Título: Biblia Políglota de Amberes o Biblia Regia.
Autores: Benito Arias Montano; Guy Löfevre de la Baudry; Guillaume Postel; Jan van Gorpe; Franciscus Raphelengius; Johannes Isaac Levita.
Editor: Felipe II, rey de España, emperador.
Impresor: Cristóbal Plantin o Plantino; Robert Granion; Guillaume de Beaux.
Año de publicación: 1572 (1ª edición en Amberes, en el resto del mundo: 1577, ocho volúmenes).
Género: Religión; Teología; Filología.
En esta Biblia Regia participaron teólogos y filólogos holandeses, belgas y franceses, así como místicos. La Inquisición intervino en ella para insistir en la inclusión de diccionarios y glosarios y en que participase Johannes Isaac Levita, un judío converso al catolicismo, para revisar la exactitud de las traducciones hebreas, ya que este era profesor en la Universidad de Lovaina. De hecho esta Biblia Políglota de Amberes estaba muy unida a esa Universidad. Más allá de la intención principalmente teológica y filológica de la de Cisneros, esta aspiraba también a una lectura común en oficios religiosos y gente que supiera alguno de los idiomas que contenía. En todo caso Benito Arias tuvo problemas con la Inquisición, que ahora recelaba de lo que pudiera salir de los erasmistas y el humanismo, pero sobre todo creían que al querer ajustarse a los textos más primigenios del Antiguo Testamento se estaba pretendiendo judaizar el cristianismo.
Estaba destinada a los dominios españoles en Europa en un momento en el que el protestantismo había avanzado considerablemente y la Contrarreforma ya estaba en marcha de manera formal tras el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563. No olvidemos que Francia misma estaba inmersa en las Guerras de Religión y que Inglaterra también tenía conflictos sangrientos de carácter religioso. Los Estados centroeuropeos no estaban mejor. En treinta años desde el final de esta obra estallaría la Guerra de los Treinta Años, con un alto contenido religioso y participación española mientras los Países Bajos iniciaron su guerra para independizarse de España, también con un elevado contenido de conflicto religioso, guerra en Flandes que, por cierto, ya estaba en marcha con revueltas y rebeliones a partir de los años en los que se terminó esta obra, desde 1568, es lo que provocó que Felipe II mandara a intervenir en esos territorios al Duque de Alba, a Luis de Requesens, a su hermano Juan de Austria, a Alejandro Farnesio y hasta a su propia hermana, entre otros. Fue aquella la Guerra de los Ochenta Años.
Fue impresa por Christoffel Plantijn, o Cristóbal Plantin o Plantino, el cual era un impresor flamenco al que se le atribuyó por error un derecho exclusivo concedido por Felipe II para ser el único que pudiera imprimir textos religiosos en Flandes, quizá como medida de control de que no se imprimieran textos protestantes, pero ese derecho exclusivo en realidad no se había dado. Le supervisó Robert Granion, mientras que las tipografías fueron de Guillaume de Beaux, para mejorar las grafías hebreas. Se acabó de imprimir en 1570, pero las Universidades de París y Lovaina impusieron revisiones que lo retrasaron años y que provocó que intervinieran muchas personas en la revisión de los textos. Felipe II se había impacientado, quería enseñarla al Papa Pío V en Roma y concedió, a través de la gestión de un enviado suyo en conexión con la Inquisición, exoneraciones al texto y responsables que hicieron que se imprimiera para Amberes en 1572. El Papa murió por mala salud en aquel mismo año, de ahí las prisas de Felipe II.
El principal opositor de esta obra fue León de Castro, que fue alumno de la Universidad de Alcalá, en concreto fue el alumno más aventajado de Hernán Núñez de Toledo, "el Pinciano". León de Castro consideró que se pretendía judaizar el cristianismo y cambiar la tradición de la Biblia Vulgata de San Jerónimo, a la que se acogió en buena parte la Complutense y que limpió y esclareció su texto aquel otro grupo de Cisneros, en el que había pertenecido su propio profesor, Hernán Núñez. En 1570 comenzó a atacar a los que trabajaban en la obra y también a otro detractor de la misma obra, Luis de León, con quien discrepaba en puntos de vista de las traducciones. Logró que la Inquisición detuviera a Luis de León. Su problema con Luis de León era parecido al que tuvo con Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra, estos tres eran de la Universidad de Salamanca y todos fueron delatados por León de Castro y detenidos por la Inquisición. Todos habían hecho trabajos sobre los textos de la Biblia Vulgata de San Jerónimo, contradiciendo que la versión de la Políglota de Cisneros estuviera totalmente correcta. León de Castro decía haber trabajado en esa parte cuando fue alumno de Hernán Núñez, el cual se encargó de su revisión desde 1517. Tampoco olvidemos la rivalidad entre Alcalá y Salamanca. Así que, aunque todos eran contrarios a lo que estaba haciendo Benito Arias Montano por considerarle judaizante, a la vez estaban enfrentados entre sí por un lado por la autoría de la revisión y corrección de los textos y por otro por ver quien se desviaba o no del cristianismo al judaísmo, si bien también pudiera haber una rivalidad por cargos universitarios. Además, en el caso de León de Castro, al haber intervenido en la obra de Cisneros, posiblemente se sintió garante de proteger esa obra como obra definitiva sobre estudios de la Biblia, en unas épocas de reforma y Contrarreforma en el que el revisionismo podía ser tan útil como peligroso. A las acusaciones contra todos ellos y a los ataques contra Benito Arias Montano se le sumó a León de Castro el catedrático de Salamanca, donde en esos momentos estaba León de Castro, Bartolomé de Medina, que aseguraba que los nuevos textos daban lugar a dudas, que las dudas daban lugar a opiniones, y que las opiniones, sin ser verdades, permitían que todo fuera verdad, por lo que la mentira se hacía un hueco en la verdad y daba lugar a las herejías. Sin embargo, precisamente el erasmismo que inspiró al equipo de Cisneros trabajó en una versión políglota para despejar dudas, pero evidentemente trabajaban para poder dar herramientas de comparación que permitieran reflexionar, por tanto dudar y generar opiniones que, según ellos, con la limpieza de textos, llevarían a la verdad.
Por otro lado, pensemos que aunque el Antiguo Testamento es el texto religioso base del judaísmo, que rechaza la parte del Nuevo Testamento, o al menos niegan que JesuCristo fuera el mesías, hijo de Dios, y aunque los cinco primeros libros del Antiguo Testamento componen el Talmud, principal libro religioso judío del que se deriva su sociedad y leyes, hay algunas diferencias entre la versión hebrea y la versión cristiana. Evidentemente la respuesta debería estar en lo que dijeran los textos más primigenios, pero el paso de los siglos y las interpretaciones, así como los Concilios religioso y demás, habían fijado qué textos debían considerarse que debían ser ciertos y por tanto parte del canon religioso cristiano y cuales no, por considerarlos desviaciones de los humanos. Así por ejemplo, en Génesis aparece una guerra entre ángeles y hombres en la versión judía que no aparece en la cristiana. Llevando el asunto a tiempos actuales, la película Noé estrenada en 2014 y dirigida por Darren Anofsky fue polémica o chocó a mucha gente de tradición cristiana, ya sea católica o protestante, porque seguía la versión judía y no la cristiana del Génesis, si bien es cierto que en ese caso también se mezcló lenguaje del espectáculo del cine de grandes producciones de Hollywood.
Como sea, en la obra de Benito Arias Montano participaron también, aparte de los ya mencionados, unos holandeses de pasado judeoconverso, Guy Löfevre de la Baudry, Guillaume Postel, Jan van Gorpe y Franciscus Raphelengius, este era familia política de Plantino. Se quería que el editor fuera Pedro de Fuentidouenhas. León de Castro redobló los ataques de la Inquisición en 1574, pues la obra llevaba imprimiéndose desde 1572 para poder distribuirla fuera de Amberes, mientras esperaba el permiso para esa distribución. Arias Montano fue llamado a Roma, donde tuvo que defender cada parte de la Inquisición y también a los que intervinieron. Fue un proceso de años. Mientras, editores y Felipe II discutían si debía prevalecer el texto hebreo o el latino y las versiones de cada uno. En 1576 un nuevo Papa, Gregorio XIII, favoreció el punto de vista de Felipe II dejando la decisión final a lo que dijera la Inquisición española. Con Juan de Mariana nombrado inquisidor general en España en 1577, año de final de la impresión de todos los ejemplares, se decidió no tocar la Vulgata latina, dejar los textos judíos añadidos, aunque reconociendo que no debían haberse trabajado, pese a que no hubo herejía. Se permitió publicarla en los territorios imperiales pertenecientes a España en el mundo, pero en el resto de Europa debía publicarse diez años después, aunque se exportó. El editor era el propio Felipe II advirtiendo los peligros de leer el Talmud, y prohibiendo leer su parte, aunque se incluía impresa y editada, por tanto disponible para leer pese a la prohibición impresa. Ahora bien, Arias Montano no recibió el dinero regio y los elevados costes le arruinaron. La impresión final contó con mil doscientos trece ejemplares.
Felipe II le trajo de vuelta a su lado para que dirigiese la biblioteca del Monasterio de El Escorial. Allí siguió traduciendo textos religiosos judíos y continuó su trato con poetas destacados. Volvió a tener problemas con la Inquisición por su cercanía al mundo judío en los textos religiosos y se dedicó a textos de biología, donde buscó relaciones directas de plantas y animales con el diluvio. En 1584 renunció a todos sus cargos. Murió en Sevilla en 1598.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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