Título: Reinventando un nuevo amanecer.
Autora: Susi Corrales "Suko".
Editorial: Círculo Rojo Editorial.
Año de publicación: 2014. (1ª edición)
ISBN: 978-84-9076-068-0
“Sonia
es una joven que valora y disfruta del amor, que sufre y se rompe de dolor ante
la muerte, y que busca el camino de la superación y del conocimiento de uno
mismo, unas veces por decisión propia y otras de manera fortuita”. Ante una
muerte inesperada se rompe 'por dentro y por fuera'; pero, valiente, se dice a
sí misma que no quiere ser una marioneta del destino; que quiere tomar las
riendas de su vida.”
Este
es el resumen que hace en la contraportada la autora de la novela Reinventando
un nuevo amanecer, Susi Corrales “Suko”, que se desarrolla en buena medida en
Polvoredo y más tangencialmente en otros pueblos de la montaña como Burón o
Maraña; tierras que según ella misma dice la han visto crecer y madurar. Su
padre, Froilán, empedernido jugador de bolos, es de Polvoredo y allí ha pasado
ella buena parte de sus veranos de la niñez y la pubertad, jugando al fútbol
bajo los palos y parando balones imposibles.
Nacida
en Alcalá de Henares, cuna de culturas, se interesó por la Historia y se
licenció en esta disciplina “tratando de encontrar respuestas; lo único que
consiguió fue tropezar con más interrogantes, por lo que sigue estudiando y
cuestionando todo lo que le rodea”, se dice en la solapilla de la novela,
magníficamente editada por Circulo Rojo.
En
el prólogo Chema Contreras, nacido en un pequeño pueblo de la provincia de
León, dice que la lectura de la novela es un buen aliciente para volver a
recorrer la riqueza natural de la tierra del norte de León “pues los amaneceres
de estas latitudes son únicos e irrepetibles”. Recuerda que la autora es una
magnífica poeta y como botón nacarado de muestra hace una cita: “… tapados
bajo una manta, junto a la lumbre y con la luna como único testigo, hicieron el
amor apasionadamente, como si la noche fuera eterna y solo tuviera como razón
de ser, existir para que ellos la disfruten”.
Sonia,
la protagonista de la novela, llega a Polvoredo con el alma herida y el ánimo
por los suelos. Se le ha roto su matrimonio con el chico que conoció en el
instituto y con el que ha compartido la primera fase de su vida. Pero lo que ha
quebrado de verdad su ánimo ha sido el ambiente de trabajo, la monotonía y el
desprecio de sus compañeras, que la han minado hasta acabar con ella.
En
la Casa Rural de Polvoredo encuentra un mundo variopinto; pero sobre todo
encuentra a Mario, un pintor de origen italiano con el que rehace su vida
contemplando amaneceres, haciendo deporte, saliendo al campo y, sobre todo,
pintando; pintando sin cesar. Es nuevamente feliz. Pero Mario muere trágica y
repentinamente.
“Habían
transcurrido dos años desde el fallecimiento de su alma gemela, de su amante,
de su confidente, y todo parecía permanecer estático y gris, sin cambio alguno.
No tuvo ni siquiera fuerzas para acudir al cementerio a despedirse de él, era
como si una parte de ella misma, de su propia existencia le hubiera abandonado
para siempre”…
La
novela es rica y más que profunda en sus idas y venidas; pero al lector de la
montaña de León y más concretamente de Polvoredo, le va a apasionar esa Casa Rural
en la que vive Mario y un grupo de personas a cual más interesante. Mario es
hijo de una vecina que emigró al extranjero cuando la vida no tenía otra
salida.
Cuando
el que firma era niño, las casas, a finales de los cincuenta, estaban a
reventar. Había al pie de sesenta vecinos; íbamos a la escuela de niños cerca
de treinta y a la de niñas ocho o diez más. No había más remedio que emigrar. La
emigración llegó: para unos hacia Asturias, Bilbao, Barcelona y Madrid; pero otros
hacia Francia, Holanda, Suiza e Italia. Hubo también otro tipo de salida: la de
los adolescentes que salieron en todas las direcciones a estudiar.
Mario,
el personaje más universal de la novela, es como el fruto de esta doble
emigración, la sociológica y la cultural, porque aunque Liegos ha tenido
siempre la fama de ser un pueblo culto, Polvoredo no le ha ido a la zaga, fruto
de haber tenido maestros como Don Maximino y Don Antonio. Nuestros padres
amaban la cultura para ellos y para sus hijos. Por eso les mandaban estudiar,
para que fueran más. Mario, quizás sin ser
consciente de ello, es el fruto cuajado de ese esfuerzo colectivo de
amor por la cultura que anidaba en muchas casas del pueblo. Ojalá algún día
vuelva a resurgir y los niños vuelvan a recordar figuras como el tío Eugenio,
el tío Daniel, el tío Francisco, el tío Fernandón… o la tía Carola, que me
freía a cuentas en el “imprente” de la
cocina cuando me cuidaba.
En
la novela de Susi hay todavía bastante más. No voy a desvelarlo. Lo mejor es
que cada cual la compre, la lea y la evalúe. Les aseguro que no van a perder el
tiempo; que merece la pena y que la van a disfrutar de un tirón.
Reseña escrita por José
Antonio Casado Corrales.
Esta reseña fue publicada por primera vez bajo el título "Un nuevo amanecer en Polvoredo", en la Revista
Comarcal-Montaña de Riaño, nº 49, junio 2014.
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