sábado, 15 de julio de 2023

Atmósfera para amantes y ladrones

Título: Atmósfera para amantes y ladrones.
Autor:
Javier Rodríguez Álvarez.
Editorial: Éride Ediciones.
Año de publicación: 2021 (1ª edición).
Género: Novela.
ISBN: 978-84-18848-40-7
 
En la actividad de escritor en la que ahora mismo se desenvuelve el conocido y popular librero retirado y crítico de Literatura en la radio, en Cadena SER, Javier Rodríguez, que ya conocemos en estas notas, hay que recordar que escribió una novela en 2020 llamada El efecto Tyndall. En ella nos narraba la historia de Carmen, una mujer que había sido universitaria durante la dictadura de Franco, la cual se casó con su primer novio, que era carpintero, con el cual sufrió una relación tormentosa. Muerto este de manera más o menos temprana, y heredera de las cosas de su padre, también muerto, se muda de Alcalá de Henares-Madrid a vivir a un pequeño pueblo de la sierra madrileña, El Peñascal, donde rehace su vida poniendo una librería y volviendo a encontrar un cauce para su vida amorosa mediante el enamoramiento y el matrimonio con Paco, un editor de una pequeña editorial. A través de este publicarán libros de dudosa calidad muchas de las vecinas del pueblo, a la vez que se narra una transformación social al morir Franco y desarrollarse estos acontecimientos en la Transición, por lo que los cambios en la vida de Carmen van parejos a las nuevas oportunidades que se les abría a las mujeres en la democracia. Resumida a grandes rasgos esa primera novela, toca hoy hablar de su continuación, pues en 2021, otra vez a través de la editorial Éride, Javier Rodríguez publicó su segunda parte, Atmósfera para amantes y ladrones, que toma su título de la traducción de un tema de música jazz que Ben Webster grabó por primera vez en 1965.

Esta segunda parte fue editada con las mismas características técnicas que la primera, evidentemente para poder hacer juego juntas en la estantería, incluso tienen un volumen similar de páginas. Fue publicada en cubierta rústica con una fotografía de una pequeña librería personal, no de franquicia, donde entra un cliente en borroso. Quien conoció la librería de Javier en Alcalá de Henares sabe que esta fue su librería y cuya imagen presta el autor para que sirva de la librería de Carmen en El Peñascal. 
 
El libro experimenta con las nuevas opciones que da el siglo XXI y su tecnología, pues nada más abrirlo nos ofrece una especie de índice de capítulos que se nos marcan sugiriéndonos realizar la lectura de cada capítulos escuchando de fondo el tema musical que en cada uno se nos escribe. Se suceden así veintiocho temas de diferentes autores de jazz que, por si uno no puede localizarlos, se facilita su localización mediante un código IQ que si se escanea con un teléfono móvil nos lleva a la misma lista en Internet donde se puede oír la música. Es desde luego un experimento y una modernidad, aunque con el paso de los tiempos, de los muchos años, esa lista en Internet quedará perdida o inutilizada, todo sea que gracias a que escribió el nombre de todos los temas con sus autores se podrán localizar por otros medios, siempre y cuando esas músicas logren sobrevivir su localización según vayan pasando las décadas. En el libro, aunque esto es un aporte interesante, lo que importa es el texto, pero es evidente que jugando con su propio título el autor ha querido jugar a crearnos una atmósfera auditiva para la lectura, una atmósfera que ayude a autosugestionar las emociones a la hora de ir leyendo.

El libro se puede leer independiente de la primera parte. No es necesario conocer lo ocurrido previamente en la vida de Carmen, aunque es evidente que siendo una segunda parte siempre es interesante saber qué ocurrió en ese primer volumen. Transforma el autor de esta manera a Carmen en un personaje protagonista de diferentes historias, al modo como lo hizo Vázquez-Montalbán con su detective Pepe Carvalho, con quien, por cierto, Carmen comparte una afición como personaje, y Javier Rodríguez como autor con Vázquez-Montalbán: el recurso al gusto por la comida, no por la comida en general, sino por la buena comida. En diferentes momentos de la narración las magdalenas y las comidas de restaurantes o bien cocinadas en casa tendrán su papel dilatador del tiempo, así como harán el gusto o el disgusto de sus personajes. Por otro lado, en la novela de Javier Rodríguez este recurso cobrará en algunas escenas un efecto de retrato de personas llanas de pueblo y amas de casa en creencia de querer estar en un estado social al que aspiran, pero no están. Así por ejemplo el de una panadera que llegará a realizar un libro de cocina sin saber cocinar.

El libro además tiene una coincidencia con la primera entrega, aunque hay una trama central, los capítulos se pueden leer de manera autoconclusiva en la mayor parte de las ocasiones, como si la novela estuviera compuesta de pequeñas historias que,juntas, forman la historia principal, como la vida misma. 

Esta vez la historia parte cronológicamente donde se quedó la vez anterior, en la década de 1980, se nos hace referencias a La Movida madrileña, aunque por algunas anotaciones podemos entender que en realidad estamos a mediados de esa década, por lo que La Movida estaba ya hacia su recta final acelerada. Aunque la protagonista es Carmen, que ahora despacha su librería entre las vecinas casada con Paco en una vida que se ha transformado en algo rutinario, donde ella en sus pensamientos pareciera que se sintiera superior culturalmente a sus vecinas, pero nunca lo hace ver en público, en realidad se nos retrata la vida común sin demasiadas novedades de las vecinas de este pequeño pueblo, que son las amigas de Carmen.

La historia se transforma en cierto modo en una especie de comedia de situación muy comedida que nos hace recordar algunas teleseries norteamericanas al estilo Sexo en New York y similares. Así por ejemplo, a veces personalmente me sugería una serie cuyo título he olvidado donde un grupo de mujeres de un pequeño pueblo de Estados Unidos fabulan y confabulan en torno a un presunto asesinato irreal que, por darle tantas vueltas al asunto, termina siendo real y todas fingen cosas que no son verdad. Sea como sea, volviendo al libro de Javier Rodríguez, todo empieza con una anécdota que es en realidad un homenaje del autor a un autor admirado por él, Tom Sharpe. Este llega a Alcalá de Henares para un acto de la Universidad y en ese viaje desea visitar El Escorial. Le hace de chófer un joven que sirve para todo en el rectorado y el cual es tan despistado que termina llevándole a El Peñascal, donde conocerá a Carmen y su librería. No tiene mayor incidencia en el relato, es un homenaje que está sacado de la biografía de Javier, pues Tom Sharpe llegó a visitar su librería, aunque sin la historia de humor escatológico que se narra en esta novela, más aún, Javier aporta la fotografía del libro que le firmó antes de comenzar la novela. Como sea, la vida de las amigas transcurre normal con un club de lectura que les sirve para contarse cotilleos, a desesperación de Carmen, y donde todas fingen llevar unas vidas que en realidad no tienen. Lo único que rompe todo aquello es la convocatoria de reuniones de venta de tupperware, recipientes de plástico para comida, algo novedoso en esos años en España, las cuales se alteran cuando la que organiza esas reuniones decide introducir juguetes sexuales femeninos en la venta. El capítulo anecdótico sirve para describir tanto la vida tranquila en un pequeño pueblo, como la ruptura de lo pasado con los nuevos tiempos de la democracia y de las rupturas culturales propias de la década de 1980 frente al ambiente conservador anterior de la dictadura. 

En ese ambiente se desarrolla todo cuando llega un nuevo vecino al pueblo que alquila la casa de una de las amigas que aparecieron en la primera parte de esta historia, pero que en esta segunda parte ya falleció. El vecino no es muy de hablar de sí y eso llama la atención a este grupo, que comienza a sospechar e imaginar todo tipo de historias sobre él hasta el punto que idean un sistema para espiarlo. Desde amante de viva la vida loca sexual o depravado, a ladrón de joyería, terrorista de ETA y otras sospechas, le imaginan de todo. Nos servirá también para narrarnos de manera indirecta un poco el ambiente cultural y social de esos años. Es interesante también los retratos de lugares comunes de Madrid capital y de Alcalá de Henares, como tiendas de discos, restaurantes y otros lugares que existieron y que algunos siguen existiendo. Carmen, más racional con todo el asunto de las sospechas sobre el nuevo vecino, Julio, trata de conocerle un poco más. Descubre que le gusta el jazz y ella comienza a acercarse a esta música, mediante la cual se va creando una atmósfera sutil en la que ella irá progresivamente enamorándose de él, a pesar de estar casada. Pero él puede ser un truhán amoroso que juega con todas las mujeres del pueblo. Así, mientras se van sucediendo anécdotas e historias aledañas a esta trama central, se cuenta una historia de conflicto amoroso interior de Carmen, así como de sospechas y celos.

Pero las historias que componen la historia central no son poco atractivas. En el fondo se nos narra la idea de que nadie es lo que dice ser y nada es lo que parece ser. La realidad es en realidad un conjunto de falsas realidades, es lo que nos viene a decir Javier Rodríguez. De paso se cobra un par de ajustes de cuentas, algunos evidentes, como pueda ser el relato que hace del restaurante Oliver's de Alcalá de Henares, donde van a comer un par de personajes, o, junto a lo que se narra en el primer volumen, lo que piensa de las editoriales de autoedición y de las pequeñas editoriales que se alimentan de autores no conocidos, así como de esas personas que publican pequeñas tiradas de libros para sus círculos cercanos. En este sentido la novela nos hace saber lo que siendo librero quizá no decía tanto. Carmen, algunas veces, pareciera el yo ficticio de Javier. 

En el libro aparecen también amistades de Javier, como pueda ser el también escritor alcalaíno Alfonso Dávila y otras personas. Se intuye, de todos modos, otras personas y autores de Alcalá de Henares, estos sin su nombre propio. No me atrevo a decir en algunos casos si por homenaje o como "venganza" o "tirón de orejas". Quiero creer que, si llevo razón y son, sean homenajes, ya que en una novela a alguien siempre le toca ser el que le dé algo de sabor a la historia, no todos van a ser ángeles buenísimos. 

En mi opinión particular este libro es mucho mejor que la primera parte y a la vez es hasta la fecha lo mejor que ha escrito Javier Rodríguez. Ha logrado conseguir una trama rica en diversos detalles y que te permite querer seguir leyendo de manera amena. Ahora que estamos en verano es incluso muy recomendable para todas esas lecturas por ocio que se suelen hacer durante las vacaciones de muchas personas. Un libro entretenido con una historia humana que no cae en lo cursi ni en lo tremendo. Buen libro.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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