sábado, 13 de octubre de 2018

Los hijos del agobio

Título: Los hijos del agobio.
Autor: Emilio Sola Castaño.
Editorial: Polar Ediciones.
Año de publicación: 1984 (1ª edición).
Colección: Narrativa.
Nº de volumen en la colección: 1.  
Género: Novela.
ISBN: 84-86099-09-9

Emilio Sola Castaño nació en Cangas de Onís (Asturias) a finales de 1945, pero tuvo una juventud viajera. Se formó en las universidades de Barcelona, Pamplona, Valladolid y la Universidad Central de Madrid, hoy día conocida como Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró en Historia Moderna con una tesis sobre las relaciones diplomáticas entre España y Japón entre los siglos XVI y XVII. Ejerció de profesor en aquella Universidad Complutense hasta 1976. Combinando su vida universitaria con una vida literaria, bohemia y libertaria, que le transforma en uno de los primeros jóvenes que rompen en España con toda norma social impuesta por la dictadura de Franco. En 1974 ganó el Premio Adonáis de poesía por su primer libro, La Isla. A lo largo del último año de Franco y tras la muerte de este, previamente al comienzo de "La Movida", en 1975-1976, tuvo un bar en Madrid, en la Calle Libertad, llamado "La Vaquería", donde se juntaron muchas de las personas que formarían posteriormente parte de ese movimiento social y cultural, así como libertarios y personas de todo ámbito social. Además, crearon allí una asociación cultural y editorial con publicaciones propias y manifiestos donde cabía la literatura y las ilustraciones más vanguardistas y psicodélicas, con fuerte impulso libertario, La Banda de Moebius. Sin embargo, una bomba colocada por Los Guerrilleros de Cristo Rey truncó aquella experiencia de La Vaquería, no tanto así de La Banda de Moebius. Emilio Sola, interesado en especializarse en el mundo de Miguel de Cervantes, se trasladó a Argelia para dar clases en la Universidad de Orán. Publicó otro libro de poesía en 1979, Más al sur de este sur del mar, y seguiría así una trayectoria de escritor de libros de poesía, narrativa e Historia no exenta de experimentación, con veinticinco libros hasta la fecha, a los que hay que sumar apariciones en libros con otros autores, artículos, ensayos y otras publicaciones en forma de libro digital en El Archivo de la Frontera, que él creó e impulsó desde los primeros años 2000, reediciones y hasta un libro de obras completas editado este año 2018. Cosmopolita e inquieto por el conocimiento cervantista, viajó por todo el Mediterráneo y más allá. En 1984 regresó a España y se asentó en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, donde vive y donde ejerció de catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Alcalá de Henares desde ese año hasta 2017, que se jubiló. Es uno de los cervantistas más doctos en la materia y más prestigioso. Ha intervenido en la vida cultural de la ciudad a través de la Universidad y sus actos principalmente. Fuente de inspiración para una gran cantidad de alumnos, que le siguen y admiran su fuente de vida libre. Es conocido en algunos ámbitos contraculturales de la ciudad, especialmente de cuando llegó. Presentamos a Emilio Sola hoy en Las notas de los cíclopes libreros precisamente con su tercer libro, que escribió en esa fecha clave de 1984, la novela Los hijos del agobio.

Los hijos del agobio fue Premio Café Gijón 1984. Este afamado café madrileño donde se reunían numerosos literatos de la Historia española desde 1888 dio paso a su publicación a través de la editorial Polar Ediciones. Contaba con una portada de Cesepe (Carlos Sánchez Pérez, 1952-2018), uno de los ilustradores más emblemáticos de La Movida, que para 1984 estaba en su última fase. El libro era el primero de una colección de narrativa que se pretendió hacer, al cargo de José Antonio Ugalde, hoy día periodista que suele aparecer en varios artículos del diario El País. Era un libro editado sencillamente en tapa blanda y hojas no cosidas, sino pegadas. La contraportada del libro optaba por no contar el argumento ni tampoco la vida del autor. Al modo divertido de La Movida, muy brevemente sólo comentaba el contexto creativo de la novela, donde probablemente Sola se acordaba del resto de amistades suyas que estaban creando en ese momento en un sentido análogo al suyo. Construía un mundo alternativo, una ucronía, explicando que tras la Gran Guerra y la muerte de Juan Bravo, presidente de la Confederación Centro-Sur, surgió sobre los restos de esa confederación lo que llamaron "el paraíso de las islas" (que por cierto será el nombre de otro de sus libros). Los "amanuenses", así llamados por ellos mismos un grupo de gente que no se nos indica cuál es, redactan historias desde ese paraíso y que este libro es sólo una de ellas. Tal explicación nos da al menos dos claves: un ambiente libertario de gente creadora y una conexión de este libro y su autor con otras obras y otros autores. Nos cuenta en realidad, de fondo, un mundo roto (metafórica o imaginativamente), la confederación, el cual era un mundo de relativas libertades (Juan Bravo, confederación) que ha sufrido una guerra y que de él nace otro mundo surgido por asociación de las personas, libremente y donde algunas personas escriben sobre un pasado de paraíso en aquel mundo perdido. ¿Hay aquí resonancias de la guerra civil y de lo que pudo ser y no fue de la República por la dictadura, enlazándolo con las nuevas generaciones que en la Transición se ponen a escribir? ¿Hay en realidad una voz de disconformidad y anhelo, en las nuevas generaciones de La Transición más libertarias, de las oportunidades de libertad perdidas según se consolidó a mediados de los años 1980 la nueva Monarquía Parlamentaria, más conservadora de lo esperado aunque más libre que la anterior dictadura? ¿O en realidad hay ausencia de la política real y lo que aparece es un mundo imaginativo de la asociación de unos creadores que se conocen desde tiempos pasados? El pasaje de la contraportada es tan fabulosamente imaginativo y estimulante para imaginarle posibilidades como críptico sobre su realidad. Es generoso a la hora de abrir caminos y a la vez es paradójicamente parco en datos para encontrar su camino más ajustado al autor.

En la página 64 se presenta el narrador como amanuense, siguiendo la nota de la contraportada, y nos habla de su pasado como motero, tal como el resto de personajes que nos ha contado hasta ese momento. Se introduce así un recurso que ya usó Cervantes en El Quijote, el narrador como un personaje más de la historia aunque a titulo de narrador nada más. Lo interesante de este hecho es que al reconocerse como amanuense en ese momento y al hablarnos de que fue motero, se dibuja a sí mismo en una época muy concreta, la que envuelve al relato. Se trata de una ciudad de España en plenos años 1980, los años de La Movida, y presumiblemente se trata de Madrid, la ciudad donde se gestó todo aquel ambiente social y cultural. Un ambiente que conocía bien Sola. No es casual que la portada fuese de Cesepe. Así pues, de las preguntas antes formuladas estamos más cerca de la segunda pregunta como respuesta que del resto.

Los hijos del agobio, como personajes que dan título al libro, son moteros jóvenes con nombres que son en su mayoría sobrenombres, motes adecuados a la contracultura juvenil de la segunda mitad del siglo XX, especialmente en aquellos años 1980, Tutankamon, Kaka, Pablito el Zurdo, Colocado, Mefistófeles, Mata Maxa, la Maco, Yoniyón, Tetas, Chapa, Silvi, Bocanegra, El Biela, Niñato, etcétera. A pesar de que el narrador se ha reconocido como parte de ese mundo, se mantiene al margen de la historia de estas personas y se limita a narrarnos sus hechos. La frase que inicia la novela no puede tener más tintes de lo que fue el futurismo de comienzos del siglo XX: "Llegó una delegación de los hijos del agobio en moto, tres máquinas poderosas en total, de cinco personas". La adoración por el mundo moderno y futuro que representa la máquina, sus tintes de ruido y de fuerza, hacen una aproximación a ese futurismo que, en el último cuarto del siglo XX, era próximo a la realidad. Las motos asumen en esa frase más fuerza que las personas que las montan al ser diferenciadas entre comas. Las motos expresan un individualismo y una libertad unidas a la sensación de juventud que será lo que guíe la novela. Aparecerán otros elementos de juventud y rebeldía propios de la contracultura entendida al modo de La Movida de Madrid en la década de 1980: cómics, chapas, el valor en alza del grupo de amigos por encima de los códigos sociales establecidos, una cierta sensualidad, algo de violencia en algún caso casi sado, referencias a situaciones que nos recuerdan a algunas películas de cine pero totalmente deslindadas de ellas, etcétera. Lo que podríamos decir: una nutrida cultura popular de ese periodo de tiempo de la vida española que aprendía democracia a la vez que se ponía al día de golpe de las libertades occidentales, desbordándolas y dándole unos bríos que en otros ambientes europeos y americanos habían ocurrido de diez a veinte años antes, entre 1960 y 1970. Cuando en España llegó estaba la contracultura e irreverencia punk, y eso estaba vivo en La Movida, en su dosis correspondiente.

La novela usa un lenguaje con numeroso argot de La Movida, lo que le dota de los aires juveniles del momento y deja al libro como testimonio de una época breve pero regeneradora de la sociedad de su época. Expresiones y palabras que si bien algunas siguen en uso, quizá ligeramente cambiadas de sentido, una gran mayoría ya se pueden considerar antiquismos del argot. Antiquismos que nos muestran la gran riqueza inventiva de aquel momento donde todo cambiaba y todo se quería cambiar. Pongamos por ejemplo de argot aún en uso: "(...) y resultó ser un chaval muy legal, músico (...)" (página 86), usando la palabra "legal" para decir: "de confianza, buena persona", y como ejemplo de argot en desuso: "(...) Vosotros, nueva basca florecida, viajad hacia el sur y hacia el este (...)" (página 108), usando la palabra "basca" para referirse a un grupo de gente afín que sabe o bien divertirse o hacer las cosas o pensar de un mismo modo o similar o bien que se unen por alguna cuestión concreta o se pueden definir en conjunto por algo, lo que en más argot sería un grupo de gente afín que sabe enrollarse. Tiene también claras referencias a los sucesos históricos de la época más allá del lenguaje y en este caso de manera indirecta, sin ahondar en esos datos históricos estos se nos muestran por ejemplo en los motes, como el del mecánico jerezano Pepe el de la Colza, referencia al síndrome tóxico de la estafa alimenticia con aceite adulterado en el consumo humano en 1981. Queda sugerido, pero no explicado, lo que en una hipotética reedición futura quizá requiera de notas a pie de página del editor futuro.

La novela es una novela muy ágil, de fácil lectura, un lenguaje, como se ha dicho, juvenil, pero no adolescente, que refleja un ambiente de rebeldía y libertad en un mundo que requiere de trabajos adultos y otras realidades fuera de las carreteras, las motos y las calles de las ciudades. Es una novela coral, con unos determinados protagonistas, donde desfilan numerosos personajes tal como ocurría en las muy serias novelas de realismo social de Camilo José Cela o de Jesús López Pacheco entre los años de las décadas 1950 y 1960, sólo que esta otra es una novela más desenfadada y que lo que pretende captar es una realidad social de libertad y viajes que chocan con esa otra realidad del mundo de bares de carretera, barrios sucios, atascos, necesidades de arreglos mecánicos, incluso de comandos terroristas (en plena efervescencia en los años 1980). Es una novela urbana con una realidad cambiada en plenos años 1980. Si pudiéramos trazar un arco de la España de Cela a la de López Pacheco y de la de este a la de Sola, tendríamos el cambio social, generacional y político, hasta cultural, de la más profunda España de Franco a la España explosivamente democrática y permisiva.

La gran diferencia entre los autores citados estriba en el ambiente asfixiante de cafetería y bloque de apartamentos de Cela, contrastado con un ambiente más vigilante pero con más huecos para el espacio personal de la vida de todo un pueblo de Pacheco, y ahora mismo con una ruptura total de los espacios, siendo la novela de Sola una novela de libertad plena y donde los personajes se mueven por donde les apetece con su moto, sea urbe o campo abierto siempre que haya una carretera. Lo que trasciende de Sola es, perdón por la reiteración: la libertad personal.

El grupo llamado hijos del agobio recorren las carreteras no exentos de música, alcohol y droga (porros) cuando matan por accidente a un policía en un barranco. A partir de ese momento se desperdigan buscando cada uno su historia y modo de pervivencia. Encuentran algunos trabajos esporádicos acordes a su modo de vida (música y motos) y se relacionan con una serie de personas variopintas. Entre medias se desarrollan historias propias de las bandas de amigos de vidas que se podrían asociar a la nocturnidad por lo propio de la aceleración de experiencias nacidas de esa experiencia de la libertad que viven sumergidos en La Movida. Sexo, sentimientos que no se pueden declarar abiertamente pero sí expresar físicamente, el rock, el jazz, la velocidad, la droga, el desafío a lo constituido. Sus andanzas de huida hacia delante les llevará al mar hacia el final del libro, justa imagen simbólica de ellos mismos.

Como novela refleja también un ambiente generacional y la evolución de estos grupos donde alguien suele ser una especie de cabecilla a los que los demás suelen prestar más atención. Se trata igualmente de una historia de carretera. Un viaje sin rumbo fijo y huida segura. No es de extrañar que los iniciados, huidos de la policía, vean surgir nuevos iniciados.


Emilio Sola salió de las publicaciones de poesía para adentrarse en la narrativa con este libro, tal como hemos dicho, el año que llegó a Alcalá de Henares para quedarse. Tiene detrás de sí con seguridad todo un conocimiento y experiencia del mundo de La Movida, un movimiento cultural del que él llegó a formar parte en cierto modo. Era parte de esa juventud regeneradora de la sociedad, y en este libro se desprende mucho de un cierto modo de entender aquel ambiente.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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