Título: La Universidad Laboral de Alcalá de Henares. Historia de una institución docente (1966-2016).
Autor: Carlos Mazarío Torrijos.
Editorial: Domiduca Libreros.
Año de publicación: 2017. (1ª edición)
Colección: Alcalá y su tierra en la Historia.
Nº de volumen en la colección: 2
Género: Historia.
ISBN: 978-84-938059-5-1Género: Historia.
El poeta e historiador alcalaíno Carlos Mazarío Torrijos publicó dentro de la colección Alcalá y su tierra en la Historia, de Domiduca Libreros, en 2017, lo que fue la primera aproximación seria a un aspecto desconocido de la Historia reciente de Alcalá de Henares desde un punto de vista serio de la investigación y las Ciencias Humanas, se trató en este caso del libro La Universidad Laboral de Alcalá de Henares. Historia de una institución docente (1966-2016). La Historia complutense desde el final de la guerra civil en 1939 en adelante no ha recibido toda la atención necesaria, a pesar de que en los últimos años han salido ya varios libros y artículos dedicados a asuntos represivos de la dictadura en la década de 1940. En este caso el autor se aproxima a la Historia social de la ciudad a través de la instauración de una de las Universidades Laborales que el franquismo comenzó a crear con sus planes de desarrollo de la década de 1950. La Universidad Laboral de Alcalá de Henares, conocida popular y documentalmente como ULAH, marcaría un nuevo ritmo y un renacer cultural a la ciudad hasta el punto que aún hoy día se sigue recordando a sus edificios como ULAH, a pesar de que desde los años 1970 pasó a ser primero un Centro de Enseñanzas Integradas, después un centro de Formación Profesional y actualmente, desde 1992, es el Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio Machado. Como centro docente en cualquiera de sus etapas ha forjado a varias generaciones, cuando se escribió el libro cumplía cincuenta años de existencia. El libro hizo que recibiera una réplica en la prensa local, en un artículo publicado con fotos en el semanario Puerta de Madrid por uno de los antiguos alumnos de los años 1960-1970, el cual ponía en alza valores de recuerdo personal, sin valorar que este libro era un libro de Historia, no de memorias.
Carlos Mazarío (1977) es actualmente profesor y jefe del área de Historia en el propio IES Antonio Machado, por lo que para su investigación ha contado con la ventaja y el privilegio exclusivo, que hasta la fecha entre los historiadores sólo ha tenido él, de poder consultar los archivos de la institución, así como las fuentes orales de las personas más veteranas entre los funcionarios y antiguos alumnos vinculados a la ULAH. El archivo estaba muy desorganizado, sin una atención debida, sin clasificación ni mucho menos una organización regular y ordenada. Tampoco contaban los documentos con cajas acordes para su archivo, ni con un espacio adecuado y seleccionado para su uso como archivo del centro, dándose el caso que algunos documentos antiguos simplemente estaban agrupados por el mero casual de haber estado en el despacho de alguien en algún momento del pasado. Por ello mismo, Carlos Mazarío en 2018 afirmaba que había encontrado más documentación referente a los sucesos de la huelga de estudiantes de 1971, la cual recibió represión por parte del Estado. Tal vez eso le permita o bien ampliar el libro en una hipotética segunda edición, o bien publicar un artículo de Historia que amplíe el tema, por ejemplo dentro de los encuentros de historiadores del Valle del Henares. Lamentablemente no es la primera ni la única institución que descuida y maltrata su legado documental y con ello dificulta o impide conocer la Historia de nuestro pasado de los hechos que, aunque recientes, se olvidan, se desconocen por la mayoría o se distorsionan en el recuerdo.
Las Universidades Laborales fueron una apuesta educativa de Falange Española dentro del gobierno de la dictadura franquista. Respondían a la lógica revolucionaria de esa parte de la extrema derecha que fue acogida por el general Franco como parte necesaria del desarrollo de España. El país había quedado atrasado, empobrecido y embrutecido desde la guerra civil. Con el reconocimiento internacional y el final del aislamiento en 1953 el régimen se dio cuenta de la necesidad urgente que tenía de actualizar su industria y su economía, lo que pasaba por la formación especializada de los obreros en las novedades de las técnicas y las tecnologías de la época. Además, debían hacerlo tratando de grabar en los individuos el ideario falangista del hombre nuevo al servicio de la patria, acorde con el ideario general del franquismo. Dios, patria y Franco, eran la base para otra serie de ideas derivadas. En ese sentido, para poder manipular mejor el sentimiento de pertenencia y servicio al Estado se trató de separar a los alumnos de sus familias construyendo estos centros fuera de las grandes urbes y creando un régimen de residencia estudiantil que hacía que muchos jóvenes salieran de su hogar familiar. Más aún, en general las Universidades Laborales tomaron nota de las grandes arquitecturas propagandísticas que en la década de 1930 había exportado determinadas ideas de grandiosidad en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Sin embargo, en el caso español, estas universidades laborales, a pesar de tener fama y prensa de nidos de ideas franquistas, se instalaron rápidamente sacerdotes con ideas democratizadoras (los conocidos popularmente como "curas rojos" o "curas obreros"), así como los alumnos y parte del profesorado abrazaron con facilidad ideas comunistas, haciendo que la censura tuviera que impedir los múltiples incidentes por altercados o actos clandestinos en estos centros, siendo más visibles en este sentido los actos de las Universidades no laborales.
En el caso de la ULAH el edificio se instauró tardíamente dentro del plan de creación de Universidades Laborales, aunque su construcción fue en un tiempo mínimo. Se inauguró en 1966, habiendo sido su arquitecto uno de los creadores de hospitales como La Paz, en Madrid. Por ello el edificio central tiene un aspecto y una distribución que recuerda las alas de un hospital de mediados del siglo XX. No se gastó en este caso grandes alardes de arquitectura que expresase grandiosidad o monumentalidad ni pasado glorioso, sino que se hizo lo más funcional posible, con elementos pobres cuya única decoración es el cromatismo de sus paramentos. Se construyó en los terrenos comprados o expropiados de los vecinos con tierras en lo que serían los futuros barrios del norte de la ciudad, los cuales se desarrollaron posteriormente en torno a la ULAH y a la industria que se generaría. La ULAH iba a ser construida como Universidad Laboral en Madrid, en los nuevos barrios limítrofes, pero se descartó el proyecto de esa ubicación y se prefirió Alcalá de Henares, lo que permitió al régimen fomentar en los noticiarios la idea de que Franco devolvía la Universidad a la ciudad, ya que esta había sido trasladada como Complutense a Madrid en 1836. En realidad la Universidad propiamente dicha regresaría en 1977, pero no sería la Complutense que funcionó en Alcalá desde 1499 a 1836, y desde entonces en Madrid, sino que sería una de nueva fundación con Juan Carlos I.
Si la ida de la Universidad en 1836 inició un periodo de decadencia urbana, el inicio de la ULAH en 1966 coincidió con la atracción de múltiples empresas a lo largo del tramo de carretera que a su paso por aquí unía Madrid con Zaragoza y Barcelona, por lo que inició un periodo de auge nuevo. La población alcalaína fue en aumento. La ULAH no sólo atrajo a jóvenes y familias de otros lugares de España, sino que además, aparte de su formación profesional, llegaron a fomentar una serie de actos culturales que enriquecieron la ciudad, como son por ejemplo sesiones de cine, actos deportivos, teatro, publicaciones varias, participación en actos clandestinos y de reivindicaciones tanto laborales como vecinales, etcétera. En 1971 había generado un ambiente tal que la policía del Estado tuvo que actuar de manera represiva. Fue, en definitiva, no sólo un motor de formación, sino también un motor de expansión de ideas democratizadoras contrarias a la dictadura, por más que algunos de sus cargos iniciales habían salido precisamente de lo más profundo de la dictadura.
El centro, además, contó con la innovación de prestarle atención especial a la informática, lo que era algo novedoso, probablemente germen de los estudios posteriores en la Universidad de Alcalá en el área de las carreras de telecomunicaciones. No sería la primera vez que la ULAH tratara de estar en la vanguardia de los temarios educativos. Desde que en 1980 pasara a ser Centro de Enseñanzas Integrales fue uno de los primeros centros en adaptar sus planes de estudio a la Formación Profesional y en 1992 fue uno de los primeros centros de España, y el primero en Alcalá de Henares, de adoptar la nueva ley educativa de 1990 transformándose en Instituto de Educación Secundaria. En sus orígenes, además, fue motivo de varias noticias en la prensa estatal (como el ABC) y los noticiarios audiovisuales (como el NO-DO), al margen de una visita del general Franco en 1966. Aunque no estuvo exenta de diversas polémicas en torno a sus cargos directivos, ya por sus nombramientos no viniendo del mundo de la educación sino del ejército (como fue el caso del primer director), ya por otras causas unos años después que Mazarío menciona pero no explica.
La institución recibió visitas internacionales de relieve que se interesaron por sus programas de estudios y cómo se formaban sus alumnos en las diversas máquinas y nuevas tecnologías de la industria moderna, eso mezclado con formación humanística y de valores que pretendían infundir un sentimiento de pertenencia y amor al Estado y la patria. Por otro lado, la ULAH contó con regalos y dotaciones artísticas que hoy día se pueden ver a modo de cuadros y murales en sus paredes, algunos del siglo XVIII, otros de artistas contemporáneos de la propia época. Además, tuvo edificaciones desaparecidas como la piscina o las pistas deportivas hoy transformadas en salón de actos y teatro.
La institución recibió visitas internacionales de relieve que se interesaron por sus programas de estudios y cómo se formaban sus alumnos en las diversas máquinas y nuevas tecnologías de la industria moderna, eso mezclado con formación humanística y de valores que pretendían infundir un sentimiento de pertenencia y amor al Estado y la patria. Por otro lado, la ULAH contó con regalos y dotaciones artísticas que hoy día se pueden ver a modo de cuadros y murales en sus paredes, algunos del siglo XVIII, otros de artistas contemporáneos de la propia época. Además, tuvo edificaciones desaparecidas como la piscina o las pistas deportivas hoy transformadas en salón de actos y teatro.
Se toca el tema del incendio que hizo deshabitar su zona superior, también por una disminución de su alumnado en los años 1970 finales, y la posterior eliminación de varias de sus plantas superiores por aluminosis, sobrecarga del peso del edificio y efectos perdurables de aquel incendio. La ULAH de hoy día es más baja que la ULAH de 1966.
Domiduca Libreros vuelve a apoyar con esta publicación el avance del conocimiento de la Historia local, la cual encierra en sí la esencia de una Historia común con el resto de España. Este libro es probablemente una vanguardia de lo que debiera ser el inicio de un conocimiento de la Historia alcalaína posterior a 1939. La ULAH fue vital y fundamental en el renacimiento complutense en la segunda mitad del siglo XX. Los cambios sociales y económicos en la ciudad no se entenderían del todo sin el conocimiento de esta institución y su interactuación con la ciudad.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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