miércoles, 26 de octubre de 2022

Historia de los soberanos de Al-Andalus (Crónica del moro Rasis o Crónica sarracena)

Título: Historia de los soberanos de Al-Andalus (Crónica del moro Rasis o Crónica sarracena). 
Autores: Áhmad ibn Muhámmad al-Razi e Isa ibn Ahmad al-Razi.
Editores: Áhmad ibn Muhámmad al-Razi e Isa ibn Ahmad al-Razi.
Año de publicación: alrededor entre 950 y 977 (1ª edición en Al-Andalus); 1344 (1ª edición en portugués de Gil Péres); 1430 (1ª edición en castellano de Pedro del Corral).
Género: Crónica; Historia
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Título: Historia de los soberanos de Al-Andalus (Crónica del moro Rasis o Crónica sarracena). 
Autor: Áhmad ibn Muhámmad al-Razi e Isa ibn Ahmad al-Razi.
Editorial: CreateSpace Independent Publishing Platform.
Año de publicación: 2014 (1ª edición)
Género: Crónica; Historia; Leyendas
ISBN: 978-1505751635

 

Dentro de Al-Andalus y de manos de autores musulmanes, ya no solo de mozárabes que ya anotamos, tenemos la referencia más antigua conocida en el autor Áhmad ibn Muhámmad al-Razi, conocido en España como al-Razi y como al-Rasis o al-Raziz. Su padre fue un comerciante que era procedente de la zona de la antigua Persia del Imperio Árabe de la época (más o menos Irak-Irán actual), de la región de Rayí, en Irán. Habría llegado al Emirato Independiente de Córdoba en el año 865 de la era cristiana, que era el 250 de la hegira musulmana. Su hijo al-Razi nació en la capital de Córdoba, del Emirato de Córdoba.  Aprendió de los mayores sabios de la Historia de su época, de tal modo que se transformó en el más erudito de los historiadores que escribían crónicas en su día. Por ello dio clases en Sevilla y en Córdoba, así como en otros lugares. Escribió diversos libros de Historia, en realidad crónicas, o sea: libros basados en historias no siempre comprobadas y que habían basado en tradiciones orales o en escritos más o menos escritos sin análisis críticos, indagaciones suficientes, ni comprobaciones ni contrastes. Su libro más importante, que a la vez es el que nos interesa por nombrar a Alcalá de Henares, es Ajbar muluk Al-Andalus, traducido: Historia de los soberanos de Al-Andalus. Esta crónica comenzaría a escribirse para Abderramán III, que liquidaría el Emirato de Córdoba para independizarlo del todo del Imperio Árabe y transformarlo en reino llamado Califato de Córdoba. Estaba dividido en tres partes: geografía de la península Ibérica, Historia preislámica (lo que hacía de este libro algo muy avanzado en su época al preocuparse de dejar constancia también de un pasado previo no islámico) y de la Historia desde la llegada de Tariq y Muza en 711 llamados por los visigodos para ser ayuda en sus guerras civiles entre el obispo Oppas, el rey Agila y el rey Rodrigo, la invasión que estos realizaron y a partir de ahí la Historia del Emirato de Al-Andalus tanto de su dependencia, como de su independencia y su posterior independencia total haciéndose Califato con Abderramán III. Áhmad ibn Muhámmad al-Razi murió de anciano en el año 955 siendo conocido como al-Tariji (El Cronista). La obra estaba incompleta y la terminó su hijo Isa ibn Ahmad al-Razi, que fue cronista para el califa al-Hakam II de Córdoba. La dio personalmente por acabada en 977, año de su propia muerte.

La Historia de los soberanos de Al-Andalus atrajo pronto la atención de los cristianos de la península Ibérica precisamente porque hablaba de la Historia previa a la llegada de los musulmanes y eso mismo servía tanto para la propaganda de la política de la Reconquista, como para el autoconocimiento propio, al cual no alcanzaban con las herramientas y cualidades de los propios intelectuales cristianos de la península en esos años. El conocimiento de los musulmanes españoles andalusíes era en esos momentos de lo más avanzado del mundo occidental, en todas las ramas. Por ello mismo, fue el rey de Portugal Dionisio I quien encargó la primera traducción a una lengua cristiana, la portuguesa, de la obra. La tradujo Gil Péres en 1344. Su obra en portugués fue de las más leídas entre los reinos cristianos de la península y de otros lugares de Europa. A la vez, el libro se transformó en un libro de referencia obligada entre los historiadores musulmanes, siendo que numerosos cronistas posteriores lo usaron como libro básico incluso hasta en el siglo XVII. 

La traducción al portugués fue conocida como Crónica del moro Rasis, que es como nos ha llegado a los hablantes de lengua española. Sin embargo, la primera traducción al castellano se produjo en 1430 de mano de Pedro del Corral, que eliminó partes ingentes referentes a los musulmanes, aunque ya en 1243 la obra de al-Razi había sido citada por el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, muy apegado también a Alcalá de Henares, como Crónica sarracena en su obra De las cosas de España. Por fuerza, dado que fue una cita de 1243 y al portugués no estaría hasta 1344, este arzobispo debió acceder a la obra de al-Razi y leerla en el árabe original. Esto no es poco importante. No solo porque la traducción de casi doscientos años después al castellano elimine partes, sino porque la original de la traducción al portugués en 1344 se perdió, y quedan copias con algunas partes perdidas. Recordemos además que las bibliotecas musulmanas se perdieron durante las guerras de Reconquista y las que partieron al exilio en 1492 acabaron en Tombuctú, mientras que las que se quedaron en España y otros lugares de Occidente necesitaron de estudios profundos que no llegaron hasta los siglos XIX y XX, y en pleno XXI muchas de ellas ni eso.

Todo esto generó numerosas polémicas sobre si la obra de al-Razi era verídica en lo referente a lo ocurrido en la península Ibérica en tiempos de los romanos y de los visigodos. La obra volvió a ser muy difundida entre los siglos XVI y XVIII en España envuelta esta vez en la polémica entre los más prestigiosos eruditos que no podían dar crédito de tal grado de precisión de datos en el siglo X por parte de sus autores. Ayudaba a esto en los siglos XVI y XVII la ola de fobias y prejuicios que llevaban a la búsqueda de limpieza de sangre entre los que se hacían identificar como católicos. Como sea, en el siglo XIX, ya con el método científico en marcha en la ciencia social que se transformó la Historia, Pascual de Gayangos, de la Real Academia de la Historia, concluyó que cotejando la obra con otras obras de la época, era imposible que las partes referentes a lo preislámico fuera auténtico del siglo X. No quedó ahí la cosa. En el siglo XX Ramón Menéndez Pidal en la primera mitad de ese siglo expuso la obra a su erudicción y a mayores contrastes bibliográficos de la época medieval y terminó echando por tierra toda negación de que fuera falsa, la obra terminó siendo definitivamente demostrada como auténtica, sobre todo porque salieron a la luz más textos y traducciones del momento que venían a confirmar que aquellos conocimientos salieron de al-Razi. 

Dicho esto, estudiosos posteriores del siglo XX compararon la prosa de al-Razi con otros textos y con gente a los que influyó y se basaron en él como Ibn-Hayyan y la obra versión vulgata publicada por al-Bakri, dentro del mundo musulmán de la Edad Media. Por conclusiones más definitivas que las de Menéndez Pidal se llegó a que, si bien la obra de al-Razi era verdadera de forma entera, las copias posteriores que se hicieron de ella y la traducción portuguesa de Gil Péres en 1344 habían añadido partes de la Historia preislámica que en el original de al-Razi no se habrían contenido, con afán de completar la obra y no de falsificarla.

Alcalá de Henares no aparece con su nombre en latín de Compluto, sino con el árabe, el cual, el más antiguo conocido sería Al-Qul'aya, El Castillejo, por haberse construido un castillo musulmán en esta población para proteger la comunicación entre Toledo y Zaragoza, ciudades del Califato de Córdoba. Recogería un pasado mítico y de leyenda que ya vimos en el libro  Los archivos del Estado. Qué son y cómo se tratan (2010), de Alfonso Dávila: la pata de la Mesa de Salomón. 

Muy resumidamente, se trata de una leyenda originada durante la caída del Imperio Romano y que se transmitió oralmente entre los pueblos germanos, la cual la recogieron por escrito siglos después los musulmanes en crónicas como esta, razón por la cual también se hizo popular entre los cazadores de tesoros perdidos durante siglos. Hay que remontarse a la creación del Templo de Salomón en Jerusalén a mediado del siglo X antes de Cristo, donde se decía que Salomón depósito el Arca de la Alianza. Al margen de ese arca de la Alianza entre Dios y el pueblo hebreo, existía una realidad: el templo tenía un altar en forma de mesa para hacer los rituales y servicios religiosos. Aquella fue la Mesa de Salomón y cayó en el mito, quizá con sesgos de realidad, en cuanto a que era una mesa de mucho lujo, con gran cantidad de metales preciosos y otros materiales, pero con cuestiones imposibles como más de seiscientas patas. Invasiones aparte de pueblos orientales y robo de los tesoros del templo, estos se encontraban allí cuando el Imperio Romano, con el emperador Tito, decidió dar un escarmiento a los judíos zelotes que daban problemas políticos y rebeliones al Imperio, al Estado. En el año 70 se decidió un escarmiento que acabó con el saqueo de Jerusalén por parte de Roma y el traslado de todos los objetos suntuarios del Templo de Salomón a Roma. Esto entra dentro de lo plausible en hechos reales. Era una forma de hacer guerra y política. Estos tesoros se depositaban en el Templo de Marte, Dios de la Guerra, como ofrenda y en realidad como función de Tesoro del Estado. En 410 Alarico arrasó Roma y la saqueó, llevándose sus tesoros a Galia. Allí estarían, aunque ya es más difuso y empieza la leyenda a despegarse de lo verosímil de manera ya amplia, cuando acabó el Imperio Romano. El Reino Visigodo se componía de los territorios de Galia e Hispania, pero en el siglo VI los visigodos de Galia son desplazados por los francos, así que la Mesa de Salomón se trasladó a Rávena en 507 y de ahí en 526 pasa a Barcelona y luego a Toledo, donde sería guardada en la fortaleza visigoda de los reyes en esa ciudad. 

Se supone que la mesa estaría guardada bajo muchas puertas en sótanos y pasadizos, junto a un gran tesoro. Cuando Tariq llega allí a Toledo en 711 no encuentra nada, solo una leyenda que cuenta el vaticinio del final de los visigodos en Hispania. En el siglo XXI Alfonso Dávila especulaba por geografía descrita y por la forma del castillo que no se trataba de Toledo sino de Compluto el lugar donde acabó la Mesa de Salomón. 

Al-Razi habría escrito que en el avance que hace Tariq de Toledo a Zaragoza se encontró con la mesa abandonada en el camino a su paso por los montes Gebelculema (Yabal-Sulayma, o bien: Montes de Sulema o Zulema, o sea: Montes de Salomón) y llegó por ello a Complutum. El monte del Zulema fue rebautizado en el siglo XX como Monte Gurugú por el desastre bélico español en la Guerra del Rif en Marruecos, pero en pleno siglo XXI tanto Zulema como Gurugú sigue siendo válido. Quien cita esto es Jiménez de Rada en aquel siglo XIII suyo, y dice basarse en la crónica de al-Razi y de Ibn al-Qutiyya, el cual sabemos que basó su obra en la de al-Razi en la parte preislámica, por mucho que añadiera partes.

Sea como sea, hay quien dijo en la época que lo que quedaba de la mesa era una pata de oro macizo, y en todo caso que esta Mesa fue oculta por Tariq en una de las cuevas del Monte Zulema, de hecho se le dio ese nombre (Monte de Salomón) por ocultarse allí esa mesa del altar de Salomón. Pero este tesoro se perdió, pues Tariq fue llamado a dar cuentas de porqué invadió el Reino Visigodo sin permiso del Califa del Imperio Árabe y marchó a Siria, donde moriría en Damasco en 720, final de Tariq el cual sí es un dato plenamente histórico y fiable. 

Sea como sea, en medio de la leyenda inserta en una crónica, aparece por primera vez que tengamos constancia de Alcalá de Henares en los textos musulmanes ya con nomenclaturas árabes en su ser y en su geografía, así como se nos deja constancia de la importancia de paso estratégico entre Toledo y Zaragoza. En el texto de al-Razi aún no se nombra el castillo.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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