ISBN: 978-84-09-37940-8
César Sobrón, ya presentado en estas notas, nació en 1958. Se ha interesado por la música más étnica y de raíces, por lo que suele acompañar sus recitales de poesía con sonidos de instrumentos vascos, centroeuropeos, asiáticos, africanos y de otros lugares. Así mismo ha solido buscar la musicalidad en sus poemas. Como ya se ha anotado sobre él, también ha escrito prosa, pero fundamentalmente tiene una obra poética. Comenzó a adentrarse en las cuestiones artísticas en 1972, aunque no publicó su primer libro, Retazos andaluces, hasta 1986.
Este libro que anotamos hoy se llama En la fusión de dos mundos impares, cuya creación es de 1990, aunque por el texto de algún poema podríamos pensar que, por contexto histórico, algún poema fuera de 1991. El proceso de composición, en todo caso posiblemente comenzó dos años antes, en torno a 1988, pues la obra es en realidad una compilación de poemas de amor a María Eugenia Heras, Ieni, su pareja, a la que conoció precisamente dos años antes de crear esta obra. Así lo explica y lo deja traslucir en la obra, pero es explícitamente mencionado en el antepenúltimo poema.
Se trata de un extensísimo poemario de más de doscientos poemas breves acompañados de ilustraciones de Zia Mei, nacida en León en 1973, también es una dinamizadora de eventos culturales en Alcalá y ha intervenido en muchos libros complutenses recientes. Animado por Ieni a publicar estos poemas en 2022, César Sobrón invitó a Zia Mei a participar. No era la primera vez que colaboraban. Después de ilustrar Cuentos al canto del gallo (2014) de Consuelo Giménez, aportó ilustraciones para varias publicaciones y carteles hasta que el siguiente libro que ilustró solo ella fue Relatos impresionistas, de César Sobrón. Posteriormente ilustraría Rota, de Mariam González, y participaría con más ilustradores de una edición ilustrada del Romancero gitano, de Federico García Lorca.
En este caso, los coloridos dibujos de Zia Mei quedan acotados a uno solo en color, justo en la portada de la cubierta, donde sobre fondo blanco vemos un pozo por el cual una cornucopia lanza sus bienes frutales a un pozo sujeto por una polea que tiene al otro extremo otro pozo sujeto por otra polea y por donde sale una especie de detritus que bien podría ser una defecación como humus para que vuelva el proceso de la vida. Si se le da la vuelta al libro la posición de las bocas del pozo es válida también para que la boca de abajo sea la de arriba y al revés. Es un resumen de visión de dos mundos impares, o sea diferentes, que se fusionan y se necesitan para poder continuar y completar la vida. Es también la ilustración y tema de un poema, y es un resumen poéticamente estético de la idea el libro, la vida que crea vida mediante a través de ser elementos complementarios.
En la contraportada aparece un breve comentario de Ieni Heras, mientras que el prólogo queda reservado para María Jesús Montemayor. El libro fue sacado adelante y publicado por el propio César Sobrón. Como se ha dicho es un libro muy extenso, con un muy elevado número de poemas, lo que hace que a veces haya que tomar descansos, salpicados algunos de ilustraciones en blanco y negro de Zia Mei. Entre ellas el preciosismo de que las páginas pares e impares tengan maquetaciones de página y encabezados diferentes, pero iguales entre sus iguales. Siendo además que la paginación par cae en la parte superior acompañada de un pescado, mientras que la impar cae en la parte inferior acompañada de un pájaro. Solo hacia la última página pescado y pájaro se juntan. Es por tanto un libro cuidado, preciosista en el detalle estético que, por otra parte, también maquetó Zia Mei, con lo que jugaba la ventaja de tener una visión total de lo que quería hacer entre ilustraciones y acabados de maquetación. Todas las ilustraciones están en líneas claras, prácticamente no hay ninguna con sombreados. Siguen un estilo conceptual en línea con los poemas que ella elige ilustrar, aporta Zia Mei una visión surrealista a la obra, visión muy personal suya, pues César Sobrón no es un autor que recurre al surrealismo, suele ser muy directo y centrado en ideas concretas. Valga por destacar los cuerpos de mujer y hombre cuyo interior son carreteras con rotondas, las cabezas tuertas que han lanzado sus ojos al aire, dos serpientes mordiéndose mutuamente la cola en forma de corazón, un león con pata de cabra y cola de dragón, formas surrealistas, innumerables hojas con entramados interiores que nos recuerdan un poco el arte islámico, entre otras muchas imaginaciones siempre fecundamente imaginativas. Es una combinación de estilos, uno desde las letras, otro desde la ilustración, que hace honor al título, En la fusión de dos mundos impares.
César Sobrón es un autor que tiende a la poesía sencilla. Simplifica los recursos a un texto claro desde el que lanzar ideas que conforman toda una visión de la vida, una forma de vida. Básicamente esa idea consiste en el amor al otro, en el amor de pareja como motor, en el respeto al otro sin que el amor implique que una de los partes se vea sometida o dependiente al extremo de la otra, en la diferencia que nos complementa y nos completa cuando nos respetamos, en la belleza de lo sencillo como secreto de la vida, la humildad, la generosidad y el apoyo sin nada a cambio, aunque se reciba complementariedad. Todo esto, en este poemario concreto, lo centra evidentemente a su amor por Ieni. Prácticamente nos narra su relación con Ieni en un lapso de tiempo que puede ser esos dos años. Incluye incluso una referencia a un embarazo de Ieni. La pareja real tiene dos hijas. Estos poemas probablemente fueron creados como pequeñas composiciones de César para ella en principio dentro del desarrollo de sus vidas privadas, por lo que su aparición en libro es lo que hace que sean una compilación, y como tal casi sirven también de relato de esa historia de amor. No falta en el poemario algún poema donde parece que hubiera alguna crisis cuando se habla de la tristeza de Ieni que César poeta desea solucionar. De ese modo este libro nos abre las puertas a su intimidad, hablamos de la intimidad más emocional de su enamoramiento, aunque aparece algún poema ligeramente erótico o que trata el tema erótico desde una visión de amor muy sentimental incluso tratando un asunto carnal. Evidentemente lo carnal y lo sentimental son dos partes de lo mismo en un amor verdadero entre dos personas.
No es la única temática del libro. El amor entre ellos es fundamental como tema central, se trata desde varias situaciones emocionales, siempre con cierta veneración de él por ella, pero no es la única temática. Unos pocos poemas pondrán el contexto histórico de su tiempo de escritura. Apuntan directamente a un panorama bélico ante el que César Sobrón se declara abiertamente contrario. Se trata de la Primera Guerra de Irak, también conocida como Guerra del Golfo Pérsico y Crisis del Golfo Pérsico, que se produjo entre 1990 y 1991 tras invadir Irak al pequeño Estado de Kuwait en busca de una salida al mar y ampliar sus ya enormes reservas de petróleo. Esta guerra movilizó a Estados Unidos en favor de Kuwait y por esa misma movilización a sus aliados de la OTAN y la SEATO. Un año antes, en 1989, había caído el Muro de Berlín y a lo largo de 1990-1991 el Pacto de Varsovia estaba en descomposición. La propia Unión Soviética desaparecería en los últimos meses de 1991, pero entre los avisos y preparativos de guerra en 1990 y la guerra en sí centrada en los primeros meses de 1991, la Unión Soviética llegó a amagar con intervenir a favor e Irak, cosa que no hizo por lo evidente de su propia situación interior. Era el final de la Guerra Fría. Aquella guerra de 1990-1991 fue la primera en la que España participaba internacionalmente en muchas décadas, a la vez que era la primera que contaba con una gran cobertura mediática casi en directo y con modernas armas de precisión. Fue además un desastre ecológico de enormes dimensiones. Los bombardeos nocturnos se retransmitían en los telediarios para gran escándalo de una época en la que nunca se había visto antes una guerra en directo, en el mismo momento. Hubo movilizaciones contra la guerra y estos poemas en el poemario de Sobrón evidentemente responden a ese momento de gran tensión internacional. Tienen un carácter pacifista y de denuncia contra los que promueven las guerras y contra sus intereses, siendo la vida el mayor bien posible. Tiene en cierto modo un dedo acusador a Estados Unidos, protagonista de esos bombardeos y con intereses en el petróleo iraquí. No olvidemos que esta guerra empalmará en el futuro con la Segunda Guerra de Irak iniciada en 2003 como derivación de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Como sea, algunos de estos poemas hacen pensar que la composición del libro no acabó en 1990, sino en 1991. Pone al libro de actualidad y atemporal, no solo por el amor siempre actual y atemporal de César e Ieni, y el amor mismo en sí como atemporal y actual, sino también como denuncia de todas las guerras, como algo contrario a la vida, por tanto al amor. César en ese sentido no mencionó explícitamente el conflicto de Irak ni a ninguno de sus protagonistas, aunque se hace evidente si se piensa en su contexto, por ello mismo en una situación de hoy día en la que la Federación Rusa ha invadido Ucrania y el mundo anda lanzando acusaciones y advertencias de guerra internacional como en aquellos días, el poemario en esta parte es un poemario de actualidad.
(…)
Sufrimiento innecesario.
Obstinación obstinada.
Destructura destrucción.
(…)
Dice en uno de esos poemas contra la guerra. Uno, por otra parte, de los más largos del libro que la propia Zia Mei, captando la esencia del contexto y la actualidad del momento, ilustró a doble página con un águila con las alas extendidas. El águila calva es el animal símbolo de Estados Unidos, y en la Rusia actual un águila bicéfala es el suyo.
La sencillez de César busca su acomodo en las reiteraciones diversas. Abundan en él los paralelismos entre versos, las anáforas, las aliteraciones, las enumeraciones, la repetición de comparaciones y metáforas, etcétera.
Azul es la tinta que recorre
la blancura de tu piel.
Azul es la porcelana
que envuelve la blancura de tu piel.
Tinta para diluir
las dudas y sus abismos.
Cielos para construir
realidades y paraísos.
A menudo esto hace que muchos de los poemas parezcan breves reflexiones muy al estilo de las que escriben a modo de poemas muchas y muchos poetas muy jóvenes en las redes sociales de unos pocos años a esta parte. Alguno de los poemas se aproximan a una especie de haiku japonés, lo que no es de extrañar, pues César Sobrón también ha trabajado estos poemas orientales en otros poemarios, alguno de ellos quizá de composición coetánea a estos poemas.
Solo me siento
y me siento solo,
y mi soledad me hiere.
En este ejemplo no contendría la asimetría donde los japoneses encuentran la perfección y belleza, pero sí condensa el ejemplo de reflexión casi al estilo oriental que César parece trabajar en ocasiones.
La libertad es otro de los temas que flota entre todos los poemas, en ocasiones, pocas, parece que se colaran referencias a algunas ideas ya lanzadas por Miguel Hernández y cantadas por Joan Manuel Serrat, aunque con giros considerables.
Para tu vientre
Tengo reservados los mejores bailes
Los ritmos calientes
El primer verso sin duda nos recuerda aquel de “salvo tu vientre”, donde Hernández escribía a la vida centrándose en la vida que su esposa gestaba de su acto de amor.
El poemario está escrito siempre lejos del conflicto, desde una visión muy positivista. Sobrón escribe su visión de la vida, a veces pareciera hacer recomendaciones sobre la vida al lector, en torno a vivirla en el momento y con amor, sin otro agobio, pero prácticamente queda resumido en el siguiente poema:
Ieni llena.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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