lunes, 8 de abril de 2019

Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución Rusa

Título: Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución Rusa.
Autor: Julián Vadillo Muñoz.
Editorial: Volapük Ediciones.
Año de publicación: 2017 (1ª edición)
Género: Historia.
ISBN: 978-84-940852-8-4

En la dilatada trayectoria como historiador del Movimiento Obrero del joven doctor en Historia Julián Vadillo, ya hemos anotado por aquí muchos de sus libros, aún quedan al menos tres de ellos, hoy vamos a solventar uno de esos tres libros, el que publicara con Volapük Ediciones en 2017 con motivo del primer centenario de la Revolución Rusa de 1917. El libro se llamó Por el Pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución Rusa. Se editó en rústica con solapas, a modo de libro de bolsillo. Es un libro de Historia, aún disponible en las librerías, a modo también de ensayo y como aproximación divulgativa, por tanto: de lectura accesible a cualquier tipo de público. En 2017 se había conmemorado el aniversario del transcendental acontecimiento histórico de la Revolución Rusa de 1917 con todo tipo de publicaciones en libros, periódicos y revistas, así como en producciones audiovisuales, ya fueran reportajes, documentales o películas. Desde los puntos vista más contrarios a los puntos de vista más favorables, desde los muy críticos a los nada críticos, desde los análisis a la mera exposición de acontecimientos, hubo de todo. Volapük, editorial que ya comenté con motivo de otro libro de Vadillo, dirigida por Sergio Higuera llevaba una trayectoria de publicaciones de libros sobre Historia obrera, sobre todo libertaria, habiendo colaborado ya con Julián Vadillo en Abriendo brecha. Los inicios de la lucha de las mujeres por su emancipación. El ejemplo de Soledad Gustavo, le ofreció la posibilidad de publicar una historia poco conocida y poco estudiada, el menos a este lado de Europa, el papel del anarquismo en la Revolución Rusa, sus colaboraciones iniciales y su persecución final. 

Julián Vadillo, que ya era Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, especializado en Movimiento Obrero, había publicado ya cinco libros, todos ellos ya reseñados y comentados en estas Notas de los Cíclopes Libreros. Además, había publicado numerosos artículos en revistas, prensa y congresos tanto de España como de Francia e incluso Reino Unido. Nada menos que el prestigioso historiador Paul Preston le había invitado a hablar en la London School of Economics. Por otra parte había colaborado con la Cátedra de Memoria Histórica, también con diversas Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica y, dado su campo de estudio, había recopilado para esa fecha de 2017, numerosas copias de documentos y testimonios sobre el Movimiento Obrero en Rusia y sus relaciones con ese mismo movimiento en otros países. Así pues, cuando este libro salió adelante gracias a los intereses comunes de Sergio Higuera y de Julián Vadillo, el tema estaba en un momento ferviente. Ellos lo trabajaron ya netamente como futura publicación en 2016, por ello se pudo publicar en febrero de 2017, coincidiendo con la primera parte de la Revolución, que fue la que acabó con el zarismo para crear una República, la cual, tras una gran cantidad de problemas, desembocaría en aquel mismo y lejano 1917 en una segunda fase revolucionaria que aquí conocemos como la de Octubre (el calendario juliano y el gregoriano no coinciden), que sería la protagonizada principalmente por comunistas soviéticos, Lenin a la cabeza.
 
La cuestión es que después del triunfo de la revolución en 1917, pero sobre todo después del triunfo de la guerra civil que le sucedió entre zaristas blancos y bolcheviques rojos, tras los muy primeros años de 1920, se hizo una reescritura de las afinidades revolucionarias de los grupos participantes y una reescritura de la Historia gracias a instrumentos como la censura, la tergiversación y la propaganda por la cual se borraron las intervenciones de ideas diferentes a las comunistas bolcheviques en todo el proceso. Si bien esto comienza con el gobierno de Lenin, auxiliado por Trotski, fue Stalin quien lo llevó a su máxima expresión. La represión y la purga contra aquella izquierda que no coincidía con las líneas establecidas por el Partido Comunista de Rusia fue algo que existió. Desde 1917 a 1991, años de la existencia de la Unión Soviética, no se podía hablar de este pasado en los Estados que conformaban el Pacto de Varsovia. Si bien en el bloque Occidental de la Guerra Fría se llegó a tratar acerca de la represión y el silencio que cayó sobre los nacionalistas en la revolución, tampoco el mundo capitalista democrático o dictatorial, depende del país, habló de los anarquistas. Algo hablaron de los mencheviques, socialdemócratas, aunque poco. No es raro, durante la guerra civil sobrevenida en Rusia tras 1917 intervinieron diversas naciones que combatieron en la Primera Guerra Mundial. Ellas no estaban interesadas en el triunfo de la revolución bolchevique, pero a la vez coincidían con los bolcheviques en no estar interesados en el triunfo de ideas que sobrepasaban el mantenimiento de los Estados y sus mecanismos, como las ideas del anarquismo. Después de 1991 se llegó a hablar de esa silenciación de los nacionalistas, de los mencheviques, de los trotskistas y de los miembros del partido comunista que difirieron sobre todo con Stalin, pero nada se habló de los anarquistas rusos. Son los historiadores más interesados en la Historia obrera y los movimientos anarcosindicalistas quienes se interesaron más en mantener esa memoria con escasos medios. Julián Vadillo contribuyó intentando no sólo mantenerlo, sino difundiendo esa parte de la Historia tratando de reunirla en este libro de fácil lectura si se tiene un conocimiento básico de lo que fue la sucesión de acontecimientos en la Revolución Rusa desde la Revolución de1905 hasta los años 1920, donde la Guerra Civil Rusa acabará en 1923 dejando totalmente libre de conflicto interior grave (obviando que como tal se producía la represión) una dictadura soviética que se extenderá hasta 1991. 

La revolución rusa de 1917 había tenido preludios con descontentos y un panorama político y social agitado desde finales del siglo XIX y que en 1905 ya había tenido una revolución fracasada agitada por el descontento de la derrota militar rusa frente a Japón. En 1917 el sistema monárquico imperial del zarismo había caído con la revolución de febrero, la cual dio el salto del Imperio de súbditos a la República federal y democrática de ciudadanos. Tal República, liderada por Kerenski, tenía un carácter burgués y democratizador al estilo de las democracias de la Europa Occidental. Su problema era que ni la Rusia zarista había abandonado su idea de Rusia como Estado unido a los valores estáticos de la nobleza y la religión, ni la Rusia obrera y campesina aspiraban a una República burguesa, sino a una socialista con una idea de justicia social diferente a la de los partidos que sustentaban el sistema de Kerenski. Existían además ideales nacionalistas y diferencias profundas entre las diferentes corrientes del socialismo que existían en Rusia.

El anarquismo existía en Rusia desde sus inicios en el siglo XIX. No obstante Bakunin o Kropotkin, entre otros, eran de origen ruso. Aún más, el escritor Tolstoi, sin ser exactamente un anarquista, era reconocido como uno al tener muchas coincidencias con estos, él tenía numerosos seguidores en su manera de entender cómo debía ser la sociedad. Las vertientes pacifista y violenta del anarquismo chocaron entre sí a finales del siglo XIX y a comienzos del XX, dándose cuenta en la Revolución de 1905 que no sólo no estaban organizados de manera suficiente ni eficiente para lograr el cambio social, sino que además la violencia era contraproducente para sus propios intereses. Hubo pequeños grupos que siguieron optando por esa vía, siendo condenados por la vía pacifista, que optó por buscar sus mejores resultados en el sindicalismo y en los grupos dedicados a los problemas obreros y a la prensa que educara y fuera correa de transmisión. La represión zarista contra ellos hizo que varios tuvieran que exiliarse, como por ejemplo Emma Goldman, expandiendo así sus ideas por el resto del mundo, por ejemplo Estados Unidos de América. Ante el estallido de la Primera Guerra Mundial los anarquistas rusos tuvieron una idéntica división a la de otros movimientos socialistas en el mundo en ese momento, los que apoyaban intervenir en la guerra y los que preferían seguir manteniendo una vía pacifista, sobre todo por ser aquella una guerra en contra de los intereses de los trabajadores. De este modo llegan a la fecha de 1917, clave en la Revolución Rusa. Los hechos de la revuelta de los marinos del Kronstadt o la vía revolucionaria alternativa al bolchevismo del anarquista Néstor Majnó van a provocar una represión, un silenciamiento y una deriva hacia la dictadura bolchevique más que evidente y decisiva. Todos esos hechos, más bien silenciados en estos últimos cien años, vuelven a ser tratados en su conjunto por Vadillo.

El libro trata sobre todos estos temas, desde la aparición del anarquismo en Rusia, hasta su principal fuerza de influencia en la Revolución de 1905. Sus principales personajes, sus diferencias ideologías y toda la trayectoria que llevará a la Revolución de 1917 y la colaboración inicial, pese a las diferencias en el planteamiento revolucionario. Continúa con la Guerra Civil que se abrirá entre 1917 y 1923, donde se analizará que no sólo se terminó persiguiendo a los zaristas, si no también a los nacionalistas de los diferentes Estados y regiones que compusieron el antiguo Imperio Ruso y ahora la Unión Soviética, la persecución contra los socialdemócratas y, objeto principal del libro, contra los anarquistas. Majnó cobra en esta parte del libro una especial relevancia. La represión, persecución y prohibición quedan explicados, así como los porqués, y como el régimen soviético impuso un autoritarismo dictatorial no sólo contra las fuerzas y corrientes conservadores, sino también contra todos aquellos de izquierdas que no eran sumisos al Partido Comunista, y en tiempo de Stalin, al líder en concreto.

El libro repasa además las trayectorias de numerosos anarquistas rusos que se exiliaron y continuaron sus actividades en el exilio, como la conocida Emma Goldman, en Estados Unidos. Ellos entablaron un diálogo y una discusión sobre sus ideas y la mejor manera de ponerlas en práctica en vista de lo ocurrido en Rusia, así como advertían de los peligros del totalitarismo soviético y no sólo del capitalismo. 

Vadillo logró contextualizar todos estos hechos y, además, sacarlos del olvido, así como logró ubicar muchos nombres y acontecimientos que con el paso del tiempo habían quedado tergiversados y robados a su origen anarquista. Su estudio, profundo, lograba desmitificar algunas visiones tópicas sobre los anarquistas y desmentía su desorganización supuesta o su amor por el caos y la bomba, mitos de la propaganda soviética y capitalista, aunque no rehuía de explicar y hablar de los personajes y acontecimientos violentos de esta historia y de ponerlos en su contexto explicativo de la Historia.

Con una portada moderna y de diseño prácticamente de Arte Pop, con las columnas del Kremlin apuntando hacia abajo de una manera esquemática y colorida, este libro es un buen ensayo de Historia para comenzar a tratar un tema poco conocido y que explica perfectamente en qué se diferenciaban las dos principales corrientes de la izquierda de la primra mitad del siglo XX, la comunista y la anarquista, y una de las bases de porqué y cómo chocaron más allá de los discursos y argumentos.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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