lunes, 17 de octubre de 2022

Calendario mozárabe o El Libro de la división de los tiempos

Título: Calendario.
Autor: Rabi Ben Zaid (Rabi Ibn Zaid, o Recemundo, obispo de Elvira o Iliberis).
Editor: Rabi Ben Zaid (Rabi Ibn Zaid, o Recemundo, obispo de Elvira o Iliberis).
Año de publicación: 961 (1ª edición).
Género: Hagiografía; Religión; Calendario, Historia.

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Título: Calendario mozárabe (también: Calendario de Córdoba, Calendario Hispano-Mozárabe y El Libro de la división de los tiempos).
Autor: Rabi Ben Zaid (Rabi Ibn Zaid, o Recemundo, obispo de Elvira o Iliberis).
Editor: Biblioteca Virtual Cervantes.
Año de publicación: 1871 (1ª edición, edición de Francisco Javier Simonet; reeditado digitalmente por Biblioteca Virtual Cervantes en el siglo XXI).
Género: Hagiografía; Religión; Calendario, Historia.
ISBN/Depósito Legal/Creative Commons: [No consta. Reproducción del original de 1871 guardado por la Biblioteca de la Universidad de Granada].

 

Entre el año 657 y 667 San  Ildefonso de Toledo, arzobispo de Toledo, ya había dejado constancia de la existencia del obispado de Compluto a través de biografía de San Asturio, del que hablamos en el libro De los hombres ilustres. En ese mismo siglo aparecerán desde entonces la firma de varios obispos de Compluto en las actas episcopales firmadas en Toledo. Ahora bien, la siguiente aparición en libros de la ciudad de Alcalá de Henares se hace un poco más compleja de seguir, por más que el Reino Visigótico de Hispania entra en una crisis de violencia tras otra hasta que los propios nobles y obispos cristianos piden la intervención del Imperio Musulmán, lo que este aprovecha para iniciar una invasión de la península Ibérica en 711, en principio sin autorización directa del propio califa Omeya (el emperador). Se sabe que, aparte de las firmas de obispos complutenses en actas toledanas, durante siglos sometidas a examen para comprobar su autenticidad, el nombre de Compluto apareció a lo largo del siglo IX en varias memorias religiosas cristianas. Así por ejemplo, San Eulogio mencionó haberse alojado cinco días en la ciudad gracias a la hospitalidad del obispo Venéreo, cuando se encontraba de regreso a Córdoba. Fue en ese regreso a Córdoba que habló del martirio que recibió un monje llamado Félix, conocido como San Félix de Alcalá, el cual tiene calle hoy día en la Alcalá de Henares. Claro que San Eulogio animaba a sus oyentes a presentarse al martirio voluntario en Al-Andalus, cosa que parece ser que fue llevada a cabo por al menos cincuenta personas. Sea como sea, este escrito sería de 858. Ese mismo año el obispo de San Germán de los Prados de París había mandado a la península Ibérica a dos monjes en busca del rescate de reliquias cristianas que se encontrasen en territorio musulmán. Consiguieron los de dos santos y llegaron hasta Córdoba, tras lo cual regresaron a Francia siguiendo al ejército musulmán, que se dirigía a Toledo, la ciudad de las tres religiones para sofocar una rebelión. Desde allí escribieron haberse alojado unos días en Complutum, donde había un obispo y siguieron camino a Zaragoza y luego de regreso a completar su misión.

Se nos hace difícil rastrear las menciones de Alcalá de Henares en libros en época del Emirato de Córdoba y del Califato de Córdoba, así como cuando pasó a ser Reino de la Taifa de Toledo. Sabemos que parte de las tropas que utiliza el hijo de Almanzor en 1031-1032 para dar su golpe de Estado que acabaría con el Califato de Córdoba las sacó del acantonamiento alcalaíno (qun), de origen étnico mayoritariamente bereber.  También conocemos que aquí hubo un castillo que fue el dotó a la ciudad de un nuevo nombre Al-Qalat en-Nahar, Castillo Sobre el Río de las Piedras, previamente Qal'At'Abd al-Salam  (Castillo de Salam, el nombre del señor musulmán suponemos que fundador del castillo). Y ya habíamos hablado por parte cristiana de la aparición del Henares y ese castillo, así como la población musulmana en el Cantar de Mío Cid, trascrito en 1207 sobre hechos de 1081. Pero se nos escapa poder rastrear si hubo autores musulmanes de Al-Qalat en-Nahar, o si esta apareció en libros musulmanes. Por un lado la propia destrucción de libros y documentos en aquellos siglos medievales, por otro lado la nula o difícil traducción que, aún en pleno siglo XXI, se ha hecho de todo lo que ha quedado por parte de historiadores, pero también porque muchas obras iban retrocediendo junto al territorio musulmán. Cuando el Reino Nazarí de Granada cayó en 1492 partieron al exilio junto con Boabdil una buena parte de sus bibliotecas, que acabaron vagando por el desierto y acabando en la biblioteca de Tombuctú, actualmente Mali, la misma biblioteca que en pleno siglo XXI, no hace muchos años, fue atacada por el extremismo islámico y buena parte de sus libros rescatados por la gente común, aún en búsqueda para poder recuperar la colección. Aún así, su rico fondo andalusí no había sido ni ha sido consultado debidamente por los propios historiadores españoles... en quinientos años, y actualmente, evidentemente, se hace complejo que esto pueda ocurrir en breve.

Como sea, sí tenemos algunos testimonios de escritores cristianos que estuvieron en Al-Andalus, como los citados, de los que tenemos noticias de esos obispos y de los testimonios de esas personas, que más o menos lo que nos vienen a contar es que en Al-Qalat en-Nahar, para ellos Compluto (aún no había cuajado el nombre de Villa de San Justo o San Yuste que propició el Papado en el siglo XII para su reconquista), existía también una población cristiana que contaba con un pequeño obispado. No obstante, en territorio musulmán se permitían las religiones del Libro (la judía, la cristiana y la musulmana), si bien aquella que no fuera la islámica no podían construir centros de culto nuevos, profesar su fe de manera pública y sus individuos debían pagar un impuesto especial, lo que no quitaba para que hubiera épocas de más y menos intolerancia, de ahí los periodos de martirios y de guerras, en sentido contrario en territorio cristiano respecto a musulmanes y judíos pasaba lo mismo. 

Es difícil rastrear a Alcalá en la literatura andalusí y sus crónicas, aunque aparece sumergida en la leyenda de la Mesa de Salomón narrada por los cronistas Al-Makkara, Ajbar Machmua, al-Razi e Ibn al-Qutiyya, y se menciona la historia del castillo musulmán  por Al-Bayan-Al Mugrib, Muqtabas Ibn Hayyan y por parte de Ibn al-Jatib.

Uno de los autores mozárabes que escribió mencionando a Compluto en libro fue Rabi Ben Zaid (también mencionado como como Rabi Ibn Zaid), que con nombre cristiano es llamado Recemundo, obispo de Elvira o Iliberis). Su libro en realidad era un librito llamado Calendario, también llamado Calendario mozárabe (también: Calendario de Córdoba, Calendario Hispano-Mozárabe y El Libro de la división de los tiempos). Fue un calendario santoral que recogía nombres de santos y les asignaba un día del año para celebrarles, que solía coincidir con su martirio u otra circunstancia. El libro hoy día es valorado por aquellos estudiosos de los mozárabes, así como del rito cristiano mozárabe. Fue publicado en 961, y hoy día se sigue publicando y vendiendo, si bien se puede leer la copia original que se publicó en 1871 por Francisco Javier Simonet, que lo comentó. Esa copia hoy día está guardada en la Biblioteca de la Universidad de Granada y se puede consultar por Internet gracias a la Biblioteca Virtual Cervantes.

El libro además da datos agrícolas, astrónomos y tradicionales de cada lugar, así como cuestiones de medicina. 

Básicamente se dedica a asignar el día exacto del 6 de agosto como el día que la ciudad de Compluto celebra a San Justo y Pastor, siendo imposible realmente que se pudiera saber qué día exacto fueron martirizados siglos antes. Puede que en aquel siglo X hubiera alguna fiesta en su honor el 6 de agosto por alguna razón de tradición oral que se nos pierde su circunstancia o bien por ser apta como fiesta veraniega relacionada con asuntos del campo, o incluso, más arriesgado de hacer hipótesis, que el 6 de agosto tuviera remotamente alguna fiesta pagana local en honor a algún dios o diosa romano y que se aprovechase para celebrar a Justo y Pastor. Bien es cierto que en el mismo siglo que fueron martirizados, el IV, San Paulino de Nola ya decía que había un culto a la tumba de un mártir en Compluto, ¿sería ese culto en 6 de agosto? Nos es imposible saberlo hoy día y más imposible debía resultarle a Recemundo saberlo también. Hay que pensar que muchos de estos escritos se hacían para consolidar y perpetuar un culto que retrocedía, pues muchos cristianos se hacían musulmanes en territorio de Al-Andalus. Además hay que tener en cuenta que la propaganda cristiana de esa época se ligaba efectivamente a los mártires. Cuando Alcalá de Henares sea reconquistada en 1118 se hará en nombre de recuperar el lugar de los Santos Mártires Justo y Pastor, y la llamaran por un tiempo Villa de San Justo o San Yuste.

En todo caso, los musulmanes no despreciaron la cultura y Al-Andalus fue en aquellos tiempo el centro de la cultura. Buena parte de la cultura europea se salvó gracias a la Escuela de Traductores de Toledo. Rabi Ben Zaid, o Recemundo, escribió la obra en latín y en árabe, y se la dedicó al califa de Córdoba Alhaken II, por lo que no era una obra perseguida, todo lo contrario. El autor, nacido en 908, era además astrónomo, matemático y filósofo, de ahí en parte su interés por crear un calendario. En 950 había suavizado ante el califa un momento de tensión con monjes cristianos. Por ello había sido embajador de Abderramán III en la Corte del emperador del Sacro Imperio Romano Germano Otón I en 953, a la vez rey de Francia Oriental, con la idea de rebajar la tensión por las acusaciones a los musulmanes de ser autores de desmanes en la Provenza. Luego fue enviado en misión diplomática a Bizancio y a Jerusalén en 960, para conseguir obras de arte para Medina Azahara, un año antes de publicar el calendario en 961. Fue nombrado obispo de Elvira por todo ello por el califa o su autorización . Era pues un hombre sabio, diplomático, respetado y viajado. Murió en 980, cuando Almanzor comenzaba una de las campañas militares contra los reinos cristianos más activas, efectivas y virulentas.

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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