Título: Hitos y mitos de Alcalá. Historia ilustrada desde la Prehistoria hasta nuestros días.
Autores: José Rubio Malagón (ilustraciones); Marcos A. González y Asela María Pérez (Asela M) (textos).
Editorial: Domiduca Libreros.
Año de publicación: 2022 (1ª edición; presentación A. Jessica Herrera Santiago).
Género: Historia; Crónica; Memorias; Ilustración; Cómic.
ISBN: 978-84-121319-4-9
El libro ha sido muy bien recibido y está siendo altamente difundido. Bien es cierto que la Historia general más conocida de Alcalá la había creado Esteban Azaña en la década de 1870, aunque se escribieron otras muy escuetas en la década de 1890. Hubo algunas infantiles e ilustradas entre el final del siglo XX y comienzos del XXI, y la editorial Brocar, con los autores Canalda y Diego Pareja, publicó una Historia general muy completa en 2001, Alcalá de Henares, Crónica general, de la que ya hablamos, y que estaba escrita en términos generales pasando por los principales episodios históricos, pero muy completa hasta el final del siglo XX, nos habló de ella el historiador Carlos Mazarío, que también ha publicado con Domiduca, pero es más desconocida. El desconocimiento y poca difusión de esa obra hizo que durante muchos años la gente de Alcalá, los investigadores de Historia y los turistas preguntaran por una Historia general en las librerías sin que tuvieran una respuesta satisfactoria. Hecho que Marcos y Asela conocían en su actividad habitual de libreros. Aunque sí se han escrito numerosos libros que arrojan mayor luz a muchos momentos y aspectos concretos de la Historia, escritos por personas como el citado Carlos Mazarío, Julián Vadillo, Pilar Lledó, San Luciano, Ángel Carrasco, Gutmaro Gómez, Urbano Brihuega, Lope Huerta, García Gutiérrez, Sánchez Moltó o, perdón, un servidor, Daniel López-Serrano "Canichu", muy modestamente y sin comparación a todo lo que estos otros han aportado en mayor medida.
Malagón, autor de la parte humorística de este libro a través de sus viñetas, tenía desde siempre la influencia del libro de Historia de Alcalá creado para niños por Antonio Marchamalo Sánchez, Aurelio Cabañas (el niño "Yeyo") y Modesto Quijada, Historia de Alcalá de Henares para niños, publicado en 1989 y que él mismo había leído de joven. Hizo un primer intento de crear una Historia de Alcalá ilustrada con humor, aunque para adultos y sarcástico, junto a Ángel en 2005, La histeria de Alcalá, que no dejó de matar su deseo de alcanzar la obra de 1989 como referencia. En 2018 tuvo otra oportunidad de manos del ayuntamiento de Alcalá, con textos anónimos, pero con ilustraciones suyas, en Alcalá para niños. Guía didáctica, que quedaba muy limitado a un determinado sector de público infantil y juvenil de cara a instituciones educativas y turismo, aunque se puso a la venta. Con esos antecedentes en 2022 le ofreció a Marcos sacar adelante juntos un tercer intento, pues también habían sido colegas de promoción en la Licenciatura de Historia en Alcalá de Henares. Este hecho cuadraba perfectamente con la carencia de este tipo de libros en la ciudad que había detectado Marcos junto a Asela en Domiduca. A partir de ese momento y valiéndose de la enorme bibliografía que tiene la librería como librería de antigüedades, rarezas y de libros de ocasión comenzó una labor intensa de investigación y escritura de la obra dentro del mismo local. Tarea en la que también colaboró Asela en algunas partes, al margen de proceder a la corrección y depuración del texto para su publicación, antes de pasarlo al maquetado de Zia Mei y siempre en contacto con Malagón para ir creando las ilustraciones acorde a los capítulos. Una tarea también un tanto de viñeta de cómic dentro de un libro de Historia. Faltó en ese proceso la consulta de archivos y documentación de archivo, aunque se evidencia el recurso a la hemeroteca en los sucesos más recientes de lo que va de siglo XXI y también a los recuerdos y memorias personales de Marcos. De hecho, el recurso a la memoria personal se declara abiertamente en más de un capítulo, incluso citando pasajes biográficos o a familiares del autor, como su abuelo en relación al equipo de fútbol Real Sociedad Alcalá, sin citar el nombre de tal persona, como dando por hecho que es conocido por todos los lectores, cosa que no es así, pero que suele ser un fallo clásico en los diarios y memorias, que suelen ser fuentes primarias para el historiador, aunque aquí se usen como resultado integrado en la obra final de la investigación.
El libro, declararon en la presentación, pudo ser mucho más grande y extenso, pero le restaron partes porque creyeron que sería más fácil de leer para el lector, o más apetecible, aparte de una cuestión pecuniaria a la hora de imprimir y de abaratar su precio de venta al público, o sea: facilitar su venta. En todo caso, los tres autores coincidían en que habían dejado tanto material creado fuera de publicación que podrían y deseaban publicar una segunda parte. No es que el libro termine antes del siglo XXI, abarca de la Prehistoria a la actualidad, por lo que sería volver a escribir un libro de Historia general pero tocando episodios que no se tocaron en este volumen. Efectivamente, el libro está escrito de manera diacrónica, pero no siguiendo la evolución de cada etapa histórica, sino que se han colocado en diacronía diferentes hechos señalados de la ciudad y se ahonda en cada cual desde su origen hasta la actualidad, siendo que cada capítulo termina en los hechos actuales de cada hecho (los restos de los Santos Niños, el castillo medieval, la Universidad del siglo XVI, Cervantes, etcétera). Son apartados de la Historia dentro de un libro de Historia, no contiene así el consecuente análisis que explique la ciudad en el tiempo, sino diversos análisis de sucesos o personas que marcaron la ciudad en el tiempo, lo cual parece lo mismo, pero no lo es.
Lo cierto es que aunque ahora mismo es la Historia
integral más actual, peca de no tener bibliografía, pues hoy día hasta
los libros divulgativos de Historia deben tenerla, y este no la tiene,
por ello muchas afirmaciones que se hacen generan dudas, parece una
crónica escrita en el siglo XXI más que un libro de Historia, sobre todo
también porque introduce pareceres de los autores sin la respectiva
reflexión con datos del porqué de esos pareceres, recuerdos personales y
otras cuestiones. Siendo el caso que aunque a veces se reconoce claramente cuando escribe Marcos, es más difícil discernir cuándo escribe Asela. Al existir la posibilidad de diferenciar a uno de los autores no se entiende muy bien porque no haberlo hecho del todo para poder atenerse a la reflexión personal sobre una línea de argumentación de uno u otro. En ocasiones se repiten datos en un mismo capítulo y eso nos hace pensar si las puestas en común tuvieron la reflexión debida de una línea o si se siguieron dos líneas. Pero bien es cierto que ellos afirmaron que se trataba de un libro divulgativo, quizá por eso también incluyen expresiones comunes del habla habitual y las citadas opiniones personales alejadas del análisis, y esto se mezcla con partes donde el lenguaje es plenamente de historiador. El alcalde valoró este hecho como virtud de la obra, ellos como consecuencia de ser divulgación y para el lector historiador queda difuso, siendo que, repetimos en estas notas, parece que se trata más de una crónica que de un libro de Historia. Repetimos lo que se dijo en otras ocasiones, un cronista y un historiador no son lo mismo aunque lo parezca. El historiador es un profesional con método científico que se atiene a una serie de normas y deontologías, mientras que el cronista puede o no ser historiador con método profesional, pero se diferencia en que da credibilidad a todo tipo de fuentes sin contraste ni método científico y a veces se permite omisiones, opiniones personales sin atenerse al método analítico y recuerdos y sentires. El cronista puede coincidir con ser historiador, a veces lo hace, pero no tiene porqué. El cronista, además, no está obligado a realizar análisis para explicar la Historia, le basta con exponer una sucesión de hechos.
En el programa de radio "Ola de entretiempo", de Zia Mei y Maribel Domínguez en Radio Creactividad, el propio Malagón reconoció a finales de diciembre que él había recibido una crítica negativa de parte de la historiadora Pilar Lledó, de la cual se abstuvo de indicar qué fallos encontró en texto, pero señaló un error que le indicó en una de sus viñetas en torno a la Sociedad de Condueños y el de la existencia del Casino de la Plaza de Cervantes, que no existía. Un error que en realidad puede interpretarse como una licencia anacrónica que une épocas en la labor de esa sociedad, o sea: un recursos gráfico para explicar desde la viñeta de cómic. Hubiera sido más interesante conocer qué pudo detectar Pilar Lledó en el texto. Yo por mi parte, en una conversación privada con otro historiador que no citaré por ser una conversación privada, coincidía con él en que resulta grave la falta de bibliografía, porque hoy día, insisto, hasta los libros de divulgación deben llevarla si se habla de Historia para poder recurrir a esas fuentes, consultar, comprobar, o reflexionar sobre los porqués de lo que se narra y el cómo de cara a un sano diálogo del historiador y del interesado en Historia que es lo que hace mejorar el conocimiento común. Queda patente que varios libros se citan en el texto, pero también que hay otros muchos que no se citan y que se detectan por el historiador que los ha leído, cosa que no ocurre con todo lector. Sí por ejemplo en la guerra civil se cita a Pilar Lledó o a San Luciano, pero se usan datos de Vadillo, por ejemplo el concejal Quer o la explosión del polvorín en 1947, y pareciera que son datos de los otros dos. No hay rastro de los aportes de Urbano Brihuega, ni de las actualizaciones tanto del citado Vadillo en los siglos XIX y XX, como tampoco de las investigaciones de la Asociación de Memoria Histórica sobre la dictadura de Franco, o de Diego Pareja en lo concerniente a la Guerra de Independencia, o de Gutmaro sobre el siglo XIX. Por otra parte, la aparición de hechos actuales evidentemente rastreados en prensa nos hace pensar en dónde se puede consultar para poder contrastarlos, al margen de que se elude hechos actuales como el Movimiento 15M en la ciudad o la coalición Somos Alcalá-PSOE, o incluso cuestiones incómodas como la ida de las fábricas o la pandemia de Covid-19 o la compra millonaria del Palacio de los Casado para dejarlo abandonado o las casas del centro ciudad que se han dejado derribar por ruina.
En cuanto a la Alcalá medieval, incluido el mito
de las tres culturas conviviendo pacíficamente, la Universidad renacentista y barroca de los siglos XVI y XVII y otras etapas hay
algunos pasajes con datos en esa dinámica, puede que por un uso de
crónicas antiguas que las investigaciones de Historia actuales han
dejado desfasadas en algunas partes. De hecho la crónica de Azaña del siglo XIX está muy en
entredicho y la de Portilla del siglo XVIII es un punto de vista tan católico que los
estudios actuales han sacado a la luz hechos contradictorios siguiendo
los documentos de archivo, especialmente judiciales.
Personalmente me llama la atención algunas afirmaciones que son contrarias al resto de los estudios de Historia actuales. así por ejemplo, mientras en obras actuales los investigadores dicen que el Empecinado sorprendió a los franceses en el puente del Zulema, aquí se afirma que fue al revés. Respecto a esa Guerra de la Independencia, en lo referente a la Universidad de Alcalá, se afirma que esta fue altamente conservadora y partidaria de Fernando VII. Nada más lejos de la realidad. Esa fue una visión de Esteban Azaña que no era real. Gutmaro, en el siglo XXI y consultando la documentación de archivo y hasta la hemeroteca de la época demostró hace un par de décadas que los estudiantes universitarios eran en su mayoría afrancesados o bien liberales, y que incluso el rector participó de la redacción del Estatuto de Bayona, precedente constitucional del gobierno de José I Bonaparte. Es un dato que hoy día se puede encontrar hasta en Wikipedia, la enciclopedia libre, no solo ya en libros de Historia especializados. Más aún, el libro sigue la línea argumental de un diario de un liberal alcalaíno de la época, el cual yo también he leído, y que con ojos de historiador observo que está trufado de trampas que se descubren al leer entre líneas el texto, porque aunque parece que toda la población alcalaína estaba contra los franceses, lo cierto es que una parte de los alcalaínos parten al exilio junto a estos, según ese mismo autor dice. Más aún, en lo referente a la Universidad de Alcalá, si seguimos al catedrático actual Gutmaro, tras la guerra Fernando VII la reprime porque participó de lo de Bayona y varios de sus catedráticos, su rector y alumnos sufren represión. En 1820 se produce el golpe de Riego y el trienio liberal que durará hasta 1823, como investigó Gutmaro, la Universidad de Alcalá hizo algo que no hizo la de Salamanca, enseñar a la gente común la Constitución de 1812 y sus derechos y deberes, y formó a las milicias, razón por la cual con el regreso del absolutismo en 1823 se persigue a los universitarios, se queman casas y se coloca a un rector ultra conservador y absolutista que es al que hace referencia en realidad este libro y Azaña. La Universidad fue cerrada por temas políticos y finalmente desamortizada por temas económicos en la década de 1830, por lo que por lo contado hay una gran diferencia respecto a lo que en esta obra se asegura.
Llama la atención que habiéndose avanzado en el papel de Alcalá durante la Segunda República el libro solo se centre en este periodo en la vida de Manuel Azaña. Lo hace también con inexactitudes al no atender los avances más actuales sobre el conocimiento de su vida y de su familia. Así por ejemplo se le nombra como familia de agricultores, como así se les nombra en algunos catastros de otros siglos, pero la cosa es que agricultores también es la Casa Medina-Sidonia o los Duques de Alba, cuando se hace evidente que no son exactamente agricultores tal como el común de la gente lo entiende. Son más bien terratenientes. Y así era. A pesar de que localmente se les suele seguir el rastro en el archivo municipal, que es probablemente de donde se han sacado los datos de los libros que consultaron y me atrevería a decir hasta el nombre del historiador y el libro consultado, lo cierto es que el Archivo General de la Administración, donde quien escribe esto ha trabajado, se guarda buena parte del rastro real de los Azaña en Alcalá. Son una familia dividida en dos ramas, una dedicada a lo agrícola, con tierras y gente que trabaja, y otra, la más próspera, que son toda una dinastía de escribanos, notarios y políticos locales desde mediado el siglo XVIII en adelante, tal vez desde un poco antes. Se puede encontrar varios expedientes llevados por Azañas en el fondo del corregimiento de Alcalá de Henares. Más aún, se asegura que Azaña colaboró con prensa local y se citan nombres que en realidad no es que colaborara, es que la fundó y dirigió. Del mismo modo la empresa cerámica que crea en la ciudad en realidad la crea para que la dirija su hermano y tenga trabajo, no es que fuera su negocio exactamente.
O bien otro ejemplo, en el siglo XX, mientras historiadores internacionales como Gabriel Jackson o Ian Gibson y muchos otros, también historiadores españoles muy reconocidos, tienen comprobado en sus estudios que Alcalá de Henares estaba controlada al comienzo de la guerra civil por los republicanos gracias a militares en sus cuarteles que redujeron a los alzados, y milicianos y ciudadanos en las calles que se enfrentaron a otros alzados, pero mantenían tiroteos con rebeldes encerrados en la iglesia magistral, aquí se afirma que fue el ejército regular de la República mandado desde Madrid, al mando de Puigdendolas, quien acabó la situación, ignorando además que este general vino acompañado de la columna de milicianos anarquistas de Cipriano Mera, que fue decisivo en el total control de esa iglesia. Más aún, se afirma que Puigdendolas, pistola en mano, controló a una turba de milicianos que querían ajusticiar a presos franquistas. Este suceso no es así. De hecho, el suceso de los presos franquistas sucedió mucho más tarde, estando estos en la cárcel, ante un bombardeo sobre la ciudad que mató niños, lo que hizo que una turba de ciudadanos se dirigieran allí para matarlos, pero fue el anarquista Melchor Rodríguez, conocido como el Ángel Rojo, el que pistola en mano y con otros anarquistas en la puerta de la cárcel lo evitó, suceso que fue reconocido hasta por el ayuntamiento en acto público y con placa incluida en el lugar, actual Parador Nacional.
Algunos capítulos, si uno ha leído los libros de Historia actuales sobre Alcalá, parecen evidenciar que desconocen o se pasa por alto muchos de los avances historiográficos de la ciudad. Abundan los lugares comunes de las antiguas crónicas de otros siglos, especialmente de punto de vista cristiano, como se ha dicho. En algunos lugares falta la crítica que la deontología de historiador requiere. Da por buenos datos que hace años, en algunos casos décadas, se desecharon, quizá porque se usa bastante de esas crónicas escritas entre los siglos XVII y XIX, como la de Portilla o la de Azaña, pero en fin, sí que hay que otorgarle haber creado de nuevo una obra de Historia general más actual que hinca pie en el XXI y a la vez traer los hechos hasta 2022, así como nombrar algunos personajes y hechos poco conocidos, usando a veces de noticias actuales de arqueología cuya fuente no se nombra.
Es un libro también con virtudes. No hay que negarlo, aunque se centra mucho en la Historia de los edificios a veces, cosa que es muy común en varios de los actuales historiadores locales que más salen en prensa o en redes sociales, y presenta en general un análisis amable, muy amable, según se acerca al siglo XX y XXI, de modo que parece no querer molestar a nadie con alguna cosa que pudiera no coincidir con algunos puntos de vista, como pueda ser no entrar en una Historia social de Alcalá en los años de 1960 y 1970, se elimina lo que supuso la creación de la Universidad Laboral, o que se alojó aquí a buena parte de la población marginal de la ciudad en los años de 1970, o que la primera asociación de afectados por el síndrome tóxico se hizo en el Polígono Puerta de Madrid ("el Lianchi") en la década de 1980 o la acción vecinal creando por ejemplo la Plaza del Barro o forzando la creación de un hospital público. De hecho de lo fabril solo se toca cómo se componían las fábricas, pero no su desaparición ni su repercusión en la ciudad. Se habla siempre en términos amables que pueden sumar posibles futuros lectores y compradores, así como recibir el visto bueno del ayuntamiento y de la Concejalía de Turismo. No obstante, el alcalde y la concejala de Cultura le dieron el visto bueno en el acto de presentación en este mismo sentido y añadían, a través de los dibujos de Malagón, que sería una obra ideal para los niños y jóvenes. Hasta cierto punto, probablemente los autores también estaban en esa idea, aunque la proliferación de datos en algunos capítulos y tocar temas como los musulmanes o los judíos o incluso anotar pasando por encima de que en el catolicismo de final del Imperio Romano y de la Edad Media pudo existir propaganda política a la hora de hablar de milagros, nos hagan pensar que querían rozar también la Historia más seria... pero si ahondaban, reflexiona quien esto escribe, puede que les hubiera alejado de una parte de los posibles lectores.
Pese a todo lo apuntado, el libro no es malo. Tiene sus virtudes notables. También es de recordar que los autores dijeron que se excluyeron y eliminaron partes de las primeras redacciones, por lo que queda la duda de la redacción y la intención original. El libro tiene virtudes, ya se ha dicho. Aporta muchos nombres que habían caído en el olvido y sobrepasa al fin más allá del final del siglo XIX, da el primer mordisco en libro al siglo XXI, nos trae muchas pequeñas historias que habían quedado solapadas en el silencio engullidas por una historia conocida en términos generales por los grandes tópicos, a pesar de que esas pequeñas historias vienen a colación de esos mismos grandes tópicos. Todo esto en lo que no me estoy explayando tanto tiene un valor enorme, porque trae al conocimiento general de mucha gente partes de la Historia de Alcalá de las que normalmente no se habla. Puede que una obra así sea necesaria para ser la punta del ariete que haya de traer una obra de Historia ya más profunda de historiadores no preocupados tanto por crear algo amable y para el lector que llega a la ciudad. Una obra que parte de los tópicos y dentro de ellos habla de algunas cosas y personajes que habían quedado ocultos, es una obra fácil de digerir por una ciudadanía que aunque cree saber mucho, desconoce mucho de la realidad, puesto que su saber mucho se limita en gran multitud de ocasiones a informaciones de guías turísticos y tópicos propios de comentarios breves.
Creo que la difusión amplia de esta obra va a
reforzar en muchas cabezas historias tópicas que no se ajustan a la
realidad según los estudios históricos más actuales, lo que hace tirar
por tierra parte del trabajo de mucha gente y va a ser difícil volver a
empezar, y sí: contiene errores, pero a la vez tiene la virtud de que, aún reforzando tópicos,
tira por tierra algunos otros tópicos y comienza a hablar de cosas que antes en
Alcalá no se hablaba en libros, como por ejemplo ahondar de nuevo en la Historia hebrea y musulmana de la ciudad o en aspectos de la antigua Roma más allá de los Santos Niños. Eso ya es algo. ¿Lo recomendaría? Sí,
pero invitando a la persona más interesada en la Historia de Alcalá a que
contraste y que adquiera libros de los que se han escrito en las últimas
décadas, especialmente los más modernos del siglo XXI. No obstante,
repito, es la primera Historia general más reciente. La anterior, con la que se puede contrastar alguna cosa es Alcalá de Henares. Crónica general (2001), de Luis Miguel de Diego Pareja y José Carlos Canalda, más allá quizá hay que remontar a algo más de un siglo atrás.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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