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lunes, 13 de marzo de 2023

Nueve mochilas y un viaje de novios. Diario de un paseo por Brasil

Título: Nueve mochilas y un viaje de novios. Diario de un paseo por Brasil.
Autor: Jacinto Gamo García (con textos de Pura y Diego).
Editoriales: El Ojo de Poe / Ediciones del Recuerdo
Año de publicación: 2021 (1ª edición ambas editoriales).
Género: Novela; Memorias; Libro de viajes
ISBN: 978-84-122899-6-1

 

Ya conocemos a Jacinto Gamo García, es el hijo del escritor alcalaíno y funcionario de Hacienda Pedro Gamo, y en 2020 publicó el libro inédito de su padre Hacia la cúspide, que era de 1958, año en el que murió, siendo Jacinto un niño de 8 años de edad y hermano de otros seis hijos. Jacinto nació en Alcalá de Henares en 1950, en el barrio de El Chorrillo, que en esos momentos no era tanto un barrio como un conjunto de fincas y eras. Es a la vez bisnieto del inventor Valentín Silvestre. teniendo él 8 años de edad, como se ha dicho, murió su padre en 1958, más o menos por esa fecha comenzó a pintar imitando a una de sus hermanas mayores, a la que había visto pintando cuadros desde muy niño. De ahí le comenzó una afición por la pintura que la continuó el resto de su vida. En ese sentir juvenil conoció sin saberlo en su momento al pintor alcalaíno Carlos Chacón. Sin embargo, Jacinto Gamo pasó a hacer la carrera Universitaria en Madrid, donde estudió Biología. Llegó a doctorarse por la Universidad Complutenses, por entonces Universidad Central de Madrid. A su regreso a Alcalá tomó mayor contacto y amistad con Carlos Chacón, que acababa de volver a la vez del servicio militar obligatorio en la legión, en África. Tuvieron compartido un atelier de pintura (un estudio) en el Paseo de la Estación. Ambos participaban de concursos de pintura. Sin embargo, es de todos conocido la temprana muerte de Carlos Chacón por accidente. Jacinto Gamo siguió como aficionado a la pintura pero se dedicó más a la biología. 

 Con la refundación de la Universidad de Alcalá de Henares en 1977 se convirtió en uno de sus primeros profesores en ese mismo año. Nunca cambió de Universidad. Hoy día, año 2023, incluso sigue siendo profesor emérito de la misma. Ha publicado numerosos artículos de investigación en biología y ha contribuido a la formación de una enorme cantidad de generaciones de biólogos españoles. Siendo reconocido por todo ello.

A la vez es partícipe de la vida cultural de la ciudad, cosa que además le facilita el ser amigo personal de varias de las personas que desde la segunda mitad del siglo XX han estado en ese panorama. En 2020, con setenta años, recuperó la obra poética de su padre, como se ha dicho, creando además su propia firma de autopublicación: Ediciones del Recuerdo. Al año siguiente, en 2021, publicó su propia novela, que a la vez tenía altas dosis de memoria personal, Nueve mochilas y un viaje de novios. Diario de un paseo por Brasil, en la misma editorial y también en El Ojo de Poe, a la que también está ligado. Y aún en 2022 sugeriría y daría información a Enrique Javier de Lara para que escribiera una novela sobre la vida de su bisabuelo Valentín Silvestre, cosa que ocurrió.

La novela Nueve mochilas y un viaje de novios. Diario de un paseo por Brasil es además un diario de bitácora lleno de anotaciones personales ordenadas de modo novelado. Trata de un viaje a Brasil que realizaron nueve personas, por lo que hay recuerdos de nueve personas sobre un mismo viaje, a cuya prosa de Jacinto Gamo se la añaden notas de dos personas identificadas en portada como Pura y Diego. En ese sentido es también un libro de viajes en el cual se nos muestra las diferentes percepciones humanas sobe un mismo viaje que ahonda en cada uno. Las vivencias diversas en un mismo asunto. 

De este modo construye en novela un recuerdo personal al que él califica "delicioso". No es inusual que una primera novela de una autor se construya con grandes dosis autobiográficas. 

El autor, muy ligado a la ciudad, queda así marcando un rumbo creativo que aporta en esta década de 2020 y nos hace recordar que aparte de profesor de biología él también tiene un rumbo cultural en la ciudad. 

 

  Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 29 de enero de 2022

Viaje a la Alcarria

Título: Viaje a la Alcarria.
Autor: Camilo José Cela.
Editor: Revista de Occidente.
Año de publicación: 1948 (1ª edición).
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Título: Viaje a la Alcarria.
Autor: Camilo José Cela.
Editor: Audioclásicos.  
Publicado en formato: Audiolibro en formato informático abierto a público en página web de Internet.
Año de publicación: 2020 (1ª edición sonora del editor Audioclásicos con la voz de Jesús Polvorinos).
Colección: Viajes por España.
Género: Libro de viajes.
ISBN / Depósito Legal / Creative Commons: No consta.

 

El pasado 17 de este mes de enero se produjo el vigésimo aniversario de la muerte de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura y Premio Cervantes, o don Camilo José Cela como mucha gente le sigue titulando hoy día. Con ese motivo le escribió una carta pública en prensa su última esposa y viuda, Marina Castaño, la cual fue muy polémica al tratar ella de ponerle al día de lo ocurrido en las últimas dos décadas desde un punto de vista muy conservador, muy muy conservador, hasta el punto que incluso defiende del trato recibido por presunta corrupción al rey emérito Juan Carlos I, amigo de Cela, o ataca a amigos de Cela que tras su muerte publicaron o declararon cosas sobre él que no le dejaban en buen lugar, como por ejemplo Umbral. La carta fue replicada por numerosas personas anónimas, conocidas y periodistas tanto en redes de comunicación como en prensa escrita, radio y televisión. Una de las más contundentes fue la publicada por Pablo Elorduy en el periódico El Salto, en otra carta abierta a Cela, esta vez con un punto de vista de izquierda social. No es ningún secreto que Cela es en pleno 2022 objeto de polémica, como lo viene siendo ya no solo desde el día de su muerte en 2002, sino desde algún momento temprano de la Transición política de la dictadura de Franco a la actual monarquía parlamentaria de corte democrática y constitucional, allá entre 1976 y 1978. Ha sido un personaje muy venerado por muchos años, décadas, sobre todo desde que obtuvo el Premio Nobel en 1989 y el Cervantes en 1995, pero claro está que el paso del tiempo nos lo va ofreciendo entre la admiración a una prosa impecable y llena de experimentación y crudeza, la figura humorística por su forma de ser franca y el reconocimiento de su ser más oscuro desde sus postulados franquistas a otras actitudes vitales que en la cultura popular se resumen en la manida frase: "era un buen escritor pero en lo personal era un cabrón, una cosa no quita la otra". Sea como sea, aprovechando ese veinte aniversario de su muerte, en estas notas dejamos constancia de Cela también como escritor que se relacionó con Alcalá de Henares, y a su rebufo Francisco Umbral.

En este caso Cela tiene a Alcalá de Henares en uno de sus libros, aunque, nunca mejor dicho, de paso. Se trata de uno de sus primeros libros, Viaje a la Alcarria, el cual no es una novela, sino un libro de viajes, y hasta cierto punto de memorias suyas en ese viaje. Su título completo era: Viaje a la Alcarria. Las botas de siete leguas. Un libro que escribió y publicó no tanto como libro, sino como una especie de artículo largo en La Revista de Occidente, en 1948, cuando hizo aquel viaje. Ahora bien, la obra tuvo éxito, arrastrada del éxito del propio escritor con otras obras suyas, y fue editado en libro propiamente dicho posteriormente en dos ediciones más que no le convencieron, por lo que cada una de las ediciones tiene variantes sobre el texto y sobre la presentación estética del mismo, lo que no era solo cosa del editor, sino también empeño del autor. Entre ese 1948 y diciembre de 1963 circularon por tanto estas ediciones que para entonces eran el libro con más variantes que jamás había trabajado antes Cela. Habían sido publicadas por Espasa Calpe en Destino. Así por ejemplo le habían añadido versos de un cancionero que siguió Philip Polack, sin introducir aclaraciones del porqué. En la tercera edición se hicieron numerosos cambios y añadidos a la obra original tal como había quedado en la segunda edición, fue la edición de Papeles de Son Armadans, donde Cela trabajó con el artista plástico Jaume Pla para crear no solo un texto depurado por Cela, sino también un texto que visualmente respondiera también a un mensaje de harmonía visual. Jaume hizo cambiar algunos comienzos de los capítulos para que no coincidieran las letras capitales, así como Cela alargó o acortó partes para que los cajones de texto y las líneas quedaran estéticamente bonitas en esa edición. Estaban creando así un libro que no solo lo era por su texto, sino como objeto de culto o de arte. Sin embargo, la relectura de lo terminado y publicado tiempo después hizo que Cela cayera en la cuenta de que no le gustaba el resultado, porque habían prestado un exceso de atención a lo estético del objeto libro y a través de ello habían empeorado partes del texto original que previamente estaban bien expresadas siguiendo lo que y cómo Cela quería decir. Así pues, el autor volvió al original de 1948 publicado en la Revista de Occidente y lo revisó y lo mejoró con aquellas partes de las otras ediciones que Cela juzgó que eran las mejores para quedarse. Así mismo reubicó los versos del cancionero en el lugar correcto a juicio del propio Cela. Por ello en diciembre de 1963 publicó la cuarta edición de esta manera, que para él era la definitiva, que es la que conocemos hoy. Edición que el propio Cela no quería que tuviera demasiadas anotaciones para no entorpecer la lectura, a pesar de que en ediciones críticas posteriores se ha saturado de ellas.

Por todo estos ires y venires quizá el ayuntamiento de Alcalá de Henares cometió el error en 2003 de publicar a través de la Concejalía de Turismo un cuaderno indicando biografías de los autores más famosos que tienen que ver con Alcalá, llamado Alcalá de Henares, la ciudad literaria, donde se indicaba que Viaje a la Alcarria fue publicado en 1952. Aunque alguna de las dos versiones posteriores hubiera sido de esa época, el original se publicó en 1948, y desde luego la cuarta edición, definitiva, fue de diciembre de  1963, casi 1964. Gobernaba la ciudad cuando se publicó tal cuaderno Manuel Peinado, del PSOE.

El libro ha sido publicado numerosas veces en muchas y muy diferentes editoriales, así por ejemplo este libro apareció también en Alfaguara, editorial que fundó el propio Camilo José Cela con su hermano Jorge Cela en 1964, año de ventas de la cuarta edición ya comentada. Sea como sea, como edición moderna para estas notas dejaré anotada la que se ha realizado en audio libro, y no en texto escrito, quizá siguiendo algo que ya comentaba Cela en 1963, no importaba tanto el soporte del texto como la comprensión del mismo texto y su claridad. Los audio libros se han hecho muy populares hoy día donde mucha gente recurre a ellos como la radio moderna, a pesar de ser como los seriales de radio antiguos, dado que cada vez se cede menos tiempo a la lectura de textos largos, en favor de una cultura audiovisual e inmediata donde se hacen varias cosas a la vez. Aunque los audio libros tienen un origen dedicado al público lector ciego o ya muy dificultado para leer con sus propios ojos. Si bien nos podemos remontar a ellos a la década de 1960 y 1970, en discos de vinilo, o bien a los años 1980, en cintas magnéticas y después en disco compacto en los años 1990, son actualmente casi todos de formato digital, a través de Internet y formatos que interactúan con Internet. No obstante, el público lector ciego no llama a esto escuchar libros o prensa o lo que sea que deseen leer, sino que asimilan el verbo leer a este acto, así pues el audiolibro es un acto de lectura, aunque no por los medios convencionalmente tradicionales con la visión. Tengamos esto en cuenta, dado que el diccionario estrictamente aplicado no recogería el acto de escuchar un audio que reproduce oralmente un texto con el acto de leer. Siendo abiertos de mente, personalmente me parece correcto que al menos para la persona impedida de visión se asuma el verbo leer para el acto de escucha de un audiolibro. Yo recojo en este sentido la edición por Internet publicada en 2020 por Audioclásicos en su colección Viajes por España. En cuatro horas y media y con efectos de sonido añadidos brevemente al comienzo, Jesús Polvorinos pone voz a la voz protagonista de Viaje a la Alcarria, escrito en primera persona por Cela, ya que es el propio autor el que viaja, por lo que en parte es también un diario de viaje o unas memorias de ese viaje. Previo al audio la página recoge un texto de Alonso Zamora Vicente de 1962, "Camilo José Cela (acercamiento a un escritor)". Tiene igualmente una cubierta que le diseñaron, donde se ve la ilustración del perfil de Torija, uno de los pueblos de la Alcarria, en Guadalajara, donde se ve la torre del homenaje de su castillo, destruido entre el abandono y la guerra civil, hoy día reconstruida la torre y transformada en Museo del Viaje a la Alcarria.

El original de 1948, por contra, seguía la estética de la propia Revista de Occidente, publicada en Madrid. Una cubierta sobria con el título de la obra en rojo, el resto de textos en negrita, con el clásico búho de la sabiduría, compañero de Atenea, en el centro. Contenía una ilustración y cuarenta y nueve láminas de fotografías en blanco y negro de la Alcarria y sus pueblos, tomadas por Karl Wlasak. También tenía una fotografía de Cela reclinado sobre la lectura de algo que había manuscrito. Estas fotografías se han mantenido en muchas ediciones posteriores, como parte estética de la obra a la que Cela no renunció. Tenía dos citas en la introducción que le añadió en 1964, una de William Cüllen Bryant y otra del Cantar de Mío Cid, en su parte que habla de ir remontando el río Henares hasta Guadalajara. El libro estaba dedicado a Gregorio Marañón, amigo de Cela y vital en sus comienzos literarios y las oportunidades que se le ofrecieron. En una dedicatoria que ocupa una página explica el autor que se lo dedica no como agradecimiento, sino porque sabe que le gustan los libros de viajes y que Marañón nunca va a viajar a la Alcarria, o lo que es lo mismo: a la España profunda, según Cela. En esa misma dedicatoria desvela que ha parado y pasado alguna noche en varios de los lugares por los que pasa, y que fiel a la verdad ha narrado todo lo que le ha ocurrido, pero sin embargo no ha escrito nada, ni ha citado, sobre un pueblo donde el alcalde decidió meterle una noche en el calabozo, donde había un gitano preso que le tomó por artista preso. No explica Cela el porqué se le metió en el calabozo una noche, aunque tal pena parece propia de lo que se llama escándalo público o bien por vagancia, puesto que en aquellos años también eso era motivo de arresto.

Cela de hecho no cuenta todo lo que realmente le ocurrió o hizo en ese viaje a la Alcarria. En el libro se menciona Alcalá de Henares porque le viene de paso con el tren. Habla de lo que vio en la parada de tren. Pareciera que no hubiera bajado en la ciudad. Sin embargo, algunas personas contemporáneas de aquello y ahora sus hijos e hijas, gente mayor, recuerdan aún hoy día que Cela sí paró en Alcalá. Se albergó, dicen en su recuerdo, en la calle San Felipe Neri, en lo que hoy día sería el mesón La Casa Vieja, donde tenía un amigo. Este mismo amigo quizá era también el que antes de la guerra civil lo era de Federico García Lorca, ya que Lorca, cuando pasó por Alcalá se albergó en la misma casa como invitado del dueño, su amigo. Aquella casa, no obstante, fue a comienzos del siglo XX la casa de un pintor medianamente conocido. Algunos recuerdos del paso de Cela por Alcalá van más allá, y dicen que al levantarse por la mañana orinó desde el balcón a la calle, habiendo gente en la calle, pero que no fue molestado por las autoridades por tal hecho que, evidentemente, podía ser catalogado de escándalo y alteración del orden público, sino también de vandalismo. Sea como sea, esto solo ha quedado como recuerdo en varias personas ya fallecidas y hoy repetido por sus familiares, ya mayores, por tanto, al no haber un registro fidedigno, constancia escrita y verificada o verificable, que nos dé certeza total de lo ocurrido, hemos de tratarlo como tradición oral o quien lo prefiera: como rumores.

1948 para Alcalá de Henares es un año un tanto oscuro, aún con muchas heridas abiertas de la guerra civil y de los casi trescientos ejecutados posteriores, más los presos y las torturas o los depurados. En 1947 había explotado por accidente un polvorín en la zona del Zulema y eso llevó a una caza de falsos culpables, con la idea de aniquilar a los opositores a Franco que fueran quedando. Ochenta y dos personas detenidas y ocho fusilados que fueron ejecutados aquel 1948 que Cela pasaba por Alcalá, según su libro. Si Cela bajó en Alcalá y pasó un día y una noche aquí, ya queda comentado, pero vamos a ceñirnos a lo que él dejó reflejado en el libro.

La aparición de Alcalá es breve. Viaje a la Alcarria comienza con el despertar del autor en su casa situada en Madrid, en la calle Alcalá, con la idea de viajar a un lugar muy bonito al que nadie quiere viajar, según él mismo en sus palabras. Se trata de la Alcarria, una región con fama de productora de miel y renombres del Cid y pasados medievales y renacentistas. La España profunda de los pequeños pueblos totalmente alejados de la vida en la ciudad y de la modernidad, de la que el propio Cela alimentaba su estilo de entonces, el tremendismo, la España más oscura. Pero como él mismo dirá, no encontró en aquel viaje ni grandes crímenes, ni embarazos múltiples, ni bestialismo. Sencillez, vidas pobres, amabilidad y generosidad dentro de la miseria, poca miel, que se la llevan los turistas, le escribió a Marañón, y mucha buena comida, aunque en poca cantidad. Indirectamente Cela está hablando de la España del hambre y la pobreza suma, pero además, aquella Alcarria a la que viajaba, la de los campos verdes, el río Henares y los árboles, era la España de Guadalajara cuyos pueblos diez años antes habían protagonizado en la guerra civil una de las batallas más cruentas de resistencia al avance de Franco hacia Madrid. No obstante, uno de sus pueblos de los que habla, Torija, había sido sede de las brigadas internacionales y centro de mando de las operaciones, incluso con presencia de Miguel Hernández, poeta que antes de la guerra había conocido Cela. Otros tantos pueblos por los que pasará serán escenario de la batalla y de una represión brutal, como por ejemplo Brihuega. Todo esto no aparece en el libro, pero evidentemente la gente y los lugares que aparecen en aquel viaje es gente golpeada diez años atrás por todos aquellos acontecimientos. Cela no lo expone, no lo pone en valor, no lo comenta, tampoco es algo que recriminarle, pues Cela durante la guerra se había pasado a la zona de Franco para alistarse como soldado y posteriormente, tras la guerra, en aquellos años de 1940 ejercía de censor, a pesar de que sus primeros libros sufrieron censura, lo que hizo creer a mucha gente que Cela era lo que no era. Cela estaba conforme con lo establecido por Franco. Nunca renunció a su conservadurismo. Colaboraba con ello. Incluso en los años 1950 tuvo un intento de atraer a los exiliados en Venezuela colaborando con la dictadura de allí en publicar una serie de libros que blanquearan u gobierno dictatorial, proyecto que se malogró. También tuvo por idea en la década de 1960 de entrar en los círculos de los exiliados y de los opositores a Franco para incentivar las ventas de sus obras con la idea de que por ese medio estos se transformaran en personas favorables a Franco. Tuvo un ligero distanciamiento del franquismo en los últimos años, pero fue para acercarse al conservadurismo de gente como el ex falangista Dionisio Ridruejo, que ya dijo de Cela que uno de los motivos de su éxito era que Cela cultivó no solo sus textos, sino también el culto y la admiración a su persona. Sin Franco, no es ningún secreto que se identificaba plenamente con la derecha de Alianza Popular, posterior Partido Popular, especialmente de Fraga, a pesar de que jugó a declarar alguna cosa favorable a los nacionalistas gallegos, lo que descolocaba mucho la percepción de la izquierda sobre Cela.

Cela sale de su casa en Madrid y va a la estación de tren de Atocha, donde toma la misma vía de tren que seguimos usando hoy día en 2022. Describe la sociedad que ve en el tren y las poblaciones que va viendo a su paso desde su ventanilla, como Vallecas, Coslada, San Fernando de Henares, Torrejón de Ardoz y Alcalá de Henares. Por supuesto, el viaje prosigue por Meco, Azuqueca de Henares, Guadalajara, donde baja del tren y comienza su viaje por medios y estancias variables del río Henares al río Tajuña, pasando por Brihuega, Torija, luego pasa al río Cifuentes, de ahí al Tajo, a los arroyos Soledad y Empolveda, Casasana, Córcoles, Sacedón, Pastrana y de vuelta a Madrid. Entre esos referentes fluviales, diversos pueblos y aldeas alcarreñas. Hay quien dice que esta obra continúa una tradición de libro de viajes  que se asemeja a la novela como pueda ser la citada obra del Cantar del Mío Cid, o incluso El Quijote. Como sea, es una obra de referencia en los libros de viajes y ha sido imitado por innumerables autores, no solo de la literatura, ya que su viaje implica también un viaje a la gastronomía y una revisión de la España rural. Sirva de ejemplo mencionar al cantautor José Antonio Labordeta. Con este mismo sentido se han establecido hoy día innumerables rutas turísticas desde el senderismo, la bicicleta, la gastronomía, lo rural, la literatura, etcétera.

 La primera cita sobre Alcalá de Henares la hace desde la misma estación  de Atocha, cuando sube a su coche de tren, junto a él observa que suben muchos soldados rasos de caballería con sus petates para ir a Alcalá de Henares, por entonces con varios cuarteles militares establecidos en la ciudad. A partir de ahí comienza su viaje y la descripción de las poblaciones más inmediatas a Madrid, al llegar a Alcalá el tren Cela le dedica un párrafo que recoge lo que pretende ser una forma de ser que denuncia en cierto modo un cierto barbarismo en la sociedad de aquel momento. Ahora bien, en el cuaderno turístico publicado por el ayuntamiento en 2003 se dice que Alcalá solo se menciona en el libro en el siguiente párrafo:

"Por Alcalá de Henares pasa el tren a las tapias del cementerio. Sobre el río flota, como siempre, una tenue neblina. En Alcalá de Henares se apea mucha gente, queda el tren casi vacío: los pescadores que no se echaron abajo en San Fernando, los soldados de caballería, los hombres de la negra visera; las gruesas, tremendas, bigotudas mujeres de las cestas. Una señorita rubia, con aire de llamarse Raquel, o Esperancita, o algo por el estilo, con un peinado lleno de ricitos y de fijador, y un jersey de franjas verdes y coloradas, coquetea con un guardia civil joven que lleva el bigote recortado en forma, como dicen los peluqueros."

En realidad es un falseamiento feo y algo grave por parte de la Concejalía de Turismo de aquel momento, en su deseo de blanquear la realidad y crear una distorsión amable y censurada de lo que realmente se dice, ya que Cela no paró ahí. El párrafo dedicado a Alcalá de Henares vista desde su ventanilla de tren, con el tren parado en la estación, seguía:

"El viajero piensa en el amor. El viajero tiene, en su casa de Madrid, un grabado francés que se titula: L’amour et le printemps . Por el andén pasa un mendigo barbudo recogiendo colillas. Se llama León y lleva unas alpargatas color azul celeste. Un hombre le dice: Ven, León, que te tengo mucho cariño. ¿Quieres un pitillo? Cuando León se le acerca, le da una bofetada que suena como un trallazo. Todos se ríen mientras León, que no ha dicho ni una palabra y que lleva los ojos llenos de lágrimas, como un niño, se marcha silencioso, mirando para el suelo, agachándose de trecho en trecho para recoger una colilla. Desde el final del andén, León vuelve la cabeza. En sus ojos no hay ni cariño ni odio; parecen los ojos de un ciervo disecado, de un buey viejo y sin ilusión. Va sangrando por la nariz."

Y después continuaba su viaje a Meco. El texto de Cela parece cuadrar con algunos testimonios orales que han llegado hasta hoy día con el comportamiento de algunos alcalaínos hacia los más desfavorecidos y hacia los perdedores de la guerra civil nueve años antes. Esto, evidentemente, es una apreciación de quien esto escribe, pues también puede ser el comportamiento de la burla brutal contra el más inocente e indefenso, práctica por muchas décadas presente en el más negro y oscuro sentido del humor de los más capacitados contra los menos capacitados.

Sea como sea, el libro animó a otros autores y gastrónomos posteriores a rehacer el recorrido de Cela en 1948, incluso el propio Cela lo hizo años después, para dar constancia de los cambios de aquella España. Uno de ellos fue un escritor amigo de Cela, Francisco Umbral, quien en agosto de 1963, meses antes de la cuarta edición citada, escribió un reportaje para el número 182 de la revista Mundo Hispánico a raíz de su propio viaje y revisión del viaje de Cela en 1948. Se llamó Nuevo viaje a La Alcarria. Volvió a pasar por donde pasó Cela, y en su visión de 1963 comienza su artículo preguntándole por la geografía de la Alcarria a una niña que le contesta. Le pregunta si el camino que sigue va a Brihuega, o sea: se adentra a la Alcarria, a lo que la niña le saca de su error indicándole que el camino que lleva va a Alcalá de Henares, aunque luego añade que si va todo seguido y pasa de largo, ya llegará. Umbral pasa por Alcalá de Henares, Umbral escribirá de Alcalá en 1963 respecto a lo que escribió Cela en 1948:

"A su paso por Alcalá, el Henares llevaba aguas rojas, como de arrastres arcillosos. En la hermosa plaza de Cervantes, pacíficos vecinos dejan transcurrir el verano a la sombra de los soportales, viendo llegar y pasar a los turistas de los coches largos y de los coches cortos. Alcalá es Alcalá. Un sitio hermoseado, con tanta historia y tan sabido que da casi vergüenza repetirlo ahora, pintan cafeterías Americanas en las esquinas más estratégicas, pero no hay peligro de que el aire  acondicionado de ninguna cafetería vaya a privarle de su propio aire eterno e interno a la cervantina y universitaria ciudad. Aquí, aunque no sea la Alcarria, puede comprarse ya el primer tarrito de miel alcarreña. De modo que si usted no traía alforjas para más viaje, puede darse ya la vuelta hacia Madrid e invitar a miel a sus amistades. Se ahorrará  kilómetros y tiempo. Claro que no es lo mismo, ni mucho menos. Nosotros, en su caso, seguiríamos adelante, saltando las rojas aguas del Henares, en busca de esa nueva fuente de la eterna juventud -como Ponce en la Florida- que es o parece ser la miel convertida en jalea real. A ver qué pasa."

Nos muestra un centro de la ciudad que nos recuerda de manera lejana a la vida de bares y cafeterías actual, turistas incluidos. Ahora bien, si bien la Alcarria es un territorio melero de la provincia de Guadalajara, por el que el río Henares fluye entre otros ríos, Alcalá de Henares, inserto en el valle del Henares, está dentro de lo que se llama también la Pequeña Alcarria, a caballo entre Madrid y Guadalajara y que incluye unas pocas poblaciones que, en otra época, y en contra de la opinión de Umbral, producía entre otras cosas miel, en menor cantidad y con menos fama que la de la Alcarria en sí. Esta tradición en la actualidad quiere ser recuperada por algunas personas, pocas, pero la contaminación, la expansión de los municipios, fábricas y carreteras y la desaparición de algunos  campos floridos y con ellos de las abejas, se hace difícil y se hace deseable planes de protección.

Cela pasó por Alcalá de Henares en más ocasiones que en la de 1948, aunque en parte por ver a alguna amistad que tenía en la ciudad. Con el paso del tiempo y su mayor fama fue dejando de venir. Que no le dieran el Premio Cervantes en un primer momento hizo que cargara contra el Premio Cervantes, la Universidad de Alcalá, el Instituto Cervantes y fue como una afrenta a Alcalá de Henares misma. Tras recibir el Premio Nobel en 1989 el Cervantes tardó en llegar hasta 1995, entonces Cela regresó a Alcalá, a su Universidad y al Paraninfo para recibir el galardón de manos del rey Juan Carlos I y todo lo que dijo en el pasado lo desdijo, y por contra dijo alabanzas de todo aquello a lo que antes ofendió. La vida de Cela, en buena parte fue eso, decir unas cosas, hacer otras, jugar a parecer lo que no era, y polémica. Pero era un escritor bastante insuperable. De él parte la innovación en novela de que esta tampoco debe estar sujeta a normas, por lo que ha de haber experimentación y libertad siempre que haya coherencia en el texto. 

Como sea, su referencia a Alcalá en sus libros queda reflejada en aquel viaje a la Alcarria que hizo en 1948 y sobre el que volvió bastantes veces años después limando y trabajando el texto.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 2 de agosto de 2020

Alcalá de Henares. Guía histórico artística

Título: Alcalá de Henares. Guía histórico artística
Autores: Juan Palacios Gonzalo, Julián Pérez Galán y Enrique Mario Pérez Martínez. 
Editor: Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Año de publicación: 1997 (1ª edición).
Género: Guía; Libro de viajes; Historia; Arte.
ISBN: 978-84-87914-20-9

En 1997 el ayuntamiento de Alcalá de Henares publicó la que sería hasta esa fecha la guía turística más completa de las publicadas. El gobierno municipal, en manos del Partido Popular de Bartolomé González, estaba totalmente imbuido en lograr el título de Patrimonio de la Humanidad para la ciudad, proyecto con el que contaba con el apoyo de la oposición política, la Universidad, los empresarios, sindicatos y ciudadanía en general. El título se lograría en 1998, pero previamente se hicieron una serie de actos culturales, publicaciones, reformas y demás, destinados a mejorar la ya buena imagen de la ciudad en esas fechas. Para esta guía de 1997 se contó con Juan Palacios, Julián Pérez y Enrique Mario Pérez. La guía prácticamente se trata de un volumen de carácter enciclopédico, en tapa dura con cubiertas de salva en papel solapadas. Se llamó Alcalá de Henares. Guía histórico artística. Con ayuda de la Universidad se daba un repaso muy completo de todos y cada uno de los edificios que por entonces estaban puestos en alto valor, especialmente los universitarios, la Iglesia Magistral y el Palacio Arzobispal. Prácticamente es una obra de referencia para conocer las principales obras artísticas de la arquitectura alcalaína y su porqué dentro de la Historia. 

Paradójicamente son pocas las obras de este tipo publicadas en la ciudad, y podríamos decir que ninguna las dedicadas a la Historia general complutenses, por lo que dentro de los que gustan y buscan de estas obras, este libro se transforma en una de sus principales referencias, incluso en pleno 2020. Actualmente está desfasado, pues tras la obtención del título de Patrimonio de la Humanidad se recuperaron, restauraron y remodelaron numerosos edificios históricos de la ciudad, por ejemplo la propia Iglesia Magistral, así como se pusieron nuevos monumentos y estatuas, véase la de Quijote y Sancho en la Calle Mayor o la dedicada a las víctimas del 11 de marzo de 2004 en la estación de tren. Además, la Universidad varió en su organización y aportó nuevos hitos arquitectónicos, así por ejemplo con su Biblioteca Central o incluso creando un museo nuevo en la ciudad (de entre otros que también se hicieron o se ampliaron). Así que esta guía de 1997 es útil, aunque desfasada, en 2020, pero sobre todo nos acerca a la Alcalá de Henares turística previa a ser Patrimonio de la Humanidad y que tal título influyera en los cambios inmediatos que hubo en los años siguientes. Es también un testigo de aquella Alcalá aún no tan turística como posteriormente fue tras 1998, pese a que solo se centra en los monumentos, su Historia y su arte, y se olvida de dejar reflejada la sociedad viviente de la época, a veces postergada tras 1998 en favor de un turismo que, por otro lado, por mucho trabajo que dé, no da trabajo a los más de doscientos mil habitantes complutenses que tienen orgullo de ese pasado pero necesitan también de un presente.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

Guía y plano de Alcalá de Henares (1973)

Título: Guía y plano de Alcalá de Henares (1973)
Autor: José García Saldaña (texto e ilustración). 
Editorial-Imprenta: Tutor-Huertas.
Año de publicación: 1973 (1ª edición).
Género: Guía; Libro de viajes.
ISBN: 978-84-40066007

Entre los autores alcalaínos de la segunda mitad del siglo XX ya hemos comentado a varios cronistas oficiales de la ciudad. José García Saldaña es uno de ellos, pero fue nombrado a título póstumo un año después de su muerte producida en 1996. Con motivo del nombramiento póstumo, por iniciativa de la Institución de Estudios Complutenses, de la cual él es uno de sus impulsores para crearla, y del ayuntamiento de Alcalá de Henares, se colocó una placa de mármol en su recuerdo en la calle Santiago en 1997. Ya había sido nombrado en estas notas cuando se habló del grupo que solía ambientar el poeta José Chacón, en la reseña dedicada al libro Por los caminos, del propio Chacón en 1974. 

García Saldaña escribió a lo largo de su vida una gran cantidad de artículos periodísticos para la divulgación de la Historia de Alcalá de Henares en prensa local, primero en Nueva Alcalá y después en el semanario Puerta de Madrid, donde era una figura destacada. Su objetivo principal era su pasión por difundir la Historia local, pero puso su foco en la necesidad de darla a conocer en mayor profundidad a aquellas personas que llegaban como emigrantes de otros lugares de España para asentarse en Alcalá atraídos por su crecimiento industrial, o como lugar para vivir cercano a otros municipios con fuerte industrialización a partir de los años 1960. Precisamente, en este sentido, se hacían otras iniciativas que pretendían arraigar y asentar los sentimientos, conocimientos y tradiciones alcalaínas a los nuevos alcalaínos. Cabe citar la composición del himno no oficial de Alcalá de Henares, cantado por la tuna habitualmente. García Saldaña aseguraba haber estado presente cuando se hizo el himno entre tres autores y cuando se tocó en público por primera vez en 1960, posteriormente grabado en disco por el ayuntamiento en 1965 por el grupo tunero Cerezo y sus muchachos, liderado por otro personaje destacado de la ciudad en aquellos años, el fotógrafo Cerezo.

En 1986 se publicó un recopilatorio de artículos de Saldaña llamado Documentos olvidados, pero él, aparte de esta obra y de lo innumerables artículos periodísticos, publicó artículos de Historia en libros de actas de los Encuentros de Historiadores del Valle del Henares, o de los Annales Complutenses, publicó folletos, colaboraciones en guías con otros historiadores de la ciudad, como García-Gutiérrez, monográficos que normalmente se dedicaban a instituciones religiosas complutenses como la judería anterior a 1492, la Cofradía de San Antón o la vida del Cardenal Cisneros, pero también sobre temas como la Puerta de Aguadores. Solía ser común que escribiera de la Historia de Alcalá atándola férreamente a espacios físicos concretos. Aunque póstumamente sus hijos publicaron su obra Exilio, agonía y muerte de don Manuel Azaña y Díaz

Presentamos hoy a García Saldaña con una de esas pequeñas obritas tipo guía de la ciudad que publicó en 1973. Contenía también un plano. El texto era suyo, pero también las ilustraciones. A modo callejero tocaba temas de Historia básica de algunos lugares emblemáticos de la ciudad, comentaba el comercio al que el usuario podía dirigirse para según qué quisiera comprar, y, en definitiva, trataba el tema turístico. Recordemos que en 1968 el gobierno central había nombrado a Alcalá de Henares, a su casco histórico, Conjunto Artístico-Histórico de interés. Con esta obrita, no muy extensa, podemos acercarnos ahora, pasadas las décadas y con una Alcalá con el turismo como uno de sus máximos motores, a esa Alcalá de Henares de 1973, aún en el franquismo, sin Universidad funcionando, con gran parte de su patrimonio en ruina o en abandono, y aún con una población bastante menor a la actual. 

La obra fue editada en la imprenta Tutor-Huertas, lo que nos hace pensar que la familia Huertas tuvo algo que ver en el deseo de tener una obra así para el visitante de la ciudad. Recordemos que los Huertas es una saga de varias generaciones de políticos locales muy fructífera. Ya hemos hablado alguna vez de Arsenio Lope Huerta, que fuera alcaldé por el PSOE en los años 1980, y cuyos intereses por el conocimiento y la divulgación de la Historia de Alcalá de Henares coincidía totalmente con los de García Saldaña, incluso en la trayectoria que eligieron para lograrlo.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 6 de mayo de 2018

El viaje de un egiptólogo ingenuo. Peripecias de un español en Egipto

Título: El viaje de un egiptólogo ingenuo. Peripecias de un español en Egipto.
Autor: Tito Vivas.
Editorial: Ediciones del Viento.
Año de publicación: 2017. (1ª edición)
Género: Libro de viajes.
ISBN: 978-84-15374-13-8

Tito Vivas es actualmente el alcalaíno que más ha salido en prensa nacional a raíz de su dedicación como licenciado en Historia y como arqueólogo a la egiptología. Actividad que se completa con su doctorado en Historia de la Religión y su entrega a su propia agencia de viajes con sede en Alcalá de Henares, "Histórica, Sociedad de viajes", donde combina la aventura y la Historia en proyectos de viajes a caballo entre un planteamiento de lo que eran las expediciones de finales del siglo XIX y comienzos del XX con lo que es el turismo neto propio del comienzo del siglo XXI. Quizá por todo ello nació como resultado en 2017 un libro de sus manos y mente que es lo que más le ha popularizado en los últimos tiempos, junto a una actividad de promoción de películas norteamericanas de argumento religioso. Se trata de El viaje de un egiptólogo ingenuo. Peripecias de un español en Egipto. Se trata de un libro dentro de un género literario que fue muy popular en los siglos XVI al XIX, el género de los libros de viaje. En este género los autores suelen relatar sus experiencias y sensaciones descubriendo o llegando a nuevos mundos de culturas desconocidas o bien de culturas exóticas y alejadas del lugar de origen del autor o de la autora. Solía ser común que, según la época y el autor, el género además añadiera una inclinación por la Historia, la sociología, la etnología, la gastronomía, lo arquitectónico, la crítica política y social (como ocurrió en 1789 con Cartas marruecas, de José Cadalso), etcétera. No se trata, por tanto, de guías de viaje, ni de libros para hacer turismo, si no de relatos personales de viajeros que, con unas u otras intenciones, pretenden dar a conocer contrastes entre sociedades y tiempos. En el caso de Tito Vivas ocurre lo mismo. En este caso, el autor se decanta por enseñar egiptología al lector a través de sus experiencias como viajero y como arqueólogo a lo largo de varios viajes desde su infancia hasta el año que escribió el libro, sin dejar marginado su conocimiento del Egipto actual.

El libro está teniendo aún mayor repercusión gracias a que ha sido editado por Ediciones del Viento, una editorial con bastante prestigio a través de numerosas publicaciones dedicadas al género del libro de viajes. Es una editorial referente en ese tipo de literatura, hasta el punto que es común encontrar referencias a sus títulos en la prensa estatal a través tanto de suplementos de literatura como en suplementos de rumbos para viajar. El viaje de un egiptólogo ingenuo es un voluminoso libro maquetado con un tono anaranjado que pretende recordar los colores del desierto egipcio, color que aparece con bastante buen gusto incluso en la numeración de las páginas. Con algo de humor aparece en la portada una fotografía del propio Tito Vivas hablando con un egipcio sobre uno de los antiguos edificios del Imperio Egipcio, pero que parece que en realidad le habla de que él es un egiptólogo ingenuo que tiene mucho que aprender del egipcio con el que habla, ya que señala con la mano hacia arriba, donde se ha colocado el título. Tal portada recoge tres ideas fundamentales del relato de Vivas: primero, el libro va de egiptología de manera seria y profesional al ubicarse la escena en un templo antiguo lleno de jeroglíficos; segundo, el libro no olvida al Egipto actual, con el cual conversa sobre su pasado, y es además un libro de viajes que se obvia en las ropas de Tito; y tercero, el libro, como el autor, cuenta con sentido del humor. Y esa idea artística de la concepción del libro es perfecta para explicar visualmente lo que te vas a encontrar antes de leerlo. 

Antes de entrar en materia, no se puede dejar sin decir que el libro ha sido enriquecido con fotografías en color realizadas por el autor sobre aquellos lugares que ha creído imprescindible que conozcamos visualmente, a lo que hay que añadir otras fotografías en blanco y negro antiguas de egiptólogos y viajeros famosos de los siglos XIX y XX, así como con acuarelas de grandes monumentos pintadas por el propio Tito Vivas, su firma se lee en todas esas pinturas. Cuenta además con un mapa del Valle del Nilo realizado por David Greenspan donde aparece la ubicación de los diferentes grandes monumentos más famosos, una cronología del Antiguo Egipto que abarca desde el año 4000 antes de Cristo al 395 después de Cristo, y con una bibliografía comentada por el autor para profundizar en el tema y para asentar el trabajo de documentación en la que se basa el autor. 

Tito Vivas no oculta desde las primeras páginas que su libro se inspira en los libros de viajes que escribieron predecesores egiptólogos y viajeros de cien a algo más de cien años atrás antes que él, como el arqueólogo Carter, Eduardo Toda o, la más citada por Vivas, la pionera Amelia Ann Brandford Edwards. De hecho, pequeños textos de estos u otros viajeros aparecen a veces para completar y avalar cuestiones de Egipto que, ocurriendo a comienzos del siglo XX o en pleno siglo XIX, se repiten en cierto modo en el siglo XXI. Es claro que Tito Vivas, que se presenta a sí mismo a lo largo de todo el libro de una manera modesta como un arqueólogo más que no sabe tanto como los más grandes, intenta emular, y logra conseguir, el objetivo de pasar por ser un viajero más, uno de los que buscan la aventura de descubrir el antiguo Egipto, no lo cotidiano del excesivo y comercial turismo de nuestras épocas.

Sigue una ruta desde el Bajo al Alto Nilo comenzando a  narrar su viaje uniéndolo con un viaje interior propio, esto último uniendo el viaje físico a su viaje desde que era niño y estuvo con sus padres en Egipto por primera vez, a su evolución como estudiante y arqueólogo en prácticas que llega a descubrir una momia, su estancia como arqueólogo plenamente o su viaje como persona que se dedica a la egiptología y a los viajes para personas que no quieren viajar de forma convencional. Aún así, el libro sirve de perfecta excusa para dar lecciones de cosmogonía e Historia del Antiguo Egipto según visita diferentes grandes monumentos y trata de explicarlos. Trata de visitarlos evolutivamente desde los más antiguos a los más modernos, aunque esto último no es una norma cronológica exacta, ya que por ejemplo en el inicio abre el libro relatando sobre el muy famoso Valle de Guiza, cuyas pirámides son lo más deseado de ver por todos los que viajan a hacerse la foto de "yo estuve en Egipto". Ahí no hay una razón cronológica, aunque sí del rumbo elegido desde el Bajo al Alto Egipto. Pareciera más que la razón es llamar la atención al lector menos experimentado en Egipto para captarla y, tras enriquecer su visión de esas pirámides más allá de lo estético o de lo convencional, invitarle a seguir el viaje y el aprendizaje. Es, por así decirlo, como el recurso del guía de turismo o de viajes que te muestra lo más famoso para poder captarte de cara a que te enseñe otras cosas que, sin ser tan famosas, sabe que te van a maravillar.

El libro tiene una fuerte carga de conocimientos históricos y mitológicos de Egipto que son explicados de manera amena y con un humor que, además, son descargados al combinarlos con otras partes del libro donde se narran situaciones del Egipto actual con los que se encuentra un turista occidental y donde un lector que haya viajado allí podrá pensar en sus propias anécdotas, si no caer, quizá, en una sonrisilla cómplice de "yo también caí en sus trucos para venderme de todo por precios que no eran los propios". Aparece Historia actual muy reciente, comentarios de apreciaciones sociológicas por el autor, valoraciones estéticas y sentimentales por lugares o por amistades que hizo por el camino, burlas sarcásticas sobre el carácter y comportamientos paradójicos de los turistas modernos comparados con los viajeros más ilustres o con los importantísimos acontecimientos históricos que contemplaron los lugares que hoy día sólo son objeto de fotos sin respeto. Cuenta además con una prosa fluida y tan directa y pedagógica, cómplice con las realidades de la vida de un occidental sacado de sus lugares de vida habitual, como a la vez también llega a ser poética y bucólica. Nos invita a imaginar y a comprender cómo era la vida de un lugar en la antigüedad, luego ese mismo lugar cuando los egiptólogos se interesaron por él en el siglo XIX o en los años 1920, y después nos lo desgrana con humor e ironía contándonos cómo turistas y egipcios dedicados al turismo le han cambiado su ritmo milenario de vida. Nos cuenta así varios niveles de realidad social en unos mismos lugares que hemos visto en películas y fotografías montones de veces. 

El libro trata de ajustarse a la explicación de la Historia, del Arte, de la religión antiguos y de la sociología actual de Egipto, huye y combate, se ríe, de todas esas otras explicaciones de orígenes extraterrestres que tanto abundan por parte de innumerables personas que, por otro lado, no se han interesado demasiado en mirar en dirección a los datos de historiadores y arqueólogos. Ahora bien, se hace evidente que Tito Vivas se dedica también y vive de organizar viajes. Sabe cómo atraer la atención a posibles viajeros. Se puede intuir cuando descubres en este libro que hay dosis de todo lo posible que pueda captar la atención de un lector: Historia, arqueología y mitología, como se ha dicho, junto a recomendaciones hosteleras y gastronómicas, incluso de cerveza, consejos para desplazarse o para comprar, lugares donde comprar y qué comprar, historias de fantasmas o espíritus, reencuentros de viejos amores de infausto recuerdo, aventuras, una operación antiterrorista, análisis socioeconómicos, el Egipto urbano que acoge al turista y el Egipto rural más pobre no tan acostumbrado a que por allí pasen turistas, etcétera. Todo ello sin ser planteado de una forma directa ni esquemática propia de una guía turística, si no con el encanto del relato personal de un viajero que no sólo viaja, sino que lo hace incluso con ciertos privilegios merced a sus pases especiales por ser investigador egiptológico. Se desprende un tono sincero y confidencial que te hace tomarle confianza según lees, como si te lo estuviera contando sólo a ti.

Tito Vivas no es un ingenuo, mucho menos un egiptólogo ingenuo. Algo humilde, tal vez, gran conocedor del pasado y el presente de Egipto, desde luego, sin duda. Conocedor del trato y el don de gentes, también. Sabe cómo acercarse a las personas y cuando sí y cuando no ser o no ser "ingenuo".

El viaje de un egiptólogo ingenuo es un relato de fácil lectura que funciona bien, como una novela sin serlo, un libro de Historia sin serlo, un libro de viajes, en definitiva. Altamente recomendable tanto para personas que quieran conocer Egipto (vayan a viajar allí o no), como para quien tenga curiosidad por la Historia antigua y la actual de Egipto. Sirve bien como puerta de entrada para adentrarse en el mundo egipcio y, una vez allí, si te gusta, poder seguir por otras rutas más o menos especializadas, al gusto. Como lector, se disfruta mucho y se agradece la prosa fácil y el buen y agudo sentido del humor de Tito Vivas, el cual le sale espontáneo.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".