Título: Biblia Políglota Complutense.
Autores: Diego López de Zúñiga; Elio Antonio de Nebrija; Alfonso de Alcalá; Alfonso de Zamora; Pablo Coronel; Demetrio Ducas; Hernán Núñez de Toledo "el Pinciano"; Juan de Vergara; Bartolomé de Castro.
Editor: Cardenal Cisneros como promotor de la Universidad de Alcalá de Henares (1ª edición; por entonces: Universidad Complutense).
Impresor: Arnao Guillén de Brocar.
Año de publicación: 1520 (1ª edición, seis volúmenes).
Género: Religión; Teología; Filología.
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Título: Biblia Políglota Complutense.
Autores: Diego López de Zúñiga; Elio Antonio de Nebrija; Alfonso de Alcalá;
Alfonso de Zamora; Pablo Coronel; Demetrio Ducas; Hernán Núñez de Toledo
"el Pinciano"; Juan de Vergara; Bartolomé de Castro.
Editorial: Complutense.
Impresor/Distribuidor: Emaus.
Año de publicación: 2006 (1ª edición, seis volúmenes).
Colección: Libros Especiales.
Nº de volumen en la colección: [Sin número].
Género: Religión; Teología; Filología.
EAN: 978-84-74910841
La mayor aportación bibliográfica netamente de Alcalá de Henares en el Renacimiento fue la Biblia Políglota Complutense. Fue una obra en varios volúmenes cuya confección ocupó de 1502 a 1517, por lo que está íntimamente ligada al inicio de la Universidad de Alcalá de Henares, por entonces, Universidad Complutense, propiamente así llamada. La Universidad había sido definitivamente fundada por Isabel I y Fernando V (los Reyes Católicos) gracias a las gestiones del Cardenal Cisneros en 1499. Tuvo varios hitos, como ser la primera Universidad que se ideó adaptando a una ciudad entera, o sea: creando lo que hoy día conocemos como una ciudad universitaria. También que buscaban que no sólo accedieran a los estudios los nobles y más pudientes, sino también las clases sociales menos pudientes, por lo que se crearon becas, una innovación en los estudios universitarios. Se quería formar a todas aquellas personas que debían gestionar el Imperio que se estaba creando, aunque destacó en los estudios en leyes, medicina y teología. Así mismo, en estos inicios se dio el caso que buena parte de sus primeros alumnos y profesores fueron comuneros en 1518 a 1521. Sea como sea, cuando Cisneros comenzó el proyecto de la Universidad, también inició otro proyecto a la vez que le era algo totalmente unido: la creación de una Biblia que contuviera un estudio filológico con traducciones literales y exactas de manera crítica que sirviera para su estudio más erudito y su comprensión a todos los niveles. Estamos hablando de una época donde comenzó lo que se llama la reforma religiosa, que daría pie a las ramas cristianas de los protestantes con Lutero, Calvino o los anglicanos entre otros. Estos hicieron una revisión de la interpretación de los textos religiosos que hasta entonces había dado la Iglesia Cristiana Católica Apostólica y Romana. La lectura en latín en misa hacía que a menudo sólo gente de la Iglesia y algunas personas de la alta nobleza entendieran los mensajes, sin bien entre la Iglesia a veces también había grandes lagunas en el conocimiento del latín. Algunas traducciones de los evangelios contenían graves errores que llevaban a interpretaciones equívocas que competían en aceptación con las interpretaciones más abiertas que hicieron algunas corrientes protestantes. En medio de todo esto estaba la crítica al Papado y su vida opulenta en contraste a lo que decían los textos sagrados y una España gobernada por unos reyes que se habían ligado a lo religioso, especialmente Isabel I, tras terminar el proceso de guerras de la Reconquista con la conquista de Granada e iniciar el proceso conquistador y evangelizador primero de las Canarias y luego de América. Cisneros, nada más dar inicio al fin a la Universidad en 1499, comenzó a buscar un equipo de traductores y filólogos, estudiosos de teología, que fueran los mejor preparados para realizar una Biblia Políglota que fuera útil para la defensa del catolicismo y dejar claros los preceptos de los evangelios. Así contrató a una serie de profesores para la Universidad que a la vez serían los investigadores, comentaristas y traductores de esta obra, que dio comienzo en 1502 y acabó de confeccionarse y de imprimirse en 1517, pudiendo verla acabada el Cardenal Cisneros muy poco antes de morir, cinco meses antes, ahora bien, no la vio publicada, pues la primera publicación fue en 1520 porque el Papa no concedió la bula de su publicación hasta ese año.
Antes de entrar en quienes trabajaron directamente en la obra hay que decir que Erasmo de Róterdam había iniciado su propia revisión y crítica de cómo la Iglesia católica se había relajado respecto a las enseñanzas de la Biblia. Él mismo iba a ser excomulgado como protestante por sus críticas al Papado y las altas jerarquías eclesiásticas, así como por iniciar un proceso mediante el cual acercar a los idiomas vulgares los textos en latín. Sin embargo, tanto los Reyes Católicos como Cisneros simpatizaban con las ideas reformadoras de Erasmo, por lo que presionaron al Papado de todos los modos imaginables para que Erasmo y los erasmistas siguieran su labor. Bien es cierto que los erasmistas, que contaron con muchos españoles como seguidores, no fueron bien vistos décadas después por la Inquisición española, si bien el erasmismo no estaba prohibido ni era protestante, sólo otra corriente de interpretación dentro del catolicismo. Quizá por todo esto le llegó alguna de las primeras impresiones de 1514 a Erasmo, para que la revisara o diera su opinión teológica, pero el resultado fue, como se ha dicho, su propio trabajo de traducción en griego y adelantarse en la publicación impidiendo la de la obra que inicio las traducciones. Sea como sea, el espíritu de Erasmo de Róterdam, del erasmismo, está en la Biblia Políglota, si bien Erasmo no intervino directamente en ella. Sin embargo, en todo este asunto polémico tiene protagonismo Diego López de Zúñiga.
El equipo que seleccionó Cisneros para el proyecto, obviando la participación del ya comentado impresor Brócar, que aportó iluminaciones y todo un trabajo innovador de cajas de texto que no se había visto antes en otros libros, fue liderado por Diego López de Zúñiga, que dirigió los trabajos, junto a Cisneros, aunque Cisneros tenía otras ocupaciones de tipo político, universitario, de inquisidor y de confesor de la reina. Diego López de Zúñiga había nacido en Extremadura en 1460. Era teólogo y experto en griego, latín, hebreo, arameo y árabe. Era de origen noble, había estudiado en Salamanca, pero fue contratado por Cisneros para enseñar lenguas clásicas en Alcalá, donde se doctoró en teología. Era sacerdote, pero no trascendió más en la escala jerárquica de la Iglesia. Se le encomendó dirigir los trabajos de la Biblia Políglota. Cuando en 1514 se acabaron los trabajos del Nuevo Testamento llegaron las noticias de una traducción al griego de Erasmo de Róterdam que le envió sus textos para revisarlos, cosa que se hizo mutua. Sin embargo, Diego López creyó encontrar varios errores en la traducción de Erasmo y elaboró una lista de errores que le entregó a Cisneros, el cual le recomendó a Erasmo no publicar su traducción mientras no arreglara aquello, pero Erasmo dijo que su traducción era la correcta y así comenzó una pelea entre Diego López y Erasmo que duraría el resto de la vida de estos con escritos cruzados contra la obra del otro y que hizo que el propio Diego se trasladara a Roma a trabajar con el Papado. Moriría en Nápoles en 1531. Del mismo modo, como ya se ha comentado también provocó que Erasmo lograra publicar su obra en 1516 e impedir la de la Biblia Políglota hasta 1520.
Para los textos en griego, que era lo que afectó a esta polémica entre Erasmo y Diego López, trabajaron Demetrio Ducas, Juan de Vergara y Hernán Núñez de Toledo "el Pinciano". Demetrio Ducas había nacido en Heraclión, en la República de Venecia, en 1480. Allí trabajó en traducciones clásicas para un famoso impresor, Manucio. Fue contratado por Cisneros en 1512 para enseñar griego en Alcalá y trabajar en la Biblia Políglota. Acabado el proyecto y muerto Cisneros, se fue a Roma en 1518. Ahora bien, su labor se enfrentó a varios problemas materiales que le dieron problemas personales de subsistencia económica. La ausencia de tipografías griegas en España y además de buena calidad, hicieron que él mismo pagara de su bolsillo ejemplares en griego de las traducciones, que compartía con sus alumnos, lo que le estaba dejando sin dinero para cubrir sus propias necesidades. Junto a él trabajó el helenista Juan de Vergara, familiar de varios humanistas hombres y mujeres, el cual había traducido varias obras de Erasmo. Era de familia judeoconversa, había nacido en 1492. Pese a su juventud, fue secretario de Cisneros. Él recibió ayuda en las traducciones de Bartolomé de Castro. Demetrio Ducas debía supervisar todo al finalizar toda la obra, pero abandonó por los problemas citados cuando se acabó el trabajo. Dejó sus labores a Hernán Núñez de Toledo, "el Pinciano".
Hernán Núñez había nacido en 1478 en Illescas. Estaba considerado como patriarca de los helenistas españoles. Antes de participar en la obra tenía ya mucho reconocimiento con obras propias y traducciones propias. Cisneros le llamó como profesor de la Universidad y fue Demetrio Ducas quien le metió en el proyecto de la Políglota, siendo él quien le sustituyera en los trabajos de revisión como en la cátedra de griego en la Universidad. Entre 1518 y 1519 acabó su labor de revisión. Su trayectoria posterior como autor y como helenista fue en aumento. Murió en Salamanca en 1553, adonde se había ido como profesor después de que en 1523 tuviera problemas en Alcalá por erasmista y por simpatía con los comuneros. No era el único en simpatizar con los comuneros, también lo hizo Juan de Vergara. Como sea, años después, el alumno más aventajado de Hernán Núñez, León de Castro, dijo haber trabajado en la revisión de la Vulgata para la Políglota.
Para la parte en latín trabajó Antonio de Nebrija, del que ya hablamos en su día cuando comentamos su obra también ligada a la Universidad de Alcalá y su periodo como profesor en la misma, Reglas de orthographía en la lengua castellana compuestas por el maestro Antonio de Lebrija, una de las primeras obras que tratan de dar claridad ortográfica a la lengua española. Fue él quien logró que el impresor Brócar estuviera en el proyecto, como se ha dicho. Era el más notable del equipo de trabajo, el más destacado. Su personalidad era un tanto fuerte. Prefería dedicarse a la investigación filológica que a dar clases, lo que hace que su propia hija Francisca diera sus clases por él, si bien de manera oficiosa, no de manera oficial, por lo que no suele figurar como primera profesora de la universidad, aunque lo hiciera en la práctica. Él había sido incorporado al equipo en 1504, y sus trabajos a veces se combinaron con el de cronista oficial de Fernando V desde 1507. Además, entró en varias polémicas con varios miembros del equipo y con otros teólogos por discrepar en la interpretación de la Biblia a costa de sus traducciones. Finalmente, abandonó el equipo antes de acabar la obra, ya que creyó que se le había contratado para que fuese su obra la que debía ser atendida en lugar de que su obra era parte de una obra de trabajo en equipo. No obstante, sus aportaciones fueron valiosas. Trabajó a partir de la Biblia Vulgata escrita por San Jerónimo. Moriría en Alcalá de Henares en 1522, dos años después de la publicación de la Políglota.
Para el hebreo se incorporó a Alfonso de Alcalá. Este era un judío nacido en Alcalá la Real (Jaén) en 1465 que en 1492 se vio en la obligación de convertirse al cristianismo por la orden de expulsión de los judíos de España que hicieron los Reyes Católicos. Era doctor en Leyes y en Medicina, siendo que fue profesor en la Universidad de Salamanca. Fue llamado por el Cardenal Cisneros para que trabajara en las partes hebrea y griega. Tras la muerte del cardenal en 1517 trabajó en la revisión de las partes hebrea, caldea o aramea y latina. Fue la contribución intelectual más importante de su vida, por lo que a veces se le llama "Alfonso el Complutense". Sin embargo, años después hubo de regresar a Salamanca. Junto a sus labores participaron otros dos judíos conversos, Alfonso de Zamora y Pablo Coronel.
Pablo Coronel había nacido en Segovia en 1480. Aparte de traductor era eclesiástico y orientalista. Trabajó la parte hebrea y la aramea. Regresó a dar lecciones a Salamanca cuando acabó en Alcalá, allí fue condecorado por su labor humanística. Murió en 1534. En tanto que Alfonso de Zamora, nacido en Zamora en 1474, había sido educado en textos religiosos y en el estudio de su lengua hebrea dentro de su religión judía, pero tuvo que exiliarse en 1492 por su condición judía. Regresó a España en 1506 por lo que hubo de convertirse al cristianismo. Eso le transformó en uno de los mayores expertos cristianos del momento sobre judaísmo. En principio trabajó con su familia como zapatero, pero en 1508 intentó ser profesor de lenguas en la Universidad de Salamanca, el proceso cruzó varios problemas y no pudo ser contratado hasta 1510, pero no se le concedió el derecho de enseñanza hasta 1511. Sin embargo, en el verano de 1512 el cardenal Cisneros se lo llevó a la Universidad de Alcalá para enseñar hebreo y arameo. Allí se le encargó la parte aramea de la Biblia Políglota, y revisiones de la hebrea. Principalmente se le dejó al cargo del Antiguo Testamento, especialmente de los libros del Pentatéuco. Tras esos tuvo reconocimiento y una larga trayectoria confrontando textos cristianos con textos judíos. Murió en Zamora en 1544.
Los textos sagrados cristianos originales habían sido escritos en un primer momento en griego, puesto que aunque la actividad de Cristo y los apóstoles se desarrollaría en la actual Palestina-Israel, siendo los apóstoles tras la muerte de Jesús los que lo expanden, el primer foco plenamente cristiano que genera textos es el que crea Pablo de Tarsos en Grecia. Ese texto original en griego fue traducido al arameo y al hebreo, no obstante, los textos bíblicos del Antiguo Testamento estaban en hebreo, por ser la base del judaísmo del que descenderá el cristianismo y el Nuevo Testamento. Estamos hablando de los siglos I y II d.C. (si bien los del Antiguo Testamento son de siglos antes). Para una mejor difusión dentro del Imperio Romano, que contaba con un idioma común, se transmitió el mensaje también en latín, pero el texto bíblico más antiguo en latín que se conoce, llamado Vulgata, por aquello de lengua vulgar (la que hablaba todo el mundo), no será hasta el siglo V, con San Jerónimo. Por lo que hay un proceso de traducciones y traslaciones que podían haber tenido errores y libres interpretaciones desde el origen. Eso era lo que se trataba de corregir.
La obra de seis volúmenes contiene: en el Antiguo Testamento (cuatro volúmenes): texto masrorético hebreo, texto latino de la Vulgata, texto griego de los LXX de la Septuaginta (con traducción latina interlineal), texto arameo del Targum Onquelos, traducción latina del texto arameo; en el Nuevo Testamento (un volumen): texto griego y versión latina de la Vulgata; el último volumen incluye: un vocabulario hebreo-arameo-latino, otro vocabulario greco-latino, una introducción a las gramáticas hebrea y griega y un índice latino. Se trataba de presentar un texto con varias columnas dispuestas de una manera entre alegórica religiosamente y además útil para su estudio y lectura, que recogieran versiones en latín, griego, hebreo y arameo. Buscaban que todas las traducciones se acogieran lo más literalmente posible a los textos más antiguos y completos que tenían, que son los citados Septuaginta, Targum Onquelos y Biblia Vulgata. En concreto, en lo referente al quinto volumen, el del Nuevo Testamento que provocó la polémica con Erasmo, hoy día en revisiones sólo se han hallado cincuenta errores, siendo una de las mejores traducciones de la época.
Esta obra fue incluida al completo para crear la Biblia Regia o Biblia Políglota de Amberes, encargada por Felipe II al humanista español Benito Arias Montano, que se trasladó a Amberes en 1568 para iniciar el encargo, añadiendo a la Complutense revisiones y una ampliación de sus seis volúmenes a ocho volúmenes. Se acabó en 1572.
Hay que pensar que el catolicismo, aparte de contar en esos momentos previos a la Políglota Complutense con Biblias en latín o griego y otros idiomas transmitidos por copias a veces corruptas o con faltas o con severos errores o con traducciones que distaban mucho del texto original, comenzó a diferenciarse de las corrientes cristianas protestantes, entre otras cosas, porque los textos bíblicos contaban y cuentan con análisis y explicaciones dados y aprobados por el obispo de Roma (el Papa). Estas explicaciones se derivan de su infalibilidad como heredero de San Pedro e interlocutor de Dios en el mundo terrenal, y se suelen fijar comúnmente de las líneas a interpretar el cristianismo de Concilio en Concilio, con aportes de las encíclicas intermedias. Hoy por hoy, las líneas generales de interpretación católica de la Biblia son las fijadas en el Concilio Vaticano Segundo, celebrado entre 1962 y 1965, aunque se convocó en 1959, al que se unen interpretaciones papales posteriores a través de las encíclicas. La Biblia Políglota Complutense es previa a la Contrarreforma fijada formalmente en el Concilio de Trento, convocada para frenar la reforma de los protestantes, pero fue un primer paso desde los erasmistas y desde la iniciativa de Cisneros en España. La de Amberes sin embargo ya sería con el dogma de Trento. Sin embargo, las Biblias protestantes, que varían entre sí en algunas cosas, como por ejemplo en la santidad o no de la Virgen María y los apóstoles, ideas de predestinación y otros asuntos según la corriente, no contenían aportes de interpretación añadidos a los textos bíblicos, dejando a los usuarios lectores su propia reflexión, pero no alejada de la guía de un sacerdote o guía espiritual. Eso hacía que muchas de las Biblias protestantes adelantaran a las católicas en el tiempo en crear traducciones en las lenguas vivas de cada lugar, para facilitar su lectura. Esas Biblias traducidas al idioma de uso común en cada lugar católico aún tardarían un poco en llegar, pero la idea de depurar los textos originales de las versiones más antiguas conservadas a comienzos del siglo XVI y de obtener las traducciones de un texto antiguo a otro de la manera más justa entre sí para alcanzar cual era el sentido real de cada texto original es lo que hace de esta obra un trabajo por esclarecer el mensaje original de manera más exacta, al margen de las interpretaciones del obispo de Roma, aunque, evidentemente, sin evitar explicaciones de este o interpretaciones de manera marginal, sin intervenir en el texto, pero acompañando al texto al pie de página o al margen. Por ello se requirió de un exhaustivo trabajo de contraste, revisión y corrección de numerosas copias conservadas de textos antiguos, que necesitaban de traducciones como material de trabajo para entenderse todo el equipo que trabajaba en el proyecto común, a pesar de las discrepancias de si debía haber traducciones literales o no tan literales para poder ajustarse mejor al mensaje que se pretendía, postura que defendió Nebrija, o bien las discrepancias con Erasmo sobre quién estaba más acertado a la hora de depurar los textos en griego clásico.
Cisneros ideó esta obra para investigación filológica y teológica, por lo que le interesaba mucho que se imprimieran todos los textos perfectamente depurados y bien estructurados y escritos. Fue posteriormente Benito Arias, quien dijo que ayudó en la obra de Cisneros, el que a esa misma idea le añadió ese interés por aumentar las posibilidades comparativas para ajustar más el mensaje original y para que se pudiera usar también por los no estudiosos, para su uso por creyentes, aunque obviamente cultos o, valga la repetición de la palabra pero con otro significado, para el culto. Con ello se trataba de replicar y contradecir las traducciones a las lenguas vulgares, donde ellos creían que habría traducciones con errores o con interpretaciones libres que se alejaran de los textos de origen. Ahora bien, lo que estaban haciendo los nuevos cristianos protestantes al crear traducciones en las lenguas vulgares del momento, siglo XVI, cosa que copiará el catolicismo unos siglos después, era una idea igual a aquellos cristianos de los primeros siglos que vieron útil pasar a la lengua común, el latín, los textos que en origen estaban en griego, hebreo y arameo.
Esta publicación fue el primer intento intelectual dentro de las reformas religiosas, pero preludio de la Contrarreforma aún por llegar de manera más contundente en aquel siglo XVI, por hacerse eco de las inquietudes reformistas del momento y frenar la ida de devotos del catolicismo. Se trataba de aclarar y volver a una comprensión más acertada de los textos originales y por tanto del mensaje de Cristo. A la vez es una de las publicaciones consideradas más valiosas de los primeros tiempos de la imprenta y del Renacimiento. Sin embargo, hoy día en el siglo XXI, pero desde algo antes, si se compran Biblias de diferente editorial y años encontramos que los textos tienen diferentes traducciones y algunas palabras y sintaxis, bien pensadas, cambian el significado del mensaje entre sí.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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