sábado, 12 de julio de 2025

Los pasos del ayer

Título: Los pasos del ayer.
Autor: Daniel L.-Serrano, "Canichu" (Daniel López-Serrano).
Editor: Daniel L.-Serrano, "Canichu" (autoedición).
Impresor: Lozano Impresores
Año de publicación: 2025 (1ª edición).
Género: Novela
ISBN: 979-13-87610-44-9

 

La novela Los pasos del ayer, del alcalaíno Daniel López-Serrano, más conocido como “Canichu”, consta de tres partes, que funcionan de manera casi independientes, cada una con sus lógicas internas y particularidades, aunque conectadas a través de un personaje principal, un periodista llamado Daniel cuyas iniciales, DLP —según firma sus cartas—, nos recuerdan al propio autor del libro y bien pudiera interpretarse como una especie de alter-ego histórico.

La primera parte de la novela se desarrolla en la España de la II República y está ambientada, fundamentalmente, en Madrid y la comarca del Henares.

La segunda parte transcurre fuera de España, en Tánger y, sobre todo, en París, y relata la vida en el exilio de varios personajes, tanto del propio protagonista, como otros que aparecieron o se vislumbraron ya en la primera parte, y se introducen otros nuevos.

La tercera parte la completa una correspondencia epistolar que el protagonista mantiene con una escritora. Las cartas se intercambian unas décadas después de que sucedieran los hechos narrados hasta ese momento y es de suponer que, aunque no se deduzca expresamente del texto, es ella quien escribe las dos primeras partes, puesto que están escritas por un narrador omnisciente.

Esta estructura espacio-temporal es, desde mi punto de vista, uno de los grandes aciertos de la novela, dado que permite un avance fluido de la trama a la vez que mantiene la tensión narrativa hasta el final de las cartas. Otro aspecto a destacar, sin duda, es la ambientación de la historia, pues describe muy bien la atmósfera de la época, tanto de los sucesos que reseña —Casas Viejas, movilizaciones sindicales y obreras, huelgas generales, gobiernos de uno u otro signo, asesinatos, etc.—; como de los escenarios —notable el primer capítulo del cine y las escenas en bares—; las profesiones —cigarrera, limpiabotas, etc—; el vocabulario de la época —rico en expresiones y refranes—; los usos y costumbres, etc.

En este contexto, son interesantes las reflexiones políticas y sociales que plantea el libro, desde los sempiternos dilemas de la izquierda —¿responder “golpe por golpe” o rebajar la tensión?—, al papel del sindicalismo, del anarquismo, de los órganos dirigentes frente a los militantes de base, de primar los medios o los fines, etcétera.

El propio argumento del libro es fruto de esa atmósfera y liga muy bien con ella. Con unas descripciones y unos diálogos en los que saboreamos el mejor cine negro de la época, unos legajos o papeles son la excusa perfecta para elaborar una trama de peleas, confabulaciones, secretos y asesinatos. La incógnita de qué contienen esos papeles se mantiene viva hasta la misma resolución de la novela y es uno de los motores del suspense.

Otro motor del libro es, sin duda, es el propio universo del autor. Como lector asiduo de las publicaciones de Canichu, veo plasmado todo su imaginario: sus obsesiones, intereses y cosmovisión. Varios son los ejes cognitivos y afectivos de ese mundo interior:

1. Alcalá de Henares y sus alrededores. Buen conocedor de la ciudad y la comarca (siempre he dicho que Canichu es una suerte de “cronista oficioso” de la ciudad), se hacen muchas referencias a lugares y sucesos, algunos poco conocidos, del contexto complutense de la época. El viejo aeródromo —del que todavía hoy quedan algunos restos—, algunos hechos acaecidos en la ciudad antes y después del levantamiento fascista, los libelos contra Marcos Ana y otros republicanos, etc. Es de agradecer, además, que la novela arroje luz sobre algunos de estos hechos.

2. Personajes… ¿reales? Me ha sorprendido mucho, por novedoso, que el autor incluya algunos nombres de amigos en la novela. Siempre se ha dicho que los escritores se inspiran en personas que conocen, pero ¡¿hasta el punto de llamarlas por su nombre?! Como lector desconozco cuál es el propósito de ese recurso, no sé si es por mostrar estima hacia ellas, rendirlas una especie de tributo, o dejarlas retratadas «para la posteridad», pero no deja, desde luego, indiferente. Algunos personajes reconocibles, tanto por su nombre como por su fisionomía, son: Mario Misas, Julián Vadillo, Carmen Herrera, Zia Mei, Sofía Winter o el Carbonilla. También aparece mencionada una gata, Reina, que recuerda a la mascota del autor, según tengo entendido, ya fallecida.

3. Ideología. Aunque desconozca en profundidad la ideología del autor —en gran medida se me escapa a pesar de conocerle desde hace años— se puede intuir gracias a las abundantes referencias políticas del texto. No faltan menciones ni reflexiones sobre personas, organizaciones sindicales, anarquistas, comunistas y, en general, «de izquierdas». Algunas de esas reflexiones las hace el propio protagonista de la novela —que, recordemos, es una especie de alter ego histórico del autor—.

4. Poesía. Es otro de los ejes que vertebra la Canichidad —permítaseme el sustantivo abstracto—. El autor del libro tiene publicados (o sin publicar) varios libros de poesía y la poesía es un elemento profuso en el texto. Se incluyen rimas, algunos poemas, y un meritorio pasaje de “postales del Amazonas”, que más que postales, son un poemario en sí mismo y cobran vida propia dentro del texto general.

5. Bares/Cafeterías/Tabernas. El autor escribe desde hace años un blog, Noticias de un espía en un bar, que condensa algunos de los principales ingredientes de la novela: i) —Noticias— El protagonista del libro es un periodista), ii) —espía— La trama y las descripciones tienen un inequívoco sabor al cine negro y de espías de los años 40 y 50 y iii) —en un bar— muchas de las escenas del libro suceden en tabernas, bares y cafeterías, sobre todo en la segunda parte de la novela, la que transcurre en París, donde la atmósfera y las descripciones cobran especial riqueza sensorial.

6. Otros temas pertenecientes al mapa afectivo del autor: las mujeres, el amor, los cómics y el cine —por ejemplo, se menciona a Superman, protagonista de uno de los últimos libros del autor—.

Por lo demás, creo que, en su vertiente estilística, estamos obviamente ante un libro de madurez, en el que el autor ha encontrado ya su propia voz. Con un estilo absolutamente reconocible, personalísimo, Canichu consigue describir bien atmósferas y personajes. Los diálogos, a veces crípticos, otras veces descarnados, son deudores del cine negro y, tal vez, del mundo del cómic. Las frases pecan a veces, desde mi punto de vista, de cierto laconismo y exigen un esfuerzo interpretativo que deja la sensación, como lector, de no haber entendido del todo su significado. Otras veces se abusa de rimas internas, anáforas, aliteraciones y demás figuras estilísticas a fin de generar efectos sonoros, rítmicos o estéticos, que seguramente son deudores de la faceta poética del autor, pero que pueden ir en detrimento de la claridad del mensaje.

En general la primera y segunda parte de la novela funcionan muy bien. La tercera parte se enfanga a veces en el contexto histórico, y a veces diera la impresión de que sirve más para lucir el bagaje intelectual y académico del autor, que para el avance de la historia. Así, se hacen reflexiones sobre el cine y el arte norteamericano, los vuelos transoceánicos, la máquina de Turing, la revolución mexicana, el asesinato de Gandhi y otros sucesos del siglo XX, que indudablemente configuran el contexto global de la novela, pero que a veces se antojan demasiado alejados de la trama principal. En ese sentido, cabe decir que, habiendo seguido la trayectoria del autor, uno tiene la sensación de que estas digresiones responden en cierta manera a su personalidad. Canichu, como pensador y escritor, más que hacia un enfoque sistemático y analítico, tiende a dirigir su atención hacia hechos que le resultan insólitos o reveladores; en ellos se enfoca, y es obvio que disfruta detallándolos.

En definitiva, Los pasos del ayer es una novela de madurez y una buena novela. Su estilo personalísimo y su facilidad para recrear atmósferas nos recuerda que la historia —tanto la micro como la macro—, se escribe también desde los márgenes y desde las experiencias concretas de quienes la vivieron.

 

 Reseña escrita por Javier Bardón.

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