Autor: Francisco Javier García Gutiérrez.
Editorial: Asociación de Empresarios del Henares.
Año de publicación: 2000 (1ª edición).
Género: Historia, Arte, Arquitectura.ISBN 13: 978-84-607-1328-9
ISBN 10: 84-607-1328-8
En el año 2000 la Asociación de Empresarios del Henares se reunió para poner dinero para la elaboración de un libro en edición limitada, conmemorativo y en edición de lujo. Tan de lujo que las cubiertas estaban forradas en seda con letras, filigranas y escudo universitario en dorados. Además el autor fue el cronista oficial de Alcalá de Henares, que en aquel año aún era Francisco Javier García Gutiérrez, ya bastante anciano. El libro se llamaba La Sociedad de Condueños. Historia de los complutenses que salvaron una Universidad. Además de un erudito estudio histórico de uno de los cronistas oficiales de la ciudad que más tiempo estuvo en el cargo, tenía diversas notas introductorias de gente que contribuyó y de instituciones. Contenía además fotografías de diversas épocas, gráficos, ilustraciones y reproducciones de algunas páginas de los documentos más emblemáticos. Estaba escrito a doble columna, siendo además el libro un volumen de dimensiones amplias (32x23 centímetros). Sin duda el libro respondía a toda una ostentación y fue creado como objeto casi a adorar, o a adorar al menos a la institución que homenajeaba, a la par que demostraba el poderío económico de los empresarios del Valle del Henares y su aparente ánimo de contribuir a la cultura alcalaína filantrópicamente. Sea como sea, el libro es una rareza en sí mismo, tanto como objeto tal cual fue concebido, como por el texto y material que lo acompaña, que tiene detalles que sólo podían ser obtenidos a través de la Sociedad de Condueños y de García Gutiérrez, por lo que su valor es bastante único y muy deseable de consultar para estudiosos de la Historia de Alcalá si desean centrarse en el tema de la Universidad en el siglo XIX y el resto de su evolución.
La Universidad de Alcalá de Henares había entrado en declive según avanzó el siglo XVII, como el resto de Universidades españolas, en parte por los impedimentos educativos del Concilio de Trento y en parte por las exigencias de la limpieza de sangre (concepto antisemita y antimorisco) y el cierre que hizo sobre sí misma en torno a las clases más pudientes y principalmente nobles. En el siglo XVIII muy evidentemente la Universidad de Alcalá estaba muy mermada, pues su suerte también corría pareja con el declive del Imperio. Hacia las últimas décadas del siglo XVIII Carlos IV llegó a usar del mobiliario y rentas de la Universidad para crear sus palacios. Albergó revolucionarios franceses anecdóticamente, pero gente relacionada con estos serán los primeros liberales de la ciudad y la Universidad contará con un rector que participó de la Carta Otorgada de José I en Bayona. Entre el siglo XVIII y las primeras décadas del XIX tendrá diversas desamortizaciones, pero también una merma de estudiantes, represión violenta contra sus liberales en 1813-1814, pero también tras 1823, y diversos cierres de cursos por motivos políticos de parte de Fernando VII. Sin embargo, eran los propios liberales los que se la querían llevar a Madrid, alegando que una capital debía tener una Universidad propia, aunque esto en realidad no ocurría ni en Londres, ni en París, ni en otros lugares. Eso hizo que muchos alcalaínos cuyas vidas dependían económicamente de la Universidad se volvieran reaccionariamente contrarios a determinados partidos políticos. Sea como sea, en 1836 la Universidad de Alcalá (en realidad: Complutense) fue cerrada y trasladada a Madrid. La que se abriría en 1977 estaría en los mismos edificios, pero es otra nueva, pues la Complutense sigue en Madrid.
Tras el cierre de 1836 muchos edificios universitarios quedaron abandonados o se usaron para ganado o se malvendían a empresarios que derribaban o destruían. Por eses motivo muchos vecinos de la ciudad se asociaron y fundaron Sociedad de Condueños en 1851, con la finalidad de reunir dinero entre todos y comprar todos los edificios universitarios que pudieran, para conservarlos. Tal Sociedad sigue existiendo. Sus miembros son los herederos y sucesores de aquella gente. Tal asociación está blindada y no se puede entrar en ella. Además tienen unas normas estrictas y tradicionales en torno a la conservación de los edificios, si bien algunas instituciones pagan simbólicamente por el uso de tales lugares.
Tras la compra los edificios habían caído en ruina por abandono, derribos por ampliaciones del municipio o por la etapa de los empresarios de 1836 a 1851, otros edificios habían sido usados para ganado y productos agrícolas, hubo una escuela de secundaria de carácter religioso en el Colegio de San Ildefonso, o bien la Sociedad de Condueños los fue alquilando al Ejército o a la Iglesia para que hicieran uso de ellos y así se conservaran mejor.
Todo este libro trata de todo ello, especialmente de los tiempos de las primeras actuaciones de la Sociedad de Condueños.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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