domingo, 22 de abril de 2018

Don Quijote de la Mancha

1.- Título: El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1605. (1ª edición)
 2.- Título: Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1615. (1ª edición)
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Título: Don Quijote de la Mancha
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial: Alfaguara, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española.
Año de publicación: 2005 (1ª edición, edición especial del IV Centenario, 1605-2005).
Género: Novela.
ISBN:  978-84-20467-28-3
 
El más internacional y afamado de los escritores de Alcalá de Henares es Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Está considerado el inventor de la novela moderna gracias a su obra El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, escrita en 1604, editada por Francisco de Robles en 1605, tras pasar por la censura imperial, e impresa por Juan de la Cuesta en ese mismo año. Poco a poco la novela fue cobrando fama y gran número de lectores, por lo que en 1614 un licenciado llamado Alonso Fernández de Avellaneda, de Tordesillas, publicó el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. No era algo fraudulento, en la época era algo bastante habitual, normalmente se asimilaba a una especie de reconocimiento por el éxito. Ahora bien, eso no quería decir que si el autor original estaba vivo le sentara bien. Se sospecha que Avellaneda era un pseudónimo, algunos han querido reconocer en él a Lope de Vega, Quevedo, Pedro Liñán y otros, algunos ligados a la Universidad de Alcalá (en este Quijote se pasa por Alcalá), y otros ligados a diversas enemistades con Cervantes. La cuestión es que se cree que en la primera parte de Cervantes había alusiones contra alguien enemigo de él, del cual se burla, y que este, bajo el nombre de Avellaneda, se quiso aprovechar del éxito de Cervantes usando a su personaje y escribiendo también alusiones al propio Cervantes en términos que también eran dolientes, por ser ataques personales encubiertos que en buena parte, se nos escapan a los lectores y a los estudiosos que hemos ido leyendo y analizando la obra a lo largo de los siglos. Es parte de sus biografías que no ha trascendido, pero que se ha dejado insinuar que algo pasaba. Como sea, Cervantes replicó a ese segundo tomo reivindicando a Quijote sólo como invención suya publicando Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha, en 1615, un año antes de la muerte del autor. En esa segunda parte reclama al personaje, fija a ese volumen como el único verdadero y legitimado para continuar las andanzas del protagonista, y arremete de manera encubierta contra quien quiera que fuese Avellaneda. Para asegurarse que nadie más se aprovecharía de su obra, decidió matar a su protagonista al final de esa segunda parte, un recursos que sería usado en diversas ocasiones más por otros autores con sus personajes en siglos posteriores. Ambas partes de Cervantes se editaban por separado a lo largo de varios siglos, pero lo habitual, también desde hace unos siglos ya, es editarlos en un sólo libro como obra completa, conservando o bien el título de la primera parte o, como ya es más habitual desde el siglo XX, como Don Quijote de la Mancha. Con este último título, por ejemplo, se publicó una edición especial en su cuarto centenario, en 2005.

Entre 2005 y 2015 se han editado diversas ediciones especiales y conmemorativas por sus cuatrocientos años. Otra de las que se hicieron fue una edición de bolsillo, de tapa blanda, editada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de Empresa Pública Don Quijote 2005. Esta edición contiene una letra en exceso pequeña y apura los márgenes de las páginas, con lo que a pesar del gran volumen de hojas que ocupa la obra, estos ejemplares se quedaban relativamente manejables. Ahora bien, el papel es probablemente de origen reciclado y se oxida (amarillea) con facilidad. Es recomendable no dejarlo demasiado a la luz, para su conservación. Este libro fue muy regalado por diversas instituciones y asociaciones culturales subvencionadas en 2005 y en 2015, especialmente en Alcalá de Henares. Sin embargo, vamos a centrarnos en la anterior edición especial y conmemorativa mencionada antes, también de 2005, la cual se comercializa y en algunos lugares es incluso artículo de coleccionista. También fue regalada en su momento, aunque con menos profusión que la otra mencionada. Esta edición es la más refinada hasta la fecha de las ediciones manejables. La editó Alfaguara en tapa dura, con la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, por lo que el texto está especialmente cuidado y respetuoso con como lo escribió Cervantes; colaboró también Castilla-La Mancha. Las hojas son de un papel mejor que la anterior citada, la letra está en un cuerpo de fácil lectura y el cajón de texto respeta unos márgenes que no apuran el papel. Además, incluye una cinta como marcador de páginas. Contiene reproducciones de las portadas originales de 1605 y 1615 y ornamentos e ilustraciones de una edición madrileña promovida por la Real Academia en 1780 y editada por Joaquín Ibarra. Es desde luego una edición conmemorativa digna de coleccionar. La portada general del libro es un diseño moderno en fondo blanco que contiene unos rasgos de Quijote de manera conceptual, donde aparece la letra y el nombre de Cervantes.

Don Quijote de la Mancha es una obra de humor más que analizada y comentada por innumerables personas, doctas y no doctas, a lo largo de estos cuatrocientos años. Algunas gracias han caído en el olvido del porqué de su sentido del humor, al ser asuntos y recursos que podían hacer gracia en su época ya por la mentalidad del momento, o ya por las circunstancias y dichos de la época, algunos olvidados. Las ediciones y los análisis más concienzudos han desentrañado la mayor parte de ellos. Aún así, sigue conteniendo partes de humor y de crítica social que se entienden perfectamente en nuestra época, son intemporales, y por tanto: universales, incluso más allá de las diferentes culturas del mundo. Sirva de ejemplo que esta obra era perfectamente entendida y asumida en el Japón de su época y de unos siglos después, si bien adaptándolo culturalmente a los shogunes y demás órdenes y costumbres sociales del Japón feudal. Para entender un poco que los dobles sentidos han podido ser olvidados hoy día, de entre las muchas interpretaciones de su inicio ("en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme") se ha dicho tanto que pudiera ser una referencia a un lugar donde Cervantes no se sintió cómodo, como una broma respecto a los libros de caballerías (que siempre daban multitud de detalles de los lugares de procedencia de sus héroes, lugares además muy ricos y urbanos, siendo La Mancha más bien una región pobre y de carácter rural y agrícola), como una broma de doble sentido entre el lugar geográfico y el nombre antisemita en aquella España del siglo XVII donde tener la sangre manchada era tener antepasados o pasado judío. Esta última interpretación ha hecho pensar a algunos en el posible pasado judío de la familia de Cervantes, que sería conversa a finales del siglo XV. No querer acordarse de un lugar "manchado" sería una broma donde el narrador hace la gracia con el doble sentido donde se viene a decir que este hidalgo, Alonso Quijano, el Quijote, podría tener un pasado judío que mejor olvidar. Pero esto sólo es una posible interpretación sobre lo que pudo querer bromear Cervantes al escribir ese inicio. Sirva esto de ejemplo simplemente para hacernos concebir que algunas de sus bromas requieren un poco de comprensión de lo que pudiera hacer gracia en su época, por mucho que otros chistes sean aún fácilmente comprensibles y graciosos.

La novela es una parodia de las novelas de caballerías que estuvieron de moda en la Baja Edad Media y en buena parte del Renacimiento. Una de las novelas más referenciadas y burladas en El Quijote es Amadis de Gaula, escrita quizá algo antes de 1508 por un autor aún desconocido, de gran éxito a lo largo de todo el siglo XVI. Pero dejar su análisis sólo en eso sería un mal análisis. La novela es también una crítica social y hasta política. Cervantes era el más cosmopolita de los autores españoles de su época. Era un hombre de mundo que había viajado y que había conocido de cerca otra cultura que no era la judeocristiana, conoció la musulmana. Hijo de un cirujano, con estudios truncados, viajado por la península Ibérica, pobre, soldado de fortuna contra el Imperio Turco, veterano de guerra, tullido de guerra, preso de guerra, liberado de la cárcel gracias al dinero y los movimientos realizados por las mujeres de su familia (su madre y hermanas, las Cortina) a través de la orden religiosa de los Caracciolos, espía (informador), hermano de una abadesa, poeta más bien fracasado, escritor de obras de teatro y prosa que no se ajustaba a los estilos de la época, medio arruinado, posterior cobrador de impuestos para armar a la Gran Armada, prevaricador (por lo que cumplió condena de cárcel), escritor de cierto éxito en sus últimos años de vida.

Era un hombre de mundo que había conocido diversos estados de fortuna en su vida y muy diferentes circunstancias. Eso le abrió la mente hasta el punto que, pese a la posible broma inicial de El Quijote antes citada, a lo largo de su obra deja desprender su apuesta por la mezcla de culturas, incluso con relaciones sexuales y matrimonios mixtos, como solución a los problemas del mundo y las guerras. Es un hombre que escribe habiendo conocido a las culturas de las que habla, y las respeta. Eso le diferencia en mucho de muchos de sus colegas de Letras de su época, y es algo que también hace que le distancie de ellos y que incluso le sirva para ganarse detractores. Su concepto de la honra, quizá precisamente por su biografía, cambia respecto a muchas de las personas de su época y del resto de escritores, como por ejemplo Lope de Vega, su gran enemigo. Así por ejemplo, en el personaje Sancho Panza deja claro que Cervantes no sólo apuesta por lo multicultural, si no también por el pragmatismo, más que por los ideales. Los ideales no son despreciados, de hecho Quijote los encarna, pero estos chocan con la realidad cuando no se es pragmático. La obra apuesta por un mundo nuevo que trastocaría un poco el orden social. A lo largo de la obra hay fenomenales discursos en contra de muchas de las costumbres del orden social de la época, en favor de los más desfavorecidos. No obstante, Quijote es hoy día el personaje elegido por innumerables movimientos políticos y sociales que actúan en favor precisamente de los más desfavorecidos. Dentro de esta modernidad aparece incluso un alegato feminista en el personaje de Marcela, donde reivindica la independencia y los derechos de la mujer, algo muy adelantado para su época. También, por poner otro ejemplo, critica las relaciones de poder, la justicia y lo trastocado de los conceptos de lo noble en su época en el pasaje de la liberación de los presos galeotes. Toca incluso el delicado asunto de la censura con la quema de libros que hace precisamente el párroco como si estos fuesen la causa de una locura de Alonso Quijano, reflejo de la quema de libros que realizaba la Inquisición para que la gente no adquiriera ideas que les hiciera pensar diferente a las interpretaciones de la Iglesia o del poder. Más aún, de lejos roza los efectos de la "industrialización" en el medio rural tradicional; los gigantes que pueden desbaratar a la persona que se enfrenta a ellos son en realidad molinos de viento que aunque hoy día los asociamos típicamente a La Mancha, eran una innovación tecnológica de los Países Bajos para moler grandes cantidades de harina de manera rápida y barata, pues el molino tradicional de España era en realidad el clásico musulmán y romano de cangilones en una rueda movida por la fuerza hidráulica de un río o por una mula, el paisaje con los molinos de viento cambiaba mucho para personas no acostumbrados a ellos.  Ahora bien, quizá Cervantes está reflejando con todo esto una realidad que se intuye actualmente en innumerables estudios históricos donde se descubre una gran cantidad de insatisfacciones sociales en rebeliones fallidas ante las relaciones de poder y las normas con las que se desarrollaban las cosas, especialmente cuando había hambrunas y los impuestos eran sofocantes. Seria la conciencia de clase intuida, o embrionaria, de los más desfavorecidos, pero aún no formulada expresamente, ni organizada.

Básicamente, un hidalgo venido a menos en lo económico, pero con poder social en su pueblo de La Mancha, un entorno rural pequeño y empobrecido, se vuelve aparentemente loco por su exceso de lecturas de libros de caballería. Tales lecturas, aparentemente poco provechosas más allá del ocio, le introducen una serie de ideas de justicia social que quiere llevar a cabo como caballero andante al estilo de los héroes de la literatura medieval, que estaban de moda a lo largo de todo el siglo XVI, el libro y sarcasmo de Cervantes ayudaría a que fueran a menos su éxito en el siglo XVII. Creyendo que un caballo medio muerto de hambre es el mejor rocín, unas armas viejas, armas invencibles, una bacía, un yelmo, un campesino embrutecido y analfabeto, un escudero, una campesina basta, una dama, etcétera, va confundiendo la realidad social que se va encontrando en su camino por España con una realidad irreal de ideales de honor y normas caballerescas, fantasías de monstruos y hechiceros incluidos. A todo esto salen en su busca un bachiller y un párroco a petición de las mujeres familiares de Alonso Quijano, y básicamente así, con sarcasmo, Cervantes pone en tela de juicio no sólo la validez de las novelas de caballería como entretenimiento vano que no aporta ideas útiles a los problemas actuales del Imperio Español, si no también la base sobre la que se asienta ese imperio, lleno de injusticias sociales y miserias humanas de todo tipo imaginable. Un auténtico estudio de la época y de todo una conformación de una España que, incluso hoy día, se refleja en buena parte en su más profundo modo de ser.

Cervantes no siguió las convenciones estilísticas de conceptistas, donde lo importante era hacer llegar el concepto de manera ingeniosa (Quevedo), culteranistas, donde lo importante era narrar con un gran números de datos y recursos cultos, lo que hacía que sólo unos pocos pudieran entenderlo (Góngora), castizos, con un uso popular del lenguaje y unas temáticas sencillas y fácilmente asumibles (Lope de Vega), ni mucho menos místico (Santa Teresa de Jesús) ni poeta silvopastoril. Cervantes desarrolló su propio estilo y su propio concepto de cómo quería transmitir sus historias. Es ahí donde introdujo una innovación que da paso a la novela moderna, a la novela tal como la entendemos hoy día y la escribimos hoy día. Y es ahí donde muchos de los otros autores chocaron con él. Es ahí donde reside el fracaso inicial de muchas de sus obras, máxime cuando sus puntos de vista e ideas eran tan abiertos de mente, tan libertarios, que al romper con algunas ideas del orden social de la época, pero no con las más básicas y estrictas, es ahí también donde al final de su vida, en sus últimos años, se vuelve tremendamente célebre por su éxito al publicar El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. Tocó con sus innovaciones algunas teclas que combinaron a la perfección y sintonizaron bien con muchas de las quejas de una sociedad imperial llena de glorias, pero también de innumerables miserias humanas en lo económico y en lo humano a costa de lo costoso de muchas empresas, de las guerras, de la Inquisición y de un largo etcétera que enorgullecía a los españoles por su Imperio a la vez que alimentaba la picaresca por sus penurias en sus vidas particulares. Demasiados esfuerzos por ideales que dejaban a las personas en auténticas vidas arruinadas. 

A causa de su ruina económica, Cervantes le dedicó su primer libro a Alonso de Zúñiga, Duque de Béjar, en busca de algún tipo de favor, probablemente económico, que posiblemente no logró. A fin de cuentas, Cervantes también era un hombre de su época, y había combatido por el Rey y el Imperio en Lepanto.

El libro introduce una gran cantidad de novedades para la época, como por ejemplo las intrahistorias, que son pequeños relatos, o pequeñas novelitas dentro de la novela, tramas secundarias de personajes secundarios que enriquecen la trama central de los personajes principales. La primera parte es muy ágil en esto. Sus primeros capítulos son muy rápidos, llenos de una gran cantidad de anécdotas y aventuras que tocan muchas de las cuestiones políticas y sociales de su momento que no se habían atrevido a tocar la gran mayoría de los autores coetáneos. También introduce al autor como personaje que aparece en la obra, y mete el concepto de que el narrador no es necesariamente la voz del autor, sino la de otro personaje. Crea así una gran multitud de voces y puntos de vista narrando la historia y hace pensar al lector diferentes puntos de vista. La segunda parte es más pesada y sesuda. Es más reflexiva, quizá porque Cervantes es más consciente de su éxito y quiere responder a una gran cantidad de cuestiones, como el asunto del buen gobierno y las responsabilidades del poder al colocar a Sancho como gobernador de Barataria, o bien un asunto tremendamente adelantado a su época: los problemas de la fama, sufridos por Quijote allá por donde pasa, es reconocido y es mofado, como pasa por ejemplo con el pasaje del caballo Clavileño. Además se adentra en todo un tratado psicológico como es la quijotización de Sancho y la sanchificación de Quijote. 

Se han escrito ríos, mares, de tinta de las muy diversas lecturas, interpretaciones y temas que se pueden hacer y saca Don Quijote de la Mancha, una obra que por otra parte, incluso en su época, tocó otro aspecto altamente adelantado a su momento: la trascendencia de esta obra a otros artistas y a otros campos del Arte, así como el desarrollo de las historias de personajes secundarios en otras obras, se puede seguir en pinturas, grabados, música, esculturas, teatro, títeres, etcétera. E incluso la producción de adaptaciones, como la anteriormente citada en Japón. 

En 2014 se dio a luz a la prensa pública española la existencia de documentos que hablaban de personas reales que existieron en el siglo XVI en Miguel Esteban, un pueblo de La Mancha cercano a El Toboso, de donde era el personaje de Aldonza Lorenzo, Dulcinea, la "dama" de la que se enamora Quijote. ¿Era Miguel Esteban el lugar de La Mancha del que no quería acordarse de su nombre? No lo sabemos, pero la cuestión es que allí, según los documentos reales que se guardaban en los archivos, vivieron una serie de personas que se ajustaban a varias de las descripciones y episodios de varios de los personajes de la novela. El descubrimiento lo hizo el archivero Francisco Javier Escudero y la arqueóloga Isabel Sánchez Duque. El procurador de Miguel Esteban, Francisco de Acuña se solía vestir con armaduras medievales para atacar y espantar a los vecinos, entre ellos a Pedro de Villaseñor. Tal suceso, que llegó a pesquisas y juicios, ocurrió en julio de 1581, y es en julio que ocurre la primera salida de su casa de Don Quijote en la novela. Más aún, la familia de Villaseñor fue citada directamente por Cervantes en otro de sus libros, Los trabajos de Persiles y Segismunda, publicado póstumamente en 1617. Ambos investigadores especulaban si Cervantes pudo conocer todo esto de manera directa o a través de amistades. También en aquel pueblo vivió un Rodrigo Quijada, que tenía un escudero y había comprado un título de hidalgo con el cual se creía en su derecho de imponer la ley de manera poco ortodoxa, según la interpretaba él en su juicio propio y unilateral, sin consulta. Si estas historias y estas personas pudieran haber inspirado inicialmente a Cervantes, y después lo pudiera haber enriquecido con otras historias de la España de la época, nos llevaría a un proceso de documentación del escritor moderno, pero sobre todo nos llevaría a un autor que refleja con humor la España profunda de su tiempo, o la distorsión social de su época, tal como después harían personas como Valle-Inclán en el siglo XX. Sean o no estas personas inspiradoras de Cervantes, probablemente en alguna historia real se tuvo que basar el autor, aunque otras muchas fueran de su invención. Quizá, de ser cierta esta teoría, eso explicaría la agilidad de la primera parte y los primeros capítulos, que contarían con el impulso y las ganas de reflejar con humor esa España, y explicaría que la segunda mitad de ese primer libro y el libro segundo sean más reflexivos, más pausados, de peso, pero más con otro ritmo más lento.

Cervantes controlaba bien el lenguaje. Era un experto de la sintaxis, capaz de realizar oraciones y frases perfectas que ocupaban párrafos enormes de varias lineas. En ese sentido no ha podido ser igualado incluso hoy día. En ese sentido, lleno de circunloquios, paráfrasis y demás, se nota también su barroquismo. Es, eso sí, fácil de entender. No usa un lenguaje intrincado. Apodado "Príncipe de las Letras", se ha fijado el 23 de abril, aniversario de su muerte, que coincidió con la del inglés Shakespeare, como el día por excelencia de la Literatura española, es el Día del Libro y se entrega el Premio Cervantes desde 1976 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, que es una especie de equivalente del Premio Nobel de Literatura, pero sólo para el idioma español.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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