sábado, 26 de diciembre de 2020

Mujeres novohispanas e identidad criolla (siglos XVI y XVII)

Título: Mujeres novohispanas e identidad criolla (siglos XVI y XVII).
Autor: Alberto Baena Zapatero.
Editor: Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Año de publicación: 2009 (1ª edición).
Género: Historia; ensayo.
ISBN: 978-84-87914-33-1

 

Cerrando este año 2020 en estas Notas de los Cíclopes Libreros, vamos a seguir la estela de las tres últimas entradas, las cuales se dedicaron a dos autores alcalaínos y uno relacionado con Alcalá en torno a América en su descubrimiento, eran Antonio de Solís (en torno a la conquista de México con todas las fuentes que encontró en veinte años), Pedro Sarmiento de Gamboa (sobre la Historia de los incas entrevistando a indios y españoles que participaron de aquellas guerras) y Cristóbal Colón (con sus diarios y cartas personales durante sus viajes). Hoy para completar esta visión desde autores alcalaínos vamos a dar un salto de siglos y nos vamos a situar en un autor del siglo XXI con método histórico científico actual, Alberto Baena Zapatero, doctor en Historia Moderna por la Universidad Autónoma de Madrid, centrados sus estudios en la América española colonial. Este autor es madrileño. Da clases universitarias, pero también las ha impartido para el ayuntamiento de Madrid. Su campo de estudio se especializa aún más en las perspectivas de género y en la legislación en cuanto a las diferencias hombre-mujer en la Historia española. En este sentido tiene numerosas publicaciones entre libros y artículos relacionados con la mujer en la Historia española, especialmente con la América española. Su primera publicación fue La presencia de la economía en las actividades del IUEM (2005),  a la que siguió La mentalidad del conquistador español en las crónicas de la Nueva España (2006), Las virreinas novohispanas y sus cortejos: vida cortesana y poder indirecto, publicado con José Martínez en Las relaciones discretas entre la monarquía hispana y portuguesa: la casas de las reinas (2008), Las mujeres españolas y el discurso moralista en España (2008), Nuevos caminos: la historia de las mujeres en España y América Latina (2009), Mujeres novohispanas e identidad criolla (siglos XVI y XVII) (2009, revisado y ampliado en 2018), junto a varios autores La nao de China (1565-1815), navegación, comercio e intercambios culturales (2013), participó del libro A 500 años del hallazgo del Pacífico. La presencia novohispana en el Mar del Sur (2016), con Estela Rosellón para la Universidad Nacional Autónoma de México y publicado por una revista brasileña Mujeres en la Nueva España (2018), y de nuevo autor en exclusiva de De imperios a naciones en el mundo ibérico (2019). El autor, como profesor universitario, ha pasado como invitado por universidades de Perú y México, entre otras. Para la presente nota nos vamos a centrar en el que ha sido el libro más importante de los que ha escrito hasta ahora, que es el que le ha marcado más su trayectoria investigadora y docente: Mujeres novohispanas e identidad criolla (siglos XVI y XVII), el cual estaría terminado en 2008, pero no se publicó hasta 2009, y, como se ha dicho fue vuelto a publicar de manera revisada y ampliada en 2018, a los diez años de su escritura, y editado por Ediciones BRF (Beatriz Rubio Fernández). Este libro, el que más puertas le ha abierto y más prestigio le ha dado, le liga a los autores alcalaínos en cuanto a que Alberto Baena lo presentó al Premio Isidra de Guzmán del ayuntamiento de Alcalá de Henares, el cual ganó y le publicó en 2009 quinientos ejemplares y le comenzó a dar  muy amplia difusión.

El Premio Isidra de Guzmán lo instituyó el ayuntamiento de Alcalá de Henares en 1992, siendo alcalde Florencio Campos (PSOE), en honor a la primera doctorada universitaria y también autora alcalaína Isidra de Guzmán. Este premio persigue reconocer y dar altavoz a aquellas investigaciones que ahonden en el mundo de la mujer y en las desigualdades por cuestiones de sexo. Actualmente a este premio le completa otro más llamado Premio Francisca de Pedraza, en honor a la dicha Francisca de Pedraza, dedicado este a las personas y asociaciones que combaten la violencia de género, el cual fue un premio creado en 2015, siendo alcalde Bartolomé González (PP). Como se ha dicho, Alberto Baena se presentó al Premio Isidra de Guzmán ganándolo en su XVII edición, en 2008, era la conclusión de su tesis doctoral como historiador. El ayuntamiento editó el libro y lo puso en difusión y en venta a partir de 2009. No obstante, la Concejalía de la Mujer tuvo este libro como uno de los libros que regalaba con cierta frecuencia cuando lo encontraba pertinente incluso a la altura de 2013. 

El libro, en cubiertas rústicas solapadas, tenía en portada un fondo blanco y unas mujeres de los siglos mencionados en la investigación que estaban sacadas de algún tipo de tapiz o de pintura, solo que estaban desdibujadas al aplicarles una textura de pixel grueso en las actuales ilustraciones electrónicas. Aunque lo más importante de esta obra es su importantísima labor de investigación tanto en archivos como en literatura, incluía fotografías en blanco y negro de pinturas y representaciones ilustrativas de las temáticas que se tocaban. Es un libro interesante, nos ilustra en cuestiones no muy trabajadas en la historiografía tanto española como americana. En la americana porque prefieren historiar más su Historia precolombina y su Historia desde su independencia, nosotros los españoles porque en general nos desentendemos de la Historia de esos lugares de España que se independizaron de España. Es una buena aproximación a conocer la Historia de la América de la Edad Moderna y de la sociedad española en general del mismo periodo, ya que socialmente y legalmente es lo mismo, con matices en cada lado del océano. Pero recomiendo leerlo con espíritu crítico y autorreflexivo, pues su óptica es la de la corriente historiográfica llamada de género, lo que en sí no es algo negativo, pues siempre han existido corrientes historiográficas, como fue la marxista, la capitalista, la etnocentrista, la étnica, las visiones religiosas, la de la Nueva Escuela francesa, la historia social, las basadas en estadísticas matemáticas, la ecológica, etcétera, como corrientes historiográficas altamente enfocadas a un punto de vista necesitan todas ellas de espíritu crítico y autocrítico para llegar a una visión más amplia de los acontecimientos, pero ni qué decir tiene que todas estas visiones siempe tienen importantísimas aportaciones y el presente libro, desde la historiografía de género, fue todo un acierto y un aporte aún hoy día no igualado. En todo caso, sobre este asunto anoto en mi creencia particular de la necesidad de alcanzar una Historia no excluyente de comprender el mundo como un mundo de todos los grupos interactuando, que haga comprender además que esos grupos a veces sólo son clasificaciones historiográficas para comprender dinámicas pero no para creer que esos grupos son como fórmulas matemáticas; un mundo, pues, de todos los grupos interactuando y no sólo de un mundo con las visiones de un único grupo predominante se hace necesaria, cada vez más. Una visión que combine todas las tendencias posibles para alcanzar una mayor comprensión de lo que fue y pudo ser.   

El autor pertenece a la dicha corriente de historiadores que consideran las cuestiones de género entre hombre y mujer como motor explicativo de una parte importante de la Historia, como se ha dicho. El libro es muy innovador, incluso dentro de su tendencia historiográfica, y todo un referente a tener en cuenta, ya que también innova en cuanto a esta perspectiva inédita de tratar de comprender nuestra propia Historia. Tiene aciertos documentales muy destacables y tiene una selección de textos acertada. Usa de muchas fuentes documentales y bibliográficas, el autor hizo sus consultas documentales en el Archivo General de Indias (Sevilla), el Archivo General de la Nación (México)  y la Biblioteca Nacional de España (Madrid). Tal vez le faltó para esta primera versión el Archivo General de Simancas y el Archivo Histórico Nacional, de España. Ignoro si en la revisión y ampliación de 2018 se consultó estos archivos, no he podido tener esa edición.



Ahora bien, insistiendo otra vez, dentro de un ejercicio de lectura crítica sobre la tendencia historiográfica propuesta (si fuera otra habrá que hacer el mismo ejercicio), por ejemplo el autor se queja de que en determinados documentos no se dice que las mujeres fueron a tal acto y que las ocultan con la palabra "nobleza", personalmente creo que es un enfoque equivocado. Cuando en el siglo XVII escribieron esos documentos no se decía "estuvieron las mujeres" sino la nobleza en general porque se pensaba en clases sociales, no en géneros sexuales. Del mismo modo cuando el autor se sorprende de que la sociedad española en América tenía las mismas convenciones que en Europa es otra visión no muy acertada, ¿o es que cuando cualquiera de nosotros viaja a otro país que no es España de golpe en el viaje deja y olvida todo su bagaje cultural? Tampoco creo que sea acertado analizar el mundo femenino sólo desde la perspectiva de la Iglesia católica, muchas de las cuestiones que achaca el autor al machismo son en realidad cuestiones de carácter religioso y funcionaba condenatoriamente tanto a mujeres como a hombres por igual. Aparte de que analizar la Historia sólo desde una perspectiva nos lleva a una creencia equivocada o sesgada de lo que se puede aproximar más a la realidad. El hecho de que existan condenaciones nos hace pensar, por ejemplo, que existen porque de hecho está ocurriendo justo lo contrario de lo que la Iglesia hubiera querido que existiera. Pero también está equivocado a mi juicio que sólo se indague en la vida de las mujeres adineradas, pues el mundo femenino es de todas las mujeres, no sólo de las ricas. La Historia no evoluciona sólo con las personas ricas. Aún con todo tiene algunos puntos de vista que sí me parecen muy acertados, que este párrafo no engañe al lector, mi valoración del libro no es negativa, en absoluta, creo que es un libro necesario y obligado de tener y de leer para los interesados tanto en la Historia de España, como en la Historia de América, como en la Historia de género. Puede que mi propia lectura necesite una relectura completa, también en esto hay que ser autocrítico. Han transcurrido siete años desde que leí este libro. La Historia desde cómo la vivieron las mujeres es una Historia aún por escribir de una manera científica y no sólo desde una perspectiva claramente posicionada en postulados feministas, aunque desde aquel 2009 a este 2020 se ha avanzado mucho, pero mucho con creces, en esto: incluido la apertura de mentes por entonces reacias a abrirse a esta visión de la Historia. Este libro fue un magnífico comienzo, pienso hoy.

Siendo justos, cuando hablé de este libro en 2014 en Noticias de un espía en el bar, el propio Alberto Baena inició conmigo un diálogo muy agradable donde él mismo me escribía sus matizaciones sobre mis puntos de vista de entonces. En su propia defensa, las propias palabras de Alberto Baena:

    1. Yo no me defino como un historiador feminista y tampoco utilizo esa metodología, pero puede ser que haya transmitido otra cosa. Durante el proceso de realización de la tesis tuve varias discusiones con mi directora (a la que debo muchísimas cosas) porque ella consideraba que el fin de mi investigación debía de ser estudiar a las mujeres dentro de la sociedad americana, mientras que para mí lo importante era indagar en las causas del surgimiento de una identidad criolla diferente de la española y sus principales características. Por eso utilicé la metodología de género, que no es feminismo sino una manera de mirar al pasado en la cual las diferencias entre hombres y mujeres se entienden como una construcción cultural. Por lo tanto, las mujeres permitían completar el puzle de un cuadro mayor en el que no se había tenido en cuanta a la mitad de la población.

    2. En cuanto a mi crítica a algunos genéricos como “la nobleza”, o “el pueblo” tiene que ver también con las dificultades metodológicas que eso me produjeron durante mi investigación. Normalmente las fuentes documentales no suelen referir la presencia de las mujeres en los actos públicos y no tenemos manera de saber si estaban ahí o no. Hoy en día es fácil suponer que si en un periódico se refieren a los “asistentes” a la toma de posesión de un presidente del gobierno pudo haber entre ellos mujeres, pero si no sabes si estaban autorizadas o no a acudir a estos actos, entonces seguro que lamentas que no te den más información.

    3. Respecto a la traslación del modelo cultural español a América lo que trato de defender es algo diferente a lo que me acusas. Yo pienso que el modelo teórico de tradición hispánica (limpieza de sangre, honor, nobleza) trata de implantarse en América, pero las circunstancias específicas de la realidad americana determinó que este modelo se desdibujase y que presentase muchas diferencias con el original.

    4. Por supuesto que no estudio la realidad de las mujeres solo desde la perspectiva de la Iglesia y dejo muy claro que sus críticas responden a las desviaciones del modelo que se están dando en la vida cotidiana. Por eso he tratado de completar la visión de la mujer que se tenía en la época con todas las fuentes que pude encontrar, fundamentalmente correspondencia, crónicas de viajeros, leyes, poesía, literatura, memoriales, etc. 

    5. Lo de referirme sólo a las mujeres de origen español (peninsulares y criollas) no significa que no tenga en cuenta que existían mujeres de otros orígenes étnicos con circunstancias diferentes (aun así hago referencias a indígenas, mulatas, negras o mestizas). Simplemente se trata, una vez más, de una elección metodológica, elijo un grupo social como objeto de estudio que tiene una coherencia interna y que, además, ya se definía en la época como diferente del resto de mujeres. Es necesario recordar que no estamos en una sociedad democrática y el pertenecer al grupo de los criollos tenía una serie de privilegios que se definían a partir de una determinada ideología. Pero esta elección no es solo mía, hay un libro buenísimo de Severo Martínez que explica como veían la explotación de Guatemala los españoles durante el periodo colonial que se llama “la patria del criollo”. Este título se justifica en que la patria de este grupo social, como construcción cultural, era una cosa muy diferente a la que podrían tener en mente los indígenas o los mestizos, pero en este caso se refiere a la mentalidad criolla.

    6. Evidentemente podría haber consultado más archivos y bibliotecas pero, en este caso, mis limitaciones económicas y de tiempo no me dieron para más.


Fueron las historiografías anglosajona y francesa, que sí tenían colonias, las que trataron a los territorios de ultramar españoles como si fueran colonias, cuando en realidad el trato político y territorial no era tal. O al menos no hasta que los Borbón comenzaron a gobernar en España mediante una guerra que duró de 1700 a 1715. Felipe V de Borbón consideró los territorios americanos de España como los franceses entendían los suyos: como colonias, y así los trató con una serie de políticas un tanto vergonzosas teniendo en cuenta la trayectoria de los doscientos años anteriores, no es de extrañar que para finales del siglo XVIII ya existieran conatos de rebelión que cristalizarían en las guerras de independencia de comienzos del siglo XIX. Pero todo eso es otra historia que ahora no vamos a profundizar.

Las mujeres hispanas encontraron en la América descubierta en 1492 una vía de nuevas oportunidades y de escape. A menudo se ha citado cómo desde el siglo XVII Norteamérica fue un lugar de experimentación de nuevas formas sociales para poblaciones que venían de los territorios del actual Reino Unido, de Holanda y Bélgica, de Alemania, de Francia, de Suecia y algún que otro lugar europeo, sin embargo, la historiografía se suele olvidar que esto también ocurre entre las poblaciones españolas casi desde aquel 1492. De hecho, incluso algunos de los mitos fundacionales que los anglosajones se han adjudicado en Norteamérica, tienen en realidad un origen con protagonistas españoles, el mismo mito del sueño americano era originalmente el español, el nombre de la moneda dólar viene del castellano, la historia de Pocahontas, sin haber dejado de existir, tuvo ejemplos previos en españoles, alguno fue exactamente lo que la productora Walt Disney quiso contar en su metraje de dibujos animados. Por haber hubo hasta población alemana en tierras Sudamericanas, misiones con proyectos sociales muy curiosos, donde incluso los jesuitas llegaron a introducir las ideas de la Ilustración llegado el siglo XVIII, o territorios donde los cimarrones fundaron pueblos llamados palenques hasta crear incluso un Estado de esclavos fugados donde se prohibía la entrada  a los blancos, Estado que si bien existió por un tiempo en la práctica, nunca fue reconocido en la teoria legal y política.

Prácticamente desde el comienzo llegaron mujeres hispanas a América. Por un lado los reyes españoles eran aconsejados por la Iglesia y la Inquisición para que esto se produjera, ya que los españoles solían asentarse en América tomando por esposas y por amantes a mujeres indias, además se daban casos de promiscuidad sexual, bigamias, y sexo por el mero hecho del disfrute del mismo y no sólo por razones reproductoras dentro de un matrimonio cristiano. Por otro lado se consideraba que las mujeres podían ser el contrapunto perfecto para que los hombres no se desmandasen. Llegaron a redactarse leyes que dictaminaban que los hombres casados o comprometidos no pudieran embarcar hacia América sin permiso de su esposa, aunque sorprenda es cierto, pese a que probablemente en este aspecto hubo mucho fraude y mucha evasión del cumplimiento de la ley. También ocurría que algunos nobles que iban a América como oficiales del ejército o a ocupar cargos políticos, no deseaban separarse de sus hijas, de sus esposas es otra historia según cada caso. Pero existía otra razón que ahora apenas se está comenzando a reconstruir a partir de textos documentales guardados en varios archivos que nos hablan de testamentarias, casos judiciales, casos notariales y otros, en los cuales se intuyen varias razones femeninas, y no masculinas, para que se produjera esa emigración. La principal en muchos casos femeninos, sobre todo entre las mujeres no adineradas, era la misma por la que decidieron ir muchos hombres: buscar un futuro mejor donde empezar de nuevo, a menudo creando una nueva identidad que en la península no tenía nada que ver con su pasado. Un océano de distancia entre los dos mundos suponía en el siglo XVI que mucha gente que en sus pueblos no pasaban de criar cerdos, en América, tras unos años, se las diesen de descendientes de familias hidalgas por derecho de conquista, a pesar de que la gran mayoría de los que pretendían serlo nunca habían ascendido en realidad a nada, ni materialmente ni en reconocimiento auténtico de verdad.

Es verdad que tenemos el caso de María de Estrada, que llegó a combatir con la espada en la conquista de Technotitlán, o el caso de otras mujeres de conquistadores de la década de 1520 y de 1530 cuyo apellido era deseado por muchos hombres, ya que realmente adquirieron un valor casi de nobleza, el cual en algunos casos se llegó a corresponder con un título de noble dado por el mismo Rey. Se establecieron linajes de descendientes de conquistadores, pero como era habitual que los hombres murieran en combate o en enfermedad, las viudas y huérfanas eran solicitadas por decenas de hombres, sobre todo de los recién llegados de España, para comprobar su pasado familiar y casarse con ellas con la idea de obtener por medio de ese apellido alguna concesión en forma de rentas, lote de tierras, o lo que fuera. Eso nos da la pista de que en cierto modo existía un concepto matriarcal, más que patriarcal en cuanto a apellidos y ventajas se refiere entre los primeros conquistadores y los primeros colonos en América. Pero también existían esas otras mujeres que no podían aspirar a tener esos apellidos y o bien se inventaban el pasado de sus relaciones amorosas y familiares en América, o bien esgrimían el color de su piel. Y es que en aquella América se recibía también los ideales de la pureza de sangre que existía en esa España que en 1492 expulsó a los judíos, y en 1609 a los moriscos. En América se traducía en que las que venían de Europa, de España, se sentían superiores a las que eran nacidas ya en América, las criollas. Las mujeres españolas venidas de Europa se defendían así ante el reconocimiento social de determinados apellidos más valorados entre los criollos en América que otros apellidos que venían de la península sin haber combatido en el Nuevo Mundo. El color blanco de la piel se transformó así también en una lucha social de clase y racial entre mujeres. Las criollas solían responder intentando avalar que ellas nunca tuvieron familiar alguno que mezclase su sangre con indigenas, aunque las que el color de su piel impedía sostener estas premisas, recurrieron entonces a la defensa del valor de su apellido y de los hechos de sus maridos, padres y hermanos en suelo americano. América en este sentido, a pesar de que en cuestiones raciales los hispanos fueron más abiertos de mente y dados a lo interracial que los anglosajones, se llenó pronto de innumerables distinciones ya no sólo entre blancos europeos, criollos, indios y negros, ahora también aparecían los criollos blancos, los criollos mestizos, los mestizos, los mulatos, los cuarterones, los filipinos-japoneses, los zambos, los indios que fueron de tribu aliada en la conquista, los que no lo fueron, etcétera.

Muchas mujeres se embarcaron a América ya no sólo por motivos de pobreza o siguiendo a sus familiares (hay numerosos documentos de pasajeros de Indias donde las mujeres van a América para reunirse con su marido y en muchas ocasiones no le encuentran porque este o a huido o se ha cambiado de nombre), las hay que tienen los mismos motivos que algunos hombres: huir de la realidad familiar y social que tenían en sus pueblos de origen de España. Muchas habían sido casadas muy jóvenes con hombres mayores que no deseaban. Algunas enviudaron muy pronto, otras tenían matrimonios que no les gustaban, hay documentos que hablan incluso de fugas de jóvenes que son buscadas por la ley porque huyeron ante matrimonios concertados que no deseaban. Hemos de intuir que en algún caso se huiría de una violencia doméstica. Como sea, estas mujeres también existieron y han dejado rastros documentales en sentido judicial o notarial. Su ida era ilegal, como la del hombre en situaciones matrimoniales sin permiso de la esposa, y eran perseguidas, por eso muchas se cambiaban de nombres y se inventaban pasados. Hay un porcentaje de ellas que su futuro en América no les deparó algo mejor de lo que habían dejado. Son más raras de rastrear en los archivos, pero se encuentran de vez en cuando diversos casos. Las mujeres que no eran nobles ni estaban en altos niveles sociales, encontraban en América otro tipo de libertad más, allí se veían libres para trabajar ellas mismas, en algunos casos para poner negocios, cosa que para lograrlo debían esquivar el matrimonio, que no el sexo. En América se vieron más libres para tener relaciones sexuales extramatrimoniales. Los poderes punitivos no estaban tan activos como en España. Existía la Inquisición en América, pero esta, que también quemó gente allí, no estaba tan ágil como en España, quizá porque le faltaban medios ante tanta extensión de territorio, aparte de que el temperamento de estos nuevos españoles era diferente al del peninsular. Los criollos mezclaban lo español con los valores que habían encontrado entre los americanos originales, los indios, pero también porque podían llegar a tener contactos con otros europeos no hispanos (raramente) a partir del siglo XVII, además creían que las autoridades penínsulares estaban muy lejos... Tan lejos que los propios virreyes se comportaban como reyes, y se permitían lujos como tener coches de mano ellos y su mujer, y tras esto, tuvieron coches de mano todas las mujeres adineradas, a pesar de que era ilegal tenerlos si no se era noble.

Los vestidos fueron también más atrevidos en las mujeres en América, cosa que fue motivo de innumerables cartas de sacerdotes a los reyes de España. Hubo separación de conventos según fuesen mujeres de origen criollo europeo o criollo mestizo. Las mujeres hispanas aprendieron de las mujeres indias, que solían ser sus sirvientas, y también de las mestizas, de los placeres de la provocación sensual y del disfrute del sexo por el sexo. Eran por ello más atrevidas, hay obispos que critican los vestidos, perfumes y modales casi de hombre joven que tenían las mujeres en América para conocer parejas. Ellas motivaban además fiestas inimaginables en la península Ibérica. Además, por si fuera poco para molestar a la Iglesia, también conservamos en los archivos documentación extensa donde se habla de cómo las mujeres en la América Española hablaban de todo tipo de temas sin necesidad de tener permiso de un hombre y sin tener que esperar a escuchar la opinión de él primero. Hablaban además con quien querían cuando querían, y saludaban sin esperar a ser saludadas primero y sin necesidad de conocer al hombre previamente si el saludo era a un hombre. Estas cosas que nos harían pensar hoy día que es lo normal, son cosas que en esas épocas era todo un acto de cambio social revolucionario.

Todo esto no quiere decir que las mujeres fueran en la América Española de los siglos XVI y XVII iguales y totalmente libres respecto al hombre. Gozaron de más libertad que las que estaban en la península, eso sí, y fueron todo un campo de experimentación social de lo que estaría por venir sobre todo a partir del siglo XVIII. En América seguía habiendo un fuerte sentido cristiano, por lo menos en lo aparente, entre las mujeres, aunque a veces se rebelaran contra las jerarquías que atacaban sus costumbres. El matrimonio seguía siendo una institución sagrada casi inviolable. Eran ellas quienes se preocupaban fundamentalmente de la educación de los hijos. El sexo extramatrimonial que pudieran tener seguía siendo considerado contrario a su honra, y por extensión a la del padre hasta puntos casi criminales, si se hacía público. De hecho, aquellos coches de mano eran epicentro de encuentros furtivos con los criados o con amantes de su posición social, lo que aparece en casos judiciales por la vía criminal, el sexo no cristianizado era un delito criminal. El trabajo lo podían ejercer si no podían estar bajo el amparo económico de un hombre, ya sea el padre, el esposo o el hermano, aunque en América fue más fácil que trabajaran saltándose estas premisas. La gran mayoría seguía siendo analfabetas, y las que leían se creía que no debían saber escribir, y si hacían ambas cosas la moral las tachaba mal socialmente, y la Iglesia las amonestaba en los templos porque pudieran estar cayendo en la lujuria mientras leían con el libro en una mano y, cito literalmente, la otra la tuvieran libre.

Sus costumbres de entretenimiento de relaciones sociales se transformaron en reuniones femeninas para tomar chocolate entre las mujeres más pudientes. En esas reuniones, pese a todo, seguía reinando un ambiente de tachar a quienes no cumplían con determinados valores sociales propios del Antiguo Régimen, a pesar de lo que ellas hicieran en sus vidas, o de que su propio comportamiento era tachado como amoral entre las mujeres que estaban en la península Ibérica. En este sentido, una serie de cartas, diarios y publicaciones del corazón de la época, nos deja todo el panorama bastante claro. En América habían logrado una relativa relajación moral y ética en cuanto a su comportamiento social, incluso los hombres españoles criollos defendían las costumbres de las mujeres españolas criollas ante las críticas de las europeas de España, pero eso no impedía que se produjera en un ambiente propio de los siglos XVI y XVII: con prejuicios religiosos, raciales, económicos y entre estamentos sociales. Por otra parte, no todas las mujeres venidas de España a América tuvieron un presente mejor que en la península. A menudo pasaron mayores penalidades, ya que los varones de su familia por muerte o por enfermedad tropical, solían cargarlas de los trabajos hogareños que ya realizaban en Europa, de otros para mantener a la familia, y en ocasiones del cuidado de hijos y del marido, si este se quedaba impedido de valerse por sí. Y nunca olvidemos tampoco las altas tasas de prostitución que se alcanzaron en algunos puertos caribeños.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 20 de diciembre de 2020

Diarios, cartas y testamento

Título: Diario de a bordo de Cristóbal Colón.
Autor: Cristóbal Colón (también atribuido por diversos historiadores y filólogos en buena parte a diversos autores entre conocidos y desconocidos y el primer diario a Bartolomé de las Casas).
Editor / Impresor: Isabel I y Fernando V (los Reyes Católicos) propagaron su publicación por toda Europa. Posteriormente se atribuye a Bartolomé de las Casas una de las primeras ediciones, que es la que se acepta como el texto fijo, el fiel. Hernando Colón escribió un Historia del Almirante en 1530 que no se publicó hasta 1571, por primera vez en Venecia)
Año de publicación: 1493 (1ª edición de las cartas del primer viaje, editadas en Barcelona y en Roma; desde entonces salieron diversos documentos originales, copias y derivados de manuscritos de Colón hasta los más recientes hallados hasta la fecha actual, los cuales aparecieron en 1985, todos los cuales han completado el relato de sus viajes).
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Título: Diario de a bordo, pero en ediciones actuales también se le edita junto al resto de escritos de Colón sobre sus viajes y adopta nombres diversos como Los cuatro viajes. Testamento, o bien Cartas renovadas (sin los diarios), o bien Diarios, cartas y testamento, depende del editor, lo que edite y la edición, pero generalmente lo más publicado es el primer diario, por ello es más común Diario de a bordo referido solo a ese primer viaje a América, el del descubrimiento. Popularmente es más conocido como El diario de Colón.
Autor: Cristóbal Colón (también atribuido por diversos historiadores y filólogos en buena parte a diversos autores entre conocidos y desconocidos y el primer diario a Bartolomé de las Casas).
Editorial: Alianza Editorial (Los cuatro viajes. Testamento); West Indies Publishing Company (Cartas renovadas); EDAF (Diario de a bordo).
Año de publicación: 2006 (1ª edición, Diario de a bordo, editado por Luis de Arranz); 2014 (1ª edición de Los cuatro viajes. Testamento, edición de Consuelo Varela); 2018 (1ª edición, Cartas renovadas).
Género: Historia; Memorias; Epistolar; Diarios.
ISBN: 978-84-41417625 (Diario de a bordo).
ISBN: 978-84-20691374 (Los cuatro viajes. Testamento).
ISBN: 978-99-49728800 (Cartas renovadas).

 

La semana pasada comencé a hablar de los autores alcalaínos que con motivo de las implicaciones de Alcalá de Henares con el descubrimiento de América son homenajeados en la ciudad a través de un movimiento con un astrolabio y una rosa de los vientos en la Plaza de los Santos Niños, monumento que se completa con asientos corridos de piedra en círculo, los cuales están franqueados por los ya comentados Antonio de Solís, autor de Historia de la conquista de México, y Pedro Sarmiento de Gamboa, descubridor autor de Historia de los incas. Tal monumento fue levantado en 1986, año en el que se cumplían quinientos años de la primera entrevista entre Cristóbal Colón y la reina Isabel I "la Católica" con motivo de presentar su proyecto de un viaje de circunvalación de La Tierra navegando hacia el Oeste para llegar a Cipango y el Catay (Japón y China), en contra de la creencia general de que La Tierra era plana y navegar hacia allá era caer en el abismo. Este encuentro se produjo exactamente el 20 de enero de 1486, mientras Isabel I estaba embarazada de la que sería reina de Inglaterra, hasta su divorcio, Catalina de Aragón, la cual nació en el propio Palacio Arzobispal. A raíz de todo esto, el siguiente autor del que vamos a hablar para completar ese monumento, es el propio Cristóbal Colón, cuya efigie también franquea el monumento citado.
 
Hablar de Colón como autor es problemático, pues ya desde el siglo XVI mismo hay numerosos autores que ponen en duda la autoría de la gran mayoría de sus escritos, si no de todos. En todo caso, en principio. Vamos a aceptar la corriente general de que sus escritos, o una buena parte de ellos son de él o fueron  copiados de textos originales suyos, sufriendo que tuvieran introducciones ajenas de elementos que no fueron narrados por Colón, o al menos no de aquella forma. Quepa decir que Colón se entrevistó con Isabel I en Alcalá de Henares tras haber intentado presentar su proyecto al rey de Portugal, y que aún lo presentaría también al de Inglaterra. El recibimiento de Isabel I en Alcalá se suele asociar a que estando a punto de dar a luz a Catalina no podía trasladarse a otro lugar, como pueda ser el alcázar de Segovia o las inmediaciones fronterizas con el Reino de Granada, en esos momentos en guerra con el Reino de Castilla, que lo estaba tratando de invadir y conquistar. Sin embargo, pocos han sido los autores que han relacionado esa circunstancia alcalaína con que el Palacio Arzobispal, como una de las sedes del arzobispo de Toledo, albergaba una gran cantidad de documentos de Estado desde hacía siglos. Su archivo y biblioteca eran vitales para el gobierno general del reino. Si bien Isabel pudo elegir la ciudad en los momentos finales del embarazo para poder facilitar el buen gobierno, esto coincide con que se sabe por testimonios de diversos siglos, incluido fotográficos del siglo XX, que allí hubo copias de uno de los libros del mundo antiguo que afirmaban que La Tierra era redonda, del mismo modo que se conservaba un mapamundi de Ptolomeo copiado en la Edad Media, en el cual se afirmaba visualmente también esa redondez, con una serie de cálculos de tamaño por otra parte equivocados. Había también un libro medieval con el testimonio de un judío marinero que decía haber sufrido un naufragio por un temporal navegando en el Atlántico. En su deriva hacia Occidente llegó a unas costas donde fue prisionero de personas con la piel de color rojo durante varios años, hasta que logró escapar y regresar a Europa navegando hacia el Este. Real o mentira tal relato, el escrito existía y estaba en el Palacio Arzobispal. Todos estos testimonios escritos se perdieron en las llamas del incendio que sufrió este palacio en 1939. 

Cristóbal Colón nació en 1451 probablemente en Génova (Italia). Gente de su propia época se refirieron a él como italiano. Bartolomé de las Casas, en concreto le llamada ligur, como persona procedente de Liguria, región de Italia. Pero tanto su hijo Hernando como su nieto escribirán décadas después de su muerte una biografía y una serie de datos que provocaron la duda y la confusión desde esos mismos primeros momentos de su entrada en la Historia. La duda y la confusión han seguido hasta la actualidad. Una de las teorías apuntan a un origen catalán, siendo que algunas cuestiones grafológicas de la criptografía y algunas evidencias de heridas en sus huesos pudieran ayudar a dar fuerza a esa teoría relacionando al marino con el hijo de una familia barcelonesa que en guerra con Fernando "el Católico" se ve forzado a hacer desaparecer su pasado y entregarse a la piratería, actividad que, para ser honorable, debe también borrar de su pasado. La única verdad es que lo más probable es que fuera de Génova, pero que él mismo nunca dejó claro cuál era su origen y que, aunque todos sus coetáneos le tratan de italiano, fueron sus propios descendientes los que dieron pie a la duda. Por lo demás su historia personal es ampliamente conocida, a pesar de las lagunas acerca, por ejemplo, de si fue o no pirata, si un portugués le enseñó los vientos que le llevaron a América, o porqué paró en Portugal antes que en España a su regreso. Las vicisitudes para lograr viajar a Occidente, los pormenores de su viaje, el descubrimiento de América aunque él creía haber llegado al Catay, de su regreso, los otros tres viajes que realizó, los problemas que originaron los colonos que dejó en las islas y su hijo Diego, los cuales maltrataron y mataron indios, que fue nombrado I Duque de Veragua, Almirante de la Mar Océana, virrey de Las Indias y demás, hasta que cayó en desgracia ante Fernando V y fue desposeído de todo, es muy conocido. Murió en Valladolid en 1506.

Como todo capitán de barco Colón escribiría un diario de a bordo durante su viaje. Este diario de a bordo de su viaje de 1492 sería entregado por él mismo a su regreso a España en 1493 a "los Reyes Católicos". Desde entonces ese manuscrito sería parte hipotética el archivo y biblioteca de los reyes o del Estado. El diario tendría una dedicatoria a los propios reyes españoles que le ayudaron en el viaje, pero se sospecha que el diario pudo ser escrito para ser entregado a varias personas por el propio Colón, ya que varias copias estuvieron en posesión de otras personalidades que conocía Colón, sin embargo, está claro que Colón dio el manuscrito original junto a varias cartas sobre el viaje a los Reyes Católicos. Estos mandaron imprimir el manuscrito llamándolo Diario de a bordo de Cristóbal Colón, y usando la tecnología más moderna del momento, la imprenta, y las traducciones propias del humanismo de aquel momento renacentista, se encargaron de difundirlo por toda Europa, especialmente por el resto de las Cortes de los otros reinos. La intención era propagandística y a la vez para difundir la noticia del descubrimiento así como sus derechos sobre aquellas tierras, especialmente cuando Portugal reclamó el territorio y se hubo de recurrir a intensas negociaciones que terminaron en el reparto del mundo del Tratado de Tordesillas de 1494. Una de las primeras ediciones se produjo en Barcelona y relativamente poco después otra en Roma, auspiciada por el Papa, en latín, que es la que más se difundió en el siglo XVI por Europa. Es la edición de Bartolomé de las Casas, que se considera la copia más fiel. Es el libro que hoy día se acepta como diario de Colón.

Aquel primer diario pudo ser escrito en su totalidad o en partes por otros autores. Algunos filólogos y criptógrafos consideran que hubo varias personas interviniendo en lo que se considera el texto original, pero hay un gran pero. Varias personas de gran relevancia, tanto de España como de otros lugares de Europa, fueron testigos presenciales de la entrega de Cristóbal Colón de sus cartas a las Reyes Católicos cuando regresaron y así lo dejaron escrito posteriormente, así como otros tantos fueron testigos de ver diarios y documentos en los archivos y bibliotecas de los reyes con permiso de estos. Así que los diarios y documentos escritos originalmente por Colón existieron y fueron dados a los reyes. Que el texto que nos haya llegado fuera alterado o no es lo que suscita debate desde el mismo siglo XVI, pero incluso el autor que editó con mucho acierto a Colón, dice haber ejercido de copista de los textos de Colón, hablamos de Bartolomé de las Casas. ¿Alteró De las Casas algo para poder reforzar su defensa de los indios? No lo podemos asegurar. Cuando en 1530 uno de los hijos de Colón, Hernando, escribe la biografía de su padre también cabe la duda de si introdujo elementos alterados tanto de datos biográficos como al copiar textos del padre, ya que había copias de los diarios en la casa de los Colón, traídas por el propio Cristóbal (Bartolomé de las Casas realiza su copia gracias a Hernando que le dejó consultar todo en su casa). Hay que pensar que al morir Cristóbal en 1506 los hijos reclamaron en herencia varios de los títulos y derechos que se le negaron en su ancianidad, esto llevó a una serie de juicios entre los Colón y los reyes a partir de 1508 y que prolongarán varios siglos. A través de esos juicios muchos o todos de los escritos de Colón sufren dispersiones, destrucciones, pérdidas, alteraciones, etcétera. Si bien el primer diario sale en 1493, desde entonces se irán publicando diversos manuscritos de Colón a lo largo de los siglos. El hallazgo más actual de papeles perdidos de Colón que completan su relato y que se han publicado se produjo en 1985, entre 1493 y 1985 hay nada menos que cuatrocientos noventa y dos años de distancia.

Andrés Bernáldez, Pietro Mártir de Angleria, Gonzalo Fernández de Oviedo, Francisco López de Gómara y Jerónimo Zurita, son varios de los nombres del siglo XVI que publicaron biografías, relatos o copias de los escritos de Colón junto a Hernando y Bartolomé de las Casas, todos susceptibles de haber alterado en algo los datos y los textos. Mientras que como testigos directos de haber visto los papeles originales, sin que los copiaran o escribieran de ellos, están Aníbal Zenaro, diplomático italiano en la Corte de los Reyes Católicos, el Duque de Medinaceli, Tribaldo Rossi, empresario de seda en la Corte, y todas y cada una de las personas que tuvieron que ver con los juicios de los Colón, especialmente en el siglo XVI.

El diario de a bordo de Cristóbal Colón, más conocido como Diario de a bordo, es el libro más conocido y más publicado desde 1493 en adelante. En el quinto centenario de 1992 tuvo numerosas ediciones por todo el mundo, especialmente en España. Aquí voy a remitir a la edición de Luis Arranz  en 2006 para la editorial EDAF. Narra todo el viaje que culminó el 12 de octubre de 1492 con el descubrimiento de América, lo ocurrido allí y el regreso a España en 1493. Este diario es el que copió y editó Bartolomé de las Casas en el siglo XVI.
 
Pero Cristóbal Colón realizó cuatro viajes a América, en todos escribió diarios y todos se han ido publicando a lo largo del tiempo. Actualmente hay ediciones que publican todos los diarios de Colón conocidos juntos. Más aún, puesto que los oscuros acontecimientos del cuarto viaje le llevan a la desposesión de títulos y beneficios y eso, a la vez, lleva a un largo conflicto judicial de los Colón, también se suele publicar el testamento de Colón. A veces los diarios y el testamento se publican juntos. Por ello para esto remito a la edición de Consuelo Varela para Alianza Editorial en 2014, llamado Los cuatro viajes. Testamento. Esta edición incluye esquemas, guías, cronologías, características de barcos, tripulantes, las fuentes bibliográficas, etcétera.

En todo caso se hace evidente que Colón no escribió un libro, sino unas cartas que le sirvieron de diario, con la cronología diaria de sus viajes. Fueron los Reyes Católicos quienes lo publicaron y fue Bartolomé de las Casas quien le dio formato y vida de libro. Así pues hay ediciones que prefieren remitirse a las cartas de Cristóbal Colón, hasta donde podemos conocer de ellas de forma crítica en pleno siglo XXI. Para ello yo completaría los anteriores libros con el editado por la West Indies Publishing Company en 2018, Cartas renovadas. Este libro incluye desplegables a color de mapamundis medievales previos al descubrimiento de América, alguno de los cuales usó Cristóbal Colón para presentar su proyecto. Efectivamente este libro abarca también las cartas para lograr sus propósitos de viajar. Hay que pensar que hay otros documentos donde aparece el testimonio de Colón, especialmente de carácter administrativo y judicial a lo largo de todo lo que fue su vida. 

Es un caso peliagudo de tratar, como se ha visto, la autoría, la verdad y lo verosímil, si es libro o es carta... pero, con todo, los textos pasaron a ser libros y se atribuyen a Colón, por lo que se puede contar entre los autores que tienen que ver con Alcalá de Henares. Evidentemente su estilo es un etilo directo entre el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. Propio de un capitán de barco en pleno viaje. Técnico, casi de registrador de todo lo que ocurre en la travesía, como la caja negra de un avión. Un documento relevante hoy día como testimonio histórico de un hecho que cambió la Historia universal.
 
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

jueves, 17 de diciembre de 2020

Historia general índica

Título: Historia general índica, también llamada Crónica de la Historia índica, también Historia índica e Historia de los incas.
Autor: Pedro Sarmiento de Gamboa.
Editor (mecenas): Francisco Álvarez de Toledo, V Virrey de Perú.
Impresor: Virreinato del Perú.
Año de publicación: 1572. (1ª edición, incompleta)
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Título: Historia de los incas.
Autor: Pedro Sarmiento de Gamboa.
Editorial: Miraguano.
Año de publicación: 2013 (1ª edición).
Género: Historia.
ISBN: 978-84-78132287

 

Si hace pocos días presentábamos a un autor alcalaíno del siglo XVI, Antonio de Solís, cuya efigie está en un monumento de la Plaza de los Santos Niños de Alcalá de Henares dedicado en 1986 al descubrimiento de América en torno a esta ciudad, con un astrolabio como centro del monumento,  ese monumento contiene otras dos caras en bronce relacionadas con esa Historia, estos no son tan autores de obras como Solís, no destacaron tanto por ello, quiero decir, pero también tienen obras escritas y son importantes, pues aportan muchos datos y fueron grandes referentes a lo largo de varios siglos. No se trata de Pedro Quadrado (Pedro Cuadrado) también alcalaíno, el cual fue un soldado de Hernán Cortés en la conquista del Imperio Azteca y que tras la guerra acabada en 1522 ascendió militarmente hasta el punto de recibir el encargo del rey de llevar plantas de cáñamo para poder solucionar el problema de surtir y reparar velas de barco sin necesidad de recurrir a la exportación desde España. Cuadrado llevó plantas de marihuana, que son originarias de Asia, y fue con eso su introductor en América, dando por caso que en una de sus cartas se complace de que desde que terminó la guerra los indios son más felices en el trabajo cuando la fuman. Pedro Cuadrado, hasta donde yo sé, no tiene ningún homenaje en la ciudad. En realidad los otros dos son el propio Cristóbal Colón, cuyos diarios de a bordo fueron uno de los libros más leídos en su época y que sigue siendo un libro de referencia hoy día en los estudios americanos, de él ya hablaremos, y el otro es Pedro Sarmiento de Gamboa. Es de Pedro Sarmiento de Gamboa de quien vamos a hablar hoy.

Pedro Sarmiento de Gamboa nació probablemente de manera accidental en Alcalá de Henares en algún momento entre 1530 y 1532. Su padre era gallego y su madre era vasca, él pasó su infancia y juventud en la casa paterna en Galicia, por eso mismo hay personas que creen que en realidad nacería en Pontevedra, en Galicia, pero la realidad es que Pedro Sarmiento fue juzgado varias veces a lo largo de su vida y en uno de los procesos de la Inquisición contra él que se conservan, ante la pregunta de dónde es natural, él contestó ser de Alcalá de Henares, razón por la que sus biógrafos dan credibilidad a ese nacimiento y forman la teoría de ser un nacimiento en un hipotético viaje de sus padres, o bien en una estancia de sus padres fuera de sus tierras de origen por algún motivo que no conocemos. Del mismo modo, Sarmiento tenía conocimientos de Astronomía, Náutica, Matemáticas y Geografía, hay quien piensa que debió adquirirlos en América, pero hay historiadores que opinan que debió obtenerlos en una Universidad de la península Ibérica y, en ese sentido, la más probable en esos momentos podía ser la Universidad de Alcalá de Henares. Sea como sea, sí se sabe que hasta los 18 años vivió con su padre en Pontevedra y que después tiene unos años, pocos, que no sabemos muy bien qué hizo, tal vez es el tiempo de sus estudios, pero que entre 1550 y 1555 se alista en el ejército y con eso viaja por Europa al servicio de Carlos I y sus campañas militares. 

Regresado a España en 1555, año del final del reinado de Carlos I y comienzo del de Felipe II, Sarmiento de Gamboa se embarca hacia América. Se estableció en México y fue allí donde solo dos años después, en 1557, entró en problemas con la Inquisición. Sabemos que ya entonces se dedicaba a escribir, pues el motivo por el que fue juzgado fue haber parodiado un auto de fe a favor de los sobrinos del obispo de Tlaxcala. Fue azotado y desterrado, así pues se marchó al Virreinato de Perú, que estaba en un periodo fructífero tras haber superado la conquista y las guerras civiles entre los conquistadores. A través del Virrey de Perú, el marqués de Cañete, le fue dada la cátedra de Gramática, con lo que volvemos a saber que tenía conocimientos universitarios y que escribía. Se transformó en una personalidad relevante en Lima, aunque comenzó a viajar por todo Perú. se hizo cosmógrafo, perfeccionó sus dotes de marino, realizó estudios de geografía sobre el terreno, estudió la astrología, siguió su carrera militar, entre otras cuestiones que le hizo muy conocido. Los sucesivos virreyes le tuvieron en consideración, siendo asesor de ellos, con el conde de Nieva, que fue el siguiente virrey, fue su consejero de estrategia, navegación e Historia, aparte de asesorarle en asuntos sentimentales personales. A este virrey terminaron asesinándole en 1564 en la calle por la noche. Sarmiento le había avisado que era peligroso salir de noche, siendo quien era y por los asuntos que salía. No se supo quién fue el asesino, pero inmediatamente los enemigos del virrey aprovecharon para intentar quitar de en medio a Sarmiento y le acusaron de nigromancia por sus estudios de la astrología y haber interpretado ellos su aviso al virrey sobre las salidas nocturnas como si fuera una predicción del futuro. Tal acusación le volvió a llevar ante un tribunal de la Inquisición. Acusado de magia negra y predicciones futurólogas fue condenado a cárcel y destierro en 1565, pero la sentencia no se cumplió y pudo marcharse a Cuzco.

El nuevo virrey, Lope García de Castro, fue convencido por las historias de los incas acerca de que hacia poniente (el Oeste, en el océano Pacífico) había islas con mucho oro y plata, una historia más como la que anteriormente circuló décadas atrás sobre que hacia el Este, en la selva Amazonas, existía El Dorado. También Sarmiento de Gamboa fue convencido y fue este el que le propuso al nuevo virrey buscar estas islas en 1567. El virrey nombró capitán y jefe de la flota a su sobrino, Álvaro de Mendaña, lo que dejaba en un segundo plano a Sarmiento, que en todo caso tuvo el mando de uno de los barcos. El virrey ordenó a su sobrino consultar y obedecer a Sarmiento, pues era Sarmiento quien debía dirigir la expedición con sus conocimientos. Una vez en el mar, Mendaña no quiso hacer caso a Sarmiento y desestimó sus cálculos, tomando por ruta los cálculos que él mismo había realizado. A causa de esa desviación en lugar de descubrirse Australia en el siglo XVI, que es lo que hubiera ocurrido de hacer caso a Sarmiento (se descubrió en el siglo XVIII por parte de los ingleses, con Coock), se descubrieron las Islas Salomón y las Vanuatu. La orden del virrey era explorar y poblar las islas que se descubrieses, pero una vez más Mendaña desobedeció y comenzó el regreso a Perú, ante una tripulación que amenazaba motín tras varias muertes por enfermedad y enfrentamientos con los nativos. Sarmiento se quejó y terminó siendo preso de Mendaña en 1569. Para entonces el nuevo virrey era Francisco Álvarez de Toledo, enterado de los sucesos liberó a Sarmiento y mandó a juzgar a ambos. En el proceso Sarmiento supo defenderse y quedó en total libertad, pero a pesar de que deseaba regresar a España para dar cuentas al rey, Álvarez de Toledo quiso aprovechar todos sus conocimientos y lo llevó consigo a recorrer Perú con un objetivo político y propagandístico.

La idea de Álvarez de Toledo era consolidar el virreinato y su autoridad, no siempre estable desde las guerras civiles. Para eso se planteó conocer todo el territorio, darse a conocer, crear obras útiles donde se necesitase y escribir una historia general cuyo objetivo era claramente propagandístico: legitimar el gobierno español partiendo de la tesis de que los incas eran extranjeros en Perú antes que ellos y que los incas habían usurpado y tiranizado a los pueblos de todos aquellos territorios. En este viaje de 1570 a 1575 nace la obra literaria de la que hoy hablamos, Historia general índica, también llamada Crónica de la Historia índica, también Historia índica e Historia de los incas, hoy llamada Historia de los incas (para la cual tomo por referencia la edición de 2013 de la editorial Miraguano). Este libro se cree que está inacabado y que no se llegó a terminar de escribir, pero también se cree que lo inexplorado de múltiples archivos y bibliotecas americanas y españolas de estas épocas hacen que quepa la posibilidad de que simplemente la parte que falta sí exista pero no se conozca hoy día. De hecho, no se sabía gran cosa de las dotes de escritor de Sarmiento de Gamboa hasta inicios del siglo XX. Como sea, este libro que sí conservamos dice ser la segunda parte y está escrito en 1572, pero fue descubierto su existencia en el comienzo del siglo XX.

Para la escritura de este libro, a lo largo de ese viaje, llamado la Visita General, Sarmiento de Gamboa habló con todos los indios que pudo, especialmente los ancianos, para hablar del Imperio Inca y su funcionamiento, así como buscando recuerdos y tradiciones orales de antes de ese imperio. Para las encuestas establecidos se buscaba preferentemente a los ancianos con más autoridad allá donde llegaban.  También hablaban con todos aquellos españoles supervivientes y también ya ancianos de los primeros tiempos de la conquista y de las guerras civiles. Esto hace que sea una de las obras más documentadas de la época sobre la conquista del Imperio Inca, sin embargo no se partía con el método científico de formular una tesis, contrastarla con una antítesis y obtener una síntesis. Simplemente se partió de un deseo propagandístico que había que demostrar, por lo que todos los testimonios obtenidos fueron orientados a una interpretación que coincidiera con la del virrey. La teoría de los reyes incas como usurpadores y tiranos de su pueblo, por lo que los españoles habrían venido a acabar con la tiranía y traer justicia a los indios del Perú, se establecía en cuatro pasos en los que se articulaba el libro. Los gobernantes incas buscaban solo el beneficio personal, con eso se había pervertido la ley natural divina del buen gobierno, la sucesión de estos gobiernos se transformaba en algo ilegítimo, por ello era imposible la prescripción de su señorío. 

Si bien la segunda parte que hoy día conocemos trata de ese intento propagandístico de demostrar las razones por las cuales era legítimo el gobierno español a causa de la tiranía de los gobernantes incas, la primera parte, perdida, debía ser una descripción geográfica general del Perú, y la tercera parte, también perdida, debía tratar de los tiempos del evangelio, o sea de la Historia del Perú desde que gobernaban los españoles, lo que inevitablemente debía tocar los temas más espinosos de la guerra civil entre los hermanos Pizarro y Almagro. Si escribo que la primera y tercera parte están perdidas es por ser generoso con las teorías que creen que tal vez estén traspapeladas esperando su momento, al igual que la segunda parte no apareció físicamente hasta el comienzo del siglo XX, pues en esa segunda parte, en el prólogo dedicado a Felipe II, Sarmiento confiesa en 1572 que la primera y la tercera parte aún no estaban escritas. Cabe la posibilidad de que simplemente no se llegaran a escribir nunca. 

Como sea, a pesar de ser un documento relevante en cuanto a su mucha información a través de entrevistas personales a incas y a españoles del tiempo de la conquista, lo que ha hecho que sea un libro muy consultado desde su descubrimiento, hay que tener en cuenta que al leerlo tenemos que ser altamente críticos, pues su objetivo como crónica, no tanto como Historia, era un objetivo político, propagandístico, justificativo de lo hecho en aquella parte de América. Algunos historiadores peruanos, por ejemplo, son los más exigentes con la crítica y lo contrastan con los ayllus incas, sacando del contraste de ambas versiones algunas síntesis que a veces son contradictorias o que al completarse nos dan a ver un panorama mucho más complejo que las versiones de unos y otros sin cruzar. 

En todo caso, Inglaterra, la reina Isabel I, armó al corsario Francis Drake en 1577 con la idea de atacar a los españoles en América. Desde ese año y a lo largo de 1578 esto es lo que se produjo. Drake fue el segundo en dar la vuelta al mundo, después de Magallanes y Elcano, y para ello pasó por el estrecho de Magallanes, en Patagonia, y al subir el Pacífico fue arrasando las costas de Chile y el Perú. El virrey Álvarez de Toledo volvió a recurrir a Sarmiento, mandándole con otros capitanes en una flota para encontrar y acabar con Drake, pero Drake se escapó de ellos, se hizo con el galeón de Manila y siguió su camino de vuelta al mundo hacia Inglaterra. En todo caso, en 1579 Sarmiento recibió el encargo de dirigirse a la Patagonia, al Estrecho de Magallanes, y estimar si se podía levantar un fuerte defensivo allí. En enero de 1580 un temporal que mató a parte de su tripulación le forzó a regresar a El Callao, pero volvió a emprender el proyecto en febrero. En mayo se tuvo que enfrentar a un corsario francés. En agosto llegó a España tras explorar el estrecho. Informó al rey Felipe II y este le mandó de nuevo al estrecho de Magallanes para que fundase fuertes y ciudades. Zarpó en 1581 con los títulos de gobernador y capitán general de las ciudades que fundara, a pesar de que el proyecto no gustaba ni al Duque de Alba ni al Consejo de Indias.

En septiembre de 1581 una tormenta en medio del Atlántico le hundió tres barcos y regresó a España. Le mandaron volver a intentarlo en diciembre de ese año. En marzo de 1582 estaba en Río de Janeiro, con parte de su tripulación enferma y con bastantes bajas por varias causas en la travesía. Los jefes de la expedición se pelearon entre sí y eso empeoró todo. En noviembre volvieron a intentar llegar al sur. Temporales, enfermedades y otras penalidades hicieron que murieran la mayor parte de la flota y se perdieran casi todos los barcos. Llegaron tres barcos en febrero de 1583. Se fundó varias poblaciones y varios fuertes. Acto seguido Sarmiento se dirigió a Brasil para volver a ir a España en busca de alimentos y otras provisiones, ya que lo desapacible de la Patagonia y el estrecho de Magallanes había provocado la muerte por frío y por desnutrición de buena parte de los colonos. Sarmiento les prometió regresar con todo lo necesario.

Nuevas tormentas y el abandono de una parte de sus tripulantes, mataron a más de su gente y destruyeron sus barcos. Armado de barcos de nuevo en Brasil fue hecho prisionero por los corsarios ingleses de Walter Raleigh en 1586 y llevado a Inglaterra donde estuvo preso varios meses. La reina Isabel I le entregó un acuerdo de paz para Felipe II, y Sarmiento tuvo la mala suerte en su regreso de ser apresado en Francia por los hugonotes.  Felipe II se negó a pagar un rescate por él, pero pasado un tiempo lo pagó, fue liberado en 1590. Sarmiento llegó a la Corte obsesionado con ayudar a las trescientas personas que dejó en el estrecho de Magallanes, quería regresar para ayudarles, como prometió, pero para entonces ya se sabía que habían muerto casi todos de frío y hambre, un poco más de una quincena superviviente fue encontrada por un corsario inglés, que rescató a unos pocos y se llevó un cadáver desenterrado. Los mínimos que quedaron fueron ayudados por otras vías. A Sarmiento no le dejaron ir, pero su historia le hizo tener prestigio. Además había escrito unas cartas náuticas describiendo Patagonia y Magallanes con gran calidad que le hicieron ganar un prestigio muy alto. Felipe II le nombró Almirante de la Flota, para proteger los barcos de la carrera de Indias, en el Caribe, pero al zarpar de Lisboa en 1592 comenzó una enfermedad grave que hizo que le regresaran a tierra, donde murió. 

La obra escrita de Sarmiento es el libro mencionado sobre la segunda parte de Historia de los incas, más las cartas náuticas y las descripciones de Patagonia y del Estrecho de Magallanes y estrechos aledaños. Aparte de la crónica que aquí nos ocupa, tiene diecisiete cartas, diez relaciones, cinco memoriales, poesías y otros escritos cortos, más todo aquello que quizá hoy día esté en el olvido.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 13 de diciembre de 2020

Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida por el nombre de Nueva España

Título: Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional,
conocida por el nombre de Nueva España.
Autor: Antonio de Solís y Ribadeneyra.
Editor (mecenas): Manuel Joaquín Álvarez de Toledo Portugal, VIII Conde de Oropesa.
Impresores: Bernardo de Villa-Diego y Antonio Serrano (Madrid y Córdoba).
Año de publicación: 1684. (1ª edición, en dos partes)
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Título: Historia de la conquista de México, también  llamada Historia de la conquista de la Nueva España.
Autor: Antonio de Solís y Ribadeneyra.
Editorial: Lex Nova.
Año de publicación: 2006 (1ª edición, en dos volúmenes).
Género: Historia
ISBN 10: 8484067246
ISBN 13: 978-84-84067245

 

Otro de los escritores complutenses que entran dentro de los grandes nombres de la Literatura española es Antonio de Solís y Ribadeneyra, nacido en esta ciudad de Alcalá de Henares en 1610 y muerto en Madrid en 1686. Por las fechas debería entrar dentro del Barroco, y así es, él es parte de la Literatura barroca española. Escribió varios poemas al estilo culteranista que lideraba Góngora, pero no perteneció a esa corriente, tampoco a la conceptismo liderado por Quevedo. Antonio de Solís escribió dentro de la corriente literaria alternativa a estas conocida como casticismo, cuyo principal autor en esos momentos era Calderón de la Barca, autor del que Solís se declaró seguidor y amigo personal, de hecho llegaron a escribir una obra conjunta, o al menos hubo el intento. Sin embargo, Antonio de Solís va a ser el primer autor español que comience a romper con algunas de las formas literarias del Barroco, introduciendo elementos más sencillos y claros de entender, más directos, que darán paso al neoclasicismo más propio del siglo siguiente, el XVIII.  La obra en la que introdujo esas innovaciones literarias tuvo gran éxito, pero no se trataba de una novela ni de poesías, era un libro de Historia al que le dedicó alrededor de veinte años de investigaciones, escritura, revisiones y correcciones. Fue el libro Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida por el nombre de Nueva España, también conocido como Historia de la conquista de la Nueva España o bien Historia de la conquista de México, que es el título con el que se le edita en la actualidad. Este libro tuvo más de sesenta ediciones hasta el año 1900, de las cuales veintidós eran españolas y el resto eran ediciones de otros países europeos. De hecho el libro fue publicado por primera vez en Madrid en 1684, e inmediatamente pocos años después tuvo su primera traducción al francés por Citri de la Guette, en 1699 tuvo su traducción al italiano y en 1723 al inglés.


Solís fue un niño superdotado, hijo de Juan Gerónimo de Solís y de Mariana de Ribadeneyra. El biógrafo Adolfo de Castro anotó la posibilidad de que el nacimiento se produjera en Madrid capital y Juan de Goyeneche en un estudio que realizó en 1692 dejó anotado que Michaud había equivocado la ciudad natal de Solís en su Biografía universal, diciendo que Solís era de Plasencia, en Extremadura, pero el propio Goyeneche dijo que Michaud se había equivocado y obras posteriores de otros autores habían copiado el error. Lo aceptado es que Antonio de Solís y sus padres eran de Alcalá de Henares. Donde no hubo ninguna otra versión alternativa es en que pasó su juventud y sus estudios en Alcalá de Henares, sus colegios y su Universidad, para pasar luego a completar sus estudios en la Universidad de Salamanca. Allí se graduó en derecho civil y canónico y recibió conocimientos de filosofía, retórica, latín, cánones, política y ciencias morales. Es en esa época de estudiante superdotado, que escribió y publicó con 17 años de edad su primera obra literaria, una obra de teatro llamada Amor y obligación, de 1627. Estaba claramente posicionada en el estilo casticista de Calderón. En 1637 pasó a ser secretario del VII Conde de Oropesa. En todos estos años siguió escribiendo cartas, poemas y más obras de teatro. Tuvo que trasladar su residencia a Navarra y a Valencia, según las necesidades del Conde para quien trabajaba. En 1654 el rey Felipe IV le nombró oficial de la Secretaría Real, pero rechazó el cargo. En 1667 la reina regente Mariana de Austria le nombró cronista de Indias, ya por esas fechas Solís estaba investigando y trabajando en La conquista de México. Aunque mantuvo el cargo un tiempo, también acabaría rechazándolo. Solís, de las pocas personas con gafas en aquella época, mantuvo una actitud ética y moral de austeridad y sencillez para su vida, llamando notablemente la atención entre las clases altas en las que se movía. Solís optó por ordenarse sacerdote de la congregación de Nuestra Señora del Destierro, en Madrid. En ese momento dejó de escribir literatura, aunque aún escribirá algún poema de corte religioso, no volverá a hacer literatura no religiosa.
 
En 1683 un documento sobre él indicaba que era secretario de su majestad, oficial segundo de la Secretaría de Estado de la Negociación de España y cronista mayor del Consejo de Indias. Siendo sacerdote su confesor será un jesuita, Diego Jacinto de Tebar, que a la vez era confesor de otros escritores de la época. En ese año de 1683 será Diego Jacinto de Tebar en comisión de vicario de Madrid, ejerce de censor para La conquista de México y le concede su aprobación total con una gran cantidad de elogios. La obra será publicada en 1684 en Madrid y Córdoba por primea vez, con el mecenazgo del VIII Conde de Oropesa, en las imprentas de Bernardo de Villa-Diego y Antonio Serrano.
 
La conquista de México comenzada en 1667, estaba ya casi terminada en 1681, según escribió por carta el propio autor. Su idea original era completar las "Décadas" de la Historia General de las Indias creada por Herrera, pero al llegar a 1554 le pareció que aquello era demasiado complejo por las bastas informaciones que necesitaba ante un territorio tan grande, por eso mismo cambió la dirección de su trabajo para centrarse en la Historia de Nueva España, México. Aunque el libro se publicó en 1684, como se ha dicho, sus ventas, según Solís, empezarían en enero de 1685, de manera lenta y modesta. Él mismo había decidido poner a la obra en dos volúmenes que le llevó veinte años de trabajo un precio bajo con la idea de que llegara a cuantos más lectores se pudiera. Él moriría en 1686. 

Antonio de Solís nunca había estado en América. Todo su conocimiento era por erudición, a  través de investigaciones. Sus principales fuentes fueron las obras y escritos de los conquistadores y primeros cronistas de la conquista de México, el propio Hernán Cortés, López de Gómara y  Bernal Díaz del Castillo. No se quedó ahí, también quiso dar voz a los aztecas. En obras anteriores estos habían quedado en capítulos aparte, fue innovación de Solís comentar el punto de vista azteca en el mismo relato de la conquista intercalándolo con las explicaciones españolas del momento, no dejándolos como capítulo aparte. Moctezuma, además, aparecía en términos elogiosos, y los aztecas y otros pueblos en general salían de igual a igual con los españoles, no como civilización inferior o bárbara, como habían aparecido en otras crónicas. 

El libro de Solís, como ya se ha anotado, quiso acabar con las estructuras retorcidas y los recursos literarios que oscurecían el mensaje a leer propios del Barroco, creando estructuras más claras y directas para que el relato fuera entendido por cualquiera sin problema. Además, aplicó una estructura equilibrada entre todas sus partes, siendo el antecedente más claro del neoclasicismo por venir, de hecho el libro fue elogiado a lo largo del siglo siguiente por los eruditos de la Ilustración, no solo por los historiadores, también por los literatos e incluso por los moralistas y filósofos. 
 
La obra se sigue reeditando periódicamente. Para la presente nota tomo por referencia moderna la edición en dos volúmenes por la editorial Lex Nova en 2006.

Junto a esta obra de cronista de América dejó doce obras de teatro y material suficiente de cartas y poemas como para crear varios libros recopilatorios, aún a pesar de abandonar la literatura profana desde 1667. Paradójicamente su obra se revalorizó y fue cada vez más apreciada justo a partir de ese momento.
 
En Alcalá de Henares se le recuerda con un monolito en el conjunto escultórico de la Plaza de los Santos Niños que recuerda con un astrolabio a otros personajes que tienen  que ver con Alcalá y América, como Cristóbal Colón, creado en 1986. El monolito, como el resto de la obra, se haya deteriorado por el mal uso que se hace de él por parte de comerciantes que atan animales o puestos de venta en las celebraciones del Mercado Cervantino celebrado en octubre de cada año desde la década del 2000.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".