sábado, 5 de noviembre de 2022

Muqtabis (El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus)

Título: El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus (Muqtabis), también conocido como Anales palatinos del Califato de Córdoba y como La corte del Califa. Cuatro años en la Córdoba de los Omeyas.
Autor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Editor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Año de publicación: Entre alrededor de 1030 y 1058 (1ª edición en al-Ándalus).
Género: Crónica; Historia.
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Título: La primera década del reinado de Al-Hakam I, según el Muqtabis II, 1 de Ben Hayyán e Córdoba [m. 469 h/1076 J.C.] (Muqtabis).
Autor: Ibn Hayyan (Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi).
Editor: Real Academia de la Historia.
Año de publicación: 2003 (1ª edición, edición de Joaquín Vallvé y Francisco Ruiz Girela)
Colección: Minor.
Nº de volumen en la colección: [sin número]
Género: Crónica; Historia.
ISBN: 9788495983176




Ya hemos anotado las crónicas iniciales musulmanas que se hacían eco de los Montes del Zulema en la antigua Compluto, en Alcalá de Henares, en cuanto a la llegada de Tariq en 711 y la leyenda de que allí encontró y escondió la Mesa de Salomón, en el camino entre Toledo y Zaragoza en uno de esos montes, que por esconder aquel altar del Templo de Salomón, recibió el nombre de Monte de Zulema (Monte de Salomón, Monte de Suleimán). Lo vimos primero en el siglo X con los cronistas padre e hijo al-Razhi, con Ibn al-Qutiyya (descendiente de Witiza) y ya en el siglo XI en los anónimos que redactaron la colección de tradiciones orales y escritas Ajbar Machmúa. En todos ellos no se había mencionado aún la existencia de un castillo musulmán, aunque cuando fueron escritos ya existía. Ellos se referían a una época de conquista, el siglo VIII, donde aún no estaría construido. Será la oba y el autor que comentamos hoy el que dará el dato de cuando se creó.

La aparición de la mención de la existencia de un castillo se produjo en una obra coetánea a la Ajbar machmúa, o en otras palabras: escrita al final del Califato de Córdoba y el comienzo de los primeros Reinos de Taifas, en medio de lo que fue el golpe de Estado del hizo de Almanzor que en 1032 finiquitó el Califato de Córdoba, en parte con tropas bereberes sacados del acuartelamiento fortificado (qun) de Alcalá de Henares, el periodo de guerra civil que abrió, la fundación de los dichos reinos y una serie de guerras entre ellos y de otra guerra civil en el que fue el más importante. Todo ello precedido en las décadas del final del Califato de Córdoba de una rebelión de cientos de nobles musulmanes en Toledo, de una gran represión de muchas decenas de ahorcamientos, de revueltas por conflictos étnicos entre bereberes y árabes, conspiraciones palaciegas de grandes dimensiones, aquel gobierno de Almanzor que hoy entenderíamos como golpe de Estado y dictadura imponiendo su voluntad al Califa y con su política altamente agresiva contra los cristianos, etcétera. Todo eso se arrastró en los primeros Reinos de Taifas. Es en ese contexto, repetimos los cíclopes en estas notas, que coetáneamente aparece la obra que nombra la existencia de un castillo en Alcalá de Henares. 

Se trata de la crónica histórica publicada en siete volúmenes divididos en diez tomos llamada El que toma la candela ajena acerca de la Historia de los hombres de Al-Andalus, cuyo nombre original en árabe es Muqtabis, cuyas primeras partes precedentes se llamaban La gran Historia (al- Ta´rij al-Kabir) y Lo sólido (al-Matin). Su autor era Abu Marwán Hayyán Ibn Jálaf Ibn Husáin Ibn Hayyán al-Qurtubi, conocido comúnmente como Ibn Hayyan. Su obra comenzaría a publicarse tal vez entre el final del Califato de Córdoba o bien justo en los tiempos de guerra civil del comienzo de los Reinos de Taifas, esto es en torno al año 1030 cristiano, recordando siempre que el Califato de Córdoba quedó liquidado en 1032, como ya se había anotado. Sea como sea, ignorando cuándo apareció el primer volumen, el segundo volumen sí se sabe que se publicó en 1039, y el último de los volúmenes en 1058, en un nuevo periodo de guerras civiles y entre Taifas que en unas décadas haría que los propios gobernantes de las Taifas, en petición de ayuda contra otros de ellos, pidieran la intervención del Imperio Almorávide, africano, gobernado por Yusuf Ibn Tasufin, que en esos momentos aplicaba con rotundidad la ley islámica y era más intransigente, centralista y menos laxo con las cuestiones morales y religiosas que lo que había evolucionado la gente de al-Ándalus. Estos intervendrán e invadirán la península Ibérica en 1086, acabando con los primeros Reinos de Taifas, invadiendo reinos cristianos, hasta que estos frenan a este imperio y este comienza a ver con buenos ojos el nivel culturas y social de al-Ándalus, se relaja, vuelve la división en nuevos Reinos de Taifas, de nuevo las guerras entre ellos y más adelantado en el tiempo, otra invasión africana con el Imperio Almohade, que caerá en la misma espiral evolutiva que el Almorávide. Como sea, esa época será también la de El Cid Campeador, que en esas épocas de 1070 a 1080 llegará a saquear la ribera del Henares y a asaltar el castillo de Alcalá de Henares, cosa que se narra en otra obra que ya vimos, El Cantar de Mío Cid, escrito siglos después, en el XIII. 

Pensemos que en 1085 el Rey de Castilla, Alfonso VII, tomó la ciudad de Toledo, como una isla cristiana en medio del territorio musulmán y por ello tomó brevemente Alcalá de Henares. En esos acontecimientos se enmarcar tanto las razias de El Cid en estos lugares camino de Guadalajara, como la llegada del Imperio Almorávide en 1086, que recuperaron Toledo y Alcalá de Henares, entre otros lugares. La ciudad ya no sería de nuevo reconquistada por los cristianos hasta 1118, tras establecer frente al castillo musulmán construido en piedra y ladrillo un castillete de madera en la colina de enfrente, Malvecino, llamada así porque entre esa colina y la del Ecce Homo donde estaba el castillo musulmán se estableció la línea de frente varios años, y los enfrentamientos entre unos y otros fueron constantes. Fue Bernardo de Sedirac, tras emitir el Para una bula de cruzada para recuperar el Burgo de San Justo (San Yuste, esto es: la antigua Compluto, Alcalá de Henares), recibió ayuda hasta de arqueros ingleses y jinetes franceses, aparte de tropa castellanas. Los arqueólogos e historiadores López Marcos, Manuel María Presas, Elena Serrano Herrero y Mar Torra Pérez  hablaron de esto en la obra La fortaleza de Qal’at ‘Abd as-Salam. La recuperación de una dignidad perdida (Alcalá de Henares, Madrid). Allí dejan constancia además de tiros de catapulta certeros contra los muros y torres musulmanas, un terreno arcilloso que se degradaba y tiraba torres y murallas, así como un amuleto musulmán colocado entre los muros que no les sirvió a última hora en 1118.

Sea como sea, el último volumen no fue redescubierto y editado traducido por Francisco Cordera hasta el siglo XIX, en 1888, que fue encontrado en una biblioteca de Constantinopla, por entonces y actualmente: Estambul, en Turquía. En 1891 lo editó de manera crítica la Real Academia de la Historia, en una edición a cargo de Emilio García Gómez, que lo tituló Anales palatinos del Califato de Córdoba. Y en 2019 Eduardo Manzano Moreno volvió a publicarlo de manera crítica, pero con el nombre de nuevo cambiado a La corte del Califa. Cuatro años en la Córdoba de los Omeyas. Aunque la edición que más se encuentra disponible ahora mismo en librerías es solo la correspondiente al volumen II, publicada en 2003 y llamada La primera década del reinado de Al-Hakam I, según el Muqtabis II, 1 de Ben Hayyán e Córdoba [m. 469 h/1076 J.C.], editada por la Real Academia de la Historia, en edición a cargo de Joaquín Vallvé y Francisco Ruiz Girela, y cuya portada muestra la página inicial del original conservado.

La obra se conserva solo en partes, o al menos solo se han encontrado a fecha de hoy algunas partes. Se divide del siguiente modo: Muqtabis II sobre los reinados de los emires de Córdoba Al-Hákam I, Abderramán II y Muhammad I (796-881); Muqtabis III, sobre el reinado del emir de Córdoba Abd Allah (888-912); Muqtabis V, sobre el paso del Emirato al Califato por el califa Abderramán III (912-942); y la Muqtabis VII, fragmento conservado sobre el califato de Alhakén II (971-975), pues no obstante Ibn Hayyan fue un funcionario con un cargo de alta importancia de la dinastía de descendientes derivada de este califa, aparte de ser paradójicamente  hijo de otro funcionario de relevancia al servicio de Almanzor. Paradójicamente también por este otro hecho porque Ibn Hayyan será un férreo defensor del gobierno de la dinastía Omeya, de la centralización del poder, de la unidad territorial y de la existencia del Califato de Córdoba, pero precisamente Almanzor había debilitado el poder del Califa, y será su hijo, como ya se ha dicho, quien finiquitará el califato, provocará una guerra civil y comenzarán los primeros Reinos de Taifas, divididos entre sí. Puede ser precisamente por todo esto que Ibn Hayyan comienza su obra justo en el final del califato y la sigue durante las Taifas, probablemente como elemento interpretativo de la Historia de al-Ándalus a modo de propaganda política para fomentar el regreso a una unidad ya perdida, del mismo modo que muchos cronistas cristianos escribían en esa época sus crónicas para fomentar la Reconquista, que por detrás tenía en sí la acumulación de tierras, vasallos y rentas por parte de nobles, Iglesia y órdenes religiosas militares.

Ibn Hayyan había nacido en Córdoba en 987, por lo que llegó a conocer la interpretación de gobierno con mano férrea de Almanzor, así como los grandes conflictos internos posteriores a él. Morirá en 1075, también en Córdoba, con Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, ya campeando, a diez años de que Alfonso VII tome Alcalá y Toledo, aunque después se pierda, y a once de la invasión del Imperio Almorávide. Tenía 88 años cuando se produjo el fallecimiento, su prestigio de historiador se había acrecentado también por ese hecho de ancianidad y conocimiento personal de acontecimientos que fueron vitales para el fin del Califato. Él fue fundamentalmente historiador y escribió varias obras muy difundidas. De hecho, después de al-Razhi padre es uno de los autores más citados de su tiempo y de siglos posteriores. Él escribió intentando acogerse más a interpretaciones menos de leyenda, se aproximó a lo que sería consultar las fuentes escritas. En ese sentido Ibn Hayyan reconocía usar a los dos al-Razhi como referencias, así como otros autores, de ahí que su obra dijera en su título que toma la candela ajena acerca de la Historia, o sea: arroja luz al pasado, pero usando las informaciones de cronistas anterioes como fuentes en las que informarse.

Fundamentalmente su obra viene a defender la dinastía Omeya, la unidad, el centralismo y la acumulación del poder, como se ha dicho. Destaca en él que, quizá por vivirlo, dejó una de las crónicas más detalladas de la descomposición política, social y en todos los sentidos del Califato de Córdoba, a la que carga las culpas sobre todo en las conspiraciones de Estado, las insubordinaciones, las rebeliones, la dureza de las condenas contra los culpables con ausencia de amnistías, lo que provocaba un aumento del rechazo al califato, y en consecuencia: la división total de la sociedad, no solo entre los aspirantes al poder con sus propios intereses personales de gobierno.

Su mención a Alcalá de Henares ya aparece como una referencia a que a este municipio se le conocía como hisn, traducido al castellano: castillejo, que suele corresponderse en otros lugares con la existencia de un castillo pequeño o torre albarrana (lo que sería una atalaya o torre vigía). Esto vendría a reforzar la idea de Alcalá de Henares como lugar de importancia para las comunicaciones de al-Ándalus entre la parte sur y la norte de la península, entre Toledo y Zaragoza, o pensando en grande: entre Córdoba y Mérida con Zaragoza y en dirección a la actual Cataluña, casi a las puertas de Barcelona en aquellos años, que estaba tal lugar en manos cristianas. Habla también de un qun, un acuartelamiento, lo que hace pensar en tropa con vida dentro de un amurallamiento, no necesariamente permanente, pero sí da pistas de un lugar protegido militarmente donde podía acuartelarse tropa, tal vez dar protección a población civil. Se piensa en las murallas del valle, con origen musulmán y que en breve se harán cristianas y más allá, parte fundamental del complejo fortificado del Palacio Arzobispal posterior. Aunque se podría pensar que tal vez en un primer momento el lugar podría conocerse como Hisn, lo cierto es que le da por nombre propio el de al-Qul'aya, que traducido literalmente significa El Castillejo. Dados los restos arqueológicos que nos han quedado, y los textos, grabados y fotos de él a lo largo de los siglos posteriores, hemos de afirmar que se trataría de un lugar fortificado con murallas y torres, a modo de castillejo (entendido como lugar fortificado) y que en plena actividad arqueológica más actual, desde 2009 y con la campaña de 2020, sabemos que era más grande y con más capacidades de lo que hasta entonces se creía, a pesar de haber sido usado como polvorín en el siglo XIX. También es cierto que se sabe que fue reconstruido y reforzado varias veces por los propios musulmanes en su época de actividad militar durante la Reconquista, ya por desplomes en ataques o por la erosión del terreno. Sabemos, por ejemplo, que antes de su toma en 1085 por parte de Alfonso VII de Castilla, en 1062 ya había sufrido el asedio de las tropas castellanas lideradas por Fernando I, sin que pudieran tomar el sitio, aunque sí deteriorándolo, lo que obligó a realizar reparaciones. En 1083 ocurriría el paso de las huestes del Cid, y los combates serían activos hasta aquel 1085, cuyos combates se prolongaon hasta 1088, y más allá, no olvidemos que los almorávides llegados en 1086 lo recobraron en ese 1088. Peo fue otra vez tomado el emplazamiento por los cristianos en 1095 y vuelto a manos islámicas en 1098… y aún quedaba la reconquista definitiva en manos cristianas en 1118.

Ibn Hayyan puso por fecha de creación del asentamiento musulmán y de esta fortaleza en el año 825 cristiano, ciento catorce años después de la llegada de Tariq, aunque ya hemos visto en otras crónicas que Tariq ya pasó por aquí. Compluto existía con una mínima población mozárabe y con culto, como hemos visto en cronistas mozárabes, que hablan de esta en ese mismo siglo IX en el que se funda el castillo, y también en el X, aunque se sabe que buena parte de los mozárabes de Alcalá, sino todos, se trasladaron a Guadalajara avanzado el siglo X, tal vez desplazados por Almanzor. Pensemos también que San Urbaz, uno de aquellos monjes franceses que ya mencionamos en las crónicas mozárabes, pasó por Compluto en 748 para llevarse los restos supuestos de los Santos Niños Justo y Pastor a Narbona, regresarían siglos después, en parte. Como sea, es de creer que existieran autoridades musulmanas antes de la creación del castillo, y población rural musulmana, pues no obstante la localidad era parte de al-Ándalus en su nivel de pertenencia estatal y es conocido que los musulmanes cultivaban los campos alcalaínos. Como sea, Ibn Hayyan puso por fecha aquel 825 para la creación del castillo, aún durante el Emirato de Córdoba, gobernando el emir Abderramán II, será su hijo, Abderramán III, quien independice el emirato del todo y lo haga califato. Sería Faradj, Señor de Guadalajara, quien según Ibn Hayyan recibió el gobierno de estas tierras y su deber de protegerlas junto a su población, como lugar de paso estratégico, como ruta estratégica, de ahí el castillo o castillejo que hemos de pensar (por cómo se hacían las cosas en la Edad Media) debió levantar este Señor Faradj, el cual se desplazaría de Guadalajara a Alcalá según conviniera para sus asuntos administrativos, de gobierno, justicia, fiscales, militares y de su vida privada.

Al-Qul'aya no sería el nombre definitivo musulmán. Puede que su fundación fuera en principio como una fortaleza pequeña, de ahí su nombre, suficiente para proteger el emplazamiento, el camino que sigue el río Henares y los montes, y a la población civil rural. Por otros autores que ya comentaremos, sabemos que el nombre musulmán cambió hasta como mínimo dos veces más, y uno de esos cambios quizá fue el que desplazó al primer nombre de manera rápida, pues incluirá el nombre del que fue uno de sus Señores gobernantes más destacados. Ya lo veremos.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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