viernes, 19 de abril de 2024

Lazarillo de Tormes

Título: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades.
Autor: Anónimo.
Impresores: Salcedo (Alcalá de Henares) / Juan de Junta (Burgos) / Hermanos del Canto (Medina del Campo) / Martín Nucio (Amberes).
Año de publicación: 1554 (1ª edición de tres ediciones simultáneas en 1554, más una 2ª edición corregida en el mismo año y simultánea a las otras, aunque pudo haber otra anterior desaparecida por la Inquisición entre 1552 y 1553).

--- --- ---

Título: Lazarillo de Tormes.
Autor: Anónimo.
Editorial: Cátedra.
Año de publicación: 1998 (1ª edición de Francisco Rico, en 2006 indicaba 4ª edición).
Colección: Letras Hispánicas.
Nº de volumen en la colección: 44.
Género: Novela picaresca.
ISBN: 978-84-37606606.

 

Hay un libro de la  literatura del Siglo de Oro español, parte de la Historia de la Literatura Universal que no sabemos si lo escribió un alcalaíno y cuyo argumento y personajes no tienen que ver ni con Alcalá de Henares ni con alcalaínos, sin embargo está en el haber de Alcalá de Henares porque su primera edición, una de las cuatro que salieron simultáneamente en 1554, es de una imprenta y a la vez librería de Alcalá de Henares de aquella época, la de Salcedo, se trata del libro que originalmente se llamó La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Con ese título se publicó más o menos a la vez a lo largo de aquel 1554 en las imprentas de Juan de Junta, en Burgos, de los Hermanos del Canto, en Medina del Campo, y de Martín Nucio o Martín Nuyts, fuera de España, que no del Imperio Español, en Amberes, a un año o meses de que Carlos I de España y V de Alemania le cediera Flandes a la Monarquía Hispánica, que heredó su hijo Felipe II, y no al Sacro Imperio Romano Germano, que dejó al cargo de su hermano Fernando I. A esas tres ediciones se sumó la de Alcalá de Henares, en la imprenta y librería de Salcedo, aunque no exactamente con ese título. De las cuatro primeras ediciones simultáneas, sólo la de Alcalá de Henares alteraba el título y decía: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades nuevamente impresa, corregida y de nuevo añadida en esta segunda impresión. Así que sólo la de Alcalá de Henares reconocía ser una segunda edición que había sido revisada y corregida, la cual actualmente es la que siguen en buena parte las ediciones actuales. Comparada con las otras tres ediciones, los cambios aparecen, pero no son especialmente sustanciales, por lo que muchos investigadores y filólogos sospechan que en realidad todas serían una segunda edición de una primera muy minoritaria que probable editó unos pocos ejemplares entre 1552 y 1553, hoy día totalmente desaparecida, por lo que esto queda en mera teoría e hipótesis, pero no en una certeza. Testimonialmente sólo consta la fecha de 1554 en las cuatro primeras ediciones.

Lo que sí se sabe es que la obra no pasó la censura imperial ni la de la Inquisición. eso podría haber provocado la hipotética desaparición de una primera breve edición entre 1552 y 1553, aunque esta pérdida no hubiera sido tan total, ya que en 1554 existen estas otras ediciones, y en concreto la alcalaína dice ser una edición segunda revisada y corregida. La obra seguiría estando prohibida, por lo que imprimirla, venderla, comprarla, tenerla, leerla, era un problema serio. De hecho, la edición de Medina del Campo fue descubierta accidentalmente durante unas obras en un edificio antiguo durante 1992, ocultada mediante emparedamiento en su época, lo que puede hacernos pensar si no sería una primera edición. Ahora bien, la Inquisición dejó publicarla pasados los años tras censurar varias partes y cambiar otras, lo que se llamaba expurgar y hoy censurar. Las copias permitidas y censuradas posteriores se han cotejado con estas cuatro primeras ediciones y no cabe duda de que estas responden, o parecen responder, a la publicación original sin censura, y que tal vez en la de Alcalá de Henares se quiso suavizar algo de cara a la Inquisición, sin lograrlo del todo. Por otra parte, en 1607 se apuntó la posibilidad de que el autor fue el poeta y diplomático Diego Hurtado de Mendoza, miembro de una poderosa familia nobiliaria cuyos principales dominios estaban entre Guadalajara y Alcalá de Henares, aunque su posición política les permitía tener entre ellos virreyes en América y miembros en otros lugares de España y de Europa, como por ejemplo en Granada, de donde era este Diego Hurtado. Teniendo en cuenta esto, su pertenencia a los Mendoza le hace próximo a poder haber sido autor en Alcalá de Henares. Esta posibilidad se defendió con fuerza hasta el siglo XVIII, y fue retomada en 2010 por la paleógrafa Mercedes Agulló cuando al estudiar legajos de esta persona descubrió que en uno de sus documentos el propio Diego Hurtado de Mendoza había escrito que había corregido Lazarillo y Propaladia para su publicación. En todo caso, aunque parece ser que este hecho se dio, eso no le transforma automáticamente en autor. Ante la falta de pruebas más definitivas y claras, hoy por hoy se sigue considerando una obra anónima. Así, por ejemplo, se sigue defendiendo y explicando en una de las ediciones críticas más popularizadas en nuestros días, las de la editorial Cátedra, que hoy por hoy comercializa la edición crítica que Francisco Rico en 1998 para su colección Letras Hispánicas, aunque, en vista de que el hallazgo comentado antes es de 2010, es posible que haya hoy ediciones críticas más actualizadas. No obstante, en la edición de Amberes, la de Nuyts, la cubierta mostraba dos cigüeñas y aunque este ave es muy propia de media península Ibérica, la zona del valle del Henares es prolífica en ellas, si bien en el siglo XVI no estarían sobre los edificios (según vemos en los grabados de época), sino en su bosque de rivera. Esto tampoco es definitivo ni definitorio de nada.

La cubierta de la edición alcalaína y la de Medina del Campo se ceñían a mostrar a Lazarillo con el ciego, mientras que la de Burgos se centraba en Lazarillo y el clérigo. No arroja grandes pistas. Los motivos de censura venían tanto por una crítica social a un imperio español que mantenía a su sociedad en suma pobreza y necesidades, un imperio basado en el honor, entre otras cosas, pero descuidaba otros aspectos. Pensemos que Carlos I dilapidó las fortunas de América en guerras de religión en Europa y lujos, declarando la bancarrota de la Monarquía Hispánica varias veces, suspendiendo el pago de los juros (una especie de bonos del Estado de la época que solían comprar nobles, burgueses y banqueros), bancarrotas que llevaron al saqueo de Roma por parte de las tropas españolas o, décadas después, con Felipe II, al saqueo de Amberes. Una crítica que aparece en otras obras de la época, como las de Cervantes, Quevedo, Mateo Alemán y otros, los tres citados ligados a Alcalá de Henares. Por otro lado hay una crítica a las apariencias y las formas de comportarse de nobles e Iglesia, eso en un tiempo que se habían producido ya la revuelta comunera y la de las germanías, por no hablar de la guerra civil en el Virreinado del Perú o la rebelión de Lope de Aguirre en la Amazonía. Además, la obra desprende ideas del cristianismo que no siguen exactamente el catolicismo, sino las ideas de Erasmo de Rotterdam. Erasmo y los erasmistas no fueron expulsados de la Iglesia católica porque los Reyes Católicos, especialmente Isabel I y el cardenal Cisneros, presionaron al Papado para que no lo hicieran, ya que ellos, en plena época de reformas religiosas mediante las que surgieron las corrientes protestantes, sentían que las lecturas de Erasmo sobre críticas a la conducta de la Iglesia y el comportamiento de los católicos eran legítimas. Pero una vez que los Trastamara, incluida Juana I "la Loca" y Felipe I "el Hermoso", y el propio Cisneros, han desaparecido y comienza el reinado Carlos I, con quien se publica el libro justo al final de su reinado, aunque Carlos I no le dio a la Inquisición tanta relevancia como se la daría su hijo Felipe II, lo cierto es que se puso en el punto de mira a los erasmistas, muy popularizados en España al considerarse una corriente dentro de los católicos. Es probable que la censura llegara precisamente por presentar ideas y críticas erasmistas. No sólo la Inquisición estaría contra ello, Carlos I usó a esta como instrumento de control político y él estuvo la mayor parte de su reinado inmerso en guerras de religión contra los protestantes en Europa, por lo que no podía permitir que la base del reino que más dinero le hacía ganar traído de América no fuera un ejemplo de catolicismo.

Como sea, en 1605, cincuenta años después de la primera edición, un fraile jerónimo dijo por primera vez un nombre de un posible autor, otro fraile jerónimo, Juan de Ortega, que ocultó su nombre por ser general de su orden religiosa, por lo que deseaba defenderla de la Inquisición. En 1607 surgió la hipótesis de Diego Hurtado de Mendoza, cuya posición político y social le habrían hecho callar su nombre. En el siglo XIX la hipóteses de Juan de Hurtado, muy aceptada, encontró otra hipótesis fuerte, la de los hermanos Valdés, ambos erasmistas. Se apuntaba que Juan de Valdés habría escrito la primera versión censurada y perseguida en 1529, lo que le llevó a huir y exiliarse en Italia, habiendo dejado esa primera versión en una imprenta de Alcalá de Henares, la de Miguel de Eguía, que no en la de Salcedo, y en al cual se perdería su nombre y obra y que por ello alguien la habría encontrado, revisado y corregido en 1554, siendo corregir el acto de eliminarle las partes conflictivas, o sea: censurarla o autocensurarla. Los que defienden que fue Alfonso de Valdés lo hacen por haber encontrado paralelismos análogos de varios pasajes del Lazarillo con partes de su propia obra... cosa que ocurría también con la de Juan de Valdés. Siguiendo el mismo razonamiento, pero con otra obra de la época, se postuló a Sebastián de Orozco a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Así, a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI ya se han propuesta entre diez y quince humanistas españoles más como posibles autores, entre los que figura incluso un secretario personal del rey y otro escritor famoso, Fernando de Rojas, que terminó de escribir La Celestina, una obra con un inicio supuestamente anónimo y autor que había vivido con toda la crudeza en su familia y persona la tortura y las ejecuciones de la persecución de la Inquisición a los cristianos judeizantes, esta hipótesis vendría a decirnos también que la primera versión sería de las primeras décadas del siglo XVI.

Como sea, obviando la hipótesis de que en 1529 el libro original pudiera haber sido depositado en la imprenta alcalaína de Miguel de Eguía, de lo que sí tenemos certeza total es que en 1554 en Alcalá de Henares se realiza una de las primeras ediciones conservadas en la imprenta y librería de Salcedo. El impresor era Atanasio Salcedo, que era el hijo y heredero del negocio familiar iniciado por Antonio Salcedo, que vino a la ciudad ante la necesidad de imprentas por parte de la nueva comunidad universitaria. Antonio ya colaboraba con otro impresor de la ciudad, Brocar, impresor de la Biblia Políglota, siendo que en 1525 había salido de su imprenta títulos destacados aún hoy día. Inició el negocio como librería, pero como tantos otros libreros, ampliaron a imprenta, y como tantos otros, también se hizo editor. Estaría la imprenta en la calle Libreros o sus aledañas, sin saberse con exactitud dónde, aunque estudios arqueológicos actuales apuntan la posibilidad de ser el edificio hoy en ruinas donde hasta hace poco en el siglo XX y parte del XXI se ubicó la fábrica de hielo Gallo. Como sea, el negocio heredado por Atanasio continuó teniendo cierto prestigio, hasta el punto que exportaba libros a otros lugares. En 1543 un librero de Medina del Campo le debía ni más ni menos que la muy elevada cifra de 74.000 maravedíes en libros. No deja de ser llamativa esta deuda entre dos lugares que publicaron la primera edición de 1554 del Lazarillo. Sin embargo, editaba por sí mismo pocas obras, aunque vendía muchas editadas por otros. Lo más importante que había editado antes de la obra que nos ocupa había sido traducciones de Séneca, que sacó en 1552. Fue el éxito del Lazarillo el que hizo que su negocio fuera muy popular como imprenta desde 1557. Hay que pensar que otra diferencia de su portada con las otras tres de 1554 es que en ella se lee que se venda el libro en Alcalá, por lo que su edición habría pasado la censura. Su negocio finiquitó en 1567.

Por lo demás, la obra en sí es un clásico que da por iniciado el género de la novela picaresca, aunque hay otras obras con características de picaresca anteriores. Narraciones en primera persona, a modo de cartas o memorias pasados los años, que narran las aventuras y desventuras de personas muy poco afortunadas en la vida que tratan de ganarse la vida con todo tipo de oficios, trucos, trampas y artimañas, mientras a la vez quieren progresar o prosperar o aparentar. Tenían una fuerte crítica social y política, incluso religiosa y de moral y ética. Por cuestiones de la época trataban de transmitir una lección moral final, aunque en el fondo son la base lejana de la futura literatura de la contracultura y los antihéroes del siglo XX. 

Sigue la vida de un niño de una familia pobre abandonado a su suerte y entregado a diversas personas que dicen que le darán un porvenir a cambio de sus servicios, todo a costa de que sus padres no le pueden mantener, su padre por morir y su madre porque por pobreza no se puede hacer cargo, dándose ella a la prostitución. Es parte del lumpen. Pasa por Alba de Tormes, de donde sería él (no es casualidad que se llame Lázaro, como el resucitado por Cristo en la Biblia). También pasa por Salamanca, Almoroz, Escalona, Torrijos, Maqueda y Toledo. Desde su niñez a su vida adulta nos cuenta sus sinsabores, con cierto humor negro, al servicio de un clérigo, de un ciego que cuenta cuentos mendigando, de un soldado que es un miembro de la baja nobleza venido a menos, y de otros miembros de la sociedad de la época. Critica así a todos los estamentos y clases sociales, como incluso a las instituciones religiosas y políticas, e incluso a los acontecimientos de una España engrandecida como Imperio, pero a costa de empobrecer la vida de sus súbditos y pedirles sacrificios que les llevan a una pobreza y una hambruna que tratan de disimular mediante ideales de honor y de España que en realidad no solucionan su precaria existencia personal. Eso lleva a la pillería y a engaños varios, al intentar medrar de cualquier manera y a una búsqueda de los caminos fáciles que no lo son en absoluto.

Queda así señalada la conexión de esta obra emblemática de la picaresca española con Alcalá de Henares, por cierto, una ciudad donde varias obras de la época sitúan personajes y situaciones de pícaros. No obstante, Alonso Fernández de Avellaneda ya escribió en su Quijote apócrifo que los estudiantes alcalaínos eran por entonces todos pícaros por necesidad.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

No hay comentarios:

Publicar un comentario