Autora: Chus López (textos e ilustraciones); Santiago Rosillo (ilustraciones); y Mario Misas (ilustraciones).
Editora: Chus López (autoedición).
Impresor: CimaPress.
Año de publicación: 2021 (1ª edición).
Género: Cuentos; Literatura infantil; Ilustración.
ISBN: 978-84-122149-8-7
Chus López publica este año 2021 su tercer libro, Cuentos para volar en la cama. Esta vez no lo edita con Pie Ediciones, editorial de corta vida, pues ya está extinta entre 2019 y 2020, si no que se lanza a la autoedición, tal como están haciendo cada vez más numerosos autores, lo que debería hacer reflexionar a las editoriales sobre su negocio y sobre lo justo y lo injusto de su trato a los autores para que cada vez más haya gente que prefiera tener otro tipo de relación directa con sus obras, su distribución, su trato y lo que estas le reporten. Recurrió a la maquetación y el diseño de portada de NASUS Publicity y a la imprenta Cima Press. Se trata esta vez del salto de Chus López de la poesía a la literatura infantil, a los cuentos infantiles, aunque ella sostiene que esta literatura puede ser leída también por los adultos, como así es, siempre y cuando el adulto esté abierto a recibir este tipo de literatura, donde también existen mensajes, aunque estos no estén en la misma complejidad que un texto de una novela rusa, todo tiene su equilibrio. También se lanza a la ilustración, así pues, Chus López es la escritora y en buena parte ilustradora del libro, aunque también aparecen ilustraciones de Santiago Rosillo y de Mario Misas. Más aún, más allá, en homenaje y en agradecimiento amistoso, Chus López ha incluido ilustraciones de monstruos simpáticos que hicieron especialmente para ella en encuentros por Alcalá amistades y familiares suyos, Anita, Iván, Val, Lúa, Daiko, yo mismo: Canichu, Jara, Arene, Nora, Pachús y Gorka, y aún deja abierta una página para que cualquier niño o niña pueda aportar su propia ilustración de monstruo al cuento al que están adscritos esas ilustraciones.
El presente libro de cuentos fue una idea que le surgió a Chus López en 2019. Ya por entonces publicó en papel pequeños cuadernitos grapados con alguno de ellos suelto y los regaló a sus amigos más personales. Uno de aquellos lo tengo yo mismo. Ya por entonces pensé que apuntaba buena maneras en la literatura infantil. Le sienta bien el género, quizá por tener una mente abierta a las imágenes e historias sin necesidad de estar sujetas a códigos, normas o reglas. Tiene además una sensibilización hacia el mundo del niño. Puede que no sea pedagoga, pero desde luego sabe estar dentro del mundo infantil cuando de niños se trata. En ese año se produjo cierta complicidad con Mario Misas en cuanto a los dibujos que este aportaría, además de ser el año en el que al comentar el posible proyecto a amistades y familiares iba pidiendo un dibujo de un monstruo, el cual se lo hacíamos y regalábamos con mucho gusto.
Chus planeaba el libro para 2020, sin embargo, la pandemia de la Covid-19 y el confinamiento más austero entre marzo y mayo impidieron y dificultaron el proceso de la elaboración, aunque a ella le sirvió para escribir más, dibujar más y depurar más todos los detalles. La pandemia, restricciones y estado de alarma posteriores a mayo de 2020 y que seguimos viviendo actualmente seguían interfiriendo en ese proceso creativo, no solo ya en ella, sino también en el resto de personas que logró implicar en su proyecto. Al final, con mucho trabajo y mimo, logró sacarlo adelante y publicarlo en marzo de este 2021. Ha tenido gran acogida, pues la primera impresión, de cien ejemplares, se agotó en menos de media semana. Varios de estos ejemplares trascendieron las fronteras de Alcalá y fueron pedidos en otros lugares de España, especialmente del norte. Por ello ahora mismo hay una segunda impresión vendiéndose y ya se verá si Chus necesitará de más impresiones, tal vez sí. La literatura infantil es una de las literaturas más solicitadas para su venta en los últimos años.
Al menos la primera tirada del libro se ha vendido junto a marcapáginas dibujados y pintados a mano personalizados por la propia autora para la persona que se iba a llevar dicho ejemplar. El libro está en un formato de tapa blanda y dimensiones inusuales, al igual que su primer libro. Esta vez el libro es prácticamente un cuadrado, aunque por poco es en realidad un libro apaisado y ligeramente alto respecto al tamaño corriente de los libros en estantería. Todas las ilustraciones están a color, salvo las de Mario Misas, que están realizadas en blanco y negro con algún toque breve de color, y ocupan páginas completas. Las Chus López tienden a un estilo näif compatible con los dibujos de los niños, siempre con un toque simpático y humanizador, lleno de sonrisas y guiños probablemente a un mundo infantil de la propia autora, como puedan ser campos, montes, lluvias, nubes, coletas, animales de ese mismo campo, camisas a cuadros de franela muy a la moda del norte de España en los años de la década de 1990, etcétera. Su dibujo es un dibujo claramente elaborado tradicionalmente, a mano, rotulado, quizá haya recibido algún retoque posterior a ordenador al ser maquetado, pero se mantiene fiel a lo que salió de la mano de la mano de la autora en papel. El de Santiago Rosillo y el de Mario Misas, personas cuyo desarrollado profesional es precisamente dentro de la ilustración y el diseño, son dibujos que si bien nacieron bocetados a mano, están creados y tratados por ordenador, informáticamente. Así por ejemplo, los dibujos de Rosillo tienden al relleno completo de la página, aunque sea a base de gamas cromáticas, sin embargo los de Mario Misas tienden a centrarse en mostrar el elemento principal de lo que la página del cuento está hablando en ese momento, ya sea el monstruo de debajo de la cama o la niña que vive con él. Chus, por otra parte, varía entre centrarse en los personajes o bien rellenar la página con el paisaje donde estos se desenvuelven, llamando así la atención a través de los dibujos sobre lo que ella estima que es, al menos para ella, donde hay que centrarse en esa parte de la narración.
Ilustraciones claras, no obstante, sencillas de entender, directas, y llenas de color y de personajes amables que puedan simpatizar con el joven o la joven lectora. Aunque, como anuncia Chus en una nota introductoria, puede que los cuentos lleguen a manos de niños y niñas que aún no sepan leer o les cueste, por lo que necesitarán de la ayuda de los padres, madres u otros familiares. La idea de las ilustraciones, como es bien sabido en los cuentos infantiles, es poder ayudar al niño a centrarse y ser atraído por las historias a contar. Estimula además su imaginación al ayudarle a poner cara a determinados personajes. Aún con todo, la idea de Chus es que el libro pueda en algún momento ser leído por los niños y niñas para los que haya sido comprado el ejemplar. No obstante, en todo el libro hay una preocupación pedagógica y de libre desarrollo del niño, no tanto por ser guiado (paradójicamente en un libro que guía en lo pedagógico), sino por ayudarle a desarrollar su libertad entre otras cualidades, como el de despertarle la curiosidad por el mundo, reforzar la idea del valor de la amistad y el respeto, y, sobre todo, mantener vivo en ellos la ilusión por la vida, traducida esta en mantener viva la imaginación, que es algo psicológicamente ligado en este libro a ser abiertos de mente, receptivos y respetuosos hacia lo diferente y el o la diferente.
El libro se compone de cuatro cuentos, "Bruna, la nube globo", "Tinín y el mundo de los calcetines perdidos", "El monstruo mocoso" y "Nina, la hormiga viajera". De todos ellos, para quien esto escribe, el que más me gusta es "Tinín y el mundo de los calcetines perdidos", y tengo la impresión de que probablemente sea el que más dedicación le ha dado la autora y puede que también le tenga cierto cariño especial.
Todos los cuentos son presentados por la autora con unas breves palabras introductorias dirigidas a los niños que me recuerdan a las introducciones de revelación de secretos y aventuras vividas que los personajes de la serie de dibujos animados David, el gnomo (1985-1986) les hacían a los niños como en confidencia. Puede que este hecho esté presente en Chus López de manera consciente o subconsciente a la hora de elaborar el libro, ya que ella misma fue una de aquellas niñas de la década de 1980 que tuvieron acceso a esa serie, aunque en los años de su emisión su edad ya era un poco más avanzada. No obstante, esa misma serie anunciaba en el encabezado escrito de su introducción de cada capítulo que todo lo que se contaba estaba en el libro secreto de los gnomos y que estos, por primera vez, se lo dejaban ver a los niños humanos.
En "Bruna, la nube globo" se desarrolla la historia de una nube recién nacida, pero rápidamente transformada en niña consciente y en edad de aprender, que se pierde de su madre por separarse de ella a causa de un accidente. En ese viaje encuentra a un grupo de globos que le explican las diferencias entre las nubes y los globos. En eso está cuando un niño que descubre que las nubes hablan decide comprarla y llevarla a su casa. Se inicia una amistad fuerte y profunda. El cuento viene a reforzar como idea principal la idea de la amistad y la ayuda y confianza entre los amigos. Colateralmente hay otros aspectos, como las consecuencias de la desobediencia a una madre, o los beneficios de explorar y experimentar el mundo, paradójico, pero a la vez compatible. Pero también explica a los niños las diferentes clases de nubes e incluso el funcionamiento más básico del clima y los problemas de la contaminación en el medio ambiente.
En "Tinín y el mundo de los calcetines perdidos", el cuento más largo, dividido por capítulos, y quizá el más depurado y trabajado del libro, Chus demuestra una riqueza imaginativa amplia y sana. El cuento sale de los cánones oficiales y rompe algunos de los esquemas habituales. Puede que se alimente de la idea de la animación de seres inanimados del tipo El soldadito de plomo (1838), de Hans Christian Handersen, tantas veces referencia para otras historias, especialmente ideadas por Walt Disney y sus estudios cinematográficos, como por ejemplo Toy Story (1995), de John Lasseter, o Cars (2006), del mismo autor, pero Chus lo lleva al extremo haciendo de los personajes protagonistas ropa común y corriente, en concreto principalmente ropa sucia en su proceso de colada. No deja de tener cierto sentido del humor sutil esta idea. Desde el tópico común que tantas bromas ha provocado sobre los calcetines que se pierden en la lavadora, en realidad en algún momento de la colada, Chus realiza toda una historia donde nace un mundo alternativo al que va a parar toda la ropa que se pierde cuando se va a lavar. Una pareja de calcetines, chico y chica, se ve separada cuando ella es olvidada en el cesto de la ropa y conoce a otras prendas, y él, en medio de una depresión mientras es lavado en la lavadora y centrifugado, cae en medio de un mundo alternativo y fantástico lleno de luces y estrellas de colores donde vive numerosa ropa perdida que decide vivir sola, o en compañía de otras ropas que no son iguales que ellas o que son exactamente iguales que ellas, o que deciden recoserse para ser otra cosa o la contraria a la que ellas son en origen, pero que sin embargo se sienten ser en realidad. El símil y las metáforas de esta historia es bastante claro sobre las relaciones personales, las identidades propias y los sentimientos individuales. Es una historia que invita al crecimiento personal pero también a la aceptación al cambio y a la autoaceptación, así como la aceptación al diferente. Todo imbuido de esas relaciones sociales que crea la amistad que ayudan a avanzar y superar los problemas que la negación al cambio puedan provocar. La historia evita el conflicto y la negatividad, dando un modelo positivo de observar incluso las separaciones traumáticas y aceptarlas, a pesar de que en principio provoquen dolor y rechazo. La historia, original de Chus López, fue animada a ser desarrollada y escrita por su hermana, Ana María López, y por el mejor amigo de Chus, Óscar García-Abad, según cita la autora al comienzo del relato.
En "El monstruo mocoso", idea que provocó el resto del libro en 2019 y que tiene el apoyo de Mario Misas en su origen, la historia muestra a una niña que tiene miedo a un monstruo que vive debajo de su cama. Cuando llega el momento de enfrentarse a este monstruo descubre que el monstruo tiene más miedo de ella porque su falta de miedo le vuelve débil y eso podría matarle. En ese momento crece otro monstruo sobre su mesita de noche, este es el monstruo que crece cuando crece su valentía. Si ella no tiene miedo, se debilita y podría morir su nuevo amigo monstruo de debajo de la cama, pero si ella tiene miedo se debilita y podría morir su otro nuevo amigo monstruo de la valentía de encima de su mesita de noche. Sin embargo, la niña descubre que siempre tiene un equilibrio entre el miedo y la valentía porque siempre hay cosas que le dan miedo y cosas que la hacen sentir valiente y fuerte. Sus dos amigos sobreviven de esta manera y va descubriendo otros monstruos mientras crece. Así hasta que en el colegio se produce otro desequilibrio que casi mata al monstruo de su valentía, cuando unos niños la acosan. Para salvar a su amigo debe enfrentarse a sus acosadores, con la ayuda de su madre y los profesores. Mucho más tarde, ya de adulta, sus amigos siguen con ella, pues otros miedos y otras valentías siempre los mantienen con vida, siendo el equilibrio algo sano que la ayuda a avanzar siempre con ayuda de sus amistades, que la aconsejan. El mensaje vuelve a ser claro. Quizá sea la historia más apetecible para maestras y maestros actuales en la educación transversal, tal vez como lectura recomendada por algún psicólogo infantil. La historia recuerda, salvando las distancias, el planteamiento de otra película infantil de Walt Disney, Monstruos S.A. (2001), de Pete Docter.
Por último, "Nina, la hormiga viajera" es una historia originariamente ideada por Cristina Moya, según agradece Chus López en la dedicatoria, a la que Chus da cuerpo y forma. El cuento humaniza a todo tipo de insectos del campo, al estilo de los dibujos animados La abeja Maya (1975-1976), siendo esta vez la protagonista una hormiga. Esta hormiga, como le pasara a la nube del primer cuento, desobedece a su madre y se separa demasiado de su hogar par irse a jugar con un escarabajo amigo suyo. Mientras juegan y van encontrándose con otros amigos, se ven envueltos en un accidente que provoca que la hormiga Nina sea llevada por la corriente de agua de un río. En el intento de rescatarla sufren otros tantos accidentes otros insectos y animales del campo, mientras el escarabajo sufre un ataque de miedo y abandona a su amiga y al resto y huye. eso no impide que intervengan amistades como una rana, un pájaro, una vaca, un conejo y demás. El cuento, de esta manera, presenta a los insectos y animales que nos podríamos encontrar en el campo, a la vez que una vez más nos habla de la importancia de la amistad y también de la ayuda mutua. La hormiga será rescatada al final y organizará una fiesta en su casa para celebrarlo. Ahí se produce el reencuentro con el escarabajo, que regresa avergonzado pidiendo perdón tras confesar su actitud. Ahí se produce una última lección del cuento, la del valor de la sinceridad y el perdón.
Los cuentos, según dice Chus a lo largo de la obra, tienen en parte un poco de algo de sus propias vivencias, incluso de su biografía infante o juvenil. No dice qué en concreto, pero nos sirve como referencia de que estos cuentos probablemente es la lección que la propia autora desea trasmitir a fecha de hoy a los niños y niñas aportando su propia experiencia desde su adultez, pero sin perder su sensibilidad de ver el mundo desde los ojos de la infancia.
Libro cuando menos a tener presente como libro de cuentos y como libro pedagógico desde la sensibilidad de una persona que no ha cerrado los ojos a la infancia y lo que de ella se puede derivar en el crecimiento hacia la edad adulta.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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