viernes, 26 de septiembre de 2025

La huella no será inocente

Título: La huella no será inocente.
Autora: Carmen Nieto. 
Editorial: Talón de Aquiles. 
Año de publicación: 2025 (1ª edición).
Género: Poesía
ISBN: 979-13-87861-24-7

 

Han tenido que pasar diez años para que Carmen Nieto, que sacó uno de los mejores poemarios de 2015, La breve historia que nadie honra, se haya decidido a sacar su segundo poemario, a la vez su segundo libro. Lo ha vuelto a hacer: es uno de los mejores poemarios de 2025, si bien este año puede compartir la valoración con Réquiem y exaltación, de Matías Escalera. Dos poemarios que aparentan ser algo diferente, aunque si uno reflexiona en sus fondos hallará un sutil nexo ligado a la crítica de la excesiva vida material y jerárquizada por el consumo y el dinero, cuando ellos quieren traer al frente, cada uno a su modo y desde su punto de vista, una vida más cercana y plena en lo humano. Volver a lo humano por sí mismo como principal valor. Sea como sea, y como ya hemos hablado de Carmen Nieto en esta bitácora, recordaremos que previamente a su libro de 2015 Habían sido publicados varios poemas suyos en una revista norteamericana, Poems Memoirs Story, y con posterioridad a ese primer libro quien esto escribe la incluyó en su antología de poetas complutenses actuales Veinte poemas asoman... en un invierno... (2016). Recordaremos también que ella es nacida en Varsovia en 1983, pero ha crecido y vivido en Alcalá de Henares, donde fue parte de su vida cultural en el pub irlandés Wheelans. Actualmente hace años que vive en Madrid, ya lo hacía cuando publicó aquel primer libro, donde ha formado una familia propia, dato que para este segundo libro es fundamental y vital como uno de los aspectos transversales que atraviesa los versos de cada poema. La maternidad y también la vida de una mujer que se siente unida a su pareja hombre, pero también una mujer que es a la vez hija, y hermana, y nieta, y madre, y amiga, y mujer en sí, una mujer plenamente consciente de su ser humano en plenitud cruzará estos poemas de una manera bella, pero a veces también sinceramente dura, pero no ofensiva. Lo contracultural y lo postmoderno convive con un lenguaje amable que es la voz poética de Carmen, ya demostrada en su anterior poemario. Casi pareciera la segunda parte. Tiene una lógica y un peso poético tanto el libro respecto al anterior, como ella como autora.

En cierto modo el libro físicamente también trata de continuar al otro, casi como deseando hacer pareja juntos. Aunque la editorial es diferente, Talón de Aquiles, mantiene no sólo un estilo propio en los literario que tiene unidad con lo ya conocido de su literatura, mantiene igualmente una pintura de Jaime Nieto en la cubierta. Lo que hace que incluso el aspecto pictórico contenga unidad, un rostro femenino casi borrado y con un rastrillo se nos muestra en unos tonos melancólicamente ocres, recordemos una composición parecida con una figura de cara de mujer en tonos azules y bajo la lluvia en la anterior obra. Igualmente el título escogido en una sentencia rotunda y feroz, pero que denota resistencia, lucha en la existencia que somos. Si en el primer libro nos afirmaba que hablaría de La breve historia que nadie honra, ahora nos advierte: La huella no será no será inocente. Y nos está ya contando algo importante, que la huella del paso de su vida nos irá marcando y moldeando, por lo que aquello en que nos vayamos formando no será producto de lo casual ni de la inocencia. Son nuestros actos y los actos de los demás los que nos irán transformando. Será la vida. No será inocente.

Se trata formalmente de un poemario de poemas extensos y versos por lo general muy cortos que en algunos poemas son interrumpidos por versos muy largos cuando Carmen Nieto desea decirnos muy claramente qué aspecto concreto quiere que centre nuestra atención en su relato poético, en su reflexión poética. Cae, eso sí, en un recurso que en los últimos quince o veinte años muchos poetas, y especialmente jóvenes y relativamente jóvenes, usan casi como si fuera una norma poética para el siglo XXI. Me refiero al no uso de los signos de puntuación. Este recurso ya fue bastante experimentado en diferentes momentos del siglo XX, pero en este comienzo del siglo XXI ha regresado con fuerza. No es un recurso sencillo, pues los versos deben construirse de tal modo que según cómo elija leer el lector puede cobrar uno u otro significado, enriqueciendo el texto y las lecturas con múltiples posibilidades, pero eso requiere mayor reflexión en el autor. Sin embargo, en este caso personalmente creo que en varios poemas la lectura es inequívocamente unidireccional, o al menos de pocas opciones discursivas, por lo que quizá habría que replantear la necesidad de la ausencia de puntuación ortográfica, aunque, claro está, en este aspecto es posible que la autora tenga algo que decir como autora que es. Veámos un ejemplo.

(...)
Celofán
bolas
muérdago
números de cinco cifras
esconden detalles sobre el futuro
(...)

Sin embargo, esto no me resulta de esta reflexión en otros poemas, los cuáles sí me ofrecen diversas posibilidades, que requieren de encabalgamientos que se pueden leer como tal y a la vez se pueden deshacer, dependiendo de la lectura.

El tiempo que va ha hacer mañana
el melocotón pudriéndose en el cesto
el ruido vibrante de la obra
los chillidos huecos infantiles
(...)

Pero es sin duda un recurso utilizado a conciencia y con reflexión por la autora, que en otros poemas utiliza sin problema la puntuación.

Ir hacia otro planeta
donde evacuar,
donde vaciarse.
(...)

Así pues, queda también en la reflexión de quien lee lo que el poema le diga y a dónde le lleve, al margen de lo que se diga en estas notas. La propia lectura como valor. 

Como se puede ver, el poemario también tiende a otro rasgo común en los poemarios del siglo XXI, las enumeraciones. La creación de poemas, o sucesiones de versos dentro del poema, que son enumeraciones que tratan de evocarnos una idea a través de imágenes. Quizá el lector menos acostumbrado a la poesía, pueda encontrar un ejemplo de ello también en poemas y numerosas canciones de Joaquín Sabina, las cuáles muchas veces son precisamente listados. Carmen Nieto usa en este poemario enumeraciones de dos maneras. A veces como secuencia de versos que tratan de evocar con imágenes, como se ha dicho, y otras veces como secuencia de actos, hechos o imágenes que nos ubiquen emocionalmente de una manera descriptiva en un sentir acorde a lo que nos quiere contar. Aunque puede parecer que nos ofrece tandas de tres, que es un número que funciona bien en las enumeraciones, lo lleva más allá y alarga estas hasta hacer de ellas su voz y su reflexión personal e íntima a compartir con nosotros. Aún más, no se conforma con este recurso sino que lo llega a combinar con el del paralelismo estructural de versos, dando por caso una especie de comparaciones de diferentes situaciones o cosas para crear metáforas o símiles reforzadas por la enumeración. Una acumulación repetitiva que crea un ambiente determinado al poema concreto y al poemario en general.

Es un poemario que indaga dentro de un mundo moderno donde las personas viven en las ciudades, pero aún hay espacio para la Naturaleza, si se la sabe encontrar. El mundo natural de animales, insectos y flora diversa aparecerá por todo el libro en combinación con llamadas de atención sobre la vida de las personas, a veces como símil. Pero también y sobre todo estará la naturaleza interior de las personas. No de una naturaleza interior acusadora, sino aquella del niño y la niña interior del que hemos partido como personas al formarnos por la vida y que, a pesar de las obligaciones, los trabajos, la suciedad o el paso del tiempo, es un niño o una niña que sigue estando ahí dentro y todos lo sabemos por muy adultos que queramos aparentar. La vida en pareja y la formación de un proyecto de vida en común hace que en los momentos más íntimos se bajen las guardias y afloren los niños.

El niño ha vuelto del colegio
cuánto ha cambiado
la pesada cartera
se ajusta a sus hombros
con violencia
los pantalones
demasiado cortos
dejan ver un vello tupido
envolviendo las piernas
sus manos trabajadas
aún huelen a lápices y gomas de borrar
la barba de un par de días
enmarca un rostro
más cuadrado
y sincero
(...)

Pero también un tono muy abiertamente claro de honra a la memoria tanto de las personas que fueron nuestros ancestros o gente importante, como de la memoria de nuestro propio pasado. En un poema se mirará al espejo mientras trata de ajustarse unos pantalones que ya no le valen, pero no desea deshacerse de ellos. En otros poemas nos mencionará a sus padres y aún en otro nos hablará del gigante español del siglo XIX que al morir fue vendido a un doctor que lo conservó y expuso, a lo que ella hace una bonita reflexión sobre la niñez de ese hombre y lo que pensaría el padre de saber que no fue enterrado, sino expuesto. Nos reclama mirar lo humano, nos grita que somos personas. Que nadie es malo por naturaleza. Pero las huellas no son inocentes en ninguno de nosotros.

Una de las cualidades más bellas del libro es esa muestra interior de ella misma donde nos habla de sí como mujer, que nos habla de su amor maternal hacia su hijo, que nos habla de un amor asentado hacia su pareja, no de uno pasional, sino ya asentado, como hacía Antonio Moreno en su novela Saltando sobre los charcos (2025), recientemente anotada en estas notas. En cierto modo, coincidencias del año 2025, sin que un autor y una autora supieran lo que iban a crear para este 2025, también en aquella novela no sólo se apelaba al amor en pareja ya asentado, el del día a día cotidiano que va construyendo las vidas, sino que también comparten la visión del niño interior que sigue viviendo de adultos y que sólo dejamos salir en pocas ocasiones junto a la gente que nos inspira más seguridad emocional y que a veces se mezcla con amor hacia los hijos, en el caso de Antonio, paternal.

Tiene espacio para la denuncia social, como se ha dicho al comienzo de las notas, como por ejemplo la denuncia que hace Carmen Nieto de cómo se hacen los despidos como si las personas fueran herramientas simples. El poemario incluso da espacio para hacer reflexiones sobre la Historia y el legado de unas generaciones a otras para ser quienes somos. Esto se ve bien en el primer poema, donde animales, humanos, hombre, mujer, prehistoria y actualidad van dando saltos y combinándose en diversos paralelismos y varias enumeraciones para terminar dándonos una escena cotidiana de lavarse la cara en el lavabo de tu casa como producto de toda una evolución y concatenación de vidas que han venido a dar la creación de la tuya en tu tiempo y su forma.

Un bello poemario para saborear. Dulce, a la vez duro; reclamación, a la vez denuncia. Testimonio, sobre todo testimonio, de las huellas que nos va dejando la vida para ser quienes somos. Y un recuerdo: todos seguimos siendo niñas y niños.

Una loba blanca entra
en casa de mis padres
y espera, tranquila,
sentada en la puerta
a que recoja todas las cajas
llenas de joyas de plástico,
cerillas rotas,
pétalos, frases, ardores.
(...)

 

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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