Título: La instrucción pública en Alcalá de Henares. El periodo entre Repúblicas, 1873-1939.
Autor: Urbano Brihuega Moreno.
Editorial: Fundación Colegio del Rey.
Año de publicación: 2005 (1ª edición).
Colección: Alcalá Ensayo.
Nº de volumen en la colección: 23.
Género: Ensayo; Historia.
ISBN: 978-84-95011-92-1
Entre los historiadores actuales de Alcalá de Henares más activos aún no presentado en estas notas, pero que es una figura clave en la recuperación de la Historia de la ciudad especialmente en tiempos de la República, la guerra civil y los primeros años de la dictadura de Franco en lo referente a lo que afectó a republicanos y socialistas, está Urbano Brihuega Moreno. Se trata de un licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Alcalá de Henares y maestro de Educación Primaria, que también ha ejercido de profesor de Historia en el Instituto de Secundaria Mateo Alemán, en uno de los barrios obreros y más humildes por excelencia de Alcalá de Henares. Instituto de Educación Secundaria que anteriormente fue instituto de Formación Profesional, carácter que sigue manteniendo en cierto modo, pues aún se enseñan oficios en ese lugar, en la Avenida del Ejército. También es un activo miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Alcalá, si bien actualmente está jubilado, por un lado, y retirado de la primera línea política alcalaína por otro. Fue concejal por el PSOE electo dos veces entre 1987 y 1995, siendo alcalde el también socialdemócrata Florencio Campos. Como ensayista e historiador ha escrito sobre Alcalá de Henares como patrimonio de la humanidad y la arquitectura complutense en el Siglo de Oro (siglos XVI-XVII), pero como ya se ha apuntado, fundamentalmente se ha dedicado a sacar a la luz cuestiones olvidadas o no historiadas de la República en Alcalá, especialmente ligada a republicanos y socialistas. En esa vertiente ha recuperado la memoria póstuma del comunista Nacarino, uno de los acusado en falso de la explosión del polvorín de Alcalá de Henares en 1947, que esclareció
Julián Vadillo y
Alejandro Remeseiro en
La explosión del polvorín de Alcalá de Henares (1947) (2009, segunda edición ampliada en 2017), la biografía del alcalaíno Andrés Saborit, diputado del PSOE, la vida de la hija del general Beigbeder, y la vida del concejal del PSOE Felipe Loeches, represaliado por Franco. Hoy es presentado en estas notas por su ensayo de Historia, toda una muy notable investigación,
La instrucción pública en Alcalá de Henares. El periodo entre Repúblicas, 1873-1939, ganadora del premio Ciudad de Alcalá de Historia en 2004, y por ello publicado por la
Fundación Colegio del Rey en 2005, como volumen 23 de su colección de ensayo, aunque lo hizo sin que tuviera palabras introductorias de ninguna autoridad local ni de otro tipo.
Esta innovadora investigación, muy correcta y certeramente realizada, fue la base para el libro
La depuración de maestras y maestros en Alcalá de Henares (1939-1941) (2021), de quien esto escribe,
Daniel López-Serrano "Canichu". En cierto modo mi libro es la continuación modesta del de Brihuega, que, si bien en su capítulo final trata el tema de las depuraciones de maestros tras el final de la guerra civil (1936-1939), el mío profundiza y pormenoriza lo referente a ese tema, aportando más datos nuevos y mi propia investigación sobre el tema. No obstante el objetivo de Urbano era analizar la instrucción pública en Alcalá de Henares entre 1873 y 1939, mientras que mi objetivo era dar a luz cómo se produjeron las depuraciones de quienes fueron maestras y maestros en Alcalá durante la guerra civil, a pesar de que el inicio de las responsabilidades políticas de la guerra no las fijó Franco en julio de 1936, sino en octubre de 1934, comenzando así una tergiversación de la memoria y de la Historia que aún en 2024 tiene seguidores.
La instrucción pública en Alcalá de Henares fue un libro que innovó en algo que estaba siendo muy poco conocido en las fechas en las que se creó, el siglo XX de Alcalá especialmente ligado al periodo republicano y, en cierto modo la guerra civil y la dictadura de Franco. Urbano toca por fuerza la guerra civil y el primer franquismo en cuanto a la represión en la enseñanza en la ciudad, pero el libro no es en concreto de ese tema. Como su subtítulo indica, trata de analizar y comprender la evolución de la educación pública de niños y jóvenes desde la Primera República en 1873 hasta el final de la Segunda República en 1939, con el objetivo de comprender cómo había quedado este asunto social en ese lapso de tiempo de unos cincuenta y seis años, por lo que tuvo un peso importante en la ciudad. Otro pionero de la Historia complutense en asuntos del socialismo, movimiento obrero y Repúblicas, el citado
Julián Vadillo, usaría la información de Urbano en cuanto a la educación alcalaína entre 1873 y 1939 y la ampliaría con su análisis de investigación propia en su tesis doctoral
El movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939 (2014). Y otra pionera en el periodo de Segunda República y guerra,
Pilar Lledó, que inició las investigaciones de la guerra civil a finales de al década de 1990, usaría años más tarde la información de Urbano y la de Julián sobre el estado de la educación en la ciudad y haría también sus aportaciones en un libro de Historia general del periodo republicano,
Luces y sombras en tiempo de paz. Alcalá de Henares en la Segunda República (1931-1936) (2018). Así pues, se hace evidente que la presente obra de Urbano Brihuega tuvo y tiene un peso en la historiografía alcalaína y su avance y actualización.
La investigación de Urbano tiene una indagación de cómo estaba la cuestión de la educación antes y después del periodo que el analiza en detalle, el de 1873-1939. La Primera República Española de 1873-1874, venía de un periodo revolucionario que en un origen no tenía carácter republicano, sino monárquico, el iniciado en 1868 con la expulsión de la Reina Isabel II de Borbón y el gobierno del general Prim en busca de un nuevo Rey que aceptara un gobierno constitucional y con carácter democrático, el cual se personalizó en la figura de Amadeo I de Saboya. En medio de conspiraciones políticas, conflictos varios y una nueva guerra carlista, se proclamó la Primera República en 1873, que se enfrentó a nuevas conspiraciones, guerras de independencia en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y una guerra contra los levantamientos cantonales, mientras el movimiento obrero comenzaba a organizarse seriamente. Otro golpe de Estado acabó con la República imponiendo la dictadura del general Serrano, que duró brevemente, hasta que otro pronunciamiento militar impuso la Restauración borbónica casi acabado 1874, aunque Alfonso XII no regresará a Madrid hasta el 14 de enero de 1875. Por fuerza, Urbano se ve en la necesidad de analizar el panorama de la educación en Alcalá de Henares en esos años previos en los que empezó el Sexenio Revolucionario en 1868, e incluso hablar muy pormenorizadamente del estado de la educación en Alcalá en los años finales del reinado de Isabel II. En el otro extremo, el final abrupto de la Segunda República con el final de la guerra civil en 1939 y la derrota del gobierno Republicano, supuso el comienzo de la dictadura del general Franco con la entrada de tropas afines a él que comenzaron con la represión de sus oponentes y con la depuración de los funcionarios para ocupar sus cargos sólo con personas compatibles con el franquismo o directamente franquista. Estos procesos de depuración se mezclaron a veces con procesos judiciales y de represión que prolongó el asunto hasta 1941 en Alcalá, aunque algunos casos particulares muy testimoniales de algunos maestros que lo fueron durante la República aún coleaban en la década de 1960. Por fuerza, también, el libro se ve en la necesidad de hablar de todo esto. Por ello se nos habla más claramente de cómo estaba el panorama de la educación en Alcalá antes del movimiento republicano, durante el mismo, con el periodo de monarquía y dictadura de Miguel Primo de Rivera entre las dos Repúblicas, durante la propia guerra civil, y como quedó ese panorama al final del periodo republicano con el reajuste depurador que hizo Franco en los primeros años de su gobierno.
No hay que olvidar que para estudiar más el asunto de la educación en Alcalá en el franquismo se han escrito obras muy notables y recomendables como
La Universidad Laboral de Alcalá de Henares. Historia de una institución docente (1966-2016) (2017), de
Carlos Mazarío,
El Colegio Calasanz-Escolapias (1904-2004) Un siglo de presencia educativa en Alcalá de Henares, álbum fotográfico (2021), de
Pilar Lledó,
La orden de las Escuelas Pías en Alcalá de Henares, siglos XIX y XX [Volúmenes I y II] (2021), de
José María San Luciano y
Luis Briones, así como algunas obras dedicadas a la escuela de funcionarios en la que se transformó el colegio de San Ildefonso (actual rectorado de la Universidad de Alcalá) o dedicadas a la propia Universidad de Alcalá, que aunque se creó en Transición hubo proyectos en el periodo tardofranquista.
La educación en Alcalá de Henares había tenido cierta relevancia desde los últimos tiempos de la Edad Media con los estudios generales y desde el comienzo de la Edad Moderna con la creación de la Universidad de Alcalá o Complutense en 1499. Durante el siglo XVI tuvo una competencia directa en prestigio con la Universidad de Salamanca. Si bien estaba creada para formar al cuerpo de diplomáticos y funcionarios que debían dirigir el Imperio, así como para reforzar ideas teológicas, lo cierto es que estudios actuales demuestran que la mayoría de los que lograron acabar estudios aquí fueron médicos, seguidos de gentes de leyes. Fue la primera universidad destinada a acoger a gente no necesariamente nobiliaria, incluso en conceder becas. Al margen de su pasado comunero y otras cuestiones, durante la Contrarreforma, y a pesar de acoger a varios escritores destacados del siglo XVII, fue en ese siglo que comenzó su declive al ligar el gobierno español los estudios universitarios a la teología y las enseñanzas de la Iglesia, evitando los avances que el protestantismo permitía hacer mediante investigaciones en el resto de Europa. Por otro lado, las normas y leyes de limpieza de sangre en todas las universidades españolas para cursar una carrera fueron un gran impedimento para lograr cada vez más a estudiantes destacados. En el siglo XVIII había perdido numeroso alumnado y prestigio, aunque aún sería pionera por ser la primera universidad española que permitió doctorarse a una mujer, ya antes, en el siglo XVI fue la primera en ayudar a obtener un divorcio y una orden de alejamiento al exmarido de otra mujer. La cosa es que el declive en el siglo XVIII hizo que varios colegios estuvieran sin alumnos. Con el reinado de Carlos IV incluso algunos de los elementos mobiliarios fueron vendidos o sacados de allí para los nuevos palacios que estaba construyendo. Con la invasión napoleónica de 1808 el rector ayudó a crear la Carta Otorgada de Bayona, una especie de constitución de José I Bonaparte. Parte del alumnado y el profesorado era afrancesado o liberal. Se decantaron a favor de la Constitución de 1812, aunque se planteó un primer traslado a Madrid. Con el regreso de los Borbones, Fernando VII decidió por todo esto depurar a todos los liberales e incluso reprimirles, pero en 1820, con el golpe de Riego y el trienio liberal hasta 1823, la Universidad de Alcalá organizó milicias liberales y enseñó a la gente común a conocer sus derechos según la Constitución de 1812. Volvió a plantearse llevarse la Universidad a Madrid, lo que hizo que los vecinos que vivían de los alquileres de casas y habitaciones, así como otros negocios ligados a la población universitaria, se declararan en contra y además antiliberales. Con el regreso de la monarquía absoluta en 1823 Fernando VII mantuvo cerrada la Universidad varios años. El rey moriría en 1833 intentado atraerse a los liberales para poder lograr que le sucediera su hija Isabel II, un bebé por entonces. Eso no evitó la primera guerra carlista. La reina regente, María Cristina, siguió su alianza por conveniencia con los liberales, que llevaron a cabo una desamortización que cerró la universidad en 1836, llevándosela a Madrid como Complutense. Con esa pérdida Alcalá acentuó su decadencia, máxime cuando hubo varios proyectos de empresarios que querían desmontar o derribar edificios, lo que provocó que se creara una Sociedad de Condueños que compraron los edificios universitarios en 1851 para salvarlos.
Algunos edificios de la antigua universidad fueron alquilados al Ejército, otros a la Iglesia. En medio de esto la Iglesia recuperó la educación privada en la ciudad mediante las órdenes religiosas de los escolapios y los filipenses. De nuevo era una educación en manos de la iglesia, aunque esta vez dedicada a la primera enseñanza y la segunda enseñanza. Sólo se la podían permitir las clases más pudientes. Sin embargo, la Ley de Educación elaborada por Moyano en 1857, vigente en España hasta la Ley General de Educación Básica (EGB), de Villar Palasí, que la sustituyó en 1970, venía a avalar la educación básica para todas las clases sociales. Esto se incumplía en muchos lugares, solía ser común que esta se basara en enseñar a leer muy básicamente y a sumar y restar. La situación alcalaína con el comienzo del proceso revolucionario de 1868 estaba muy deteriorado, aunque el ayuntamiento llevaba desde la ley Moyano intentando localizar un lugar y obtener una instalación para poder crear una escuela pública, especialmente de Educación Secundaria, pues esta sólo era posible en escuelas religiosas privadas. En la parte trasera del actual ayuntamiento o el Parque O'Donnell fueron algunos de los lugares que se buscaron para crear escuelas públicas.
La Primera República de 1873 se planteó la educación de las clases trabajadoras como algo principal para regenerar y sanear a la sociedad española. Inició con ello un plan educativo ambicioso que alcanzó a Alcalá, comenzando el funcionamiento de una escuela pública de primaria detrás del ayuntamiento. Sin embargo, la corta vida de la Primera República acaba con esta inercia, si bien la escuela pública ya no se fue de Alcalá, en todo caso cambió de ubicaciones y se crearon varias. La Restauración (1875-1931) continuó con inspecciones escolares para detectar las mejoras a realizar. A las escuelas religiosas y a las públicas se les sumó las iniciativas obreras que crearon en la ciudad ateneos obreros que impartían clases para todas las edades que enseñaban a escribir, leer, sumar, restar, multiplicar, dividir, trigonometría, dibujar y oficios varios. Ante esto, una sociedad católica, la Mutual Complutense Obrera (hoy sólo Mutual Complutense) comenzó su andadura para educara las clases obreras al margen de la Iglesia, pero con ideas católicas. Comenzaron también a crearse escuelas laicas de tipo privado, por ejemplo en la calle Escritorios. El nivel y número de escuelas públicas aumentó en la ciudad, aún cuando Primo de Rivera (1923-1930) quería que estas tuvieran un contenido no muy alejado a clases de catequesis en los centros.
En las inspecciones educativas realizadas ya con la Segunda República en 1931, se detectó un pequeño retroceso durante la época de Primo de Rivera, pero se avanzó en seguir dotando de locales, maestros, y recursos a las escuelas públicas, mientras se buscaba aún poder establecer una enseñanza pública de secundaria. Además, la Universidad Complutense recuperó algunos de sus actos oficiales en sus viejos edificios de Alcalá, aunque no regresó. Las nuevas leyes educativas establecían la laicidad de la enseñanza, lo que fue paralizado por el gobierno conservador electo en 1933. Las mujeres, en todo caso, ganaron en la igualdad de materias a la hora de recibir enseñanzas. El panorama de mejoras quedó interrumpido por la guerra civil, aunque no se interrumpieron los cursos escolares e incluso se detectó un aumento de los alumnos apuntados. Más aún, dado que muchos adultos eran analfabetos se crearon milicias educativas compuestas por maestros con el objetivo de enseñarles a leer y escribir como mínimo. Con la entrada de los franquistas en la ciudad en el final de la guerra todas las maestras y maestros fueron depurados para saber quien era adicto o compatible al franquismo y quien no, con el objetivo de prohibirles enseñar, recibir sanciones o incluso ser pasados a otros tribunales represivos. Hubo un fusilado. Las escuelas privadas laicas pasaron a veteranos de guerra franquistas que eran mutilados o que debían ser indemnizados según las nuevas leyes, mientras que en las escuelas públicas mantuvieron los puestos los afines a Franco y recibieron un cargo de maestro aquellos de derechas que podían ocupar los puestos libres por la depuración de la gente de izquierdas. En general en toda España, en Alcalá también, la depuración y represión sobre el cuerpo de todo tipo de docentes fue tan elevada que hubo en un primer momento déficit de personal, a veces se cubrían plazas con personas que no venían del mundo de la enseñanza. Se regresó a la educación separada por sexos, dando una educación específica a las niñas dirigida al hogar. Se basó de nuevo en las ideas de la Iglesia, en el culto al Estado representado en la bandera como máxima expresión y en cantos del himno y de Falange, y en la fidelidad a Franco.
El resto de la historia educativa de Alcalá en el franquismo no pertenece a este libro, aunque es interesante conocer los avances según vuelve a crecer la ciudad, especialmente a partir de la década de 1960.
El libro de Urbano Brihuega es una referencia obligada en al historiografía para el siglo XX en Alcalá. Derriba algunos tópicos y nos descubre una ciudad en crecimiento que se refleja en el aumento constante de la mejora de sus escuelas entre 1873 y 1939. Un proceso de mejora que comienza con una apuesta firme de la Primera República, que decide proseguir la Restauración y la sociedad que esta generó desde sus dos lados ideológicos, y que renovó en esa apuesta de mejora y democratización la Segunda República, aún pese a la guerra final, inercia de mejoras sólo truncadas con el comienzo del gobierno de Franco en su primer periodo. Es un ensayo serio, muy bien documentado, con un notable trabajo de investigación en archivo, que otorga a cada etapa sus méritos y sus deméritos sin pararse a mirar el color político de quien está en ese momento. Contiene además un elevado número de tablas estadísticas que permite al lector contrastar los datos con su propia reflexión a discutir con la que hace Urbano en el texto. Repito: un imprescindible.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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