viernes, 26 de septiembre de 2025

La huella no será inocente

Título: La huella no será inocente.
Autora: Carmen Nieto. 
Editorial: Talón de Aquiles. 
Año de publicación: 2025 (1ª edición).
Género: Poesía
ISBN: 979-13-87861-24-7

 

Han tenido que pasar diez años para que Carmen Nieto, que sacó uno de los mejores poemarios de 2015, La breve historia que nadie honra, se haya decidido a sacar su segundo poemario, a la vez su segundo libro. Lo ha vuelto a hacer: es uno de los mejores poemarios de 2025, si bien este año puede compartir la valoración con Réquiem y exaltación, de Matías Escalera. Dos poemarios que aparentan ser algo diferente, aunque si uno reflexiona en sus fondos hallará un sutil nexo ligado a la crítica de la excesiva vida material y jerárquizada por el consumo y el dinero, cuando ellos quieren traer al frente, cada uno a su modo y desde su punto de vista, una vida más cercana y plena en lo humano. Volver a lo humano por sí mismo como principal valor. Sea como sea, y como ya hemos hablado de Carmen Nieto en esta bitácora, recordaremos que previamente a su libro de 2015 habían sido publicados varios poemas suyos en una revista norteamericana, Poems Memoirs Story, y con posterioridad a ese primer libro quien esto escribe la incluyó en su antología de poetas complutenses actuales Veinte poemas asoman... en un invierno... (2016). Recordaremos también que ella es nacida en Varsovia en 1983, pero ha crecido y vivido en Alcalá de Henares, donde fue parte de su vida cultural en el pub irlandés Wheelans. Actualmente hace años que vive en Madrid, ya lo hacía cuando publicó aquel primer libro, donde ha formado una familia propia, dato que para este segundo libro es fundamental y vital como uno de los aspectos transversales que atraviesa los versos de cada poema. La maternidad y también la vida de una mujer que se siente unida a su pareja hombre, pero también una mujer que es a la vez hija, y hermana, y nieta, y madre, y amiga, y mujer en sí, una mujer plenamente consciente de su ser humano en plenitud cruzará estos poemas de una manera bella, pero a veces también sinceramente dura, pero no ofensiva. Lo contracultural y lo postmoderno convive con un lenguaje amable que es la voz poética de Carmen, ya demostrada en su anterior poemario. Casi pareciera la segunda parte. Tiene una lógica y un peso poético tanto el libro respecto al anterior, como ella como autora.

En cierto modo el libro físicamente también trata de continuar al otro, casi como deseando hacer pareja juntos. Aunque la editorial es diferente, Talón de Aquiles, mantiene no sólo un estilo propio en lo literario que tiene unidad con lo ya conocido de su literatura, mantiene igualmente una pintura de Jaime Nieto en la cubierta. Lo que hace que incluso el aspecto pictórico contenga unidad, un rostro femenino casi borrado y con un rastrillo se nos muestra en unos tonos melancólicamente ocres, recordemos una composición parecida con una figura de cara de mujer en tonos azules y bajo la lluvia en la anterior obra. Igualmente el título escogido es una sentencia rotunda y feroz, pero que denota resistencia, lucha en la existencia que somos. Si en el primer libro nos afirmaba que hablaría de La breve historia que nadie honra, ahora nos advierte: La huella no será inocente. Y nos está ya contando algo importante, que la huella del paso de su vida nos irá marcando y moldeando, por lo que aquello en que nos vayamos formando no será producto de lo casual ni de la inocencia. Son nuestros actos y los actos de los demás los que nos irán transformando. Será la vida. No será inocente.

Se trata formalmente de un poemario de poemas extensos y versos por lo general muy cortos que en algunos poemas son interrumpidos por versos muy largos cuando Carmen Nieto desea decirnos muy claramente qué aspecto concreto quiere que centre nuestra atención en su relato poético, en su reflexión poética. Cae, eso sí, en un recurso que en los últimos quince o veinte años muchos poetas, y especialmente jóvenes y relativamente jóvenes, usan casi como si fuera una norma poética para el siglo XXI. Me refiero al no uso de los signos de puntuación. Este recurso ya fue bastante experimentado en diferentes momentos del siglo XX, pero en este comienzo del siglo XXI ha regresado con fuerza. No es un recurso sencillo, pues los versos deben construirse de tal modo que según cómo elija leer el lector puede cobrar uno u otro significado, enriqueciendo el texto y las lecturas con múltiples posibilidades, pero eso requiere mayor reflexión en el autor. Sin embargo, en este caso personalmente creo que en varios poemas la lectura es inequívocamente unidireccional, o al menos de pocas opciones discursivas, por lo que quizá habría que replantear la necesidad de la ausencia de puntuación ortográfica, aunque, claro está, en este aspecto es posible que la autora tenga algo que decir como autora que es. Veámos un ejemplo.

(...)
Celofán
bolas
muérdago
números de cinco cifras
esconden detalles sobre el futuro
(...)

Sin embargo, esto no me resulta de esta reflexión en otros poemas, los cuáles sí me ofrecen diversas posibilidades, que requieren de encabalgamientos que se pueden leer como tal y a la vez se pueden deshacer, dependiendo de la lectura.

El tiempo que va ha hacer mañana
el melocotón pudriéndose en el cesto
el ruido vibrante de la obra
los chillidos huecos infantiles
(...)

Pero es sin duda un recurso utilizado a conciencia y con reflexión por la autora, que en otros poemas utiliza sin problema la puntuación.

Ir hacia otro planeta
donde evacuar,
donde vaciarse.
(...)

Así pues, queda también en la reflexión de quien lee lo que el poema le diga y a dónde le lleve, al margen de lo que se diga en estas notas. La propia lectura como valor. 

Como se puede ver, el poemario también tiende a otro rasgo común en los poemarios del siglo XXI, las enumeraciones. La creación de poemas, o sucesiones de versos dentro del poema, que son enumeraciones que tratan de evocarnos una idea a través de imágenes. Quizá el lector menos acostumbrado a la poesía, pueda encontrar un ejemplo de ello también en poemas y numerosas canciones de Joaquín Sabina, las cuáles muchas veces son precisamente listados. Carmen Nieto usa en este poemario enumeraciones de dos maneras. A veces como secuencia de versos que tratan de evocar con imágenes, como se ha dicho, y otras veces como secuencia de actos, hechos o imágenes que nos ubiquen emocionalmente de una manera descriptiva en un sentir acorde a lo que nos quiere contar. Aunque puede parecer que nos ofrece tandas de tres, que es un número que funciona bien en las enumeraciones, lo lleva más allá y alarga estas hasta hacer de ellas su voz y su reflexión personal e íntima a compartir con nosotros. Aún más, no se conforma con este recurso sino que lo llega a combinar con el del paralelismo estructural de versos, dando por caso una especie de comparaciones de diferentes situaciones o cosas para crear metáforas o símiles reforzadas por la enumeración. Una acumulación repetitiva que crea un ambiente determinado al poema concreto y al poemario en general.

Es un poemario que indaga dentro de un mundo moderno donde las personas viven en las ciudades, pero aún hay espacio para la Naturaleza, si se la sabe encontrar. El mundo natural de animales, insectos y flora diversa aparecerá por todo el libro en combinación con llamadas de atención sobre la vida de las personas, a veces como símil. Pero también y sobre todo estará la naturaleza interior de las personas. No de una naturaleza interior acusadora, sino aquella del niño y la niña interior del que hemos partido como personas al formarnos por la vida y que, a pesar de las obligaciones, los trabajos, la suciedad o el paso del tiempo, es un niño o una niña que sigue estando ahí dentro y todos lo sabemos por muy adultos que queramos aparentar. La vida en pareja y la formación de un proyecto de vida en común hace que en los momentos más íntimos se bajen las guardias y afloren los niños.

El niño ha vuelto del colegio
cuánto ha cambiado
la pesada cartera
se ajusta a sus hombros
con violencia
los pantalones
demasiado cortos
dejan ver un vello tupido
envolviendo las piernas
sus manos trabajadas
aún huelen a lápices y gomas de borrar
la barba de un par de días
enmarca un rostro
más cuadrado
y sincero
(...)

Pero también un tono muy abiertamente claro de honra a la memoria tanto de las personas que fueron nuestros ancestros o gente importante, como de la memoria de nuestro propio pasado. En un poema se mirará al espejo mientras trata de ajustarse unos pantalones que ya no le valen, pero no desea deshacerse de ellos. En otros poemas nos mencionará a sus padres y aún en otro nos hablará del gigante español del siglo XIX que al morir fue vendido a un doctor que lo conservó y expuso, a lo que ella hace una bonita reflexión sobre la niñez de ese hombre y lo que pensaría el padre de saber que no fue enterrado, sino expuesto. Nos reclama mirar lo humano, nos grita que somos personas. Que nadie es malo por naturaleza. Pero las huellas no son inocentes en ninguno de nosotros.

Una de las cualidades más bellas del libro es esa muestra interior de ella misma donde nos habla de sí como mujer, que nos habla de su amor maternal hacia su hijo, que nos habla de un amor asentado hacia su pareja, no de uno pasional, sino ya asentado, como hacía Antonio Moreno en su novela Saltando sobre los charcos (2025), recientemente anotada en estas notas. En cierto modo, coincidencias del año 2025, sin que un autor y una autora supieran lo que iban a crear para este 2025, también en aquella novela no sólo se apelaba al amor en pareja ya asentado, el del día a día cotidiano que va construyendo las vidas, sino que también comparten la visión del niño interior que sigue viviendo de adultos y que sólo dejamos salir en pocas ocasiones junto a la gente que nos inspira más seguridad emocional y que a veces se mezcla con amor hacia los hijos, en el caso de Antonio, paternal.

Tiene espacio para la denuncia social, como se ha dicho al comienzo de las notas, como por ejemplo la denuncia que hace Carmen Nieto de cómo se hacen los despidos como si las personas fueran herramientas simples. El poemario incluso da espacio para hacer reflexiones sobre la Historia y el legado de unas generaciones a otras para ser quienes somos. Esto se ve bien en el primer poema, donde animales, humanos, hombre, mujer, prehistoria y actualidad van dando saltos y combinándose en diversos paralelismos y varias enumeraciones para terminar dándonos una escena cotidiana de lavarse la cara en el lavabo de tu casa como producto de toda una evolución y concatenación de vidas que han venido a dar la creación de la tuya en tu tiempo y su forma.

Un bello poemario para saborear. Dulce, a la vez duro; reclamación, a la vez denuncia. Testimonio, sobre todo testimonio, de las huellas que nos va dejando la vida para ser quienes somos. Y un recuerdo: todos seguimos siendo niñas y niños.

Una loba blanca entra
en casa de mis padres
y espera, tranquila,
sentada en la puerta
a que recoja todas las cajas
llenas de joyas de plástico,
cerillas rotas,
pétalos, frases, ardores.
(...)

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 20 de septiembre de 2025

Réquiem y exaltación

Título: Réquiem y exaltación.
Autor: Matías Escalera Cordero.
Editorial: Lastura.
Año de publicación:
2025 (1ª edición; nota del autor).
Colección: Alcalima.
Nº de volumen en la colección: 248.
Género: Poesía.
ISBN papel: 979-13-990447-3-7

 

Ya se había mencionado al poeta Matías Escalera en estas notas alguna vez, aunque hasta la fecha sólo se había comentado un sólo libro suyo y no era de poesía, sino un ensayo de pedagogía y a la vez memorias personales, Memorias de un profesor malhablado (2013). Aunque se han contado cosas de su actividad como poeta y activista de causas sociales que actúa tanto en Alcalá de Henares, como en Madrid, como en Guadalajara, así como organizador de eventos poéticos, donde a menudo llama a otras voces conocidas de la poesía tanto del Valle del Henares (en general) como de Madrid (muchas de Alcalá, como la mía misma), decíamos por entonces que era un profesor de Lengua y Literatura por más de treinta años. Ahora añadiremos que ya se encuentra en jubilación, pero sigue plenamente activo tanto en la literatura, como en la organización de eventos literarios, como en en la participación de actos contra la guerra (como por ejemplo contra la de Ucrania) y otras causas. Nació en Madrid en 1956. Ha ejercido, como se ha dicho, de escritor, de profesor y de activista social, pero también ha sido un crítico y como tal tiene el libro La (re)conquista de la realidad (2007) y ha participado del libro colectivo La República y la Cultura. Paz, guerra y exilio (2009). Ha sido traducido a diferentes idiomas, a la vez que varios de sus poemas se han publicado en diversas antologías y otras obras colectivas.

Como autor teatral, que también lo ha sido, fue premiado por El refugio (2009). En prosa ha publicado las novelas Un mar invisible (2009), El tiempo cifrado (2014) y la distopía Un sollozo del fin del mundo (2023), y la colección de relatos Historias de este mundo (2011). Pero ya se ha apuntado que ampliamente conocido como poeta y como tal cuenta con los poemarios Grito y realidad (2008), Pero no islas (2009), Versos de invierno: para un verano sin fin (2014), Del amor: de los amos y del poder: de los esclavos (2016), Poemas del tiempo y del delirio / Poems of time and delirium (2019, publicado en New York), Recortes de un corazón herido: por la esperanza (2019), Preferimos el grito: antología poética (2022) y el actual libro con el que le vamos a comentar hoy, Réquiem y exaltación (2025). Como se puede ver en su obra escrita, el año 2009 y el 2019 fueron años cruciales y vitales en él.

Réquiem y exaltación, publicado entre finales de primavera y comienzos de este verano de 2025, ha sido publicado por la editorial Lastura dentro de su colección Alcalima. Su editora, Isabel Miguel, conoce la trayectoria de Matías Escalera de tal manera que incluso la cubierta la cuidó especialmente para tener un significado total con el poemario. Se trata de una fotografía de Harry/Adobe Stock (la fotografía de solapa del autor es de Demian Ortiz. Un peón de ajedrez de color rojo puesto sobre un tocón de árbol cortado y un fondo difuso. Es quizá una de las cubiertas de poemario más acertada de las que he visto últimamente, pues el poemario aúna una forma de poesía hoy en día no usual con una temática que, en los poetas más recientes, no suelen tratar, aunque algunos destellos han aparecido desde el 15M de 2011, e incluso un poco antes con la Gran Recesión de 2008, tendríamos un ejemplo en Samuel Santos, pero en general, como temática de libro no es el tema que más centre a los poetas del hoy: la clase obrera y su lucha y padecimientos. Ahora bien, Escalera le da una vuelta de tuerca y actualiza todo ello en una visión plena del siglo XXI, con el consumismo, las modas, los estilos de vida prefabicados y los problemas de "primer mundo" pululando, haciendo de esta obra testimonio de su tiempo, no exento de cierta ironía y cinismo. El peón de ajedrez claramente representa al individuo de la clase trabajadora con conciencia, de ahí el color rojo. Las interpretaciones y sugerencias de la composición son libres en el lector.

Es para quien esto escribe uno de los mejores poemario de los años más recientes. Se ha escrito desde un coro de voces. El autor es evidente que es Matías Escalera pero, en su experimentación y en su idea de poemario, concuerda con cierto espíritu de asamblea, escucha y puesta en común con otras voces. Así, aunque cita y compone poemas en conversación con Gramsci, Hölderlin, Primo Levi, John Lennon o Antonio Orihuela entre otros, contó con la colaboración de otros poetas que le aportaron algunos versos en esas conversaciones poéticas, María Ángeles Maeso, Esther Giménez, Ángela Martínez Fernández, Gsus Bonilla, Patricio Rascón, Fernando Barbero y Antonio Martínez i Ferrer. Conversa con ellos en la búsqueda que aúne la vieja lucha obrera propia de las primeras décadas del siglo XX, con otra activa de finales de la dictadura y posteriormente adormecida y con aún otra más joven y actual que se siente explotada silenciosamente y hasta alienada por los nuevos medios de comunicación. En el fondo todas comparten desde su propia voz el sentimiento de alienación y explotación que necesita de un mundo más justo.

Escalera explicará a final de libro que el poemario se compone de cuatro voces. La primera es la propia construcción que hace el propio narrador, el autor, a lo largo de los poemas para contarnos en conjunto el dolor de la clase trabajadora herida. La segunda voz es la que forma la propia clase obrera en un sentimiento antiguo, pero poetizada, sin atender tanto a sus tonos históricos, pero sin dejarlos olvidados. La tercera voz es la del capital, dice, la de la clase patronal o empresarial, también poetizada y, en este caso, presentada incluso alienada por sí misma sin darse cuenta. Esta sería otra especie de trabajadores que, siendo los que poseen los medios, se hacen dominantes y no se dan cuenta que también se explotan a sí mismos en lo humano. La cuarta voz sería la de los que llama "los nuevos esclavos", una idea que le lanzó una joven poeta que participa del libro. Sería la de los jóvenes sometidos a montones de deudas o de cosas inalcanzables, condenados a trabajos altamente abusivos, inestables y mal pagados, e incluso convencidos de trabajar gratis sosteniendo con sus contenidos las redes sociales de los nuevos medios de comunicación. Incluso aquellos que teletrabajando ponen sus propios medios económicos (por ejemplo pagando la electricidad de su hogar, para el beneficio del empresario. Pero eso, falta conversarlo con esa cuarta voz, le alcanza a todas las generaciones, no sólo a las jóvenes, ahí me falta quinta voz, la no escuchada, la no preguntada, la silenciosa. Yo leí el libro desde la quinta voz, el lector que soy con mi vivencia. 

(...)
Me duele la materia más gris y más triste
después del telecurro
y me cuesta invocar el seso/sexo
que salpique un poco de purpurina rosa
el nuevo/viejo/eterno precariado.
(...)

En ese diálogo a cuatro voces aparece hacia el final una especie de carta de Antonio Martínez a Matías Escalera donde se reflexiona sobre el sentimiento de clase obrera dormido y la necesidad de lucha. Quizá con una orientación marxista clásica muy evidente y olvidando otras visiones obreras, como las anarquistas y otras tendencias. Se puede matizar o discrepar de algunas cuestiones, pero es un texto que se aleja de la poesía del libro para introducirnos en una especie de discurso sindical y político que, al estar en un poemario, queda dentro del discurso de un libro construido a modo de diálogo en poemas que, al llegar a este final, rompe el diálogo y rompe la poesía para crear el soliloquio, el monólogo, de una sola voz.

Quien esto escribe ya le comentó en su día a Matías Escalera que aún habría una quinta voz, con la que uno se siente identificado. Sería más o menos la de gente de mi generación que ya por el periodo de crisis abierto por el 11 de septiembre de 2001, luego por la Gran Recesión de 2008 y después ya sea por la edad y otras cuestiones, ni hemos tenido la comodidad de los que precedieron, ni tenemos la esperanza del mundo prometido para los jóvenes. Malviviendo, superviviendo, antes por jóvenes y ahora por gente que no es joven ni es muy mayor, nunca ha estado en ningún lugar y nunca se han preocupado ya no por oírnos, sino siquiera por contarnos. 

El poemario, en esa peculiar construcción de diálogo, parece alcanzar a veces un nivel casi de teatro. 

Habla de de los problemas de la clase obrera, incluso de los que se da a sí misma, pero también toca los problemas del sexismo, la racialidad, el consumismo, la soledad, la incapacidad de entenderse, el ecologismo... 

Es un poemario valiente e hiriente, que es como debe hacerse poesía. Sin miedo y tratando de provocar al otro lo que haya de ser. También contiene experimentación. En una de sus partes podremos leer poemas construidos con signos y formas entendibles, aún no siendo letras. Es la misma parte que se construye con fragmentos de noticias, boletines oficiales, instrucciones... Todo cobra cuerpo de poema como en el más puro estilo dadaísta. Nos remite en cierto modo a la poesía soviética de Mayakovski, una poesía obrera, de lucha de clases y experimental que fue valiente para denunciar también la falta de libertad, lo que le dio problemas a dicho autor con el gobierno de la Unión Soviética.

Matías Escalera señala a la propia clase obrera actual sus propios frenos y contradicciones, como en el poema donde el veganismo entra en contradicción con otros valores cuando se va a comer una hamburguesa vegana a una gran cadena internacional de hamburguesas, o cuando determinadas formas de vida, como el deporte, se transforman en pura pose hueca que no reflexiona sobre sus objetivos. Las aficiones de ver series en canales como Netflix, vividas como si fueras excepcional y diferente, te transforman en alguien todo lo contrario de lo que se cree ser. No evita incluso marcar como problema que las luchas confundan y pierdan su sentido profundo cuando todo se remite sólo a qué palabras se pueden usar y cuáles no. O en la creación de nuevas censuras por parte de aquellos que dicen no defender la censura. Un poema muy provocador, pero que señala con el dedo. No culpabiliza pero anota el galimatías entre el diálogo de las cuatro voces.

(...)
...¡Cómprate un coche eléctrico!...
...Pero no preguntes de dónde salen las baterías...
(...)

La alienación obrera se ha apoderado de todas las generaciones obreras. La vieja habla con la joven y trata de despertarla. La joven le demuestra en su diálogo que no está dormida, que los problemas son los mismos, pero los tiempos son otros y las comodidades y ocios actuales son el nuevo opio del pueblo que, para Karl Marx, era la religión. Denuncia incluso desigualdades entre la propia clase obrera al crearse tabiques dentro de sus propios muros y así, mientras antes podía existir una cierta identificación de unidad, ahora hay una falta de unidad a veces favorecida por el nuevo capital al fomentar toda aquella idea de identidad que no termine de unir de nuevo a todos los obreros, sean hombre, mujer, joven, adulto, heterosexual, homosexual, de un lugar del mundo o del otro, veraneantes en otros países o comedores de pipas en un banco, etcétera.

(...)
...No te esfuerces ni disimules: a ti tampoco te importamos...
         (para ti también somos invisibles...)
...Crees que nos ves: pero no nos ves...
...Crees que tenemos el mismo amo: pero no lo tenemos...
Nosotros somos nuestros amos: el esclavo se
                                                                       [somete a sí mismo...
(...)

Creo que es un poemario muy necesario y muy acertado. Actual, moderno, experimental, concienciado de qué quiere de sí mismo y con un mensaje que te remueve por dentro, que a veces incomoda, pero no ofende, porque hace que mires dentro de ti y no sólo de ti para afuera. Lo dicho, quizá el mejor poemario de los años más recientes. Y quizá un comienzo para que las diversas voces empiecen a dialogar y a entenderse entre sí. O al menos a entender sus propios problemas y carencias, cuya solución estaría, precisamente en ese "uníos, hermanos proletarios" que aquí sería, "uníos, hermanos, sed humanos".


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 13 de septiembre de 2025

Saltando sobre los charcos

Título: Saltando sobre los charcos.
Autor: Antonio Manuel Moreno (Antonio eMe).
Editorial: [No consta].
Año de publicación: 2025 (1ª edición; nota del autor).
Género: Novela.
ISBN: 979-85-53932886

 

El prolífico autor Antonio Manuel Moreno, más conocido como Antonio eMe, ha publicado en 2025 su primera novela larga, Saltando sobre los charcos. Esta vez no ha recurrido a su propio nombre editorial, Ella Ediciones, sino que no le importa hacer ver que la publicación es él mismo, con su propio nombre, aunque esta vez prescinde de Antonio eMe y se presenta con su nombre tal cual, Antonio Manuel Moreno. Sin embargo es relevante el nombre de su marca editorial, Ella Ediciones, que se refiere, hemos de creer a juzgar por sus poemas, a su pareja. Es relevante porque el personaje femenino que es la pareja del protagonista es llamada Ella. En toda la novela no aparece ni el nombre de la voz masculina protagonista, que narra en primera persona, ni el de su esposa, con quien tiene una hija y un hijo mellizos. Aunque se trata de una historia de ficción, a través de su lectura se puede intuir que, quizá, hay muchas dosis de referencias autobiográficas y de mensajes de amor hacia su pareja. Pero no hay que olvidar que es un relato de ficción. Recordemos que Antonio Moreno, a lo largo de toda su obra, tiene por estilo el mezclar a menudo guiños de lo que podría ser real con aquello que es irreal, logrando un precioso y delicado juego de equívocos y posibles que enriquecen la lectura con un posible subtexto por debajo del texto a captar por los lectores más atentos. Un exquisito juego que atraviesa toda su literatura y crea metamundos en los mundos que él crea.

El libro fue autopublicado con los servicios editoriales de Amazon, lo que hace que su registro ISBN sea mediante un código francés y no español. No obstante, el propio libro indica que fue impreso en Brétigny-sur-Orge. En un azul marino se enmarca la fotografía de dos llamativas botas de agua amarillas infantiles, típicas de las décadas de 1970 y 1980 en España, las cuales saltan sobre un charco en un juego infantil. Tal vez sea una imagen creada por Inteligencia Artificial, porque a ojos de quien esto escribe algo le choca como fotografía real, aunque no sabría decir el qué. 

El relato se ambienta en una doble época. El autor, cerca de su cuarenta cumpleaños, se va de vacaciones de verano con su esposa e hijos a una playa. En ese contexto se desarrolla una historia familiar de unas vacaciones en los tiempos actuales en una playa de España en pleno mes de agosto. En esta historia se desarrollarán escenas cotidianas de los veraneos de hoy, de un matrimonio que ha caído en la rutina, pero que sigue amándose, y hasta de un conflicto generacional. Es aquí donde cuando se evoquen los tiempos en los que el matrimonio se conoció o bien cuando regresen a su ciudad de origen, a la cual no nombran por su nombre, intuimos por las descripciones de festividades, fechas y algún nombre de lugar, que se trata de una familia de Alcalá de Henares.

Ahora bien, él quiere regalarle a su esposa un libro escrito por él mismo en secreto donde le narra toda su infancia y juventud hasta el momento en el que la conoció y se casó con ella, en una demostración de amor y para que le conozca más. Trata de esconder esta escritura en medio de esas vacaciones, donde incluso será tentado por una mujer mayor. Es la segunda línea de relato, que se alternará con la anterior entre capítulos pares e impares. Leeremos su libro, y por tanto conoceremos su historia de niño y de joven a modo de memorias. Esta será un paralelismo a la vida de él y su familia en la actualidad, pues nos narra la vida de él de niño con sus padres y sus también vacaciones, el colegio, el instituto y demás. Se crea así también una comparativa generacional entre los que fuimos niños y jóvenes en las décadas de 1970 y 1980 y los que lo son entre los 2010 y 2020. Evoca y apela a montones de recuerdos que coinciden con numerosas personas que, actualmente, estarán en su cuarentena de años y vivieron aquellos 1980 de niños. 

Tiene algo de nostalgia entrañable y el lector se puede reconocer en muchos rincones generacionales comunes. Esta novela se transforma así en un testimonio social entre las décadas de finales del siglo XX y las primeras del XXI. Tiene toda su carga principal de interés precisamente en ese mundo perfectamente descrito de los modos culturales sociales e intereses de cada época. Te toca el corazón trayendo a tu mente no sólo tu juventud, sino también a tu propia infancia y tus padres, así como aquello con lo que te entretuviste, como un mundo ya dejado atrás, mas no desaparecido. El mundo actual, desde otra perspectiva adulta, viene a decirnos, no es diferente, pero sí nos coloca desde la posición del adulto. Hay que pensar que incluso cuando narra su niñez, nunca olvida narrar que él también chocaba con la visión del mundo de sus padres, tal como él en la adultez choca con la de sus hijos.

Ahora bien, es un libro especialmente de amor, esa línea nos lleva a lo que significa el amor dentro de un matrimonio de varios años y con hijos, algo que nos hace pensar en cierta rutina que podría matar a la pareja, pero no lo hace.

En su historia como niño de los 1980 aparecen numerosos nombres literales de calles y hasta de lugares como El Val, el Colegio Zulema, la Casa de la Juventud (que se citan literalmente), que son indudablemente Alcalá de Henares, o hasta del antiguo centro comercial Simago de la vía Complutense o un lugar al que llama Los Juncos o Los Juncales, que puede ser o ubicarse en el barrio El Juncal. 

Tiene una prosa fluida, con un lenguaje directo con apelaciones a expresiones de habla cotidiana de hoy día y cultura popular que nos acerca más al protagonista. Sus párrafos corridos son muy extensos, dando al libro un ritmo reflexivo casi de pensamiento interior, más que de narración, lo que nos dibuja más la psicología del protagonista. Es inusual en Antonio Moreno párrafos tan extensos, pero se hace evidente que es un recurso literario al servicio de esta obra.

Se podría pensar que es una novela apta para lectura de verano, por su contenido, aunque puede ayudar a estimular la imaginación al leerla, esta novela no se adscribe a una estación, al ser una novela generacional y de contraste de época. Es también, no lo olvidemos, una historia de amor, de amor dentro del matrimonio. Esto también la hace un tanto rompedora, pues no trata de amores imposibles, ni de pasiones arrebatadas, ni de primeros amores, sino del amor ya consolidado dentro de unas vacaciones familiares en la playa, dentro de lo cotidiano del día a día en la convivencia con hijos. 

Hay una uniformidad de relato basculada y equilibrada por esa combinación de las dos historias alternándose a cada capítulo, pero como la vida del protagonista evoluciona en su relato de la infancia y también evolucionan sus vacaciones de agosto de adulto, contiene una especie de división en dos partes casi imperceptible, pero no por ello inexistente. 

Una buena novela que tiene toques del romanticismo y lo pragmático, con un sutil sentido del humor propio de toda la obra de Antonio Moreno. Algunos capítulos recuerdan las construcciones de sus poemas, ahora desarrollados en prosa, lo que le da un toque de belleza al darle poesía al relato de una vida rutinaria. Esta claro que en esta obra Antonio Moreno, Antonio eMe, ha subido un poco más el listón de su literatura.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

viernes, 5 de septiembre de 2025

El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025)

Título: El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025)
Autor: Vicente Fernández.
Editor: Provincia Paula Montal de Madres Escolapias.
Año de publicación: 2025 (1ª edición; saludos introductorios de Amelia Ramírez de Nicolás -Madre Provincial de la Provincia Paula Montal de Escolapias-; y de Rosa Carmona Elizalde -Coordinadora del Equipo de Restauración de la Escalera Monumental-).
Género: Arquitectura; Historia; Arte; Biografía.
ISBN: 978-84-09-69617-8

 

Mencionamos a Vicente Fernández como uno de los autores alcalaínos de Historia que formó parte del libro De palacio a Casa de los Arqueólogos. Pasado y futuro del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares (2019, coordinado por Luis Palop y María Carrillo Tundidor). Sin embargo, habíamos comentado ya otro libro de Historia del que formó parte de su equipo creador, pero que figuraron como anónimos todos sus participantes, Estampas de la feria. Tradición y modernidad de una feria castellana (1993). Sabemos hoy día que él participó de la creación de ese libro, aunque no se indica si como autor único o como del citado equipo creador, aunque es presumible que fuera un equipo al haberlo avalado por entonces el ayuntamiento de Alcalá de Henares, porque el mismo Vicente Fernández dice sobre sí mismo en la solapa de su libro más reciente que este libro es una de sus obras. Otras obras que cita como suyas son Guía del Colegio Mayor de San Ildefonso (1995), Guía turística de Alcalá de Henares (1998), Historia y descripción del Rectorado Histórico de la Universidad de Alcalá (2008) y Guía bilingüe de Alcalá de Henares, inglés-español (2009). Siguiendo esta trayectoria que él mismo nos marca, vemos que no vuelve a aparecer, aparentemente, hasta el citado libro colaborativo de 2019 y tras ese, aparentemente, hasta su libro más reciente, publicado a comienzos de 2025, El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025). Publicado a través de la orden de las Madres Escolapias, las cuales regentan desde comienzos del siglo XX un colegio en tal local, lleva por ello un saludo de la Madre Provincial de la Orden, Amelia Ramírez de Nicolás, así como otro de la coordinadora de las obras de restauración de su escalera y cúpula barrocas, Rosa Carmona Elizalde. Este libro viene a completar y complementar la obra de investigación de la historiadora Pilar Lledó llamado El Colegio Calasanz-Escolapias (1904-2004) Un siglo de presencia educativa en Alcalá de Henares, álbum fotográfico (2021), publicado con la Editorial Domiduca. Libro y autora que cita, elogia y recomienda, aunque nos priva al menos de algún resumen breve de lo que trata aquel, instándonos a buscar el libro en librerías, sin advertir que los libros de Historia van trascendiendo los tiempos y los libros van dejando de estar en las librerías. Bien está la referencia, eso sí, pues para el futuro siempre existirá el conocimiento de esa obra para el investigador o lector futuros, si bien es deseable que ambas obras se conserven cuando menos en bibliotecas y archivos. 

Vicente Fernández nació en Alcalá de Henares en 1956. Siempre residió en la ciudad. A pesar de que mucha gente le considera historiador formado, él no se formó en Historia, si no en Ciencias Políticas y Sociología. Otra cuestión es que sus actividades personales, especialmente en los últimos años (década o década y media larga), como guía activista de los lugares históricos de la ciudad, o como defensor de los árboles urbanos, y su vida laboral en general se han visto vinculadas a la cultura y a la Historia de la ciudad. Posiblemente tenga más modos de cronista que de historiador, pero tiene desde luego una larga trayectoria de historiador no por formación, sino por devoción. Persona que recurre a los archivos y las publicaciones y trata de estar al día en todo evento y conferencia cultural que se va produciendo en Alcalá. Y en ese sentido acumula mucho saber y datos en su cabeza.

Sí es cierto que ha impartido cursos de Historia, que divulga la Historia de la ciudad y que publica e interviene sobre ello en prensa escrita y en las cadenas de radio locales como Cadena SER-Henares, Onda Cero Alcalá, La Luna de Alcalá y quien esto escribe no sabe si ha pisado ya Radio CreActividad, lo que es bastante probable puesto que lo que atañe al tema de su nuevo libro le ata a Miguel Ángel Simal, dramaturgo y actor de teatro que dirige y es técnico de sonido de dicha emisora. Fueron Vicente Fernández, Miguel Ángel Simal y Rosa Carmona, profesora y directora del centro escolar, los que impulsaron la restauración de la escalera monumental en 2019 y su posible uso cultural posteriormente.

En todo caso, en su actividad laboral ha sido en el pasado Jefe de Protocolo y Director de Festejos del Ayuntamiento de Alcalá en los años 1990, con ayuntamiento del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha sido guía de turismo (como hemos dicho ahora sigue haciendo de guía de manera voluntaria y por iniciativa propia, pero no de modo laboral), y se le ha conocido mucho a lo largo de la década de 2000 por haber sido propietario y comerciante de una tienda de productos culturales y turísticos en la mismísima Calle Mayor, y aunque Turismo e Historia no son los mismo ni persiguen el mismo fin, es una actividad en cierto modo ligada a la Historia. Lo que sí le acerca quizá más plenamente a la Historia es haber sido comisario de exposiciones y diseñador de maquetas históricas de Alcalá de Henares, una ambientada en el siglo XIII y la otra en el XVIII, siendo estas parte expuesta en alguno de los edificios a visitar en la ciudad.

Es una persona muy valorada, popular y apreciada por sus conocimientos, por parte de multitud de personas, medios de comunicación e instituciones, así como por parte de otros personajes públicos.

El libro con el que hoy hablamos de él, de título explicativo extremadamente largo, casi a modo de título típico de la época del Barroco, o propio de quienes alguna vez entramos en la carrera de Historia y nuestros profesores nos decían: "al grano, acota", El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025), [corrijo lo que se entiende error en cubierta, pues donde aquí se lee una coma a mitad de título, en impreso aparece como punto, pero seguido de minúscula y no de mayúscula], es quizá su obra más ambiciosa y perfecta hasta la fecha con un gran trabajo de investigación detrás, que le duró tiempo realizar, como debe ser en toda investigación histórica, si bien quizá, para quien esto escribe, aún se podría buscar más, por ejemplo entre los legajos del Archivo del Corregimiento de Alcalá de Henares conservado en el Archivo General de la Administración, que llega a citarse en el texto, pero que no aparece ni en notas ni en referencias documentales. Es una sugerencia por si algún día alguien desea ampliar más, o bien si Vicente Fernández se lanzará en el futuro a seguir indagando más aún. En todo caso, el autor nos anota la consulta de diez archivos y tres grandes bibliotecas, así como la colaboración con varias fotógrafas y fotógrafos, entre ellos personas conocidas de Alcalá, como Pilar Navío o Baldomero Perdigón, y cita a una serie de personas que le ayudaron con las labores de investigación, entre ellos más personas de Alcalá, arquitectos, gente de la cultura, personas de las Escolapias, otros investigadores, etcétera. Es una labor ingente y trabajada que aporta nuevos y numerosos datos.

El libro se pudo publicar no sólo gracias a la Provincia Paula Montal de Madres Escolapias, sino también a cierto apoyo del ayuntamiento de Alcalá de Henares, pero sobre todo por la activación en 2024 de una petición de ayuda a modo de micromecenazgo a través de Internet, que hizo que numerosas personas listadas a final de libro dieran pequeñas aportaciones económicas que posibilitó la edición en tapa blanda plastificada y solapada, con un interior que incluye numerosas fotografías a color que apoyan visualmente los ejemplos y aportaciones documentales de la tesis de Vicente Fernández, si bien hay que apuntar que son de dimensiones pequeñas y en algunos casos se hace necesario fijarse mucho en la imagen o usar algún tipo de lupa. En líneas generales son útiles e ilustrativas del ejemplo que se cite en cada caso, eso es innegable. Entre las personas que aportaron dinero se leen tanto nombres de personas anónimas, como personas conocidas de Alcalá ya por la vida social de la misma, la cultura, la política u otros aspectos, como su ligazón al colegio. Sirve el libro de este modo indirecto también para conocer en parte de la vida social alcalaína del primer cuarto del siglo XXI.

El libro fue publicado en el III centenario de los hermanos Joaquín, 30 de septiembre de 1724, y José Benito, 2 de marzo de 1725, y el 275 aniversario de Alberto de Churriguera, 27 de febrero de 1750. Se hace evidente que el libro trata de reforzar la tesis de Vicente Fernández sobre la innegabilidad de la autoría de los hermanos Churriguera en las obras de remodelación en la primera mitad el siglo XVIII del palacio perteneciente a Jacinto de Aranaz, que fue un noble, hombre de negocios, uno de los regidores de Alcalá de Henares y lo que podría equipararse en nuestros tiempos a alto cargo de Hacienda en su época, aunque caído en desgracia por un caso de corrupción, precisamente financiando su palacio de Alcalá mientras él vivía en Madrid. Murió en 1724.

No obstante, la actividad de Vicente Fernández se une de manera plena y decidida a la recuperación de la memoria histórica de esta escalera monumental del palacio, la restauración de la misma y del palacio, y el fomento de este espacio para actos culturales de la ciudad, cosa que incluso recoge a final de libro aportándonos nombres de más personajes y grupos de la ciudad que han sido de los primeros en actuar en este sitio. Todo en el intento de conservar el conjunto y darle la importancia merecida. No hay que olvidar que, paradójicamente, y tal como se detalla en el libro, fue precisamente la instalación del colegio de las Escolapias a partir de 1904 lo que ha creado gran pérdida y deterioro de la arquitectura y decoración histórica del lugar. Desde la modificación de la planta baja para crear una capilla, al derrumbe de otros lugares en la década de 1970 para crear espacios útiles para el colegio, pero que eliminaban lo histórico e, incluso, ocasionaron serias grietas en la cúpula sobre la escalera, ya restaurada gracias a la actividad desarrollada desde 2019. Paradójicamente, pues, aunque en los años 1980 fue una concejala del PSOE quien logró evitar que se destruyera esta arquitectura, es el interés de Fernández, Simal y las Escolapias las que han logrado su restauración, recuperación y difusión artística, cultural e histórica.

Como sea, el lugar plantea poner una sala expositiva de otro de sus inquilinos célebres, el fotógrafo Jean Laurent, del siglo XIX, quien restauró la escalera con pinturas y escudos y cuyos artistas que trabajaron para él dejaron su marca, según se ha descubierto en las obras de restauración. Hay que pensar también que el colegio de las Escolapias a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI no sólo es recordado como tal, sino que más allá se le recordaba como Casa de Laurent o Palacio de Laurent, en referencia a este afamado fotógrafo francés que se afincó en Alcalá. Por lo que el libro nos trae a la memoria y vuelve a restaurar en la Historia local a Aranaz en el siglo XVIII, que fue quien encargó las obras para crear dicho palacio. También recupera la memoria de otro célebre habitante de la casa en el siglo XIX, Narciso de la Escosura, dramaturgo, escritor y político a nivel nacional. Incluso, también, nos recuerda que el edificio fue usado durante al guerra civil de 1936-1939 para albergar a los pilotos rusos a favor de la República y fue sede del PSOE en los años bélicos.

Haciendo un conjunto de todo el espacio del colegio de las Escolapias, se nos menciona que una pequeña casa propiedad de los hermanos Azaña (entre ellos Manuel Azaña) fue comprada antes de la guerra y en ella se hizo la actual capilla del colegio tras la guerra.

Se ha de entender con todo esto que la obra de Fernández trasciende la Historia del Arte, que es de lo que iría el libro según el título, y entra de lleno en la Historia biográfica de todos sus habitantes y propietarios desde 1610 hasta la actualidad, que incluso se remonta a relatarnos la Historia de las casas y gentes que las ocuparon cuando era barrio morisco en la Edad Media y sobre todo lo que de ellos dicen los documentos históricos en el siglo XVI, inundación torrencial incluida y deterioro de una antigua mezquita pasada a iglesia, hoy desaparecida en la calle Santiago. Así el libro nos narra la Historia de esta parte de la ciudad desde el siglo XVI, la historia del espacio y del edificio desde entonces, y la Historia biográfica de numerosos personajes, especialmente de Aranaz, los hermanos Churriguera y de Jean Laurent. Aunque el tema central sería la escalera monumental y la defensa de la tesis de que esta escalera anónima deja de serlo por ser de los hermanos Churriguera en su última obra juntos, pues uno de ellos muere y la acaba el otro, en realidad nos aporta nuevos datos históricos de Alcalá de Henares desde lo social, lo político, lo económico y hasta de su fisonomía. Es más, para quien esto escribe, el mayor valor historiográfico del libro no es tanto la tesis de una escalera barroca tardía de los Churriguera, que se da la mano con el Neoclásico, sino que rellena algo muy poco rellenado en los libros de Historia de Alcalá: su Historia social, política y económica del siglo XVIII y la de determinados personajes históricos poco o nada mencionados del siglo XIX que vivieron allí.

En ese sentido quizá yo hubiera recomendado darle una vuelta de tuerca al título, aún cuando lo que se busca es recuperar la memoria y dar importancia sobre la arquitectura de este edificio.

Tiene el libro también un amplio número de páginas repasando las obras y biografías de los Churriguera, haciendo comparaciones artísticas, especialmente con edificios de Nuevo Baztán y algunos de Madrid capital. En esa lectura pareciera que ellos solos fueran el Barroco español, aunque no sea así, pero es verdad que ellos son los principales arquitectos de nuestro Barroco. Era extraño la ausencia de obras suyas en Alcalá de Henares, y aunque en los últimos años han habido defensores de que el Colegio de Basilios (actual Aula de Música y danza de la Universidad) contiene como mínimo una portada de ellos, la escalera y portada del palacio de Aranaz pasaba o por el anonimato o por adjudicaciones de autores que algunos investigadores dudaban, como el cronista García Gutiérrez. Vicente Fernández parte su tesis de que ante la ausencia de documentos concretos y literales que liguen las obras a los Churriguera, hay otros documentos cruzados de las biografías de Aranaz y los Churriguera que vendrían a reafirmar esta tesis. Pero para Fernández lo fundamental es que donde no llegan las pruebas escritas documentales apuntando con el dedo directamente, llegaría el contraste de estilos arquitectónicos de los edificios de los Churriguera que están reconocidos plenamente con los elementos de la escalera, la cúpula, la portada y otros elementos del palacio. Para Fernández todos estos contrastes son una confirmación sin duda de su tesis. Personalmente guardo dudas y puntualizaciones analizando lo que el texto dice y en contraste con el conocimiento de lo que eran los autores y formas de expresarse documentalmente y artísticamente en esa época. No obstante, parece una tesis bastante sólida y probable. Es bastante posible que Fernández lleve razón, aún cuando quien esto escribe cree que se necesita aún un poco más. Tanto en Historia como en Historia del Arte, deontológicamente, salvo que exista una prueba directa, clara e irrefutable, cuando se dan casos de tener que investigar y lanzar una hipótesis sobre una autoría o hecho, a veces se necesita de una segunda voz independiente que venga a confirmar que la primera voz es la acertada o que eso parece evidenciarse. Repito, aunque yo a mí mismo me formule preguntas sobre los datos ofrecidos, es posible que Fernández haya dado con la clave.

Pero lo que más me gusta es que Fernández no liga la Historia del Arte a una mera cuestión estética, sino que la ata correctamente a la Historia viva y de la vida de la ciudad y de las personas. Ese es el mejor de los enfoques. Y le invitaría a que si vuelve sobre el tema, explicado lo estético y explicado lo humano y social, ahora dé un paso más e interprete lo que las estéticas barrocas de los Churriguera y reformas de Laurent pudieron querer decir a quien aquello viera.

Vicente Fernández cita a comienzo de libro las pocas obras donde se habló de este edificio y de la escalera. Me llama la atención que no se hiciera eco de una publicación y conferencia de la Institución de Estudios Complutenses que  en la década de 2010 hablaba de la escalera desde la perspectiva de las reformas de Jean Laurent, lo que hizo que algunos autores atribuyeran la misma a este. Yo estuve en aquella conferencia. Pero esto es menor, pues puede que por la razón que sea se le escapase este evento y publicación. Yo mismo lo he tratado de rastrear superficialmente para escribir estas notas y se me escapa, aunque lo debo tener en algún tomo de Actas por mi casa. Sin embargo, lo que sí me llama la atención poderosamente es que omita el libro Historia colectiva de Alcalá de Henares (2023), dirigido por el cronista oficial actual, Sánchez Moltó, pues en esa obra reciente, apenas un año y medio o dos antes del libro de Fernández, sí hay un capítulo, el dedicado al siglo XVIII, que habla de este palacio dentro del Barroco tardío y comenta muy brevemente la escalera como escalera palatina, por lo que esta publicación se habría adelantado un poco apuntando en cuanto al estilo barroco tardío del XVIII y no romántico del XIX, aunque no supera toda la dosis de investigación y datos que nos da Vicente Fernández. Claro que aunque sí cita varias obras de la autora de dicho capítulo, Carmen Román, ni en notas ni en bibliografía aparece Sánchez Moltó, lo que puede ser mera casualidad o que Moltó nunca haya escrito sobre el tema, o que de haberlo hecho no le haya aportado datos o reflexión a Fernández. Sin embargo, dado que Fernández aporta todas las obras donde previamente se habló de la escalera, sólo por esa anticipación de Carmen Román en su capítulo, la obra debería haber aparecido en mención, notas y bibliografía.

Buena investigación de Historia, escrita con lenguaje coloquial que se cuela con frecuencia con el lenguaje técnico, y a menudo con muchos comentarios de opinión personal, subjetivos y tratando de orientar al lector hacia el punto de vista del autor. No sólo en cuanto a lo que refiere a Historia del Arte sino también a lo que sería propiamente Historia y biografías, cayendo a veces en puntos de vista del siglo XXI aplicados al siglo XVI, al XVII, al XVIII o al XIX. En este sentido, aunque la lectura es interesante (personalmente, insisto, más en lo referente a lo social, político, sucesos y económico en Alcalá), hay que leer para adquirir más conocimiento, pero teniendo en cuenta que Vicente Fernández tiene un estilo muy personal que hace que escriba como cuando habla en persona, restando al lenguaje deontológico de la profesión de Historia a favor de un lenguaje que, usando del lenguaje del historiador, mezcla expresiones y juicios de valor propios de él. Como sea, aún leyendo con la atención debida, es una importante aportación a la Historia de Alcalá y a su legado cultural. Y es, también una gran iniciativa de recuperación material y de memoria.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 30 de agosto de 2025

Memoria para la erección de un monumento a Miguel de Cervantes

Título: Memoria para la erección de un monumento a Miguel de Cervantes.
Autor: Esteban Azaña Catarinéu; [varios autores].
Editor: Esteban Azaña / Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Imprenta: Establecimiento Tipográfico de F. García (Alcalá de Henares, calle de Santiago, nº 13 bajo).
Año de publicación: 1879 (1ª edición).
Género: Arte; Memoria.

 

Hemos hablado ya de Esteban Azaña y su familia, entre ellos su hijo Manuel Azaña, ambos políticos y escritores. Al hablar de su obra más afamada, Historia de Alcalá de Henares, publicada en dos volúmenes entres 1882 y 1883 (hoy en día se publican juntas en un sólo volumen), ya se dijo que llegó a publicar tres obras. Hoy comentamos brevemente la segunda obra, Memoria para la erección de un monumento a Miguel de Cervantes. Como ya indica su título tampoco era una obra literaria, y aunque no era un libro de Historia, lo elaboró en parte para la memoria, para la posteridad de lo que la gente de su época hizo en homenaje a Miguel de Cervantes. Sin embargo, en origen no era una obra para publicar, sino una memoria entre técnica y conmemorativa que él mismo impulsó y fue su autor principal, al punto de que fue él en persona quien, como alcalde en esos momentos, la presentó al ayuntamiento de Alcalá de Henares. Y fue él mismo quien la llevó a la imprenta del Establecimiento Tipográfico de F. García, que se encontraba en el número 13 bajo de la calle Santiago, para su publicación, la cual se produjo en 1879. Y aunque presumiblemente el autor principal era el propio Esteban Azaña, contenía también las sesiones literarias que en esos días de festejo se celebraron por la inauguración del monumento a Miguel de Cervantes, por lo que presumiblemente se recoge obra de otros autores. Este librito no se ha reeditado posteriormente, ni siquiera en 1979, centenario de la estatua, quepa ver si en 2029, ciento cincuenta aniversario, pueda que se le ocurra al ayuntamiento o a la Institución de Estudios Complutenses, aunque sea tras leer la idea por acá.

Esteban Azaña de por sí tenía un fuerte arraigo de la conservación artística de Alcalá de Henares, era el Presidente Tesorero en la Sociedad de Condueños, que hemos de recordar que se dedicaba a conservar el pasado arquitectónico, artístico y monumental de la antigua Universidad de Alcalá. Tenía trabajo de  juez municipal, pero también se metió en política tras el Sexenio Revolucionario, con la Restauración Borbónica. Él era liberal, aunque su padre, Gregorio, era partidario de la Primera República y su hijo, Manuel, sería Presidente de la Segunda República, tras ocupar otros altos cargos. Esteban llegó a concejal en 1875 y primer teniente de alcalde en 1877. Desde esos cargos comenzó a promover la creación de un monumento a Miguel de Cervantes, pues la ciudad no contaba con ninguno, a pesar de ser uno de los personajes nacidos en la ciudad más conocidos mundialmente. Su proyecto pudo realizarse materialmente al llegar a la alcaldía en 1879, puesto de alcalde que conservó hasta 1881, posteriormente concejal de nuevo en 1885 para volver a pasar a alcalde hasta su muerte en 1890. Aunque aportó una gran suma de dinero y fue él quien localizó al artista que consideró adecuado, quiso que esa obra fuera parte de todos los alcalaínos que lo desearan, por lo que abrió un proceso de suscripciones populares, lo que actualmente se llama de manera más difundida micromecenazgo, quizá por ignorancia de que tal acto ya recibía en castellano el nombre de suscripción popular, o sea: pequeñas aportaciones de dinero para crear algo propuesto.

La plaza donde se ubicó fue remodelada y renombrada Plaza de Cervantes. El artista contratado fue Carlo Nicoli Manfredi, que era Premio de la Orden de Carrara en 1864 y condecorado con la Cruz de la Orden de Carlos III. Escultor que por ello ya era afamado y que desde 1868 tenía un atelier en Carrara que hoy día sigue en activo en pleno siglo XXI. A la altura de aquel 1879 estaba afincado en España y trabajaba estatuas en bronce y en mármol junto a su padre y su hermano. Era el negocio familiar. Más aún, tenía relación con Alcalá de Henares, pues trabajaba en las obras de restauración del Palacio Arzobispal y las verjas. Ya había creado otras esculturas y bustos de Miguel de Cervantes, sin embargo, el encargo alcalaíno terminó siendo la más reconocida y mejor escultura que tiene del escritor, más aún, los estudiosos del Arte consideran que también es la mejor escultura que realizó Nicoli.

Fue realizada en bronce fundido en Florencia y colocada sobre un pedestal de piedra de Colmenar de Oreja que elaboró un artista de Alcalá que también llegó a ser alcalde, Manuel Laredo. Fue inaugurada con grandes festejos en octubre de aquel 1879. Con la reforma de la década de 1970 la peana original fue sustituida por la actual de obra rodeada de catenarias en lugar del ajardinamiento que llegó a tener. En 1994, otro artista local, colocó en el actual pedestal de la década de 1970 una serie de placas de bronce con imágenes de sus personajes del Quijote. Sin embargo, la obra fue vandalizada, pues se le robó la pluma de la mano, igual que a la estatua al arzobispo Carrillo se le robó su báculo. Por ello, siendo ya Patrimonio de la Humanidad y tras comprobarse que la obra necesitaba restauración, en 2007 se procedió a dicha restauración, que incluía la reposición de la pluma tal como se concibió en 1879, pues posteriormente se le había cambiado por otra con un diseño ligeramente diferente. 

Existe una pequeña estatuilla a modo de diseño previo conservada en la Capilla del Oidor.

El estilo sigue las líneas idealizadas de un romanticismo historicista tardío, aunque puesto de moda de nuevo por Benito Pérez Galdós, y como el historicismo de Galdós entra también en el realismo, en esta estatua se mezcla ese romanticismo historicista con el realismo. Cervantes aparece idealizado también en ropaje y actitud, aunque se parece en mucho al retrato posteriormente encontrado de él, que también se creó sin tenerle vivo como modelo en su época. Lo curioso de esto es que Nicoli no tuvo esa referencia visual, por lo que coincidió en el retrato con el pintor del cuadro. Probablemente Nicoli se ciñó a la autodescripción que hizo de sí Cervantes en sus obras y le dotó de la psicología que creyó conveniente tras la lectura de su obra y biografía. Psicología que queda patente cuando se observan los detalles de la cara.    

 Esteban Azaña, preocupado por recuperar la memoria y la Historia de Alcalá, así como recuperarla con aires de ciudad moderna de su época, dio con la publicación de esta memoria artística y de las celebraciones otro aporte para el futuro de un hecho histórico de la ciudad que él mismo fraguó.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 23 de agosto de 2025

Para que lo sepas

Título: Para que lo sepas.
Autor: Theo Acedo.
Editorial: Visión Libros / Visión Net.
Año de publicación:
2005 (1ª edición); 2006 (2ª edición).
Colección: Fondo
Nº de volumen en la colección: [sin número].
Género: Relatos; humor.
ISBN 1ª edición: 978-84-9821-221-1
ISBN 2ª edición: 978-84-9821-351-5
ISBN edición Net: 978-84-9821-351-7 


Theo Acedo, que aparte de escritor es autor de la Schola Cantorum de Alcalá de Henares, publicó en 2005 con Visión Libros un libro de relatos breves de humor llamado Para que lo sepas. Tuvo una segunda edición corregida y aumentada en 2006, que es la más difundida, y que a la vez tuvo una versión Net. La difusión se produjo fundamentalmente en Alcalá de Henares, aunque se comercializó también a nivel nacional a través de La Casa del Libro. Contenía una cubierta de color ocre con una ilustración de familia compuesta por un abuelo y una abuela leyendo de un libro para un niño, vestidos con una indumentaria no bien definida entre el siglo XVIII y comienzos del XX. Sea como sea, contenía un lenguaje con dosis de poesía y sintaxis de oraciones breves, pero barrocas. Esto le daba un tono parecido al de otras épocas diferentes al siglo XXI. Se alimentaba además del costumbrismo. Requería de una puesta de atención un poco mayor. El libro no era muy extenso, contaba con doscientas treinta y seis páginas, facilitando así que la colección de relatos no fuera excesiva y ayudara a una lectura más ágil. 


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".


sábado, 16 de agosto de 2025

Cómplices del 7º sueño, el afiche y su aventura

Título: Cómplices del 7º sueño, el afiche y su aventura.
Autor: Theo Acedo.
Editorial: Beturia.
Año de publicación:
2003 (1ª edición).
Colección: Colección de Arte Beturia.
Nº de volumen en la colección: [sin número].
Género: Ilustración; Cine; Arte.
ISBN papel: 978-84-873-11-25-3


De Theofilo Acedo Díaz, Theo Acedo, ya sabemos que estudió Arte y que se ha dedicado a escribir artículos en revistas especializadas y prensa local, si bien ha publicado otros libros a nivel local, de los cuales hemos comentado una obra de teatro y un recopilatorio de relatos. Hoy anotamos un libro que publicó con la asociación cultural Beturia en 2003, Cómplices del 7º sueño, el afiche y su aventura. En su cubierta se recuadraba una especie de sala de cine sobre cuya pantalla se proyectaba otra pantalla con un cartel de cine, El recuadro lo enmarcaba una serie de círculos que hacían pareces que era un sello. La palabra afiche está reconocida y es usada en España, si bien para el uso que aquí se le da ha quedado altamente anticuada y, en esa acepción, actualmente, es más usada en Hispanoamérica. Hace referencia a los programas de mano y carteles anunciadores de las películas de cine. Todo un arte que implicaba ilustrados y pintores, hasta que en los años 1980-1990 se popularizaron los carteles con fotografías y, actualmente, incluso con imágenes con ordenador. Aquellas personas eran consideradas en su época meros trabajadores a modo de artesanos con producciones en serie a tener lista cada semana. Puede que sea hacia los 1980 o finales de los 1990 que se comienza a considerar toda su obra como obras de Arte y a ellos artistas. Se guardan en archivos y en museos, se exponen a veces, se restauran si se puede, y se hacen incluso monográficos, biografías y documentales de cartelistas como los españoles Mac o Jano, aunque eran creadores de todos los países productores de cine. 

Los programas de mano, que alguno llegó anecdóticamente a algún cine en los años 1990, pero cuyo apogeo está en la primera mitad y décadas centrales del siglo XX, eran programas de cines concretos de las ciudades anunciando el horario y las películas por una cara y por la otra se reproducía el cartel o bien una escena promocional que el artista elegía y la distribuidora aprobaba. Hasta los años 1960 este trabajo era muy artesanal de cada lugar, siendo que desde esa fecha la tecnología reproductora permitió una mayor uniformidad de esta publicidad de mano, pasando la productora el papel con la imagen para que cada empresario dueño de un local de cine imprimiera la información oportuna por la otra cara, sin bien podían indicarles que resumen del metraje podían meter si lo deseaban. 

Theo Acedo selecciona aquí los carteles de cine y programas de mano que considera más destacables a la fecha 2003 en la que publica, por lo que, aún teniendo en cuenta que el cine comienza hacia finales del siglo XIX, lo que hace es seleccionar la cartelería que considera artísticamente mejores en el primer siglo del séptimo Arte. Siglo largo, evidentemente, pues aborda algunos años más de cien años. 

Para el año 2003 esta actividad de Theo Acevedo comenzaba  a dar a conocer una parte del cine no obvia a las generaciones más jóvenes, quizá las nacidas desde mediados de la década de 1980, a la vez que a las anteriores generaciones les hacia notar el valor artístico y emocional de imágenes y productos promocionales que, para ellos, previamente, los habían vivido como mero reclamo visual, pero no como Arte. Hay que suponer que para las generaciones nacidas desde el año 2000 todo esto además supone u mundo desconocido para ellos que pueda ayudarles a entender el pasado social y cultural más reciente, incluso rastreando en los diversos diseños de los carteles aquello con lo que se trataba de atraer, pues da pistas de los valores de la sociedad y sus cambios. Igualmente las películas y los diversos países de producción o / y de distribución, pues variaban de país en país y se adaptaban en diversas versiones.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".