VIII con la invasión, o si un siglo después. Lo que sí sabemos es que tiene numerosas referencias a las obras de al-Razhi y de al-Qutiyya. La colección es de origen anónimo y algunos arabistas sospechas que detrás de ella no hay un autor, si no que cabe la posibilidad de ser varios, incluso algunos han llegado a afirmar que cinco, si bien hay una obra anotada por autores conocidos, y que algunas de estas tradiciones orales las llegó a conocer y anotar al-Qutiyya décadas antes. Como sea, fue recogido por escrito y publicado en torno a mediados del siglo XI. Recordemos que el Califato de Córdoba fue finiquitado por golpe de Estado y posterior guerra civil por el hijo de Almanzor en 1032, con tropas en parte sacadas del qun bereber de Alcalá de Henares. Así pues estamos ante una obra o bien de la época final del Califato de Córdoba o bien del comienzo de los reinos de Taifas. Su aparición se puede deber precisamente por un intento político e intelectual de reforzar la idea de la necesidad de unidad entre musulmanes para garantizar su primacía en la península Ibérica. De hecho destaca la parte que trata profundamente de las peleas entre el rey Rodrigo, los hijos de Witiza, la traición del noble don Julián, el obispo Oppas, los amores con Cava que desencadenan el conflicto, Agila en el norte de la península, la intervención de Muza mandando a Tariq y la desconfianza entre ellos mismos, y en fin, dejando reflejado el final del Reino Visigodo como algo ocasionado por el caos político y social y la desafección. La obra pone fin a su relato no con la aparición del Emirato de al-Ándalus primero dependiente del Imperio Islámico (de Damasco), y luego como Emirato Independiente con los Omeya, sino con la independencia total respecto al Imperio Islámico transformándose en Califato de Córdoba, lo que dota a al-Ándalus de una unidad y fortaleza inusitada, que da por resultado una prosperidad de todo tipo, unido a califas acertados en su gestión de gobierno, como los Abderramán. 

La obra pasó a ser también obra de referencia de la época por parte de cristianos y musulmanes, en este caso incluso en épocas recientes. Fue redescubierta y traducida al español por Emilio Lafuente y Alcántara, historiador y archivero, en 1867, en la colección Obras Arábigas de Historia y Geografía, de la Real Academia de la Historia, en una época en la que estaba de moda lo orientalista en Europa, moda de la que a España le beneficiaba su pasado histórico musulmán. El historiador Sánchez-Albornoz volvió sobre la obra en el siglo XX para zanjar la polémica sobre las diferencias entra las versiones de los diferentes cronistas musulmanes de al-Ándalus, pues estas obras tienen a veces puntos de vista diferentes entre sí, y en ocasiones datos no coincidentes, pese a que los unos se citan a los otros.

Como sea, la aparición de Alcalá de Henares vuelve otra vez aquí en torno a la leyenda de la Mesa de Salomón. No obstante, aquel tesoro también era un símbolo de poder venido directamente de Dios. El Islam, el cristianismo y el judaísmo son las Religiones del Libro, por considerar que todas vienen de una misma base que tiene por origen lo que en el cristianismo es el Antiguo Testamento, en el judaísmo la Torah (que sería con cambios el Pentateuco cristiano: los cinco primeros libros del Antiguo Testamento), y en el islamismo estos mismos más el Nuevo Testamento (o sea: la Biblia cristiana, aunque con cambios de interpretación para ellos) y el Corán. Por otra parte, la historia de la Mesa de Salomón en las crónicas andalusíes sobre Alcalá de Henares, aunque tuviera o pudiera tener un origen oral visigodo, no deja de ser otro de los mitos fundacionales de la ciudad, en este caso para dotarla así de un carácter religioso aceptable para los musulmanes, aunque a la vez podría agradar a judíos y cristianos. Compluto estaba en decadencia total y con una población muy mínima. Sabemos por los autores mozárabes y restos arqueológicos que hubo población mozárabe, ya mínima, e incluso culto, pero también sabemos que hubo población islámica, así pues, si los romanos ligaron a la ciudad de un pasado de sus guerras civiles e incluso legendariamente a guerreros de Troya, y posteriormente a los mártires cristianos, así como los visigodos comenzaron a hablar de santos, todo como refundación de la ciudad, ahora los musulmanes hacían lo propio con la Mesa de Salomón y el providencial paso de Tariq que la encontraría abandonada en medio de los Montes del Zulema. Así pues, la población ubicada en un paso estratégico entre Toledo y Zaragoza pasaba a tener una importancia tanto por aquella mesa sagrada perdida, como por la propia presencia de Tariq aquí, que se detiene a hacer algo importante precisamente en el camino que hace de la ciudad un paso importante como para fundar un castillo y un qun. Pero en estas obras hoy comentadas, todavía tampoco se mencionaba la existencia de ese castillo.
 
En todo caso, fuera de los análisis de libros, siempre me gustó personalmente la interpretación de uno de mis profesores universitarios de Historia, que interpretaba aquella Mesa de Salomón realmente como una metáfora del Cerro del Viso, por su forma. 
 
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".