sábado, 17 de septiembre de 2022

Historia natural

Título: Naturalis Historiae.
Autor: Plinio "el Viejo" (Cayo Plinio Segundo).
Editor: [Plinio "el Viejo" (Cayo Plinio Segundo)].
Año de publicación: del 77 al 79 (1ª edición).
Género: Enciclopedia.

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Título: Historia natural.
Autor: Plinio "el Viejo" (Cayo Plinio Segundo).
Editor: Antiqua Sapientia.
Año de publicación: 2022 (1ª edición).
Género: Enciclopedia.
ISBN: 978-1989586709  

 

La segunda vez que fue nombrada Alcalá de Henares en un libro fue en el siglo I después de Cristo. Escribió sobre ella como Compluto: Cayo Plinio Segundo, conocido como Plinio el Viejo, una de los intelectuales de la Edad Antigua más prestigiosos. Tan prestigioso que su obra, de carácter naturalista, fue tomada por la principal obra de referencia como fuente de conocimiento y del saber, a modo de la Enciclopedia, o en nuestros días de la Wikipedia. De hecho sus conocimiento fue toda una referencia hasta que en el siglo XVII el método científico y el racionalismo de Descartes y otros autores hicieron ver que era necesario un método que implicara la experimentación para comprobar las tesis mediante antítesis. 

Plinio el Viejo había nacido en Italia, en Comum, el año 23. Era hijo de la clase ecuestre, los que podían poseer caballos, o sea: era de la nobleza del Imperio. Se trasladó a Roma donde tuvo acceso a los documentos de los Gracos, muertos doscientos años antes, y también  a los de Craso, enemigo de César casi un siglo antes que él. En principio él se interesó por la botánica. Se encontraba estudiando los árboles cuando le mandaron a iniciar la carrera militar propia de su clase social, evidentemente con cargos de oficial militar. Hizo campaña militar durante doce años en la dureza de los combates esporádicos en las fronteras con Germania. No interrumpió sus estudios y sus inquietudes por conocer. Así continuó siendo cuando Nerón le mandó a Galia y a Hispania, donde aprendió el celta y luego le atrajo a Roma, centro del Imperio y de todo tipo de conocimientos. Al acceder al trono imperial Vespasiano, este le sacó del servicio militar para darle cargos administrativos de relevancia.  

 Para entonces ya había publicado varias obras de investigación que le habían dado un gran prestigio como sabio. Estuvo de prefecto en la Galia Narbonense, pero acabó sus días enviado a Italia. Fue en el año 79 que se encontraba en posición de mandar una flota de barcos en ayuda a las víctimas de Pompeya y Herculano por la erupción del volcán Vesubio, del cual fue testigo. Sin dudarlo, y aunque fue desaconsejado, desvió sus barcos al cargo para observar el fenómeno volcánico y a la vez rescatar a cuantos pudiera, pero murió por asfixia por efecto de los gases del volcán en aquel año 79. Su sobrino, a la vez hijo adoptivo, Plinio el Joven, fue testigo y lo dejó escrito en su propia obra, pues fue otro erudito. Plinio el Viejo murió en Estabia. 

A lo largo de la acumulación de conocimientos de toda su vida fue acumulando una serie de escritos que dieron por resultado una primera publicación en diez libros (rollos) en el año 77. El resto de la obra iba a ser publicada, pero estaba siendo revisada y corregida cuando en el 79 le sorprendió la muerte. La publicó de manera póstuma aquel año y posteriores Plinio el Joven, sin revisar, por tanto: con errores, cosa que Plinio el Viejo no hubiera permitido, pues era celoso de la exactitud más precisa. 

Fueron en total treinta y siete libros que abarcaban los conocimientos de astronomía, matemáticas, geografía, etnografía, antropología, fisiología humana, zoología, botánica, agricultura, horticultura, farmacología, minería, mineralogía, escultura, pintura y piedras preciosas. Entre ellos estaba la constancia de la existencia de Complutum, como parte de la geografía, etnografía y otros conocimientos relacionados, como puedan ser la Historia, a modo de crónica.

En él se basó luego Claudio Ptolomeo, el tercero en escribir sobre Complutum, décadas más tarde. 

La obra de Plinio el Viejo ha llegado casi intacta. Se llamó Naturalis Historiae, o sea: Historia Natural. Se basaba en un método y una creencia que afirmaba la existencia del naturalismo, o sea: la sucesión de acontecimientos porque su naturaleza de ser y de existencia le impulsaba a ser así y no de ningún otro modo, lo que se contrapone al método científico, pues en los naturalistas a menudo hay creencias de orden que no responden a una lógica científica, sino ética, moral, religiosa, de escrúpulos, consuetudinaria y de otro orden.

En este caso Plinio el viejo, a diferencia de Tito Livio, el primero en mencionar la ciudad, no se conforma con nombrarla con su nombre romano de Complutum y hablar de ella solo en torno a lo que a los romanos respecta, sino que se preocupó de conocer dentro de sus posibilidades en el siglo I la inmediata y más reciente Historia de la localidad previa a los romanos, pero en conexión con la llegada de los romanos. A través de Plinio el Viejo sabemos que el nombre carpetano era Iplacea y que su ubicación original era en el Cerro del Viso, como la arqueología ha comprobado en el siglo XX, y como se supo durante los siglos previos, ciudad que, sabemos hoy, dio paso a la primera Complutum romana que, por arqueología del siglo XXI, sabemos que era más grande e importante de lo que creíamos, por sus edificios públicos y sus clase de uso y tamaño. 

Fue también Plinio el Viejo quien indicó que el jefe o rey carpetano fundador de Iplacea (es más creíble que fuera jefe o caudillo carpetano) se llamaba Tehuero. En todo caso se confunde con lo mítico, pues Plinio aseguraba que Tehuero era un héroe y rey de la Guerra de Troya y que este, con troyanos sobrevivientes y errantes por el mundo tras la caída de Troya, habrían fundado la ciudad. Lo que nos viene a contar en todo caso es que Iplacea era una población antigua y que ya como Complutum debió tener cierta importancia, pues se pretendía dotarla de un pasado épico relacionado con Troya y sus héroes, como se hizo con Roma y Eneas. De Plinio es también la referencia de que los carpetanos de Iplacea ofrecieron resistencia bélica dura a la llegada de los romanos, esto es: de Sertorio, como consecuencia de los sucesos de Numancia y su caída ante Roma. Ahora bien, historiadores y filólogos de lenguas muertas creen que en la traducción hubo un error y que la población podría ser nombrada como Ikesankom Kombouto, que escrito sería Quefar Afek y traducido sería Villa del Jefe, lo que, sinceramente, es un asunto menor en lo que a datos de Historia nos respecta, aunque tenga su trascendencia en cuanto a nomenclaturas, aunque bien es cierto es que si la traducción era Villa del Jefe podría indicar que aquí podría haber vivido los jefes de la confederación carpetana o de una parte de ellas a la hora de la llegada de los romanos y emprender la defensa bélica que resultó fallida. Eso podría explicar que posteriormente la localidad fuera elegida por los romanos en el centro peninsular para crear una población de importancia, pues recogería la importancia previa a ellos como centro de poder e influencia.

Como sea, esta fue la segunda vez que se escribió de Alcalá de Henares, cuando aún era Compluto.  

 Sirva como referencia de edición actual la edición de este 2022 por Antiqua Sapientia, con una portada con grabados anacrónicos.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

Geographia

Título: Geographia (también: Cosmographía).
Autor: Claudio Ptolomeo.
Editor: [Claudio Ptolomeo].
Año de publicación: Primera mitad del siglo II (1ª edición).
Género: Geografía; Cartografía.

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Título: Geografia (también: Cosmografía).
Autor: Claudio Ptolomeo.
Editor: Universdad Autónoma Nacional de México.
Año de publicación: 2018 (1ª edición).
Colección: Lillo.
Género: Geografía; Cartografía.
ISBN: 978-607-30-0005-5  

 

La tercera vez que apareció Alcalá de Henares en un libro aún era parte del Imperio Romano. Fue en la primera mitad del  siglo II después de Cristo, aunque no sabemos el año exacto. Fue en un libro que ha marcado el devenir de absolutamente toda la Historia de la Humanidad desde que se publicó. Su autor fue un ciudadano romano de origen griego nacido en Canopo, una localidad de Egipto, Claudio Ptolomeo. Recordemos que una vez muerto Alejandro Magno siglos atrás, uno de sus generales, Ptolomeo, se hizo con el gobierno de Egipto, del cual descendió Cleopatra, que fue la gobernante que afrontó una crisis de tal magnitud que, por medio de conflictos con Julio César, Marco Antonio y César Augusto, vio como Egipto terminaba en manos de los romanos. Los Ptolomeos eran una notable familia con poderes en tiempos ya también del Imperio Romano. Claudio Ptolomeo podría hber nacido en el año 87 para algunos investigadores y en el 100 para otros. Murió en el 170. Fue un erudito que vivió muy cerca del delta del Nilo, en Alejandría, y que trabajó en la desaparecida, por incendiada, Biblioteca de Alejandría, el mayor centro del saber del mundo durante varios siglos. Fue astrónomo, astrólogo, químico, geógrafo y matemático. Sus investigaciones fueron claves para cambiar el curso de la Humanidad varias veces. Vivió durante el imperio de Adriano y de Antonino Pío. Si bien su actividad más pública en vida se caracterizó por ser un muy activo divulgador de la astronomía, la cual, en su época, implicaba trigonometría y geometría.

Fue de él que partió la idea de un movimiento planetario que no era circular y perfecto, como defendió Aristóteles siglos atrás. Su propuesta fue controvertida, pero acertada. Ahora bien, también defendió que el movimiento del Universo era geocéntrico, o sea: el Sol, las estrellas y los planetas se movían alrededor de La Tierra, lo que era equivocado, pero que fue una idea que los cristianos adoptaron en su concepción de creación del mundo por Dios Yavé e impregnó muchos siglos hasta Kepler en el siglo XVI. Otra innovación suya fue considerar matemáticamente y astronómicamente que La Tierra no era plana, sino redonda, creencia que con el cristianismo imperante fue desechada y considerada casi sacrílega hasta que Cristóbal Colón sembró dudas con su viaje, y Elcano demostró ser algo falso al dar la vuelta al mundo por primera vez, a un mundo esférico, en 1522.

También de él son las teorías de las estrellas respecto a los horóscopos y las influencias de estos en las vidas de las personas. Teorías tan consolidadas que millones de personas siguen creyendo en su totalidad en ellas.

Pues fue esta persona, Claudio Ptolomeo, quien nombró por tercera vez la ciudad de Alcalá de Henares, Complutum, en un libro. Fue en una obra muy ambiciosa que sin duda le debió llevar buena parte de su vida completar, y que se vio beneficiada por su acceso a toda la sabiduría de la Biblioteca de Alejandría. Se trata de Geographia, también conocida como Cosmographia. La cual se debió editar en la primera mitad del siglo II, por fuerza dadas las fechas de su vida, y que probablemente fue una obra muy erudita y muy destinada a investigadores, matemáticos, geógrafos y políticos, más tarde, siglos más tarde, por cartógrafos y marineros, como Cristóbal Colón en el siglo XV. Un ejemplar original copiado se guardó en el Archivo Central de Alcalá de Henares. Fue consultado por Isabel I "la Católica" en su entrevista con Cristóbal Colón en la década de 1480, pero se destruyó en el incendio del archivo de 1939.

En aquella obra, asentada en observaciones astronómicas y matemáticas, se dio por una de las primeras veces, cálculos de las dimensiones de La Tierra que incluían los conceptos de altitud y longitud. Es una obra muy acertada matemáticamente en la latitud, pero en las longitudes tiene grandes y graves fallos. Esto hizo que se equivocara muy notablemente a Cristóbal Colón a la hora de lanzarse al mar para llegar a Las Indias navegando hacia Occidente, cuando en realidad tropezó con América. Numerosos geógrafos reprodujeron los errores de cálculo de Ptolomeo, considerado por siglos una especie de Albert Einstein infalible. 

En esa misma obra aparece por primera vez la ciudad de La Meca, futuro epicentro de los mahometanos, con el nombre de Makoraba, siglos antes de que existiera el Islam.

Las geografías de aquellas épocas no se limitaban a mostrar planos y mapas, sino que hacían descripciones de todo tipo de los lugares que se nombraban. La obra de Claudio Ptolomeo fue la geografía más completa y con más datos que se publicaron en su época, por ello durante siglos fue una obra de referencia de máxima importancia para viajeros y políticos. Una obra muy ambiciosa que probablemente fue corregida por su autor cada vez que recibía nuevas informaciones de algún lugar lejano y que, por fuerza, nunca conoció. Alejandría era un centro cultural y económico de primer orden en el siglo II, por lo que no sería raro creer que Claudio Ptolomeo ambientaba la amistad de todo tipo de gente que llegara al puerto. 

En esa ambición totalizadora quiso dejar constancia hasta de la última población que se supiera, y es por ello que Complutum aparece en sus páginas.
 
Tal vez esta obra fue consultada para elaborarse el hoy día conocido como Itinerario Antonino o Itinerario de Antonino Augusto Caracalla, aunque no hay constancia de que el emperador Antonino Pío interviniera de algún modo en él, sino que posiblemente se realizó durante el imperio de Marco Aurelio Antonino, conocido como Caracalla, en la década de 210, en el siglo III. Fue modificado en ese mismo siglo y en el siguiente, el IV. Se trata de un documento del que ya solo se conserva un ejemplar que a modo de plano mostraba y describía en varias hojas el viario completo del Imperio Romano, citando los municipios y la distancia entre ellos. Allí se nombra también a Compluto. Decía que se encontraba entre Titulcia y Arriaca, a cincuenta y cuatro millas de Toledo, en la vía entre Mérida y Zaragoza, todo citado en el documento con sus nombres romano.

Sirva como referencia actual la reedición de 2018 que hizo la Universidad Autónoma Nacional de México, a través de su Facultad de Filosofía y Letras, en su sección de Geografía, sección de capítulos teóricos, bajo la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, en su colección Lillo. Estuvo a cargo como coordinador René Ceceña.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

Historia de Roma desde su fundación

Título: Ab urbe condita (también: Decadas).
Autor: Tito Livio.
Editores: Emperadores de Roma (César Augusto y Tiberio).
Año de publicación: 26 antes de Cristo a 9 antes de Cristo (1ª edición).
Género: Historia; Crónica.

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Título: Historia de Roma desde su fundación (también: Las Décadas).
Autor: Tito Livio.
Editor: Titivillus.
Año de publicación: 202? (1ª edición).
Colección: Ebookelo.
Género: Historia; Crónica.
ISBN/Depósito Legal/Creative Commons: Obra abierta por su antigüedad (publicado por ePub base r1.2)


El primer escritor que nombra por primera vez Alcalá de Henares lo hace antes de que la ciudad tuviera ese nombre castellano derivado del árabe. La nombra con su nombre romano: Complutum, así se llamaba la ciudad cuando él habló de ella. Se trata del historiador romano Tito Livio, que vivió entre el 59 antes de Cristo (aC) y el 17 después de Cristo (dC). Él había nacido en Patavium, actual Padua, en la Galia romana conquistada por Julio César por aquellas épocas, aunque Patavium había sido anexionada a la República de Roma en el 42 aC, diecisiete años antes del nacimiento de Tito Livio. En el 35 aC, con 24 años de edad, fue trasladado a la ciudad de Roma, la capital del incipiente Impero Romano que aún era nominalmente República, para que educara a un niño llamado Claudio, de la familia de aquellos que gobernaban y que en breve serían emperadores, aunque Claudio en principio no estaba llamado a heredar ese cargo, fueron los acontecimientos posteriores con muertes violentas las que al pasar los años le hicieron emperador, bastantes años después de la muerte de Tito Livio. En esta educación como tutor de Claudio se encontraba cuando debió recibir otro encargo de parte César Augusto, que aún ostentaba los cargos heredados de su tío, padre adoptivo, Julio César, estos cargos eran todos los superiores de gobierno, de los que destacaban para ejercerlo del todo los de Dictador Perpetuo, Jefe Supremo y Pontífice Máximo. Hay que recordar que se le nombró definitivamente Emperador a perpetuidad y prácticamente de origen divino en el 24 aC, con lo que se finiquitó la República y comenzó propiamente el Imperio Romano. Ese otro encargo de parte de Augusto fue escribir la Historia de Roma desde su origen. 

La obra comenzó a publicarse el 26 aC, dos antes de que Augusto culminase su carrera política proclamando el Imperio, pero Augusto no la vería acabada, pues Tito Livio la dio por acabada el 9 aC. La había ido publicando por entregas, pues necesitaba tiempo para estudiarla, investigarla y escribirla. En aquel año gobernaba el emperador Tiberio. Habían sido ciento cuarenta y dos libros divididos en agrupaciones de diez (decadas, en latín), de ahí que a la obra también se la conozca como Las décadas, aunque su nombre original fue Ab urbe condita, cuya traducción  sería Desde la fundación de la ciudad. Solo han podido sobrevivir hasta nuestra época, el siglo XXI dC, treinta y cinco de esos libros, que se sepa. Los demás se han perdido o destruido. Nos ha dado cuenta de la existencia de la obra completa y cómo estaba distribuida y compuesta otro historiador romano posterior, nacido en la década de 70 dC, Floro, en época del emperador Adriano. 

De lo que ha quedado se han hecho copias y reediciones a lo largo de los siglos, así como numerosas traducciones. El siglo XVI hizo hincapié en su recuperación y en su impresión en imprenta. Así ha seguido hasta nuestros días, que incluso se publica de manera abierta y gratuita en Internet, como ha hecho en algún momento de lo poco que va de la década de 2020 la editorial de libros libres por Internet Titivillus, usando una traducción del latín al inglés del reverendo Canon Roberts, que a la vez ha sido traducido al español por Antonio Diego Duarte Sánchez, con portada sobria en verde. Aunque actualmente en España la reedición más apreciada es la de Gredos tanto en papel como en electrónico. La obra ha llegado a nuestros días como Historia de Roma desde su fundación, también titulada Las Décadas

La obra no está exenta de propaganda política de la época, pues es conocido que Augusto encargó a Virgilio la obra de La Eneida para emparentar a su familia con Eneas, hijo de la diosa Venus y el humano Anquises, a la vez héroe de la Guerra de Troya por parte de los troyanos. Con ello pretendía justificar así su origen divino y también su derecho imperial, pues Eneas habría llegado al Lacio y conquistado esa zona de Italia para fundar un reino del que con el tiempo se derivaría Roma. Lo que hacía Virgilio con esto a petición de Augusto era adelantar el origen de Roma que se estimaba en Rómulo y Remo a varios siglos antes con Eneas, que a la vez habría tenido amoríos con Dido, reina de Cartago. Rómulo y Remo serían descendientes lejanos de Eneas, y estos a la vez serían ascendentes lejanos y primigenios de una serie de héroes y grandes hombres de la Historia de Roma que emparentarían hasta Julio César y al propio Augusto. ¿Por qué nos hemos detenido en esta explicación? Porque Tito Livio también rompió la tradición de marcar el origen de Roma con la fundación de la ciudad por Rómulo y Remo y adelanta el origen del pueblo romano a Eneas.

Evidentemente este libro de Historia está escrito a modo de crónica, no tanto como libro científico de Historia, cosa que es más propia a partir del siglo XIX, a pesar de que Tito Livio evidencie que citó y repitió narraciones de la Historia de autores anteriores. A partir de ahí habló de los hechos de Eneas, de Rómulo y Remo, la proclamación de la República, las Guerras Púnicas, las conquistas de Grecia, Macedonia, Asia Menor y la Galia, las guerras civiles que hubo, el gobierno de César y el de Augusto, el comienzo de Tiberio, hasta la muerte por asesinato de Druso, que era quien debería haberle sucedido. De todo ello la mayoría se ha perdido, como ya se ha comentado. Solo quedan algunas partes.

Por entonces no se habían inventado aún los libros tipo códice, o sea, los libros con hojas unidas entre sí que se leen al pasarlas, sino que los libros eran rollos en papiro, vitela o pergamino. La lectura era algo muy extendida en la antigua Roma de aquella época, en diferentes grados de pericia en ella entre las gentes del momento, pero es conocido que los mercados tenían puestos de ventas de rollos (de libros) que tenían bastante aceptación. Sería ahí donde se irían vendiendo estas obras, si bien es posible que por su carácter esta en concreto interesara a un público lector muy determinado, intelectual, político, comerciante que necesitase contar con datos para sus grandes negocios, tal vez. 

Ya en 1998 se exhibió el texto de Tito Livio respecto a Complutum cuando al intentar construir en el oeste de Alcalá de Henares salieron más restos de Complutum de los ya conocidos. Los sacaron al aire los alumnos del Taller Escuela de Arqueología y fueron expuestos en la sala de exposiciones de la Capilla del Oidor, pues no existía aún el Museo Arqueológico Regional.

Complutum sale mencionada dentro de la Primera Guerra Civil Romana en torno a la década del 70 antes de Cristo. Para poner en antecedentes, entre el siglo II aC y el I aC Roma tenía una serie de crisis que hicieron competir entre sí a dos grandes generales, Mario y Sila, que chocaron entre ellos cuando Roma se vio en la necesidad de invadir Asia Menor, teóricamente para defenderse de los armenios y defender una causa justa de sucesión entre reyes orientales en su reino. De ese enfrentamiento se derivó una gran división política en toda la República de Roma. Mario defendía los valores tradicionales de la democracia romana, mientras que Sila era un ultraconservador que pretendía elevarse como Dictador Perpetuo, casi a  nivel de rey, adelantándose a lo que décadas después haría Julio César, de hecho, un joven Julio César ya estaría a las órdenes de Sila en sus últimas etapas, pues la guerra civil la ganó Sila y fue dictador perpetuo sin finiquitar la República. Como sea, los núcleos rebeldes que defendían la democracia huyeron con un general llamado Sertorio a Hispania, aún sin conquistar del todo. Fue Sertorio quien atrajo a muchos pueblos íberos a la romanización al atraerles a su causa como guerreros, aunque aún no eran parte de Roma. Sertorio fomentó no tanto reconquistar la democracia desde Hispania, sino independizar Hispania y fundar allí un gobierno contrapuesto a Sila, de ahí que algunos digan que Sertorio quería nombrarse rey. 

Sila mandó contra Sertorio a Pompeyo e Hispania fue durante varios años el último escenario de aquella guerra civil. En determinado momento Sertorio pretendió huir de Pompeyo para rehacer a sus tropas yendo hacia la actual Valencia, es en ese momento que decide pasar por el centro más indómito de la península, la Carpetania. Siguiendo el río Henares y parando en donde confluía con el arroyo Torote, por entonces llamado río. En este lugar se sabía que existía un camino, que luego sería vía calzada romana, que conectaba Emerita Augusta (Mérida) con Caesar Augusta (Zaragoza). En esa confluencia de ríos y ese paso de camino había una población carpetana: Iplacea, y sería este el nombre que tenía cuando llegó Sertorio por el noroeste. Estaría la ciudad en lo alto del Cerro del Viso, pisando incluso terrenos que hoy día serían de Villalbilla. Esa población es el origen real de Alcalá de Henares. Los carpetanos de esta zona son los primeros que, confederados, hicieron frente a Sertorio, pero debieron ser derrotados rápidamente. Los carpetanos tenían la costumbre de hacerse aliados de aquellos que los derrotaban, por lo que Iplacea pasó a ser aliada de Sertorio y su causa. Tito Livio no nombra el nombre de Iplacea, sino que la nombra como Compluto o Complutum (Confluencia de Aguas). Se creería además con el tiempo que en esa confluencia habitaba un dios o diosa de la salud y pondrían una fuente. Iplacea pasó a ser Complutum, y la ciudad debió crecer bastante, como demuestra la arqueología moderna, aunque bajó al valle del Henares, a la confluencia de aguas, décadas después. Como sea, Pompeyo también pasó por Complutum en su lucha con Sertorio, y también él tomó la ciudad. Es en este contexto que Complutum, Alcalá de Henares, fue nombrada por primera vez en la Historia en libro, que se sepa. Y el autor fue aquel Tito Livio. 


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

lunes, 5 de septiembre de 2022

Crónica digital de Carlos Grande

Título: Crónica digital de Carlos Grande.
Autor: Francisco José Martínez Morán.
Editorial: Ediciones Evohé.
Año de publicación: 2013 (1ª edición).
Colección: Intravagantes.
Género: Novela; relatos de ficción.
ISBN: 9788415415497 (edición en papel); 9788415415534 (edición digital).  

 

El muy reconocido poeta complutense Francisco José Martínez Morán también escribe prosa, como ya se ha dicho en estas notas en anteriores ocasiones. Uno de sus libros en prosa más reconocidos lo publicó en 2013 con Ediciones Evohé, dentro de la colección Intravagantes. Fue además la primera entrega, pues tendría continuación en 2015, con Grande tercera phase. Se trataba de Crónica digital de Carlos Grande. El libro recogía precisamente las crónicas digitales que previamente se habían ido publicando en una bitácora por Carlos Grande Grande, nacido en Madrid en 1980. Carlos Grande era un ingeniero aeronáutico apasionado de las naves espaciales de La Guerra de las Galaxias, de George Lucas, no obstante, también era astrónomo. Igualmente era poeta y venía publicando un poco de todo ello desde 2007 en Internet. El libro recogía todos esos escritos, solo que Carlos Grande Grande no existía, cosa la de su inexistencia que Carlos Grande negó tras publicarse este libro, e inexistencia que también negó Francisco José Martínez Morán, que sostuvo no ser él Carlos Grande. De Martínez Morán ya sabemos mucho de su biografía, añadamos ahora que tiene en su haber este personaje creado como su alter ego

El libro no podía menos de contener en su portada el símbolo de encendido y apagado de las páginas de Internet. Carlos Grande tendría una gran cantidad de bitácoras, centrándolos todos en su propio espacio personal. Era incisivo con todas las temáticas de las que escribía e inteligente mordaz. Con cierta dosis de poesía y con descarnada sinceridad, sus comentarios y relatos se recogen aquí prometiendo su continuidad en las redes sociales, que se materializó en el segundo libro citado. Se transforma así este libro en un producto literario que interactúa con otros formatos. El libro salió publicado tanto en papel como en ediciones digitales. 

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".