sábado, 30 de octubre de 2021

Don Juan Tenorio / Don Juan en Alcalá

Título: Don Juan Tenorio.
Autor: José Zorrilla.
Editor: [No figura, la Real Academia Española conserva un manuscrito por él mismo en 1844].
Impresor: [No figura].
Año de publicación: 1844 (1ª edición, de marzo)
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Título: Don Juan en Alcalá.
Autor: José Zorrilla / [Diversos adaptadores para su interpretación itinerante en Alcalá de Henares desde 1984].
Editor: Fundación Colegio del Rey / Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Impresor: AGSM
Año de publicación: 1988 a 2008 (1ª ediciones con Fundación Colegio del Rey, algunas posteriores con Ayuntamiento Alcalá de Henares; Todas con introducciones de directores teatrales y adaptadores de cada año respectivo).
Género: Teatro; Poesía.
ISBN: 978-84-404-3214-8 (edición de 1988, no hay constancia de ISBN en otras ediciones, pero sí de Depósito Legal].

 

Curiosamente uno de los autores relacionados con Alcalá de Henares y que actualmente, desde el último cuarto del siglo XX, muchos españoles relacionan con la ciudad, es un autor en cuya biografía no hay nexos con Alcalá. Tal vez pasara por la ciudad en algún momento en las épocas de su vida en la que residió en Madrid, pero no hay constancia de ello, y, de haber ocurrido, desde luego no tuvo relevancia ninguna. Se trata de José Zorrilla, que nació en 1817 y murió en 1893 como uno de los autores del Romanticismo español más importantes de nuestra literatura del siglo XIX. Su obra más destacada, Don Juan Tenorio, una obra de teatro, es la obra por la cual se le relaciona con Alcalá de Henares, aunque en realidad incluso esa obra tampoco tiene ninguna referencia a este lugar, siendo que su acción se desarrolla íntegra en Sevilla y que además se basó en la obra teatral El burlador de Sevilla y convidado de piedra, escrita por Tirso de Molina en 1630. Alguna persona cándida y desinformada se despista y suele relacionar la torre más antigua conservada de las murallas del Palacio Arzobispal, restaurada y reinterpretada en el siglo XIX desde la arquitectura romántica, con el nexo de unión entre Zorrilla y Alcalá. La cosa es que esa torre se llama Torre de Tenorio, pero no tiene que ver con don Juan Tenorio, sino como el arzobispo Pedro Tenorio que la mandó construir, el cual vivió entre 1328 y 1399, si bien su reconstrucción y reinterpretación en el siglo XIX nos da juego entre el siglo XX y el XXI para incluirla en nuestro imaginario en los escenarios posibles para la obra de Zorrilla. 

El asunto es que el 31 de octubre de 1984 la Fundación Colegio del Rey organizó con una serie de estudiantes, dramaturgos y actores la obra de Don Juan Tenorio de manera itinerante por todo el casco histórico. Cada escena se representaba en algún lugar emblemático del pasado urbano. Para que se pudiera dar esa itinerancia se necesitó que la obra de Zorrilla, escrita en 1844, pudiera ser adaptada para poder pasar de un lado a otro de la ciudad sin crear grandes males al entendimiento de la obra y tratando de captar la atención de los espectadores y que estos no se fueran. Pensemos además que la fecha elegida era la noche del 31 de octubre, por lo que daba paso al día de Todos los Santos, entre connotaciones religiosas cristianas y su culto a los difuntos que ya alcanzaron la santidad, y connotaciones fantásticas de fantasmagoría y toda serie de seres de lo oculto y lo macabro, sino de lo infernal. A causa de esas adaptaciones, que en realidad dejan muy intacto el texto original de Zorrilla, cada año cambia un poco la puesta en escena y la representación, siendo que además en la década de 2010 incluso se ha querido experimentar con música coral y hasta con música popular rap. Por ello recibe un segundo nombre estas representaciones: Don Juan en Alcalá, o Don Juan Itinerante. La obra se ha venido interpretando de esta manera en Alcalá de Henares desde ese 1984 hasta la actualidad variando las compañías teatrales, musicales, directores, actores y actrices, adaptadores, etcétera. Desde los inicios con gente anónima y lo modesto, pero sincero, a la actualidad que tiende a los famosos y a menudo a la grandilocuencia y lo espectacular. Algunos directores y algunos adaptadores han repetido varios años. Solo dos años vieron interrumpida su representación, en 1991 y en 2020, en este caso por la pandemia de la Covid-19.

 Algunas de estas representaciones fueron grabadas para ponerlas en formato de película, fueron quince ediciones hasta la fecha, las ediciones de 1984, 1985, 1987, 1988, 1991, 1993, 1997, 1998, 1999, 2000, 2003, 2004, 2005, 2008 y 2018. Estas han tenido especial protagonismo el Huerto del Obispo, dentro de las murallas del Palacio Arzobispal, rompiendo así con la idea original de itinerar por todo el centro histórico y conglomerando a la gente de escenario en escenario pero dentro de un espacio cerrado, como es el interior de las murallas, pese a ser al aire libre. Una de las quejas habituales de los alcalaínos de siempre es precisamente esa transformación de algo que era emblema de la esencia de la cultura de la ciudad, a ese otro algo que es más bien producto del ansia viva por el turismo de masa, el dinero, y la desnaturalización del origen y la sinceridad originales. Sea como sea, desde la década de 2000 estas representaciones se acompañan a lo largo de las semanas de noviembre por otro Don Juan Itinerante más modesto que trae a los personajes de la obra a pequeños grupos de turistas a los que se les guía turísticamente por la ciudad, combinando trozos seleccionados de la obra con explicaciones de la Historia de Alcalá.

La obra alcalaína, que ayudó a consolidar culturalmente nuestro valor como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 2002, y la Comunidad de Madrid pasó a potenciar su visita cada año. En 2008, como se ha explicado en otras ocasiones, la Fundación Colegio del Rey fue disuelta, por ello pasó a hacerse cargo de ella el propio ayuntamiento de Alcalá de Henares junto a la Comunidad de Madrid. Mucha gente veterana de acudir a sus actuaciones aseguran que hubo un antes y un después de aquello en favor de lo turístico de masas y en detrimento de la identidad cultural de la ciudad. En 2018 nombrarían a la obra alcalaína Fiesta de Interés Turístico Nacional, nombramiento que está por verse aún su repercusión en la obra en sí y en la ciudad, ya que apenas ha tenido oportunidad de desarrollarse como tal dada la pandemia de 2020 y que este año 2021, que promete ser una obra en torno al mito de Don Juan, pero no tanto centrada en Don Juan, tiene sus restricciones propias aún de una pandemia que todavía no ha terminado del todo.

Como sea, la Fundación Colegio del Rey realizó una exposición sobre estas representaciones, con su respectivo catálogo, pero también editó la obra de Zorrilla varios años seguidos en libro, con las adaptaciones de aquellas personas que en cada edición tocara. Así por ejemplo, en las ediciones de 2003 y 2004, la adaptación corrió a cargo de Yolanda Pallín, muy respetuosa con el original de Zorrilla, y que son los libretos que vamos a seguir en estas notas. Eran las correspondientes a las XIX y XX representaciones alcalaínas, si bien sabemos a través de la oficina del ISBN que en 1988 también se editó el libro. Es el único de estos libros que se editó con ISBN, o al menos eso figura en tal oficina, en el resto hay Depósito Legal. Esto no quiere decir que no hubiera libreto en 1984, sino que la primera referencia de la edición del libreto que tenemos es de 1988 y de ahí en adelante año a año. Ahora bien, con la desaparición de la Fundación del Colegio del Rey en 2008, no se editó tal libro en todas las ediciones posteriores por parte del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. 

En cada uno de los libros que se editaron hay participación del ayuntamiento, aunque fueran de la Fundación Colegio del Rey. En todos hay notas introductorias tanto de la persona que dirigió la obra tal año del libreto que se adquiera, como por parte de la persona que los adaptó en ese mismo año. Se nombra en todos a todo el equipo teatral que trabajó en su año respectivo, también a las personas y cargos que contribuyeron, se nombra al alcalde del año, aparece un mapa, retratos de Zorrilla y un listado de todas las representaciones anteriores al ejemplar de la edición que se adquiera, en el cual se menciona el año, el número de edición, el director teatral y los principales actores.

El formato de estos libretos solía repetirse, si bien en algún año muy concreto varía un poco el tamaño o si bien en algún año el color de la cubierta tiende al blanco hueso, lo habitual es que imitara el color marrón acartonado que imita la edición de los libros en el comienzo del siglo XX. Son libros de pequeñas dimensiones, pensados para que los espectadores que lo deseasen no solo lo pudieran tener para su lectura, sino también para seguir la obra a la vez que la veían. Lo diseñó un alcalaíno del que ya hablamos en La puerta abierta, de Luis de Blas, que se editó en 1978, Vicente Alberto Serrano, junto a Esperanza Santos. Vicente Alberto Serrano, por otra parte, en los últimos años publica interesante y numerosos artículos en el periódico digital La Luna de Alcalá repasando desde su memoria muchas de las cuestiones culturales y sus protagonistas de Alcalá de Henares.

José Zorrilla nació en Valladolid en 1817, como ya se ha dicho. Allí vivió su infancia, luego pasaría a Burgos y a Sevilla, hasta que su familia se establece en Madrid en 1827. Su padre era un absolutista muy intransigente partidario de Fernando VII. Reaccionario total, a la muerte del rey en 1833, fue desterrado con su familia a Lerma en 1834. En Lerma era corregidor otro absolutista, Francisco Luis Vallejo Elías, amigo del padre de Zorrilla y que acabó siendo uno de los mejores amigos de José Zorrilla. No obstante, Zorrilla hablaría de él décadas más tarde en unas notas autobiográficas, pero sobre todo destaca porque la primera edición de Don Juan Tenorio, publicada en marzo de 1844, se la dedicó Zorrila a él, Francisco Luis Vallejo. Aquella edición se sacó sin indicar editor ni imprenta, probablemente pagada por Zorrilla, que despilfarró el dinero en su vida hasta arruinarse al completo varias veces. La obra cobró mucha fama de manera instantánea y fue reclamada para su representación y publicación numerosas veces por toda España y por lugares como Francia o América. En otra edición cercana, de 1849, se indica que la obra pasó la aprobación de la Junta de Censura de los Teatros del Reino, y que se imprimió en la Tipografía de E. Cuesta, a cargo de J. Giráldez, en la calle Cava Alta de Madrid. Obra que se reeditó muchas veces y que reprodujo en 1882 a cargo del editor Manuel Pedro Delgado, quien se reservaba los derechos de reproducción siguiendo la ley de propiedad intelectual de enero de 1879. Como sea, y aunque la primera edición de marzo de 1844 se la dedicó Zorrilla a Francisco Luis Vallejo, que llegaría a tener cargos en La Habana española, existe una edición manuscrita por Zorrilla y conservada por la Real Academia Española, firmada y anotada por él en febrero de aquel 1844. La donaría él mismo cuando le hicieron catedrático en esa misma institución en 1885. Ese primer manuscrito se lo dedicó a Aureliano Fernández Guerra, bibliotecario de la Real Academia y editor de obras de Quevedo. De esta obra manuscrita se hizo un fac-símil en 1974 que fue prologada por José Luis Varela. 

Como sea, Zorrilla fue mandado por su padre a Toledo para que cursara estudios universitarios en leyes. Zorrilla se dedicaba más a pintar y dibujar, especialmente mujeres, por lo que el obispo le mandó a Valladolid y su padre le mandó a Torquemada y a Córdoba. A partir de aquí tiene un ir y venir por España, con diferentes amonestaciones por parte de su padre. Lee a los románticos de la época, haciéndose altamente bohemio y subversivo, sin embargo, paradójicamente, Zorrilla no será liberal, sigue los pasos absolutistas de su padre, es conservador hasta el punto de hacerse carlista, o al menos admirador del pretendiente carlista. Se finge pintor italiano en Madrid, se cuela en los cafés literarios, lee poemas incompletos, se vuelve sonámbulo y va creando amigos que terminan encumbrándole a la muerte de Mariano de Larra al dedicarle un poema en su funeral. Empieza a publicar en la prensa y escribe unas primeras obras de teatro y poesía. 

En 1838 se casó por presión familiar con Florentina Matilde, dieciséis años mayor que él y con un hijo de su matrimonio anterior. Tuvieron una hija que murió al año, en 1839. Zorrilla siguió su vida bohemia, de bar en bar, de teatro en teatro, y con mujeres jóvenes. Su esposa tenía grandes ataques de celos hasta el punto que quiso controlar su vida prohibiéndole escribir y tratando de alejarle de Madrid, llevándole con su familia. Zorrilla se escapaba cunado podía. En esa época, en una noche de insomnio de 1844, se le ocurrió la historia de Don Juan Tenorio, y la escribió en apenas una veintena de días. Fue estrenada en marzo de ese año y fue un éxito inmediato. Se fugó de su hogar matrimonial en 1845 hacia Francia, donde estaría diez años, aumentando su producción literaria y sus juergas. Mientras tanto recibía honores y títulos, así como le hacían miembro de instituciones teatrales en España y en Francia. Regresaba por España e iba estrenando obras de teatro, huyendo de su esposa, que le mandaba cartas muy iracundas. Él se dejaba acompañar de amantes. En 1849 tenía una gran cantidad de honores acumulados. En 1850 conoció a Leila en París, una de sus amantes más importantes de su vida. Con ella al lado escribió un poema de dos tomos, Granada, y tenía numerosas amistades de los románticos franceses. En 1853 estaba arruinado en Londres. Por entonces le escribió un poema a María Eugenia de Montijo, que se había casado con Napoleón III, y mostraba su repulsa a todos los liberales. El emperador francés le iba a dar la legión de honor, pero las cartas que le hizo llegar la esposa de Zorrilla a Napoleón III impidió que eso ocurriera. Así que en 1855 se fue a México, donde seguiría recibiendo más cartas de su esposa. También allí iba a recibir honores, pero unas cartas falsas sobre él lo volvieron a impedir. Vivió con otra amante, Paz. En 1858 comenzaron sus ataques de epilepsia y se mudó a Cuba española. 

En busca de hacer dinero, se hizo empresario, en concreto se hizo esclavista. Traficó con negros para las plantaciones de azúcar y también con indios. Su socio murió de fiebre amorilla y tuvo que volver a México en 1859. Tuvo una vida de pobreza alta. Le sorprendió de esta manera las guerras civiles de México y la proclamación del Imperio. Le protegió el emperador mexicano Maximiliano I, del que se hizo amigo. Este le nombró director del Teatro Nacional, y con ello volvió su prosperidad. Era 1864, al año siguiente, 1865, murió su esposa en España. Zorrilla decidió entonces volver a La Habana, luego recorrer Francia y regresar a España por Barcelona, a donde llegó en 1866. En Valladolid no paró de recibir amistades y conocidos del mundo de la Literatura. Tuvo una actividad social elevada, así como de literatura y de excesivos gastos económicos. Iba con actrices y regresó a Madrid, donde se encargó de periódicos y de publicaciones, planeaba regresar a México cuando recibió la noticia del fusilamiento de Maximiliano I y la instauración de la República. Escribió entonces contra todos los liberales con gran odio y también contra Napoleón III y el Papa. A pesar de tener una crisis de fe, volvió a casarse en 1869, con  Juana Pacheco, de veinte años de edad. Ante su ruina económica, fue mandado a Roma por Amadeo I de Saboya para que diera recitales poéticos promocionando España y a donde le mandó una pensión vitalicia entre 1871 y 1873. Pero Amadeo I tuvo que abdicar en 1873 para proclamarse la I República Española, y en 1874 la Restauración monárquica en la figura de Alfonso XII de Borbón. Ese año Zorrilla decide irse con su esposa a Francia para dedicarse al cultivo de flores, tarea de la que se ocuparon hasta que tuvieron que regresar a España en 1876. Zorrilla recibió honores que le dieron algo de dinero. Desde 1879 publicó obras suyas por entregas en periódicos de la familia Ortega y Gasset, el conservador El Imparcial. Entre 1880 y 1882 viajó por toda España. En 1884 comenzó otra gira española siendo ya bastante anciano para la época y declarando él mismo estar físicamente agotado. Le nombraron cronista oficial de Valladolid ese año y poeta de Granada en 1889. En 1890 le operaron de un tumor cerebral que se volvió a reproducir. Moriría en Madrid de ese tumor en 1893.

 La obra es una de las obras teatrales más representadas del teatro español, pero la historia que narra, que en realidad está sacada de Tirso de Molino, del siglo XVII, aunque adaptada al siglo XIX, es una de las obras más veces versionada en el teatro mundial, toda vez que también William Shakeaspeare escribió una historia similar. Por todo ello, aunque José Zorrilla es el autor de Don Juan Tenorio, la idea básica de lo que se relata hinca su origen en el siglo XVII, tal vez en el siglo XVI, sin que se sepa exactamente si fue Tirso de Molina el autor original u bien la base de la historia viene de alguien desconocido. En manos de Zorrilla, desde luego, lo que es, es un clásico emblema del romanticismo español, quizá porque Zorrilla tomó buena nota de lo que estaban haciendo otros escritores contemporáneos suyos de ese mismo estilo en Francia.

No es extraño que en el lenguaje usado por Zorrilla aparezcan expresiones y arcaísmos propios de los siglos XVI y XVII, ya que su modelo era el citado Tirso de Molina. Toda la obra está compuesta en verso breve. Siguiendo el rupturismo del romanticismo con las reglas neoclásicas del equilibrio, no usa de tres partes, sino de dos partes, que a la vez no cuentan con tres actos o cinco exactos cada una, sino que la primera cuenta con cuatro actos y la segunda con tres. En las adaptaciones alcalaínas esto varía. Los saltos temporales propios del romanticismo también aparecen, así como la climatología al servicio de los estados de ánimo o de los sucesos que acontecen, la pasión desatada, el lado oscuro de las personas, la irreverencia y la ruptura con el orden establecido, y lo misterioso, fantástico o místico.

La historia es bien conocida. Don Juan es un galán vividor que va de juerga en juerga por las noches sevillanas logrando los favores sexuales y amorosos de todas las mujeres que se propone. Surge en esto un competidor que le reta a aceptar una apuesta. Debe conquistar a una novicia de un convento, doña Inés. Don Juan acepta la apuesta y se inicia así un falso cortejo que Inés cree real. Hasta cierto punto hay reminiscencias incluso de La Celestina de Fernando de Rojas e incluso de Romeo y Julieta de Shakeaspeare, esto último porque el padre de Inés es una persona que conoce la vida de Juan y es contrario a que este la ronde. Así pues es una relación doblemente prohibida, tanto por la naturaleza religiosa de Inés, como por la oposición del padre a que su hija se burlada o utilizada para las intenciones carnales y de apuesta de don Juan. Es un amor prohibido. Sin embargo, el amor real irá surgiendo poco a poco, incluida su negación dentro del corazón de don Juan.

Enterado el padre de los detalles de cómo don Juan definitivamente ha obtenido a Inés, tiene un enfrentamiento con este, sin que su hija lo sepa. Don Juan matará al padre de Inés y huirá a Italia, embarcado en el ejército. Cuando regrese a España se volverá a encontrar con Inés, pero también con el fantasma del padre, lo que nos lleva a escenas de cementerio, fantasmagoría y una estatua con vida venida de Tirso de Molina y de la que el director de cine Luis Buñuel hará gala en referencias en varias de sus películas. 

Esta historia romántica de amor y fantasmas se ha abierto hueco en Alcalá de Henares desde 1984 atando a Zorrilla entre los literatos que tienen que ver con la ciudad a pesar de que ni la obra ni el autor tienen que ver con Alcalá. No obstante, como se ha visto, está ya tan asociada a esta ciudad de las letras que su representación itinerante está considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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