Título: Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto) [Tomos I y II].
Autor: Esteban Azaña Catarinéu.
Editor: Esteban Azaña (autopublicación los dos volúmenes).
Imprenta: Imprentra de F. García C. (1ª parte, Alcalá de Henares, calle de Santiago, nº 13); Establecimiento Tipográfico de E. Alegre (2ª parte, Madrid, calle Penínsular, nº 11)
Año de publicación:
1882 (1ª edición de la Primera Parte); 1883 (1ª edición de la Segunda Parte); 1884 (reedición conjunta).
Género: Historia; Crónica.
--- --- ---
Título: Historia de Alcalá de Henares.
Autor: Esteban Azaña Catarinéu.
Editor: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá de Henares; colabora el Banco Hispano-Americano.
Año de publicación: 1986 (1ª edición fac-símil; Prólogo de Manuel Gala -Rector de la Universidad de Alcalá de Henares-; Arsenio Lope Huerta -alcalde de Alcalá de Henares por el PSOE-; Antonio Sastre -Director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá de Henares).
Género: Historia; Crónica; Fotografía.
ISBN: 978-84-600-4597-8
--- --- ---
Título: Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto).
Autor: Esteban Azaña Catarinéu.
Editorial: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá de Henares.
Año de publicación: 2005 (2ª edición fac-símil; Presentación de Luis Miguel Gutiérrez Torrecilla -Director del Instituto de las Ciencias de Comunicación y catedrático de Documentación y Biblioteconomía de la Universidad de Alcalá-).
Género: Historia; Crónica.
ISBN: 978-84-8138-683-9
La Historia general de Alcalá de Henares más popularmente conocida incluso a fecha de 2025 actual y válida y vigente en muchas de sus partes es una Historia escrita en dos volúmenes, siendo el primero publicado en 1882 y el segundo en 1883, con una republicación en 1884. O sea, es del siglo XIX. La escribió una de las figuras históricas de la ciudad, tanto por esta obra como por ser uno de sus políticos más destacados, Esteban Azaña. Llamó a su primer tomo Historia de Alcalá de Henares, publicado y pagado por él mismo en 1882, e impreso en Alcalá de Henares en la Imprenta de F. García C., de la calle Santiago, nº 13. Debió repensar que un nombre como este, que hoy día nos es deseable, sencillo, directo y práctico, no era lo suficientemente respetuoso ni daba las honras debidas al pasado de su ciudad y por ello en 1883 renombró al segundo tomo como Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto), y no recurrió a la imprenta de la primera parte, sino que se trasladó a Madrid capital para requerir los servicios del Establecimiento Tipográfico de E. Alegre, de la calle Penínsular, nº 11. Actualmente se conoce la obra con ambos nombres. En 1986 su validez hizo que la Universidad de Alcalá de Henares reeditase la obra completa con el nombre del primer tomo, mientras que en 2005 la reeditó con el nombre del tomo segundo. Ocurre ahora que popularmente se le conoce con el nombre del primer tomo, y para cronistas, eruditos e historiadores se valida el nombre del segundo. Quien esto escribe, historiador, archivero y alcalaíno, ambos nombres son válidos si bien prefiero quitar la pompa y suelo usar el nombre simplificado (y más moderno) que tuvo en su primera parte.
Las reediciones de la Universidad de Alcalá de Henares en el último cuarto del siglo XX y el primer cuarto del siglo XXI tiene dos contextos históricos de la ciudad diferentes. La primera edición facsímil (o facsimilar, como se prefiera), pretendía coincidir más o menos con el primer centenario de su publicación, casi lo logró, ya que salió en 1986. Las cubiertas no imitaban las originales del siglo XIX, que si bien hoy día hay quien da los créditos de la primera página como cubierta original, lo cierto es que eran cubiertas clásicas del siglo XIX en tapa dura sin dibujo ni letras, tan sólo con el lomo indicando el nombre y autor de la obra entre nervaduras forradas en cuero. Si bien algún vecino de la época y posteriores cercanas debió comprar las dos obras y unirlas por cuenta propia en alguna imprenta haciéndole poner una cubierta que acogiera las dos partes como un sólo volumen, ya que en algunas librerías de viejo se puede encontrar así, aunque es un libro inusual de encontrar hoy día en su edición original. Las cubiertas de 1986 eran en tapa blanda, altamente flexible con un gris metalizado muy innovador en aquel año, hoy día bastante común, que contenía un dibujo en tinta de la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares y acogía el nombre del autor y la obra en morado dentro del escudo imperial de los Austria que se ve en la misma fachada citada. La Universidad de Alcalá de Henares había sido creada en 1977 sobre los edificios de la antigua universidad de 1499, que era la de Alcalá cuando se llamada Complutense, la cual como institución fue trasladada a Madrid a mediados del siglo XIX y allí se quedó. Precisamente Esteban Azaña fue Presidente del Casino Tesorero de la Sociedad de Condueños que compró y conservó los edificios históricos de la antigua Universidad. Esta es otra razón por la que la Universidad de Alcalá en 1986 quiso recuperar esta obra como reconocimiento a uno de sus benefactores pasados. Más aún, en plena década de 1980 la Universidad de Alcalá, en colaboración con el ayuntamiento de Alcalá, estaba inmersa en la recuperación de muchos de esos edificios históricos que tuvo y su rehabilitación, trabajando también con la Sociedad de Condueños, por lo que también tuvo una actividad amplia para recuperar la memoria de la Historia de Alcalá y hacerla llegar al resto de los alcalaínos, sobre todo porque entendía que eso era algo que también la afectaba y beneficiaba. Quizá por eso la edición de 1986 contó tanto con grabados del siglo XIX como con fotografías del siglo XX, especialmente de esos años de la década de 1980, para mostrar la recuperación y modernización de muchos de los lugares protagonistas de la obra. Tuvo prólogos escritos por Manuel Gala (Rector de la Universidad de Alcalá de Henares),
Arsenio Lope Huerta (alcalde de Alcalá de Henares por el Partido Socialista Obrero Español -PSOE-, en consonancia amplia con Gala) y Antonio
Sastre (Director del Servicio de Publicaciones de la Universidad). Esta edición logró un gran éxito y difusión, siendo que una gran mayoría de alcalaínos de la época la adquirió, a pesar de un elevado precio para aquellos años, 800 pesetas, aún escritas a lápiz en su primera hoja en muchos ejemplares. Se reimprimió varias veces en los años sucesivos, en alguna ocasión con ligeras variaciones en sus cubiertas, como la inclusión en la portada, y no en la contraportada, del escudo actual de la Universidad.
La segunda edición de la obra que hizo la Universidad de Alcalá en 2005 no respondía a las razones de 1986, puesto que el contexto histórico de la propia Universidad y de la ciudad era ya muy diferente, y se consideraba alcanzados y conseguidos aquellos. La Universidad, además, ya estaba bien asentada y no era una institución naciendo, sino reconocida. Alcalá de Henares había sido reconocida Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1998, en buena parte por su Historia y también por la propia Universidad muy implicada en ella. Desde ese año se comienzan a realizar una serie de inversiones para restaurar y rehabilitar una vez más varios de los edificios históricos. Por otro lado, en 1999 se celebró el V centenario de la Universidad de Alcalá, para lo cual la propia Universidad realizó más actos y nuevas publicaciones sobre su propia Historia. Más aún, en aquel 2005 se celebraba el IV centenario de la publicación de la primera parte del Quijote de Cervantes, celebraciones en las que también se implicó. Se buscaba potenciar entonces la Historia de la ciudad desde todos esos hitos. No había habido una Historia general de Alcalá en algo más de cien años desde la obra de Esteban Azaña, salvo pequeñas publicaciones no muy destacables a comienzos del siglo XX. Como mucho, en 2001 apareció la siguiente obra general destacada e imbuida de las mismas celebraciones de comienzo del siglo XXI, se trataba de Alcalá de Henares. Crónica general (Luis Miguel de Diego Pareja y José Carlos Canalda Cámara, pero fue de edición más bien corta y limitada. Se vendió completa y no se reeditó, por lo que su alcancé sólo llegó a un número no muy amplio de alcalaínos. Y si bien es cierto que desde el humor gráfico en 2005 se publicó La histeria de Alcalá (Miguel Ángel Gómez Sedano -Ángel- y José Rubio Malagón -Malagón), se consideró desde la Universidad de Alcalá que era oportuno reeditar la obra de Azaña. Contaba sólo con una presentación de Luis Miguel Gutiérrez Torrecilla (Director del Instituto de las Ciencias de Comunicación y catedrático de Documentación y Biblioteconomía de la Universidad de Alcalá). Explicaba él que se eliminaron las fotografías y partes gráficas que se publicaron en 1986, para adaptarse mejor a cómo fue la publicación del siglo XIX, aunque se incluyó un retrato fotográfico del autor para dar inicio al libro. En este caso se quiso solemnizar el libro publicándolo en tapa dura con guardas de papel verjurado, en tono crema muy suave, con una fotografía del siglo XIX de la fachada de la Universidad. Efectivamente esta edición facsímil era una edición de gran lujo cuyo coste económico era muy elevado, proporcionalmente incluso más que la edición de 1986, y no se la promocionó tanto como en aquel año, por lo que su alcance quedó altamente reducido a personas que se lo podían permitir y tenían interés. Más aún, algunos de los libros sobrantes fueron regalados por la Institución de Estudios Complutenses en años posteriores a participantes de los Encuentros de Historiadores del Valle del Henares, como el ejemplar que tiene quien esto escribe.
Cuando Esteban Azaña escribe su Historia de Alcalá sus referencias estaban en Anales complutenses (Pedro Tamayo; Pedro de Quintanilla y Mendoza; Carlos Sáez y varios autores anónimos, probablemente canónigos de la Iglesia Magistral de los Santos Niños de Alcalá de Henares., 1652), que no estaba publicada en libro en el siglo XIX, por lo que fundamentalmente su mayor referencia estaba en Historia de la ciudad de Compluto, vulgarmente Alcalá de Santiuste y ahora de Henares (Miguel de Portilla y Esquivel, 1725). Como se puede ver, cuando Azaña escribió su obra también habían pasado más de ciento cincuenta años sin una Historia general de la ciudad. Esteban Azaña fue una persona muy interesada en recuperar la Historia de Alcalá. No sólo ocupó el cargo citado en al Sociedad de Condueños y no sólo escribió esta enorme y documentada Historia, promocionó una suscripción popular para crear una estatua a Miguel de Cervantes, cuyo buena parte del dinero puso él y él contrató al artista (la estatua esta en la Plaza de Cervantes), un busto a Juan Martín "el Empecinado" (cuya figura política polémica entre conservadores y liberales en la ciudad había malogrado intentos anteriores), participó desde la política local de crear una plaza de toros monumental (hoy día derribada), de celebrar una fiesta de centenario de la Virgen del Val (aunque la fecha elegida era errónea), de inaugurar el Teatro Salón Cervantes como gran teatro para la ciudad, reivindicó sin éxito que el nuevo obispado Madrid-Alcalá se ubicara en el Palacio Arzobispal, así como fue uno de los primeros que desde la política reivindicó que la Iglesia Magistral fuera catedral, cosa que no se logró hasta 1991. Igualmente, en uno de sus programas políticos defendió la necesidad de alinear la Calle Mayor, aunque aquellas elecciones no las ganó. En general, como se ve, tuvo a lo largo de su vida la necesidad de modernizar la ciudad, devolverle un orgullo de Historia pasada, recuperar su memoria y elevar todos sus hitos históricos.
Esteban Azaña era un hombre liberal, por lo que su Historia de Alcalá se ve influenciada por esa pertenencia política. Ahora bien, su liberalismo no terminó cayendo en republicanismo, como sí lo hizo Manuel Azaña, uno de sus hijos, escritor y político que fue Presidente de la Segunda República. Quien también era republicano era el propio padre de Esteban Azaña, Gregorio Azaña, partidario que fue de la Primera República (1873-1874). Cuando el general Villacampa, destinado en Alcalá de Henares en 1886, intentó un golpe de Estado contra la monarquía de la Restauración con la intención de volver a crear una República, Esteban Azaña tuvo un papel muy relevante para impedir tal golpe. Por ello la reina regente María Cristina (pues Alfonso XII había muerto en 1885) le quiso hacer Conde de Zulema, pero fue su padre Gregorio el que le convenció de rechazar hacerse noble para mantener coherencia con su liberalismo. No obstante, previamente, años antes Alfonso XII y María Cristina habían visitado Alcalá de Henares durante su alcaldía, por lo que ya había recibido entonces la medalla de la Orden de Carlos III.
Pensemos que los Azaña eran una familia alcalaína de la que se tiene constancia de ellos en el Archivo General de la Administración a través de los fondos del Corregimiento de Alcalá de Henares, y en el Archivo Municipal de Alcalá de Henares. Fundamentalmente tienen dos ramas desde el siglo XVII. Una identificada con agricultores, aunque en realidad se refiere a terratenientes, y otra, de la que viene Esteban Azaña, dedicada a ser escribanos, notarios y políticos locales que a la vez tuvieron negocios en la ciudad, siendo parte de la burguesía complutense. No obstante, Nicolás Azaña, notario y escribano entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, participó de la toma secreta de declaracones a una serie de personas francesas en la ciudad que en 1793 se alegraron de la decapitación del rey Luis XVI en Francia. Se intuye aquí una toma de contacto directo con las nuevas ideas democratizadoras y revolucionarias que terminaron calando. Posteriormente, durante la Guerra de Independencia y tras ella, esta familia está muy claramente entre los liberales de la ciudad. Al margen de la evolución de los Azaña, el propio Esteban fue juez municipal, el ya nombrado cargo de Presidente Tesorero en la Socidad de Condueños, concejal desde 1875, primer teniente de alcalde en 1877, alcalde entre 1879 y 1881, después se dedicó a escribir la Historia de Alcalá, para volver a la política en 1885, que volvió a ser concejal y alcalde hasta 1890 año en el que murió de gripe en febrero, por cierto, teniendo su hijo Manuel apenas once años un mes antes cumplidos. Esteban había muerto con 49 años de edad, en el año que debería cumplir 50. Él había nacido en mayo de 1850. Su gripe, por cierto, es uno de los tópicos de la literatura sobre Alcalá sobre causas de muerte natural en la ciudad.
Su esposa fue Concepción Catarineu Pujals, de Arenys de Mar. Fuera del alcance político tenían una fábrica de jabón exitosa, la cual era la que les daba buena parte de sus ingresos económicos. Esteban probó con ser escritor, para 1877 tenía acabada una novela de costumbres y amorosa llamada Ludivina, que no fue publicada hasta 1879 a nivel local y con un recibimiento modesto. El mismo año publicó la Memoria para la erección de un monumento a Miguel de Cervantes, que no es literatura y tiene que ver más con su labor cultural y política. Sólo volverá a publicar libro en 1882 y 1883 con la obra que nos ocupa, Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto).
Su interpretación de la Historia de Alcalá desde su liberalismo, y su propia trayectoria familiar y política le creó un enemigo político directo, José Demetrio Calleja, otro burgués de Alcalá de Henares que en el pasado había sido carlista y en el momento de la alcaldía de Esteban Azaña no sólo es su adversario político, sino que rechazaba la Constitución democrática de 1876 y era un ultraconservador y ultramontano católico. Este escribió una serie de publicaciones entre 1882 y 1901 que trataban de desacreditar a Azaña para atar la Historia de la ciudad a una visión ultracatólica y ultraconservadora. Estas obras fueron compiladas y publicadas en José Demetrio Calleja Carrasco. Obras completas (José Demetrio Calleja Carrasco, 1882 a 1901, obra completa: 2000).
Sea como sea, la obra de Esteban Azaña se veía beneficiada de la condicción erudita del mismo, del pasado notarial, escribano y político de toda su familia y la documentación acumulada en su propio archivo familiar, de su posición política que le daba acceso a los archivos municipales y otros, así como el acceso a una biblioteca particular y acumulada por su familia con libros como el de Portilla, del que se alimenta parte de su investigación histórica. Esto hace que el libro de Azaña sea en buena parte un libro de Historia desde la Ciencia Humanística en la que esta se estaba asentando en el propio siglo XIX, por lo que recurre a la consulta de fuentes directas y al contraste de las mismas, pero también responde a la concepción de crónica, en la que la Historia a menudo es narrada sin excesivo contraste y dando cabida a mitos y cultura popular al mismo nivel que las fuentes directas contrastadas. Pero cuidado, porque muchos de los mitos e hitos fundacionales suelen alterar e influir en las mentalidades de las sociedades, por lo que tienen su peso en la construcción de la Historia, no se les puede eludir ni eliminar, aunque no se les puede elevar a la categoría de hecho cierto. El hecho cierto es su existencia como relato y como este influye en la sociedad y la Historia. Cuestiones en Alcalá como los Santos Niños, el milagro de la Virgen del Val, la Vera Cruz, las Santas Formas... pero no sólo las cuestiones milagrosas, también otras como pueda ser las dimensiones concretas que alcanzó la batalla del Empecinado en el Zulema durante la Guerra de la Independencia (discutida incluso hoy día por algunos historiadores), la aparición mítica de soldados de la Guerra de Troya fundando Iplacea, o la pata de la silla del trono del rey Salomón que daría nombre al propio Zulema. Por poner ejemplos.
Es destacable, por ejemplo, el ejercicio que hace Azaña para comprender el pasado romano de la ciudad, en un momento en el que la arqueología en Compluto no estaba desarrollada. Así por ejemplo nos hace cuenta de la epigrafía que le parece destacable o de los restos que se hayan en el Juncal mediante labores de agricultura o cuando se reformó en su propia época la Fuente de la Salud. Igualmente es interesante su narración de los sucesos acontecidos en la Guerra de Independencia o durante sus años políticos previos en la década de 1870, pero también en la de 1860. O la narración que nos hace del Siglo de Oro en la ciudad, con gran cuidado de citar biografías destacables. Tiene además un lenguaje un tanto romantizado propio del siglo XIX que le da cierto encanto a la lectura. Acompaña al texto además de pies de página y acotaciones aclaratorias que expanden la información sobre algunas de las cosas que comenta en el cuerpo principal de la obra.
Es una obra a caballo entre la ciencia de la Historia y lo que es propiamente crónica, que, repetimos, crónica e Historia no es lo mismo. El acceso documental de la familia Azaña fue fundamental para crear la Historia general de Alcalá de Henares más válida hasta su fecha y durante prácticamente un siglo más tarde. Hoy día sigue siendo válida, aunque se la ha de leer críticamente. Azaña aportó detalles que sólo pudo alcanzar desde su documentación familiar y desde su posición política, por lo que también alcanza detalles concretos fiables. Son especialmente destacables todos los acontecimientos que narra de su propio siglo, el XIX, el cual vive y es protagonista directo. Cualquier interpretación que se ha hecho en este siglo XXI sobre si Alcalá no era o era liberal y por tanto cual o tal, quien esto escribe opina que, habiendo leído esas interpretaciones actuales, leyendo detenidamente el resto de análisis histórico de quien esas interpretaciones hizo, trata de volver a traer la Historia de Alcalá a una visión muy apegada al mundo conservador católico, por lo que en pleno siglo XXI pareciera que algo más moderada sigue la polémica con Calleja. Que escuece que la Historia de Alcalá de Henares no es sólo el punto de vista católico. Otros historiadores actuales que han abarcado aspectos concretos de la Historia de Alcalá, como pueda ser Gutmaro Gómez Bravo, Julián Vadillo, Urbano Brihuega, Ignacio Ruiz, Carlos Mazarío o Ángel Carrasco, entre otros, siendo algunos de ellos doctores de Historia, van demostrando con investigaciones profundas de archivo y documentación que va apareciendo en ellos, que esa otra Alcalá de Henares que no era conservadora no sólo existía, sino que además fue más fuerte e importante de lo que hasta hace no mucho se ha fomentado y de la que aún hay defensores importantes.
Esteban Azaña no era historiador de formación, pero dedicó mucho tiempo a ahondar en la Historia de Alcalá. Se nota, por otra parte, incluso en comparación con otros libros de Historia del último cuarto del siglo XIX, que usa un lenguaje entre técnico y literario que hace de su lectura una lectura mucho más ágil que un libro estrictamente de Historia científica.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".