ISBN: 978-84-948207-9-3
El autor César Sobrón, ya conocido en estas notas, publicó en 2017 un libro de relatos breves de ficción con la editorial El Alquimista Ciego Editores. Se llamó Relatos impresionistas. Prologaba el libro la propia editora, Puri Sánchez Piqueras, quien además maquetó y diseñó el libro, así como la cubierta. Lo hizo en un tono granate que enmarcaba un cuadro un retrato impresionista. Había realizado la fotografía de tal cuadro otra autora residente en Alcalá de Henares, Elisabeta Botan. Dentro del libro acompañaban a los relatos algunas ilustraciones y fotografías realizadas por el autor, César Sobrón, tratadas de modo que parezcan cuadros en blanco y negro. Entre algunas de esas imágenes aparecen rincones de Alcalá de Henares. La cuestión no es algo meramentre estético, pues los relatos tratan de establecer lazos entre las imágenes pictóricas y la literatura. Queda así una serie de impresiones tanto en imagen como en aquellas historias que no las dibujan. Busca ser, en palabras de Sobrón en la contracubierta un enlace de equilibrio entre el fondo y la forma, por lo que narrativamente sí hay una búsqueda de estética, aunque intentando entrar o rozar los límites entre la utopía y los problemas sociales reales. Quizá por ello elige el estilo impresionista, pues el libro tiene mucho de ello desde la literatura. Manchas de color que en la distancia forman la imagen, la escena, y la idealizamos y formamos, aún a pesar de que de cerca sólo son pinceladas de colores sin seguir el trazo del dibujo lineal. Lo indefinido, a cierta distancia, forma lo definido, los pequeños sucesos o actitudes forman el relato en su conjunto. Podría pensarse que el caos crea el orden, o que el orden parte del caos. Pero en realidad, para quien esto escribe, los pequeños detalles de cada aspecto de la vida propia y ajena no son necesariamente caos de cuestiones inconexas. El autor nos plantea el debate sobre ello con sus relatos.
Puri Sánchez, la editora, en su prólogo, también nos exhorta a entender el impresionismo desde su corriente literaria, como la que protagonizó Marcel Proust a comienzos del siglo XX. Se trata de una literatura basada en captar las emociones y explicar las historias desde estas, no tanto desde una historia lineal o desde las acciones del protagonista. Lo reflexivo y lo intelectual en esta literatura cede el espacio a la captación sentimental y emocional ante los hechos que se van sucediendo. Así se narran estas historias. No se trata tanto de novelas de psicología, como las de los autores rusos de ese mismo comienzo del siglo XX, si no de relatos trazados y construidos a través de lo emocional. Lo que captan los sentidos del mundo y la vida es lo que construye la historia a narrar.
Se trata de siete historias, "Chatarra", "El premio", "La roca", "Al ocaso", "La cuneta", "Lápida" y "Una historia". Siguen el estilo propio de Sobrón basado en la sencillez y el estilo que habla directamente al lector. Usa de diversas voces narrativas, según el relato, aunque a veces nos da la impresión de si no habrá algo de autobiográfico en algunas partes, y es bastante seguro que sean relatos autobiográficos, lo cierto para el lector a este respecto es que lo que sí es probable es que el autor le dote de su propia visión del mundo a sus personajes y sus reflexiones. Al mencionarse Alcalá de Henares y otros lugares por donde ha pasado Sobrón, como Benidorm, más el uso de la primera persona del singular, es lo que nos pone en la alerta de ese posible tono autobiográfico desde relatos contados a través de percepciones y sensaciones ante lugares y sucesos. En ese sentido tendrían también algo de memorias, hasta cierto punto, con tratamiento literario, aún a pesar de que hay relatos donde el protagonismo es de otras personas.
Aunque en anteriores notas ya hemos mencionado varios aspectos biográficos de Sobrón, recordaremos que nació en Vitoria (Álava, País Vasco) en 1958. Se licenció en la Universidad Laboral de Cheste en 1972 y en 1975 se trasladó a la de Alcalá de Henares. Entre 1977 y 1979 dirigió la revista juvenil Mía y fue parte del grupo cultural Formas, de Vitoria. Precisamente desde finales de la década de 1970 comienza a escribir interesándose por publicar poemas y relatos. En 1979 fijó su residencia definitiva en Alcalá para cursar los estudios de magisterio en su Universidad, recientemente abierta, por lo que es uno de los primeros alumnos que tuvo. Ejerció como maestro durante cinco años. Participó de la vida cultural alcalaína de la Transición junto a otras personas hoy día en auge de la recuperación de su memoria local. Tal participación nunca fue interrumpida, incluso hoy día. Tras su periodo de maestro trabajó de guía turístico correo entre España, Francia, Bélgica, Italia, Portugal y Andorra. Así comienza a publicar algunos libros ya en la década de 1980. En 1988 nació su primera hija y se dedica plenamente a su familia y su obra literaria, con cierto interés por la música, especialmente con carácter de música étnica y música del mundo, pero también ha realizado esculturas y muebles que han sido expuestos temporalmente en Alcalá de Henares. En 2015 comenzó una relación más intensa con otros creadores de la ciudad a través del bar El Laboratorio, de Julián y Zia Mei, con quien mantiene una relación creativa al pasar esta a diseñar y maquetar sus libros varios de sus libros. Si bien en los últimos años a veces hay temporadas que reside en la costa Mediterránea, su residencia y lazos siguen activos en Alcalá de Henares.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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