lunes, 22 de julio de 2019

Los sonetos del Quijote

Título: Los sonetos del Quijote
Autores: Francisco Peña y Manuel Vegas. 
Editorial: Amargord Ediciones.
Año de publicación: 2008 (1ª edición; prólogo de Luis Alberto de Cuenca).
Colección: Poesía. 
Nº de volumen en la colección: 32.
Género: Poesía, Ilustración.
ISBN: 978-84-92560-00-4

El Quijote de Cervantes ha motivado innumerables otras obras y comentarios a lo largo del tiempo. Si nos ceñimos a las obras literarias, en Alcalá de Henares quizá se ha creado y editado uno de los libros más notorios de los últimos años en torno a esa obra, aunque lamentablemente haya quedado circunscrito prácticamente a esta ciudad. Pero era una obra tan notoria que hasta el catedrático de la Lengua, responsable de la Biblioteca Nacional y consagrado poeta Luis Alberto de Cuenca le dio prólogo. Fue publicado en 2008 por Amargord Ediciones. Tenía dos autores alcalaínos por transcurso de su vida, Francisco Peña y Manuel Vegas. Se trataba de un libro de poemas llamado Los sonetos del Quijote. Fue editado en cartoné (esto es: tapa dura), en un formato casi cuadrángular, para portar fácilmente en la mano a pesar de ser amplio en dimensiones. Tenía un papel de muy buena calidad, un diseño cuidado entre la forma de editar los clásicos a mediados del siglo XX y la modernidad del siglo XXI y una gran cantidad de ilustraciones provenientes del Banco de Imágenes del Quijote: 1605-1905, del Centro de Estudios Cervantinos, las cuales habían sido seleccionadas por José Manuel Lucía Megías. Ese mismo Centro de Estudios Cervantinos, Non Stop-Patricio Rabuffetti y Pequeños Habitantes-Sandra M. Dustet apadrinaban este libro con su colaboración.

Como se podrá suponer, el libro es un conjunto de sonetos inspirados en El Quijote, que lo van recorriendo y volviéndolo a cotar a su manera, con escenas escogidas esenciales. Las ilustraciones son completas o fragmentos de diversos autores a lo largo de los años 1605 a 1905, con lo que aparte de ser un libro de poesía es también todo un documento a modo de pequeña muestra de la riqueza pictórica que ha generado la obra de Cervantes para ser ilustrada. Además, que el libro saliera en 2008 no es casual, si bien es un pequeño retraso respecto al 2005, cuatrocientos aniversario de la publicación de la primera parte. 

El Quijote ha generado algo muy común en la mercadotecnia promocional de la industria cultural de los siglos XX y XXI, aunque la obra de Cervantes lleva haciéndolo desde su aparición. Me refiero a la aparición de otros productos artísticos y comerciales derivados o cruzados de o con la obra original. Pinturas, grabados, óperas, musicales, sinfonías, dibujos animados, películas, series televisivas, ropas, disfraces, cómics, teatro, programas radiofónicos, novelas, ensayos, discursos políticos, juguetes, animaciones informáticas, canciones, esculturas, etiquetas de vinos, gastronomías inspiradas en él y un largo etcétera, y no sólo del Quijote como personajes, sino incluso de cualquiera de sus personajes o de sus pasajes. Este libro de sonetos es producto de ello mismo, sólo que en este caso se lo dedican dos autores de la ciudad natal de Cervantes.

A Juan Francisco Peña (1952) ya le presentamos en estas notas con su libro Cervantes y la libertad de las mujeres (2018). A aquello que se anotó entonces añadiremos ahora que ha editado la Obra completa de Francisco Nieva (2007), dado que su obra teatral fue el principal motivo de su tesis doctoral, pero también ha editado Don Juan Tenorio, La conjuración de Venecia y Don Álvaro. Además ha comentado las ediciones de Las cien mejores poesías y Antología del 27. Con esos comentarios se adentró en la poesía y llegó a publicar su primer poemario, Hojas de insomnio (2007). Con esto se completa un poco más la biografía de este profesor de instituto de educación secundaria en Alcalá.

El otro autor, Manuel Vegas, nació en 1928, en Madrid. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense. Es periodista, escritor y guionista de cine y televisión. Hace recitales de poesía, también la escribe. Ha formado parte de varios grupos poéticos y literarios. Tiene cerca de cien premios literarios y diversas colaboraciones en revistas, radios y televisiones de Hispanoamérica y España. De entre sus muchos libros, se pueden citar: Mi cuarto de jugar (1953), Sonetos de mi alberca (1956), Poemas de un maestro llamado don Pablo (1963), Dos cartas y poco más (1970), Canciones del amor que duele (1991) y Toros (2000, que era una carpeta con dibujos de José Herreros).

Los sonetistas son de entre los poetas personas de mucho ingenio, pues un soneto creado con sus estrictas normas requiere de conocimiento amplio de vocabulario y gran capacidad para crear asociaciones de ideas ajustadas a una métrica casi pensada para el amor y el romance, pero que, como nos han demostrado personas como Quevedo, por ejemplo, sirve para prácticamente todo, incluida la sátira. En este caso, los sonetos son prácticamente glosas del Quijote, como si fueran aportaciones a pie de página o en los laterales de las hojas.

Cada soneto se haya en una página que se haya acompañada por la siguiente página con una ilustración de las citadas y que le viene al caso. Todos los sonetos están titulados. Antes de de comenzar contienen una pequeña explicación que ubica al mismo en la parte de la novela al que hace referencia, así como qué le sucedía a Quijote, u otro personaje, para que se entienda de donde viene cada dedicación de cada soneto. El libro además se dispone en dos partes, ajustándose a las dos partes de El Quijote, aunque este homenaje es más breve en extensión.

Ahora bien, no todo son sonetos. Entre los pasajes escogidos algunos inspiraron unos pocos poemas que también siguieron composiciones clásicas propias del siglo XVI. Se puede ver en dos poemas correspondientes al prólogo, uno sobre el pasaje de los galeotes y su liberación (la poesía se libera del corsé del soneto justo cuando los galeotes son liberados por Quijote) y en el poema correspondiente al final, donde Quijote muere.

Los dos autores se ciñen tan bien y tan ajustadamente a su propuesta común, que casi no se distingue el estilo de cada uno, lo hacen idéntico, como si hubieran asumido e interiorizado el espíritu que les movió a escribir esta obra. Cada poema viene firmado por quién lo compuso, pero es probable que esta obra requiriera de muchas horas y días de estudio y recomposión y de mucha conversación y pasión entre ambos autores, que, posiblemente por diferencia de edad, se intuye que se deben tener un aprecio y admiración mutuos, aparte de una amistad. Quizá, eso sí, Manuel Vegas opta por introducir unos matices de poesía narrativa más marcados que Manuel Vegas, que se ciñe más a un soneto más interior y más de símil y metáfora, aunque también tenga algo de poema narrativo, por fuerza de la temática del libro que, como ya he dicho, se podría entender como unas glosas muy particulares a la obra de Cervantes.

Los dos autores optan por un vocabulario sencillo y habitual, pero no renuncian a introducir escondrijos con símiles y juegos de palabras, metáforas y otras cuestiones, para que saboreen los sonetos sobre todo quienes conozcan la obra de Cervantes. Sirva de ejemplo la batalla entre Quijote y el bachiller Sansón Carrasco transformado en el Caballero de los Espejos cuando se lo juega todo a una, en un combate, para intentar derrotar a Quijote y obligarle a volver a su casa y abandonar la vida de caballero andante, tan irreal como paradójica y cómicamente real. El poema es de Francisco Peña.

"Los espejos del bosque, caballero,
tornaron a Casilda en triste viento.
Cabalgó Rocinante, y fue su intento
de todos los galopes el primero.

¡Nunca se vio caballo tan ligero
y nunca don Quijote un juramento
impuso con tal gracia y valimiento
salvando a Dulcinea con su acero!

Es la historia, batalla de manchegos
que funden ilusiones y aparejos
con celadas y yelmos andariegos.

Del bosque y el carrasco los espejos
quebraron sus cristales y juegos.
¡Crisol de realidades y reflejos!"

Con esto, queda por comentada esta obra, que, como he dicho, quizá sea la obra reciente más destacable en torno al Quijote en cuanto a obra literaria, pero apenas tuvo difusión.

Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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