jueves, 18 de julio de 2019

Zen

Título: Zen
Autor: Daniel Ortiz. 
Editorial: Domiduca Libreros. 
Año de publicación: 2017. (1ª edición; introducción de Dolores Romero López.)
Género: Poesía.  
ISBN: 978-84-946857-0-5

Daniel Ortiz es uno de los poetas nacidos en torno a finales de los años 1990. Lo que no me queda claro del todo es que sea uno de los autores jóvenes de Alcalá de Henares. Sus estudios los realizó sobre Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. Así pues no se le puede relacionar por estudios. No sabría decir si vivió o vive en Alcalá, aunque tengo la impresión de que es de Madrid. A los 16 años escribió su primer poema, participó en diferentes concursos literarios y tres de sus poemas fueron publicados en tres poemarios diferentes. Siguió publicando poemas y relatos en una bitácora personal (blog) llamada Desengaño y olvido, difícil de localizar en la red hoy día, al menos a mí me cuesta. Ya que no le conozco en persona, me fue más fácil localizarle a través de una red social, Twitter, donde veo que está activo y escribiendo artículos sobre conciertos. Como sea, en 2017 surge el nexo de unión con Alcalá de Henares. Publicó su primer poemario a través de la editorial que también es la Librería Domiduca, como aquí ya se ha anotado otras veces.  El libro se llamaba Zen. Así pues, su primer poemario se da a conocer en esta editorial, en esta ciudad y se circunscribe a la misma, aunque él haya movido el libro por otros lugares y haya sido incluso entrevistado en uin programa de radio.

No deja de resultarme curioso que siendo una persona tan joven, y por tanto criado y adaptado a la exposición a las nuevas tecnologías, sea hasta la fecha el autor que me ha resultado más conflictivo a la hora de saber sobre él. No obstante, la cubierta de Zen, en tonos blancos y grises azulados como de relajante relax, muestra a un chico de espaldas ocultando un ramo de flores frente al oso y el madroño de la Plaza del Sol de Madrid, en la contraportada una chica de espaldas está frente a él, junto a un poema. Ellos dos se mirarían entre sí, pero nosotros sólo vemos sus espaldas, entre ellos hay multitud de poemas en las páginas interiores. Ante este diseño tan sencillo como sugerente, surge una sospecha de que reafirma el origen madrileño del autor.

El libro cuenta con una introducción escrita por Dolores Romero López y un epílogo escrito por el propio Daniel Ortiz, a modo casi de cuento previo a unos poemas finales. Son un total de treinta y tres poemas repartidos en tres partes, "Del amor al adiós hay un paso", "17 meses y 26 días" y "Epílogo". En cada separación de cada parte aparecen unas hojas grises con textos de autores y músicos que vienen al caso del propósito de cada parte, como Hemingway, Lori Meyers o Miss Caffeina.

Daniel Ortiz escribe estos versos en sus años universitarios descubriendo el amor y el desamor. Dentro de esa clave establece un diálogo consigo mismo donde tiene cabida la referencia a la música, o al menos a las letras de las canciones, y da tintes que desenvuelven los sentimientos de soledad o de desesperación o de amor o de lo que quepa en cada estado emocional de lo que es el amor adolescente. El deseo de que no se vaya el tiempo vivido en el enamoramiento, el deseo de ser correspondido, el deseo de la certidumbre frente a la incertidumbre, el deseo y la inseguridad, el deseo alborotando el alma en positivo y en negativo ante las múltiples aristas de inestabilidad en los amores jóvenes y primerizos, donde todo está por experimentar y aprender, el deseo es lo que mueve este poemario. El deseo en sus múltiples caras dentro del amor. Pero dentro de eso también hay desilusión, una profunda desilusión.

Una mirada, una caricia entre jadeos,
extintas entre sudor y lujuria.

Una despedida interminable, 
prolongar el último beso.
Los nervios de una primera cita.

Domingos de ti, película y manta,
y el frío del invierno llamando a tu ventana.

Lo inmortal, lo eterno, lo estable.
Una sonrisa que basta para enamorarse.
Esto es todo cuanto soy.

Algo común, imperfecto, diferente.
Esto es todo cuanto soy.
Uno más con un corazón inerte.

El poemario cuenta con una métrica bien cuidada, una estructura evolutiva de la sucesión de poemas también acordes a una intencionalidad y musicalidad. Algunos poemas podrían ser cantados fácilmente en los nuevos estilos musicales de la música popular.

Decidí tentar de nuevo
a una suerte siempre hostil.

Sólo golpes recibí
por querer ganar el juego.
(...)

La musicalidad está bien estudiada. Son versos bien estudiados, incluidas las repeticiones de palabras en lugares que dan tiempos de lectura suficientes para crear casi la melodía en tu garganta. hay un elemento que se repite a lo largo de los poemas, que es las explosiones de contrastes en las expresiones que usa en un mismo verso, partiéndolo por la mitad entre una afirmación y a continuación otra que la hace rotunda o la derriba por completo. Es, además, un poemario lleno de imágenes de hoy día. Es algo fresco y joven. Con cierta vitalidad. Muy apto para los que gustan de la poesía de amor y desamor, pero no gustan de lo empalagoso, facilón y cursi, afectado por todas partes de sobredimensión del amor. Este poemario está en su justa medida rebosando de sentimiento, pero de una manera que no nos resulta literatura de la que alejarse. Puede ser un buen comienzo al que aún le falta madurar en otros aspectos, pero ya es una buena piedra para un buen pilar.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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