lunes, 4 de abril de 2022

El Buscón

Título: Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños.
Autor: Francisco de Quevedo y Villegas.
Impresor: Roberto Duport (Zaragoza) / Pablo Verges (Zaragoza) / ¿...? (Madrid).
Año de publicación: 1626 (1ª edición más generalmente aceptada, por Duport en Zaragoza, pero también se indicó otra en 1626 por Pablo Verges en Zaragoza y se sabe que hubo una en Madrid, aparte de que como manuscrito no impreso circularon varias versiones antes de ese año).

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Título: El Buscón.
Autor: Francisco de Quevedo y Villegas.
Editorial: Edelvives (Editorial Luis Vives).
Año de publicación: 2014 (1ª edición).
Colección: Clásicos Hispánicos.
Nº de volumen en la colección: 14.
Género: Novela picaresca.
ISBN: 978-8426392084.

 
Uno de los grandes escritores de la Literatura española asociado a Alcalá de Henares es Francisco de Quevedo y Villegas, nacido en las montañas de Cantabria en 1580, huérfano de padre desde 1586, por lo que su tutor legal fue desde 1591 un pariente lejano, Agustín de Villanueva, aunque su madre seguía viva, ella trabajaba como una de las damas de la reina. En aquellos años de infancia murió también uno de sus hermanos. Quevedo había nacido deforme de los pies, por lo que tenía una cierta cojera, y tenía una miopía elevada, fue en su época una de las primera personas en tener anteojos, gafas. Por ello pasó su niñez e infancia sufriendo burlas y acoso por parte de otros niños y jóvenes. Provocó que le hiciese desarrollar una personalidad infantil y juvenil retraída en sí, en la cual buscaba cobijo en numerosas lecturas de libros. Logró adquirir una inteligencia superior a la media a una edad precoz. Su tutor decidió mandarle al Colegio Imperial, hoy conocido como Colegio de San Ildefonso en la Universidad de Alcalá de Henares. Pasó en esta ciudad como estudiante de 1596 a 1600. Su introversión comenzó a cambiar a extroversión transformándose en uno de los alumnos tanto más inteligentes como uno de los más díscolos. La tradición oral dejó para la historia de su biografía diversas anécdotas de vida disipada como estudiante. Se dice quizá como exageración que pasó más tiempo en la cárcel universitaria que en las aulas. Son famosas diversas historias de juergas, peleas a espada, borracheras, prostitutas y jóvenes honradas, etcétera. En 1599 no se presentó a recoger su título de bachiller por ir a Sevilla con Pedro Téllez, futuro Duque de Osuna con cuya amistad tuvo grandes ventajas en el futuro. Recogió su título en 1600. Al año siguiente, 1601, se trasladó a la Universidad de Valladolid a continuar sus estudios, pues allí estaba la Corte y con la Corte su madre, quien moriría precisamente ese año. Estos nuevos estudios continuarían hasta 1605, año en el que aparte de darlos por acabados ocurriría otra desgracia familiar, la muerte de su hermana.

A lo largo de estos años no solo tenía una vida desordenada, también comenzaría a escribir una serie de poemas y relatos en prosa llenos de sarcasmos, mal gusto en algunos casos, temáticas indecorosas, lenguaje procaz y un humor negro que en aquel siglo XVII estaba siendo reinventado con un acierto universal por autores de toda España. Tomó como blanco de enemistad literaria, que parece que trascendió a lo personal, a Luis de Góngora, teniendo cada uno sus seguidores y admiradores que dieron altavoz mayor y amplificación a la pelea, siendo así que cada uno terminó liderando dos de las corrientes literarias más importantes del Siglo de Oro, el culteranismo (Góngora) y el conceptismo (Quevedo). Algunas de las peleas en torno a estas formas de entender la literatura y con trasfondo político y social terminaron en peleas físicas entre los contrincantes, no solo fue una lucha de ingenios compositivos que, por otra parte, solían ser habituales y menos virulentos en aquella época de lo que hoy día creemos. Entre las composiciones primeras aparece un relato picaresco llamado Cartas del Caballero de la Tenaza, antecedente de El Buscón, y que tuvo que ser publicado intentando esconder la autoría de la censura y persecución de la Inquisición. Este relato fue de 1606, año en el que se traslada a Madrid con la Corte y donde sigue conociendo a una gran cantidad de escritores de la época. Ese mismo año aparecen, según algunos, las primeras versiones manuscritas de El Buscón, que es la novela picaresca que más le ata a Alcalá de Henares, de ella trataremos en estas notas. 

Comienza a publicar también obras eruditas, poemas satíricos más refinados, alguno cayendo en el antisemitismo propio de la época, como el poema que le dedica a la nariz de Góngora. En 1609 se distribuiría entre algunas personas otra versión más de lo que fue los primeros manuscritos de El Buscón. Esta versión es la más completa y la que contiene la ortografía del autor más claramente diferenciada. También es la que tiene menos borrados, menos retoques y más pasajes que posteriormente se eliminaron por miedo a los inquisidores. Actualmente las versiones del libro que se publican siguen principalmente este manuscrito con añadidos de las versiones posteriores, especialmente las primeras impresas para su venta. La obra criticaba muy seriamente la sociedad española, su realidad económica, la grandeza del Imperio, la corrupción de nobles e Iglesia, las verdades terrenales a los que más se preocupaban por el cumplimiento de la religión, etcétera. Por ello mismo, la obra picaresca es un contundente ariete político y social que hizo que Quevedo no se atreviera a publicarlo impreso, aunque el manuscrito, el cual rehízo varias veces, lo mostró a diversas personas. Ni siquiera se sabe a quién iba dirigido como posible protector, práctica habitual de la época, y cuando se publicó impreso años después, se hizo poniendo su nombre en la portada a pesar de que Quevedo negó ser él el autor por miedo a ser condenado por la Inquisición, aunque a todas vistas parecía muy evidente su autoría, siquiera en aquella época por contener un estilo literario irrenunciablemente y reconociblemente suyo. 

En 1610 su amigo el Duque de Osuna le niega el permiso para publicar una de sus obras por una acumulación de excesos entre todas las pullas sarcásticas del autor. Por esa misma razón, varias de sus sátiras verán retrasadas su publicación impresa hasta 1627, aunque sin permiso del autor, lo que le llevó a diversas quejas contra varios impresores que se beneficiaban de su obra sin que él viera ingresos y, en algunos casos, pudiendo ser objeto de riesgo para él ante la censura de la Inquisición. En 1611 se trasladó a Toledo para pleitear por el señorío de Torre de San Juan, que su madre había logrado mediante compra usando todos los ahorros familiares y cuyos habitantes en ese año consideraron que la compra era ilícita. Allí en Toledo Quevedo conocerá a gente como Mariana o Lope de Vega, también estudiante de Alcalá. Logrará el Señorío gracias al Duque de Osuna y lo compartirá el autor con el hijo de su hermana muerta, su sobrino. Como sea, Quevedo ya ha sido publicado en una antología de la época y varios de sus textos son conocidos ya sea publicados o clandestinamente por manuscritos. Sus poemas más soeces eran de gran popularidad, a la vez que eran despreciados por los más cultos seguidores de Góngora, eso ahonda los ataques entre unos y otros. Los poemas amorosos de Quevedo también crecieron en popularidad, lo que abrió una nueva brecha en torno a si la literatura debía ser culta para unos pocos, o por contra debía ser accesible a unos muchos. En 1613 se fue como secretario del Duque de Osuna a Italia. Allí participó de diversos asuntos políticos secretos, con lo que nace una fama de Quevedo como espía, esto le llevaría a problemas posteriores.
 
Miguel de Cervantes, alcalaíno, demostró su aprecio y amistad por Quevedo en Viaje del Parnaso en 1614. Quevedo se lo agradecerá haciendo lo mismo sobre él en La Perinola. Al margen del aprecio mutuo que se tenían literariamente y por los vínculos alcalaínos, a pesar de la diferencia de edad, Quevedo solía estar predispuesto a la simpatía por las personas con alguna invalidez o deficiencia por causa de su propia biografía.

Regresó a Madrid para entrar en el entorno político del Duque de Lerma y lograr el Virreinato de Nápoles y Sicilia para el Duque de Osuna. Lo conseguirá en 1616 con el Duque de Uceda y vuelve a Italia. Allí, en recompensa, le nombran administrador de la Hacienda. Quevedo entra entonces en relación con una serie de escritores napolitanos conocidos como Los Ociosos. Iba publicando sus obras, en parte, a la vez que lograba acercamientos a su literatura por parte de los escritores napolitanos. Entre medias, mediante el espionaje a la República de Venecia desde Nápoles logró determinados avances para sus señores y para España. Por todo ello, en 1618 el Duque de Osuna logra para él su nombramiento como caballero de la Orden de Santiago. Ese mismo año el Duque de Osuna cae en desgracia y Quevedo se traslada a España para defenderle en el Consejo de Estado en lo que se conoce como la Conjura de Venecia. Sin embargo, todos los fieles al de Osuna cayeron en desgracia y a Quevedo se le condenó al destierro y encierro en Torre de San Juan en 1619, de donde no podrá salir hasta 1621, mientras sus obras se propagaban sin su permiso en las imprentas. Cuando pudo salir en 1622 volvió a ser encerrado en Uclés brevemente, pero el nuevo rey, Felipe IV le fue favorable. Quevedo supo ganarse el favor del Conde Duque de Olivares, para quien trabajó de libelo. 

Es en 1a década de 1620 que la fama de Quevedo como escritor ha crecido con gran admiración por todas partes. Además, se inicia una polémica en torno a si el patronazgo religioso de España debía ser por parte de San Santiago Apóstol, del que sus detractores dudaban que estuviera enterrado en España o que hubiera venido a España, o bien por parte de Santa Teresa de Jesús. Durante treinta y dos años Quevedo se implicó en una tarea intelectual, a la par que misógina, para defender a Santiago Apóstol, que es al final el nombrado patrón, y denigrar a Santa Teresa, escritora asceta relativamente reciente en la época. Se publica diversas adulaciones al Conde Duque, también la primera edición impresa de El Buscón, más poemas, obras filosóficas y teatro, mientras va acompañando a la Corte allá por donde viaja en España. Llega a defender al Conde Duque por su política económica. Entre tanto, él es acusado de vivir con una mujer sin estar casado, amancebado, tener hijos con ella, a la vez ambientar bares, ser borracho habitual, ir con mujeres de todo tipo de reputación y tener relaciones con ellas, ser pendenciero, etcétera. Llegó a casarse brevemente con otra mujer que no era la de su amancebamiento, durante tres meses en 1633. Llegó a ser conocido como Francisco de Quebebo.
 
La división política entre seguidores del valido Lerma y el actual Conde Duque hizo que los gongorinos se pusieran de parte del primero y los conceptistas de Quevedo del segundo, lo que empeoró las relaciones entre un grupo y otro.  Él, desde 1631, ya hacía público su descontento con que su obra fuera publicada sin su permiso y sin que él recibiera beneficios con las ventas. Aumentaron los ataques contra su persona, a la vez que él empezó una de sus etapas más fructíferas escribiendo. En 1635 le acusaron desde Valencia de ser hereje y falso cristiano, así como inspirado por el diablo por su obra y por su forma de vida. Quevedo respondió con ataques a todos los que se enriquecían ilícitamente y hubo quien rescató de la memoria su participación en la Conjura de Venecia, añadiendo acciones falsas. En 1636 se separó de su mujer, que moriría en 1641. En 1639 comenzaron los ataques contra el Conde Duque que le llevarían a caer en desgracia, y con él a sus personas protegidas. Por un escrito en una servilleta contra el Conde Duque de Olivares se abrió un proceso secreto contra Quevedo que le llevó a su detención sin garantías y su encierro, cosa que denunció en uno de sus libros posteriores, en 1644.
 
Quevedo seguía haciendo comedias satíricas contra todos sus enemigos, pero su carácter era de una persona cada vez más desengañado y dolido con la vida. Estuvo encerrado enfermo de tuberculosis crónica desde 1639 a junio de 1643, fecha en la que el Conde Duque cayó en desgracia. En el siglo XX se supo por los archivos que la carta que provocó la desgracia de Quevedo ante Olivares había sido escrita por uno de sus propios amigos, el Duque del Infantado. Como sea, Quevedo, muy desengañado y muy enfermo, decidió dejar la vida cortesana y se retiró a Torre de San Juan, donde estaba su sobrino. Se dedicó al estudio de textos clásicos de la antigüedad y a una tardía vida religiosa. Murió en el verano de 1645 y su cadáver fue profanado diez días después al correrse el rumor de que había sido enterrado con unas espuelas de oro.

Sus obras completas fueron mal recopiladas e impresas en 1648 por José Antonio González de Salas. Su sobrino, Pedro Alderete, a la vez su heredero, intentó corregirlo en 1670, pero su compilación fue todavía peor, con severas alteraciones y mutilaciones de textos. No hubo unas obras de Quevedo que fueran rigurosas y respetuosas con los originales hasta el siglo XX, con José Manuel Blecua (nacido en 1939), hermano de Alberto Blecua, autor de las novelas de El Coyote y de diversos cómic.
 
A través del repaso de la biografía de Quevedo ya hemos visto algunas de las cuestiones que ocurrieron con El Buscón. El título original con el que fue impreso la primera vez en 1626 fue Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, que coincide con el nombre manuscrito de la versión no editada en imprenta en 1609. Pero también ha sido publicado como La vida del Buscón, llamado don Pablos, también La vida del Buscavida, por otro nombre Don Pablos, también La vida del Buscón, por el cual es publicado hoy día en algunas editoriales, también fue publicado como Libro tercero y último de la primera parte de la vida del Buscón, de un modo menos conocido como La historia y vida de el Gran Tacaño, y finalmente como El Tacaño. Hoy día está muy generalizado que se simplifique en las ediciones modernas como El Buscón. En este sentido, para una edición moderna y actual remito a la que hizo Edelvives en 2014 en su colección Clásicos Hispánicos, volumen 14. En este caso con una tapa blanda, en fondo negro y con el Buscón sentado en el suelo con gorro de ala ancha, capa y reclamando a alguien con la mano.
 
Como ya se ha apuntado, circularon entre amigos, conocidos y personas indirectas de la época varios manuscritos del propio Quevedo que él mismo daba a leer entre 1606 a la primea vez que se le editó impreso en 1626. Tienen grandes cambios entre sí, y el más aceptado como el más completo y sin censura es la obra de 1609, a la cual actualmente se le han añadido algunas cosas que mejoran el texto y que salieron en las obras impresas. Evidentemente el proceso de composición de la novela fue muy largo y con muchas  correcciones por parte del autor, ya sea por estilo, añadidos, eliminados por miedo a la censura, o bien tras recibir impresiones de una primera lectura por parte de algún amigo, etcétera. Hubo una primera edición en Zaragoza en 1626 por el impresor Roberto Duport, ese mismo año en la misma ciudad otra por Pablo Verges, hubo otra más en 1628, pronto apareció en Córdoba, Valencia, Barcelona... En 1648 aparecería en Madrid ya atestiguando que es una edición de Madrid, aunque sigue la edición de Zaragoza de 1628, hay quien opina que en realidad sería una edición madrileña de 1640 y, en fin, aunque no fue hasta el siglo XIX que se trató de publicar el libro evitando toda posible censura que sufrió por miedo a la Inquisición, por lo que podríamos hablar de autocensura por parte de Quevedo o de los impresores o de ambos, no fue hasta el siglo XX que el libro se publicó tal cual había sido más fielmente escrito por Quevedo antes de pasar por imprenta, en 1609. En todo caso, la segunda edición de Zaragoza, que contenía muchas eliminaciones de texto, fue en falso indicada como edición de Zaragoza en 1626, pues hoy día se sospecha por  evidencias de investigadores de libros antiguos que lo más probable es que fuera publicada en Madrid y se mintiera por parte del impresor para eludir la persecución de la Inquisición si esta ocurriera. En todo caso, aparece el nombre de Quevedo como autor, a pesar de que este negara por entonces ser el autor, cosa que muy evidentemente no era real, él sí era el autor. De estas primeras ediciones, que se sepa, no parece que Quevedo recibiera dinero. Llegaría a los impresores a través de alguna de las copias manuscritas que el propio Quevedo pasó a amigos y conocidos.

Evidentemente sabemos que el comienzo de la escritura de esta obra es inmediatamente posterior a sus estudios universitarios, aunque en realidad es que sabemos que los primeros manuscritos completos son tras acabar estudios en Valladolid, por lo que quizá hubiera alguna idea o algún esbozo durante los estudios. La novela parte de la vida de un joven estudiante que tiene una serie de necesidades económicas y de aspiraciones que, por nacimiento, es imposible que se cumplan. Así pues don Pablos decide buscarse la vida para prosperar mediante sus acciones, con lo que la novela critica seriamente también el determinismo social de la época, así como un determinismo religioso que en plena época de la Guerra de los Treinta Años estaba en el centro del conflicto bélico europeo. 

Don Pablos es estudiante de la Universidad de Alcalá, que Quevedo conoce bien, así como el ambiente de la ciudad. A través de la juventud de don Pablos conocemos literariamente algo de lo que pudo ser la vida estudiantil en la ciudad y sus conflictos. Uno de los pasajes más conocidos es el de la nevada alcalaína, un montón de estudiantes escupiendo gargajos a los que suspendían hasta cubrir totalmente de blanco su capa negra. 

Conociendo la trayectoria de Quevedo, cabe la posibilidad de que alguna referencia de historias, recuerdos o incluso alguna anécdota personal se traspasara a la historia ficticia del Buscón. En todo caso, esta historia abarca la vida de este personaje que una vez que deja Alcalá va recorriendo mundo intentando hacer una serie de estafas y negocios poco afortunados donde se deja al descubierto con sarcasmo una España pobre y llena de hipocresías, con ejércitos de pobres y mendigos que incluso se organizaban entre sí para mal ganarse la vida en los límites de las leyes o incluso saltándoselas. Todos desean prosperar en aquella España imperial que se desangraba en guerras europeas, enriquecía a los ya ricos con el oro y la plata de América, y empobrecía a los más pobres. No obstante, don Pablos opta por embarcarse a América al final del libro creyendo que allí se le abrirán nuevas oportunidades para prosperar, dejando así una nota irónica por parte del autor, ya que la gran mayoría no encontraba mejora alguna en América. 
 
Este final abierto por Quevedo fue respondido en el siglo XX por parte de Juanjo Guarnido y Alain Airoles en una novela gráfica de 2019, El Buscón en las Indias. Fue publicada en una caja de tres tomos por Norma Editorial. Se trata de un cómic que continúa la vida del Buscón en América desde el punto donde lo dejó Quevedo embarcado rumbo allá. Los personajes son caricaturas que toman prestada las caras de los dos autores del cómic. Sigue aquí desde los bajos fondos a los palacios, así como la selva Amazonas. Es una obra muy estudiada y llena de detalles, conocedora tanto de la novela de Quevedo como de referencias al cine del siglo XX dedicado a la América española aunque de diferentes épocas, lo que puede crear algún anacronismo al mezclar la América de El Dorado que rodó en película Herzog, ambientada en el siglo XVI, con la América del descubrimiento por Colón en 1492 que rodó Ridley Scott, o la América de las misiones coloniales del siglo XVIII de Joffé. Aún con todo tiene unas ilustraciones destacables y notable estudio de guión y composición.

En un sentido parecido, el escritor Arturo Pérez-Reverte transformó al propio Quevedo en personaje de su saga de novelas de aventuras ambientadas históricamente en el siglo XVII y protagonizadas por el capitán Alatriste, escritas entre 1996 y 2011. Quevedo trasciende los siglos también como icono dadas su vida y su obra, hasta cierto punto: levanta simpatías, aunque uno sospecha que una gran mayoría no conoce todos los pormenores de su vida y obra, que por otra parte tiene algo de pícaro y a más de un pícaro debió tratar y conocer.

Quevedo, satírico, de humor negro, líder de los conceptistas en la Literatura del siglo XVII, barroco evidentemente, y por ello de sintaxis a veces compleja, es uno de los escritores con relaciones con Alcalá de Henares más queridos por los propios alcalaínos. En la reconstrucción del edificio que fue el colegio El Porvenir de la Infancia en las primeras décadas del siglo XX en la calle Escritorios, una de las calles más antiguas de la ciudad, y casa cuyo origen puede estar más allá del siglo XVI, colocaron en uno de sus balcones en 2019 una estatua de Quevedo leyendo hacia la calle, del mismo modo que desde años anteriores la Fundación Quevedos, dedicada al humor gráfico, tiene su sede en la ciudad.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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