Título: Sonetos de las voces póstumas / Cuaderno de las voces póstumas.
Autor: Pedro Atienza López.
Editor: Pedro Atienza López (autoedición de Sonetos de las voces póstumas).
Editorial: Grupo Editorial Fortunata y Jacinta, editorial literario-gastronómica (editor de Cuaderno de las voces póstumas).
Año de publicación: 2005.
Género: Poesía.
ISBN/Depósito Legal/Creative Commons:[No consta en ninguno de los dos]
En 1979 había publicado su primer libro de poesía, Fragmentos y evocaciones, editado en Torrejón de Ardoz. Lo presentó ni más ni menos que acompañado del poeta andaluz Rafael Alberti, regresado del exilio no hacía mucho. En 1986 sacaría su segundo libro de poesía, Decir del solitario. Entre tanto dirigió un programa propio en Radio 3, cuyo nombre evocaba a Federico García Lorca, "La Barraca". Comenzó a trabajar también para Radio Nacional de España y para la emisora católica COPE, a la vez que aparecía en Televisión Española y de la que fue guionista para Carlos Herrera entre 1991 y 1992, a quien, según Pedro Atienza, le aficionó al flamenco. Escribió para los periódicos El País, La Luna de Madrid, Ya, Cuadernos del Norte, Barcarola y, en Alcalá de Henares, el Diario de Alcalá.
En la década de 1990 regresó a Alcalá de Henares para vivir cerca de su familia, especialmente de sus hijos e hija. En los últimos años de su vida, ya en el siglo XXI, vivió alguna temporada fuera de España, en Ecuador, y después de nuevo en España, en Las Negras (Almería) y en Priego de Córdoba (Córdoba), si bien visitó Madrid y Alcalá de Henares, como por ejemplo en la citada ocasión meses antes de su prematura muerte.
Su pasión por el flamenco se nota en su literatura, pero también hizo que le dieran diversos trabajos en la radio y la televisión relacionados con el flamenco y su promoción. Cuando en 1992 Barcelona celebraba las Olimpiadas y Sevilla la Exposición Universal, Madrid celebró la capitalidad europea de la cultura, para la cual el gobierno le nombró a él Director de Asuntos Flamencos. En 1997 dirigió la programación del Año de Cervantes y después fue durante cuatro años Director Cultural de la Universidad de Alcalá de Henares, siempre fomentando el flamenco y su cultura. Nunca abandonó convocar actos relacionados con el cante jondo, como el memorial a Enrique Moriente en 2011. Tampoco paró de celebrar recitales y lecturas de poesía en bares y otros lugares tanto institucionales como no institucionales. Era muy amigo de la cultura popular y de la gente que ambientaba los lugares donde más se da, como pueda ser el desaparecido bar El Rincón, en Alcalá, frente a la Iglesia Magistral de los Santos Niños, y que desde décadas fue uno de los centros de encuentro de muchos creadores en la ciudad.
En 1996 publicó su tercer libro, de narrativa, Más allá de Allacá. En 2000 volvió a la poesía y el flamenco con Claves jondas. En 2002 sacó dos libros, uno de poesía, Siempre por los rincones de Alcalá, y otro de narrativa, Así dimos el cante, donde recuperaba la memoria musical de la ciudad en sus grupos más rock y pop en su llegada a la ciudad desde la década de 1950. En 2005 publicó Sonetos de las voces póstumas, como anticipo del libro Cuaderno de las voces póstumas, el cual fue llevado a obra teatral en el Teatro Salón Cervantes por Joaquín Hinojosa, autor relacionado también con Alcalá. No sería la única vez que llevaría poesía y flamenco a los escenarios. También lo haría en la Bienal de Cante Flamenco que se celebró en Sevilla. En 2008 publicó su sexto libro de poesía, La línea del Ecuador, que póstumamente es un libro muy buscado. En 2011 publicó el que sería su último libro de poesía, sin sospecharlo nadie, Funambulismos ecuatorianos. Él, aún con todo, publicó poesía suya hasta el último momento a través de un par de páginas personales en Internet, Material de derribo y Tres en la carretera, en la cual TVE publicó su último poema a modo póstumo. Cuenta también con el ensayo La memoria de Lug y aparece en la antología Poetas descrito. En todo caso, su último libro fue de narrativa y apareció póstumamente en enero de 2015, a un mes de su muerte, La vida a palos, el cual fue presentado por el Foro del Henares en el Teatro Salón Cervantes por actores como Imanol Arias y Natalia Menéndez, así como estuvo Joaquín Hinojosa.
Le presentamos hoy en estas notas de cíclopes libreros a través de su libro Sonetos de las voces póstumas. Contenía el libro una carpeta a modo de cubiertas en papel verjurado y solapas con un dibujo de Andrés Alcántara. Esta carpeta debía ser el preludio al libro propiamente dicho que vendría después, que se llamaría Cuaderno de las voces póstumas, según escribió Atienza en el epílogo. Hoy día ambas publicaciones se confunden entre sí, si bien la carpeta hoy día sea más objeto de rareza y colección. La carpeta fue una autoedición de lujo con todo mimo y cuidado artístico del propio autor. El libro llamado Cuaderno de las voces póstumas se publicó a través del Grupo Editorial Fortunata y Jacinta, que se autodenominaba editorial literario-gastronòmica. Ambos se publicaron en 2005, como se ha dicho, siendo la carpeta un anticipo del libro, que estaría aumentado en poemas y, ahora sí, editado de manera encuadernada en tapa blanda y con una fotografía de uno de los patios de la Universidad de Alcalá de Henares a modo de marca de agua en sepia. La obra fue llevada al teatro con musicalización flamenca por Joaquín Hinojosa, que lo presentó ese mismo año 2005 en el Teatro Salón Cervantes. También fue programada tal obra de teatro que unía sonetos y flamenco a finales de 2005 en el Corral de Comedias, el otro teatro importante de Alcalá.
El libro de Sonetos de las voces póstumas en realidad no tiene formato de encuadernación, sino que, como se ha dicho, era una carpeta de gran formato en cuyo interior se encontraban hojas sueltas con una gran calidad de papel, casi cartulina, en tonalidad ligeramente ocre, mientras que la cubierta-carpeta contaba con una ilustración artística de acuarela desplegable entre el abstracto y la forma clásica de las decoraciones de la antigua Al-Andalus, sin llegar a ser ni abstracto, ni decoración de la España medieval islámica. Era, sin duda, la referencia visual que le unía a las raíces flamencas en las cuales algunos han querido ver parte de ese pasado que enriquece la cultura española.
El libro fue dedicado a Raquel, "mi última morada", escribió Atienza, aunque en algunos poemas hay otras dedicatorias a personas cercanas de la vida privada del autor, a quienes les muestra su cariño. Si bien la figura de un amigo común para poeta y creador artístico de la edición, Carlos Chacón, pareciera estar sobre parte de la obra, dada su muerte trágica y lo que este significó para ellos. Así parece afirmarlo, por ejemplo, el poeta Enrique Sabaté en su bitácora de 2015: En la tela de la araña. Contumaz e incorregible. En cierto modo, decía Sabaté, en la obra se trasluce lo que el ilustrador veía de la obra escultórica de Chacón, y lo que Atienza interpretaba de lo mismo a través de su soneto dedicado. En todo caso, aparecen otros nombres de personas desaparecidas, pero también vivas, y poemas de amores que pudiendo ser no fueron, lo que también es una voz póstuma, o posterior de lo que potencialmente pudo ser y ya no puede ser, o que bien habiendo sido, ya no es. Hay por ello en estas obras un tono de lamento relativo sobre las propias experiencias del pudo y no fue.
En los sonetos de Atienza se ve una fuerza que le viene no solo de la tradición flamenca, más bien sobre todo se trasluce en él poetas trasgresores de las temáticas y las formas en la época del franquismo, quienes, a fin de cuentas, fueron los que le atrajeron y le formaron literariamente desde su niñez. Aparece en él el desgarro propio de aquellos poetas del desgarro y del exilio interior. Atienza le da una voz nueva y propia, pues a pesar de todo él pertenece más a esa otra España que se construía a sí misma desde una libertad recobrada con fuerza y ganas que trataba de romper tabúes a fuerza de lo que en esos momentos va a ser lo que iba contra la cultura oficial o permitida. Sin embargo, Atienza es, aunque desgarrado en sus versos, formal, no termina de romper contraculturalmente del todo, como harían los Panero, y sin embargo estaba lleno de pasión y de una voz íntima en conversación consigo y con el lector.
Con ritmos bien medidos y cuidado el sonido de cada fonema para crear musicalidad, actualiza los sonetos españoles y les da nueva vida y temáticas. 2005 quedaba lejos de aquellos años de 1970 o los de 1980, sin embargo, conserva bien madurado y macerada su voz, enriquecida por las experiencias de su vida y todas aquellas voces que como periodista y como guionista conoció a través de entidades de carácter informativo a nivel estatal. Estuvo en contacto de varias de las personas más importantes en lo cultural en España y fuera de España, pero nunca abandonó las voces más humildes y sencillas, ni lo tradicional del flamenco, eso se nota en su obra dándole sinceridad creativa que no se deja arrastrar ni por imposiciones editoriales, ni por gustos y modas ajenos a su propia inquietud creativa.
Sirva como ejemplo de este poemario en cuanto a Sonetos de las voces póstumas el soneto llamado Amores de ocasión, el cual encabezó con las siguientes palabras del Conde de Villamediana en uno de sus poemas: "...Que todo del amor puede creerse".
Una ocasión para amarte he tenido
y la dejó correr mi pecho ocioso.
El amor resbaló tumultuoso,
queriendo descansar en el olvido.
Una ocasión, no más, para gozarte
y retumbó la voz de la experiencia
para nombrar de nuevo la inclemencia
del vano y ciego esfuerzo de tomarte.
Sembrarte con mi huella peregrina,
sin saber si germina o no germina,
no fue posible, son cosas de ocasión,
que la posteridad no me interesa
y mi virilidad la quiero ilesa
para otra estupidez del corazón.
Y sirva ahora como ejemplo de soneto de Cuaderno de las voces póstumas, su ampliación en libro, el soneto Amor en fuga.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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