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sábado, 18 de julio de 2020

El testimonio de Yarfoz

Título: El testimonio de Yarfoz
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio. 
Editorial: Alianza Editorial. 
Año de publicación: 1986 (1ª edición). 
Género: Novela. 
ISBN 13: 978-84-206-9053-7
ISBN 10: 84-206-9053-8
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Título: El testimonio de Yarfoz
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio.
Editorial: DeBolsillo (Nuevas Ediciones de Bolsillo)
Año de publicación: 2015 (1ª edición; Nota de los editores y epílogo de Gonzalo Hidalgo Bayal).
Colección: Contemporánea. 
Género: Novela.
ISBN: 978-84-9062-721-1

La tercera vez que comentaremos por aquí a Rafael Sánchez Ferlosio será esta vez será por su regreso a la novel tras publicar Industrias y andanzas de Alfanhuí en 1951 y El Jarama en 1956. Se hizo esperar, pese a que entremedias publicó innumerables artículos y ensayos. Lo publicó en 1986 en castellano y en enero de 1987 ya tenía su traducción al francés. Se trata del libro El testimonio de Yarfoz. En realidad, algunos análisis y contrastes con otros textos de del autor hacen pensar a varios de sus estudiosos que ya tuviera unas primeras ideas y notas justo en la década de 1950, durante el proceso de sus dos primeras novelas; otros indican que más bien comenzó a trabajar en esta nueva obra o bien justo al acabar El Jarama y recibir el Premio Nadal en 1956; pero lo que confesó Sánchez Ferlosio es que comenzó con esta obra sobre 1969, mientras que en otros lugares el mismo autor confesaba haber estado quince años sumido en estudios filológicos después de El Jarama, lo que le llevaría a abandonar la novela por interesarse por otros géneros que invitaban más a la reflexión, eso nos ubicaría en torno a 1971. Sea como sea, la tercera novela no se publicó hasta 1986, en tapa blanda con la editorial Alianza. La cubierta era bastante sobria, dando toda la importancia a conocer el texto, ya que por sí sola no desvelaba nada. Llegó a existir la citada traducción al francés por el autor en enero de 1987, la editorial Destino la reeditó en 2002 incluyendo ya un paisaje de meseta en la cubierta. En 2004 Sánchez Ferlosio recibió el Premio Cervantes y en 2009 el Premio Nacional de las Letras y eso hizo que se reeditaran sus libros, siguiendo la idea de un paisaje mesetario esta novela la volvió a editar Austral en 2010, con prólogo de Rosa Montero. La siguiente edición será la más actual hasta la fecha, estando dentro del grupo Penguin Random House, la sacaron junto al resto de su obra en la editorial DeBolsillo, en la colección Contemporánea, con una nota de los editores que indicaba algunas correcciones echas al texto, y un epílogo de Gonzalo Hidalgo Bayal que en realidad era un ensayo en torno a las tres novelas del autor y la importancia de usar las palabras precisas que le dio a todos sus textos, tal edición es de 2015 y es la que vamos a seguir para estas notas. Contenía en su cubierta un paisaje mesetario típico de Castilla, en blanco y negro y cierto toque como de azulejo que le daba falsa sensación de falso cubismo. El autor moriría en 2019

La cuestión es que la novela está aparentemente incompleta, a pesar de que como mínimo le había dedicado diecisiete años de su vida. Tal como indica el falso prólogo de un editor, que no es otro que la voz protagonista que nos anuncia que a continuación se presenta el texto manuscrito de un hidráulico llamado Yarfoz, solo es un fragmento de unas memorias que aportarían luz sobre las guerras barcialeas. Aparentemente solo es un fragmento, lo más curioso es que el propio Sánchez Ferlosio se dedicó a alimentar la idea de que solo era un fragmento, ya que llegó a declarar que no sabía si algún día lograría acabar el conjunto completo de estos escritos, que se llamaría precisamente Las Guerras Barcialeas, a las que hipotéticamente les dedicó toda su vida tras acabar El Jarama. En enero de 1980 ya había publicado un relato de diez páginas en la revista Nueva Estafeta, el cual título: "Libro Primero", y se indicaba que lo era de Las Guerras Barcialeas. Aparentemente era un estudio histórico al que le dedicó mucho tiempo, aunque evidentemente era un regreso a la prosa de ficción, a la narrativa, en un pequeño relato. La revista Nueva Estafeta volvió a sacar este texto posteriormente con el título. "Sánchez Ferlosio / Clásicos remotos". Posteriormente, el propio autor revisaría el texto y lo volvería a publicar ahora en El geco, dentro de lo que llamó Historia de las Guerras Barcialeas, con el título de "Los lectores del ayer. Introducción de Ogai el Viejo". En ese relato ya se menciona en voz del protagonista Ogai la existencia de un apéndice que da luz a los sucesos de aquellas guerras y escrito como testimonio de un hidráulico llamado Yarfoz. Dentro de este conjunto de relatos que sacó a la luz están también "El escudo de Jotán", "El huésped de las nieves", "El reincidente" y "Plata y ónix", dando a entender que no había abandonado la narrativa de ficción y que realmente el proyecto de las Guerras Barcialeas existía y estaba en proceso siempre inacabado. 

En 1985 murió joven su hija Marta y Sánchez Ferlosio se entregó al refugio de la escritura compulsiva y aislada. Fruto de aquello en 1986 publicó de golpe cuatro libros, entre ellos El testimonio de Yarfoz. Consideraba que esta novela era la mejor de sus novelas, muy por encima de las dos primeras, tan encumbradas y apreciadas, sin embargo, público y crítica recibieron el regreso a la novela con tanta expectación como posterior desilusión. Muchas críticos mostraron su desconcierto ante el libro que tenían en las manos, lo que parece ser que Sánchez Ferlosio recibió con molestia, pensando que no habían comprendido el libro y todo lo que este contraía dentro de sí. 

El libro es sin duda muy duro de leer, es de muy difícil lectura incluso para las personas más eruditas o para los filólogos. Contiene largos párrafos que pueden ocupar varias páginas sin que ellos haya ninguna incorrección gramatical. Tiene ritmos sintácticos y fonéticos a veces tediosos. Se mete por vericuetos interminables de reflexión, ensayo y lenguaje unas veces jurídico, como en su segunda novela, otras veces puramente de debate filológico, otras veces es pura filosofía, incursiona en el lenguaje neto de los tecnicismos de la ciencia hidráulica, en otras ocasiones abraza el tono de cronista de la Edad Media venido a la Edad Antigua, etcétera. Todo ello con un lenguaje muy rico, exacto y preciso, tan preciso que el autor no repara en explicarnos porqué elige una palabra y no otra para determinada frase, usando el recurso de introducir un personaje de profesión traductor del que se cuestiona la exactitud de lo que traduce, por ello también los diferentes modos de entender el mundo por parte de las diferentes culturas. Hay que reconocer que si la primera novela se recreaba en la imagen, pareciendo una colección de cuentos, y la segunda en recoger las diferentes formas de hablar en la sociedad, siendo un catálogo de argots, en esta tercera novela se recrea en las palabras exactas para su uso en ensayos de profundas y complejas reflexiones intelectuales de toda índole, con un trasfondo de lo jurídico como medio de traducir a actos nuestros modo de entender la vida. Es un libro ejemplar en cuanto a todo lo referido al lenguaje, y una vez que lo lees completo es cierto que cobra un sentido que lo revaloriza en mucho y muestra la gran inteligencia del autor, que creo un auténtico laberinto en el que perderse (literalmente) para poder darnos un mensaje preciso y exacto de lo que quería decirnos desde el principio. Pero para leerlo completo hay que perderse, te obliga a perderte en montones de detalles y disquisiciones, parece un conjunto de ensayos agrupados con un hilo argumental, y eso hace perder la paciencia. Solo se lee si el lector es constante y disciplinado, aparte de gustarle la reflexión profunda y compleja. El premio final merece la pena, pero el camino es arduo. Quizá es un libro que te invita a anotarle por todos lados para ayudarte en su lectura y en sus consultas futuras. Ahora bien, toda esta inteligencia no es muy comercial. Su carácter comercial le viene por la importancia del autor en la Literatura, pero es evidente que de no ser él, el libro no hubiera sido fácil que fuera aceptado por un editor. Puede valer para entregarlo directamente a la Real Academia Española de la Lengua como una obra maestra del lenguaje castellano en la actualidad, pero como novela es francamente muy dura de leer. Insisto, si se logra superar el gigantesco reto que nos propone el autor, si se logra tener paciencia y generosidad con tu tiempo, sí es cierto que el final del libro es una recompensa grata que le da sentido a todos y cada uno de los rincones que aparentemente nos hubieran parecido digresiones.

Las Guerras Barcialeas no existen. Son una ficción a las que Sánchez Ferlosio jugó a darles cartas de realidad en este libro, en los relatos, en ensayos... y hasta en entrevistas. El conjunto de relatos, que no son en concreto este libro, sino que el libro es parte de ellos, se ambientan en una época previa al Imperio Romano. Hay quien ha afirmado que le recuerdan a los territorios y personajes inventados en los libros de Conan escritos por Robert E. Howard a partir de 1932. Lo cierto es que algo del género de la fantasía épica sí tiene, de hecho tiene algo casi de los libros de caballerías de los siglos XV y XVI que cita Cervantes en El Quijote. Sin duda nombres y sucesos serían dignos de nombrarlos Cervantes para su burla y crítica. Ahora bien, Sánchez Ferlosio le dota a todo ello un lenguaje y unos sucesos que están desde la verosimilitud de lo real, no hay fantasía, hay un lenguaje que cuadra con las crónicas de los textos más antiguos conocidos en las civilizaciones más desarrolladas previas a la expansión de los romanos, o incluso propio de los textos de un Julio César o de Cicerón. Como historiador he de reconocer que Sánchez Ferlosio debió estudiar bastante los crónicos antiguos para lograr este efecto y a la vez introducir argumentaciones actuales.

Casi todo el mundo parece estar de acuerdo en que el territorio en el que se desarrolla todo es el de la Península Ibérica, y puesto que las principales ciudades en disputa están en una meseta extensa, se identifica las acción en general con Castilla. Para muchos parece claro que la ciudad de Tetrecia en la novela no es otra que la antigua Titulcia, que tanto ha dado a la arqueología actual. Por ese camino aparecerían también Madrid y Alcalá de Henares, entre otras ciudades, solo que con falsos nombres inventados, imitando los hipotéticos nombres de unas civilizaciones ibéricas desaparecidas. Siguiendo esta lógica, si el primer libro tenía al Henares por centro y la segunda novela al Jarama, ahora el protagonismo correría de la cuenta del Manzanares y del Tajo, sin dejar de salir los otros ríos y sus ciudades. Pero hay filólogos que consideran que el nombre de Barcial en realidad guardaría relación con un lugar de Extremadura y se lleva la acción a Extremadura y no a Madrid. Tras leer el libro lo único que puedo afirmar a este respecto es que en Madrid ni hay cataratas ni hubo flamencos rosas, del mismo modo que pese a existir unas grafías íberas nunca descifradas a fecha de hoy, la protohistoria ibérica no cuenta con civilizaciones tan avanzadas como para tener técnicos hidráulicos, ingenieros arquitectónicos, expertos madereros, etcétera. Si tuviéramos que tener eso en cuenta podríamos hablar o bien de Andalucía y Extremadura, donde pudo estar el reino de Tartesos, o bien directamente podemos imaginar un territorio imaginario o como mucho de Oriente Próximo. Pero, de nuevo un "pero", es evidente que los nombres inventados siguen algún tipo de lógica filológica y que las descripciones paisajísticas tienen mucho detalle, podrían incluir algún "disfraz" que dificulta reconocerlas del todo, y dado que filólogos y estudiosos de Sánchez Albornoz en su mayoría afirman el triángulo Madrid-Titulcia-Alcalá de Henares, y los ríos Manzanares-Jarama-Henares-Tajo, se podría dar por bueno que esta novela tiene esa ubicación. Lo más claro es la aparición de la extensa meseta cerealista de las dos Castillas, y tengo la impresión que en el deambular de los personajes podrían estar yendo a territorios más lejanos, ya sea hacia Portugal o hacia Cataluña-Valencia, no queda claro.

El libro se puede leer por sí solo, deja el final abierto igual que innumerables textos de  la Edad Antigua, muchos por la misma razón: incompleto por el tiempo. Un hidráulico, Yarfoz, que trabaja para la familia de un príncipe, decide escribir de anciano sus memorias sobre los episodios que le tocaron vivir en el periodo de las Guerras Barcialeas. Él vivía en un extenso periodo de tregua cuando recibió el encargo de una ambiciosa obra de ingeniería hidráulica para toda la confederación de pueblos que forman el reino. Estas obras reviven los recelos de ruptura de unos pactos de paz que previamente tuvieron los abuelos y padres de los que gobiernan en ese momento. El padre del príncipe asesina por orgullo al general del pueblo vecino con quienes tenían pactos de tregua, por lo que el príncipe, Nébride, decide pasar al exilio y renunciar a la herencia familiar. Con él parten al exilio sus servidores por propia voluntad, entre ellos Yarfoz. Recorren numerosos territorios conociendo todo tipo de diferencias culturales, tecnológicas y filosóficas entre sus vecinos. Algunos pasajes son realmente atractivos, como el dedicado a los monos mendicantes, o al cortejo con caballos a las damas de otro pueblo, no exento de picardía sexual, pero hay también extensos pasajes dedicados a la descripción técnica de algunas arquitecturas. Llama la atención todo el conjunto de reflexiones sobre el grabado de la memoria en piedra en las tumbas de los muertos. es un libro realmente lleno de reflexiones muy diversas. Pasan las décadas y muere el padre del príncipe, por lo que pasa a ser buscado, aunque él se oculta bajo falsa identidad. Su hijo Sorfos entretanto se hace militar mercenario para un pueblo vecino y cuando Tagrana, su general, descubre que es un príncipe, le propone regresar a su país para hacerse con el gobierno saltándose el turno del padre, ya que el padre, al que se le usurpó el gobierno, no quiere el gobierno. Sorfos, aún con todo, quiere alcanzar el gobierno sin llegar a la violencia. Con esta base argumental se desarrolla todo el libro.

Personalmente, a sabiendas de que su composición está como mínimo desarrollada entre 1969 y 1986, con ese fuerte empuje que recibió en 1985, creo que en determinadas partes hay paralelismos más o menos claros a la España de la Transición, especialmente en la construcción de la política de las Autonomías, pero sobre todo en el delicado paso de un largo gobierno de usurpación por mano militar a otro nuevo de manos del gobernante legítimo que quiere recuperar su autoridad de manera no violenta, a ser posible obteniendo el reconocimiento de la legitimidad por parte tanto de los partidarios como de los contrarios. En este sentido es altamente destacable en los capítulos finales leer con atención cómo planea Sorfos junto a Tagrana y otros generales la manera por la cual la recuperación del poder solo se legitimaría y se aceptaría a la vez que no habría violencia. Probablemente es uno de los textos más clarividentes para explicar el paso de la dictadura franquista a la monarquía parlamentaria, siendo esta novela una ficción sobre unas civilizaciones inexistentes en la península antes de los romanos y diría que antes de los cartagineses. 

Expuesto el libro, este fue el tercer libro de Sánchez Ferlosio en relación a Alcalá de Henares, la ciudad de la gente del derecho, si bien, como veis, en este caso es muy interpretable el alcance o no de Alcalá en esta obra.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 12 de julio de 2020

Antología del teatro anarquista (1882-1931)

Título: Antología del teatro anarquista (1882-1931)
Autor: Juan Pablo Calero. 
Editorial: La Malatesta Editorial.
Año de publicación: 2020 (1ª edición).
Género: Novela.
ISBN: 978-84-94785-62-7

En estas notas ya se había mencionado a Juan Pablo Calero Delso con motivo de su participación en el libro CNT 1910-2010, cien imágenes para un centenario (del que fue coordinador) y CNT, El hilo rojinegro de la prensa confederal (del que fue coautor). Este prolífico autor e historiador alcalaíno se desdobla entre Guadalajara y Alcalá de Henares. Se licenció en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid entre 1981 y 1987. Nada más terminar sus estudios pasó a ser profesor en el Colegio de Huérfanos Ferroviarios por la duración de un curso, por lo que en 1988 pasaba da dedicarse a otras cosas. Activista y militante de lo que cree justo en las causas obreras diversificó sus actividades, si bien la investigación le ha llevado a publicar numerosos artículos y libros desde aquellos entonces. tiene grandes dotes para la oratoria y la transmisión de la Historia, lo que le ha llevado a dar numerosas conferencias en diversas ciudades. En 1991 comenzó a ser profesor de nuevo, ahora para la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que es lo que le llevó a ser un reconocido profesor de educación secundaria en institutos de secundaria en Guadalajara. Esta actividad laboral docente la siguió combinando con las actividades investigadoras, divulgadoras, oratorias y activistas. En 2001 sus inquietudes le llevaron a matricularse en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, de la cual en 2003 obtuvo la Diplomatura de Estudios Avanzados en Historia Contemporánea. Al año siguiente, en 2004, volvió a matricularse en la Universidad Autónoma de Madrid para comenzar los estudios de doctorado. En 2005, terminaba su labor como profesor para la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y comenzaba ese mismo año una nueva etapa como profesor de secundaria ahora para la Comunidad Autónoma de Madrid, ejerciendo en Alcalá de Henares ininterrumpidamente aún en la actualidad. Logró ser Doctor en Historia Contemporánea desde 2006. Con toda esta trayectoria, nunca ha desvinculado de su vida este desdoblamiento entre Guadalajara y Alcalá de Henares, sin dejar de lado a Madrid capital, todo sea dicho, puesto que parte de sus actividades y labores oratorias y de autor pasan por allí.

A todo esto, también es parte de la Fundación Anselmo Lorenzo (que contiene el archivo de la CNT), Coordinador en Guadalajara del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha y participa activamente de los encuentros de Historiadores del Valle del Henares y de los Estudios Complutenses. Además, se ha atrevido a ser también editor y traductor, por ejemplo del libro Celso Gomis Mestre. Excursiones por la provincia de Guadalaja, escrito por Celso Gomis, lo sacó Juan Pablo Calero en 2010.

Aparte de los tres libros ya citados, entre sus libros podemos citar también El gobierno de la anarquía, Anarquistas y marxistas en la Primera Internacional, En el alba del anarquismo. Anselmo Lorenzo (1914-2014), Biografía de Isabel Muñoz Caravaca, mujer de un siglo que no ha llegado aún, Historia contemporánea de la provincia de Guadalajara (1808-1931), Don Quichotte s'en va t-en guerre! (L'As siette au Beurre) y Élite y clases, un siglo de Guadalajara (1833-1930). Varios de estos libros los ha editado la Diputación Provincial de Guadalajara, otros los han editado la Fundación Anselmo Lorenzo y editoriales libertarias.

Reconocido y apreciado entre todos los historiadores actuales, su libro más reciente ha salido publicado justo al terminar el confinamiento por el estado de alarma ante la Covid-19. Se lo publicó la librería libertaria y a la vez editorial La Malatesta, ubicada en el barrio de Lavapiés de Madrid. salió en tapa blanda con una foto de un grupo teatral anarquista. Calero esta vez se ha dedicado a indagar en las raíces y legados culturales del sindicato anarcosindicalista CNT, al que le ha dedicado buena parte de sus producciones. No es la primera vez que indaga en ese aspecto cultural del anarcosindicalismo español, pero esta vez se centra en sus producciones teatrales. El libro se llama Antología del teatro anarquista (1882-1931). El libro, de un promedio de 550 páginas, no deja dudas, se trata de un estudio de este fenómeno teatral en el anarquismo español, pero a la vez Calero Delso nos escoge y muestra una antología de obras teatrales que han caído en el silencio o el olvido, pero que son muestra de una forma popular de pedagogía y a la vez de entretenimiento que ayudó a concienciar a la gente de sus problemas y a la vez se atrevía a llegar a la gente y lugares que el teatro convencional de aquellos años no llegaba.

El anarquismo fue mayoritariamente de carácter pedagógico en España, a pesar de que el tópico extendido es la violencia de quienes la abrazaron como si la de aquellos pocos fuera el carácter común de los muchos. Entre las personas que abrazaron ideas socialistas de toda índole desde el siglo XIX, llama la atención la gran cantidad de personas individuales que desde el anarquismo se lanzaron no solo a las tareas autodidactas, sino también a escribir numerosos textos que trataban de dar a conocer. Comprendían que la revolución comenzaba por uno mismo y que solo con una formación y una capacidad de pensamiento propia se podía alcanzar la revolución social, el cambio social. 

Hubo textos de toda clase, desde teóricos a comentarios en prensa, humorísticos, noticias, etcétera, entre todos ellos están también todos los dedicados a un nuevo modo de entender la educación y el apendizaje. Es en la raiz de estos últimos que se creyó útil aprovechar el espacio del teatro. En el siglo XIX existía una relativa afición al teatro de carácter político y social. Lo que hicieron los anarquistas de la época fue recoger el guante de ese tipo de teatro ya existente y acercarlo a sus ideas sociales. Así pues el anarquismo comienza a alimentarse de dos tradiciones del teatro del siglo XIX, la de carácter político y la de carácter social. El esquema del uso de este teatro no solo se daba en el anarquismo español, estaba también en el de otros países. Calero fija sus fechas extremas de máxima fecundidad entre 1882 y 1931, o esto es: entre el tiempo inmediatamente posterior al final de la Primera Internacional, momento del nacimiento de la Segunda Internacional, y el final de la monaquía de Alfonso XIII, o comienzo de la Segunda República Española. Lo cierto es que no sería ese exactamente su final, pues es un dato ya conocido que en España casi todas las personas que trabajaban en el cine estaban afiliadas o eran simpatizantes de la CNT, razón por la cual la CNT dominaba sus sindicatos y tuvo sindicato propio. Razón por la cual, también, durante la guerra civil española (1936-1939) la CNT produjo varios largometrajes de ficción para el entretenimiento de la población, pero todo eso es otra historia.

Pensemos además que el teatro anarquista trataba temas que resultaban más cercanos a las inquietudes de la gente más humilde o de las clases trabajadoras, alejadas de otras temáticas como las de los amoríos del teatro burgués o las metafísicas del teatro surrealista de comienzos del siglo XX. No se puede ignorar tampoco que había grandes masas de personas analfabetas o semianalfabetas en el periodo fijado entre las clases trabajadoras, por lo que el teatro era una forma más de pedagogía y de invitación a comenzar a pensar por uno mismo, siendo además el teatro una de las formas de entretenimiento más populares de la época. 

Uno, que conoce a Juan Pablo, sabe que el trabajo es impecable y siempre innovador. Siempre nos trae cuestiones que habían caído en el olvido para que volvamos a recordarlas, valorarlas y que nos ayuden a entendernos mejor y reflexionar con más datos la Historia. Es innegable, por otra parte, que siendo teatro, abre otras estimulantes puertas de conocimiento que pueden invitar a una actualización de algunas cuestiones del género.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 5 de julio de 2020

Industrias y andanzas de Alfanhuí

Título: Industrias y andanzas de Alfanhuí
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio. 
Impresor: Talleres Gráficos Cíes (Madrid). 
Año de publicación: 1951 (1ª edición).  
Género: Novela. 
Depósito Legal: [El cíclope librero no ha localizado el depósito legal de era primera edición, que fue autoedición. Hay que recordar además que el ISBN existe solo a partir de 1966. Sin embargo, la Biblioteca Nacional de España, en su página dedicada a datos técnicos de libros, recoge el Depósito Legal B.6751-1961 para la primera edición que Destino Libros publicó en 1961 de este libro, que es el más antiguo que esa misma página recoge, aunque se editó con el título: Industrias y andanzas de Alfanhuí ; y: El corazón caliente ; Dientes, pólvora, febrero, lo que indica que la novela al editarse por primera vez en Destino Libros se hizo junto a esos dos relatos. No obstante, la propia Biblioteca Nacional de España conserva el ejemplar de 1951 y en su ficha tampoco aparece su Depósito Legal.]
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Título: Industrias y andanzas de Alfanhuí.
Autor: Rafael Sánchez Ferlosio.
Editorial: Bibliotex (editorial del periódico El Mundo).
Año de publicación: 2001 (1ª edición; prólogo de Agustín Cerezales).
Colección: Biblioteca El Mundo. Las 100 Mejores Novelas en Castellano del Siglo XX.
Nº de volumen en la colección: 35.
Género: Novela.
ISBN: 978-84-8130-281-3

  Cuando hablamos de El Jarama en estas notas ya mencionamos que Rafael Sánchez Ferlosio también hizo aparecer a Alcalá de Henares en la que fue su primera novela, Industrias y andanzas de Alfanhuí, terminada de escribir en diciembre de 1950 y publicada en 1951 recurriendo a la autopublicación. Estaba Sánchez Ferlosio entre los 23 y 24 años de edad. Hay entre los dos libros un espacio de cinco años. Ya decíamos en El Jarama que el padre de Rafael Sánchez Ferlosio era el escritor, ideólogo de Falange y Ministro de la dictadura de Franco, Rafael Sánchez Mazas. Esto posicionaba económica, cultural y socialmente a Sánchez Ferlosio en una posición altamente privilegiada. Ya contamos que la novela Industrias y andanzas de Alfanhuí eran en origen un grupo de cuentos que el joven escritor iba escribiendo y luego leía a sus padres en viajes en coche. Fueron su madre y su padre quienes le animaban a seguir por esa senda y le otorgaban todo tipo de oportunidades. Probablemente fue su padre el que le animó a darle un hilo conductor a todos esos cuentos para hacerlos novela, aunque otro escritor que le conoció en aquellas épocas, Juan Benet escribió décadas más tarde en una introducción de una de las ediciones posteriores que Sánchez Ferlosio andaba ensimismado en los viajes en coche y que tal vez estaba pensando en las historias que estaba escribiendo. Sea como sea, y a pesar de que Sánchez Ferlosio en 2001 escribía que el libro lo había hecho un primo suyo (lo que era una broma del autor que terminó hablando mal de cómo estaba compuesto, igual que le pasó con El Jarama), su obra es innegablemente suya, tiene todo su estilo y recursos, no solo eso: le consagró de manera inmediata. Pero aquella renuncia la escribió en una reseña de su propio libro para el diario El Mundo, que decidió editarlo dentro de una colección donde seleccionaron los que ese periódico consideró las cien mejores novelas en habla castellana del siglo XX. Seguiremos la reseña de este libro a través de esa edición de 2001, que fue en tapa dura con sobrecubiertas en papel con un niño en medio del campo cazando insectos, contaba esa edición con el prólogo de Agustín Cerezales.

No sabemos si sus padres no hubieran sido los que fueron si Sánchez Ferlosio hubiese tenido las oportunidades y el éxito inmediato que tuvo. La cuestión es que su madre le animó a publicar el libro y fue ella misma quien pagó ni más ni menos que la impresión de mil ejemplares en la imprenta de los Talleres Gráficos Cíes, de Madrid. La tipología de la letra del título recordaba un poco a la tipología de las letras epigráficas de la antigua Roma, o bien de las lápidas colocadas en todo tipo de edificios desde el Renacimiento. El título, ayudado por el nombre del autor, encuadraba literalmente un dibujo de un retrato de Alfanhuí que había realizado el propio Sánchez Ferlosio. Tenía ese retrato una expresión más que avispada, algo de pocos amigos, un tanto amenazante, incluso tal vez algo salvaje. El libro fue retomado por Destino Libros en 1961, recordemos que en 1956 había ganado el Premio Nadal con El Jarama y que para 1961 iba por la quinta edición de ese segundo libro que escribió entre 1954 y 1955. Cuando Industrias y andanzas de Alfanhuí llegó a la editorial Destino ya tenía bastante recorrido hecho, y reconocimiento. Se han hecho muchísimas ediciones posteriores a la primera autoedición de 1951, así por ejemplo, la propia editorial Destino la incluía en su colección de bolsillo con el número 47 en el año 1979. Pero es que hubo hasta ediciones en otros idiomas, por ejemplo en inglés, en 1961, diez años después de aquella primera autoedición. Ciertamente la portada ha cambiado innumerables veces, y ha saltado de colección en colección. Algunas ediciones la publicaron junto a otros relatos, como la citada primera edición en Destino en 1961, otras incluso cambiaron el nombre reduciéndolo a Alfanhuí, o bien escribiendo Las aventuras del ingenioso Alfanhuí. Una de las ediciones más modernas es la realizada en 2015 por la editorial DeBolsillo.

Volvemos a aquel 1951 y a la autoedición que pagó su madre de mil ejemplares. Sánchez Ferlosio contaba con la ventaja de conocer a través de sus padres a todo tipo de editores y de escritores. Pensemos por ejemplo que durante la composición de la novela en sus fase de cuentos y relatos breves fue asesorado ni más ni menos que por Ignacio Aldecoa, gran cuentista del siglo XX y amigo de Sánchez Ferlosio. O bien que gracias a su padre era amigo de Camilo José Cela, que en 1951 era un escritor ya muy reconocido. Sánchez Ferlosio usaba sus mil ejemplares no sólo para venderlos, sino también para fomentarlos y regalarlos entre todas estas personalidades y otras, con acierto, pues escribieron con muchas loas a la obra en la prensa de la época. Tuvo buenos padrinos, entre ellos, obviamente, su padre, Sánchez Mazas. Precisamente ese asunto se repetiría con El Jarama, como ya se comentó entonces, por lo que hay que recordar y reconocer que nunca ha desaparecido una polémica que, en unas épocas más fuerte y en otras con menos contundencia, cuestiona el éxito de Sánchez Ferlosio si no hubiera tenido todos esos contactos y aquel posicionamiento social en aquellos años de la dictadura. Sabemos que en los años 1980, cuando volvió a hacer novela tras un largo periodo dedicándose al ensayo, le molestó que algunos críticos revivieran la cuestión de los "padrinos", pero también sabemos que en los últimos años de su vida (murió en 2019), incluso desde aquella reseña que hizo él de Alfanhuí en 2001, él también reflexionó sobre esta circunstancia de su obra y vida, no sin faltarle ironía para consigo mismo, y se presentó autocrítico, aunque consciente de su gran dominio del idioma, con el cual también era muy autocrítico, condenó sus dos primeras novelas y otros tantos de sus escritos por no considerarlos bien redactados, a pesar de que son obras ejemplarmente redactadas en el dominio preciso del idioma.

Vamos ahora a un año antes de la publicación de 1951, a su composición, sabemos que lo acabó en diciembre de 1950, tal vez lo desarrolló a lo largo de todo 1950, tal vez hubo alguna cosa en 1949 o año previo. Hay quien relaciona la obra con La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554). En ambas el protagonista es un niño que en su juventud se lanza al mundo y viaja por el interior peninsular pasando de trabajo en trabajo para diferentes personas, entre medias demuestra tener un gran ingenio para lograr los diversos objetivos que se propone. Ahora bien, no parece que en Alfanhuí haya la carga de crítica social y política que contiene el Lazarillo. Algo hay en cuanto a lo social, pero poco, como por ejemplo en el capítulo noveno de la primera parte, donde aparecen unos ladrones y hay una conversación en torno al dinero y el acceso a él. O en el capítulo sexto de la tercera parte, en la cual se habla de la ancianidad a través de la vida de unos bueyes. También quien relaciona la composición con otro clásico del Siglo de Oro, Don Quijote de la Mancha (1605-1615, Miguel de Cervantes). Igualmente por salir al mundo, por las Castillas, y vivir diversas aventuras en medio de lo que parece una imaginación desbordada. Sin embargo, Alfanhuí no está loco y tampoco queda claro si lo que se narra es producto de su imaginación o de una descripción poética muy elevada. En medio de una época donde lo que primaba en España era el género del realismo social y el del exilio interior y el desarraigo, esta novela llena de fantasías sin duda fue un hecho excepcional, quizá por ello muchos críticos y escritores apostaron porque se trataba de imaginaciones de Alfanhuí, como si no fuera posible ya el surrealismo. Más aún, pasados unos años, en la década de 1960, al nacer con propiedad en Hispanoamérica lo que se llamó realismo mágico, hubo quienes al hablar de la historia de Alfanhuí sostuvo la teoría y la defendió acerca de que Sánchez Ferlosio se había adelantado unos quince años antes y desde España, situando a esta novela en el origen del realismo mágico, pero la cuestión es que ni este tipo de literatura fraguó en España, ni tampoco en el autor. La segunda novela, El Jarama, ya dijimos que estaba claramente en el realismo social.

La juventud de Sánchez Ferlosio con su primera novela nos hace pensar que efectivamente conocía bien esas novelas clásicas, que son lecturas obligadas en colegios, institutos y Universidades, y que están relacionadas con Alcalá de Henares, de donde parte la vida de Alfanhuí. Pero sobre todo se nota en una gran cantidad de recursos que nos recuerdan a las corrientes literarias de la primera mitad del siglo XX, la Edad de Plata, tan estudiada también en los centros de enseñanza, aún a pesar de las censuras de la dictadura de Franco. Pensemos además que Sánchez Mazas, el padre, como escritor que era conoció a buena parte de aquellos de los llamados -ismos y cuyas carreras y vidas se truncaron con la guerra civil, ya por muerte, ya por exilio. Es evidente, por ejemplo, que si bien en El Jarama prima la búsqueda de la perfecta estética de vocabulario y lenguajes múltiples de la sociedad, en la historia de Alfanhuí hay todo un esfuerzo por reflejar colores y atarlos a imágenes a menudo surrealistas que describen el mundo rural común. Así por ejemplo tenemos al protagonista entrando en un pozo para hacerse con los colores de una aguas con las que regará unos árboles pra que den frutos de colores. Hay en todo esto surrealismo, pero hay también una gran cantidad de recursos tomados del modernismo y del simbolismo. Todo ello está ahí, y parece más lógico pensar que en plena juventud del autor sus conocimientos iniciales de la Literatura entraron de lleno en la composición de lo que en principio eran cuentos y después fue novela.

Por otro lado, dado que Camilo José Cela fue vital en la promoción del libro, amigo de Sánchez Mazas y por medio del padre, amigo de un joven Sánchez Ferlosio, hay quien ha querido ver algo de La familia de Pascual Duarte (1942) en Industrias y andanzas de Alfanhuí. Ambas salidas de un mundo rural y brutal, siendo así que Sánchez Ferlosio lo dulcificaría todo con la visión de un niño sobre toda aquella pobreza que vivió el campo español tras la guerra, en los primeros años de la dictadura, no obstante el niño se ve obligado a salir de la casa familiar para ir a trabajar de patrón en patrón. Al menos sí es cierto que Alfanhuí comete un acto de barbarismo inexplicable al asesinar una marioneta. Pero no parece consistente querer poner el libro de Alfanhuí en la cuenta de los libros de realismo social, por ello hay quien habla que de ponerle del lado de algo habría que ponerle junto a la poesía en prosa, más que junto a la novela, incluso, como por ejemplo Platero y yo (1914, Juan Ramón Jiménez). Tiene mayor lógica. Pero, puesto que Cela es tan importante en los inicios de Sánchez Ferlosio, pues incluso escribió en prensa sobre el libro, hay quien analiza que Alfanhuí tiene relación directa con Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes (1944). Esta teoría puede tener alguna consistencia, al menos en cuanto a la idea de retomar la vida del pícaro, pero Alfanhuí no es un pícaro, sino un chico con mucho ingenio y gran curiosidad.

Llegados a este punto sobre la composición del libro, se intuye que tal vez el padre, Sánchez Mazas, ayudó a su hijo con recomendaciones y tal vez con correcciones de texto. No deja de ser sorprendente el fluido y rico léxico de Sánchez Ferlosio adolescente. Además, es muy probable que Sánchez Ferlosio tuviera realmente su principal inspirador en su propio padre, pues el mismo año de 1951 que se publica el libro de Alfanhuí, Sánchez Mazas publicó La vida nueva de Pedrito de Andía, el cual tiene unas conexiones de argumento muy claras y evidentes. Es probable que del mismo modo que Sánchez Ferlosio leía y mostraba a su padre y madre lo que iba creando, el padre le diera acceso a lo que él mismo iba escribiendo para ese otro libro. El proceso de escritura de ambos libros en ambos escritores sería por tanto paralelo e interrelacionado dentro de las relaciones familiares en su casa.

En 2001 Sánchez Ferlosio decía de este su primer libro que, pese a su reconocimiento y éxito, era una novela mal hilada, una colección de cuentos puestos en un hilo conductor a modo de relato más largo. En cuanto a su género él mismo rechaza que sea del realismo social por el mero hecho de componerse en esa época y por lo que supuso sus amistades y su segundo libro. Se ríe de la consideración de que sea realismo mágico, cuando aún no existía el género. Tampoco acepta que sea fantasía. No le desagrada la idea de poesía en prosa, pero aclara que no es poesía. De ponerlo en algún sitio, él lo pone dentro de la ciencia ficción. Sinceramente, quien esto escribe, yo particularmente rechazo de plano que sea un libro de ciencia ficción. Reconozco que hay algunos capítulos donde Alfanhuí hace algunos inventos con resultados un tanto fantásticos, por lo que podríamos entender que ha usado una ciencia relativa que da por resultado consecuencias que en la vida real no ocurren, pero son una hipótesis, lo que se llamaría ciencia ficción, pero el conjunto total del libro no va de eso, pues otros trabajos de Alfanhuí no tienen que ver con nada ni fantástico ni con implicaciones de investigación y ciencia, como por ejemplo cuando se hizo boyero, o bien simplemente vagabundea por la ciudad, como cuando llega a Madrid, o simplemente siega, como en Alcalá de Henares. Aunque haya algún pasaje que siendo generosos podríamos decir "ciencia ficción", el conjunto del libro no lo es. Fantasía es más probable, pero como existe la probabilidad de la imaginación del protagonista toda catalogación se hace compleja. Tiene un poco de todo lo mencionado. Sin duda lo que sí hay es una carga poética muy alta, al estilo de los modernistas y simbolistas de comienzos del siglo XX, como ya se anotó.

El libro se divide en tres partes que corresponden a tres salidas diferentes de Alfanhuí al mundo, en las cuales prueba suerte, falla, regresa a la casa materna y vuelve a intentarlo tras una temporada, lo que hace su conexión con la vida del Quijote. Un protagonista fundamental es el mundo rural, pero sobre todo en torno al Valle del Henares. El río Henares es la ruta de la vida de Alfanhuí, que, por otro lado, el hace a contracorriente. Alfanhuí es de Alcalá de Henares. Su familia vive en los barrios de las afueras, cerca del río y cerca de un molino de harina. No se describe mucho sobre qué zona exacta de Alcalá de Henares se trata, aunque se dice que se ven colinas. Posiblemente se trate de la zona del molino de la Esgaravita, que fundó siglos atrás el cardenal Cisneros, en el siglo XVI, pero que estuvo reformado y útil hasta una parte importante del siglo XX, hoy en ruinas, por la zona de la mota, en el barrio de El Val, pero como no hay ningún descriptor definitivo, tengamos en cuenta también la posibilidad del molino de los García, también en ruinas actualmente, allá por donde estaba el puente del Zulema, camino del Gurugú y del Cementerio Jardín de nuestros días. Se sabe que la familia de Alfanhuí tiene madre, pero poco se dice del padre, que murió. Son pobres y viven de la siega de los campos de trigo, de los que efectivamente Alcalá tuvo bastante actividad en otras épocas. Alfanhuí se marcha siguiendo el río en dirección contraria a su fluir, por lo que va atravesando el Valle del Henares, pasando los pueblos, obviamente se trataría de Meco y de Azuqueca de Henares, hasta llegar a Guadalajara, pero se queda en el entorno rural. En esta primera salida encuentra trabajo al servicio de un taxidermista y demuestra grandes facultades inventivas para atrapar todo tipo de colores. Todo le llama la atención. De hecho, su nombre lo recibe de este primer patrón. No conocemos el nombre real del chico, sabemos que al taxidermista el chico le recordaba la figura de los alcaravanes, por lo que le pone por nombre el sonido onomatopéyico que estos emiten, Alfanhuí. Muerto el maestro, vuelve a casa, pero sus inquietudes hacen que vuelva a salir, ahora en la otra dirección del río, hacia donde fluye. Pensamos que pasa ahora por Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares, Coslada, Canillejas, Vallecas... pero en esta segunda parte donde se instala Alfanhuí es Madrid capital, con lo que se ha separado tanto del Henares, como del valle y el mundo rural. Va de pensión en pensión y de callejeo en callejeo, y de parrandas varias con un personaje descrito como una marioneta pero que se comporta como un vividor que vive del teatro callejero. En esta parte, separado de lo rural, todo se vuelve gris. Alfanhuí se degenera. Tiene un desarraigo claro que lo despersonaliza y lo embrutece en una violencia inexplicable, que quizá es lo que hace que algunos hablen de denuncia de realismo social sobre lo que la emigración del campo a la ciudad le producía a la gente, pues son las épocas en las que van llegando a Madrid y otras ciudades numerosas personas empobrecidas del campo castellano. Alfanhuí comete un acto de brutalidad y sale huyendo de sí mismo en dirección a las montañas, esto es: la Sierra de Madrid. Así comienza la tercera parte, donde llega a La Moraleja, que en 1950 aún es un pequeño pueblo de montaña más aldea que pueblo, no como ahora que es una de las zonas donde viven muchas de las personas más ricas de Madrid y de España. En La Moraleja vive su abuela paterna, que no conoce al nieto y que no parece fiarse mucho de él, pues esconde de manera continua las pertenencias del abuelo muerto. Se intuye aquí ya una tragedia familiar no explicada en detalle, pero bien dibujada. Además podemos darnos cuenta de lo profundo de esa España desarraigada que emigra del pueblo a la ciudad en busca de trabajo, pues se hace evidente que ni Alfanhuí conoce a sus abuelos y su pasado, ni la abuela a él, ni el padre fue a ver a sus padres una vez que fue a buscar trabajo fuera de La Moraleja. Si tuviéramos que analizar la novela más allá de la estética y los cuentos, quizá el motivo central sea el desarraigo rural por causa de la emigración interior forzosa por la postguerra y el hambre, pero esto es algo que se lee y se lee con gran detenimiento, si no pasa desapercibido. La abuela, en todo caso, le encuentra trabajo de boyero y desprecio su pasado de taxidermista, por ser un trabajo de lo muerto y no de lo vivo, y por ser un trabajo para producir cosas inútiles para los caprichos de la gente de la ciudad, lo que necesita es cosas útiles para la propia vida y la de las personas cercanas. Quizá en esta tercera parte es donde más claramente hay algunas denuncias sociales, en concreto sobre el comportamiento de las personas. Alfanhuí también sentirá la necesidad de irse de allí y viajará al norte, hacia Palencia, hasta desaparecer rodeado de alcaravanes en continuo vuelo siempre al horizonte.

Hay desde luego una defensa de lo rural y de lo natural, como también se leerá en El Jarama, aunque en esa otra novela con protagonistas urbanos de la capital. Todo lo que viniera de la ciudad es como si afectara a la persona desvirtuándola. Son dos novelas que no solo asientan un gran dominio del lenguaje, fueron a la vez un inicio de carrera literaria sorprendente que se interrumpiría varios años por parte del autor que, tras ellas, comenzó a estudiar filología en profundidad durante los quince años siguientes a El Jarama, lo que le llevó a escribir numerosos ensayos y tardaría en sacar su siguiente novela. La publicaría en 1986, pero esa tercera novela tiene sus orígenes de redacción justo en las épocas de estas dos novelas, pero esa ya es otra historia que también tiene que ver con Alcalá de Henares.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

miércoles, 1 de julio de 2020

Diario de confinamiento

Título: Diario de confinamiento
Autor: Iván Casquete Molina. 
Red Social que lo acogió: Facebook.
Año de publicación: 2020 (a tiempo real entre el 11 de marzo y el 24 de junio).
Género: Relato breve; Humor; Esperpento; Diario.
 
Tenemos aquí a un autor genial sin obra publicada, Iván Casquete Molina, que en su mente rocambolesca firma Iván De Casquete Y Molina, tal cual se ha escrito con esas mayúsculas. Uno de los autores alcalaínos jóvenes, nacido en 1978 de una familia alcalaína humilde y trabajadora, con bufete de abogados en la Plaza de Cervantes y con pasado enraizado con la Historia reciente de la ciudad. Él mismo es abogado laboralista, aunque llegó a regentar junto a Daniel Andrinete, otro mítico de la noche alcalaína, un conocido bar nocturno de rock, música independiente y brit-pop que se llamó La Luna, en la calle Rico Home, en el local heredero del antiguo Minipimer en la ubicación que se llamó popularmente "La Zona". Aquello fue en los años 2000.

Iván Casquete, de gran sentido del humor, hace muchos años que publica textos con un carácter humorístico entre el sarcasmo, el surrealismo y el esperpento tal como lo ideó Valle-Inclán a comienzos del siglo XX, esto es: una deformación de la sociedad y las personalidades ahondando en ellas y exagerando sus características hasta las últimas consecuencias. Su humor es blanco, entendiendo como humor blanco un humor amable que, como hacía Gila, se ríe sanamente de todo pero sin reírse en concreto de nadie, sin ofender, sin recurrir a la agresión. Por un lado escribía en blogs personales (bitácoras) que contaron con seguidores y admiradores, como quien aquí escribe. Y eso nos llevó a disfrutar mucho de su compañía y conversación cuando nos hemos encontrado, siempre con elegancia, como un caballero, mezcla todo el tipo de humor mencionado con otras influencias propias más de esa interiorización humorística que se hizo de la sociedad española en los años 1970 y 1980 en gran cantidad de películas muy populares, lo que implica también, sin ofender y sin ser desagradable, altas dosis de chistes con trasfondo sexual. Todo ello además manteniendo valores de respeto e igualdad de sexos, razas, creencias, etcétera, si bien es muy crítico con el denominado fenómeno del "cuñadismo", a menudo adoptando un papel propio de ingenuidad que cae entre el "cuñadismo" y una inteligencia suprema y sutil en cada golpe de gracia. Recordemos que lo denominado "cuñadismo" es el comportamiento de aquella persona que se comporta como si todo lo supiera y en todo interviene y opina aún demostrando las más ignorantes, demagogas o chapuceras de las opiniones, conocimientos o acciones, fenómeno que en la sociedad se desarrolla con total seriedad, pero que desde hace unos años es afrontado por numerosas personas con humor para criticar a estas otras personas su actitud de "cuñado".

Iván De Casquete, autor sin obra publicada de momento, ni de relatos, ni de novela, ni recopilatorio de artículos u opiniones, últimamente se ha sumado a mostrarnos sus genialidades de reflexión y crítica social en las redes sociales como Facebook, lo que implica un formato llamado a párrafos breves en píldoras a ritmo de una o dos por día o cada varios días. De este modo, cuando comenzó todo el alarmismo por la expansión de la pandemia de la Covid-19 por España en 2020, publicó un primer texto humorístico sobre un hecho cotidiano que vio desde la ventana de su trabajo y que compartió el 11 de marzo. Cuando en 12 de marzo se anunció que se activaría el estado de alarma  a nivel estatal y el 13 de marzo comenzó el confinamiento en la Comunidad de Madrid, él aún no se decantó por hacer más comentarios humorísticos sobre esto, aunque publicó otras cosas. Sin embargo, a partir del 14 de marzo comenzó un serial de textos breves, uno por cada día de confinamiento y estado de alarma ya activado al que llamó Diario de confinamiento. Fue fiel a la cita con sus seguidores y lectores todos los días, sin bajar nunca la guardia del humor y la sorpresa en los giros de sus reflexiones y cuestiones que se suponía le iban sucediendo, incluido el secuestro por parte de extraterrestres. El estado de alarma finalizó el 20 de junio, si bien él dio por acabado el diario en 21 de junio y aún escribió un epílogo de reflexión el 24 de junio. Dejó fijados así con humor una narración de nuestros días recientes, en este mismo y ya histórico 2020, a lo largo del 11 de marzo al 24 de junio. No pude menos que descargarme cada uno de los párrafos y guardarlos para mi uso personal, cosa que le dije a él mismo que estaba haciendo. Y aquí lo tengo ahora mismo para mi biblioteca personal, de momento en digital pero lo imprimiré en papel, ocupando unas cincuenta hojas en folio.

José Bello Lasierra, más conocido como Pepín Bello (1904-2008), fue uno de los miembros de la llamada Generación de 1927 más citados y también más desconocidos por muchas décadas, hasta el punto que llegó a vivir quince años de su vida en soledad. Se le ha reconocido como autor de casi todas las fotografías del grupo de escritores, pintores y cineastas de aquel surrealismo nacido en 1927, no dejó obra escrita alguna, pero los que lo conocieron y pudieron hablar de él siempre reconocieron que era el más surrealista de todos ellos, el alma de ellos incluso con humor, y fijémonos que hablamos de un grupo que contaba con gente como Lorca, Dalí, Buñuel, Alexandre, Alberti, Cernuda... Poco más o menos le ocurre a Casquete, uno de los autores alcalaínos actuales más dinámicos y que sin embargo ni publica obra, ni se prodiga en los encuentros o actos literarios que se suelen organizar. Yo no podía menos que incluirle en estas notas con todo mi reconocimiento, aunque sea hablando de este grupo de textos a los que llamó Diario de confinamiento y con los que nos ha dado sonrisas todo este tiempo de encierro, restricciones y enfermedad.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".