Título: Réquiem y exaltación.
Autor: Matías Escalera Cordero.
Editorial: Lastura.
Año de publicación: 2025 (1ª edición; nota del autor).
Colección: Alcalima.
Nº de volumen en la colección: 248.
Género: Poesía.
ISBN papel: 979-13-990447-3-7
Como autor teatral, que también lo ha sido, fue premiado por El refugio (2009). En prosa ha publicado las novelas Un mar invisible (2009), El tiempo cifrado (2014) y la distopía Un sollozo del fin del mundo (2023), y la colección de relatos Historias de este mundo (2011). Pero ya se ha apuntado que ampliamente conocido como poeta y como tal cuenta con los poemarios Grito y realidad (2008), Pero no islas (2009), Versos de invierno: para un verano sin fin (2014), Del amor: de los amos y del poder: de los esclavos (2016), Poemas del tiempo y del delirio / Poems of time and delirium (2019, publicado en New York), Recortes de un corazón herido: por la esperanza (2019), Preferimos el grito: antología poética (2022) y el actual libro con el que le vamos a comentar hoy, Réquiem y exaltación (2025). Como se puede ver en su obra escrita, el año 2009 y el 2019 fueron años cruciales y vitales en él.
Réquiem y exaltación, publicado entre finales de primavera y comienzos de este verano de 2025, ha sido publicado por la editorial Lastura dentro de su colección Alcalima. Su editora, Isabel Miguel, conoce la trayectoria de Matías Escalera de tal manera que incluso la cubierta la cuidó especialmente para tener un significado total con el poemario. Se trata de una fotografía de Harry/Adobe Stock (la fotografía de solapa del autor es de Demian Ortiz. Un peón de ajedrez de color rojo puesto sobre un tocón de árbol cortado y un fondo difuso. Es quizá una de las cubiertas de poemario más acertada de las que he visto últimamente, pues el poemario aúna una forma de poesía hoy en día no usual con una temática que, en los poetas más recientes, no suelen tratar, aunque algunos destellos han aparecido desde el 15M de 2011, e incluso un poco antes con la Gran Recesión de 2008, tendríamos un ejemplo en Samuel Santos, pero en general, como temática de libro no es el tema que más centre a los poetas del hoy: la clase obrera y su lucha y padecimientos. Ahora bien, Escalera le da una vuelta de tuerca y actualiza todo ello en una visión plena del siglo XXI, con el consumismo, las modas, los estilos de vida prefabicados y los problemas de "primer mundo" pululando, haciendo de esta obra testimonio de su tiempo, no exento de cierta ironía y cinismo. El peón de ajedrez claramente representa al individuo de la clase trabajadora con conciencia, de ahí el color rojo. Las interpretaciones y sugerencias de la composición son libres en el lector.
Es para quien esto escribe uno de los mejores poemario de los años más recientes. Se ha escrito desde un coro de voces. El autor es evidente que es Matías Escalera pero, en su experimentación y en su idea de poemario, concuerda con cierto espíritu de asamblea, escucha y puesta en común con otras voces. Así, aunque cita y compone poemas en conversación con Gramsci, Hölderlin, Primo Levi, John Lennon o Antonio Orihuela entre otros, contó con la colaboración de otros poetas que le aportaron algunos versos en esas conversaciones poéticas, María Ángeles Maeso, Esther Giménez, Ángela Martínez Fernández, Gsus Bonilla, Patricio Rascón, Fernando Barbero y Antonio Martínez i Ferrer. Conversa con ellos en la búsqueda que aúne la vieja lucha obrera propia de las primeras décadas del siglo XX, con otra activa de finales de la dictadura y posteriormente adormecida y con aún otra más joven y actual que se siente explotada silenciosamente y hasta alienada por los nuevos medios de comunicación. En el fondo todas comparten desde su propia voz el sentimiento de alienación y explotación que necesita de un mundo más justo.
Escalera explicará a final de libro que el poemario se compone de cuatro voces. La primera es la propia construcción que hace el propio narrador, el autor, a lo largo de los poemas para contarnos en conjunto el dolor de la clase trabajadora herida. La segunda voz es la que forma la propia clase obrera en un sentimiento antiguo, pero poetizada, sin atender tanto a sus tonos históricos, pero sin dejarlos olvidados. La tercera voz es la del capital, dice, la de la clase patronal o empresarial, también poetizada y, en este caso, presentada incluso alienada por sí misma sin darse cuenta. Esta sería otra especie de trabajadores que, siendo los que poseen los medios, se hacen dominantes y no se dan cuenta que también se explotan a sí mismos en lo humano. La cuarta voz sería la de los que llama "los nuevos esclavos", una idea que le lanzó una joven poeta que participa del libro. Sería la de los jóvenes sometidos a montones de deudas o de cosas inalcanzables, condenados a trabajos altamente abusivos, inestables y mal pagados, e incluso convencidos de trabajar gratis sosteniendo con sus contenidos las redes sociales de los nuevos medios de comunicación. Incluso aquellos que teletrabajando ponen sus propios medios económicos (por ejemplo pagando la electricidad de su hogar, para el beneficio del empresario. Pero eso, falta conversarlo con esa cuarta voz, le alcanza a todas las generaciones, no sólo a las jóvenes, ahí me falta quinta voz, la no escuchada, la no preguntada, la silenciosa. Yo leí el libro desde la quinta voz, el lector que soy con mi vivencia.
(...)Me duele la materia más gris y más triste
después del telecurro
y me cuesta invocar el seso/sexo
que salpique un poco de purpurina rosa
el nuevo/viejo/eterno precariado.
(...)
En ese diálogo a cuatro voces aparece hacia el final una especie de carta de Antonio Martínez a Matías Escalera donde se reflexiona sobre el sentimiento de clase obrera dormido y la necesidad de lucha. Quizá con una orientación marxista clásica muy evidente y olvidando otras visiones obreras, como las anarquistas y otras tendencias. Se puede matizar o discrepar de algunas cuestiones, pero es un texto que se aleja de la poesía del libro para introducirnos en una especie de discurso sindical y político que, al estar en un poemario, queda dentro del discurso de un libro construido a modo de diálogo en poemas que, al llegar a este final, rompe el diálogo y rompe la poesía para crear el soliloquio, el monólogo, de una sola voz.
Quien esto escribe ya le comentó en su día a Matías Escalera que aún habría una quinta voz, con la que uno se siente identificado. Sería más o menos la de gente de mi generación que ya por el periodo de crisis abierto por el 11 de septiembre de 2001, luego por la Gran Recesión de 2008 y después ya sea por la edad y otras cuestiones, ni hemos tenido la comodidad de los que precedieron, ni tenemos la esperanza del mundo prometido para los jóvenes. Malviviendo, superviviendo, antes por jóvenes y ahora por gente que no es joven ni es muy mayor, nunca ha estado en ningún lugar y nunca se han preocupado ya no por oírnos, sino siquiera por contarnos.
El poemario, en esa peculiar construcción de diálogo, parece alcanzar a veces un nivel casi de teatro.
Habla de de los problemas de la clase obrera, incluso de los que se da a sí misma, pero también toca los problemas del sexismo, la racialidad, el consumismo, la soledad, la incapacidad de entenderse, el ecologismo...
Es un poemario valiente e hiriente, que es como debe hacerse poesía. Sin miedo y tratando de provocar al otro lo que haya de ser. También contiene experimentación. En una de sus partes podremos leer poemas construidos con signos y formas entendibles, aún no siendo letras. Es la misma parte que se construye con fragmentos de noticias, boletines oficiales, instrucciones... Todo cobra cuerpo de poema como en el más puro estilo dadaísta. Nos remite en cierto modo a la poesía soviética de Mayakovski, una poesía obrera, de lucha de clases y experimental que fue valiente para denunciar también la falta de libertad, lo que le dio problemas a dicho autor con el gobierno de la Unión Soviética.
Matías Escalera señala a la propia clase obrera actual sus propios frenos y contradicciones, como en el poema donde el veganismo entra en contradicción con otros valores cuando se va a comer una hamburguesa vegana a una gran cadena internacional de hamburguesas, o cuando determinadas formas de vida, como el deporte, se transforman en pura pose hueca que no reflexiona sobre sus objetivos. Las aficiones de ver series en canales como Netflix, vividas como si fueras excepcional y diferente, te transforman en alguien todo lo contrario de lo que se cree ser. No evita incluso marcar como problema que las luchas confundan y pierdan su sentido profundo cuando todo se remite sólo a qué palabras se pueden usar y cuáles no. O en la creación de nuevas censuras por parte de aquellos que dicen no defender la censura. Un poema muy provocador, pero que señala con el dedo. No culpabiliza pero anota el galimatías entre el diálogo de las cuatro voces.
(...)...¡Cómprate un coche eléctrico!...
...Pero no preguntes de dónde salen las baterías...
(...)
La alienación obrera se ha apoderado de todas las generaciones obreras. La vieja habla con la joven y trata de despertarla. La joven le demuestra en su diálogo que no está dormida, que los problemas son los mismos, pero los tiempos son otros y las comodidades y ocios actuales son el nuevo opio del pueblo que, para Karl Marx, era la religión. Denuncia incluso desigualdades entre la propia clase obrera al crearse tabiques dentro de sus propios muros y así, mientras antes podía existir una cierta identificación de unidad, ahora hay una falta de unidad a veces favorecida por el nuevo capital al fomentar toda aquella idea de identidad que no termine de unir de nuevo a todos los obreros, sean hombre, mujer, joven, adulto, heterosexual, homosexual, de un lugar del mundo o del otro, veraneantes en otros países o comedores de pipas en un banco, etcétera.
...No te esfuerces ni disimules: a ti tampoco te importamos...
(para ti también somos invisibles...)
...Crees que nos ves: pero no nos ves...
...Crees que tenemos el mismo amo: pero no lo tenemos...
Nosotros somos nuestros amos: el esclavo se
[somete a sí mismo...
(...)
Creo que es un poemario muy necesario y muy acertado. Actual, moderno, experimental, concienciado de qué quiere de sí mismo y con un mensaje que te remueve por dentro, que a veces incomoda, pero no ofende, porque hace que mires dentro de ti y no sólo de ti para afuera. Lo dicho, quizá el mejor poemario de los años más recientes. Y quizá un comienzo para que las diversas voces empiecen a dialogar y a entenderse entre sí. O al menos a entender sus propios problemas y carencias, cuya solución estaría, precisamente en ese "uníos, hermanos proletarios" que aquí sería, "uníos, hermanos, sed humanos".
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
No hay comentarios:
Publicar un comentario