sábado, 31 de octubre de 2020

Cartas desde una soledad

Título: Cuarto creciente.
Autora: Pepita Jiménez Carreras.
Editorial: Verbum.
Año de publicación en libro de papel: 2008 (1ª edición)
Año de publicación en libro electrónico: 2010 (1ª edición).
Colección: Ensayo
Género: Ensayo; Historia; Biografía; Epistolar.
ISBN: 978-84-7962-438-5 (edición en papel de 2008)
ISBN: 978-84-7962-536-8 (edición electrónica de 2010)


Josefina Jiménez Carreras, Josefa Jiménez Carreras, era más conocida como autora con el nombre de Pepita Jiménez Carreras, de la que ya había reseñado dos libros suyos aquí, en Las notas de los cíclopes libreros, los poemarios Adobe y mármol (2003) y Cuarto creciente (2009). Ya en esas reseñas hablé largo y tendido de su biografía en cuanto a su actividad literaria y remito a ella. Completaré hoy con la nota de que definitivamente ella vivía afincada en Alcalá de Henares, disfrutando de su familia, que son sus dos hijos y nieto o nietos a los cuales conozco. A ella también la conocí aunque, he de confesar, que aunque sabía de su actividad escritora y filológica nunca la relacioné con la poetisa Pepita Jiménez, por el mero hecho de que siempre la conocí como Josefa y no caí en la cuenta del diminutivo, pensando además siempre que Pepita Jiménez concordaba con un personaje de Benito Pérez Galdós. Precisamente recuerdo de ella una conversacón sobre ediciones bien traducidas de un libro clásico de aventuras que quería comprarle a su nieto. Lamentablemente hoy tengo que completar su biografía con la nota de su fallecimiento la semana pasada o poco más. Estuve en su funeral en el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares en el atardecer de aquel día con noche de una gra tormenta y un gran viento capaz de arrancar árboles literalmente, con todos los patos del cementerio buscando refugio en el suelo en los alrededores del estanque. 

Fue autora de varios poemarios, unos ocho, siempre fiel a la editorial Verbum. Remito a los dos libros ya reseñados para su biografía y ya, en cuanto se pueda, espero poder completar la reseña de todos sus libros que restan reseñar por este espacio, precisamente en ello ayer, hablando con uno de sus dos hijos, le ofrecí, si él lo desee, reseñar él mismo alguno de ellos, de los que quedan por reseñar y le dije que a modo de homenaje hoy voy a reseñar otro de sus libros.

He elegido para esta labor el que creo que fue uno de los libros que más dedicación le dio, posiblemente cuya temática motivó buena parte de su vida. Un libro que probablemente mimó y quiso dar a conocer por ser fruto de su labor intelectual más ardua y apasionada. No dispongo de él, por lo que pido disculpas anticipadas por reseñarlo desde el conocimiento que tengo de su sentido de ser y significado más que desde su lectura. Se trata de Cartas desde una soledad, que subtitulaba Epistolario María Zambrano-José Lezama Lima, María Luisa Bautista-José Ángel Valente. Fue publicado e libro de papel en 2008, y vuelto a editar en electrónico en 2010 por la citada editorial Verbum. En realidad era un libro a disposición del lector común que nacía de otro libro más académico y menos comercial: su tesis doctoral de 2004, María Zambrano y José Lezama Lima. Análisis semiótico, presentada en la Universidad de Alcalá. Como podrá comprenderse desde aquella tesis de 2004 a esa reedición electrónica de 2010, si entendemos además que una tesis doctoral es el resultado de muchos años de estudio y dedicación, este libro y su temática y sus personajes fueron una parte importante de las pasiones de Pepita Jiménez y de su conocimiento, el cual nos lega.
 
De entre sus libros publicados es el único que no es un poemario, al menos hasta donde yo sé en estos momentos que escribo. Es un ensayo de historia, de análisis semiótico y filológico, de biografía, de literatura, es un epistolario y recoge por fuerza las memorias de la gran autora María Zambrano en su relación con el también autor José Lezama, pero también las de María Luisa Bautista con José Ángel Valente. Por tanto es también una introspección en las relaciones humanas no solo intelectuales, sino también personales y afectivas entre mujeres y hombres y, a su modo, es una reivindicación plena de la mujer en un lugar propio y elevado de la literatura y la intelectualidad.
 
Siento no poder decir mucho más de este libro, por no haberlo podido leer, pero creo que fue un espacio importante de su vida y un  regalo de conocimiento y de su vivencia personal que nos lega a todos, aspecto este nunca valorado por la gran mayoría, el esfuerzo y el conocimiento vital que los intelectuales consiguen al precio del gasto de su vida para poderlo ofrendar a toda la sociedad y enriquecernos. 
 
Que la tierra le sea leve a la doctora Pepita Jiménez. Buen viaje.
 
  Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 24 de octubre de 2020

Las puertas de seda

Título: Las puertas de seda.
Autora: Olalla García.
Editorial: Espasa Libros.
Año de publicación: 2007 (1ª edición); 2009 (1ª edición en la colección Booket Novela Histórica)
Género: Novela histórica.
ISBN:  978-84-670-2524-8 (en 2007); 978-84-670-3215-4 (en 2009).

 

Como ya dijimos en las notas dedicadas a Ardashir, rey de Persia (en su primera edición se llamaba solo Ardashir), se podría entender que el segundo libro que publicó Olalla García es una segunda parte de aquel, a su modo. Ese segundo libro se llamó Las Puertas de Seda y si Ardashir se publicó en Suma de Letras por primera vez en 2005 y por segunda vez en Punto de Lectura en 2006, este segundo libro lo haría por primera vez en Espasa Libros en 2007 y también se reeditó, en la misma editorial pero dentro de la colección Booket Novela Histórica en 2009. Todo ello era fruto de los éxitos de aceptación que estaba teniendo la autora en el género de novela histórica y la apuesta promocional que Espasa hizo por ella, por ende, Random House, que a fin de cuentas es la editora que estaba detrás de todas las publicaciones de ambos libros. He ahí la importancia de tener un buen editor apoyando a los autores. Entre la primera y la segunda edición de Las Puertas de Seda, aparte de una edición de bolsillo en tapa blanda, la cubierta no tenía diferencias, eran mínimas. En la segunda edición la frase promocional de la portada quedaba alargada en dos líneas, mientras que en la primera edición formaba un párrafo encima del título, y en esta segunda edición se incluía una pequeña faja vertical en la esquina inferior izquierda indicando el nombre de la colección, por lo demás se veía la cadera semidesnuda de una bailarina oriental de telón de fondo sobre una ciudad persa asediada en guerra, lo que dejaba el diseño del libro en las clásicas ideas de los superventas, eso indica claramente la apuesta que hizo Espasa y su confianza por  y en la autora y sus libros.

En este libro la acción se centra esta vez en el reinado del rey Sapor I del Imperio Persa Sasánida, que es el segundo emperador de este imperio. Como ya dijimos en la reseña del anterior libro, su padre Ardashir reunificó los restos de un disminuido y destrozado reino persa y construyó tal imperio. Llegó a cogobernar con su hijo en los últimos años de su vida, pero Sapor I, nacido en el año 215 después de Cristo, llegó a gobernar el imperio plenamente tras la muerte de su padre en 242. Todos los hechos del gobierno e Sapor I, con sus guerras y sus construcciones, se darían entre ese año y el fallecimiento de este en 270 o en 272, es más aceptado que muriera en 272, por lo tanto, es un reinado largo, más aún para ser la Edad Antigua. 
 
En los últimos años de la vida de Ardashir se había reiniciado las hostilidades y guerras contra e Imperio Romano y otros reinos, como el de Armenia. Esos conflictos los heredó y los potenció Sapor I. Es ahí donde debemos encuadrar la segunda novela de Olalla, pero no en la década de 240, sino que todo comienza tras la victoria persa en la batalla de Edesa el año 260. Mediante este acontecimiento bélico, Sapor ocupó Antioquía, una importantísima ciudad oriental en esos momentos (está en Siria, romana por entonces). Importantísima por ser centro económico, político y cultural, enlace del comercio entre Occidente y Oriente en la conocida ruta de la seda que, sin ellos saberlo con exactitud, unía Roma con China, siendo persas e indios intermediarios necesarios, pero a la vez eternos enemigos con periodos alternos de amistad, pero el libro está justo en uno de esos periodos bélicos, con esa ocupación de Antioquía.
 
Seguiremos los acontecimientos históricos posteriores en Persia y con los romanos a través de los dos protagonistas de la novela. Dos hermanos romanos, un chico y una chica, que sobreviven a la toma de Antioquía al precio de ser ella, Heraclea, prisionera y vendida a un noble persa, Tahmaps, para formar parte de su harén. Su hermano, Eurímaco, decide por buscarla y rescatarla, lo cual le leva a recorrer el Imperio Persa Sasánida y todos sus peligros, lo que es tanto como darnos un poco el recorrido de esa parte de la ruta de la seda y los datos culturales e históricos de Persia. Entre tanto, en una doble acción su hermana tiene conflictos con el resto de las mujeres del harén, miedo al momento sexual que le espera y la única ayuda del eunuco que la custodia. Todo el argumento en sí me recuerda poderosa y llamativamente al libro de otro autor alcalaíno, ya comentado, Kilwa, de José Carlos Peña, publicado en 2015. Aunque es un argumento en general ya conocido en otros autores españoles y no españoles a lo largo del tiempo, en este caso, me pregunto si José Carlos Peña conocía esta novela y pudo inspirarle para su novela medieval de aventuras africanas. 

Sea como sea, Olalla vuelve a presentarnos una acción en permanente tensión y usa de dos personajes indirectos para contarnos las maravillas y cuestones de la antigua Persia. La autora, que muy notablemente mereció un homenaje en la semana cervantina de octubre de 2019 en Alcalá de Henares en forma de ninot valenciano que ardió en una falla de clausura de tal semana en la Plaza de la Paloma, frente a los juzgados, continuó con este libro s progresiva consolidación en el género de la novela histórica. Un campo que demuestra saber dominar con un estilo directo.
 
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 18 de octubre de 2020

Ardashir, rey de Persia

Título: Ardashir, rey de Persia.
Autora: Olalla García.
Editorial: Suma de Letras.
Año de publicación: 2005 (1ª edición en Suma de Letras); 2006 (1ª edición en Punto de Lectura)
Género: Novela histórica.
ISBN: 978-84-96463-06-6 (en Suma de Letras)

ISBN 13: 978-84-663-1828-0 (en Punto de Lectura, colección: Punto de Lectura)
ISBN 10: 84-663-1828-3 (en Punto de Lectura, colección: Punto de Lectura)

Ya habíamos presentado a la autora Olalla García, cuando escribió su exitoso libro El taller de los libros prohibidos, hoy vamos a hablar de su primer libro.  Antes hay que hacer un pequeño aporte a las notas que de ella ya escribimos, ya que faltaba mencionar algunas de sus obras, incluida la que este año, tras la parte más dura del confinamiento, ha publicado. A modo listado sus libros son: Ardashir, rey de Persía (2005), Las Puertas de Seda (2007), El jardín de Hipatia (2009), Rito de paso (2014), En tierra de nadie (2016), El taller de libros prohibidos (2018) y el más reciente Pueblo sin rey (2020), siendo reseñada por National Geographic Historia y la prensa nacional, ya que la publican importantes editoriales españolas y se la comienza a reconocer en las secciones literarias como una de las referencias de la novela histórica que se escribe en la actualidad. No obstante, como historiadores también ha publicado las investigaciones: "Expansión y conquista: el argumento de sanción territorial en tiempos de los primeros sasánidas" (publicado en el Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, en 1998), "El matrimonio consanguíneo en la Persia aqueménida: la perspectiva griega" (en Polis: Revista de ideas y formas políticas de antigüedad clásica, en 2000), "¿Barbarie o propaganda oficial?: la captura de Valeriano" (en Actas del X Congreso Español de Estudios Clásicos, en 2001), "Xwedodah: el matrimonio consanguíneo en la Persia Sasánida. Una comparación entre fuentes pahlavíes y greco-latinas" (en Iberia: Revista de la Antigüedad, en 2001), y "Relaciones consanguíneas en la mitología y su reflejo en el orden social" (en La recepción del mito clásico en la literatura y el pensamiento, Actas de las I y II Jornadas de Tradición Clásica, en 2002). Todas estas investigaciones previas a su primer libro de 2005 son importantes y a tener en cuenta, no solo por su actividad investigadora como historiadora, también porque como se verá ellas mismas y el origen de su interés por la antigüedad del Próximo y Medio Oriente serán relevantes para el inicio de su carrera como escritora. No obstante, antes de entrar en ello, quepa mencionar también que se dedica a la traducción, hasta la fecha cuenta con hasta doce libros traducidos para varias editoriales destacadas, como Impedimenta. Muchos de los títulos corresponden a historiadores, pero también hay diversas biografías, cuestión que también es relevante para el inicio y estilo de lo que van  a ser su s novelas, ya sean ambientadas en la Edad Antigua o en el siglo XVI español.

Sobre su biografía ya se habló en aquella primera presentación en esta bitácora, de momento no hay novedades que añadir, pues quien reseña no ha sabido nada nuevo o matizable, salvo la publicación de su nuevo libro ya mencionado o su creciente reconocimiento literario en el panorama nacional.

El primer libro de Olalla, Ardashir, rey de Persia, es evidentemente producto de su interés profesional como historiadores, de su área de investigación y de la conjunción de todas las publicaciones profesionales que ya había venido publicando sobre Persia desde 1998, como hemos visto. Combinado con un ansia de narrar y de imaginar otros mundos, todos los datos se mezclaron en su cabeza para crear una historia novelada del comienzo reunificado del antiguo Imperio Persa, el llamado Sasánida, ya que Persia es destruida una primera vez y resurge posteriormente reunificada por un rey llamado Ardashir I, también llamado Ardacher I, que es quien protagoniza en tercera persona el libro. Así pues, es una novela histórica ambientada en el siglo III después de Cristo. Ardashir I vivió entre los años 180 a 242 d.C., heredó el Reino Persa en 208 d.C., lleno de divisiones y guerras y conspiraciones internas, lo dio por reunificado como Imperio Persa Sasánida desde el 226 d.C., y lo cogobernó con Sapor I, todo este proceso no exento de guerras y maniobras varias, mientras que, una vez reunificado, el Imperio Persa Sasánida tuvo un peso internacional muy alto, pudiendo competir y hablar de tú a tú, en incluso amenazar y compartir cultura con y a todos los reinos e imperios que a Este y a Oeste eran por entonces los más importantes, el Imperio Romano y el Imperio Indio. El Imperio Persa Sasánida era un extenso territorio por el que pasaban las rutas comerciales más exóticas y vitales de aquellos tiempos, como por ejemplo la ruta de la seda que conectaba comercial y culturalmente Roma con China, y dado los límites geográficos de este Imperio, hay historiadores que rastrean en él antecedentes primigenios a algunas de las ideas básicas que en el siglo VII dará pie al inicio del Islam. 

El libro fue publicado en 2005 por la editorial Suma de Letras, que es uno de los sellos editoriales de la editorial Penguin Random House, y en la cual a menudo se deslizan títulos de autores noveles que o bien han ganado el Premio Caligrama de Penguin Random House, o bien han enviado su obra al sello Caligrama para una autopublicación y habiendo valorado que tenían calidad para estar en este sello, Caligrama los desvía a otros sellos de Penguin Random House, como por ejemplo Suma de Letras. No quiero decir que el primer libro de Olalla se publicara por autopublicación, pues lo ignoro. En todo caso, no soy contrario a la autopublicación, más de una vez lo he escrito, en todo caso soy contrario a los editores que trabajando con la autopublicación hacen un mal uso de esa labor abusando y engañando al autor, pues abandonan todas sus tareas como editores en manos del autor y simplemente se limitan a imprimir los libros y cobrar al autor, descuidando todas y cada una de las tareas de un editor. Cada editorial tiene un mundo y hay buenos y malos editores, sea su modelo el tradicional o el de publicar autoediciones o coediciones. Como sea, no soy contrario a los autores que se autoeditan, dicho esto con independencia de si Olalla autoeditó o no su primer libro, en todo caso, dada su trayectoria, es evidente que su obra debía estar editada. Lo importante de todo esto, en todo caso, es la promoción, difusión y distribución de la obra para lograr la aceptación o no por parte del público lector, que a fin de cuentas es a quien se quiere llegar en todos los casos.

Fue reeditado en 2006 por la editorial Punto de Lectura, dentro de la colección de mismo nombre.

El libro contaba con una pintura decimonónica con una visión romántica de la Corte del antiguo Imperio Persa Sasánida, un tanto orientalizada al estilo casi de odaliscas musulmanas, aún imposibles de que existieran, mientras que contaba con una tipología de letras e  incluso una frase promocional que recuerdan a la cartelería cinematográfica. En 2007 contaría con lo que se podría considerar una segunda parte, Las Puertas de Seda, donde se narra en novela lo que pasó a continuación de la batalla de Edesa y los destinos de los miembros de la familia real en evolución misma con el desarrollo de la historia persa sasánida.

El libro está narrado en primera persona por un personaje llamado Arbusam, un joven cuyo destino es entrar en la casta sacerdotal pero que por azares del destino termina entrando al servicio de un aristócrata llamado Ardashir. Como ya sabemos, por una serie de conspiraciones palaciegas, violencias varias y guerras, Ardashir terminará siendo el reunificador y rey del Imperio Persa Sasánida, todo esto nos lo narra a modo de biógrafo Arbusam, hablando de la vida de su amo y las cosas que le ocurrieron, incluyendo también sus alejamiento personal como criado de las mujeres a las que se sentía unido. Narra así de manera personal y como biógrafo de su señor el comienzo de la reunificación y el proceso mismo de esa reunificación. En realidad esto nos recuerda a Sánchez Ferlosio en su novela llamada El testimonio de Yarfoz, ya comentada en esta bitácora por tener que ver con Alcalá, pues el planteamiento de cómo ha de llegarnos la historia de la refundación de un antiguo reino nos viene por la misma vía, por el mismo recurso. Como diferencia está la cuestión estilística, pues si bien Ferlosio estaba preocupado por una riqueza compleja de léxico y sintaxis, y por un planteamiento reflexivo jurídico y técnico que le llevó varios años de dar por buenos antes de publicar, Olalla se atiene a construcciones sintácticas más directas y léxicos más comunes en la lengua diaria, así como no está centrada en explicaciones jurídicas, sino en el desarrollo de la acción de una manera ágil y dialogada, incluso siendo un narrador hablando al lector. Un recurso que hace que la historia fluya de manera que busca que el lector se introduzca en una complicidad con el narrador, como si el lector fuera parte afectada e interesada en conocer el origen del Imperio Persa Sasánida, o en otras palabras, trasladando al lector a un mundo del que hace partícipe, como si no se hablase de él en pretérito perfecto, sino en pretérito imperfecto, esto es: como si las acciones pasadas aún tuvieran un peso y acción sobre el presente. 

Aún con todo hay partes del libro que se permiten cierta poesía al estilo de algunas de las construcciones que nos han llegado de la forma de narrar de los antiguos. Sirva de ejemplo la frase del inicio de la novela que algunas plataformas de venta de libros usan a modo de presentación del libro, en voz de Arbusam: “Ciertos hombres han sido designados por los dioses para marcar con su huella los caminos del mundo y el corazón del resto de los mortales”. Así da comienzo el relato, tras esto las construcciones sintácticas son más prosaicas y sencillas, lo que es más ágil para una novela histórica. Una  novela histórica, por otra parte, que daba comienzo literario a una autora alcalaína cada vez más relevante en la literatura española actual. 

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

sábado, 10 de octubre de 2020

Collectio Conciliorum Hispaniae

Título: Collectio Conciliorum Hispaniae.
Autor: García de Loaysa y Girón.
Editor: Pedro Madrigal.
Impresor: Pedro Madrigal.
Año de publicación: 1593. (1ª edición)
Género: Religioso; Historia; Teología.

Siguiendo la estela de que seguiríamos dentro de la semana cervantina que este año no se celebra a causa de la Covid-19, si la semana pasada hablamos del Libro de buen amor, del arcipreste de Hita, esta semana vamos a hablar de un autor de la época de Cervantes que el propio Cervantes conoció, como mínimo le leyó, dado que lo mencionó de entre los poetas de su tiempo en su libro Viaje del Parnaso, escrito en 1614. Me refiero a García de Loaysa y Girón, nacido en 1534 en Talavera de la Reina, en Toledo. Lo cierto es que aunque fue citado por Cervantes como poeta, poco o nada de sus poemas nos han llegado. La mayor parte de su obra que tenemos conservada en la Biblioteca Nacional de España es de carácter religioso e histórico.  Él fue filósofo, teólogo, consejero de la Inquisición, preceptor del emperador Felipe III, corregidor, arcediano, arzobispo de Toledo, historiador y escritor.

García de Loaysa, también conocido simplemente como García Loaysa, venia de una familia bien posicionada en el Consejo Real, su padre era ni más ni menos que cronista oficial del emperador Carlos I, pero también estaba bien posicionada entre la jerarquía religiosa, así por ejemplo uno de sus familiares era obispo de Lugo y contaba con dos arzobispos, uno cardenal en Sevilla y otro en Lima. Se formó en Talavera de la Reina y posteriormente en Sevilla. De ese modo se hizo arcediano y adquiriendo diversos cargos religiosos mientras aprendía filosofía griega clásica. Tuvo estancias desempeñando esos cargos sucesivamente en Sevilla, Toledo y Guadalajara, ciudad última a la que llegó en 1566. Estas tareas las desempeñó mientras aumentaba un considerable número de lecturas y una cada vez mayor colección de libros. Su biblioteca personal fue una de las más grandes de su época y de las más importantes. Su erudición era bien conocida y admirada por Cervantes, entre otros. Tuvo unos tres mil libros, que económicamente equivalían a una gran fortuna. Eso hizo que contratara a un bibliotecario y que diversos humanistas conocidos de la época le visitaran para poder consultar esa biblioteca.

Ligado al arzobispado de Toledo, tuvo que dar diversas pláticas en Alcalá de Henares, Talavera de la Reina y Toledo entre 1566 y 1579. Fue nombrado gobernador de la archidiócesis de Toledo y llegó a desempeñar el cargo de corregidor en Alcalá de Henares. La gran mayoría de todos los discursos, oraciones y pláticas que dio las recogió en doce volúmenes, junto a disertaciones. Colaboró en la creación de las Obras de San Isidoro de Sevilla, costeada por Felipe II; el Papa Gregorio XIII le pidió colaborar en la Reforma del Decreto de Graciano, cuya edición se acabó en 1582; y aún colaboró en un Pasionario de Toledo y un Manual para la administración de los sacramentos.

En 1585 Felipe II le nombró limosnero real y capellán mayor mientras le encargaba ser el preceptor de su hijo Felipe III, por lo que pasó a educarle. Desde ese momento y hasta 1587 participó del nombramiento de obispos, luego estuvo en las Cortés de Monzón, pasó a formar parte del Consejo de la Inquisición, fue clave en las relaciones con el Papado, por ello se le nombró parte del Cabildo Provincial de Toledo y se le propuso para revisar la Vulgata Sixtina. Como gobernador eclesiástico en Toledo tomó decisiones polémicas como la prohibición de que los sacerdotes llevaran barba y vestidos de seda. No sería la única polémica que tuvo, la otra fue mayor a raíz del libro que le vamos a comentar. Antes anotaremos que Felipe II le nombró arzobispo de Toledo en 1598 y le introdujo en el Consejo de Estado. Fue nombrado en El Escorial, el rey vio la ceremonia desde su cama, pues unos días después el propio García Loaysa le daría la extremaunción. Entre tanto, en su nombre en Toledo, tomaba el cargo Pedro de Carvajal para entregárselo cuando Loaysa llegara a Toledo. Le quedaría poco tiempo, a comienzos de 1599 Loaysa se trasladó a Alcalá de Henares, en cuya nueva Universidad había estado formándose, dada su faceta en continua formación y lectura. Moriría en la propia Alcalá de Henares en febrero de aquel 1599. Fue enterrado en la Iglesia Magistral de los Santos Niños. 

Dejó escritos de su propia mano veinte tomos voluminosos con apuntes, notas, sermones, reflexiones, estudios, observaciones, etimologías, cronicones, entre otras cosas. Principalmente escrito en latín. El principal de sus libros fue Collectio Conciliorum Hispaniae (Colección de los Concilios de España), que publicó en 1593. Fue imprimido y editado por Pedro Madrigal, en Madrid, y con una revisión y ampliación del texto por parte del propio autor. En esta obra incluyó varias obras de reflexión propias, siendo la más llamativa y polémica, incluso escandalosa dentro de los círculos religiosos, la dedicada al primado eclesiástico de Toledo. Le dio mucha fama, también es cierto. Recogió allí por primera vez las actas de la asistencia del arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada en el IV Concilio de Letrán, donde se afirmaba ni más ni menos que la asistencia del apóstol Santiago en la península Ibérica era una invención, una mentira. En todo caso, el conjunto de la obra se dedicaba a historiar e informar de todos los concilios cristianos habidos hasta la fecha de la publicación del libro. Era bastante apropiado, ya que en esos momentos se estaba desarrollando el Concilio de Trento para replicar a los reformistas religiosos que habían incurrido en escisiones protestantes dentro del seno cristiano.


 Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

domingo, 4 de octubre de 2020

Libro de buen amor

Título: Libro de buen amor, también  conocido como Libro del arcipreste y como Libro de los cantares. 
Autor: Juan Ruiz, arcipreste de Hita. 
Manuscrito original: 1330, revisado y ampliado ("recompuesto", dijo el propio autor) en 1343. 
Copias iniciales: Se desconoce cuándo comenzó, pero se sospecha que tuvo difusión amplia e inmediata porque en 1366 Geoffrey Chaucer probablemente ya conocería la obra y la llevaría a Portugal y Francia. Hay un manuscrito "T" conservado en la catedral de Toledo desde finales del siglo XIV, un manuscrito "S" del Colegio Mayor de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca datado a comienzos del siglo XV, y un manuscrito "G" que perteneció a Benito Pérez Gayoso, conservado en la biblioteca de la Real Academia Española de la lengua, que data de finales del siglo XV. Así mismo, Isabel I, "la Católica", contaba con un ejemplar que se catalogó en el inventario de sus bienes en su testamento de 1505.
--- --- --- 
Título: Libro de buen amor. 
Autor: Juan Ruiz, arcipreste de Hita.
Editor: Tomás Antonio Sánchez.   
Año de publicación: 1790 (recopilado dentro del IV tomo de la obra Colección; fue la primera vez que se documenta una edición literaria crítica y que analiza la obra dentro de un estudio hispanomedievalista y filológico).
--- --- --- 
Título: Libro de buen amor.  
Autor: Juan Ruiz, arcipreste de Hita.  
Editorial: Castalia. 
Año de publicación: 1954 (1ª edición editada en castellano actual y prologada por María Brey Mariño). 
Colección: Odres Nuevos.  
Nº de volumen en la colección: 2.  
Género: Poesía; Mester de Clerecía; Poesía goliarda; Picaresca; Poesía erótica; Poesía ejemplar. 
ISBN: 978-84-7039-026-0.
 
Entramos en una primera semana de octubre en la que Alcalá de Henares hubiera celebrado la Semana Cervantina, con su conocido Mercado Cervantino, al que en general popularmente se le conoce erróneamente como Mercado Medieval, siendo el más grande de Europa que se celebra con tales características. Ayuntamiento, comerciantes, ciudadanos y visitantes no hacen mucho por resolver el error, ocurriendo normalmente que incluso se da pie a ambientaciones y representaciones estrictamente medievales incluso más allá de las fabulaciones de don Quijote, que se creía caballero andante. Lo cervantino debería ser del siglo XVI al XVII inicios, pero si se quisiera hacer referencias a las imaginaciones de Quijote, cabe algo de medieval, solo que ese mercado a menudo abusa de esa licencia y pareciera más medieval (lleno de anacronismos de todo tipo) que cervantino. Como sea, de entre los escritores de Alcalá de Henares, contamos con otro de los grandes literatos que destacan de manera importante en la Literatura española y en la mundial, al igual que Cervantes, el cual sí sería propio de la Edad Media, en concreto apuntaría al paso entre la Plena Edad Media a la Baja Edad Media, sería Juan Ruiz, conocido como el arcipreste de Hita, por haber ejercido a lo largo de su vida el arciprestazgo de Hita, una localidad de Guadalajara cercana a Alcalá de Henares, relativamente, y dependiente del arzobispado de Toledo, al igual que Alcalá en aquellas épocas. Sea por las fechas del Mercado Cervantino que debería comenzar en la semana que empieza, y que no se producirá al ser anulado por la pandemia de la Covid-19, que hoy hablaremos del arcipreste de Hita y su obra Libro de buen amor, también conocido como Libro del arcipreste y como Libro de los cantares, pues Juan Ruiz no le dio título alguno cuando lo escribió, siendo el título que hoy conocemos más un título que le otorgó el medievalista Sánchez Albornoz en la primera mitad del siglo XX, a raiz del inicio de uno de los versos que dice en castellano antiguo esa misma expresión de libro de buen amor a la hora de presentar la obra.
 
Las biografías de Juan Ruiz dicen poco, pues no se sabe de él casi nada. Firmada por él sólo hay una obra, el Libro de Buen Amor, si hay otras, no las firmó. En ella escribió ser de Alcalá, al ser arcipreste y estar en Alcalá de Henares una de las sedes del arzobispado de Toledo, se cree que se refiere a esta ciudad de Alcalá de Henares. Pero además, de lo poco que nos ha llegado de su biografía, sabemos que sus peleas con otras autoridades religiosas y que su participación en determinadas puestas en práctica o en elaboración de determinadas leyes también tienen por fuerza a esta ciudad por epicentro. Habría referencias veladas sobre ello. Además, Hita es una población cercana a Alcalá  y aquellos lugares hasta donde se alargaba su autoridad eclesial y judicial. Más aún, a lo largo de su libro se llega a mencionar las riberas del Henares, que obviamente pasa por Alcalá de Henares, y las sitúa en un ambiente de amor pastoril, lo que era muy común en la poética Plena y Bajo medieval hasta empalmar incluso con parte de la poética del siglo XVI. El recorrido del protagonista del libro, del que no se sabe si es autobiográfico o con algunas partes de inspiración autobiográfica, pasa por tierras de Madrid y de Guadalajara. Casi todos los biógrafos y filólogos coinciden en que Juan Ruiz es natural de Alcalá de Henares, aunque desde Jaén también lo reclaman para sí los de Alcalá la Real, por la analogía de los rasgos biográficos del arcipreste con los de Juan Ruiz de Cisneros, un hijo bastardo de un noble, señor de Cisneros, natural de allí. Básicamente, cuando se quiso imponer el celibato para aquellas personas que ejercían el sacerdocio, hubo una serie de resistentes que se acogìan a una tradición castellana por la cual había frailes y sacerdotes que se asociaban en un pacto a una mujer. En ese forcejeo, con implicaciones económicas y de poder, Juan Ruiz entró en conflicto con sus superiores, aparte de cuestiones de luchas jerárquicas. Por ello pisaría la cárcel y se aderezaría con acusaciones de posibles irreverencias religiosas en su obra.
 
Juan Ruiz escribió el Libro de Buen Amor en 1330, pero lo rehízo y volvió a publicar en 1343, si bien algunas estrofas, no muchas, se han perdido por causas desconocidas. Él había nacido en 1283, no se sabe si estudió en Toledo, en los estudios generales de Alcalá de Henares o quizá en la propia Hita. La cosa es que escribió el libro por primera vez cuando tenía 47 años, más o menos. Hay en el libro un estilo pastoral con referencias al lenguaje de Ovidio que se ha rastreado también como un estilo literario de diversos religiosos del momento que corresponden al valle del Henares y que probablemente lo aprendieron en los estudios que se daban en Alcalá de Henares. Juan Ruiz demuestra tener una cultura superior a otros religiosos contemporáneos de él. Esa primera escritura del manuscrito parece ser que era más picara y más eróticamente divertida. He aquí otro problema. Mayoritariamente se piensa que estos poemas encadenados los escribió como entretenimiento mientras estaba en la cárcel. Otros piensan por contra que fue precisamente la primera publicación del libro la que le llevó a la cárcel. Si nos ceñimos a la corriente de opinión mayoritaria tenemos un paralelismo entre Juan Ruiz y Cervantes, escritores de presidio de relevancia universal. La autoridad religiosa del arcipreste de Hita, por tanto judicial y recaudatoria también, así como de influencia política en la época, había entrado en conflicto con la autoridad del arzobispo de Toledo Gil de Albornoz, otro de los personajes que en el siglo XIV marcó a la historia de Alcalá de Henares. Como mínimo el arcipreste y el arzobispo debieron protagonizar alguno de sus enfrentamientos en el palacio arzobispal alcalaíno. El arcipreste de Hita incluso llegó a ser desposeído del arciprestazgo. En la introducción que hace en los primeros versos del libro, Juan Ruiz advoca a la Virgen María para que le proteja aludiendo a gente falsa que conspiró contra él, como si se le hubiera hecho un gran mal que le llevó a prisión (si bien hay quien cree que se trata de una prisión metafísica). En esos versos habla de una gran injusticia contra su persona, a pesar de ser él, dice, pecador arrepentido.

La edición de 1330, también se ha especulado con ello, pudiera aludir a una dama de la alta nobleza, o de cierta importancia al menos, que era reconocible por la gente con poder, lo que pudo ser otro motivo de conflicto en la vida del autor y de remiendo de la obra. Juan Ruiz escribió que quien quisiera ampliar o remendar su libro que lo hiciera, aunque no parece que esto ocurriera, no al menos en cuanto a ampliarla, dicen los filólogos, pero aquella primera versión sí que vio su rápida retirada de su distribución, sin que nos haya llegado el porqué. Sus problemas con el arzobispo y la posible alusión a una alta dama pudiera tener la clave. También es verdad que el extenso libro de poemas encadenados pertenecía a la tradición de la poesía culta del mester de clerecía, usando referencias en latín, citas de libros sagrados y no sagrados, invocaciones a la Virgen, versos en cuaderna vía, etcétera. Pero también tenía algo de la poesía goliardesca, o sea, de sátira social y política, y del mester de juglaría, que era el cancionero y poemario propios de la cultura popular, menos refinado, menos cultista y menos sutil que el mester de clerecía. Los versos endecasílabos o los octosílabos se combinan sin problema con las tipologías más intelectuales. Hay un ritmo de rima como de canción popular que se ajusta a poder ser cantado por los pueblos. El arcipreste es una rareza en su época, pues por su posición social y cultural no le corresponde componer con recursos de juglar, pero lo hace. No sólo eso, conoce el mundo del amor y del sexo extremadamente bien. ¿Tuvo un pasado sexual agitado? No era necesario, en aquellas épocas los escándalos sexuales de los religiosos eran tan habituales que no eran tan escandalosos, pero eran suficientes para agitar las iras y los movimientos políticos en contra cuando convenía utilizarlos.

En 1343 saca su versión definitiva, con 60 años. Le añadió fundamentalmente las partes que corresponden más a las llamadas a la Virgen invocando su perdón y protección, las partes que tienden a explicar que no se ensalza el pecado, sino que se muestra lo incorrecto para llevar al lector por el buen camino, y, en fin, casi todas las partes que rebajan el elevado tono erótico festivo a un tono que pretende decirle al lector que ese es un libro ejemplarizante, mostrando lo erróneo, para llevar al buen camino. A nadie se le escapa que el efecto del libro sigue siendo, aún hoy día, el contrario. En la Edad Media tenía unas connotaciones, hoy, con la revolución sexual del siglo XX, nos resulta gratamente divertido y aleccionador para los no iniciados en los asuntos del amor.

La verdad es que resulta llamativo el enorme conocimiento del arcipreste en todo tipo de relaciones netamente sexuales o mezcladas con enamoramiento, tanto fracasadas como acertadas. Los comportamientos que describe siguen siendo los mismos entre mujeres y hombres incluso hoy día. Si bien ya no necesitamos de trotaconventos (alcahuetas al estilo de la posterior novela La Celestina que se escribiría en el siglo XV) todas las dudas de ellas, también todos sus deseos, negativas y afirmativas, y todas las de ellos, son una perfecta descripción psicológica y sociológica tanto del mundo iniciático en lo sexual de los adolescentes, como del mundo sexual de los adultos, depende de la parte del libro que se lea. Sigmund Freud debería haberse leído este libro entre finales del XIX y principios del XX, se hubiera sorprendido mucho de ver algunas de sus ideas ya en el siglo XIV castellano.

La difusión del libro del arcipreste fue inmediata y grande. En 1366 se encuentra en Castilla Geoffrey Chaucer. Hay una doble especulación sobre este hecho. Por un lado hay quien cree que el arcipreste estaba influido por la literatura francesa, lo que atrajo a Chaucer, por otro, que el arcipreste influyó en él, en Chaucer, simplemente. Lo que queda claro es que Chaucer leyó la obra. La llevó a Portugal. Allí se tradujo al portugués en 1375 e influye en otros autores. Luego la llevó a Francia con un resultado similar. Más aún, la obra más famosa de Chaucer, Los cuentos de Canterbury, terndría características y referencias del Libro de buen amor.
 
El libro tiene personajes tales como las alcahuetas, de hecho una de ellas, la Trotaconventos, le sirve las mujeres jóvenes en bandeja al arcipreste, precedente de la novela teatralizada La Celestina, de Fernando de Rojas, en el siglo XV siguiente. Es de destacar también una de sus partes finales, la dedicada a la muerte igualadora de todos los seres y a todas las personas en el episodio en el que muere Trotaconventos, anticipó también la obra de Jorge Manrique también en el siglo XV, Coplas por la muerte de su padre. Dentro del siglo XIV en el que vivió el arcipreste, su obra influyó en los cuentos que escribió don Juan Manuel, al menos en el estilo, en la introducción de fábulas y en dejarse influir por el lenguaje, estilo e historias musulmanas, con la diferencia de que si bien  el arcipreste daba pie a enmendar o ampliar su obra, don Juan Manuel pedía lo contrario, intentando dejar fijo lo que él escribiera.
 
La catedral de Toledo conservará un manuscrito de finales del siglo XIV, el Colegio Mayor de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca conservará otro de comienzos del siglo XV (recordemos que San Bartolomé es uno de los patronos de Alcalá de Henares), y aún habría otro manuscrito conservado de finales del siglo XV, todos ellos probables manuscritos redactados por el arcipreste. Luego habría numerosas copias en el siglo XV, una de ellas propiedad de Isabel I, "la Católica", el siglo XVI y XVII verán menos copias, pero el conocimiento de la obra es amplio. Sus fábulas, sus historias, su picaresca. Hay numerosas referencias en nuevas obras, y algunas se dejan llevar por sus argumentos aún ignorando el escritor el origen de lo que escribía. En el siglo XVIII se recupera de nuevo numerosas ediciones de la obra, pero es Tomás Antonio Sánchez quien la incluye en el tomo IV de su obra Colecciones por primera vez con un estudio crítico hispanomedieval y filológico. Es el mismo editor que había recuperado El cantar de Mío Cid. A partir de aquí se suceden numerosas ediciones posteriores con análisis críticos de todo tipo, especialmente a partir de comienzos del siglo XX con Sánchez Albornoz.
 
Al igual que cuando hablamos del citado libro del Cid, vamos a seguir la edición que le hizo la editorial Castalia en su colección Odres Nuevos, siendo el número 2 de la colección. Ya hablamos entonces del origen e intención de esa colección, remito allí a releerlo. En este caso, el Libro de buen amor, había sido editado antes que el del Cid, fue en 1954, en una edición pasada al castellano actual, estudiada y analizada por María Brey Mariño. La segunda edición vino en 1960, la tercera en 1964, la quinta en 1965, y así innumerablemente se ha reeditado con gran éxito, tal vez también porque es una edición accesible para los estudios escolares y de bachillerato. Hay otras muchas editoriales que lo han editado y reeditado, pero destaca como editoriales de referencia por sus estudios analíticos esta editorial de Castalia y las ediciones de la editorial Cátedra. Los principales focos de debate actual en torno a la obra y al autor se dan hoy día en las páginas de sus prólogos e introducciones. Así por ejemplo ahí se lanzó la teoría de Alcalá la Real y de Juan Ruiz de Cisneros y ahí fue donde la gran mayoría la descartó ya que no aportaban pruebas de ningún tipo, mientras que otros investigadores aportaban pruebas de lo ya consensuado. 
 
El libro de Castalia trabajado por María Brey contaba con las cubiertas típicas de la colección Odres Nuevos, con filigranas entre la Edad Media y las ilustraciones juveniles que se estilaban en España en los años 1950 y 1960, se enmarcaba una escena medieval coloreada que posteriormente fue sustituida por otra en blanco y negro, sin escala de grises ni sombreados. Esa fue la cubierta tradicional de esta edición, mientras otras editoriales iban editando el libro de manera similar, pero adaptado a sus lineas editoriales, como Cátedra y su fondo en negro, o bien comenzaban a innovar con cubiertas más modernas y atrevidas para un texto que si bien era de un tono erótico subido para una España en una dictadura de Franco un tanto reprimida en lo sexual, en la España democrática quedaba más como testimonio que como picardía adulta, por así decirlo de manera fina. Quizá por ese motivo Castalia modernizó sus cubiertas, al igual que hizo con el libro del Cid. Actualmente tiene una doble edición. Desde 2011 el libro dentro de la colección Odres Nuevos, por tanto: pasado el texto a castellano actual y analizado por María Brey, presenta una cubierta con un fragmento de una pintura medieval donde un hombre desnudo claramente va a tener relaciones sexuales con una mujer desnuda y se vuelve al espectador como si hubieran sido pillados en algo que no deben hacer. Y desde 2016 Castalia tiene otra edición, está en castellano antiguo, comentada por Gibbon-Monnypenny, con una imagen medieval de una dama vestida leyendo un libro (tal vez religioso) a un caballero vestido y arrodillado ante ella en acción oratoria o suplicatoria (he ahí la ambivalencia con la que jugó con humor el diseñador de la portada). Pero esta misma editorial aún tiene una tercera edición en venta actualmente comentada por José Luis Girón, con una portada donde un príncipe o rey medieval toma de las manos a una mujer arrodillada ante él, ambos vestidos y en una escena que recuerda el vasallaje o el matrimonio.

De la edición que nos ocupa de María Brey, de cuyo libro yo tengo una edición de 1991, cabe decir que María Brey perteneció al cuerpo de archiveros y bibliotecarios del Estado desde 1931. Ella pertenecía a la Institución Libre de Enseñanza. Su matrimonio con otro destacado bibliófilo y sus propios méritos hizo que viajara conociendo numerosas bibliotecas importantes del mundo. Ocupó varios cargos importantes y realizó numerosos estudios literarios de la Edad Media. Fue ella quien se ofreció a colaborar con Castalia en los años 1950 para poner en castellano actual varias obras del castellano antiguo, con la idea de difundir y enseñar mejor esta Literatura. Precisamente ella fue la directora de la colección Odres Nuevos, y su trabajo con el Libro de buen amor era un  trabajo al que le había dado mucho tiempo y mucho esfuerzo y mimo.

La obra demuestra a un autor habituado a las relaciones multiculturales, tanto por los hechos que relata, las mujeres que ambienta en esta pseudo autobiografía entre lo ficticio y lo real, como por los recursos y lenguaje que usa, demuestra tener relaciones, conexiones y tratos directos con cristianos (evidentemente), musulmanes, mudéjares, mozárabes, judíos, portugueses, franceses, puede que con gente subsahariana y, más lejos, con la antigua cultura romana. Trata de todo ello además de manera abierta y sin prejuicios. El ejercicio del amor libre y una sexualidad desatada sirve prácticamente de pegamento para solucionar todos los problemas sociales del momento y los políticos, si bien siempre existe la obligada objeción cristiana contra un libertinaje sexual del que, por otra parte, en el fondo no parece que le resulte al arcipreste algo realmente reprensible. Recordemos, uno de los pasajes donde loa un ejemplo de buen amor es el que entra en juego una mujer no virgen y no casada.

Y con esto cierro por hoy, remitiéndome a esa parte donde Juan Ruiz nos habla de su preferencia por las mujeres de baja estatura. Creo que es un poema muy original incluso hoy dentro de los poemas de amor que se han escrito. Muchos de los poetas amorosos hablan casi siempre de mujeres ideales, pero Juan Ruiz habla sinceramente que él prefiere a su ideal, la mujer pequeña, que no corresponde al ideal general (pues describe cuál es en su época ese ideal en otras partes del libro). Cierto que alaba a las mujeres pequeñas con cierto sentido del humor entre malicioso y adorador de ellas. A mí, sinceramente, me parece estupendo esta manifestación de amor a las mujeres pequeñas.
 
ELOGIO DE LA MUJER CHIQUITA

Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.

De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco;
hay en la mujer chica amor grande y no poco.
Cambié grande por chicas, mas las chicas no troco.
Quien da chica por grande se arrepiente del troco.

De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego.
¡Son frías como nieve y arden más que el fuego!

Son heladas por fuera, pero, en amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras, rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto paréis mientes.

En pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azúcar muy poco yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor;
pocas palabras bastan al buen entendedor.

Es muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta y calienta:
así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.

Cómo en la chica rosa está mucho color,
como en oro muy poco, gran precio y gran valor,
como en poco perfume yace muy buen olor,
así, mujer pequeña guarda muy gran amor.

Como rubí pequeño tiene mucha bondad,
color, virtud y precio, nobleza y claridad,
así, la mujer chica tiene mucha beldad,
hermosura y donaire, amor y lealtad.

Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azúcar y que flor.

Son aves pequeñuelas papagayo y orior,
pero cualquiera de ellas es dulce cantador;
precioso pajarillo, preciado trinador,
como ellos es la dama pequeña con amor.

Para mujer pequeña no hay comparación:
terrenal paraíso y gran consolación,
recreo y alegría, placer y bendición,
mejor es en la prueba que en la salutación.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!

 Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".