domingo, 29 de abril de 2018

Gritos de papel. Las cartas de súplica del exilio español (1936-1945)

Título: Gritos de papel. Las cartas de súplica del exilio español (1936-1945).
Autora: Guadalupe Adámez Castro.
Editorial: Comares Editorial.
Año de publicación: 2017. (1ª edición)
Colección: Comares Historia. 
Género: Historia.
ISBN: 978-84-9045-491-6

Guadalupe Adámez Castro es Doctora en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares, ciudad, la de Alcalá, de donde procede y donde vive. Sus investigaciones y estudios universitarios para obtener el doctorado obtuvieron el Premio Nacional a la Mejor Tesis Doctoral Sobre Movimientos Migratorios en el mundo contemporáneo, otorgado por el Centro de Estudios de Emigraciones y Exilio y la Dirección General de Migraciones del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Precisamente con el apoyo del premio de esos organismos estatales y mediante la editorial Comares publicó dicha tesis doctoral tras adaptarla y reducirla para un público lector más amplio, como se suele estilar en las publicaciones de tesis universitarias. Es una costumbre de nuestras épocas que suele privar a los lectores más especializados de muchos de los datos que podrían realmente interesarle para su consulta, considerándolos los editores pesados para su lectura. Como sea, se produjo la publicación en 2017 bajo el título Gritos de papel. Las cartas de súplica del exilio español (1936-1945)

Se trata de un libro con un diseño elegante y moderno para lo que suelen ser las publicaciones académicas. Contiene unas cubiertas con solapas amplias y una portada con una fotografía en blanco y negro que combina artísticamente el color sepia de las fotografías envejecidas proyectado en una maleta atada con una tela pertenecientes a una madre y una hija en su intento de paso de los Pirineos andando, presumiblemente, bajo un cielo que aparece en  un azul pastel. El libro trae fotografías y gráficos que, junto a los pies de notas, ayudan a entender tanto los datos que se dan como el origen de los archivos y entrevistas orales de donde han sido sacados. Ofrece además una amplia bibliografía y fuentes, así como una guía de siglas y todas aquellas cuestiones que pudieran ser necesarias para entender lo que se nos explica argumentalmente. En ese sentido la propia autora aporta un prólogo donde explica el porqué del libro, el porqué de cada capítulo, cómo se organizan y cuáles son sus objetivos, a modo de guía explicativa donde, además, da agradecimientos a personas e instituciones que la ayudaron en la tarea investigadora, agradecimientos que se repiten a otras personas a lo largo de las notas a pie de página del resto del libro. 

A pesar de lo premiado del libro, eso sí, y de la prestigiosa editorial que lo edita, así como las instituciones que lo avalan, en la página 66 se puede leer que las instituciones republicanas se mantuvieron hasta la muerte de Franco en 1975, dando fin a su labor histórica. Se trata de un error de cierto peso en un libro que trata del exilio y de las instituciones republicanas que lo trataron. Las instituciones republicanas acabaron toda su actividad y su labor histórica el 21 de junio de 1977, con las elecciones en España, y no con la muerte de Franco en noviembre de 1975. Fue el jefe del Estado republicano en el exilio, José Maldonado, quien dio el comunicado del final. Es un error mínimo que, además, más adelante, en otro capítulo del libro, entra en contradicción, ya que se volverá a citar la fecha del fin de las instituciones republicanas ahora sí en su año correcto, 1977. Así mismo, en la página 73 aparece un gráfico representativo de la asistencia social para los refugiados que es un tanto confuso como organigrama. Con espíritu de archivero e historiador, quien escribe esto ha tratado de encontrarle un sentido menos confuso de lo que se ve en un primer vistazo, se logra y se suple gracias a la explicación en texto sobre la asistencia social en la página 72 y siguientes. Son sólo dos detalles que no deslucen ni perjudican ni aminoran el valor documental e informativo del libro, pero llama la atención que aparezcan, dan sensación de que las personas dedicadas a revisar el texto, tanto como tesis doctoral que como libro avalado por instituciones del gobierno y editado por Comares, no han hecho con atención total su trabajo. No obstante, esos detalles no es lo más significativo ni lo más importante del libro.

La temática del presente estudio, bastante novedoso y dentro de la corriente que en las décadas más recientes quiere dar voz y visibilidad a las personas anónimas en la Historia para poder escribir y comprender esta de un modo más acertado y próximo a la realidad, trata sobre las cartas de súplica que escribieron los españoles que se tuvieron que exiliar de España entre 1936 y 1945 a causa de la guerra civil de 1936-1939. Sin embargo, en realidad el grueso de las cartas que se han tratado se centra entre 1939 y 1942 ó 1943. Del mismo modo que, aunque se ha consultado bastantes archivos, tienen una notable importancia los fondos de archivos mexicanos y, dentro de España, en el Archivo Obrero, en el correspondiente a la Fundación Pablo Iglesias, el Archivo Amaro del Rosal Díaz, persona que estuvo al cargo de la organización para atender a los refugiados y exiliados españoles en México. Se echa en falta, por ejemplo, la consulta del archivo del PSOE, Agrupación Socialista de París (1944-1990), dentro del propio Archivo Histórico de la Fundación Pablo Iglesias, u otros archivos que no aparecen en la lista de los consultados, como por ejemplo el Archivo Anselmo Lorenzo. En el caso del archivo de la Agrupación Socialista de París se podría haber comprobado cómo las cartas de súplica tuvieron una continuidad y una importante actividad tras liberarse París y, una semana después, reconstituirse de nuevo esta agrupación, la cual recibía peticiones de búsqueda de otros españoles que habían desaparecido o a los que se les había perdido la pista, de ayuda alimenticia y sanitaria, de ayuda para obtener referencias para trabajar, etcétera, cosa que se prolongará más allá de la Segunda Guerra Mundial, en los primeros años de la segunda mitad de la década de 1940. Igualmente, una amplitud mayor de testimonios procedentes de otros archivos hubiera podido aportar al libro una visión más allá de la socialdemócrata, ya que se hace evidente en la lectura que al ser la mayoría de cartas de procedencia de organismos o personas socialdemócratas pareciera que fuera esta tendencia la principal protagonista de todos los aspectos referentes a estos exilios y estas súplicas. En todo caso, el libro es una buena punta de lanza en esta temática poco pisada y siempre puede estar abierto a futuras revisiones o ampliaciones si la autora lo deseara. De momento, el libro es un buen libro. 

Las cartas de súplica de los exiliados eran cartas que escribían las personas exiliadas para lograr de las autoridades del gobierno en el exilio, los partidos, los sindicatos y organizaciones internacionales (como por ejemplo Y.M.C.A. o los cuáqueros) algún tipo de ayuda, ya fuera ropa, comida, medicinas, búsqueda de alguna persona y principalmente el poder salir de los campos de refugiados franceses, ya que estos funcionaban casi como campos de concentración, alambradas y guardias incluidos, y donde las condiciones de vida eran muy malas, abundando las enfermedades e incluso muertes. Se solía solicitar el pasaje hacia otros países, principalmente a México. El exilio comenzó desde el mismo inicio de la guerra civil en julio de 1936, aumentó considerablemente con la caída de la zona republicana del norte de España en 1937 y se multiplicó de manera altamente exponencial con la derrota en el Ebro en 1938 y la caída de Cataluña, momento en el cual, en enero de 1939, se batió un récord de personas que marcharon al exilio precipitadamente tratando de pasar a pie los Pirineos hacia Francia, con una frontera que se abría y cerraba intermitentemente. Lo peculiar de este exilio, como señala acertadamente Guadalupe está en que también el gobierno republicano marchó al exilio manteniendo sus instituciones y contando con dinero, con lo que ante las grandes masas de exiliados y las cartas que se recibían se optó por tratar de organizar a los exiliados. El propósito era doble. Por un lado Francia se veía desbordada, por otro todos los países de recepción tenían su preferencia y sus justificaciones laborales para aceptar refugiados, y por otro lado más, el gobierno republicano, los partidos y los sindicatos, querían mantener un sentimiento de unidad y sentían tener una deuda de protección con unos españoles que habrían de regresar a España algún día y restituir los valores de la República. 

Se fundó la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), que trató de encauzar las peticiones de particulares, partidos y sindicatos, y paralelamente también se fundó el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), por parte del presidente Negrín. Estos dos organismos entraron en conflicto entre sí. La JARE decía querer atender a todos los republicanos exiliados, sin distinción, aunque en realidad daba preferencia a socialdemócratas y republicanos, y subsidiariamente a anarquistas. El SERE también decía atender a todos los exiliados, pero daba preferencia a comunistas y negrinistas del PSOE (que a esas alturas se sentían próximos a los comunistas). Como se puede ver, había un peso importante de la política a la hora de atender a las personas que buscaban refugio. Aunque este problema existió de manera importante y ha sido tratado por numerosos historiadores desde el inicio de los estudios sobre la guerra civil, en el libro de Guadalupe se menciona, pero no se ahonda ni explica. Aunque hubiera sido deseable para quien escribe que se hubiera tocado el tema en un libro dedicado precisamente a las necesidades de los exiliados tratadas desde las instituciones republicanas, la autora ha preferido dar por obviado el asunto y centrarse principalmente en lo que las personas solicitaban, cómo solicitaban y qué mecanismos y cómo se ponían a funcionar para recibir y atender a las cartas. De hecho, Guadalupe opta también por no analizar los componentes políticos de los exiliados peticionarios, aunque menciona partidos y sindicatos. Su foco de atención es simplemente en el hecho de personas que escriben cartas peticionarias. Quiere remarcar el valor humano que trasciende de esas cartas, lo que, en un libro sobre el exilio deja en el lector muchas preguntas en el aire que querer formular, ya que los exiliados no lo eran por serlo y sus circunstancias no eran sólo humanas, sino también políticas en medio de una derrota y un amplio sentimiento de división ideológica y de culpas y no culpas republicanas y rechazo común a Franco y apoyo a los ejecutados. Aunque, eso sí, existiría una solidaridad común y básica entre todos los derrotados, más allá de sus ideologías y apoyos, especialmente entre las personas que no tuvieron cargos de ningún tipo. 

Leyendo parece que Guadalupe quiere ahondar en aquellas personas que se hubieran visto en el exilio siendo apolíticas o sin interesarles demasiado la política pero viéndose envueltas por las circunstancias en uno u otro lado. Esta idea queda clara en el libro, la autora desea analizar el exilio desde lo humano, simplemente, pero es obvio y evidente que aquel periodo fue muy convulso y muy participativo de la política. Los exiliados no lo eran simplemente por serlo. Se puede ver en estas cartas cómo muchos de ellos escriben autobiografías destacando sus méritos políticos para intentar obtener pasajes a otros países.

Habría desde el final de la guerra al final de marzo de 1939 un periodo hasta agosto de ese año, momento en el que estalla la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente lo que sería otro más hasta la formación del gobierno de Vichy en Francia, colaboracionista con los nazis, y de ahí a otros periodos que dependerán de los acontecimientos de la guerra mundial influyendo en los exiliados españoles. El libro analiza cómo van cambiando las cartas suplicatorias, así como la forma en la que se van encauzando institucionalmente y cómo cambian el tipo predominante de peticiones. Encontramos así desde cartas muy simples a otras que se elaboran con manuales de escritura epistolar, talleres para enseñar en los campos de refugiados a dirigirse a las oficinas de ayuda, cartas toscas y con escasez de papel, llenas de faltas de ortografía, a otras más elegantes y perfectamente redactadas. Son un reflejo heterogéneo de un exilio que había unido en lo común a todo tipo de personas. Aunque los intelectuales son los exiliados que más han llamado la atención, la mayor parte de los refugiados eran gente provenientes de trabajos agrícolas e incluso industriales. Eran estos los más solicitados por los países de acogida, pero los organismos se las apañaban para colar a numerosas personas que no tenían determinadas aptitudes, merced de su pasado en tal o cual partido o sindicato, o bien por su labor en el ejército, en algún cargo o simplemente porque algunos casos eran extremadamente descorazonadores y necesitaban de algún tipo de ayuda especial, como por ejemplo colarles por delante de otras personas. 

La necesidad de papel, lapiceros, plumas, tinta, sobres y sellos se transformó en algo básico y objeto de tráfico en los campos de refugiados franceses, pero la actividad peticionaria continuó fuera de ellos, en otros países de acogida, ya que se llegaba a ellos sin nada y se seguía necesitando ayuda, en especial las familias con niños pequeños al cargo. Este libro es por tanto un libro de Historia actual y un libro de Historia de la cultura escrita. La labor de Guadalape Adámez es importante y completa una visión más de lo que fue el exilio y cómo funcionó al lograr poner en contexto y reconstruir cómo funcionaban los trámites que debía realizar un refugiado para recibir ayudas. En ese sentido nos reconstruye igualmente cómo se organizó una de las primeras instituciones administrativas de la República en el exilio, con todas las vicisitudes que tenían en aquellos trágicos momentos. Una labor que necesitaba de conocer los documentos de diferentes archivos de diferentes países. Aunque aún se puede ahondar más y se debería tratar de ir completando todas las visiones y profundidades posibles a las que se pueda llegar por parte de cualquier historiador más en el futuro. A través de esos trámites conocemos además las necesidades y problemas de los exiliados más modestos. Guadalupe además reconstruye también un fragmento de la cultura popular de estas personas al exponer sus relatos, pero también al abrirnos cada capítulo con testimonios y poemas de exiliados reconocidos. No obstante, el libro ha sido presentado en diversos lugares acompañada ella por Borja Montero quien, al final de cada acto, toca con su guitarra canciones compuestas por exiliados y también canciones compuestas por el exilio, lo que es una labor extra añadida de las mentalidades y la cultura que se fue creando en aquellos campos de refugiados y en aquellos países de acogida.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 22 de abril de 2018

Don Quijote de la Mancha

1.- Título: El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1605. (1ª edición)
 2.- Título: Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1615. (1ª edición)
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Título: Don Quijote de la Mancha
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial: Alfaguara, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española.
Año de publicación: 2005 (1ª edición, edición especial del IV Centenario, 1605-2005).
Género: Novela.
ISBN:  978-84-20467-28-3
 
El más internacional y afamado de los escritores de Alcalá de Henares es Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Está considerado el inventor de la novela moderna gracias a su obra El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, escrita en 1604, editada por Francisco de Robles en 1605, tras pasar por la censura imperial, e impresa por Juan de la Cuesta en ese mismo año. Poco a poco la novela fue cobrando fama y gran número de lectores, por lo que en 1614 un licenciado llamado Alonso Fernández de Avellaneda, de Tordesillas, publicó el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. No era algo fraudulento, en la época era algo bastante habitual, normalmente se asimilaba a una especie de reconocimiento por el éxito. Ahora bien, eso no quería decir que si el autor original estaba vivo le sentara bien. Se sospecha que Avellaneda era un pseudónimo, algunos han querido reconocer en él a Lope de Vega, Quevedo, Pedro Liñán y otros, algunos ligados a la Universidad de Alcalá (en este Quijote se pasa por Alcalá), y otros ligados a diversas enemistades con Cervantes. La cuestión es que se cree que en la primera parte de Cervantes había alusiones contra alguien enemigo de él, del cual se burla, y que este, bajo el nombre de Avellaneda, se quiso aprovechar del éxito de Cervantes usando a su personaje y escribiendo también alusiones al propio Cervantes en términos que también eran dolientes, por ser ataques personales encubiertos que en buena parte, se nos escapan a los lectores y a los estudiosos que hemos ido leyendo y analizando la obra a lo largo de los siglos. Es parte de sus biografías que no ha trascendido, pero que se ha dejado insinuar que algo pasaba. Como sea, Cervantes replicó a ese segundo tomo reivindicando a Quijote sólo como invención suya publicando Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha, en 1615, un año antes de la muerte del autor. En esa segunda parte reclama al personaje, fija a ese volumen como el único verdadero y legitimado para continuar las andanzas del protagonista, y arremete de manera encubierta contra quien quiera que fuese Avellaneda. Para asegurarse que nadie más se aprovecharía de su obra, decidió matar a su protagonista al final de esa segunda parte, un recursos que sería usado en diversas ocasiones más por otros autores con sus personajes en siglos posteriores. Ambas partes de Cervantes se editaban por separado a lo largo de varios siglos, pero lo habitual, también desde hace unos siglos ya, es editarlos en un sólo libro como obra completa, conservando o bien el título de la primera parte o, como ya es más habitual desde el siglo XX, como Don Quijote de la Mancha. Con este último título, por ejemplo, se publicó una edición especial en su cuarto centenario, en 2005.

Entre 2005 y 2015 se han editado diversas ediciones especiales y conmemorativas por sus cuatrocientos años. Otra de las que se hicieron fue una edición de bolsillo, de tapa blanda, editada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de Empresa Pública Don Quijote 2005. Esta edición contiene una letra en exceso pequeña y apura los márgenes de las páginas, con lo que a pesar del gran volumen de hojas que ocupa la obra, estos ejemplares se quedaban relativamente manejables. Ahora bien, el papel es probablemente de origen reciclado y se oxida (amarillea) con facilidad. Es recomendable no dejarlo demasiado a la luz, para su conservación. Este libro fue muy regalado por diversas instituciones y asociaciones culturales subvencionadas en 2005 y en 2015, especialmente en Alcalá de Henares. Sin embargo, vamos a centrarnos en la anterior edición especial y conmemorativa mencionada antes, también de 2005, la cual se comercializa y en algunos lugares es incluso artículo de coleccionista. También fue regalada en su momento, aunque con menos profusión que la otra mencionada. Esta edición es la más refinada hasta la fecha de las ediciones manejables. La editó Alfaguara en tapa dura, con la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, por lo que el texto está especialmente cuidado y respetuoso con como lo escribió Cervantes; colaboró también Castilla-La Mancha. Las hojas son de un papel mejor que la anterior citada, la letra está en un cuerpo de fácil lectura y el cajón de texto respeta unos márgenes que no apuran el papel. Además, incluye una cinta como marcador de páginas. Contiene reproducciones de las portadas originales de 1605 y 1615 y ornamentos e ilustraciones de una edición madrileña promovida por la Real Academia en 1780 y editada por Joaquín Ibarra. Es desde luego una edición conmemorativa digna de coleccionar. La portada general del libro es un diseño moderno en fondo blanco que contiene unos rasgos de Quijote de manera conceptual, donde aparece la letra y el nombre de Cervantes.

Don Quijote de la Mancha es una obra de humor más que analizada y comentada por innumerables personas, doctas y no doctas, a lo largo de estos cuatrocientos años. Algunas gracias han caído en el olvido del porqué de su sentido del humor, al ser asuntos y recursos que podían hacer gracia en su época ya por la mentalidad del momento, o ya por las circunstancias y dichos de la época, algunos olvidados. Las ediciones y los análisis más concienzudos han desentrañado la mayor parte de ellos. Aún así, sigue conteniendo partes de humor y de crítica social que se entienden perfectamente en nuestra época, son intemporales, y por tanto: universales, incluso más allá de las diferentes culturas del mundo. Sirva de ejemplo que esta obra era perfectamente entendida y asumida en el Japón de su época y de unos siglos después, si bien adaptándolo culturalmente a los shogunes y demás órdenes y costumbres sociales del Japón feudal. Para entender un poco que los dobles sentidos han podido ser olvidados hoy día, de entre las muchas interpretaciones de su inicio ("en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme") se ha dicho tanto que pudiera ser una referencia a un lugar donde Cervantes no se sintió cómodo, como una broma respecto a los libros de caballerías (que siempre daban multitud de detalles de los lugares de procedencia de sus héroes, lugares además muy ricos y urbanos, siendo La Mancha más bien una región pobre y de carácter rural y agrícola), como una broma de doble sentido entre el lugar geográfico y el nombre antisemita en aquella España del siglo XVII donde tener la sangre manchada era tener antepasados o pasado judío. Esta última interpretación ha hecho pensar a algunos en el posible pasado judío de la familia de Cervantes, que sería conversa a finales del siglo XV. No querer acordarse de un lugar "manchado" sería una broma donde el narrador hace la gracia con el doble sentido donde se viene a decir que este hidalgo, Alonso Quijano, el Quijote, podría tener un pasado judío que mejor olvidar. Pero esto sólo es una posible interpretación sobre lo que pudo querer bromear Cervantes al escribir ese inicio. Sirva esto de ejemplo simplemente para hacernos concebir que algunas de sus bromas requieren un poco de comprensión de lo que pudiera hacer gracia en su época, por mucho que otros chistes sean aún fácilmente comprensibles y graciosos.

La novela es una parodia de las novelas de caballerías que estuvieron de moda en la Baja Edad Media y en buena parte del Renacimiento. Una de las novelas más referenciadas y burladas en El Quijote es Amadis de Gaula, escrita quizá algo antes de 1508 por un autor aún desconocido, de gran éxito a lo largo de todo el siglo XVI. Pero dejar su análisis sólo en eso sería un mal análisis. La novela es también una crítica social y hasta política. Cervantes era el más cosmopolita de los autores españoles de su época. Era un hombre de mundo que había viajado y que había conocido de cerca otra cultura que no era la judeocristiana, conoció la musulmana. Hijo de un cirujano, con estudios truncados, viajado por la península Ibérica, pobre, soldado de fortuna contra el Imperio Turco, veterano de guerra, tullido de guerra, preso de guerra, liberado de la cárcel gracias al dinero y los movimientos realizados por las mujeres de su familia (su madre y hermanas, las Cortina) a través de la orden religiosa de los Caracciolos, espía (informador), hermano de una abadesa, poeta más bien fracasado, escritor de obras de teatro y prosa que no se ajustaba a los estilos de la época, medio arruinado, posterior cobrador de impuestos para armar a la Gran Armada, prevaricador (por lo que cumplió condena de cárcel), escritor de cierto éxito en sus últimos años de vida.

Era un hombre de mundo que había conocido diversos estados de fortuna en su vida y muy diferentes circunstancias. Eso le abrió la mente hasta el punto que, pese a la posible broma inicial de El Quijote antes citada, a lo largo de su obra deja desprender su apuesta por la mezcla de culturas, incluso con relaciones sexuales y matrimonios mixtos, como solución a los problemas del mundo y las guerras. Es un hombre que escribe habiendo conocido a las culturas de las que habla, y las respeta. Eso le diferencia en mucho de muchos de sus colegas de Letras de su época, y es algo que también hace que le distancie de ellos y que incluso le sirva para ganarse detractores. Su concepto de la honra, quizá precisamente por su biografía, cambia respecto a muchas de las personas de su época y del resto de escritores, como por ejemplo Lope de Vega, su gran enemigo. Así por ejemplo, en el personaje Sancho Panza deja claro que Cervantes no sólo apuesta por lo multicultural, si no también por el pragmatismo, más que por los ideales. Los ideales no son despreciados, de hecho Quijote los encarna, pero estos chocan con la realidad cuando no se es pragmático. La obra apuesta por un mundo nuevo que trastocaría un poco el orden social. A lo largo de la obra hay fenomenales discursos en contra de muchas de las costumbres del orden social de la época, en favor de los más desfavorecidos. No obstante, Quijote es hoy día el personaje elegido por innumerables movimientos políticos y sociales que actúan en favor precisamente de los más desfavorecidos. Dentro de esta modernidad aparece incluso un alegato feminista en el personaje de Marcela, donde reivindica la independencia y los derechos de la mujer, algo muy adelantado para su época. También, por poner otro ejemplo, critica las relaciones de poder, la justicia y lo trastocado de los conceptos de lo noble en su época en el pasaje de la liberación de los presos galeotes. Toca incluso el delicado asunto de la censura con la quema de libros que hace precisamente el párroco como si estos fuesen la causa de una locura de Alonso Quijano, reflejo de la quema de libros que realizaba la Inquisición para que la gente no adquiriera ideas que les hiciera pensar diferente a las interpretaciones de la Iglesia o del poder. Más aún, de lejos roza los efectos de la "industrialización" en el medio rural tradicional; los gigantes que pueden desbaratar a la persona que se enfrenta a ellos son en realidad molinos de viento que aunque hoy día los asociamos típicamente a La Mancha, eran una innovación tecnológica de los Países Bajos para moler grandes cantidades de harina de manera rápida y barata, pues el molino tradicional de España era en realidad el clásico musulmán y romano de cangilones en una rueda movida por la fuerza hidráulica de un río o por una mula, el paisaje con los molinos de viento cambiaba mucho para personas no acostumbrados a ellos.  Ahora bien, quizá Cervantes está reflejando con todo esto una realidad que se intuye actualmente en innumerables estudios históricos donde se descubre una gran cantidad de insatisfacciones sociales en rebeliones fallidas ante las relaciones de poder y las normas con las que se desarrollaban las cosas, especialmente cuando había hambrunas y los impuestos eran sofocantes. Seria la conciencia de clase intuida, o embrionaria, de los más desfavorecidos, pero aún no formulada expresamente, ni organizada.

Básicamente, un hidalgo venido a menos en lo económico, pero con poder social en su pueblo de La Mancha, un entorno rural pequeño y empobrecido, se vuelve aparentemente loco por su exceso de lecturas de libros de caballería. Tales lecturas, aparentemente poco provechosas más allá del ocio, le introducen una serie de ideas de justicia social que quiere llevar a cabo como caballero andante al estilo de los héroes de la literatura medieval, que estaban de moda a lo largo de todo el siglo XVI, el libro y sarcasmo de Cervantes ayudaría a que fueran a menos su éxito en el siglo XVII. Creyendo que un caballo medio muerto de hambre es el mejor rocín, unas armas viejas, armas invencibles, una bacía, un yelmo, un campesino embrutecido y analfabeto, un escudero, una campesina basta, una dama, etcétera, va confundiendo la realidad social que se va encontrando en su camino por España con una realidad irreal de ideales de honor y normas caballerescas, fantasías de monstruos y hechiceros incluidos. A todo esto salen en su busca un bachiller y un párroco a petición de las mujeres familiares de Alonso Quijano, y básicamente así, con sarcasmo, Cervantes pone en tela de juicio no sólo la validez de las novelas de caballería como entretenimiento vano que no aporta ideas útiles a los problemas actuales del Imperio Español, si no también la base sobre la que se asienta ese imperio, lleno de injusticias sociales y miserias humanas de todo tipo imaginable. Un auténtico estudio de la época y de todo una conformación de una España que, incluso hoy día, se refleja en buena parte en su más profundo modo de ser.

Cervantes no siguió las convenciones estilísticas de conceptistas, donde lo importante era hacer llegar el concepto de manera ingeniosa (Quevedo), culteranistas, donde lo importante era narrar con un gran números de datos y recursos cultos, lo que hacía que sólo unos pocos pudieran entenderlo (Góngora), castizos, con un uso popular del lenguaje y unas temáticas sencillas y fácilmente asumibles (Lope de Vega), ni mucho menos místico (Santa Teresa de Jesús) ni poeta silvopastoril. Cervantes desarrolló su propio estilo y su propio concepto de cómo quería transmitir sus historias. Es ahí donde introdujo una innovación que da paso a la novela moderna, a la novela tal como la entendemos hoy día y la escribimos hoy día. Y es ahí donde muchos de los otros autores chocaron con él. Es ahí donde reside el fracaso inicial de muchas de sus obras, máxime cuando sus puntos de vista e ideas eran tan abiertos de mente, tan libertarios, que al romper con algunas ideas del orden social de la época, pero no con las más básicas y estrictas, es ahí también donde al final de su vida, en sus últimos años, se vuelve tremendamente célebre por su éxito al publicar El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. Tocó con sus innovaciones algunas teclas que combinaron a la perfección y sintonizaron bien con muchas de las quejas de una sociedad imperial llena de glorias, pero también de innumerables miserias humanas en lo económico y en lo humano a costa de lo costoso de muchas empresas, de las guerras, de la Inquisición y de un largo etcétera que enorgullecía a los españoles por su Imperio a la vez que alimentaba la picaresca por sus penurias en sus vidas particulares. Demasiados esfuerzos por ideales que dejaban a las personas en auténticas vidas arruinadas. 

A causa de su ruina económica, Cervantes le dedicó su primer libro a Alonso de Zúñiga, Duque de Béjar, en busca de algún tipo de favor, probablemente económico, que posiblemente no logró. A fin de cuentas, Cervantes también era un hombre de su época, y había combatido por el Rey y el Imperio en Lepanto.

El libro introduce una gran cantidad de novedades para la época, como por ejemplo las intrahistorias, que son pequeños relatos, o pequeñas novelitas dentro de la novela, tramas secundarias de personajes secundarios que enriquecen la trama central de los personajes principales. La primera parte es muy ágil en esto. Sus primeros capítulos son muy rápidos, llenos de una gran cantidad de anécdotas y aventuras que tocan muchas de las cuestiones políticas y sociales de su momento que no se habían atrevido a tocar la gran mayoría de los autores coetáneos. También introduce al autor como personaje que aparece en la obra, y mete el concepto de que el narrador no es necesariamente la voz del autor, sino la de otro personaje. Crea así una gran multitud de voces y puntos de vista narrando la historia y hace pensar al lector diferentes puntos de vista. La segunda parte es más pesada y sesuda. Es más reflexiva, quizá porque Cervantes es más consciente de su éxito y quiere responder a una gran cantidad de cuestiones, como el asunto del buen gobierno y las responsabilidades del poder al colocar a Sancho como gobernador de Barataria, o bien un asunto tremendamente adelantado a su época: los problemas de la fama, sufridos por Quijote allá por donde pasa, es reconocido y es mofado, como pasa por ejemplo con el pasaje del caballo Clavileño. Además se adentra en todo un tratado psicológico como es la quijotización de Sancho y la sanchificación de Quijote. 

Se han escrito ríos, mares, de tinta de las muy diversas lecturas, interpretaciones y temas que se pueden hacer y saca Don Quijote de la Mancha, una obra que por otra parte, incluso en su época, tocó otro aspecto altamente adelantado a su momento: la trascendencia de esta obra a otros artistas y a otros campos del Arte, así como el desarrollo de las historias de personajes secundarios en otras obras, se puede seguir en pinturas, grabados, música, esculturas, teatro, títeres, etcétera. E incluso la producción de adaptaciones, como la anteriormente citada en Japón. 

En 2014 se dio a luz a la prensa pública española la existencia de documentos que hablaban de personas reales que existieron en el siglo XVI en Miguel Esteban, un pueblo de La Mancha cercano a El Toboso, de donde era el personaje de Aldonza Lorenzo, Dulcinea, la "dama" de la que se enamora Quijote. ¿Era Miguel Esteban el lugar de La Mancha del que no quería acordarse de su nombre? No lo sabemos, pero la cuestión es que allí, según los documentos reales que se guardaban en los archivos, vivieron una serie de personas que se ajustaban a varias de las descripciones y episodios de varios de los personajes de la novela. El descubrimiento lo hizo el archivero Francisco Javier Escudero y la arqueóloga Isabel Sánchez Duque. El procurador de Miguel Esteban, Francisco de Acuña se solía vestir con armaduras medievales para atacar y espantar a los vecinos, entre ellos a Pedro de Villaseñor. Tal suceso, que llegó a pesquisas y juicios, ocurrió en julio de 1581, y es en julio que ocurre la primera salida de su casa de Don Quijote en la novela. Más aún, la familia de Villaseñor fue citada directamente por Cervantes en otro de sus libros, Los trabajos de Persiles y Segismunda, publicado póstumamente en 1617. Ambos investigadores especulaban si Cervantes pudo conocer todo esto de manera directa o a través de amistades. También en aquel pueblo vivió un Rodrigo Quijada, que tenía un escudero y había comprado un título de hidalgo con el cual se creía en su derecho de imponer la ley de manera poco ortodoxa, según la interpretaba él en su juicio propio y unilateral, sin consulta. Si estas historias y estas personas pudieran haber inspirado inicialmente a Cervantes, y después lo pudiera haber enriquecido con otras historias de la España de la época, nos llevaría a un proceso de documentación del escritor moderno, pero sobre todo nos llevaría a un autor que refleja con humor la España profunda de su tiempo, o la distorsión social de su época, tal como después harían personas como Valle-Inclán en el siglo XX. Sean o no estas personas inspiradoras de Cervantes, probablemente en alguna historia real se tuvo que basar el autor, aunque otras muchas fueran de su invención. Quizá, de ser cierta esta teoría, eso explicaría la agilidad de la primera parte y los primeros capítulos, que contarían con el impulso y las ganas de reflejar con humor esa España, y explicaría que la segunda mitad de ese primer libro y el libro segundo sean más reflexivos, más pausados, de peso, pero más con otro ritmo más lento.

Cervantes controlaba bien el lenguaje. Era un experto de la sintaxis, capaz de realizar oraciones y frases perfectas que ocupaban párrafos enormes de varias lineas. En ese sentido no ha podido ser igualado incluso hoy día. En ese sentido, lleno de circunloquios, paráfrasis y demás, se nota también su barroquismo. Es, eso sí, fácil de entender. No usa un lenguaje intrincado. Apodado "Príncipe de las Letras", se ha fijado el 23 de abril, aniversario de su muerte, que coincidió con la del inglés Shakespeare, como el día por excelencia de la Literatura española, es el Día del Libro y se entrega el Premio Cervantes desde 1976 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, que es una especie de equivalente del Premio Nobel de Literatura, pero sólo para el idioma español.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

miércoles, 11 de abril de 2018

En la maduración del caos

Título: En la maduración del caos
Autor: Samuel Santos. 
Editor: Autoedición del autor por micromecenazgo de los lectores.
Impresor: Gráficas de Diego.
Año de publicación: 2017 (1ª edición; prólogo de Daniel L.-Serrano "Canichu".); 2018 (2ª edición, revisada y ampliada).
Género: Poesía.
ISBN:  [Sin ISBN, autoedición libre.]

Samuel Santos (1993) quizá sea actualmente el poeta más joven de Alcalá de Henares que ha publicado un libro. Lo hizo en septiembre de 2017 gracias a una campaña de micro financiación con las nuevas tecnologías de Internet, por lo que muchos de sus lectores y amistades pudieron aportar dinero para que pudiera publicar en principio unos cien ejemplares en una imprenta de Madrid capital, Gráficas de Diego. El libro, de hecho, se ha promocionado y repartido sobre todo en recitales dados en Madrid capital, así como entre las personas de Alcalá de Henares que aportaron algo a la creación de esta obra. Samuel Santos es conocido precisamente por su participación en múltiples recitales grupales, especialmente los que han tenido motivaciones reivindicativas y altruistas, ya sean con objetivos de igualdad de derechos en la cuestión del género sexual, o bien de protección de los animales y defensa de una vida vegetariana, en su vertiente vegana. Y esto ha sido así tanto en Alcalá de Henares, donde se le vio mucho en el ambiente del bar El Laboratorio entre 2015 y 2016, como en Madrid, donde se le ha visto desde 2016 mucho más, sobre todo en lugares asociativos autogestionados. Planea aparecer en otros lugares de España, especialmente el norte peninsular. 

Samuel Santos, aparte de ser un espíritu joven, es un espíritu libertario. Toda esa concepción de la vida, lo igualitario, el animalismo y lo libertario, queda totalmente reflejado en esta obra, su primer poemario de una manera clara, patente, directa y evidente, sin pretender ocultarlo en absoluto, pero sin rendir la función de la poesía a la ideología, sino siendo la poesía un motor de expresar su modo de entender la vida. Más aún, el mero hecho de haber optado por el complicado camino, y modesto, de eludir el control y el colador de una editorial, ha optado por poder controlar su propia obra para poder ser una expresión más de su deseo de libertad. Samuel ha llegado incluso a diseñar y maquetar el libro por sí mismo. El resultado editado tiene un nivel alto, lo que es de gran valor y mayor aún atendiendo a su edad y a que es su primer libro. Se refleja en él una fuerza, un nervio, vital.

La portada es una ilustración de Andrea Angelina, mientras que la contraportada cuenta con un texto de Carlos "el Cebolla", escrito en una espiral un tanto anárquica en una fingida caligrafía humanística cursiva. En un entramado de color térreo salta a la vista la potencia de unos trazos como de tinta negra formando formas entre vegetales y una cara, dando lugar a algo muy vital y muy confuso, como si de un caos estuviera naciendo algo, lo que está al servicio el título del libro: En la maduración del caos. El libro cuenta además con un prólogo del también escritor alcalaíno Daniel L.-Serrano "Canichu", el que escribe esta reseña. Prólogo mutilado por el autor por cuestiones económicas para lograr la edición, razón que expresa la dificultad eterna de los escritores para sacar adelante sus proyectos. No es el dinero quien más fácil se lo pone a los poetas.

La poesía de Samuel, pese a su joven edad, parece la poesía de un hombre muy mayor lleno de experiencia de la vida. Un hombre muy mayor rebotado de vuelta de todos los caminos idos por la vida. Aún así, en esos versos, se descubre que es un hombre joven justo en todos los espacios que deja abiertos al sueño, a la utopía por realizar, a la esperanza en un algo aún por probar, aunque sus versos nos quieran decir que ya fue probado. Es una poesía altamente barroca, compleja. Necesita de una lectura lenta, pausada, reflexiva. Un poema, para entenderlo plenamente, requiere no de una sino de varias lecturas y su consecuente reflexión. Una reflexión que reclama lo intelectual, pero también lo sensorial, porque la poesía de Samuel contiene mucho de filosofía, pero mucho también de intuición  visceral que para entenderla hay que leerla con los sentimientos que lanza, con lo emocional. Es un libro muy meditado y muy trabajado, lo que es también sorprendente para ser un primer poemario. Hay un claro reclamo de justicia social y de justicia con la vida, un claro reclamo de la libertad total para el individuo, pero se intuye en los versos reflexionados que eso no es posible si en la vida en sociedad el otro no comprende, acepta y asume esa libertad individual para el otro y para sí. Es probablemente el poeta libertario más claramente posicionado en esta vertiente de entre todos los poetas libertarios actuales de Alcalá de Henares, y probablemente de Madrid. Y ello sin que la ideología se coma al poema, si no que el poema es sólo expresión de su sentir y su reflexión, que es libertario. Lo que es un resultado muy complejo de lograr, a menudo imposible, ya que las ideologías suelen pervertir la Literatura con una facilidad suprema. En muchos de los poemas de Samuel no es así, aunque siendo sincero, en algunos sí, pero esos algunos no son la mayoría.

Como primer poemario que es recoge una selección de sus primeros poemas compuestos por años y recitados en muchos recitales previos en público. Se dividen en diferentes bloques que se diferencian con ilustraciones oscuras y lúgubres mezcladas con textos de reflexiones que invitan a pensar en una interiorización del conflicto y el caos personal que evoluciona hacia un algo impreciso, pero que claramente apunta a una salvación personal al creer en uno mismo tras descubrirse a uno mismo. Es por tanto una maduración del caos de la persona, que en medio de la zozobra de una época de cambio se comprende a sí mismo en caos, lo acepta y se forma dentro de él para superar la fase y ser algo más que un caos, algo maduro. Es un caos también porque se rebela contra el orden establecido, todo tipo de orden, y denuncia en diversos poemas todas aquellas convenciones sociales que nos cohíben como persona, o que se expresan en violencia contra otras personas o seres vivos.

El libro denuncia el orden social y económico, y denuncia toda barbarie contra los demás seres vivos. Busca una justicia social al mismo ritmo que ahonda en lo más profundo del alma del poeta, que tiene su propia zozobra interna, su caos interior. Sirve en ello una metáfora transversal en varios poemas a lo largo del libro sobre una enfermedad atroz, no sabemos si una enfermedad que periódicamente hace rozar la muerte o pensar profundamente en ella. Una enfermedad que hace que el autor cante y abrace la vida, la vida sin normas, la vida por la vida, la vida sin ataduras ni corsés, ningún corsé ético ni moral que cohíba la vida. El único límite es el respeto a toda vida, el respeto a lo que debería ser lo justo, la justicia. Es estremecedor leer los versos donde se habla de lo que quema respirar o latir. Pero es liberador leer a continuación como con rabia se defiende la vida. 

Una de las palabras más usadas en el poemario es "sinestesia", que es la sensación secundaria de una parte del cuerpo ante el estímulo que se produce en otra diferente, según el diccionario, y también "sinergia", que es la acción de dos acciones que, al juntarse, provocan una sola acción o una acción derivada. En esas dos palabras se haya la clave y el resumen de En la maduración del caos. Toda lectura del poemario o de poemas sueltos del poemario deberían atender a esta clave, pues ahí hay mucho de la explicación. Probablemente el libro busca una reacción en el lector más allá de la poesía.

"(...)
Entonces:
¿me resigno a respirar los vapores
de una sociedad corrompida
por una realidad insana y artificial?
(...)"


Samuel Santos es una de las jóvenes promesas de la literatura alcalaína actual que más promete, aunque, por este camino, lo hace en un camino enrevesado, barroco, complejo, de lectura que necesita de reposado para su reflexión, y, creedme, merece la pena parar a pensar, aunque el libro, de algo más de ciento cuatro páginas, termine siendo leído en el mismo tiempo que un libro de mayor volumen de páginas.  Samuel Santos, el poeta experimentado de corta edad.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".


NOTA SEGUNDA (26 de mayo de 2018, por Canichu): En mayo de 2018 Samuel ha editado una segunda edición donde se han suprimido algunos poemas que no terminaba él de sentir que debían estar en este poemario. Además, ha cambiado algunos versos de otros poemas. La portada y contraportada ha cambiado de color y ligeramente el dibujo. Se pierde el texto en espiral de la contraportada y aparece otro de Juan Ángel Asensio. La tipología de la letra queda más a gusto del autor, que le interesaba tener una tipología tipo máquina de escribir antigua. Las ilustraciones del interior también cambian, ahora son obra de Rubén "Ruru", en color. La estructura del libro original queda igual, pero mejor señalada: cuatro partes donde del caos nace la vida, con la semilla y su fruto como metáfora. Además, aunque sigue teniendo una fuerte carga filosófica en estos poemas, ahora apoya su peso un poco más en el dharma del hinduismo y el budismo.