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sábado, 19 de abril de 2025

Numancia

Título: Comedia del cerco de Numancia (también llamado La destrucción de Numancia y Tragedia de Numancia).
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Transcriptor: Miguel De Cervantes (manuscrito). 
Primer año de representación: 1585. 
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Título: Numancia
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial: Cátedra.
Año de publicación: 1968 (1ª edición, editado por Robert Marrast).
Colección: Letras Hispánicas. 
Nº de volumen en la colección: 195. 
Género: Teatro.
ISBN:  978-84-37604466
 
Miguel de Cervantes sabía que había triunfado con la novela, pero en realidad él, desde el principio, siempre se sintió dramaturgo. Pero igual que le ocurriera con la poesía, en la que él también quería ser reconocido, en el teatro tampoco encontró el éxito que él esperaba. De sus propias notas autobiográficas sabemos que desde muy joven iba detrás de los carros de los comediantes ambulantes, que escribió entre veinte y treinta obras teatrales (anotó así él la cifra) y que, según dijo él, ninguna de sus obras fue abucheada ni se les arrojó hortalizas y frutas. Si nos atenemos a esas notas, hemos de creer que tuvo un éxito empresarial en lo que es el teatro. Ahora bien, aunque sus obras pudieran gustar al público que acudiera, este público no le otorgó el gran éxito teatral que deseaba, pues realmente las obras de teatro que atraían a la gente eran obras más modernas y estructuradas de manera más innovadora, de la mano de Lope de Vega, entre otros. De hecho, aparte de cuestiones personales entre ellos, Cervantes y Lope de Vega también encontraban como uno de los fundamentos de su enemistad la rivalidad teatral. Eran totalmente opuestos a cómo entendían el teatro el uno y el otro. Cervantes se acogía a estructuras y temáticas más clásicas. Mientras que Lope de Vega innovaba y buscaba temáticas más populares y actuales. De entre aquellas veinte o treinta obras teatrales citadas por Cervantes, se conservan sólo once de ellas, más ocho entremeses, pero se conoce el título de diecisiete. Se le han atribuido algunas obras de las que hay autores que tienen dudas de que sea una atribución correcta. La falta de impresiones de alguna de estas obras, o la pérdida de algunos de los títulos, nos indica ya que ese éxito del que habla Cervantes es relativo. Pudo gustar a su público, pero su público probablemente no era tan numeroso como otros autores, incluidas contraprogramaciones de Lope de Vega. Los críticos actuales, sin embargo, hablan de un teatro más profundo y que analiza mejor la psicología de los personajes respecto a otros autores de la época. Hay incluso quien considera a fecha de hoy que se aproxima al teatro que se hace en el resto de Europa en ese momento, como pueda ser el teatro inglés y Shakeaspeare. Según Cervantes escribió de sí, fue el primero en España en representar estados del alma sobre el escenario. Sea como sea, no hace muchos años apareció una de las obras perdidas, puede que aún en algún archivo, biblioteca particular o casa antigua pueda aparecer algún otro.
 
Cervantes escribió teatro mucho antes que prosa. Hoy le presentamos con este perfil como dramaturgo con
Comedia del cerco de Numancia, así titulada por él de su puño y letra, pero también llamada La destrucción de Numancia y Tragedia de Numancia, actualmente esta obra de teatro es llamada simplemente Numancia. Fue escrita y representada en 1585. Se conservan dos manuscritos originales. Uno de ellos está en la Biblioteca Nacional de España, el otro está en la colección Sancho Rayón de la Hispanic Society de New York. Hay un tercer manuscrito aunque transcrito por otra persona mucho tiempo después, se trata de la transcripción de Antonio Sancha en su edición de Viaje al Parnaso, que hizo en Madrid en 1784 a partir de lo que parece evidente debió ser un manuscrito original que no corresponde con los otros dos citados, pero que, aún con licencias del propio Sancha, los expertos afirman que es fiable. Así lo hace constatar la edición  digital de Numancia en la Biblioteca Virtual Cervantes. En su época, en el siglo XVI, la obra tuvo buena acogida. Desde el siglo XVIII hasta la actualidad se la considera la mejor obra de teatro renacentista española, al menos en su construcción y planteamiento. Durante la Guerra de Independencia de 1808-1814 se representó con mucho éxito de público, especialmente en Zaragoza durante su sitio por las tropas francesas. La obra, de hecho, cuadra bien con el teatro historicista del romanticismo del siglo XIX. Narra el último año de sitio de la ciudad de Numancia por las tropas romanas y su desenlace trágico y heroico en el que sus habitantes deciden suicidarse en masa y destruir la ciudad antes de que Roma la tome. 

Cervantes no había leído las crónicas romanas de Tito Livio, Estrabón, Salustio, Polibio o Lucio Anneo Floro, sino que conocía esa parte de la Historia a través de una crónica de la Historia de España escrita por Florián de Ocampo en 1553, que continuó Ambrosio de Morales, que fue muy leída en su época, así como otras crónicas de Diego de Valera y Juan de Timoneda en las que aparecen detalles que sólo aportan ellos en el siglo XVI, como el episodio de la entrega de llaves de la ciudad, que Cervantes recoge en la última escena de su obra. También debió influirle La Iliada de Homero, en cuanto a la escena en la que se plantea la posibilidad de solucionar la guerra mediante un combate singular entre dos guerreros, uno por cada bando, a los pies de las murallas. E igualmente La Eneida de Virgilio, pues aparecen unas deidades e incluso un difunto que no sólo vaticinan cómo terminará Numancia, pues está predestinada, sino también como evolucionará España y cómo será la descendencia de sus reyes, augurando ser Imperio del mundo con Felipe II, rey y emperador en esos momentos en los que se crea la obra. Ni que decir tiene que esas crónicas citadas tenían por objeto ensalzar España como Imperio y a los Augsburgo. Pensemos que por entonces recibía el nombre de Reino Hispánico, pues era un reino de reinos desde la unión de los Reyes Católicos con su matrimonio y la Guerra de Sucesión Castellana de 1475-1479. El nombre de España se usaba de manera genérica recordando el antiguo genérico de Hispania en los tiempos de Roma, e incluso en los visigodos. El nombre de España como nombre del Estado se generalizará y oficializará con los Borbón en el siglo XVIII. Al ser un reino de reinos se quería potenciar una idea que ya existiera desde los tiempos medievales de Alfonso VI y de Alfonso X, que aunque fueran varios reinos, en realidad existía una unidad de destino llamada España, por lo que un rey debía prevalecer sobre los otros reyes. Sin entrar mucho más en este apunte de Historia, desde los Reyes Católicos se escribieron varias crónicas que venían a unificar todos los reinos en uno, y a alterar la Historia conocida hasta entonces para justificar la existencia única del Reino Hispánico, cosa que el nacionalismo y el orgullo imperial logró plenamente en la mente de sus vasallos con Carlos I y Felipe II. Estas crónicas obviaban que España no existía en los tiempos de los numantinos, habiendo por entonces una confederación de pueblos íberos, unos alineados con Roma, otros coordinados contra Roma. Por ello, en la obra de Cervantes se trasluce ese nacionalismo español e imperial que, incluso en la derrota, se desprende la victoria. Ensalza a Felipe II y a su imperio, aún siendo unos dieciséis a diecisiete siglos después.
 
Contenía también como influencia la propia experiencia de la guerra que tuvo Cervantes como militar, cuya batalla más famosa que vivió fue la de Lepanto en 1571, por la que fue preso de guerra cuando regresaba su barco. Esta obra la escribió a catorce años de aquello, aunque vio en Argel otras cuestiones de la violencia, pues en su cautiverio incluso hubo una peste en la ciudad. Aunque Cervantes ensalza con heroísmo las actitudes de los numantinos y habla bien de los valores de honor en la guerra, en una lectura atenta veremos que en realidad hace una muy dura crítica a la guerra. La analiza en todos sus factores, no sólo en los bélicos, pues así por ejemplo el hambre y la muerte por hambre es algo central y repetitivo en Numancia, pero también la enfermedad por peste, la orfandad de los niños cuya vida quedará marcada para siempre, la esclavitud y presidio de los derrotados, el uso sexual de las mujeres de los perdedores de las batallas, etcétera. Cervantes sabe bien de lo que escribe. Incluso la entrada y salida de los mandos romanos o la descripción del sitio de la ciudad y de algunos combates nos hace pensar que pudo haberlos escrito usando referencias autobiográficas o recuerdos de guerra.

La obra se reparte en cuatro jornadas o actos, que a la vez tiene cada una dos escenas, excepto la jornada cuarta, que tiene cuatro escenas. Tengamos en cuenta que Cervantes llama a los actos jornadas. Es un reparto muy matemático correspondiente a las normas clásicas de la antigüedad de cómo debía ser el teatro. Por ello esta obra tiene en sí una estructura plenamente renacentista, pero anticuada, aún siendo algo moderno la búsqueda de la psicología interior de los personajes. Otro rasgo renacentista será el uso de ser un teatro en verso de arte mayor, perfectamente medido y en rima consonante. Algo que ayudaba a los actores a memorizar los pasajes más largos, pues Cervantes acostumbra aquí a crear extensos discursos a los personajes. Incluso acota algunas recomendaciones para su dirección y representación en caso de que no esté él dirigiendo, como por ejemplo la posibilidad de usar actores para unos personajes femeninos pues, dice él, tendrán la cara tapada. Esto puede tener que ver con algunas normas sobre la representación de mujeres y las mujeres mismas. Recordemos en este punto que Cervantes era un adelantado a su tiempo en este aspecto, creyendo en los derechos de las mujeres (salvando las distancias del siglo XVI) y que su propia vida giraba en un entorno de mujeres, una de las cuales, su esposa, era su propia editora. Recomiendo repasar las notas del libro Cervantes y la libertad de las mujeres (Juan Francisco Peña, 2018). 

La obra comienza en el campamento militar romano en la tienda del alto mando militar al cargo de Escipión (aquí llamado Cipión en algunas versiones que respetan la forma de hablar del XVI trascrita por Cervantes, pero que en ediciones actuales corrigen a Escipión). El general romano habla con Jugurta enojado porque acaba de ser destinado por Roma a acabar la resistencia de Numancia, que lleva unos once años estancando la guerra. Su enojo en realidad es porque lo primero que ha hecho es ver cuál es el problema y lo atañe a la desidia del mando anterior y a la dejadez de la tropa que se dedica más al juego, la bebida y las prostitutas, dando por resultado en sus combate innumerables derrotas. Dice Escipión que muchos causan baja por sífilis. Es posible que esto también sea parte de la experiencia de Cervantes en la guerra. 
 
Unos embajadores de Numancia llegan para ofrecer una paz honrosa para ambas partes. A lo que Escipión se niega, creyendo que Roma queda ofendida y derrotada si acepta esa paz. Los hace irse de vuelta con la noticia de que la guerra continúa. Escipión manda poner orden en el campamento, expulsar a las mujeres, atajar las borracheras y prohibir el juego. Plantea crear disciplina militar renovada. Con esto sale a reunir y arengar a las tropas transmitiendo sus órdenes y les cuenta su nuevo plan de guerra. Como los combates los ganan los numantinos, y se da cuenta que lo hacen porque no es lo mismo el ánimo del invasor que el del defensor, él mismo dará ejemplo comenzando a cavar una profunda fosa alrededor de la ciudad, pues no deberían salir ni entrar ya más íberos en la ciudad. Van a sitiarla y a dejar que se rindan o mueran por hambre y sed. Aunque, le señalan, una parte de la ciudad da a un río, el Duero.

Aquí entra un elemento venido de las obras griegas y romanas, la intervención de los dioses. No se trata del dios cristiano, pues la obra es sobre Numancia, ni tampoco son los dioses grecorromanos que marcan con sus designios el futuro de las personas. Son divinizaciones inventadas por Cervantes, quizá como algo innovador que pretendía equiparar los mitos fundacionales de España con los de Roma y Grecia. Aparecen España y Duero vaticinando el destino de Numancia y el futuro de los reyes de la España que nacerá más tarde con el recuerdo de Numancia y su valor. Dejan hacer a los numantinos el comienzo de lo que será su final. 

Unos sacerdotes se reúnen en Numancia junto al líder de los numantinos. Se decide, tras un largo asedio que ya se ha cobrado vidas por hambre, que los sacerdotes ofrezcan oficios y sacrificios a los dioses, y que a la vez se les ofrezca a los romanos acabar la guerra mediante un combate entre cada uno de los guerreros de cada bando que elijan. La oferta del combate será despreciada por Escipión, que considera que el ofrecimiento se hace porque su táctica de asedio puede estar triunfando. En cuanto a lo otro, los sacerdotes son visitados por el diablo, que les roba el animal que iban a sacrificar y a cambio les resucita a uno de sus jóvenes guerreros, muerto por la peste. El joven guerrero les anuncia que el destino de la ciudad ya está decidido por las deidades y que no se puede hacer nada, porque de ese destino nacerá un gran imperio. Se queja que le hayan sacado de la tumba y les desvela que la ciudad arderá y sus gentes morirán, pero eso no lo harán los romanos. Ante los horrores de la tragedia decide volver a su tumba a descansar. Sin duda, aunque del siglo XVI, es normal que la obra triunfara en el siglo XIX, no sólo por casar con el sitio de Zaragoza y por su carácter historicista heroico, si no también por un elemento tan romántico y fantástico como el de esta resurrección, que en el fondo responde a historias similares narradas en La Odisea, La Eneida o Las argonáuticas.

El asedio prosigue y hay mayor número de muertes por hambre en la ciudad. Los líderes militares deciden atacar en bloque a los romanos y morir hasta el último hombre en un acto heroico donde mueran combatiendo y no por hambre. En ese momento llegan las mujeres de la ciudad con sus hijos en brazos y les recriminan su egoísmo, pues sus hijos quedarán esclavos y romanizados y ellas serán tal vez violadas y después sirvientas o casadas con romanos. Ellos recapacitan y reconocen que no quieren eso. Deciden en ese caso destruir todas las cosas de valor de la ciudad en una hoguera y matarse todos, destruyendo la ciudad, para no darles una victoria a Roma. Algunos personajes aceptan el destino decidido, mientras otros no desean morir.
 
Así quedan solos Lira y Morandro, una mujer joven soltera y un guerrero. Entra aquí unos protagonistas a media obra ya representada, algo inusual, y que introducen un elemento de amor que también casará con el romanticismo de siglos después. Lira tiene a su familia desfallecida por hambre y Morandro quiere que ella viva, pero ella también desfallece, por ello Morandro decide ir con un amigo a asaltar el campamento romano solos para poder robar pan. Logran robar un mendrugo a costa de la muerte del amigo de Morandro, y de que el propio Morandro morirá a los pies de Lira cuando esta reciba el pan.

Los dioses intervienen para hacer saber que el tiempo es cumplido. Una mujer huye de un hombre que, siendo su pareja, va a cumplir la orden de matarla para que así todos los numantinos mueran antes que caer en manos romanas. Cervantes nos desvela así una cosa: el suicidio colectivo y destrucción de Numancia no es algo tan heroico y tal vez esté falseado, pues al menos una mujer aparece en escena horrorizada porque van a matarla. Una vez más, nos cuenta los horrores de la guerra, no su aparente encumbramiento. La obra encumbra lo heroico, pero tiene sutilezas como estas que en realidad son críticas a la guerra. Cervantes parece indicar lo inevitable de la guerra y nos dice que hay que tomar decisiones terribles, pero nos desliza que en realidad es contrario a la guerra por todo el sufrimiento y muertes innecesarias, a menudo por el orgullo de algunos mandos, empezando por Escipión y por la invasión de Roma.

Lira desesperada por la muerte de Morandro, de su amigo y de parte de su familia, termina arrojando el pan y suicidándose. La obra termina cuando los romanos ven los fulgores y humo de un incendio en la ciudad y se asoman con escalas por las murallas para ver que la ciudad entera arde y todos están muertos. Sólo un joven llamado Viriato (en recuerdo al Viriato histórico que en la vida real en breve entrará a ser un caudillo en el centro peninsular) ha huido y se ha refugiado en una torre. Escipión se dirigirá a él para que se entregue y al menos proclamar su victoria sobre Numancia a través de esa entrega. Viriato les arroja las llaves de la puerta de la ciudad, pero él se niega a ser derrotado, pues su derrota simbolizaría la derrota de toda la ciudad, la cual se ha inmolado, y eso no puede ser a costa de nada. Por ello, se lanza al vacío desde la torre. Los romanos reconocen su derrota en la victoria y reconocen el heroísmo numantino. 

Ciertamente, parece un teatro más cercano a lo que se hacía en Inglaterra, que a lo que se estaba haciendo en España. Pensemos por ejemplo en las obras de Shakespeare Ricardo II (1595), Julio César (1599), Hamlet (1603), El rey Lear (1603), Macbeth (1606) o Antonio y Cleopatra (1606), entre otras, aún cuando esta obra de Cervantes, Numancia, es de 1585.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 17 de abril de 2021

Poesías

Título: Poesías.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial:
Cátedra.
Año de publicación: 2016 (1ª edición, editado por Adrián J. Sáez).
Colección: Letras Hispánicas.
Nº de volumen en la colección: [No hallado, ¿350?].
Género: Poesía.
ISBN: 978-84-376-3539-2


Entramos en la semana cervantina por excelencia en Alcalá de Henares. Como es conocido el mes de abril y el de octubre son los dos meses cervantinos por excelencia. En el caso de abril porque Miguel de Cervantes murió el 22 de abril de 1616, coincidiendo en día y año con la muerte del autor inglés William Shakespeare. Alcalá de Henares ocupa el mes completo con un festival llamado de la palabra donde se realizan diversos actos dedicados a la Literatura y otros tantos en concreto a Cervantes o su obra. Se realiza la Feria del Libro Nuevo y de Ocasión, este año por segunda vez suspendido por la pandemia de la Covid-19, y se entrega en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el Premio Cervantes de Literatura, con presencia de los reyes, el cual es el galardón de literatura más importante de habla española desde su fundación en 1976, en igualdad de equivalencia (dentro del mundo hispanohablante) al Premio Nobel de Literatura (que abarca todos los idiomas). También esta entrega de premio ha sido aplazada por la Covid-19, debería recogerlo Francisco Brines, aunque hay que recordar que el anterior galardonado, Joan Margarit, no pudo recogerlo por la mencionada suspensión de la entrega en 2020 y se le tuvo que llevar a Barcelona meses más tarde, Margarit murió en febrero de este 2021 sin que hubiera asistido a ningún acto oficial que oficializase ese galardón.  Como sea, siguiendo las notas de esta bitácora en consonancia con años anteriores, en esta semana en la que comenzará la veintena de abril, toca hablar de una de las obras de Miguel de Cervantes. Esta vez no es exactamente una obra suya, en tanto en cuanto a que nunca escribió lo que hoy vamos a tratar como libro ni publicó en libro los siguientes textos a comentar. Se trata de su obra poética. Sus poesías fueron hechas públicas de manera irregular desde el último tercio del siglo XVI en adelante, e incluso publicadas parcialmente en diversos libros. El libro que recoge todas ellas e incluso suma algunas que se le han atribuido como posiblemente suya, se ha llamado Poesías, en una edición de Adrián J. Sáez, que las analiza y comenta, salido a la luz en 2016 por primera vez, dentro de la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra, especializada en ediciones críticas muy valiosas en información investigadora. Era una publicación dentro del 400º aniversario de la muerte del autor.

Previamente se había dedicado a compilar una selección de sus poemas y a publicarlos comentados el escritor Caballero Bonald, que sacó una edición llamada Poesía, con la editorial Austral, y otra edición más de selección comentadas con el mismo título con la editorial Seix Barral. Más aún, en aquel 2016 en el que Cátedra sacaba todas las poesías completas que vamos a tratar, el llamado Poesías, Caballero Bonald sacaba digitalmente a través de la Biblioteca Cervantes Virtual un pequeño libreto llamado Poesías Inéditas

El Poesías sacado por Cátedra e investigado por Adrián J. Sáez contenía todos los poemas reconocidos de Miguel de Cervantes, más los atribuidos como posiblemente suyos, como ya se ha dicho. Hay que recordar que Cervantes nunca publicó sus poemas, salvo el que fue un libro en sí mismo, Viaje al Parnaso, que publicó en 1614, muy cerca de su muerte, y otro poema extenso que fue incluido como parte de su novela La Galatea, publicado en diciembre en 1580, el llamado poema "Canto de Calíope". Estos dos poemas extensos también los incluye Cátedra en su obra.

El libro responde estéticamente a los cánones de su muy reconocible colección, en tapas blandas negras que contienen en un recuadro franqueado por título, autor y editor un cuadro, en este caso un retrato de una persona que personalmente me recuerda al siglo XIX, aunque debe ser del siglo XVII. Como toda la colección, todos los poemas tienen detrás de sí un cuidado y detallado estudio y trabajo de análisis e investigación, así como la introducción encuadran la biografía, época y contexto del autor y de los poemas. 

Miguel de Cervantes comenzó su recorrido como escritor, que se sepa, como escritor de poesías. Sus primeros poemas conocidos son cuatro poemas que escribió a las exequias de la reina Isabel de Valois, esposa difunta de Felipe II. Esta mujer murió en 1568, Cervantes tendría por entonces 21 años de edad. Miguel de Cervantes siempre se tuvo por escritor de poesía y de teatro, si bien en ambos géneros no estaba a la altura de otros autores de la época que estaban, igual que él, en plena revolución literaria defendiendo diferentes puntos y corrientes estéticas. Quevedo, por quien Cervantes dice sentir amistad en Viaje al Parnaso, en 1614, Góngora, Garcilaso de la Vega o Lope de Vega son algunos de esos autores. Precisamente Lope de Vega, al margen de sus problemas personales entre ellos, era enemigo de Cervantes, o al menos estaban discutidos entre sí, a costa de la literatura como mínimo. Tanto en poesía como en teatro, Cervantes era tenido en menos por todos ellos, siendo Lope de Vega especialmente duro con él. Cervantes está claro que destacó sobre todo por la prosa y por revolucionar la literatura creando la novela moderna. Es en su ancianidad, en Viaje al Parnaso, que el propio Cervantes llega a confesar que daba a leer sus composiciones a otros autores con desigual acogida, a menudo contrarios al reconocimiento de su calidad. Sabemos también que posiblemente esto le llevó a numerosos enfados con conocidos y amigos. Pero en esa misma obra podemos leer que Cervantes reflexionó sobre sí mismo de manera introspectiva y en cuanto a su faceta de poeta dijo de sí al final: 


"Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo."
 

Con esto queda claro que al final de su vida el propio Cervantes reconocía que no había sido buen poeta. La verdad es que los poetas de su época en pleno Siglo de Oro de la Literatura Española tenían el listón muy alto para igualarles. Los poemas de Cervantes puede que no alcancen las virtudes de los culteranistas ni de los conceptistas, que no lleguen a la llaneza de los castizos ni tampoco se ganaran los favores del público que se ganaron los autores de la poesía de romance pastoril, poetas estos a los que Miguel de Cervantes parece sentirse más unido y de entre los que tiene bastantes más amigos que entre las otras corrientes, dos de ellos, además, de Alcalá de Henares, como él, Francisco de Figueroa y Pedro Laínez. En su propia época puede que no llamaran la atención y que sus temáticas y forma de estar compuestos no animaran a ser publicados, sin embargo a fecha de hoy podríamos decir que sus poemas tienen calidad, si bien son poemas muy directos para lo que en aquellos momentos se escribía, y cuyas temáticas parecen temáticas muy personales de Cervantes o bien reflexiones de él, y eso no se hará popular hasta el romanticismo del siglo XIX. 

Si bien empezó a escribir poesía en 1568, como se ha anotado ya, pensemos que en los años sucesivos Cervantes estará imbuido en su vida militar y en las guerras y batallas contra el Impero Turco. Esta vida bélica le trasladará al Mediterráneo oriental y al central, siendo el colofón su participación en la batalla de Lepanto, donde será herido en 1571. La batalla de Lepanto no será su final militar. Seguirá actuando en todas las cuestiones de estas guerras hasta que es apresado y encarcelado en Argel en 1575. Mientras su madre y hermanas se movilizan en Alcalá de Henares para reunir el dinero de su rescate a través de la orden de los trinitarios asentada en la misma ciudad, y Cervantes mismo ejercía a su modo de espía en aquel Argel, el soldado empezaría a comenzar a ser escritor en esos momentos. Es en la cárcel argelina en donde empieza ya a escribir totalmente dedicado a la prosa. Es liberado en 1580, que es la fecha en la que regresa a España y empieza a publicar a finales de año. En esos momentos empieza a escribir poesía de manera más fluida, aunque, como hemos visto, sin lograr la repercusión que él deseaba ni el reconocimiento. Ese reconocimiento le vendría con su prosa. Podríamos decir que a pesar de su éxito en prosa, era un autor fracasado (y se sentía como tal) en verso y en teatro, razón por la cual la gran mayoría de sus poemas no trascienden más allá de la gente a la que él mismo pudo enseñarles alguno de sus escritos. 

En esa década de 1580 comienza a renovarse la poesía española dentro de sus diferentes corrientes ya citadas, más las ascetas, aunque en las décadas precedentes ya habían existido algunos autores muy notables. Pero es en torno a esa década que se produce lo que se conoce como el nuevo romancero castellano. Ese nuevo romancero se compone con todos los autores conocidos de la época, los cuales se ponen manos a la obra a actualizar la obra poética romancera española, llevados por la moda del momento de la literatura medieval. Muchos lectores de esos años eran muy aficionados al viejo romancero, que eran los poemas romances de la Edad Media, la gran mayoría anónimos, y que contenían un lenguaje y unas formas propias de los siglos anteriores. Son las mismas épocas en las que las novelas de caballería de corte medieval están en pleno éxito de ventas. Cervantes, con su espíritu moderno y avanzado a sus épocas, comienza su revulsivo contra esos gustos renovando precisamente ese romancero, componiendo romances de manera moderna tanto en temáticas, como en lenguaje, como en formas. Con el tiempo le llegaría el turno a la prosa. Él no era el único en participar de esa revolución literaria. El propio Góngora era la cabeza más visible de ese mundo poético, en plena batalla contra los Quevedo.

Cervantes busca la claridad y busca que el lector entienda el mensaje que le cuenta, eso hace que Quevedo y Góngora, con sus corrientes, le queden algo lejanas. El casticismo aún estaba en sus comienzos, aunque estaba en marcha y Cervantes lo toca, su principal representante, Calderón de la Barca, nacería en 1600, recordemos que Cervantes moriría en 1616. Posiblemente Cervantes se hubiera sentido más cómodo poéticamente en esa corriente, pero en su época el mensaje sencillo y directo estaba representado por Lope de Vega y sus obras de teatro, en verso, pero Lope de Vega se reía de la obra de Cervantes. 

Cervantes no es un autor que busca lo barroco en su poesía, no es oscuro, no busca enrevesadas referencias muy cultas. Quiere ser claro. Conoce la mitología clásica y la usa, pero no la hace accesible solo para unos pocos. La poesía de Cervantes, de haber sido publicada, hubiera sido una poesía para las masas, al no ser una poesía que requiriera de amplios conocimientos, sin embargo, la poesía que publicó, especialmente la de Viaje al Parnaso, es todo lo contrario, es muy compleja de leer, totalmente llena de referencias cultas y guiños a conocimientos extensos de su época.

Los poemas que más escribió Cervantes fueron romances, pero también abundan en él redondillas y sonetos, que eran fórmulas muy populares y que gustaban mucho a la gente de la época. Aún con todo, el propio ser de Cervantes no podía evitar salir a la luz en estas composiciones que habitualmente salen del interior del poeta en sí, así pues, la gran mayoría de sus poemas no pueden evitar ser poemas cómicos y satíricos. Su humor sarcástico no era bien entendido o recibido a menudo por muchos de sus destinatarios, ya que en sus poemas hay infinidad de referencias a personas. Si en su último poema, Viaje al Parnaso, repasa los nombres de todos los poetas de su época y en sus primeros poemas hay una dedicación a Isabel de Valois, también encontraremos poemas a Felipe II, Juan Rufo, Fernando de Herrera, fray Pedro Padilla, Antonio Veneziani, el médico Francisco Díaz, M. Vázquez, el capitán Becerra, Diego de Mendoza, la poetisa madre reverenda Teresa de Jesús, Diego Rosel, sor Alfonsa González, etcétera. Muchas veces hacía dedicatorias a nobles o incluía alguno de esos poemas para dedicar sus novelas a esos nobles, tal vez con la intención de ganarse su favor y con él su patrocinio.

Junto a lo satírico y a los poemas dedicados y en homenaje a alguien, también abunda en Cervantes una temática algo inusual para los gustos generales de su tiempo, los poemas descriptivos de acontecimientos de su época. Como soldado que fue y como hombre avanzado en ideas en su época que incluso llegó a proponer en una novela ejemplar que el problema de la guerra con el turco se solucionaría con matrimonios mixtos entre cristianos y musulmanas y al revés, que en realidad creía en que la guerra era un gran mal que evitar y que en El Quijote dejaría claro sus ideales de justicia social y su crítica a los tiempos en los que vivió y su corrupción o denunciaba los males que vivían las clases populares, Cervantes escribiría en 1588 a consecuencia de la gran catástrofe de la Gran Armada mandada contra Inglaterra y hundida en el Canal de la Mancha un poema llamado "Canción nacida de las varias nuevas que han venido de la católica armada que fue sobre Inglaterra, de Miguel de Cervantes Saavedra". En este poema extenso se lee:


"(...)
Di (que al fin lo dirás): «allí volaron
por el aire los cuerpos, impelidos
de las fogosas máquinas de guerra;
aquí las aguas su color cambiaron,
y la sangre de pechos atrevidos
humedecieron la contraria tierra»;
cómo huye, o si afierra,
este y aquel navío; en cuántos modos
se aparecen las sombras de la muerte;
cómo juega Fortuna con la suerte,
no mostrándose igual ni firme a todos,
hasta que, por mil varios embarazos,
los españoles brazos,
rompiendo por el aire, tierra y fuego,
declararon por suyo el mortal juego.
(...)"

Es un poema muy descriptivo. Cervantes no era ya militar en 1588 y no fue a la Gran Armada, pero conocía bien la ambientación de las batallas navales a través de su servicio en el Mediterráneo en el final de la década de 1560 y hasta la mitad de la década de 1570. Es un poema muy descriptivo

En otros poemas se quiere acercar a lo pastoril, como aquel en el que describe fantasmagóricamente la entrada de una cueva donde aparentemente vive un fantasma que lanza gemidos y suspiros, pero luego nos descubre que se trata de una cueva donde viven los celos de amor y los engaños, pero esos gemidos vienen del enamorado que sufre por esos celos. No deja de tener cierto humor, pero a la vez se acerca a ese género que era, lo repetiré, el género poético que más éxito tenía en esos momentos en las clases populares. Eran poemas que contaban amores idealizados entre pastores y gente humilde del campo, a veces gente noble que se va a vivir al campo cautivos de sus amores y desamores.  

Sirva esta nota como suficiente para acercarnos a esta faceta de Cervantes.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 18 de abril de 2020

Viaje del Parnaso

Título: Viaje del Parnaso.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editora: Viuda de Alonso Martín. 
Impresora: Viuda de Alonso Martín. 
Año de publicación: 1614. (1ª edición)
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Título: Viaje del Parnaso y otras poesías
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial: Penguin Books / Penguin Clásicos [España].
Año de publicación: 2016 (1ª edición, editado por Laura Fernández García).
Colección: Clásicos. 
Nº de volumen en la colección: [No hallado]. 
Género: Poesía.
ISBN:  978-84-91051565


Ya presentamos a Miguel de Cervantes a través de su obra El Quijote, el autor más importante de Alcalá de Henares, al ser también uno de los principales literatos mundiales. Allí ya dimos varias claves sobre su forma de ser y algún  detalle de su vida, a la vez que se explicó el porqué de la importancia de su obra y el porqué de su singularidad en su época. El autor ha despertado a lo largo de los siglos toda una corriente en torno a él y su obra y toda una serie de influencias que se conoce como cervantismo. Su gran importancia literaria hizo que a partir de 1976, con el comienzo del reinado de Juan Carlos I, se comenzara a dar el conocido como Premio Cervantes, el premio literario más importante de la lengua española, equivalente al Premio Nobel de Literatura, pero restringido exclusivamente a la lengua española. Y reitero por tercera vez lengua española y apunto que tal vez hay que añadir lenguas de España, pues aunque en principio asumimos de entrada que tratamos del castellano, ya sea propio en su diversidad dentro de España, como en su diversidad en cualquier parte del mundo donde se hable, aunque hasta la fecha el premio ha recaído en españoles y en autores de países hispanoamericanos, queda pendiente el día que pudiera recaer en autores de Filipinas, Guinea Ecuatorial, Sahara Occidental o de cualquier otro lugar del mundo donde vivan hispanohablantes, como por ejemplo Estados Unidos de América, por muy polémico que esto suene. Más polémico sonará todavía sugerir la posibilidad de que algún día se podría incluir a autores portugueses, sobre todo porque probablemente a los hablantes lusos quizá no les haga ninguna gracia por motivaciones políticas y de sentimiento nacional histórico, pero no es menos cierto que en los tiempos de vida de Cervantes, Portugal y su Imperio eran parte de España y de su propio Imperio, o que la Historia de España y Portugal son historias y cultural fuertemente enraizadas entre sí. En todo caso, decía que habría que decir lenguas de España, pues el premio se ha dado en alguna ocasión a autores cuya parte de su obra, o parte principal de su obra, se ha desarrollado en lenguas de España que no son el castellano, en concreto en catalán, queda pendiente también que, dado este hecho, se dé en algún momento a escritores en vasco, bable, castuo o gallego, ¿o es que por escribir en gallego excluiríamos hoy día de su reconocimiento a Rosalía de Castro? ¿O por escribir en catalán/valenciano eliminaríamos a Ausiàs March? ¿Quitaríamos las jarchas de nuestra Literatura por usar el mozárabe? No obstante, el Premio Cervantes que se iba a entregar este 2020 el próximo 23 de abril se le iba a dar a un poeta cuya mayor parte de su producción es en catalán, Joan Margarit. La entrega ha sido aplazada sin fecha por causa del confinamiento por el estado de alarma activado desde el pasado 14 de marzo por la crisis sanitaria causada por la pandemia de la Covid-19. Como estamos a pocos días de que esa ceremonia se hubiera producido, y en consonancia con los dos años anteriores de publicar sobre Cervantes, aunque el año pasado publiqué en concreto sobre el Quijote apócrifo, hoy hablaremos de una de las obras de Miguel de Cervantes, Viaje del Parnaso.

Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá de Henares. A pesar de la polémica sobre el dato, se han dado diversas pruebas y teorías sobre la certeza de este hecho. Entra aquí el historiador Luis Astrana Marín (1889-1959), ligado a Alcalá de Henares por su cervantismo y con estatua en la calle Colegios, previamente en la Plaza Astrana Marín a la que todos conocemos popularmente como la Capilla del Oidor, por estar allí los restos de la iglesia Santa María la Mayor, destruida en 1936 por un incendio provocado al comienzo de la guerra civil y hasta el final de la guerra en 1939 perdida del todo por los bombardeos de la aviación fascista de Franco, de la cual se salvó una parte del edificio del siglo XV y el campanario del siglo XIX, conservándose la pila bautismal donde se bautizó a Miguel de Cervantes. Allí se guardaba también el libro y documentos parroquiales de varios siglos donde, entre otras cosas estaba el acta de bautismo de Cervantes. Teóricamente esta acta fue salvada por parte de católicos y simpatizantes de Franco de una posible destrucción a manos de milicias y simpatizantes de la República y sus partidos y sindicatos. Lo cierto es que aunque la Causa General abierta por Franco en 1939 culpabilizó de la quema de la iglesia a milicianos del PSOE y de la UGT y comunistas, la realidad salió a la luz muchos años después de haber acabado el franquismo, ya en los finales de la década de 1990 y sobre todo mediada la década de 2000, varios de los protagonistas, familiares y testigos de la represión por esta causa, aún vivos y cercanos a su muerte, comenzaron a hablar de las acusaciones falsas, siendo uno de los principales testimonios el de Nacarino, en el que se hablaba, en todos los casos independientes entre sí, de un incendio provocado por maleantes habituales que entraron a robar y prendieron fuego para huir al ser sorprendidos precisamente por las milicias. La apertura y mejor conocimiento de los archivos municipales y estatales corroboran en voz de las autoridades por otra parte la destrucción de la iglesia por esa causa de incendio y por los bombardeos. No hay ningún testimonio, más allá de opiniones particulares de descendientes y simpatizantes de una determinada corriente conservadora, sobre que cualquier partido, sindicato, milicia o gobierno de la República quisiera destruir la partida de bautismo de Cervantes, siendo además inexplicable por qué hubieran querido hacer tal cosa con un documento emblema y orgullo de la ciudad incluso en aquellas épocas, cuando en 1905 mismo toda la ciudad se movilizó para celebrar los trescientos años de publicación de El Quijote. No podemos dudar del hecho de que el acta fue sustraída por una familia conservadora y ocultada, según testimonios actuales, en el fondo de un pozo de un patio vecinal de la calle Cerrajeros (lo que por razones de conservación esto sí sería dudable su nivel de realidad), perteneciente a la casa donde se encontraba el negocio La Bola de Oro, una librería y sede de prensa local de carácter ultraconservador y ultracatólico, muy activo contra todo lo que fuera izquierda, cuyo fundador era García Cuevas, del que hablamos cuando escribí sobre su libro Villafeliz o el paraíso perdido. A fin de cuentas el miedo es libre y lo que aquella gente pudo temer pudo ser algo real y palpable para ellos, quizá hasta distorsionado en el recuerdo con el paso de las décadas y la transmisión generacional, aunque la realidad de los hechos factibles fuera de su realidad fuese diferente.

Sea como sea, aquella acta de bautismo certificaba el bautismo de Miguel, con fecha del 9 de octubre de 1547, su nacimiento fue el 29 de septiembre. Algunos autores afirman que Miguel fue bautizado en realidad dos o tres años después de su nacimiento. Como archivero e historiador he de confesar que lo único extraño que encuentro en ese acta es que las numeraciones de las fechas se hicieron en números arábigos, siendo altamente anómala en la gran mayoría de toda la documentación de aquella época y posterior que yo he podido ver y trabajar, se solía poner escrita con palabras, no con signos numéricos. No es imposible que sucediera, pero si hace del documento algo tan inusual y raro que el autor que lo hiciera constar es probablemente tan digno de estudio como cualquier otro en su época, pues quizá aquello delate en él otras cualidades de mentalidad poco comunes en la época. Sea como sea, no es el único documento que en los archivos concernientes a Alcalá de Henares mencionan a Cervantes o a alguno de sus familiares. La vivienda de uno de sus tíos y su familia se ubicaba en la Calle Mayor, donde actualmente está una de las tiendas turísticas de la Universidad de Alcalá; su padre trabajó de cirujano y barbero en el Hospital de Antezana en la misma calle y al lado de la casa del citado tío de Miguel, hermano de su padre; una de sus hermanas, Luisa, terminó siendo abadesa del Convento de las Carmelitas donde la misma Santa Teresa de Jesús tuvo una estancia al final de su vida, cerca de los otros lugares citados. Parte de su familia siguió viviendo de Alcalá de Henares y él no dejó de pasar por la ciudad o de tener contacto, por lo que se refleja en algunos escritos. Ahora bien, la ubicación original de la casa natal de Cervantes es más objeto de duda. En principio parece que lo más seguro es que en realidad se ubicara donde descendientes Cervantes mantuvieron una corrala que terminaron vendiendo y cuya calle toda la gente conocía como "la de los Cervantes", tal corrala de vecinos fue vendida en el siglo XIX a un empresario teatral, que la derribó y sobre ella construyó el Teatro Salón Cervantes, aún en activo. Tal calle se llama calle Cervantes. Pero Astrana Marín, en su tarea de intelectual cervantista, dio con una serie de documentos e interpretaciones, así como los restos de una zapatería aledaña al Hospital de Antezana, que le hizo afirmar que la casa de Cervantes se levantaba en aquel lugar de la calle Mayor. La dictadura franquista, sin grandes pruebas que confirmaran la teoría y necesitado de encumbrar su propaganda de grandeza e imperio mundial, así como de sus hitos nacionalistas españoles, dio a Astrana Marín como el mayor de los cervantistas de su época y por tanto indiscutible. Se volvió a levantar una casa imitando la casa de alguien más bien adinerado y más bien con un regusto de restauración histórica del siglo XIX pasado por el siglo XX, más que de la realidad de la Edad Media propia de la calle Mayor, tal edificación es la que actualmente ocupa el Museo Casa Natal de Miguel de Cervantes.

Hay que pensar que Luis Astrana Marín, veterano de la Guerra de Cuba (1895-1898), era uno de los intelectuales más eruditos del comienzo del siglo XX, si bien no estaba en la primera fila de la intelectualidad. Se especializó en crítica literaria y en concreto en los estudios sobre Cervantes, pero también ejercía de periodista y publicó teatro y novelas, lo que le lanzó a la popularidad en los años 1930. Precisamente en 1933 comenzó a escribir en el periódico Informaciones, el cual tenía un carácter favorable a las ideas nazis alemanas y fascistas italianas, por tanto era antirrepublicano y favorable a cualquier idea próxima al fascismo o directamente fascista en España. Aún más, Luis Astrana Marín llegó a hacer gala de antisemitismo con artículos donde afirmaba cosas como: "no habrá paz en el mundo mientras existan los judíos", atacaba a los modernistas o consideraba a cualquier escritor de izquierdas (en cualquiera de sus corrientes) como mentecatos (literalmente, así se refería a ellos). Llegada la guerra civil en 1936 quedó atrapado en Madrid capital, por lo que pasó a ser de la quinta columna, ocultando sus ideas sin destacarse en ninguna dirección política y haciéndose pasar simplemente por un conservador republicano. Recién terminada la guerra pasó a trabajar para el periódico monárquico, en esos momentos exactos plenamente franquista, ABC. Desde 1948 hasta 1958 publicó su obra más ambiciosa de investigación sobre Cervantes, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, donde afirmaba dar las pruebas definitivas del nacimiento del autor en Alcalá de Henares, aportando la partida de bautismo, y aseguraba el emplazamiento exacto de la casa natal en la calle Mayor, a pesar de que el conocimiento popular y documentos de archivo situaban a la parte de la familia de Cervantes más probable como rama de Miguel en la actual calle Cervantes. Al franquismo le convenía tener un lugar físico que mostrar, tal como las ideas del fascismo habían practicado en el pasado, era imposible derribar el teatro romántico y decimonónico, por su valor arquitectónico y cultural, por lo que dio el beneplácito y ayudó a asentar la teoría de Astrana Marín de la casa natal como la única cierta. De ahí se pasó a la "recreación" de la construcción antes citada. Entre tanto, Astrana Marín llegó a fundar una sociedad cultural en torno a Cervantes.  

Han existido pruebas filológicas, estudios literarios, arqueológicos, estudios biográficos e incluso genéticos para confirmar plenamente o para crear teorías sobre el origen alcalaíno de Miguel de Cervantes, al margen ya de la ubicación real de su casa en la ciudad o de la propia partida de bautismo. Existen otras teorías que afirman su ascendencia gallega, su pasado familiar probablemente judío (sobre el que lanza varias pistas o sobre el que además la alteración del apellido familiar pareciera confirmar, aparte de la ubicación de las casas familiares en la antigua barriada judía de Alcalá), hay teorías sobre una ascendencia catalana, otra sobre una ascendencia aragonesa, pueblos de Castilla-La Mancha que lo reivindican, etcétera. Sin embargo, parece asentado y confirmado por muchos medios que Cervantes nació en Alcalá de Henares y pasó sus primeros años aquí, sus estudios y que además mantuvo contacto con la ciudad, pues así por ejemplo asistió a la ceremonia de nombramiento como abadesa de su hermana Luisa. La prueba más definitiva está en el Archivo de Protocolos de Madrid, donde se guarda la documentación original que el propio Cervantes rellenó para solicitar y obtener permiso de la administración para publicar sus obras, la censura de la época. Así por ejemplo, en la documentación referente a La Galatea, ante la pregunta sobre de dónde es natural, Miguel de Cervantes contestó de Alcalá de Henares. Quedando así confirmado el origen en el conjunto de todo lo aportado e investigado, aunque a fecha de hoy no paren de surgir otras hipótesis y teorías a menudo con pruebas dudosas y peregrinas.

Para otros detalles de la vida de Cervantes me remitiré a revisar en estas mismas Notas de los cíclopes libreros algunos que aparecen en otras obras de Cervantes, en las obras concernientes al cervantismo o en la nota sobre El Quijote apócrifo de Avellaneda. Por hoy baste con lo escrito para proceder a hablar de Viaje del Parnaso.

Viaje del Parnaso fue publicado en 1614, es por tanto una de las últimas obras del autor, aunque un año antes de la publicación de la segunda parte de El Quijote, pero mismo año de publicación que El Quijote apócrifo de Avellaneda. En principio no parece que exista ninguna referencia a esta obra de Avellaneda, pero sí es verdad que a lo largo de Viaje al Parnaso Cervantes se reivindica a sí mismo como autor de El Quijote y la grandeza para España de su reconocimiento dentro y fuera del país, grandeza por extensión que le concierne a él. Tal como el lector habrá pensado ya, Viaje al Parnaso vuelve a ser una obra avanzada para su época al volver a introducir, como ya hizo El Quijote, la metaliteratura, al meter al autor dentro de la obra ficticia. De hecho el protagonista es el propio autor, es el propio Miguel de Cervantes. Es la obra donde más explora este recurso tan moderno.

Se trata del único poema de gran extensión y de carácter narrativo que realizó Cervantes, al menos que nosotros conozcamos. A decir verdad, muchos de sus poemas se han perdido y se sabe de ellos por referencias o por títulos citados por el propio Cervantes o por otros autores. El autor comenzó escribiendo poesía en su juventud, como tantos otros autores. En la búsqueda de su propia voz, él comenzó dentro de la corriente del nuevo romancero castellano, basada en la composición de romances que renovasen los romances del antiguo romancero, que en el siglo XVI estaba de moda entre el público lector, especialmente los escritos en los siglos XIV y XV. En este interés renovador, por tanto conocedor de lo anterior y a la vez crítico con ello, se fue formando. Probablemente entre sus lecturas no faltaron el otro género poético de gran éxito en el siglo XVI, el pastoril (poemas amorosos en ambientaciones idealizadas de la vida de los pastores), pues no son pocos los poetas pastoriles que cita entre sus amigos a lo largo de toda su obra. Cervantes escribió también sonetos y sobre todo mucha poesía humorística con crítica aleccionadora sobre moral o sociedad. La gran mayoría, como se ha anotado, está perdida. Sabemos que Miguel de Cervantes trató de colar sus poemas en muchas de sus novelas en prosa y teatro, o que llegó a sacar a la luz algún poema. Sabemos también que él deseaba ser reconocido como un gran poeta y se dedicó y esforzó en la poesía y en el teatro, pero su triunfo en la prosa (para la que estaba más cualificado y para la que sus experimentaciones e innovaciones iban mejor adecuadas) no es casual. Tanto por poetas y dramaturgos de la época, como para escritores y analistas de los siglos siguientes, Miguel de Cervantes no era buen poeta. Se le criticaba en su día, además, cómo usaba el sarcasmo en sus versos. Razón por la cual, entre otras cuestiones personales, que se enemistó con Lope de Vega. Las críticas entre ellos son grandes, y ya sabemos de las anteriores notas todas las hipótesis que aparecieron sobre El Quijote apócrifo, así como las alusiones en los dos volúmenes de El Quijote de Cervantes, sin olvidar que en la obra de Avellaneda, directamente, aparece Lope de Vega burlándose de Quijote. 

Como sea, Viaje del Parnaso se publicó como libro por sí solo, siendo un poema narrativo de gran extensión, basado y readaptando a la realidad española la obra de mismo título, pero en italiano (Viaggio di Parnaso) de Cesare Caporali di Perugia, publicada en 1578. Miguel de Cervantes conoció al autor y su obra durante su vida en Italia. El libro cervantino fue dedicado al caballero de la Orden de Santiago Rodrigo Tapia, cortesano. El poema está compuesto en tercetos encadenados distribuidos en ocho capítulos y acompañados de prosa en un prólogo y un adjunto que en realidad enmarcan este enorme poema en lo que sería un relato de prosa... ausente de prosa más que brevemente en su comienzo y en su final. Esto vuelve a meterle gran adelantamiento a su época, pues incluso a lo largo del adjunto final se introducirá la literatura epistolar y se mezclará la prosa con la forma teatral. Toda esa experimentación narrativa no se verá de moda y plena hasta el romanticismo de siglo XIX, sirva de ejemplo Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas. 

Probablemente la obra conllevó un largo periodo de composición, ya que se alude al viaje al Parnaso en torno al que gira la obra en algunas de las obras publicadas el año anterior, 1613, así como se volverá a mencionar la obra en obras posteriores, tanto en la segunda parte de El Quijote, un año después, 1615, como en la obra póstuma Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de 1617. Fue publicado por primera vez en la imprenta que llevaba la viuda de Alonso Martín, en Madrid. No ha de extrañar el dato. A pesar del tópico actual, lo cierto es que las mujeres podían regentar su propio negocio. Siguiendo la legalidad española de los siglos XVI a XVIII. Damos por alto la posibilidad más que probable de que hubiera lugares de España donde las mujeres llevaran pequeños negocios sin problemas, por falta de extensión efectiva de la autoridad (como panaderías de aldeas, por ejemplo), nos centramos en aquella legalidad y anotamos que la condición era que la mujer debía ser soltera, o de lo contrario debía ejercer su esposo, de ser soltera no debía tener ya padre, o bien este ya no debía estar en condiciones, o bien no debía tener hermanos. En el caso de que la mujer hubiera quedado viuda, esta podía heredar el negocio del esposo y, si no se volvía a casar, podía ser ella quien lo sacara adelante. Esto al margen de que no estaba prohibido el trabajo de mujeres, sin bien se restringía, pensemos en las lavanderas, las tabacaleras, las sirvientas, las comadronas, las amas de cría, las camareras de tabernas, las trabajadoras agrarias, etcétera. Por otro lado, Miguel de Cervantes tenía cierto carácter de igualdad de género, salvando las distancias mucho del siglo XVI-XVII a lo que entendemos por tal cosa en el siglo XXI, tuvo por ello una vida confiada y rodeada a numerosas mujeres, especialmente de su familia. Por ello, no es de extrañar que entre los editores-impresores disponibles él confiara su trabajo a esta mujer, de la que la primera edición realizada por ella misma no trascendió su nombre impreso. Desde aquel 1614 a la actualidad se ha reeditado en numerosas ocasiones, en varios idiomas, por sí mismo y también junto a obras de teatro (la obra misma fue teatralizada por la Compañía Nacional de Teatro entre 2005 y 2007, o bien junto a alguna novela ejemplar o junto a una selección de otros poemas. También se ha editado gratuitamente a través de Internet, en digital. Una de las ediciones más actuales en papel es de 2019, pero para seguir esta nota vamos a remitir a la edición de Penguin Clásicos de 2016, que acompañaba la obra con una selección de poemas de Cervantes.

Básicamente, Miguel de Cervantes recibe la visita del dios Mercurio en Madrid y recibe el encargo de presentar un ejército de poetas de habla española para presentarlo ante el dios Apolo en el oráculo de Delfos, tal como hacían los griegos en la Edad Antigua. La idea es levantar una batalla para defender la buena poesía de la mala poesía, los buenos poetas, de los malos. Con este planteamiento inicial en prosa comienza a componerse el largo poema dividido en ocho capítulos. Imita la disposición del argumento de La Iliada de Homero, y no le faltará referencias a La Odisea, del mismo autor, y a La Eneida de Virgilio. Los tres poemas clásicos son considerados fundacionales de la cultura europea actual. En el siglo XVI, con el Renacimiento en marcha, y en el XVII, con el Barroco, estos autores y toda la mitología y cultura clásica eran el espejo en el cual mirarse y medirse para llegar a alcanzar la perfección. Falta en esta obra un énfasis en ideales cristianos, no lo hay, pero la obra pasó sin problemas la censura. Es de destacar que en las primeras páginas la autorización del permiso real, que siempre se publicaba en los libros autorizados, fue muy generosa en detalles sobre el proceso administrativo y económico que se siguió para pasar el trámite censor, así como se fijó el precio máximo de venta y el número de copias y tenencia de las mismas de los originales que servirían para comprobar que el resto de copias no variaron el texto.

La obra esta llena de referencias mitológicas grecorromanas, pero también está llena de referencias abundantes de numerosos autores famosos y no tan famosos de la época, de algunos de los cuales solo conocemos hoy día la referencia a su nombre o a su obra. Esto transforma al Viaje del Parnaso en una guía literaria para el comienzo del siglo XVII español de manos de Cervantes, y a la vez en una crítica literaria que nos expone cuáles eran las ideas de cómo debía ser la Literatura según Cervantes. No es de extrañar que pasados los dos primeros capítulos el autor reconozca que muchos de los nombres que escribió en reconocimiento de su valía se habían enemistado con él, precisamente por haberles incluido, tal vez por lo que de ellos dijo, mientras que otros tanto se habían enfadado con él precisamente por no haber sido citados... a todo esto, aquellos a los que criticó negativamente, ya no le soportaban. Sea como sea, parece ser que sí contó con amigos que lo tuvieron a bien y tenían una fuerte amistad con él, o bien algunos de los enfadados iniciales no estaban realmente ofendidos, si no molestos, ya que Cervantes era conocido por su sarcasmo y su ironía, con lo que ser alabados por él pudo hacerles pensar que en realidad estaban siendo ofendidos, sin ser esa la intención, según Cervantes. Hacia final de la obra parece que algunos ya le habían perdonado, a otros muchos les pide que sepan perdonar, y si no lo hacen él se vale con la sinceridad de la que ha usado, dice. Curiosamente en esta obra, por ejemplo, cita a Lope de Vega, y aunque Cervantes no le escoge para su ejército, Mercurio le obliga a incluirlo, reconociéndole su valía. Eran enemigos, pero eran caballeros de honor de la época. Entre los amigos de Cervantes que no se enfadan está Francisco de Quevedo, al que retrata con sorna como cojo y no queda claro metafóricamente si Cervantes le estima más como amigo que como poeta, pues aún citándole dos veces en la obra, no termina de meterle en su ejército de buenos poetas porque su cojera le hace llegar tarde, aunque considera que es el mejor de todos los guerreros poetas de la comedia, género que si bien admira en otros, él, Cervantes, rechaza serlo con gran indignación, pese a que su obra poética y su novela más célebre son de humor.

Lope de Vega y Francisco de Quevedo son autores que tienen que ver con Alcalá de Henares, pero de Alcalá, Cervantes también citará a dos poetas pastoriles que también eran naturales de la ciudad y que eran íntimos amigos de él, Francisco de Figueroa y Pedro Laínez, ambos ya habían aparecido citados en La Galatea (1585), y el segundo fue referido también en otra obra de Lope de Vega. Además, hay alguna referencia encubierta a ellos en El Quijote. Aparece también García Loaysa, eclesiástico, corregidor, historiador y poeta que se afincó en Alcalá, en la cual fundó uno de sus colegios universitarios, ciudad donde murió. Pero en Viaje del Parnaso no solo salen poetas que tuvieron algo que ver con Alcalá (salen otros tantos aparte de Lope y Quevedo) tampoco salen solo poetas alcalaínos directamente nombrados, llega a mencionarse a estudiantes y otras personas de la Universidad de Alcalá que escriben malos poemas, y en concreto menciona el número de siete poetas "del Henares" sin citar sus nombres y describiendo todo tipo actitudes literarias y personales que les hace malos y falsos poetas. Es de destacar que en varios de los libros de Cervantes la aparición de Alcalá de Henares suele eludir la mención del nombre de la ciudad tal cual, que sí sale así en El coloquio de los perros (1613), lo habitual en él es que haga referencia al río Henares y la ciudad del río Henares, otras pocas veces, las menos, como la ciudad de la Universidad.

Cervantes hace el reclutamiento de poetas y los va embarcando en un barco que vuela en una nube, un barco hecho de poemas y versos. Cita églogas, sonetos y otras composiciones y las dispone alegóricamente componiendo cada parte del barco, con crítica positiva. A los elegidos los va ubicando Mercurio haciéndolos caer en el barco depositados en gotas de lluvia. En cierto modo recuerda al comienzo de La Iliada cuando se forma la escuadra de la Guerra de Troya. Cuando Cervantes termina su selección, Mercurio le impone varios nombres que Cervantes había preferido dejar fuera, por considerar que los elegidos ya son suficientes para defender las letras españolas. por otra parte, entre los elegidos hay autores de todas las partes de lo que era España en ese momento, o sea: también hay autores de Hispanoamérica y autores de la Italia española o bien aliada de España. Pensemos que, por ejemplo, cuando llueven los autores malos y sus gotas se transforman en sapos que caen al mar, y entre estos a punto ha estado de caer Lope de Vega, parten hacia Roma y de ahí a Sicilia, y que, siguiendo los grandes poemas épicos antiguos, rinden tributo entre Escila y Caribdis, en Mesina, a los dioses como Neptuno para que no les mate con una tormenta e intentan tirar al mar a Antonio de Lofraso, un poeta de Cerdeña amigo de Cervantes, el cual le gasta esta broma. Al final no le tiran, los dioses perdonan a Lofraso y consideran que en el fondo su poesía merece la pena que continúe el viaje de los buenos poetas. No será la primera vez que el salve. En la primera parte de El Quijote ya apareció a través de uno de sus libros que se encontraban en la biblioteca de Alonso Quijano, el cual es uno de los pocos libros salvados de ser quemado en la hoguera de los libros por el cura y el bachiller. Aún aparecería una tercera vez, en la obra póstuma de Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

En fin, siguiendo los paralelismos con las grandes odas épicas antiguas, la crítica y catálogo literario de Cervantes sigue con metáforas y alegorías citando y analizando nombres y obras de buenos y malos poetas por ejemplo pasando por la isla de la diosa Caribdis, de La Odisea. Venus se les aparece y la aplacan con poetas amorosos, a la vez que se disculpan por los innumerables poetas y personas que creen hacer poesía juntando simplemente rimas y palabras bien sonantes y lisonjeras. El dios Apolo se encuentra en lo alto del monte Parnaso, el monte donde los mortales que lo merecían recibían la inmortalidad, para subir a él ellos se purifican antes en la fuente de Castalia, tal como hacían los peregrinos de la vida real en la Edad Antigua, y con resonancias de origen mitológico también, pues era una fuente purificadora. Entablan batalla directa con los malos poetas, también citados, y sus balas de cañón y de fusilería, así como sus sables y puñaladas, son buenos y malos versos, buenos y malos sonetos, buenos y malos recursos y estilos poéticos en general, los cuales aparecen como auténtica artillería y metafóricamente amputan o malhieren a algunos de los autores presentes en el combate, incluidos los poetas religiosos, y siendo el principal de los héroes el poeta soldado por excelencia en la época, Garcilaso de la Vega. Toda descripción conlleva dentro de sí unas connotaciones entre satíricas y serias que son alegorías y metáforas de lo que críticamente pensaba Cervantes de muchos autores y obras. Llega a ser tan reconocedor de méritos como cruel. A fin de cuentas, ya era un hombre de edad avanzada, era famoso y poco le importaba ya lo que unos y otros pudieran pensar de su criterio o su honestidad, también es cierto que estaba enemistado con una gran cantidad de gente, debió tener un carácter tan abierto y avanzado para unas cosas como de difícil trato para otras.

Mientras a los buenos poetas les asisten las Musas, una por una, Mercurio, Apolo, Venus y otras deidades, a los malos poetas les asisten las representaciones de la Envidia, las Lisonjas, las Mentiras, la Adulación, el Aplauso Fácil... y con tales consejeras de guerra cada vez se pierden más en la batalla, al ahondar en malos hábitos al combatir. Acaba el combate con el triunfo de los buenos poetas españoles y se presentan ante Apolo, que premia a Cervantes coronándolo. Este, por otra parte, se había presentado a sí mismo en el capítulo cuatro, en el cual se describe física y moralmente a sí, así como da cuenta de ser el autor de El Quijote y de ser ya una persona famosa y traducida en otros lugares de Europa. Sabe perfectamente ya de la importancia de su novela y escribe sin tapujos. Ha sido un hombre con muchos años de pobreza y de deudas en su espalda, muchos años atrás ya de aquel 1614.

El autor es devuelto a su casa en Madrid, en la calle de las Huertas, donde recibe, ya en prosa de nuevo, la visita de Pancracio de Roncesvalles, un joven escritor presuntamente ficticio, este trae consigo una carta de Apolo para Cervantes y se pasa al género epistolar, que en determinado momento saltará a ratos al género teatral, como ya dijimos. En dos epístolas se reconoce al genio de Cervantes en la batalla como general de aquellas tropas y se excusa tanto de los poetas olvidados por el autor y de los excluidos, así como de aquellos que siendo incluidos se hayan molestado, y agradece a los autores amigos que de buen humor o con un poco de molestia siguen siendo amigos de Cervantes, aunque les pide que le excuse por haberles metido en semejante guerra.

Fuera ya de lo literario, la obra goza también de referencias autobiográficas, no sólo las citadas anteriormente, en todo el asunto marinero queda patente que el autor estuvo en la marina, y en todo el asunto militar, queda reflejado también el amplio conocimiento que tenía Cervantes tanto de la vida militar como de la guerra, no obstante era veterano de la Batalla de Lepanto, inútil y prisionero de guerra. Más aún, algunos estudiosos han detectado en el viaje narrado, paisajes y descripción de la batalla partes totalmente compatibles con el desarrollo de los acontecimientos que vivió la galera de guerra en la que combatió el propio Cervantes. No obstante, la descripción del barco en el que viajan al Parnaso no es otra que la de una galera de guerra, por muy compuesta de poesía que fuera.

Fuese como fuese, la guerra de Cervantes es ahora literaria y de pareceres, pura broma, puro divertimento para la vida. Es un hombre que sabe de la vida lo que desea para ella.

La obra en sí es muy densa, se hace pesada y requiere de amplios conocimientos o al menos de una buena edición crítica con ricas y buenas notas de todas las referencias, como la que hizo Laura Fernández García. No es el libro más indicado para iniciarse ni para aficionarse a Cervantes. Es quizá el más duro de leer de toda su obra. Requiere conocimientos profundos de mitología, de Historia, de Literatura, del Siglo de Oro, y conocimientos pormenorizados de autores de segunda fila del siglo XVI, así como de sucesos y expresiones de la época que nos ayudan a entender algunos pasajes. Es un libro quizá incluso difícil de entender en su propia época, salvo para los más metidos en el mundo literario y para los autores que mantenían muchas relaciones con otros autores, de ahí las rencillas que suscito, muchas suspicacias. En todo caso, no deja de ser una referencia de estudio literario de la época y de estudio literario de Cervantes.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 22 de abril de 2018

Don Quijote de la Mancha

1.- Título: El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1605. (1ª edición)
 2.- Título: Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha.
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editor: Francisco de Robles. 
Impresor: Juan de la Cuesta. 
Año de publicación: 1615. (1ª edición)
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Título: Don Quijote de la Mancha
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra.
Editorial: Alfaguara, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española.
Año de publicación: 2005 (1ª edición, edición especial del IV Centenario, 1605-2005).
Género: Novela.
ISBN:  978-84-20467-28-3
 
El más internacional y afamado de los escritores de Alcalá de Henares es Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Está considerado el inventor de la novela moderna gracias a su obra El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, escrita en 1604, editada por Francisco de Robles en 1605, tras pasar por la censura imperial, e impresa por Juan de la Cuesta en ese mismo año. Poco a poco la novela fue cobrando fama y gran número de lectores, por lo que en 1614 un licenciado llamado Alonso Fernández de Avellaneda, de Tordesillas, publicó el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. No era algo fraudulento, en la época era algo bastante habitual, normalmente se asimilaba a una especie de reconocimiento por el éxito. Ahora bien, eso no quería decir que si el autor original estaba vivo le sentara bien. Se sospecha que Avellaneda era un pseudónimo, algunos han querido reconocer en él a Lope de Vega, Quevedo, Pedro Liñán y otros, algunos ligados a la Universidad de Alcalá (en este Quijote se pasa por Alcalá), y otros ligados a diversas enemistades con Cervantes. La cuestión es que se cree que en la primera parte de Cervantes había alusiones contra alguien enemigo de él, del cual se burla, y que este, bajo el nombre de Avellaneda, se quiso aprovechar del éxito de Cervantes usando a su personaje y escribiendo también alusiones al propio Cervantes en términos que también eran dolientes, por ser ataques personales encubiertos que en buena parte, se nos escapan a los lectores y a los estudiosos que hemos ido leyendo y analizando la obra a lo largo de los siglos. Es parte de sus biografías que no ha trascendido, pero que se ha dejado insinuar que algo pasaba. Como sea, Cervantes replicó a ese segundo tomo reivindicando a Quijote sólo como invención suya publicando Segunda parte del ingenioso caballero Don Quixote de la Mancha, en 1615, un año antes de la muerte del autor. En esa segunda parte reclama al personaje, fija a ese volumen como el único verdadero y legitimado para continuar las andanzas del protagonista, y arremete de manera encubierta contra quien quiera que fuese Avellaneda. Para asegurarse que nadie más se aprovecharía de su obra, decidió matar a su protagonista al final de esa segunda parte, un recursos que sería usado en diversas ocasiones más por otros autores con sus personajes en siglos posteriores. Ambas partes de Cervantes se editaban por separado a lo largo de varios siglos, pero lo habitual, también desde hace unos siglos ya, es editarlos en un sólo libro como obra completa, conservando o bien el título de la primera parte o, como ya es más habitual desde el siglo XX, como Don Quijote de la Mancha. Con este último título, por ejemplo, se publicó una edición especial en su cuarto centenario, en 2005.

Entre 2005 y 2015 se han editado diversas ediciones especiales y conmemorativas por sus cuatrocientos años. Otra de las que se hicieron fue una edición de bolsillo, de tapa blanda, editada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de Empresa Pública Don Quijote 2005. Esta edición contiene una letra en exceso pequeña y apura los márgenes de las páginas, con lo que a pesar del gran volumen de hojas que ocupa la obra, estos ejemplares se quedaban relativamente manejables. Ahora bien, el papel es probablemente de origen reciclado y se oxida (amarillea) con facilidad. Es recomendable no dejarlo demasiado a la luz, para su conservación. Este libro fue muy regalado por diversas instituciones y asociaciones culturales subvencionadas en 2005 y en 2015, especialmente en Alcalá de Henares. Sin embargo, vamos a centrarnos en la anterior edición especial y conmemorativa mencionada antes, también de 2005, la cual se comercializa y en algunos lugares es incluso artículo de coleccionista. También fue regalada en su momento, aunque con menos profusión que la otra mencionada. Esta edición es la más refinada hasta la fecha de las ediciones manejables. La editó Alfaguara en tapa dura, con la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, por lo que el texto está especialmente cuidado y respetuoso con como lo escribió Cervantes; colaboró también Castilla-La Mancha. Las hojas son de un papel mejor que la anterior citada, la letra está en un cuerpo de fácil lectura y el cajón de texto respeta unos márgenes que no apuran el papel. Además, incluye una cinta como marcador de páginas. Contiene reproducciones de las portadas originales de 1605 y 1615 y ornamentos e ilustraciones de una edición madrileña promovida por la Real Academia en 1780 y editada por Joaquín Ibarra. Es desde luego una edición conmemorativa digna de coleccionar. La portada general del libro es un diseño moderno en fondo blanco que contiene unos rasgos de Quijote de manera conceptual, donde aparece la letra y el nombre de Cervantes.

Don Quijote de la Mancha es una obra de humor más que analizada y comentada por innumerables personas, doctas y no doctas, a lo largo de estos cuatrocientos años. Algunas gracias han caído en el olvido del porqué de su sentido del humor, al ser asuntos y recursos que podían hacer gracia en su época ya por la mentalidad del momento, o ya por las circunstancias y dichos de la época, algunos olvidados. Las ediciones y los análisis más concienzudos han desentrañado la mayor parte de ellos. Aún así, sigue conteniendo partes de humor y de crítica social que se entienden perfectamente en nuestra época, son intemporales, y por tanto: universales, incluso más allá de las diferentes culturas del mundo. Sirva de ejemplo que esta obra era perfectamente entendida y asumida en el Japón de su época y de unos siglos después, si bien adaptándolo culturalmente a los shogunes y demás órdenes y costumbres sociales del Japón feudal. Para entender un poco que los dobles sentidos han podido ser olvidados hoy día, de entre las muchas interpretaciones de su inicio ("en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme") se ha dicho tanto que pudiera ser una referencia a un lugar donde Cervantes no se sintió cómodo, como una broma respecto a los libros de caballerías (que siempre daban multitud de detalles de los lugares de procedencia de sus héroes, lugares además muy ricos y urbanos, siendo La Mancha más bien una región pobre y de carácter rural y agrícola), como una broma de doble sentido entre el lugar geográfico y el nombre antisemita en aquella España del siglo XVII donde tener la sangre manchada era tener antepasados o pasado judío. Esta última interpretación ha hecho pensar a algunos en el posible pasado judío de la familia de Cervantes, que sería conversa a finales del siglo XV. No querer acordarse de un lugar "manchado" sería una broma donde el narrador hace la gracia con el doble sentido donde se viene a decir que este hidalgo, Alonso Quijano, el Quijote, podría tener un pasado judío que mejor olvidar. Pero esto sólo es una posible interpretación sobre lo que pudo querer bromear Cervantes al escribir ese inicio. Sirva esto de ejemplo simplemente para hacernos concebir que algunas de sus bromas requieren un poco de comprensión de lo que pudiera hacer gracia en su época, por mucho que otros chistes sean aún fácilmente comprensibles y graciosos.

La novela es una parodia de las novelas de caballerías que estuvieron de moda en la Baja Edad Media y en buena parte del Renacimiento. Una de las novelas más referenciadas y burladas en El Quijote es Amadis de Gaula, escrita quizá algo antes de 1508 por un autor aún desconocido, de gran éxito a lo largo de todo el siglo XVI. Pero dejar su análisis sólo en eso sería un mal análisis. La novela es también una crítica social y hasta política. Cervantes era el más cosmopolita de los autores españoles de su época. Era un hombre de mundo que había viajado y que había conocido de cerca otra cultura que no era la judeocristiana, conoció la musulmana. Hijo de un cirujano, con estudios truncados, viajado por la península Ibérica, pobre, soldado de fortuna contra el Imperio Turco, veterano de guerra, tullido de guerra, preso de guerra, liberado de la cárcel gracias al dinero y los movimientos realizados por las mujeres de su familia (su madre y hermanas, las Cortina) a través de la orden religiosa de los Caracciolos, espía (informador), hermano de una abadesa, poeta más bien fracasado, escritor de obras de teatro y prosa que no se ajustaba a los estilos de la época, medio arruinado, posterior cobrador de impuestos para armar a la Gran Armada, prevaricador (por lo que cumplió condena de cárcel), escritor de cierto éxito en sus últimos años de vida.

Era un hombre de mundo que había conocido diversos estados de fortuna en su vida y muy diferentes circunstancias. Eso le abrió la mente hasta el punto que, pese a la posible broma inicial de El Quijote antes citada, a lo largo de su obra deja desprender su apuesta por la mezcla de culturas, incluso con relaciones sexuales y matrimonios mixtos, como solución a los problemas del mundo y las guerras. Es un hombre que escribe habiendo conocido a las culturas de las que habla, y las respeta. Eso le diferencia en mucho de muchos de sus colegas de Letras de su época, y es algo que también hace que le distancie de ellos y que incluso le sirva para ganarse detractores. Su concepto de la honra, quizá precisamente por su biografía, cambia respecto a muchas de las personas de su época y del resto de escritores, como por ejemplo Lope de Vega, su gran enemigo. Así por ejemplo, en el personaje Sancho Panza deja claro que Cervantes no sólo apuesta por lo multicultural, si no también por el pragmatismo, más que por los ideales. Los ideales no son despreciados, de hecho Quijote los encarna, pero estos chocan con la realidad cuando no se es pragmático. La obra apuesta por un mundo nuevo que trastocaría un poco el orden social. A lo largo de la obra hay fenomenales discursos en contra de muchas de las costumbres del orden social de la época, en favor de los más desfavorecidos. No obstante, Quijote es hoy día el personaje elegido por innumerables movimientos políticos y sociales que actúan en favor precisamente de los más desfavorecidos. Dentro de esta modernidad aparece incluso un alegato feminista en el personaje de Marcela, donde reivindica la independencia y los derechos de la mujer, algo muy adelantado para su época. También, por poner otro ejemplo, critica las relaciones de poder, la justicia y lo trastocado de los conceptos de lo noble en su época en el pasaje de la liberación de los presos galeotes. Toca incluso el delicado asunto de la censura con la quema de libros que hace precisamente el párroco como si estos fuesen la causa de una locura de Alonso Quijano, reflejo de la quema de libros que realizaba la Inquisición para que la gente no adquiriera ideas que les hiciera pensar diferente a las interpretaciones de la Iglesia o del poder. Más aún, de lejos roza los efectos de la "industrialización" en el medio rural tradicional; los gigantes que pueden desbaratar a la persona que se enfrenta a ellos son en realidad molinos de viento que aunque hoy día los asociamos típicamente a La Mancha, eran una innovación tecnológica de los Países Bajos para moler grandes cantidades de harina de manera rápida y barata, pues el molino tradicional de España era en realidad el clásico musulmán y romano de cangilones en una rueda movida por la fuerza hidráulica de un río o por una mula, el paisaje con los molinos de viento cambiaba mucho para personas no acostumbrados a ellos.  Ahora bien, quizá Cervantes está reflejando con todo esto una realidad que se intuye actualmente en innumerables estudios históricos donde se descubre una gran cantidad de insatisfacciones sociales en rebeliones fallidas ante las relaciones de poder y las normas con las que se desarrollaban las cosas, especialmente cuando había hambrunas y los impuestos eran sofocantes. Seria la conciencia de clase intuida, o embrionaria, de los más desfavorecidos, pero aún no formulada expresamente, ni organizada.

Básicamente, un hidalgo venido a menos en lo económico, pero con poder social en su pueblo de La Mancha, un entorno rural pequeño y empobrecido, se vuelve aparentemente loco por su exceso de lecturas de libros de caballería. Tales lecturas, aparentemente poco provechosas más allá del ocio, le introducen una serie de ideas de justicia social que quiere llevar a cabo como caballero andante al estilo de los héroes de la literatura medieval, que estaban de moda a lo largo de todo el siglo XVI, el libro y sarcasmo de Cervantes ayudaría a que fueran a menos su éxito en el siglo XVII. Creyendo que un caballo medio muerto de hambre es el mejor rocín, unas armas viejas, armas invencibles, una bacía, un yelmo, un campesino embrutecido y analfabeto, un escudero, una campesina basta, una dama, etcétera, va confundiendo la realidad social que se va encontrando en su camino por España con una realidad irreal de ideales de honor y normas caballerescas, fantasías de monstruos y hechiceros incluidos. A todo esto salen en su busca un bachiller y un párroco a petición de las mujeres familiares de Alonso Quijano, y básicamente así, con sarcasmo, Cervantes pone en tela de juicio no sólo la validez de las novelas de caballería como entretenimiento vano que no aporta ideas útiles a los problemas actuales del Imperio Español, si no también la base sobre la que se asienta ese imperio, lleno de injusticias sociales y miserias humanas de todo tipo imaginable. Un auténtico estudio de la época y de todo una conformación de una España que, incluso hoy día, se refleja en buena parte en su más profundo modo de ser.

Cervantes no siguió las convenciones estilísticas de conceptistas, donde lo importante era hacer llegar el concepto de manera ingeniosa (Quevedo), culteranistas, donde lo importante era narrar con un gran números de datos y recursos cultos, lo que hacía que sólo unos pocos pudieran entenderlo (Góngora), castizos, con un uso popular del lenguaje y unas temáticas sencillas y fácilmente asumibles (Lope de Vega), ni mucho menos místico (Santa Teresa de Jesús) ni poeta silvopastoril. Cervantes desarrolló su propio estilo y su propio concepto de cómo quería transmitir sus historias. Es ahí donde introdujo una innovación que da paso a la novela moderna, a la novela tal como la entendemos hoy día y la escribimos hoy día. Y es ahí donde muchos de los otros autores chocaron con él. Es ahí donde reside el fracaso inicial de muchas de sus obras, máxime cuando sus puntos de vista e ideas eran tan abiertos de mente, tan libertarios, que al romper con algunas ideas del orden social de la época, pero no con las más básicas y estrictas, es ahí también donde al final de su vida, en sus últimos años, se vuelve tremendamente célebre por su éxito al publicar El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. Tocó con sus innovaciones algunas teclas que combinaron a la perfección y sintonizaron bien con muchas de las quejas de una sociedad imperial llena de glorias, pero también de innumerables miserias humanas en lo económico y en lo humano a costa de lo costoso de muchas empresas, de las guerras, de la Inquisición y de un largo etcétera que enorgullecía a los españoles por su Imperio a la vez que alimentaba la picaresca por sus penurias en sus vidas particulares. Demasiados esfuerzos por ideales que dejaban a las personas en auténticas vidas arruinadas. 

A causa de su ruina económica, Cervantes le dedicó su primer libro a Alonso de Zúñiga, Duque de Béjar, en busca de algún tipo de favor, probablemente económico, que posiblemente no logró. A fin de cuentas, Cervantes también era un hombre de su época, y había combatido por el Rey y el Imperio en Lepanto.

El libro introduce una gran cantidad de novedades para la época, como por ejemplo las intrahistorias, que son pequeños relatos, o pequeñas novelitas dentro de la novela, tramas secundarias de personajes secundarios que enriquecen la trama central de los personajes principales. La primera parte es muy ágil en esto. Sus primeros capítulos son muy rápidos, llenos de una gran cantidad de anécdotas y aventuras que tocan muchas de las cuestiones políticas y sociales de su momento que no se habían atrevido a tocar la gran mayoría de los autores coetáneos. También introduce al autor como personaje que aparece en la obra, y mete el concepto de que el narrador no es necesariamente la voz del autor, sino la de otro personaje. Crea así una gran multitud de voces y puntos de vista narrando la historia y hace pensar al lector diferentes puntos de vista. La segunda parte es más pesada y sesuda. Es más reflexiva, quizá porque Cervantes es más consciente de su éxito y quiere responder a una gran cantidad de cuestiones, como el asunto del buen gobierno y las responsabilidades del poder al colocar a Sancho como gobernador de Barataria, o bien un asunto tremendamente adelantado a su época: los problemas de la fama, sufridos por Quijote allá por donde pasa, es reconocido y es mofado, como pasa por ejemplo con el pasaje del caballo Clavileño. Además se adentra en todo un tratado psicológico como es la quijotización de Sancho y la sanchificación de Quijote. 

Se han escrito ríos, mares, de tinta de las muy diversas lecturas, interpretaciones y temas que se pueden hacer y saca Don Quijote de la Mancha, una obra que por otra parte, incluso en su época, tocó otro aspecto altamente adelantado a su momento: la trascendencia de esta obra a otros artistas y a otros campos del Arte, así como el desarrollo de las historias de personajes secundarios en otras obras, se puede seguir en pinturas, grabados, música, esculturas, teatro, títeres, etcétera. E incluso la producción de adaptaciones, como la anteriormente citada en Japón. 

En 2014 se dio a luz a la prensa pública española la existencia de documentos que hablaban de personas reales que existieron en el siglo XVI en Miguel Esteban, un pueblo de La Mancha cercano a El Toboso, de donde era el personaje de Aldonza Lorenzo, Dulcinea, la "dama" de la que se enamora Quijote. ¿Era Miguel Esteban el lugar de La Mancha del que no quería acordarse de su nombre? No lo sabemos, pero la cuestión es que allí, según los documentos reales que se guardaban en los archivos, vivieron una serie de personas que se ajustaban a varias de las descripciones y episodios de varios de los personajes de la novela. El descubrimiento lo hizo el archivero Francisco Javier Escudero y la arqueóloga Isabel Sánchez Duque. El procurador de Miguel Esteban, Francisco de Acuña se solía vestir con armaduras medievales para atacar y espantar a los vecinos, entre ellos a Pedro de Villaseñor. Tal suceso, que llegó a pesquisas y juicios, ocurrió en julio de 1581, y es en julio que ocurre la primera salida de su casa de Don Quijote en la novela. Más aún, la familia de Villaseñor fue citada directamente por Cervantes en otro de sus libros, Los trabajos de Persiles y Segismunda, publicado póstumamente en 1617. Ambos investigadores especulaban si Cervantes pudo conocer todo esto de manera directa o a través de amistades. También en aquel pueblo vivió un Rodrigo Quijada, que tenía un escudero y había comprado un título de hidalgo con el cual se creía en su derecho de imponer la ley de manera poco ortodoxa, según la interpretaba él en su juicio propio y unilateral, sin consulta. Si estas historias y estas personas pudieran haber inspirado inicialmente a Cervantes, y después lo pudiera haber enriquecido con otras historias de la España de la época, nos llevaría a un proceso de documentación del escritor moderno, pero sobre todo nos llevaría a un autor que refleja con humor la España profunda de su tiempo, o la distorsión social de su época, tal como después harían personas como Valle-Inclán en el siglo XX. Sean o no estas personas inspiradoras de Cervantes, probablemente en alguna historia real se tuvo que basar el autor, aunque otras muchas fueran de su invención. Quizá, de ser cierta esta teoría, eso explicaría la agilidad de la primera parte y los primeros capítulos, que contarían con el impulso y las ganas de reflejar con humor esa España, y explicaría que la segunda mitad de ese primer libro y el libro segundo sean más reflexivos, más pausados, de peso, pero más con otro ritmo más lento.

Cervantes controlaba bien el lenguaje. Era un experto de la sintaxis, capaz de realizar oraciones y frases perfectas que ocupaban párrafos enormes de varias lineas. En ese sentido no ha podido ser igualado incluso hoy día. En ese sentido, lleno de circunloquios, paráfrasis y demás, se nota también su barroquismo. Es, eso sí, fácil de entender. No usa un lenguaje intrincado. Apodado "Príncipe de las Letras", se ha fijado el 23 de abril, aniversario de su muerte, que coincidió con la del inglés Shakespeare, como el día por excelencia de la Literatura española, es el Día del Libro y se entrega el Premio Cervantes desde 1976 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, que es una especie de equivalente del Premio Nobel de Literatura, pero sólo para el idioma español.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".